Historia Tecnar
Historia
El 30 de abril de 1984 mediante escritura pública No 756 de la Notaria
Segunda, nace la Institucion con el nombre de Fundacion Tecnologica Antonio de
Arevalo TECNAR, rindiendole homenaje con su nombre al Ingeniero que realizo
todo el plan defensivo de Cartagena.
Somos una institucion de Educacion Superior, con personeria juridica No 322 de
Mineducacion y aprobacion del ICFES por acuerdo 048 de 1984, creada para
impartir formacion profesional Tecnologica en las areas de mayor
necesidad y con mas campo de acción en la región y la
nación. Fundada por cinco miembros, prestantes
personajes de nuestra sociedad y destacados en el mundo de la Educacion, la
empresa y en los sectores exportador y agropecuario.
Se iniciaron labores con el programa de Administración Naviera y
portuaria con 22 estudiantes, en el segundo semestre de 1985. Luego en 1986 abrió los programas de administración
Agropecuaria y Construccion de Obras Civiles, conforme al Decreto 80 de 1980.
Del Ministerio de Educacion, en 1983 de acuerdo a la Ley 30 de 1992 le
notificaron los programas de Sistemas, Contabilidad Sistematizada,
diseño de Modas, Gestión Empresarial y de Negocios,
Administracion de la Producción y Electrónica.
Hoy día ofrecemos 14 Carreras Tecnicas y Tecnologicas, 4 Carreras
Universitarias y 3 postgrados.
Actualmente se estan diligenciando convenios que permitan ofrecer otras
carreras a nivel profesional,así como, también, se esta
trabajando en el proceso de transformacion para que nuestra Fundacion, se
convierta en una institucion Universitaria.
EL INGENIERO DON ANTONIO DE ARÉVALO Y SUS OBRAS
Don Antonio De Arévalo
Los últimos cuarenta años del siglo XVIII fueron decisivos para
las fortificaciones de Cartagena, cuya construcción quedó
terminada casi al final de la época española. La historia de las
obras durante este período de tiempo forma parte integrante de la
biografía del que proyectó y dirigió la
construcción de las baterías de San Felipe, el dique de Boca
grande, la escollera de la Marina y otras edificaciones, cuya importancia basta
para consagrarle como uno de los mas grandes ingenieros militares de su
época: el teniente general don Antonio de Arévalo.
Mas de medio siglo de su vida transcurrió en América
trabajando en las obras de Cartagena y
proyectando otras en distintas provincias del Virreinato de Nueva Granada. Las incontables relaciones, informes
y 'discursos' que, firmados por su mano, se conservan, así
como los numerosos planos que levantó y dibujó, nos revelan una
vocación que, cultivada en el estudio constante, produjo los mejores
frutos. Bien merece que aquí recoja algunas noticias biograficas,
aunque si la vida de un hombre se refleja en obras,
ahí estan los muros de Cartagena,
que son paginas perennes de su biografía.
Nació don Antonio de Arévalo en la villa de Martín
Muñoz de laDehesa, cerca de Arévalo, en Castilla la Vieja, hacia
el año de 1715 , seguramente de noble
condición. A los veintiún años, el 1 de octubre de 1736,
ingresó como
cadete en el Regimiento de Oran, aplicandose al estudio de las
matematicas en la academia que tenía a su cargo el ingeniero don
Antonio Gaver. Después de tres años de estudio pasó a
Madrid a comparecer ante la Real Junta de Fortificaciones, y obtuvo, previo
examen de ésta, el grado de subteniente de Infantería y la
patente de 'delineador' apto para el ascenso a ingeniero
extraordinario. Sirvió aquel empleo durante un año, hasta que el
4 de junio de 1741 ascendió a ingeniero extraordinario y fue destinado a
Cadiz, donde estuvo a las órdenes de don Ignacio Sala, que era, a
la sazón, ingeniero director de las fortificaciones de Andalucía.
Pocos meses mas tarde recibió orden de marchar a Barcelona para
incorporarse a la expedición que se preparaba para Italia, pero al pasar
por Madrid, el ministro don José Campillo le comunicó una real
orden que cambió el rumbo de su vida: se le mandaba a servir a las
órdenes de don Juan Bautista Mac-Evan, nombrado ingeniero director de
las obras de Cartagena de Indias. Se unió a él en San
Sebastian, y juntos embarcaron en Pasajes a bordo de la fragata 'Nuestra
Señora del Coro', que se hizo a la vela el 6 de febrero de 1742, en
unión de otros buques de la Compañía Guipuzcoana de
Caracas, al mando del capitan de fragata don José Iturriaga,que conducían los batallones de Portugal y Almansa,
destinados a reforzar la guarnición de Cartagena. En la misma fragata
que conducía a Arévalo viajaba también el mariscal don
Joaquín de Aranda, que iba a posesionarse del gobierno de dicha plaza;
pero no llegó a su destino, pues fue muerto en un combate sostenido con
dos navíos ingleses, a la vista de Puerto Rico, el 12 de abril, durante
el cual asistió Arévalo 'al vivo y continuo fuego de todo el
día'.
Tres días después llegó a San Juan de Puerto Rico, donde
levantó planos de la bahía, y embarcó con Mac-Evan el 16
de julio siguiente para Tierra Firme. Visitó La Guayra, Puerto Cabello y
Maracaibo, donde también levantó diversos planos, según
disponía la real instrucción que había recibido su jefe, y
desde esta última ciudad continuó por tierra su viaje hacia
Cartagena, adonde llegó el 29 de noviembre, después de penosa
marcha a través de asperos caminos, casi intransitables por la
mala estación.
Después de levantar un mapa de la bahía de Cartagena y sus
inmediaciones, pasó a Santa Marta por orden del virrey Eslava, donde
también levantó planos e hizo, ademas, las obras
necesarias para ponerla en defensa, pues se esperaba un ataque de enemigos. Al
regreso trabajó en el fuerte de San Sebastian del Pastelillo, en
el baluarte de San José, en la construcción del cuerpo de guardia
y cisternas del Castillo Grande y en los recalzos que se hicieron a la muralla
de la Marina.Concluidas estas obras se iniciaron las del dique de Bocagrande,
proyectado por don Ignacio Sala, y en ellas trabajó, aunque poco tiempo,
pues el virrey Pizarro le ordenó que fuese a la villa de Honda a
disponer, 'para el beneficio del comercio', un puente de cal y canto
sobre el río Gualí. Sacó de cimientos uno de sus cuatro
pilares y, dejando planos e instrucciones, marchó a Santa Fe, donde
elaboró el proyecto-que ejecutó en gran parte-de una calzada de
media legua de longitud, con dos puentes, en una llanura anegadiza. De la
capital del Virreinato regresó a Cartagena tan pronto como
tuvo noticia del
fallecimiento de su jefe, Mac-Evan.
Aquí trabajó de nuevo en el dique de
Bocagrande, hasta que se suspendieron las obras; en la erección de la
batería de San José
y en la de Santa Barbara, que no se terminó entonces.
Cuando don Ignacio Sala pasó a Portobelo en 1753, quedó a cargo
de Arévalo la dirección de las obras y comenzó a sacar de
cimientos el fuerte de San Fernando.
Continuó estos trabajos a las órdenes de don Lorenzo de
Solís y, al marchar éste destinado a Veracruz, en 1757, se hizo
cargo nuevamente de la dirección y terminó la fabrica de
las baterías, la demolición del castillo de San Luis y el saneamiento
de las inmediaciones, pobladas de ciénagas, que eran fuente perenne de
enfermedades, como pudo comprobar a riesgo de su propia salud, pues allí
padeció cinco 'tabardillos' que a poco le cuestan la vida.
Concluidas lasfortalezas de Bocachica, dirigió los recalzos que se
hicieron a los baluartes de La Merced, Santa Clara y Ballestas y reparó
el de San José, cuyo revestimiento se había cuarteado.
El bien ganado prestigio de Arévalo trascendió a la Corte, y en
1761 le fue encomendada la difícil misión de pacificar a los
indios del Darién y practicar un detenido reconocimiento de aquellos
territorios. Levantó un mapa general y varios
planos de sus puertos y caminos y escribió un diario del
viaje, así como
una descripción de la provincia y de las ventajas que se
obtendrían poblandola, ya que ofrecía faciles pasos
hacia el Pacífico. Proyectó la construcción de un fuerte
que la protegiese hasta su total reducción y consiguió que los
jefes indios accediesen al establecimiento de una población y del
fuerte, e igualmente logró que bautizasen a sus hijos y todos quedaran
reducidos a vivir en paz con los españoles.
Cumplida su misión, no halló reposo al regresar a Cartagena: había
estallado la guerra con Inglaterra y no se dio descanso hasta dejar la ciudad
en estado de defensa. En varios meses de febril actividad construyó las
baterías del
cerro de San Lazaro, hizo otras en Bocachica y reunió toda clase
de pertrechos de guerra, en previsión de que la contienda europea
tuviese repercusión al otro lado del Atlantico. De estas obras,
así como del malecón de Bocagrande y de la escollera de la Marina, me ocuparé
mas adelante.
Trabajaba Arévalo en laconstrucción del dique de
Bocagrande, cuando le fue encomendada otra misión no exenta de
dificultades. Al tomar posesión del Virreinato don Manuel Guirior, su
antecesor le dejó sin solucionar el delicado problema de la
sublevación de los indios del Río de la Hacha, que estaban
alzados desde cuatro años atras, y no se había conseguido
reducirlos, a pesar de tener allí destacados setecientos hombres del
Batallón de Saboya y del 'Fijo' de Cartagena, ademas de
cuarenta artilleros y mas de trescientos milicianos. Estas fuerzas
ocasionaban un gasto tan cuantioso como inútil, y el Virrey no hallaba
medio de obtener un situado de cien mil pesos y un refuerzo de dos mil hombres
que pedía el coronel que mandaba aquéllas, don José Benito
de Enzio. Entonces Guirior dio amplias facultades a Arévalo y le
entregó el mando de aquel ejército y de la provincia;
éste, apenas tomó posesión, despidió doscientos
milicianos de los que estaban a sueldo, y en cuatro meses resolvió un
problema que había consumido cuantiosos caudales durante cuatro
años. Sin la mas mínima lucha consiguió reducir a
los indios a nuevas poblaciones, en las que construyó -por cuenta de S. M.- iglesias y casas para los
curas y capitanes. Pacificó toda la provincia, reconoció varios
puertos y parajes de la costa y del interior, levantando mapas y planos de
todos y, conseguida la reducción de los naturales, dio instrucción
al Gobernador nombrado para sucederle, dejandole en elnuevo
establecimiento de Bahía Honda noventa soldados, setenta milicianos,
seis artilleros y una batería de ocho cañones para la defensa de
la bahía e impedir el contrabando. Regresó al Río de la
Hacha y se restituyó a Cartagena el 26 de junio de 1773 con la tropa
sobrante y el tren de artillería.
Al año siguiente fue a Maracaibo para pacificar unas parcialidades de
indios que impedían el comercio con la provincia de Río Hacha, y
sacó de ésta vecinos, con los que fundó el pueblo de San
Bartolomé de Sinamaica y los establecimientos de Bahía Honda y
Pedraza.
Al regresar a Cartagena en 1774, el Virrey le comisionó para ir otra vez
al Darién, con el fin de hacer un establecimiento de españoles
para impedir el contrabando y fabricar el fuerte proyectado en 1761, que no se
había podido construir por falta de medios económicos . Sin
embargo, pasaron dos lustros antes de que esta nueva expedición al
Darién se llevase a efecto. Al fin,
después de vencer múltiples dificultades, gracias al tesón
del arzobispo-virrey Caballero y Góngora, a fines de enero de 1785
salieron de Cartagena, rumbo a las playas del Darién, las fuerzas
expedicionarias al mando de don Antonio de Arévalo , que por entonces contaba
setenta años.
El rey, que ya habla premiado sus servicios con el grado de brigadier, le
ascendió a ingeniero director de los Reales Ejércitos, Plazas y
Fronteras, por cédula de 14 de mano de 1775 .
Dos veces solicitó Arévalo el cargode Gobernador de Cartagena,
sin que viese realizados sus deseos: la primera vez en 1770 y la segunda dos
años después, al quedar vacante por fallecimiento de don Gregorio
de la Sierra, en cuya ocasión escribió al ministro Arriaga
pidiéndole que apoyase su petición 83. Cuando en 1782 fue
nombrado Virrey interino el gobernador de Cartagena don Juan Torrézar
Díaz Pimienta, designó a Arévalo para que le sucediese en
este cargo interinamente, ya que el teniente del Rey don Roque de Quiroga, a
quien por derecho le correspondía desempeñarlo, estaba, a la sazón,
enfermo. Reunido el Cabildo el día 1 de abril del citado año, fue leída la
orden del Virrey y, en consecuencia, pasaron dos regidores a casa del brigadier a
notificarle el nombramiento. Momentos después entraba en la sala don
Antonio, acompañado de los dos regidores, y ante la cruz
de su espada prestaba juramento en presencia de todos. El acta en que se hizo
constar la ceremonia refleja la consideración y el prestigio que
aureolaba la figura del anciano brigadier 84. Poco
tiempo desempeñó el cargó, pues unos meses después
lo ocupaba don Roque de Quiroga.
Continuó al frente de la Comandancia de Ingenieros de
Cartagena y terminó por completo las fortificaciones. Las
últimas obras que dirigió fueron la construcción de la
cortina de la muralla situada entre los baluartes de Santa Clara y Santa
Catalina y los cuarteles de las Bóvedas, adosados a ella. Así
quedaron concluidas,después de cerca de dos
siglos de trabajos, las murallas del recinto
de Cartagena.
Durante varios lustros informó semestralmente a la Corte
de las obras que tuvo a su cargo. Pero los años no pasaban en
balde: en los últimos informes, su firma es apenas legible, y su rúbrica-antes firme y rotunda-es una
línea vacilante que demuestra los estragos de la edad en su naturaleza
fuerte. Le faltaba la vista, agotada en largas horas de labor
minuciosa, y la mano, que nunca había permitido la menor
vibración al tiralíneas, temblaba al empuñar la pluma.
La Corte, que había premiado sus leales servicios, en 1791, con el
ascenso a teniente general de los Ejércitos, le dio una prueba
mas de consideración cuando su inutilidad física le
movió a pedir el retiro. Le fue concedido, que dando relevado del cargo
de ingeniero director, pero no quedó convertido en un ser inútil,
arrinconado en espera de la muerte, ya que no se prescindió por completo
de sus servicios: 'es la voluntad de S. M. -se dijo al Virrey-que
continúe este general en el Estado Mayor del Exército de este
virreynato y sirva con su consejo, conforme lo ha hecho hasta ahora con su
persona' 86.
Pocos meses después-9 de abril de 1800-murió don Antonio de
Arévalo 87, a los ochenta y cinco años de edad y setenta de
servicios, de los cuales pasó cincuenta en Cartagena, donde
realizó las mas importantes obras de fortificación que el
genio de España elevó en tierras de América.