En la década de los sesenta, mientras estudiaba la historia volcánica del Parque Nacional de
Yellowstone, Bob Christiansen, del Servicio
Geológico de Estados Unidos, se quedó intrigado por algo por lo que
sorprendentemente no se había interesado nadie antes: no podía encontrar el
volcán del
parque. Hacía mucho tiempo que se sabía que Yellowstone
era de naturaleza volcánica -eso era lo que explicaba todos sus géiseres y
demás fuentes de vapor-, y lo único que tienen los
volcanes es que, en general, son bastante notorios. Pero
Christiansen no podía encontrar por ninguna parte el volcán de Yellowstone. Lo que no conseguía encontrar
concretamente era una estructura denominada caldera.
Casi todo el mundo imagina, cuando piensa en los volcanes, la forma cónica
clásica de un Fuji
o un Kilimanjaro, que es algo que se forma cuando el magma de la erupción se
acumula en un montículo simétrico. Estos montículos pueden formarse con notable
rapidez. En 1943, en Paricutín (México), un
campesinose asustó al ver que salía humo de una zona de sus tierras. Al cabo de
una semana, era el asombrado propietario de un cono de
152. metros de altura. Dos años
después, el cono tenía ya casi 43 o metros de altura y medía más de 800 metros
de anchura. Hay en total unos 10.000 volcanes de ese
tipo claramente visibles en la Tierra. Y salvo unos
centenares están casi todos extintos. Pero existe otro
tipo de volcanes menos famosos que no necesitan formar una montaña. Se
trata de volcanes tan explosivos que se abren de forma violenta en un solo y potente estallido, dejando atrás un enorme pozo:
la caldera (un término latino). Yellowstone
debía de ser, sin duda, un volcán de este segundo
tipo. Pero Christiansen no encontraba la caldera por ninguna
parte.
Quiso la suerte que, precisamente por entonces, decidiese la NASA probar
algunas nuevas cámaras de gran altitud haciendo fotos de Yellowstone, copias de
las cuales un funcionario considerado facilitó a las
autoridades del
parque suponiendo que podrían hacer una bonita exposición en uno de los centros
para visitantes. Christiensen se dio cuenta, al ver las fotos, de por qué no
había conseguido localizar la caldera: prácticamente todo el parque (9.000
kilómetros cuadrados) era caldera. La explosión había dejado un
cráter de casi 65 kilómetros de anchura, demasiado enorme para poder apreciarlo
desde ningún punto situado a nivel del
suelo. En algún momento del
pasado, Yellowstone debió de estallar con una
violencia superior a la escala de cualquiercosa conocida por los seres humanos.
Resulta, pues, que Yellowstone es un supervolcán. Se asienta encima de un
enorme punto caliente, un depósito de roca fundida que se inicia a un mínimo de
200 kilómetros bajo tierra y se eleva casi hasta la superficie, formando lo que
se llama una superpluma. El calor del punto caliente es lo que
alimenta todas las chimeneas, termas, géiseres y ollas de lodo burbujeante.
Debajo de la superficie hay una cámara de magma que tiene unos 72 kilómetros de
ancho (aproximadamente las mismas dimensiones del parque) y unos 13 kilómetros
de espesor en su parte más gruesa. Imagina un montón de TNT más o menos del
tamaño de un condado inglés y que se eleve hacia el cielo 13 kilómetros, de la
altura aproximada de los cirros más altos, y te harás una idea de por encima de
qué andan los que visitan Yellowstone. La presión que ejerce un
depósito de magma de esas dimensiones, sobre la corteza que está encima, ha
elevado Yellowstone y el territorio del
entorno aproximadamente medio kilómetro más de lo que estaría sin ella. Según
el profesor Bill McGuire del Colegio Universitario de
Londres, «no podrías acercarte a un radio de 1.000 kilómetros de él» en plena
erupción. Las consecuencias que seguirían serían peor aún.
El tipo de superplumas sobre las que se asienta Yellowstone
se parece bastante a los vasos de Martini: son estrechas por abajo pero van
ensanchándose a medida que se acercan a la superficie para crear grandes
cuencos de magma inestable. Algunos de estoscuencos pueden
tener una anchura de hasta 1.900 kilómetros. De acuerdo con las teorías
actuales, no siempre entran en erupción de una forma explosiva, pero a veces
estallan en una emanación enorme y continua, una avalancha de roca fundida como
sucedió en las traps del Decán, en la India, hace 65 millones de años. En este
caso cubrieron un área de más de 500.000 kilómetros cuadrados y probablemente
contribuyesen a la extinción de los dinosaurios -desde luego, no los ayudaron-
con sus emanaciones de gases nocivos. Las superplumas pueden ser también
responsables de las fisuras o los rifts que hacen que se separen los
continentes.
Esas plumas no son tan raras. Hay unas treinta activas
en la Tierra en este momento y son responsables de
muchas de las islas y cadenas de islas más conocidas (los archipiélagos de las
Azores, las Canarias y los Galápagos, la pequeña Pitcairn en mitad del Pacífico
Sur y muchas otras), pero, aparte de Yellowstone,
son todas oceánicas. Nadie tiene la menor idea de cómo o por
qué acabó Yellowstone bajo una placa
continental. Sólo hay dos cosas seguras: que la corteza en Yellowstone es fina y el mundo que hay debajo es
caliente. Pero, si la corteza es fina, debido al punto
caliente o si el punto caliente está allí porque la corteza es fina es motivo
de, digamos, ardoroso debate. La naturaleza continental de la corteza
hace que sus erupciones sean enormemente distintas.
Mientras los otros supervolcanes tienden a emitir lava
de modo constante y de una formarelativamente benigna, Yellowstone
lo hace de forma explosiva. No sucede a menudo, pero cuando sucede es mejor
encontrarse a bastante distancia.
Desde su primera erupción conocida de hace 16
millones de años, ha entrado en acción unas cien veces, pero es sobre las tres
erupciones más recientes sobre las que se ha escrito. La última fue un millar de veces mayor que la del
monte St. Helens, la penúltima fue 280 veces
mayor y, la antepenúltima, fue tan grande que nadie sabe exactamente cuán
grande fue. Fue por lo menos 2.500 veces mayor que la de St. Helens, pero quizás 8.000 veces más monstruosa.
No tenemos absolutamente nada con lo que podamos compararla. La mayor explosión
de tiempos recientes fue la de Krakatoa, Indonesia, en agosto de 1889, y fue de tal magnitud que reverberó por todo el planeta durante nueve
días e hizo agitarse las aguas en zonas alejadas como el canal de la Mancha. Pero, si
imaginamos que el volumen de material eyectado en Krakatoa es del tamaño de una
pelota de golf, el de la mayor erupción de Yellowstone sería del tamaño
aproximado de una esfera detrás de la cual podrías esconderte. A esa escala, la
erupción del monte St. Helens no sería más grande que un guisante.
La erupción de Yellowstone de hace dos millones de años emitió ceniza
suficiente como para
enterrar el estado de Nueva York, hasta una
profundidad de 20 metros, o el de California
hasta seis metros. Fue esa ceniza la que creó los yacimientos fósiles de Mike
Voorhies en el este de Nebraska. Esa explosión seprodujo en lo que
hoy es Idaho, pero la corteza de la Tierra se
ha desplazado por encima de ella a lo largo de millones de años a un ritmo de
unos 2 centímetros al año, de manera que hoy está
directamente debajo del noroeste de Wyoming. (El punto
caliente propiamente dicho se mantiene en el mismo sitio, como un soplete de
acetileno dirigido hacia un techo.) Deja en su estela
el tipo de fértiles llanuras volcánicas que son ideales para cultivar patatas, como hace mucho que descubrieron los campesinos de Idaho. A los geólogos
les gusta decir en broma que, en otros dos millones de años, Yellowstone
producirá patatas fritas para los McDonald's y, la gente de Billings, Montana,
andará entre géiseres.
La lluvia de cenizas de la última erupción de Yellowstone cubrió por completo o
en parte 19 estados del oeste (más zonas de Canadá y
de México), casi la totalidad de la parte de Estados Unidos situada al oeste
del Misisipí. Hay que tener en cuenta que esa zona es el granero del país, una región que produce
aproximadamente la mitad de los cereales del
mundo. Y conviene recordar que la ceniza no es como una gran nevada que se derretirá con la llegada de la
primavera. Si quisieses volver a cultivar, tendrías que
encontrar algún sitio donde poner toda la ceniza. Hicieron falta miles
de trabajadores durante ocho meses para retirar 1.800.000.000 de toneladas de
desechos de las 6 hectáreas del
emplazamiento del World Trade Center de Nueva York. Imagina
lo que llevaría limpiar Kansas.
Y eso sinconsiderar siquiera las consecuencias climáticas.
La última erupción de un supervolcán en la Tierra se
produjo en Toba, en el norte de Sumatra, hace
74.000 años. Nadie sabe exactamente lo grande que fue, pero
desde luego fue tremenda. Los testigos de hielo de Groenlandia muestran
que a la explosión de Toba siguieron como mínimo seis años de «invierno
volcánico» y Dios sabe cuántas estaciones de escaso crecimiento después de eso.
El acontecimiento se cree que pudo llevar a los seres
humanos hasta el borde de la extinción, reduciendo la población global a sólo
unos cuantos millares de individuos. Eso significaría que todos los seres
humanos modernos surgieron de una base de población muy pequeña, lo que
explicaría nuestra carencia de diversidad genética. En todo caso, hay ciertas
pruebas que sugieren que, durante los 20.000 años siguientes, el número total
de habitantes de la Tierra no llegó a ser nunca superior a unos cuantos miles.
No hace falta decir que es mucho tiempo para dedicarlo a recuperarse de una
sola erupción volcánica.
Todo esto fueron hipótesis interesantes hasta 1973, en que un extraño suceso lo
hizo súbitamente trascendental: el agua del lago de Yellowstone, en el centro
del parque, empezó a cubrir las orillas en el extremo sur, inundando un prado,
mientras que, en el extremo opuesto del lago el agua retrocedió de forma
misteriosa. Los geólogos efectuaron una rápida investigación y descubrieron que
una gran zona del
parque había experimentado un abultamiento amenazador.Ese abultamiento estaba
elevando un extremo y haciendo retirarse el agua del
otro, como
pasaría si alzases por un lado la piscina hinchable de un niño. Luego, en 1984,
toda la región central del parque se hundió 20
centímetros. Ahora parece que está elevándose de nuevo.
Los geólogos comprendieron que la única causa posible de esto
era una cámara de magma inestable. Yellowstone
no era el emplazamiento de un antiguo supervolcán: era
el emplazamiento de uno activo. Fue también, más o menos por
entonces, cuando consiguieron descubrir que en el ciclo de erupciones de Yellowstone se producía de promedio una gran explosión
cada 600.000 años. La última fue hace 630.000. Parece,
pues, que ya le toca.
-Puede que no lo parezca, pero estás sobre el volcán activo mayor del mundo6 -me dice Paul Doss,
geólogo del
Parque Nacional de Yellowstone, poco después de bajarse de una enorme
motocicleta HarleyDavidson y de que nos diéramos la mano cuando nos encontramos
en Mammoth Hot Springs una deliciosa mañana de junio, temprano. Doss, que es
natural de Iowa, es un hombre cordial, de voz suave y
extremadamente reflexivo, que no parece en absoluto un empleado de un Servicio
de Parques Nacionales. Tiene una barba canosa y lleva el pelo
recogido atrás en una larga coleta. Adorna una de sus orejas un pequeño arete de zafiro. Una leve barriga fuerza su
flamante uniforme del
Servicio de Parques. Parece más un músico de blues que
un funcionario del
estado. Es en realidad músico de blues (toca la armónica). Pero,de lo que no hay duda, es de que le entusiasma la
geología-. Y he conseguido el mejor sitio del mundo para practicarla –dice cuando nos
ponemos en marcha en un vehículo maltrecho y saltarín de tracción integral,
camino de Old Faithful.
Ha accedido a dejarme acompañarle durante un día
mientras se dedica a hacer lo que los geólogos del parque suelen hacer. La primera tarea de
hoy es dar una charla introductoria a una nueva tanda de guías turísticos.
Yellowstone, no hace falta decirlo, es de una
belleza sensacional, con montañas gordas y majestuosas, prados salpicados de
bisontes, riachuelos retozones, un lago azul cielo,
fauna y flora naturales en cantidades desmedidas.
-La verdad es que no hay nada mejor que esto si eres geólogo -dice Doss-.
Arriba en Beartooth Gap hay rocas de casi 3.000
millones de años (tres cuartas partes del
tiempo transcurrido desde el principio de la Tierra) y luego tienes aquí aguas
termales. -Señala las aguas calientes sulfurosas a las que se debe el nombre de
Mammoth-. Donde puedes ver cómo son las rocas cuando nacen.
Y en medio hay todo lo que puedas imaginar. No he estado en ningún sitio donde
la geología sea más evidente… ni más bella.
-sAsí que te gusta? -le digo.
Oh, no, me entusiasma -contesta con absoluta sinceridad-. Quiero
decir que me entusiasma esto. Los inviernos son duros y el sueldo no es
gran cosa, pero, en cuanto a bueno, la verdad es que… -Se interrumpió para
señalar un espacio vacío situado a lo lejos, en una cadena de montañas,hacia el oeste, que acababa de hacerse visible sobre una
elevación. Me explicó que las montañas se llamaban las Gallatins-. Ese
hueco tiene 100 kilómetros de anchura, puede que o. Durante mucho tiempo nadie
pudo entender por qué estaba ahí ese hueco, hasta que Bob Christiansen se dio
cuenta de que tenía que ser porque las montañas simplemente habían estallado.
Cuando te encuentras con 200 kilómetros de montañas
que han desaparecido del
mapa, sabes que estás tratando con algo muy potente. A Christiansen le llevó
seis años dar con la clave.
Le pregunté qué era lo que hacía que Yellowstone
estallase cuando estallaba.
No lo sé. Nadie lo sabe. Los
volcanes son cosas extrañas. No los entendemos en realidad. El Vesubio de Italia estuvo activo trescientos años hasta que tuvo
una erupción en 1944 y luego sencillamente se paró. Ha estado silencioso
desde entonces. Algunos vulcanólogos piensan que se está recargando a lo
grande, lo que es un poco preocupante porque alrededor
de él viven dos millones de personas. Pero nadie sabe.
Y si Yellowstone fuese a
estallar squé avisos tendríais?
Se encogió de hombros.
No había nadie por aquí la última vez que estalló, así que nadie sabe cuáles
son las señales de aviso. Lo más probable sería que hubiese enjambres de
terremotos y algún levantamiento superficial y, posiblemente, algunos cambios
en las pautas de conducta de los géiseres y de las chimeneas de vapor, pero la
verdad es que nadie lo sabe.
Así que spodría simplemente estallar sinaviso?
Asintió pensativo. El problema,
explicó, es que casi todas las cosas que constituían señales y avisos ya
estaban presentes en cierta medida en Yellowstone.
-Los terremotos son generalmente un precursor de las
erupciones volcánicas, pero en el parque hay ya montones de terremotos… el
último año tuvo 260. La mayoría de ellos son demasiado pequeños y no se
aprecian, pero son terremotos de todos modos.
También podría considerarse una clave, dijo, un cambio
en la pauta en las erupciones de los géiseres, aunque también éstas varían
impredeciblemente. El géiser más famoso del parque era en tiempos el
Excelsior. Solía entrar en erupción regular y espectacularmente llegando a
alturas de 200 metros, pero en 1888 se paró sin más ni
más. Luego, en 1985
volvió a entrar en erupción, aunque sólo llegó a una altura de z5 metros.
El géiser Steamboat es el más grande del mundo cuando estalla lanzando
agua 120 metros en el aire, pero los intervalos entre sus erupciones han
oscilado entre sólo cuatro días y casi cincuenta años.
-Aunque estallase hoy y luego volviese a hacerlo la semana que viene, eso no
nos diría absolutamente nada sobre lo que podría hacer la semana siguiente, la
otra o dentro de veinte años -dijo Doss-. El parque entero es tan imprevisible
que es imposible en realidad extraer conclusiones de casi nada de lo que pasa.
Evacuar Yellowstone no sería fácil. El parque recibe
unos tres millones de visitantes al año, la mayoría de ellos en los tres meses
de temporada alta delverano. En el recinto hay
relativamente pocas carreteras y no se quieren ensanchar, en parte para
aminorar el tráfico, en parte para preservar un
ambiente pintoresco, y en parte, debido a limitaciones topográficas. En el
periodo álgido del
verano puede ser fácil que lleve medio día cruzar el parque y varias horas
llegar a cualquier lugar situado dentro de él.
-La gente, siempre que ve animales, simplemente se para, esté donde esté -dice
Doss-. Tenemos atascos por osos. Tenemos
atascos por bisontes. Tenemos atascos por lobos.
En el otoño de 2000, representantes del
Servicio Nacional de Parques y del
Servicio Geológico de Estados Unidos, junto con algunos académicos, se
reunieron y crearon el llamado Observatorio Volcánico de Yellowstone (OVY).
Existían ya cuatro organismos de este tipo (en Hawai, California, Alaska y Washington),
pero, aunque parezca extraño, no había ninguno en la mayor zona volcánica del mundo. El OVY es en
realidad una idea más que una cosa, un acuerdo para
coordinar esfuerzos en el estudio y el análisis de una geología tan diversa como es la del
parque. Doss me dijo que una de sus primeras tareas fue elaborar un «plan de riesgos de terremotos y erupciones volcánicas»,
un plan de actuación en caso de una crisis.
-sNo hay ya uno? -pregunté yo.
No, en realidad, no. Pero pronto lo
habrá.
sNo llega con un poco de retraso?
Sonrió.
Bueno, digamos que no llega demasiado pronto.
La idea es que una vez que esté listo habrá tres personas (Christiansen
deParque Menlo, California, el profesor Robert B. Smith de la Universidad de
Utah y Doss del propio parque) que valorarán el grado de peligro de cualquier
cataclismo potencial y aconsejarán al superintendente del parque. El superintendente tomará la decisión de evacuar o no evacuar
el parque.
Para las zonas adyacentes, no hay ningún plan.
En cuanto cruzases las puertas de salida del parque tendrías que arreglártelas por tu
cuenta… no es mucha ayuda en caso de que Yellowstone
estallase de verdad a lo grande.
Por supuesto, ese día puede tardar decenas de miles de
años en llegar. Doss piensa que ese día puede no
llegar nunca.
-Que haya seguido una pauta en el pasado no significa que siga ateniéndose a ella -dice-. Hay algunas pruebas que indican que la pauta
puede ser una serie de explosiones catastróficas, seguidas de un largo periodo de quietud. Puede que
ahora estemos en él. Lo que se aprecia ahora es que la mayor parte de la
cámara de magma está cristalizando y enfriándose. Está
liberando los materiales volátiles; para una erupción explosiva necesitas tener
atrapados materiales volátiles.
Hay, por otra parte, abundantes peligros de otro género en Yellowstone y en su
entorno, como se hizo evidente de una foma devastadora la noche del 17 de
agosto de 1959, en un lugar llamado lago Hebgen, a la salida misma del parque. Ese día, cuando faltaban veinte minutos para la medianoche,
se produjo allí un terremoto catastrófico. Tuvo una magnitud de 7 , que no es una cosa demasiado enormepara un terremoto,
pero fue tan brusco y desgarrador que derrumbó toda la ladera de una montaña.
Era el punto culminante de la temporada de verano, pero afortunadamente por
entonces no iba tanta
gente a Yellowstone como
ahora. Se desprendieron de pronto de la montaña, a una velocidad de más de 160
kilómetros por hora, 80 millones de toneladas de rocas, que se precipitaron con
una fuerza y un empuje tales que el borde delantero de la avalancha ascendió 20
metros por la ladera de una montaña del otro lado del valle. Había
una parte de la zona de acampada de Rock Creek en su trayecto y se la llevó por
delante. Murieron veintiocho campistas, diecinueve de los cuales
quedaron tan enterrados que nunca llegaron a recuperarse los cadáveres. La
devastación que causó la avalancha fue tan rápida como caprichosa. Tres hermanos que dormían en una misma tienda resultaron ilesos.
Sus padres que dormían en otra tienda contigua fueron
arrastrados y no se halló rastro alguno de ellos.
-Algún día se producirá un gran terremoto… y me
refiero a uno grande de veras -me dijo Doss-. Hay que contar
con eso. Ésta es una gran zona de falla para terremotos.
A pesar del terremoto
de lago Hebgen y de otros peligros conocidos, Yellowstone
no tuvo sismógrafos permanentes hasta la década de los setenta.
Si quisieses apreciar la majestuosidad y la inexorabilidad de los procesos
geológicos, no podrías elegir un sitio más peligroso
que los Tetons, esa cordillera de suntuosos picachos que se alza justamente al
surdel Parque Nacional de Yellowstone. Hace nueve millones de
años los Tetons no existían. El terreno que rodea Jackson Hole no era más que una llanura
cubierta de hierba. Pero luego se abrió una falla de 64 kilómetros de longitud
dentro de la Tierra y, desde entonces, una vez cada novecientos años
aproximadamente, los Tetons experimentaron un terremoto grande de verdad, lo
suficiente para elevarlos otros dos metros más de altura. Han sido estos
tirones repetidos a lo largo de eones los que les han
alzado hasta sus majestuosas altitudes actuales de 2.000 metros.
Esos novecientos años son una media…, una media un
tanto engañosa. Según dicen Robert B. Smith y Lee J. Siegel en Windows into the
Earth [Ventanas hacia la Tierra], una historia geológica de la región, el
último terremoto importante de los Tetons se produjo hace entre cinco mil y
siete mil años. Así que puede que los Tetons sea la zona del planeta donde
antes toca un terremoto.
Las explosiones hidrotérmicas son también un peligro
significativo. Pueden producirse en cualquier momento y
prácticamente en cualquier sitio sin que sea posible predecirlas.
-Canalizamos a los visitantes hacia las cuencas térmicas, ssabes? -me dijo Doss después de que vimos la explosión de Old Faithful-. Es lo que vienen a ver. sSabías que
hay más géiseres y fuentes termales en Yellowstone que
en todo el resto del
mundo?
No, no lo sabía.
Hay 10.000, y nadie sabe cuándo se puede abrir una chimenea. Fuimos en el coche
hasta un sitio llamado DuckLake, una masa de agua de
un par de cientos de metros de anchura.
-Parece completamente inocuo -dijo Doss-. Es sólo una gran
laguna. Pero este gran agujero no estaba aquí
antes. En algún momento de los últimos quince mil años se
produjo aquí una explosión de muchísima envergadura. Debieron de ser
varias decenas de millones de toneladas de tierra, roca
y agua a temperaturas muy elevadas las que salieron despedidas a velocidades
supersónicas. Ya te puedes imaginar lo que pasaría si
sucediese eso debajo de los aparcamientos de Old Faithful o en uno de los
centros para visitantes. -Hizo un mohín descorazonado.
sHabría algún aviso?
Lo más probable es que no. La última explosión significativa que se produjo en
el parque fue en un sitio llamado Pork Chop Geyser en
1989. Dejó un cráter de unos cinco metros de ancho…,
no es una cosa enorme ni mucho menos, pero sí bastante grande si hubieses
estado allí en aquel momento. No andaba nadie por la zona, afortunadamente, así
que no hizo daño a nadie, pero aquello sucedió sin aviso. En el pasado muy
remoto ha habido explosiones que han hecho agujeros de
más de kilómetro y medio de anchura. Y nadie puede decirte
cuándo y dónde podría volver a pasar. Lo único que puedes hacer es tener
la esperanza de no estar allí cuando pase.
También son un peligro los grandes desprendimientos de
rocas. Hubo uno bastante grande en Gardiner
Canyon en 1999, pero
tampoco en ese caso afectó a nadie, afortunadamente.
Al final de la tarde Doss y yo paramos en un
sitiodonde había una roca que sobresalía por encima de una carretera del parque con bastante
tráfico. Las grietas eran claramente visibles.
Podría llegarse a caer en cualquier momento –dijo Doss
cavilosamente.
Lo dices en broma -dije yo.
No había un momento en que no pasasen dos coches por
debajo de ella, todos llenos de (literalmente) despreocupados campistas.
Bueno, no es probable -añadió-. Yo sólo estoy diciendo
que podría. Quizá podría también mantenerse así varias
décadas. No hay manera de saberlo seguro. La gente tiene que aceptar que
viniendo aquí se corren riesgos. Eso es todo lo que se puede
decir. Cuando volvíamos andando a su vehículo para dirigirnos a Mammoth
Springs, Doss añadió:
-Pero el asunto es que casi nunca pasa nada malo.
Las rocas no se caen.
No hay terremotos. No se abren de pronto nuevas chimeneas. Con tanta
inestabilidad casi siempre está todo notable y sorprendentemente tranquilo.
Es como
la propia Tierra -comenté.
Exactamente -coincidió.
Los peligros de Yellowstone afectan tanto a los empleados del parque como a los visitantes. Doss había tenido una
terrible impresión de eso mismo en su primera semana de trabajo, cinco años
antes. Una noche, ya tarde, tres jóvenes empleados de verano estaban dedicados
a una actividad ilícita consistente en nadar en las charcas de agua caliente o
simplemente flotar en ellas. Aunque el parque no lo
pregona por razones obvias, no todas las charcas de Yellowstone son tan
calientes como
para que resultenpeligrosas. En algunas resulta muy agradable meterse y
quedarse flotando en el agua, y algunos de los empleados de verano tenían la
costumbre de darse un chapuzón por la noche, aunque
las normas prohibiesen hacerlo. Esos tres habían cometido además la estupidez
de no llevar linterna, lo que era extremadamente peligroso porque gran parte del
terreno que rodea las charcas de agua caliente es inestable y frágil y es fácil
hundirse en él y escaldarse en chimeneas que puede haber debajo. El caso es que
cuando regresaban a los dormitorios llegaron a un
arroyo que habían tenido que saltar antes. Retrocedieron unos
pasos para coger carrerilla, se cogieron de la mano, contaron hasta tres,
corrieron y saltaron. En realidad, no era un
arroyo. Era una charca hirviente. Se
habían extraviado en la oscuridad. No sobrevivió ninguno de los tres.
Pensé en esto a la mañana siguiente mientras hacía una breve visita, de camino
ya hacia la salida del
parque, a un sitio llamado Emerald Pool, en la Upper Geyser
Basin. Doss no había tenido
tiempo de llevarme allí el día anterior, pero pensé que debía echarle un vistazo por lo menos, ya que Emerald Pool es un lugar
histórico.
En 1965 un equipo de biólogos formado por un matrimonio, Thomas y Louise Brock,
estaban en un viaje de estudio de verano y habían hecho una chifladura. Habían
recogido un poco de la capa superficial de un marrón
amarillento que había por los bordes de la charca y la habían examinado
buscando vida. Ante su profunda sorpresa, y más tarde la de todoel mundo,
estaba llena de microbios vivos. Habían encontrado los primeros extremófilos del
planeta, unos organismos que eran capaces de vivir en agua que hasta entonces
se había considerado demasiado caliente, ácida o repleta de azufre para
sustentar vida. Sorprendentemente, Emerald Pool reunía todas esas
características y, sin embargo, tenía como mínimo dos tipos de seres
vivos. Sulpholobus acidocaldarius y Thermophilus aquaticus, como pasarían a
llamarse, la encontraban agradable. Se había supuesto siempre que nada podía sobrevivir
por encima de temperaturas de 50°C, pero allí había organismos que estaban muy
tranquilos en aguas fétidas y ácidas de una temperatura de casi el doble.
Uno de los dos tipos de bacterias de los Brock, Thermophilus aquaticus,
permaneció durante casi veinte años como una curiosidad de laboratorio… hasta
que un científico de California, llamado Kary B. Mullis, se dio cuenta de que
contenía enzimas resistentes que podían utilizarse para crear un tipo de
brujería química conocida como una reacción de polimerización en cadena, que
permite a los científicos generar montones de ADN a partir de cantidades muy
pequeñas… tan pequeñas como una sola molécula en condiciones ideales. Es una
especie de fotocopiaje genético y se convirtió en la base de toda la ciencia
genética posterior, desde los estudios académicos a las tareas de policía
forense. Proporcionó a Mullis el premio Nobel de Química de
1993.
Y no sólo eso, sino que otros científicos estaban encontrandomicrobios aún más
resistentes, conocidos hoy como hipertermófilos, que viven a
temperaturas de 80°C o más. El organismo más cálido que se ha
encontrado hasta ahora, según indica Frances Ashcroft en Life at the Extremes
[Vida en condiciones extremas], es el Pyrolobus fumarii, que vive en las
paredes de las chimeneas oceánicas, donde las temperaturas pueden llegar a los
113°C. El límite máximo de la vida se cree que
está en unos 120°C, aunque nadie lo sabe en realidad. La cuestión es que los
halla zgos de los Brock cambiaron completamente nuestra percepción del
mundo vivo. Como
ha dicho un científico de la NASA, Jay Bergstralh:
«Donde quiera que vayamos en la Tierra (hasta en lo que parecían los medios más
hostiles para la vida), siempre que haya agua líquida y alguna fuente de
energía química, encontramos vida».
Resulta que la vida es infinitamente más lista y más
adaptable de lo que nadie había supuesto jamás. Eso es algo muy bueno,
ya que, como
estamos a punto de ver, vivimos en un mundo que no parece en modo alguno
querernos aquí.