Escritor argentino. Jorge Luis Borges procedía de una
familia de próceres que contribuyeron a la independencia del país. Su antepasado, el coronel Isidro Suárez, había guiado a sus tropas
a la victoria en la mítica batalla de Junín; su abuelo Francisco Borges también
había alcanzado el rango de coronel.
Pero fue su padre, Jorge Borges Haslam, quien rompiendo con la tradición
familiar se empleó como
profesor de psicología e inglés. Estaba casado con la delicada Leonor Acevedo
Suárez, y con ella y el resto de su familia abandonó
la casa de los abuelos donde había nacido Jorge Luis y se trasladó al barrio de
Palermo, a la calle Serrano 2135, donde creció
el aprendiz de escritor teniendo como
compañera de juegos a su hermana Norah.
En aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny
Haslam y, como
se refleja en tantos versos, los recuerdos de aquella dorada infancia lo
acompañarían durante toda su vida. Apenas con seis años confesó a sus padres su vocación de escritor, e inspirándose en un pasaje
del Quijote redactó su primera fábula cuando corría el año 1907: la tituló La
visera fatal. A los diez años comenzó ya a publicar, pero
esta vez no una composición propia, sino una brillante traducción al castellano
de El príncipe feliz de Oscar Wilde.
En el mismo año en que estalló la Primera Guerra Mundial, lafamilia Borges
recorrió los inminentes escenarios bélicos europeos, guiados esta vez no por un admirable coronel, sino por un ex profesor de psicología
e inglés.
Hacia 1918 lee asimismo a autores en lengua española como José Hernández,
Leopoldo Lugones y Evaristo Carriego y al año siguiente la familia pasa a
residir en España, primero en Barcelona y luego en Mallorca, donde al parecer
compuso unos versos, nunca publicados, en los que se exaltaba la revolución
soviética y que tituló Salmos rojos.
En Madrid trabará amistad con un notable políglota y traductor español, Rafael
Cansinos-Assens, a quien extrañamente, a pesar de la enorme diferencia de
estilos, proclamó como su maestro. Conoció también a Valle Inclán, a Juan Ramón
Jiménez, a Ortega y Gasset, a Ramón Gómez de la Serna, a Gerardo Diego Por
su influencia, y gracias a sus traducciones, fueron descubiertos en España los
poetas expresionistas alemanes, aunque había llegado ya el momento de regresar
a la patria convertido, irreversiblemente, en un
escritor.
De regreso en Buenos Aires, fundó en 1921 con otros jóvenes la revista Prismas
y, más tarde, la revista Proa; firmó el primer manifiesto ultraísta argentino,
y, tras un segundo viaje a Europa, entregó a la imprenta su primer libro de
versos: Fervor de Buenos Aires (1923). Seguirán entonces numerosas
publicaciones, algunos felices libros de poemas, como Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San
Martín (1929), y otros de ensayos, como
Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza y El idioma de losargentinos, que
desde entonces se negaría a reeditar.
Así, en 1940, el mismo año que asiste como testigo a la boda de Silvina Ocampo
y Bioy Casares, publica con ellos una espléndida Antología de la literatura
fantástica, y al año siguiente una Antología poética argentina.
En 1942, Borges y Bioy se esconden bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq y
entregan a la imprenta unos graciosos cuentos policiales que titulan Seis problemas
para don Isidro Parodi. Sin embargo, su creación
narrativa no obtiene por el momento el éxito deseado, e incluso fracasa al
presentarse al Premio Nacional de Literatura con sus cuentos recogidos en el
volumen El jardín de los senderos que se bifurcan, los cuales se incorporarán
luego a uno de sus más célebres libros, Ficciones, aparecido en 1944.
En 1945 se instaura el peronismo en Argentina, y su madre Leonor y su hermana
Norah son detenidas por hacer declaraciones contra el nuevo régimen: habrán de acarrear,
como escribió muchos años después Borges, una 'prisión valerosa, cuando
tantos hombres callábamos', pero lo cierto es que, a causa de haber
firmado manifiestos antiperonistas, el gobierno lo apartó al año siguiente de
su puesto de bibliotecario y lo nombró inspector de aves y conejos en los
mercados, cruel humorada e indeseable honor al que el poeta ciego hubo de
renunciar, para pasar, desde entonces, a ganarse la vida como conferenciante.
La policía se mostró asimismo suspicaz cuando la Sociedad Argentina de
Escritores lo nombró en 1950 su presidente, habida cuentade que este organismo se había hecho notorio por su oposición al
nuevo régimen. Ello no obsta para que sea precisamente en esta época de
tribulaciones cuando publique su libro más difundido y original, El Aleph
(1949), ni para que siga trabajando incansablemente en nuevas antologías de
cuentos y nuevos volúmenes de ensayos antes de la caída del peronismo en 1955.
En esta diversa tesitura política, el recién constituido gobierno lo designará,
a tenor del gran
prestigio literario que ha venido alcanzando, director de la Biblioteca
Nacional e ingresará asimismo en la Academia Argentina de las Letras. Enseguida
los reconocimientos públicos se suceden: Doctor Honoris Causa por la
Universidad de Cuyo, Premio Nacional de Literatura, Premio Internacional de
Literatura Formentor, que comparte con Samuel Beckett, Comendador de las Artes
y de las Letras en Francia, Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes de
Argentina, Premio Interamericano Ciudad de Sèo Paulo
Inesperadamente, en 1967 contrae matrimonio con una antigua amiga de su
juventud, Elsa Astete Millán, boda de todos modos menos tardía y sorprendente
que la que formalizaría pocos años antes de su muerte, ya octogenario, con
María Kodama, su secretaria, compañera y lazarillo, una mujer mucho más joven
que él, de origen japonés y a la que nombraría su heredera universal. Pero la relación con Elsa fue no sólo breve, sino desdichada, y en
1970 se separaron para que Borges volviera de nuevo a quedar bajo la abnegada
protección de su madre.
Losúltimos reveses políticos le sobrevinieron con el renovado triunfo electoral
del peronismo en Argentina
en 1974, dado que sus inveterados enemigos no tuvieron empacho en desposeerlo
de su cargo en la Biblioteca Nacional ni en excluirlo de la vida cultural
porteña.
Dos años después, ya fuera como consecuencia de su resentimiento o por culpa de
una honesta alucinación, Borges, cuya autorizada voz resonaba
internacionalmente, saludó con alegría el derrocamiento del partido de Perón
por la Junta Militar Argentina, aunque muy probablemente se arrepintió
enseguida cuando la implacable represión de Videla comenzó a cobrarse numerosas
víctimas y empezaron a proliferar los 'desaparecidos' entre los
escritores. El propio Borges, en compañía de Ernesto Sábato y otros literatos,
se entrevistó ese mismo año de 1976 con el dictador para interesarse por el
paradero de sus colegas 'desaparecidos'.
De todos modos, el mal ya estaba hecho, porque su actitud inicial le había
granjeado las más firmes enemistades en Europa, hasta el punto de que un
académico sueco, Artur Ludkvist, manifestó públicamente que jamás recaería el
Premio Nobel de Literatura sobre Borges por razones políticas. Ahora bien, pese
a que los académicos se mantuvieron recalcitrantemente tercos durante la última década de vida del
escritor, se alzaron voces, cada vez más numerosas, denunciando que esa actitud
desvirtuaba el espíritu del
más preciado premio literario.
Para todos estaba claro que nadie con más
justicia que Borges lo merecía y que era laAcademia Sueca quien se
desacreditaba con su postura. La concesión del Premio
Cervantes en 1979 compensó en parte este agravio. En cualquier caso, durante sus últimos días Borges recorrió el mundo siendo
aclamado por fin como lo que siempre fue: algo
tan sencillo e insólito como
un 'maestro'.
Borges es sin duda el escritor argentino con mayor proyección universal. Se
hace prácticamente imposible pensar la literatura del siglo XX sin su presencia, y así lo han
reconocido no sólo la crítica especializada sino además las diversas
generaciones de escritores, que vuelven con insistencia sobre sus páginas como si éstas fueran canteras inextinguibles del arte de escribir.
Borges fue el creador de una cosmovisión muy singular, sostenida sobre un original modo de entender conceptos como los de tiempo, espacio, destino o
realidad. Sus narraciones y ensayos se nutren de complejas simbologías y de una
poderosa erudición, producto de su frecuentación de las diversas literaturas
europeas, en especial la anglosajona -William Shakespeare, Thomas De Quincey,
Rudyard Kipling o Joseph Conrad son referencias permanentes en su obra-, además
de su conocimiento de la Biblia, la Cábala judía, las primigenias literaturas
europeas, la literatura clásica y la filosofía. Su riguroso
formalismo, que se constata en la ordenada y precisa construcción de sus
ficciones, le permitió combinar esa gran variedad de elementos sin que ninguno
de ellos desentonara.
El primer libro de poemas de Borges fue Fervor de Buenos
Aires (1923), en elque ensayó una visión personal de su ciudad, de evidente
cuño vanguardista. En 1925 dio a conocer Luna de enfrente y, tres años
más tarde, Cuaderno San Martín, poemarios en los que aparece con insistencia su
mirada sobre las 'orillas' urbanas, esos bordes geográficos de Buenos
Aires en los que años más tarde ubicará la acción de muchos de sus relatos.
Puede decirse que en estos primeros libros Borges funda con su escritura una Buenos Aires mítica,
dándole espesor literario a calles y barrios, portales
y patios.
En 1930 publicó. Evaristo Carriego, un
título esencial en la producción borgeana. En este
ensayo, al tiempo que traza una biografía del
poeta popular que da título al libro, se detiene en la invención y narración de
diferentes mitologías porteñas, como en la
poética descripción del barrio de Palermo.
Hacia 1932 da a conocer Discusión, libro que reúne una serie
de ensayos en los que se pone de manifiesto no sólo la agudeza crítica de
Borges sino además su capacidad en el arte de conmover los conceptos
tradicionales de la filosofía y la literatura. Además de las páginas
dedicadas al análisis de la poesía gauchesca, este volumen integra capítulos
que han servido como venero de asuntos de reflexión para los escritores
argentinos, tales como 'El escritor argentino y la tradición',
'El arte narrativo y la magia' o 'La supersticiosa ética del
lector'.
Historia de la eternidad (1936) y, sobre todo, Ficciones (1944) acabaron de
consolidar a Borges como
uno de los escritores más singulares delmomento en lengua castellana. En las
páginas de este último libro se despliega toda su maestría imaginativa,
plasmada en cuentos como 'La biblioteca de Babel', 'El jardín de
los senderos que se bifurcan' o 'La lotería de Babilonia'.
También pertenece a este volumen 'Pierre Menard,
autor del Quijote', relato o ensayo -en Borges esos géneros suelen
confundirse deliberadamente- en el que reformula con genial audacia el concepto
tradicional de influencia literaria.
También de 1944 es Artificios, que incluye su célebre cuento 'La muerte y
la brújula', en el que la trama policial se conjuga con sutiles
apreciaciones derivadas del saber cabalístico, al que Borges dedicó devota
atención. El Aleph (1949), volumen de diecisiete cuentos, vuelve a demostrar su
maestría estilística y su ajustada imaginación, que combina elementos de la
tradición filosófica y de la literatura fantástica. Además del cuento que da
título al libro, se incluyen otros como 'Emma Zunz', 'Deutsches
Requiem', 'El Zahir' y 'La escritura del Dios'.
La obra de Borges se reparte también en un buen número
de volúmenes escritos en colaboración, tanto dedicados a la ficción como al ensayo. Engrosan
el caudal de sus escritos una gran cantidad de notas de crítica bibliográfica y
comentarios de literatura, aparecidos en diferentes publicaciones periódicas argentinas
y extranjeras, además de conferencias y entrevistas en las que desplegó con
inteligencia y mordacidad sus puntos de vista. Se trata de
una parte de su obra que, casi a la misma alturaque sus libros considerados
mayores, ha sido objeto recurrente de comentario y estudio por parte de la
crítica y de numerosas recopilaciones.