El periodo contemporaneo –que podemos
fechar, por un lado, a partir de los cambios económicos y
políticos acaecidos en Occidente a principios de la década de
1980; y por otro lado a partir del hundimiento del bloque soviético una
década mas tarde– continúa experimentando profundos
cambios estructurales en la economía mundial y en los asuntos
internacionales.Precisamente cuales han sido esos cambios y cuales
seran sus resultados probables sigue siendo materia de discusión.
Los intentos de leerlos a través del prisma de los acontecimientos
actuales son intrínsecamente falibles. Un
abordaje mas coyuntural, que se limite al panorama político desde
2000, implica menos peligros; aun así, las simplificaciones y los atajos
son practicamente inevitables. Desde luego, las anotaciones que
presentamos mas abajo no escapan a ese destino.
Apuntes, antes que tesis, que se presentan para ser
modificadas o tachadas.
I. La casa de la armonía
Desde los attentats de 2001, Oriente Próximo ha ocupado el
proscenio político mundial: bombardeo aéreo de Afganistan,
expansión a través de Cisjordania, ocupación de Iraq, acordonamiento de Iran, nueva
invasión del Líbano, intervención
en Somalia.
La ofensiva estadounidense en la región ha dominado los titulares y ha
polarizado a la opinión pública doméstica e internacional.
Ha surgido una copiosa literatura acerca de sus consecuencias para la
trayectoria de vuelo de la potencia estadounidense y la dirección de la
historia mundial desde finales de la Guerra Fría. En
elpropio establishment estadounidense, los temores de una debacle en Iraq peor que la que se produjo en Vietnam no son
una excepción. Sin embargo, la analogía
debería servir de advertencia. La humillante derrota militar en Indochina no condujo a un
debilitamiento de la posición global de Estados Unidos. Por el
contrario, se vio acompañada por un
desplazamiento tectónico a su favor, a medida que China se
convirtió en un aliado de facto, mientras que la URSS se hundió
en un declive terminal. Poco mas de una década después de
que el embajador estadounidense huyera de Saigón, el presidente
estadounidense aterrizaba como vencedor en Moscú. Hoy
en Vietnam las
compañías estadounidenses son tan bienvenidas como las misiones
del Pentagono. Las analogías históricas
nunca pueden servir sino de sugerencia, y con frecuencia son engañosas.
Pero cambios de tal envergadura sirven de recordatorio
del contraste
que puede existir entre las profundidades y la superficie en el mar de los
acontecimientos.
1
Siete u ocho años son un periodo corto para
tirar una plomada. No obstante, si lo intentamos, ¿cómo se
presentan los principales desarrollos? Se mire como se mire, el mas
importante debe ser con mucho el surgimiento de China como el nuevo taller del
mundo: no sólo la rapida expansión de una enorme
economía nacional, sino la modificación estructural del mercado
mundial, con un impacto global mas próximo a la Inglaterra
victoriana que a los escenarios mas pueblerinos de Estados Unidos
durante la Edad de oro (1870-1900) –e incluso del de después de la
Segunda GuerraMundial. Del altísimo crecimiento de China se desprenden tres
consecuencias. En el plano interno, ha creado, en medio de un
crecimiento espectacular de las desigualdades, una sólida clase media
apegada al statu quo, y una convicción ideológica general,
que se extiende mucho mas alla de la clase media, de los
beneficios de la empresa privada. En el plano internacional, ha encerrado a la
RPCh en un íntimo abrazo con Estados Unidos, de resultas de un grado de
interdependencia económica que supera el de Japón. En el plano
global, ha contribuido en los últimos cuatro años a sostener
–o a desatar– tasas de crecimiento mundial que no se
conocían desde la década de 1960.
2
¿Y qué sucede con Japón, que sigue siendo la segunda
economía capitalista mas grande? Después de una
década de deflación y estancamiento, finalmente ha recobrado un cierto impulso –en gran medida respaldado por la
demanda china– contabilizando una tasa de crecimiento muy superior a la
europea en la mayor parte del
último periodo. Políticamente, su partido gobernante ha tratado
de remodelarse como
una fuerza neoconservadora mas coherente. A una dirección
mas abiertamente derechista en el plano doméstico le ha
correspondido en el plano internacional un desplazamiento agresivo encaminado a
una política exterior mas dura, en consonancia con Washington,
enviando tropas a Iraq, aumentando la presión sobre Corea del Norte, y
preparandose para deshacerse de las clausulas de paz que figuran
en su constitución. Refrenada en la actualidad por una pérdida de
apoyo electoral,esta línea no se ha encontrado
con una alternativa coherente de una oposición que en gran medida
procede de la misma matriz.
3
El principal progreso europeo, que ha eclipsado todos los demas
procesos, ha sido la ampliación de la UE al este.
La integración provechosa de la zona del Pacto de Varsovia en la Unión es
ahora casi completa, lo cual representa un logro impresionante del capital europeo. La
privatización de las antiguas economías
comunistas ha sido llevada a cabo por Bruselas manteniendo ademas una
estrecha vigilancia sobre los gobiernos locales para que continúen
alineados con las normas de Europa occidental. Por otra parte, desde el punto
de vista político, hasta ahora la expansión de la Unión no
la ha fortalecido, sino que la ha debilitado, tal como han puesto de manifiesto la capacidad estadounidense
de movilizar apoyos para la guerra en Iraq,
incluyendo miembros tanto nuevos como antiguos,
así como
las posteriores divisiones derivadas de ello. La UE es ahora una vasta
area de libre comercio, salpicada de gobiernos que representan un espectro algo mas amplio que el de Estados Unidos
o Japón, pero sin demasiada voluntad común o una dirección
interna coherente. Sus tres principales Estados continentales se han dejado
llevar perezosamente en una dirección neoliberal –la Agenda 2010
de Schroeder en Alemania, las reformas de Raffarin y sus secuelas con Sarkozy
en Francia, los paquetes de Prodi en Italia– sin llegar a equipararse sin
embargo con el Nuevo Laborismo en Gran Bretaña.
4
Rusia se ha visto estabilizadapor un régimen
neoautoritario, financiado por el ascenso repentino del precio de las materias primas. Menos
dependiente de Occidente que el gobierno de Yeltsin, el sistema de Putin tiene un mayor margen de libertad de acción
diplomatica, y menos necesidad de simular exquisiteces
democraticas. Disfruta de una prensa menos entusiasta en Occidente, y
representa un socio mas mordaz para Estados
Unidos y la UE. Sin embargo, aunque intenta restaurar la influencia rusa en los
países de su entorno, el nuevo régimen se ha preocupado hasta el
momento de no contrariar la voluntad de Estados Unidos en ningún asunto
internacional de importancia, y ofrece una base mucho mejor para el desarrollo
capitalista que la que podía ofrecer Yeltsin, puesto que no sólo
ha aniquilado toda huella de disensión política seria, sino que
ha conseguido altos niveles de apoyo social, asegurados por la recuperación
económica. En el plano interno, Putin lleva un
cierto tiempo disfrutando de la que es con mucho la mayor cuota de popularidad
de un líder de uno de los principales Estados del mundo. Habida cuenta del desplome demografico del país y de la
miseria permanente de buena parte de su población, se trata de un logro
impresionante.
5
La economía india presenta un
crecimiento constante, aunque no puede equipararse con el de China. La
combinación de capas mucho mas vastas de una pobreza que sigue
intacta y las opciones electorales populares han
dificultado por ahora todo giro precipitado hacia el neoliberalismo. Pero ahora
existe una considerable clasemedia india que ha interiorizado la cultura del consumo y de la celebridad con mayor ansia aún
que su homóloga china, y que marca la dirección basica de
las políticas tanto del BJP [Partido
Popular Indio] como del Partido del Congreso. Maniatada
aún en el plano interno por el peso de los bloques electorales de las
clases mas bajas, sus aspiraciones han cobrado expresión con el
abandono de la neutralidad de la política exterior india en favor de un
creciente acercamiento ideológico, militar y diplomatico a
Estados Unidos. La resistencia
a esta dinamica en el Parlamento esta en condiciones de
retrasarla, pero es poco probable que consiga desviarla.
6
En Brasil, la primera presidencia de la historia del país que recae en
un partido obrero, mantenida a flote como el régimen ruso por el
repentino ascenso del precio de las materias primas, ha consolidado su base
popular con una mayor creación de empleo y con medidas de
redistribución de la renta a favor de los pobres, mientras que por lo
demas ha continuado con muy escasas modificaciones las políticas
neoliberales de su predecesor, adoptadas a instancias del FMI. Las cotas tradicionales
de corrupción han continuado, sin afectar a sus
resultados electorales. Desde el punto de vista internacional, la iniciativa
mas visible en política exterior ha sido el relevo a la
intervención franco-estadounidense en Haití, con la esperanza de
verse recompensado con un puesto en el Consejo de seguridad de la ONU, junto
con Japón, Alemania e India, que, de producirse, no sería
mas que unapropina que se hacía esperar. En el plano regional, ha
concedido menor prioridad a la profundización de la integración
comercial en América Latina que a la modificación en su beneficio
de las normas de la OMC.
7
¿Y qué sucede con Estados Unidos? La Administración
republicana elegida en 2000 ha impulsado sin trabas varias rebajas fiscales
sucesivas que acentúan mas aún la redistribución
regresiva de la riqueza y de la renta que vive el país desde Reagan. Se
ha modificado la ley de quiebras a favor de los acreedores, mientras que se han diluido los sistemas de regulación. El Tribunal
Supremo ha ampliado con un miembro adicional su
mayoría conservadora. Por lo demas, aunque su
retórica ha sido de derecha radical, el registro doméstico
–en seguridad social, sanidad, educación, sistemas bancarios y
medio ambiente– ha sido mediocre. El crecimiento económico
y la creación de empleo han permanecido en
buena medida en los niveles precedentes. No se han llevado a cabo cambios
estructurales comparables a la abolición de la Ley Glass-Steagal sobre
el funcionamiento del sistema financiero y de los planes de protección
social por obra de Clinton, ni estan previstos. A lo sumo, habría
que incluir Medicare y la Ley Sarbanes-Oxley sobre la reforma de la
contabilidad pública de las empresas y de protección de los
inversores en el otro plato de la balanza. Las
libertades civiles se han visto mermadas por la Patriot Act,pero conforme a un acuerdo entre los dos grandes partidos y
en menor escala que en la época de Wilson. El sistema decontroles y
equilibrios institucionales, así como el pragmatismo electoral, han
limitado lo que la Casa Blanca puede hacer en el interior, en un paisaje en el
que los bloques electorales definidos por agendas de «valores»
permanecen divididos a partes iguales. Durante el mandato de Bush no se ha
producido un viraje adicional a la derecha en el centro de gravedad de la
política estadounidense, paralizado tras la derrota republicana en las
elecciones para el Congreso de 2006. Conforme al patrón habitual de las
presidencias estadounidenses desde 1945, el activismo de la
Administración se ha concentrado, como
forma de compensación, en el extranjero, donde su actuación en
Oriente Próximo ha provocado un escandalo internacional, dando
lugar a representaciones opuestas y ahora habituales acerca del
surgimiento inocultable de un imperio estadounidense o del
apresurado declive del
mismo.
8
Juntos, China, Japón, la UE, Rusia, India, Brasil y Estados Unidos
representan bastante mas de la mitad de la población mundial, y
el 80 por 100 del PIB global. Si los dos objetivos conjuntos de la
política exterior estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial han consistido en extender el capitalismo hasta el
último rincón del mundo y
mantener la primacía estadounidense dentro del
sistema de Estados internacional –donde lo segundo se considera la
condición de lo primero–, ¿cual puede ser el balance
de los primeros años del
siglo XXI? Abrumadoramente positivo, en lo que atañe a la
extensión y profundización del control por parte del capital. Losmercados financieros han avanzado a expensas de formas mas viejas de
relación social y económica global. Con independencia de los
partidos en el poder –comunista, liberal-democratico, gaullista,
del Nuevo Laborismo, Rusia Unida, del Congreso, de los trabajadores o
republicano– se ha desplegado el mismo haz basico de derechos de
propiedad y políticas favorables a la misma, con distintas velocidades y
alcanzando distintos estadios, pero sin movimientos de importancia en
dirección opuesta. Antes bien, en un periodo en
el que el comercio mundial continúa encabezando el crecimiento mundial,
ha habido un aumento constante del
entrelazamiento de todas las principales economías capitalistas en una
dependencia mutua.
9
¿Cual es el balance de situación desde el punto de vista
político? Esencialmente, lo que vemos es el surgimiento, que
todavía se encuentra en sus etapas iniciales, de un
equivalente moderno del Concierto de las potencias después de la
Revolución francesa y de las Guerras napoleónicas. Esto es:
grados crecientes de coordinación formal e informal para mantener la
estabilidad del orden
establecido, acompañados de la tradicional competición para
colocarse en posiciones de ventaja dentro de los parametros del mismo, acerca de los
cuales no existe ningún desacuerdo radical. Las decisiones del
Consejo de Seguridad son uno de los principales teatros de este proceso, que se
manifiesta en la actualidad con las resoluciones colectivas sobre Iran.
Sin embargo, hay una diferencia considerable entre el Concierto de las
potenciasdespués del
Congreso de Viena y su homólogo desde la visita de Nixon a China y el
Congreso de París. En este caso una
única potencia dominante, que ocupa una posición distinta de la
de todas las demas, mantiene unido el sistema. En la época de
Metternich y Castlereagh no existía una potencia hegemónica
comparable a Estados Unidos. En la medida en que sigue
detentando la primacía en la economía y los mercados financieros,
y contando con la moneda de reserva, las fuerzas armadas, las bases globales,
la industria cultural y el lenguaje internacional mas poderosos del
planeta, Estados Unidos agrupa activos que ningún otro Estado puede
aspirar a equiparar. Las demas potencias aceptan su posición
asimétrica respecto a él, y se preocupan
de no contrariarle en cualquier asunto al que éste concede una
importancia estratégica. Por regla general, los conflictos permanecen
confinados a cuestiones comerciales de bajo nivel –Airbus, Doha y
otros–, mientras que pueden producirse distanciamientos porque lo que se
juega es poco importante; o en zonas intermedias en las que se superponen las
ambiciones geopolíticas: Caúcaso, el Baltico,
Turquestan. Las demas grandes potencias hacen bastante poco para
contrapesar a Estados Unidos, como manda la tradición, tanto por el
grado de interdependencia que une sus intereses a la economía
estadounidense –algo impensable a principios del siglo XIX– como
por el interés común en el papel de policía de Estados
Unidos en las partes menos estables del mundo, razón por la cual suelen
respaldar alegrementesus costosas y a veces arriesgadas misiones. De esta
suerte, aunque el peso relativo de Estados Unidos en la economía global
esta disminuyendo manifiestamente, ante el rapido ascenso de
centros de poder capitalista alternativos, la influencia política de
Estados Unidos en un universo de beneficios y privilegios que hoy se presenta
densamente interconectado, y la totalidad de cuyos miembros se consideran como
socios de la «comunidad internacional », sigue siendo
inconmensurable respecto al de cualquier otro Estado.
10
Esta configuración no produce un sistema libre
de fricciones o desgastes. Rusia y China no quieren que Estados Unidos se
afiance demasiado profundamente en Asia Central, o que arrincone a Iran de forma demasiado agresiva. India sigue en guardia contra el patrocinio estadounidense en
Pakistan. La UE acaricia la idea de una fuerza propia de
despliegue rapido. La primacía estadounidense impone una serie
de faux frais [gastos imprevistos] a sus socios que es poco probable
que disminuyan. Sin embargo, precisamente porque no hay una coincidencia
automatica entre los intereses particulares de Estados Unidos y los
intereses generales del sistema, se hace necesario un
Concierto de potencias conscientemente administrado para el ajuste de las
tensiones entre las mismas. El ajuste nunca sera perfecto, y los
mecanismos para conseguirlo todavía han de ser
plenamente formalizados: la presión y la contrapresión se
entreveran en un proceso de negociación que es desigual pero no
insustancial. Sin embargo, hasta la fecha laslagunas y las aristas
difíciles del sistema no han supuesto una amenaza seria para la
legitimidad emergente de la «comunidad internacional» en tanto que
sinfonía del orden capitalista global, aun bajo la batuta de un director
de alguna manera erratico. En este Concierto,
cabe esperar que las relaciones interestatales permanezcan por debajo del umbral del
antagonismo, tal como queda definido en la
teoría clasica de las contradicciones, habida cuenta del entrelazamiento
universal de los mercados financieros y de materias primas en una época
posnuclear. Esto no significa que las principales potencias sean
igualmente capitalistas. El déficit –económico y
político– de China y Rusia respecto a las normas
occidentales supone una arena residual en el funcionamiento sin fricciones del sistema. La apuesta
de Occidente es que, una vez llegado el momento en que alcancen de nuevo su
apogeo como
potencias mundiales, habran evolucionado hasta alcanzar las mismas
formas que él mismo. Entonces podra aceptarse
elegantemente hasta la superioridad de poder –lo que resulta bastante
previsible en el caso de China–, pues la similaridad de su ser
esta garantizada. Los teóricos mas lúcidos del imperialismo estadounidense
son plenamente conscientes del
hecho de que la primacía estadounidense y una civilización
liberal mundial no son lógicamente interdependientes. Contemplan,
tranquila y explícitamente, la desaparición de la primera tan
pronto como
haya cumplido su misión de asegurar la segunda, lo cual puede producirse
dentro de una generación,tal vez, conforme a
una de las estimaciones mas desapasionadas.
11
En tales condiciones, el dinamismo global de la Administración
republicana ha sido sustancialmente coherente con el de sus predecesores. Lo
mas significativo ha sido la idea central de sus políticas hacia
sus dos mayores antagonistas durante la Guerra Fría, China y Rusia, que
han sido introducidas sin el menor reparo en el Concierto de las potencias:
preparadas o ayudadas –a menudo por funcionarios formados en Estados
Unidos– para poner en marcha el desarrollo de las economías de
mercado, respetadas allí donde se muestran mas susceptibles
(Taiwan, Chechenia) e integradas en las celebraciones del espectaculo
global (cumbre de San Petersburgo, Olimpiadas de Pekín, etc.). Las
cuestiones controvertidas –la instalación de misiles demasiado
cerca de Moscú, acoso verbal sobre China
con motivo del
yuan– persisten, pero por ahora estan bajo control. En el mismo
periodo, los lazos con Japón nunca habían sido tan estrechos. Se
ha forjado una nueva alianza con India,
y ha habido pocas fricciones con Brasil, salvo algunas riñas sobre
cuestiones comerciales, sin mayores consecuencias en el plano de la alta
política. En Europa, la opinión pública, mas
inclinada a fijarse en el estilo antes que en la sustancia, ha causado
irritación el franco rechazo del
protocolo de Kioto o del Tribunal Penal
Internacional, frente a su discreto entierro bajo Clinton. Sin embargo, en las cuestiones
sustanciales, la Administración estadounidense ha registrado grandes
ganancias, no sólopropulsando la ampliación de la UE al ritmo de la
expansión de la OTAN, sino consiguiendo la admisión de
Turquía en Europa como el principal objetivo venidero de Bruselas. En Europa, al igual que en Japón,
China, India, Rusia y
Brasil, la estrategia estadounidense ha sido, no retórica, sino
estructuralmente coherente desde finales de la Guerra Fría.
II. La casa de la guerra
Éste es el trasfondo sobre el que destaca el teatro militar de Oriente
Próximo. Aquí, y sólo aquí, la
Administración republicana parece haber roto con las tradiciones de la
practica global de Estados Unidos desde finales de la Guerra
Fría, por no decir de la Segunda Guerra Mundial, no sólo en los
modos sino en la dura sustancia. A este respecto, la
guerra de Iraq
es considerada por regla general en la UE no sólo gratuita, sino enormemente
peligrosa para Occidente, con consecuencias que los europeos podrían
padecer tanto o mas que los estadounidenses. Practicamente todos
los comentaristas en Europa, por no hablar de buena parte de los
estadounidenses, consideran hoy esa guerra como una aberración completamente
irracional, el producto de determinados intereses particulares
(compañías petrolíferas o corporaciones en general) o de
fanaticos ideológicos de mente estrecha (la camarilla
neoconservadora) en Washington.
Sin embargo, si la Administración republicana ha combinado medios y
fines mas o menos racionalmente en las demas partes del mundo, la
explicación de un desajuste debe comenzar, como es lógico, por
Oriente Próximo, y no por Estados Unidos. Lapregunta esencial que hay
que hacerse es: ¿cuales son las características especiales
de esta zona que han generado políticas
anómalas hacia ella?
1
Sencillamente, las grandes reservas petrolíferas de la zona la han convertido desde hace mucho tiempo en una de las
principales areas de preocupación estratégica para Estados
Unidos. Sin embargo, Estados Unidos no estaba bajo la amenaza de quedarse sin
suministros petrolíferos cuando invadió Iraq, y nunca
lo ha estado. Los Estados clientes controlan toda la península
arabiga, rica en petróleo, e incluso la compra directa de los
campos iraqíes –que desde luego era uno de los supuestos de la
invasión– tan sólo hubiera supuesto, en el mejor de los
casos, un ligero aumento de su posición energética(1).En
2002, en lo que respecta a su papel en la OPEP, el régimen del
Ba’ath no representaba una espina mas dolorosa para Washington que
Iran o Venezuela, antes bien, lo era mucho menos. Sin embargo, su
tentativa previa de apoderarse de Kuwait
provocó una auténtica alarma, puesto que de haberlo conseguido se
habría convertido en un productor
petrolífero mayor incluso que Arabia Saudí, así como en un poder militar
mas sólido. Por consiguiente, desde el periodo de Clinton en
adelante, la política estadounidense –con el apoyo europeo–
consistió en destruir a Sadam, mediante el bloqueo, los bombardeos, un
golpe de Estado o el asesinato. La constante falta de éxito en el
cometido, que implicaba inevitablemente la toma en consideración de
medidas mas fuertes, fue otro de los factores
que estandetras de la invasión. La sensación
generalizada en el establishmentestadounidense, en todos los niveles, era
que Iraq era un asunto sin terminar, y su régimen una afrenta que
ninguna Administración podía permitirse aceptar, y por ello los
sucesivos gobiernos estadounidenses derrocar por distintos medios a Sadam
Hussein.
2
De esta suerte, un ataque por tierra no surgió
de la nada. Fue un crescendo de actos de
guerra que se precipitaron sobre Iraq de manera mas o menos
ininterrumpida desde 1991. En este sentido no fue una
«ruptura, tal como los historiadores
suelen entender la expresión, sino mas bien una
«escalada» de hostilidades que, desde el punto de vista de las
normas del
derecho internacional, ha sido constante durante una década. La tesis del abandono repentino de las
normas anteriores sólo podía ser defendida minimizando los grados
de violencia infligidos a Iraq
y a su población durante los años de Clinton y de Bush padre en
el poder. Las bajas desde la invasión han sido
mayores de cuanto lo fueron antes de 2003, pero son del mismo tipo: cientos de miles de muertos.
La impunidad en la primera fase –lo que en términos militares
clasicos se denomina Ermattungsstrategie– estaba asegurada
por la eliminación de todo contrapeso soviético en la
región (2)2.
La impunidad en la segunda fase –con el cambio de marcha hacia
unaNiederwerfungsstrategie– podía apoyarse, según
creían, en una «revolución en los asuntos militares»,
esto es, en la llegada de la guerra electrónica y de los objetivos de
precisión. El ataque aereosin esfuerzo de Clinton en Yugoslavia
y el descenso sin costes de Rumsfeld en Afganistan reforzó la
creencia de que la revolución en los asuntos militares podía
hacer cualquier cosa. Esta actitud era mas acusada entre los
halcones republicanos, pero no exclusiva de ellos: fue Albright la que
preguntó de qué servía el ejército mas
poderoso del
mundo si no se utilizaba.
3
Sin embargo, tales consideraciones tan sólo indican por qué Iraq fue durante una
década un objeto de inquietud permanente en Washington, y cómo pudo concebirse un
ataque contra aquel país como un proyecto que no acarreara un riesgo
desproporcionado. No explican por qué la Administración de Bush,
aun basandose en calculos erróneos, tuvo que emprender una
guerra a la que se oponían dos de los principales aliados europeos y una
importante minoría de la elite estadounidense, y en tan abierta
discrepancia con los principios de su posición habitual en el resto del
mundo. Esto sólo puede comprenderse a la luz
psicológica del 11-S. El ataque a las
Torres Gemelas y al Pentagono permitió una movilización
nacional que respaldara una ofensiva en Oriente Próximo, que no
tardó en traducirse en una conquista relampago de
Afganistan, que no obtuvo sino el aplauso unanime dentro y fuera del país. Sin
embargo, una vez que cayó Kabul –de
acuerdo con la opinión general– no había razón
alguna de peso para una marcha sobre Baghdad,
dada la ausencia de conexión entre Al-Qaeda y el Ba’ath. Así que era preciso introducir la falsedad de las armas de
destrucción masiva parajustificar una empresa irracional.
4
Sin embargo, desde el punto de vista histórico, una irracionalidad
circunstancial –el caso de una decisión gratuita pero fatal, como
la declaración de guerra a Estados Unidos por parte de Hitler en
1942– es casi siempre el producto de una irracionalidad estructural de
mayor magnitud. y tal fue el caso de la
Operación Libertad en Iraq.
Expresada en términos sencillos, la realidad era
–y sigue siendo– la siguiente. Oriente Próximo es una
parte del mundo en la
que el sistema político estadounidense, tal como
esta constituido en la actualidad, no puede actuar con arreglo
a un calculo racional del
interés nacional, porque esta habitado por otro interés
sobrevenido. Toda su posición en el mundo arabe –y por
extensión musulman– esta comprometida por su
sólido y ostentoso apoyo a Israel.
Considerado universalmente en la región como un Estado depredador que
nunca podría haber gozado de cuarenta años de impunidad sin los
enormes suministros de armas y dinero estadounidenses, así como de la
protección incondicional estadounidense en la ONU, Israel es objeto de
un odio popular por su expropiación y persecución de los
palestinos. Por extensión lógica, Estados
Unidos es detestado por la misma razón. El ataque de Al-Qaeda
hundía sus motivaciones en ese contexto. Desde
el punto de vista de la potencia estadounidense, considerado racionalmente, un Estado palestino que fuera algo mas que un
bantustan no supondría ningún peligro, y podría
haber sido creado en cualquier momento en la segunda mitad del
siglopasado limitandose a contener el flujo de dólares, armas de
fuego y vetos a favor de Israel.
La razón por la cual esto no llegó a producirse nunca esta
perfectamente clara. Reside en el control que ejerce
el lobby israelí, que se apoya en la poderosa comunidad judía
estadounidense en los sistemas político y mediatico
estadounidenses. Este lobby no sólo
tergiversa los procesos «normales » de toma de decisión en
todo cuanto atañe a Oriente Próximo. Hasta hace poco –e
incluso entonces sólo de modo incipiente– ni
siquiera podía ser mencionado en un debate político en los medios
establecidos: un tabú que, como
sucede con este tipo de represiones, inyectó una nueva dosis masiva de
irracionalidad en la formación de la política estadounidense en
la región (3).
5
La arremetida contra Iraq
ha de considerarse en este contexto. Las principales fuerzas republicanas ejercieron una presión
constante para que se tomaran medidas mas drasticas contra Iraq desde
finales de la década de 1990. Pero una vez elegida la nueva
Administración de Bush, ésta criticó el caracter
indiscriminado de las intervenciones de Clinton en el extranjero, mostrando
escaso interés por las doctrinas de los derechos humanos, y en sus
primeros meses adoptó escasas iniciativas exteriores o de poca
importancia. Lo que la transformó en un
régimen sumamente activista fueron los ataques del 11 de septiembre. Estos permitieron que
convirtiera lo que de lo contrario habría sido una empresa
difícil de vender a los estadounidenses, una guerra para derrocar a
Sadam Hussein connada menos que un respaldo
unanime del Congreso. Pero el 11-S tampoco surgió de la nada, como tampoco la invasión
de Iraq
que vino después (4). Antes bien, con el mismo la irracionalidad
estructural del
papel estadounidense en Oriente Próximo llevó sus frutos a casa.
Décadas de apoyo al expansionismo israelí nunca se
correspondieron con ningún interés lógico del capital estadounidense en
general, sino sencillamente con el poder crítico del lobby israelí
–que en los últimos tiempos ha contado con el apoyo adicional del fundamentalismo cristiano– sobre la
política regional en Washington.
Históricamente, Estados Unidos nunca tuvo que pagar ningún precio
por su patrocinio de Israel.
Con el 11-S finalmente lo pagó: no como motivación única
del ataque de Al-Qaeda, sino como algo sin lo cual cuesta imaginar que
ocurriera: el primer pronunciamiento de Bin Laden, siete años antes,
prestaba mas atención al destino de Palestina que a cualquier
otra cuestión, incluyendo la presencia de tropas estadounidenses en la
misma Arabia Saudí (5). Una vez que se produjo el ataque,
desencadenó un deseo popular de venganza que sólo podía
agravar la irracionalidad originaria misma, pasiones que fueron
facilmente canalizadas por la Administración contra Iraq, a raíz del aparente triunfo en Afganistan.
6
Por supuesto, el establishment israelí y su brazo en Estados
Unidos instaron a una invasión de Iraq, un
viejo enemigo que había intentado bombardearle durante la Guerra del
Golfo. Sin embargo, en sí misma esta circunstancia no podría ser
mas queun factor concomitante en la campaña contra Bagdad (aunque
si Israel
se hubiera opuesto a la guerra, podemos estar casi seguros de que ésta
no hubiera tenido lugar). No era precisa una causalidad tan directa. El hecho
es que en Oriente Próximo toda estimación normal de medios y
fines esta ya tan corrompida por la discrepancia entre los determinantes
reales y los ostensibles de la política exterior estadounidense que una
aventura indiscriminada de algún tipo siempre estuvo sobre la mesa. En
la medida en que Washington permanezca pegado
a Tel Aviv, el ejercicio del poder estadounidense no puede
ajustarse en modo alguno a las reglas ordinarias de un ejercicio racional. En este caso, la supervivencia del
régimen del Ba’ath era –por razones completamente
independientes de Israel–
una afrenta permanente para todo el establishment estadounidense, y
el hardware de alta tecnología estaba disponible para
eliminarlo. En estas condiciones, el espíritu subyacente de la empresa
era: ¿por qué no? En la atmósfera posterior al 11-S, el
ataque se tornó en un asunto que habían de gestionar los dos
partidos, aprobado con antelación por el Congreso, a diferencia de la
Guerra del Golfo, que dividió a éste en dos mitades.
7
Una consecuencia adicional del
control israelí sobre la política estadounidense en Oriente
Próximo es que erige una barrera entre los políticos de Washington y las poblaciones del
area, colocando a las masas arabes fuera del alcance de las proyecciones normales de
la potencia cultural estadounidense. Ninguno de los paísesde la
región es una democracia liberal, el tipo mas sencillo de un sistema político que puede ser influenciable y el
apoyo mas fiable para Washington.
No obstante, pocos regímenes han sido
mas incondicionalmente obedientes a Estados Unidos que las diferentes
monarquías tribales del
area, o la dictadura egipcia. Pero todos estos Estados se enfrentan al
problema de cómo ajustar su lealtad a Estados
Unidos con las barbaridades de la conducta israelí, financiado, armado y
protegido por Estados Unidos. Su comportamiento típico consiste en
protegerse de la ira popular autorizando a los medios de comunicación
controlados por el Estado para que viertan un torrente de diatribas contra
Estados Unidos, creando una atmósfera en la que las agencias culturales
e ideológicas estadounidenses tienen muchas dificultades para operar
libremente, las mismas que encuentran los servicios de inteligencia
estadounidenses para formarse un juicio preciso de lo que esta
sucediendo por debajo de la superficie en esas sociedades. De ahí la
conmoción que produjo en Washington el
descubrimiento de que la mayoría de los participantes en el ataque del
11-S eran saudíes. Privado de las dosis normales de poder
«blando» en la región, la tentación de Estados Unidos
–cuando ha de enfrentarse a una oposición, como sucedió en
Bagdad– consiste en recurrir ciega o impulsivamente al poder
«duro», con la esperanza de forzar la creación de sociedades
abiertas allí donde éstas se habían mostrado cerradas a lo
que Occidente tenía que ofrecer. Éste era otro
de losingredientes de la mezcla de ambiciones que se tradujo en la
invasión de Iraq.
8
Finalmente, por supuesto, no sólo el petróleo e Israel, sino que también la
religión ha diferenciado a Oriente Próximo y sus zonas
limítrofes del
ecumene estabilizado de la hegemonía estadounidense en otros lugares. El
Islam, incluso en sus formas mas rigurosas, no se ha mostrado
incompatible, desde luego, con el servilismo mas completo a Estados Unidos en sus diversos regímenes, tal como demuestra la historia del reino saudita. Sin embargo, en un plano
social y cultural, no ha dejado de ser la barrera mas poderosa para la
victoria ideológica del American way. Ademas, en tanto que
credo, el Islam conserva una acusada carga política, puesto que, habida
cuenta de la larga historia de las hostilidades entre el cristianismo y
la Umma[comunidad de creyentes] –mucho
mas amplia que las pretensiones acerca de su coexistencia
amistosa– resultaría sorprendente que no hubieran quedado huellas
importantes de tales conflictos en la memoria popular, acusadamente reforzadas
por la experiencia moderna del dominio colonial anglofrancés. Desde la
década de 1970, los fracasos del
nacionalismo arabe han reactivado aquellas hostilidades, desplazando el
sentimiento antiimperialista hacia un celo religioso de una intensidad nueva,
que considera enemigos del
mismo tipo a «cruzados y judíos», estadounidenses e
israelíes. Habida cuenta de que el mundo musulman tan sólo
ha desarrollado hasta el momento una tradición muy débil de justificación
de las escrituras originales–en tanto que malinterpretadas; dotadas
sólo de un sentido metafórico; escritas contando con su
actualización futura; etc.– similar a
aquella a la que cristianos y judíos llevan mucho tiempo acostumbrados,
una lectura literal del Coran ha tenido hasta el momento mayor fuerza
moral que una de la Biblia o de la Torah. Toda vez que Mahoma impone claramente
la yihad contra los infieles en los Lugares Santos, el salafismo
contemporaneo –a pesar de todos los esfuerzos de los comentadores
occidentales o prooccidentales en dar un sentido eufemístico a las
palabras del profeta– cuenta con sólidos fundamentos en la
escritura, por mas embarazo que ello pueda provocar en la mayoría
moderada de los musulmanes. El resultado es un suministro
disponible, aunque no inagotable, de jóvenes luchadores fanaticos
contra la «incredulidad global», que han convertido en una realidad
el choque de civilizaciones en Oriente Próximo, donde
practicamente no existe ningún punto de contacto entre su visión
del mundo y
la de los intrusos occidentales en la zona.
9
De esta suerte, la escalada de una invasión de Iraq se
precipitó en una zona opaca al calculo normal de los
planificadores estadounidenses, con los inevitables riesgos de guiarse por
juicios erróneos. Pero no se produjo como un repentino coup de
tête en Washington.
Fue el producto de un viejo y distorsionado campo de fuerzas imperial en
Oriente Próximo, cuya irracionalidad para el capitalismo estadounidense
tuvo finalmente un efecto contrario con el 11-S, provocando un nuevo giro en
laespiral de irracionalidad, puesto que las causas del 11-S no podían
ser tratadas públicamente, y mucho menos estirpadas, en el sistema
político estadounidense. En cuyo caso, el Pentagono no se
equivocaba creyendo que podía tomar Bagdad
y derrocar a su régimen en cuestión de días, con un mínimo de bajas estadounidenses. Con lo que no
contaba –pero en esto la mayoría de los críticos de la
guerra, que subestimaban la base social del
régimen del Ba’ath, estaban igualmente equivocados (yo me
encontraba entre ellos)– era con la magnitud y
la rapidez con la que surgiría unmaquis eficaz justo
después(6).
En poco mas de dos meses después de la caída de Bagdad,
una guerrilla nacionalista, dirigida por supervivientes del cuerpo de oficiales
ba’athista, se asoció con fanaticos religiosos, inspirados
en el salafismo, para organizar una resistencia contra los invasores que
durante cuatro años ha causado estragos en la moral de los
ejércitos ocupantes, y en las filas de sus colaboradores. Iraq es en la
actualidad el teatro central del mundo de hoy en día en el que la
potencia estadounidense se enfrenta a una resistencia con las armas en la mano,
agotando el apoyo interno a la guerra en el seno mismo de Estados Unidos.
10
Sin embargo, aunque Washington esta ahora, a juicio de buena parte de su
propioestablishment, atrapado en un atolladero en Iraq, todavía parece
improbable que se produzca una caída catastrófica de las
posiciones estadounidenses en Oriente Próximo. En parte, esto se debe a
que la ocupación ha dividido a las comunidadessuní y chií
con mayor ferocidad que nunca, haciendo mucho mas probable que una
guerra civil y no una victoria patriótica ponga fin a la
expedición extranjera, lo cual neutralizaría todo efecto de
propagación de la expulsión del invasor. Ademas, por muy feroz que sea su combate, la insurgencia no
ofrece alternativa social o política al modo en que es gobernado el
mundo en general. En otros lugares, ninguno de los bastiones del
poder estadounidense en la región se ha visto afectado aún por el
conflicto. Todos sus regímenes clientes siguen siendo tan fieles como siempre: por un lado, el
largo abanico de Estados que se extienden desde Marruecos a Egipto; por el
otro, toda la península arabiga; con Pakistan como el gran ancla del
sistema estadounidense en Oriente. Mientras estos pilares continúen
intactos, un Iraq
caótico y dividido –vigilado desde la red de enormes bases
militares en el país ahora en construcción, por no hablar del
CENTCOM [Comando central de Estados Unidos] en Quatar y Kuwait–
podría ser abandonado a su propia consunción, siempre que el
petróleo continúe saliendo de los pozos (7). Por supuesto, todo
cambio radical en Pakistan modificaría el equilibrio de fuerzas
en la región, particularmente en Afganistan, donde la guerrilla
local, que tardó mas en actuar que en Iraq, esta cobrando
impulso. Pero la vieja unidad de cuerpo del
Ejército de Pakistan, su control del
país, inmune a las desavenencias o los combates del gobierno civil nominal, hace poco probable
una sorpresa desagradable.
11
Ostensiblemente, Iransigue siendo un
comodín en la baraja regional. Aliado de Estados Unidos en el
derrocamiento de los talibanes y del Ba’ath, su régimen clerical
ofreció a Washington, mientras Estados Unidos estaba estableciendo el
control de Iraq, un acuerdo exhaustivo sobre los asuntos pendientes entre
ellos. Las poderosas fuerzas en Teheran que estan ansiosas por
llegar a un entendimiento con el Gran Satan –mullahs millonarios,
comerciantes de bazar, profesionales occidentalizados, estudiantes que
utilizan blogs– no han abandonado sus esperanzas, y continúan
presionando para que se produzca un equivalente local de la visita de Nixon.
Pero las condiciones han cambiado desde 2003, aunque
en modo alguno puede considerarse que hayan sufrido un cambio radical. Una
revuelta popular contra las clases materialmente mas satisfechas ha
elegido un presidente menos acomodaticio, decidido a
infundir mayor sustancia a la vieja retórica del régimen, en el interior y en el
extranjero. El avance hacia el objetivo nacionalista de un
complejo nuclear, algo difícil de repudiar abiertamente por parte de los
diferentes medios pro-occidentales, se ha acelerado. Ninguno
de los dos cambios supone una amenaza importante para Estados Unidos.
Pero aquí la presión israelí sobre la política
estadounidense en la región ha sido mas intensa que en el caso de
Iraq, dado que Tel Aviv insiste en que Iran abandone su programa
nuclear. Por el momento, Estados Unidos, con el pleno apoyo de sus aliados
europeos, esta volviendo a recorrer el camino de la primera fase de su
ataquecontra Iraq, Ermattung en vez deNiederwerfung, con la esperanza
de que Teheran entre en razón mediante las sanciones.
Éstas fallaron en Iraq,
pero en Iran pueden contar con la presencia de interlocutores con buena
disposición, no menos inquietos que Estados Unidos por eliminar al
presidente y domesticar al líder supremo.
12
El íncubo de Israel
permanecera. A corto plazo, Washington puede esperar que las
Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) hayan golpeado lo suficiente a
Hezbollah para ser capaz de desplegar tropas turcas o francesas en el sur del
Líbano por un periodo indefinido como guardias de frontera para Israel,
y lo bastante a Hamas para que Abbas tenga carta blanca para firmar
algún tipo de rendición final a cambio de un mini-Estado
fragmentado y cubierto de muros de prisión. Aquí
Estados Unidos podría apoyarse en la UE. Europa –dividida
en el ambito gubernamental sobre Iraq, pero en gran medida hostil a la
invasión en el ambito popular– siempre se ha mostrado unida
en la solidaridad basica con Israel: no a causa del poder de la
comunidad judía local, como en Estados Unidos, sino por un sentimiento
de culpa por el judeicidio. Aunque esta mas dispuesta a condenar
verbalmente los excesos esporadicos de las FDI, en los hechos la UE ha
seguido sin variaciones el camino marcado por Estados Unidos, cortando la ayuda
a la población palestina para castigarla por votar a Hamas, y
colaborando con la reinvasión israelí del Líbano. Juntos,
Europa y Estados Unidos no tendrían dificultad alguna para asegurar el
imprimatur de la«comunidad internacional» para cualquier
solución por la que se incline Tel Aviv en la negociación con los
palestinos. Entre las demas potencias –China, Rusia, Japón,
India, Brasil– hay escaso interés en Oriente Próximo, y es
poco lo que se juegan en el mismo, siempre que no cause problemas a los
mercados petrolíferos. Otra cuestión es si
semejante resultado podría aplacar la ira de las masas arabes a
largo plazo.
III. Oposiciones
Si esto se parece al mapa bizonal del poder contemporaneo,
¿qué y cuales son las fuerzas de oposición
–si las hay– al mismo? Necesariamente, esa oposición no
puede ser sino «antiestadounidense», esto es: antagonista al papel permanente
de Estados Unidos como
potencia hegemónica mundial. Pero en sí mismo esto no es
suficiente para definir un rechazo del sistema que Estados Unidos
controla indirectamente y defiende inflexiblemente. Todo
centro de poder aspirante podría asumir la primera postura, en
attente [en espera], sin la menor inclinación a la segunda.
Sólo su combinación indica una resistencia real,
potencial o actual. Si adoptamos este rechazo dual como criterio,
¿qué ofrece el escenario actual? Las dos regiones mas
obvias que hay que considerar son Europa y América Latina: la primera en
tanto que patria del movimiento obrero como fenómeno moderno en Gran
Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Escandinavia y otros; la segunda
como el único continente con un registro constante de agitaciones
radicales durante todo el siglo XX, desde la revolución mexicana antes
de la Primera Guerra Mundial y lacubana después de la Segunda hasta las
experiencias venezolana y boliviana en la actualidad, después del final
de la Guerra Fría.
1
No es un azar que estas dos regiones dieran a luz el
Foro Social Mundial, hasta el momento el único movimiento internacional
de oposición al statu quo global. El FSM, tras un comienzo asombrosamente amplio y rapido, parece
haberse quedado ahora sin aliento. Careciendo de algo parecido a la organización
y la disciplina del Comintern, que contaban con los
recursos (y las corrupciones) de un Estado importante tras ella, el Foro ha
encontrado enormes dificultades a la hora de sostener una rudimentaria
colección de protestas en seis continentes, lo que no es de
extrañar. Lo que resultaba menos previsible era que la gran oleada de
manifestaciones contra la inminente invasión de Iraq no le diera un
segundo aliento, en parte a causa de la ligera profundidad de buena parte de
esa oposición, que tuvo escasa o ninguna continuación una vez que
la ocupación se consolidó, pero también por la
vacilaciones del propio FSM a la hora de superar su propia cultura original de
ONG en favor de un antiimperialismo mas sólido. Habida cuenta de
estas limitaciones, tal vez no cabía esperar
–salvo en el caso de una conmoción sistémica– que
prosperara durante mucho tiempo. Pero es poco probable que su
legado desaparezca sin mas.
2
Que así estan las cosas cabe juzgarlo desde Francia, el
país en el que fue concebido, donde se han producido tres grandes
estallidos sociales que han sacudido la sociedad en un año, ydonde los
tres deben algo a su espíritu: la campaña popular que
bloqueó la Constitución de la UE, las revueltas de la juventud en
la banlieue, y la movilización de masas que destruyó el CPE.
Cada una de ellas es una formidable
demostración de protesta colectiva, la primera de ellas directamente
orquestada por ATTAC, el arquitecto del
FSM. Ningún otro país europeo se ha aproximado a este grado de insurgencia. Sin embargo, también es
cierto que no ha cristalizado ningún movimiento duradero a partir de
estos levantamientos. El electorado francés ha llevado a Sarkozy a la
presidencia, con mayor poder que cualquier gobernante desde Charles De Gaulle,
y un mandato para reorganizar Francia con arreglo a un molde mas
integralmente neoliberal. El otro país europeo con las tradiciones
radicales mas fuertes desde 1945 ofrece pocos
motivos para el consuelo. La coalición de Prodi, después de
derrotar por escaso margen a Berlusconi, ha supervisado un debilitamiento
adicional de la izquierda italiana, a medida que Rifondazione –que se
autoproclama refundador del comunismo– vota a favor de los recortes
presupuestarios y del envío de tropas a Afganistan y el Líbano,
y la última mutación de lo que antaño fue el partido de
Gramsci sedeshace incluso de la palabra socialismo.En Alemania, el descontento
sindical con los recortes sociales del gobierno de Schröder se ha
traducido en una modesta escisión del SPD, y la fusión con el PDS
en un partido de la izquierda que ha obtenido resultados electorales
relativamente buenos –que ha obligado a lasocialdemocracia a revertir sus
políticas de mas de lo mismo–, pero que continúa
sometido al boicot del resto de partidos en el ambito nacional. A pesar
de la gran cantidad de manifestaciones de descontento social en todo el oeste
de Europa, y del resurgimiento de importantes huelgas en Francia y en Alemania,
así como de manifestaciones en Italia, la agenda de las elites
políticas se mueve en todas partes, con ritmos diferentes y con
diferentes costes adicionales, en una dirección bastante similar.
Aumento de la flexibilidad laboral: no sólo Sarkozy, sino también
Royal exigió una retirada de la ley de las 35 horas semanales en Francia;
una poda adicional del Estado de bienestar: en
Alemania, Merkel ha emprendido la reforma del sistema sanitario; mas
privatizaciones: Prodi tiene puesta la mira en los servicios locales en Italia.
En Bruselas la UE, encabezada por uno de los organizadores de
la guerra contra Iraq,
esta gestionada por la Comisión mas neoliberal de su
historia.
3
El escenario en América Latina es mucho mas diverso y ello de
modo espectacular. En Brasil, el régimen de Lula podría
ser considerado desde un cierto punto de vista como la mayor
desilusión sufrida por la izquierda mundial en este periodo. El PT fue el último partido obrero de masas que
surgió en el siglo XX, de hecho, el único verdaderamente nuevo
desde la Segunda Guerra Mundial. En sus orígenes era una fuerza
militante radical, en modo alguno socialdemócrata, nacida de las luchas
populares a escala nacional contra una dictadura
militar. Llegado alpoder en el país mas grande del continente,
después de ocho años de una administración neoliberal que
denunció, el partido no ha conseguido romper con las mismas ortodoxias,
que han hecho a los bancos y a las instituciones financieras los grandes
beneficiarios de su gobierno. Ninguna bolsa del mundo ha contabilizado
ganancias tan estratosféricas como la de Saô Paulo, que se disparó
hasta un 900 por 100 en el intervalo de cinco años. Por otra parte, el
régimen no ha sido una mera réplica de su predecesor, puesto que
también ha distribuido una parte de las ganancias inesperadas
procedentes del alza del precio de las materias primas mundiales –que han
creado mas empleos– a las familias mas desposeídas,
reduciendo los niveles de pobreza extrema en una sociedad como la
brasileña que continúa presentando desigualdades asombrosas.
Tales mejoras han aliviado, pero en modo alguno han
activado a los pobres. Representan tal vez el ejemplo contemporaneo
mas sorprendente de una variante sureña del modelo dominante en
el norte en la década de 1990 –neoliberalismo
«compensatorio» en vez de «disciplinario»: la
línea de Clinton y Blair, después de la de Thatcher o Reagan
(8)– de acuerdo con las diferencias que supone el contexto continental.
En buena medida, al igual que Perón llevó a cabo una
redistribución de la renta para la clase trabajadora mayor que la que
llevó a cabo cualquier gobierno socialdemócrata en la Europa de
posguerra, del mismo modo Lula ha presidido medidas tropicales de
compensación de mayor calado que las que haya podidollevar a cabo
cualquier versión metropolitana de la Tercera Vía.
4
En el Cono Sur, dominan los gobiernos de aspecto semejante: los regímenes
uruguayo y chileno son mas timoratos que el brasileño, mientras
que el argentino se presenta mas valiente, aunque con menor margen de
maniobra económica. En todos los Estados, los precios mas altos
de las materias primas ofrecen un marco favorable para
reformas sociales modestas. En el norte, el escenario
esta mucho mas polarizado. En Venezuela,
la presidencia de Chavez, basada en una serie formidable de
movilizaciones populares de apoyo a un régimen
radicalmente redistributivo y antiimperialista, ha ofrecido un faro para la
izquierda latinoamericana y de otras partes del mundo, rechazando reiterados intentos de
derrocarlo, antes de extralimitarse en el estilo plebiscitario. Sin embargo, la
condición de su éxito popular, ha reposado en el mercado petrolífero:
primero el hundimiento de los precios bajo la oligarquía anterior, que
llevó al poder a Chavez, y luego su recuperación en el
nuevo siglo que la ha sostenido. También en Bolivia
ha surgido un gobierno auténticamente radical
de una sociedad que fue el terreno de pruebas original para la terapia de
choque, a raíz del fracaso de esta
última y de las movilizaciones de masas y del despertar indígena que finalmente
desencadenó. Un proceso no muy distinto
esta produciéndose en Ecuador. Por su parte, Cuba,
librada del aislamiento por primera vez desde la década de 1960, ha
contribuido y ha recibido ayuda de las convulsiones andinas.Pero por el momento
todo contagio político adicional se ha visto interrumpido, con la
derrota por escaso margen de Humala en Perú, el segundo mandato de Uribe
en Colombia y la consolidación de la presidencia de Calderón en
México. Desde el punto de vista político, América Latina
sigue siendo el continente mas fluido y preñado de esperanzas. Pero por el momento, aunque no hay un cierre del horizonte
político como el de Europa, parece sin
embargo como si
sólo condiciones excepcionales –gran riqueza petrolífera,
una concentración indígena– puedan ir mas
alla de las diferentes variantes latinoamericanas de lo que se considera
políticamente respetable.
5
¿Qué sucede con el resto del mundo? En Estados Unidos,
invirtiendo el modelo de la posguerra, el conflicto partidario y la
tensión ideológica son ahora mucho mas intensos que en
Europa. La mayor parte de esto tiene que ver con el esquizofrénico
sistema de valores estadounidense –una cultura que combina la
comercialización mas desenfrenada de la vida con su
sacralización mas devota situandose al respecto
«liberales» y «conservadores» en extremos
opuestos– y apenas tiene relevancia para la oposición contra el
capital. La guerra en Iraq
ha conducido a un despertar del
malestar en estratos de la base del
Partido Demócrata, capaz de causar modestas turbulencias en lo que de lo
contrario sería una suave restauración clintoniana, dando a
ésta un cierto sesgo progresista con gestos de fachada. En la
pequeña izquierda estadounidense que se solapa con este medio, la
presidencia deBush ha tenido efectos ambiguos: por un lado, le ha dado un
impulso político, por otro, ha debilitado sus defensas endémicamente
fragiles contra el desplome en brazos de los demócratas, cuyos
principales candidatos han dejado clara su reticencia a evacuar Iraq y su
disposición a tomar en consideración un ataque contra
Iran. Sin embargo, de ahondarse la crisis de los mercados crediticio e
inmobiliario, el descontento con dos décadas de creciente desigualdad
social, que ya se hace notar, reduciría sin duda las opciones de
política exterior, obligando a tomar medidas de reparación en la
política interna.
6
En Rusia, parece como
si a corto plazo no pudiera haber oposición de ningún tipo al
régimen en funciones. Las nuevas leyes electorales
estan diseñadas para neutralizar a los comparsas liberales y
comunistas. Durante el mandato de Yeltsin, el
empobrecimiento catastrófico de sectores enteros de la población
no produjo protestas sociales. Hoy, aunque todavía son muchos los
que continúan viviendo en la pobreza, la mejora general de las
condiciones de vida bajo Putin ha sido significativa, y ha generado una
aprobación generalizada de su gobierno. El único y descontado
punto peligroso para el régimen sigue siendo Chechenia, donde la
insurgencia ha sido diezmada, pero el gobierno del clan de los
renegados es un mecanismo que podría explotarle en las manos. La
identidad nacional no sera facil de erradicar. En cuanto a
Japón, donde el PLD sigue tristemente al mando, los dos principales
partidos son aún menos distinguibles que enEstados Unidos: el PSJ se ha
extinguido, y el PCJ vegeta en un gueto. No hay otro
país capitalista avanzado en el que el sistema político
esté tan petrificado.
7
India
es todo lo contrario: constantes cambios de gobierno, inestabilidad electoral,
protestas masivas, huelgas a gran escala, malestar rural (por no hablar de los
progromos religiosos). En la actualidad, el gobierno del Partido del Congreso en Delhi depende de la tolerancia parlamentaria
comunista, que restringe el margen de maniobra neoliberal en el centro. En
Bengala occidental, el Partido Comunista de la India (marxista) ha sido
reelegido por sexta vez consecutiva, lo que representa un
registro impresionante para cualquier partido del mundo. Sin embargo, después de
haber cumplido con la promesa de la reforma agraria en el campo, a diferencia
de otras regiones de India, con su nuevo líder el PCI(M) esta reorientandose
en una dirección favorable a las empresas, modificando la
legislación fiscal, adoptando medidas duras contra los campesinos y los
sindicatos para atraer la inversión extranjera, aunque todavía le
queda un largo camino, si lo comparamos con el otro gran partido comunista en
una sociedad capitalista que sobrevive después de la Guerra Fría,
el Partido Comunista Sudafricano, que anida en un régimen del CNA que
ofrece un tragico paralelo respecto a Brasil. La considerable y
activa intelligentsiaindia conserva una importante ala marxista, que no se
muestra nada servil a la oficialidad de la izquierda; aunque en un
cinturón vertical alargado que seextiende desde Nepal, donde la
monarquía feudal se mantiene en pie a pesar de la insurgencia
maoísta, las guerrillas naxalitas que se han reactivado tienen el
control de las zonas rurales. India
es un país tan grande que estas expresiones de resistencia coexisten
dentro de un Estado aún estable y cada vez mas neoliberal. Pero
se trata de un medioambiente político mucho
mas abierto que en cualquier otra parte del mundo, excepto América Latina.
8
En lo que atañe a cualquier tipo de acción colectiva, China sigue
siendo un régimen despiadadamente represivo, en el que las protestas en
las aldeas –contra la expropiación de tierras, los funcionarios
mafiosos y la degradación medioambiental– son aplastadas a miles
cada año, cada vez conmas víctimas mortales. Alarmados por
los niveles de malestar rural, los gobernantes han
hecho concesiones fiscales al campesinado, al mismo tiempo que aumentan los
efectivos de la policía antidisturbios. Salvo en el caso de algunas
ciudades mineras del
carbón, hasta el momento las ciudades han estado mucho mas
tranquilas que las aldeas. En aquellas, cuando no son
directamente suprimidos por funcionarios y directivos, los conflictos laborales
suelen ser desviados a los tribunales. Aunque
esta respaldado por el rapido crecimiento y los llamamientos al
orgullo nacional, el gobierno es al mismo tiempo objeto de desconfianza y
beneficiario de una legitimidad pasiva general. Buena parte de
la intelligentsia, tradicionalmente un factor de
poder en la sociedad china, se muestra desafecta: bien articulando
unacrítica liberal ante la falta de libertades políticas, o bien
mostrandose crítica desde un punto de vista social ante la
carrera hacia un sistema económico cruelmente polarizado. El surgimiento
de una nueva izquierda china, uno de los desarrollos mas esperanzadores
de los primeros años del
siglo, vive hoy bajo la estrecha vigilancia del régimen.
9
En resumen: en estos años hemos asistido a algunas manifestaciones
espectaculares de la voluntad popular –el FSM en 2001-2002, Venezuela en
2002- 2003, Bolivia en 2004, Francia en 2005– y un mosaico de
resistencias en otros lugares, pero el flujo general del periodo ha sido un
desplazamiento hacia la derecha, a medida que se ha consolidado un nuevo
Concierto de potencias, las calles arabes continúan paralizadas,
y los imperativos de los mercados financieros son asumidos cada vez mas como condiciones
de la existencia social, desde Europa a Extremo Oriente, desde América
Latina a Sudafrica, desde Australia a la mas remota Micronesia.
Maquilladas ahora por regla general con preocupaciones «sociales»
de uno u otro tipo –hasta los republicanos han
aceptado el aumento del salario mínimo;
Putin ha aumentado las pensiones; el PCCh ha abolido los trabajos forzados en
las aldeas–, las doctrinas neoliberales constituyen en casi todas partes
la gramatica basica del
gobierno. La convicción de que no hay alternativa a las mismas ha calado
en la conciencia popular. En el límite, como en Francia, los gobernantes
que las implementan suelen ser rechazados por los votantes, sólo para
entregarel poder a nuevos gobernantes que con la misma regularidad llevan a cabo
la misma política que antes. En este universo
pacificado, el grito de «Otro mundo es posible» corre el riesgo de
sonar cada vez mas desesperado. Dejando a un
lado las abstracciones normativas (como el
socialismo de los cupones de Roemer) o los paliativos locales (como el impuesto Tobin o el movimiento del
Jubileo), ¿de qué alternativas estratégicas disponemos en
la actualidad? Las candidatas mas plausibles son propuestas como la pensión global de Robin Blackburn
o el euroestipendio de Philippe Schmitter(9),
que estan diseñados para dar un giro a los quebraderos de cabeza del establishment –crisis
de las pensiones; PAC– en una dirección inesperadamente radical y
de gran alcance. Sin embargo, planes tan ingeniosos son escasos y dispersos. ¿Qué otros cabe discernir? En un modo
mas estratosférico, el experimentalismo de Roberto Unger ofrece
una serie de modalidades para aumentar el poder y los recursos de los
individuos (10), cuya premisa explícita es la ausencia de toda exigencia
–y la probabilidad decreciente– de crisis objetiva en el sistema
capaz de dar a luz movimientos radicales o revolucionarios en el pasado. Sin
embargo, es probable que la validez –económica, social y
ecológica– de ese presupuesto sea la
clave que pueda abrir el cerrojo del
futuro. Los lectores de The Economics of Global
Turbulence, Planet of Slums, o The Monster at Our
Door* podrían no dejarse convencer tan facilmente.
Las vulnerabilidades primordiales del sistema yacen en lostres
dominios descritos por Polanyi hace sesenta años: trabajo, naturaleza,
dinero. Éstos, sostenía, formaban un trío de
«mercancías ficticias» creadas por el capital, puesto que,
aunque eran intercambiadas en el mercado, ninguna de ellas era producida para
la venta. «El trabajo no es mas que otro nombre de la actividad
humana que es consustancial a la vida, que a su vez no es producida para la
venta sino por motivos completamente diferentes; la tierra no es mas que
otro nombre de la naturaleza, que no es producida por el hombre; el dinero real
tan sólo es una señal de poder de compra que, por norma, no es
producido en absoluto, sino que existe gracias al mecanismo bancario o de las
finanzas estatales». Pero una vez que estas ficciones
se introdujeron plenamente, fueron capaces de demoler toda existencia social
sostenible. «Los seres humanos», privados de toda cubierta
protectora, y reducidos a mercancías desnudas, «perecerían
a causa de los efectos de la exposición social; morirían como
víctimas de un trastorno social agudo»; «la naturaleza
quedaría reducida a sus elementos, los barrios y paisajes serían
profanados, los ríos contaminados, la seguridad militar puesta en
peligro, la capacidad de producir alimentos y materias primas destruida»;
mientras que «la escasez y el exceso de dinero se demostraría tan
desastrosa para los negocios como lo fueran las inundaciones y las
sequías en la sociedad primitiva» (11). Polanyi, que creía
que «ninguna sociedad puede soportar los efectos de semejante sistema ni
siquiera por elperiodo mas corto de tiempo a no ser que su sustancia
natural y humana, así como su organización empresarial, estuviera
protegida contra los estragos de esa fabrica satanica»,
esperaba una renovación de los impulsos de reforma originales que
él pensaba que le habían puesto freno en el siglo XIX. La
«gran transformación» desde la década de 1980 se ha
movido en la dirección opuesta. ¿Y qué
decir de sus ficciones reinantes? El trabajo a disposición del
capital se ha multiplicado a un ritmo nunca antes visto. En
1980 la fuerza de trabajo global en las economías capitalistas era ligeramente
inferior a mil millones de personas, aumentando hasta algo menos de mil
quinientos millones en 2000. Sin embargo, para esa fecha China, la antigua
Unión Soviética y la India han añadido una cifra
algo superior al número total de trabajadores empleados por el capital.
Esa duplicación de la clase trabajadora mundial hasta los tres mil
millones en el intervalo de unos pocos años, en condiciones que con
frecuencia son tan duras como
a principio del siglo XIX, es el mayor cambio
estructural del
periodo. Estan por ver sus consecuencias a largo
plazo. A corto plazo, supone un activo antes que una amenaza para el
capital, debilitando el poder de negociación del trabajo, reduciendo la
proporción global entre capital y trabajo, con arreglo a las
estimaciones mas dignas de crédito, en un 55-60 por 100 (12). En este frente, el sistema parece bastante a salvo por el
momento, tal como
indica el inventario de las oposiciones al mismo. La naturaleza siguesiendo
mas impredecible. Aunque ahora se admite la magnitud de su amenaza para
la estabilidad del
sistema, la proximidad de los diferentes peligros esta menos clara, y
las medidas para evitarlos siguen siendo objeto de discusión.
La posibilidad de una conmoción sistémica que modifique todos los
calculos del
futuro es algo manifiesto. Chernobyl
fue un breve vislumbre de los efectos que puede
provocar un desastre provocado por el hombre. Las catastrofes
ecológicas a escala planetaria, cada vez mas objeto de temor,
hasta ahora no han servido de motivo para unir a los
Estados en torno a programas de prevención. El capital, unido contra el
trabajo, permanece dividido contra la naturaleza, a medida que las empresas
rivales y los gobiernos intentan endosarse unos a
otros los costes de su amortización. Al final es probable que se imponga
la lógica de la acción en común, y en este sentido no cabe
duda de que en principio el sistema puede adaptarse para enfrentarse a las
emisiones de carbono, el aumento del nivel del mar, la deforestación, la
escasez de agua, las nuevas epidemias y problemas semejantes.
En la practica, nada garantiza que pueda hacerlo en
los plazos necesarios. En este frente, la
complacencia esta menos justificada: los conflictos inminentes sobre
quién debe pagar la cuenta por limpiar la tierra podrían tornarse
en lo mas parecido a los antagonismos interimperialistas de
antaño, que hicieron tambalearse el sistema en su momento.
Con toda probabilidad, el dinero sigue siendo el eslabón mas
débil, por lo menos en unfuturo tangible. Los desequilibrios del orden
financiero global, a medida que Estados Unidos continúa acumulando
cuantiosos déficits comerciales, China y Japón acumulan enormes
montones de dólares, Europa sufre a causa de las importaciones baratas
procedentes de Asia y de una moneda estadounidense depreciada, son ahora uno de
los asuntos que merecen la mayor parte de los comentarios alarmistas en la
prensa económica mundial. La expansión ciega del crédito
ha estimulado una burbuja inmobiliaria en una economía capitalista
importante tras otra –Estados Unidos, Gran Bretaña, España,
Irlanda, Australia– mientras que incluso aquellas que no la padecen de
forma particularmente grave –Alemania– se han visto enredadas en
los laberintos de la titularización. Los mecanismos de
coordinación interestatal desarrollados desde la década de 1970,
encabezados por el G8, y los acuerdos mas recientes entre los bancos
centrales, estan alerta para prevenir una licuefacción de los
mercados de capitales. Pero dado el consentimiento de todos, la
velocidad y magnitud de las crisis financieras corre el riesgo de aplastarlos.
Detras del torbellino del dinero se esconden, en todo caso, enormes
desplazamientos tectónicos de la economía real, de la que
constituyen su expresión mas volatil. A este
respecto, la cuestión aún no resuelta esta clara. En los
mercados mundiales acosados por la superproducción en muchas industrias
clave antes de la entrada de China e India, ¿superara la
expansión de la demanda global que ambos países representan al
potencial deexceso adicional de oferta que acarrean, o excedera tanto
aquella a ésta hasta el punto de intensificar las tensiones en el
sistema en su conjunto? Con independencia de la respuesta, a corto plazo el
ambito monetario parece ser el candidato mas probable para desencadenar
las inestabilidades que estan por llegar.
IV. ¿Optimismo de la inteligencia?
Dejando a un lado estas consideraciones, el
rapido sondeo esbozado mas arriba se limita a un breve intervalo
de tiempo, no mas de siete años, y se pega a la superficie de los
acontecimientos. Pero si adoptamos una óptica de mayor
alcance, ¿cabe detectar transformaciones mas profundas en curso,
que apunten a diferentes conclusiones políticas? Al menos cuatro
lecturas alternativas de los tiempos –puede haber
mas– ofrecen diagnósticos de las direcciones en las que se
mueve el mundo que son sustancialmente mas optimistas. Tres de ellas se
remontan a los primeros años o a mediados de la década de 1990,
pero han continuado desarrollandose después del 11-S. La
mas conocida es, por supuesto, la visión que encontramos
enImperio, de Hardt y Negri, al que las otras tres hacen referencia, positiva y
al mismo tiempo crítica. Faces of
Nationalism y, de próxima publicación, Global
Nations de Tom Nairn, exponen una segunda perspectiva. El largo siglo XX y Adam Smith en Pekín, de
Giovanni Arrigí (13), constituyen una tercera. Los
últimos ensayos de Malcom Bull, que culminan con «States of
Failure» publicado en esta revista, proponen una cuarta. Toda
reflexión sobre el periodo actual debetomarse en serio lo que, desde un punto de vista superficial, podrían considerarse
lecturas contraintuitivas de las mismas.
1
A grandes rasgos, el analisis de Tom Nairn trata de lo siguiente: el
marxismo se basó siempre en una distorsión del propio
pensamiento de Marx, formado en las luchas democraticas de Renania en la
década de 1840. Mientras que Marx suponía que el socialismo era
posible a largo plazo, sólo cuando el capitalismo hubiera completado su
obra de alumbramiento de un mercado mundial, la impaciencia tanto de las masas
como de los intelectuales condujo a los atajos fatales que tomaron Lenin y Mao,
sustituyendo la democracia y el crecimiento económico por el poder del
Estado. El resultado fue un desvío del río de la
historia mundial sobre las tierras pantanosas de un moderno medievo. Pero el
hundimiento del
comunismo soviético en 1989 ha permitido que ahora el río vuelva
a fluir hacia su delta natural: la globalización contemporanea,
porque el significado central de ésta es la generalización de la
democracia en todo el mundo, cumpliendo al menos los sueños de 1848,
aplastados en tiempos de Marx. Sin embargo, el propio Marx cometió un error crucial, pensando que la clase debía ser la
portadora de la emancipación histórica, en forma de proletariado.
De hecho, como ya mostrara el modelo europeo de 1848, y todo el siglo XX se
encargaría de confirmar, eran las naciones, y no las clases, las que
iban a convertirse en las fuerzas motrices de la historia y en las depositarias
de la revolución democratica por la que luchó.Pero, del
mismo modo que el marx-ismo construyó una falsa democracia,
también la nacionalidad se vio confiscada a su debido tiempo por el
nacional- ismo –esto es, por las grandes potencias
imperialistas– en el periodo posterior a la Guerra civil estadounidense y
la Guerra franco-prusiana. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, la
descolonización del Tercer mundo y la descomunistización del
Segundo permitieron potencialmente a las naciones sin nacionalismo heredar el
suyo, derivandose de ahí los únicos marcos posibles para
«la generalización y profundización de la democracia como
precondición de cualesquiera formas sociales que el océano que se
abre ante nosotros puede hacer posibles»(14).
Después del 11-S una reactivación del nacionalismo de
gran potencia y una economaníaneoliberal propiciados por Estados
Unidos han secuestrado temporalmente el impulso progresivo de la
globalización. Sin embargo, no nos
propulsara hacia ninguna uniformidad de mercado. Su lógica
profunda exige, por el contrario, una diversidad de naciones democraticas
para ser humanamente soportable, como una necesidad
antropológica, dado el sufrimiento causado por una pérdida de
vínculos incompatible con cualquier tipo de identidad. Ninguna
homogeneidad social o cultural nos espera en el supuesto fin de la historia. «Todavía estamos en medio de los rapidos de la
modernidad».
2
Hardt y Negri coinciden en que la globalización es esencialmente un proceso de emancipación, pero llegan a un
veredicto diametralmente opuesto acerca del
papel de lasnaciones en su interior. Su historia comienza antes, en el siglo
XVI, cuando el espíritu liberador del
Renacimiento se vio aplastado por una contrarrevolución barroca que
erigió el absolutismo como
la forma originaria de la soberanía moderna. Heredada esencialmente sin
modificaciones por los Estados-nación de la época industrial, la
disolución de este legado, con la
disolución de los Estados-nación mismos en un
«Imperio» único y uniforme, marca el amanecer de una nueva
era de libertad e igualdad. A este respecto, el punto de inflexión no
fue el derrocamiento del comunismo en 1989 –apenas mencionado–,
sino la década de 1968-1978, cuando la victoria antiimperialista en
Vietnam y las revueltas de obreros, parados y estudiantes en Occidente forzaron
una reconfiguración del capitalismo en su apariencia universal
contemporanea. Con la llegada del Imperio universal, también las
clases –como las naciones– se extinguen lentamente, a medida que el
capital genera el trabajo cada vez mas «inmaterial» de una
única y no menos universal multitud. Terminaron los
días de la liberación nacional, de la clase obrera, de las
vanguardias revolucionarias. Pero del mismo modo que el Imperio fue
creado por la resistencia
desde abajo, también caera por obra de esa resistencia, a medida que redes
espontaneas de oposición al mismo proliferen en toda la tierra.
De la espiral de acciones de esta multitud –manifestaciones, migraciones
e insurrecciones– movidas por un común
deseo biopolítico de paz y democracia, florecera un mundo
posliberal ypostsocialista. Sin las mistificaciones de la
soberanía o de la representación, todos gobernaran por
primera vez en libertad e igualdad. Podría
suceder en cualquier momento. «Hoy el tiempo esta escindido
entre un presente ya muerto y un futuro que ya vive
–y el profundo abismo entre ambos se ha tornado enorme–. Llegado su
momento, un acontecimiento nos empujara como una flecha en ese futuro viviente»(15).
3
El relato de Arrighi comienza también en el Renacimiento, con el ascenso
de la banca genovesa en el siglo XIV, en lugar del absolutismo español del siglo XVI. Su forma es cíclica. La expansión capitalista
siempre es material en un principio, esto es, una
inversión en la producción de bienes, y la conquista de mercados.
Pero cuando el exceso de competencia hace que caigan los precios, se produce un brusco cambio hacia la expansión financiera
–inversión en especulación e intermediación–
en tanto que vía de escape. Cuando a su vez ésta pierde vigor,
deja paso a un «tiempo de caos sistémico», en el que los
capitales territoriales rivales resuelven sus diferencias mediante sus
respectivos Estados, en el campo de batalla militar. El Estado que surge
victorioso de esas guerras establece una hegemonía en todo el sistema
que permite un nuevo ciclo de expansión
material para comenzar de nuevo. Esa hegemonía suele implicar un nuevo
modelo de producción, que asocia capitalismo y territorialismo con
arreglo a modalidades inauditas, capaz de convencer a todos los demas
Estados de que la potencia hegemónica es «la fuerza motriz de
unaexpansión general del poder de todas las clases dominantes sobre sus
súbditos», que descansa en un bloque social mas amplio. De
la Guerra de los Treinta años surgió la hegemonía
holandesa (finanzas globales mas monopolio comercial); de las Guerras
napoleónicas, la hegemonía britanica (finanzas globales,
predominio en el libre comercio, primer sistema fabril); de las dos Guerras
mundiales, la hegemonía estadounidense (finanzas globales, libre
comercio y corporaciones industriales). ¿Y hoy?
Como Hardt y Negri, Arrighi considera las revueltas antiimperialistas y obreras
el moderno punto de inflexión, que pone fin al ciclo de expansión
material, forzando al capitalismo a la fuite en avant de la
expansión financiera. Un ciclo que ahora se
esta agotando a su vez, del mismo modo
que la hegemonía estadounidense entra en una crisis mortal en Iraq.
¿Qué va a pasar ahora? La clase
trabajadora mundial no ha dejado de cobrar fuerza (16), pero el gran desarrollo
es el ascenso de Extremo Oriente. A principios de la década de 1990,
centrandose en Japón, Arrighi pensaba que había tres
posibles futuros para la humanidad: un imperio mundial, es decir, una
reafirmación del control imperial estadounidense sobre el globo; una
sociedad mundial de mercado, en la que Extremo Oriente, bajo la
dirección de Japón, podría contrarrestar a Estados Unidos
de tal suerte que ningún Estado podría por sí solo seguir
ejerciendo la hegemonía; o el descenso a un estado de guerra
generalizada, en un ataque final de caos sistémico que podría
destruir el planeta.
Unadécada mas tarde, con el ascenso aún mas
preñado de consecuencias de China, descarta la primera posibilidad,
conservando sólo la esperanzadora segunda y –diminuendo– la
catastrófica tercera (17). El surgimiento de una sociedad mundial de
mercado, predicha hace mucho tiempo por Adam Smith, significaría el
final del capitalismo, puesto que el nexo entre el Estado y las finanzas,
nacido de la rivalidad interestatal, que define a aquel, habría
desaparecido; y la llegada de la tan esperada y necesaria equiparación
de la riqueza entre los pueblos de la tierra, que él mismo auspiciaba.
4
En cambio, la historia de Bull comienza en el siglo XVII, con las primeras
indicaciones de una inteligencia colectiva involuntaria, distinta de la
voluntad colectiva consciente, en el pensamiento político de Spinoza.
Pasando de Mandeville directamente a Smith, en la figura de la mano invisible del mercado, y a Stewart, en la
figura del origen natural del gobierno, esta
tradición se tradujo finalmente en la teoría general del orden espontaneo de Hayek –tal vez la
mas poderosa de todas las legitimaciones del capitalismo–. Hoy ha vuelto a
reaparecer con la «inteligencia en enjambre» de la multitud de
Hardt y Negri, contrapuesta al Estado que supuestamente encarna la
soberanía popular, que se remonta a Rousseau18.
Sin embargo, la dicotomía a la que vuelven Hardt y Negri es en efecto
una expresión del
punto muerto de la agencia política contemporanea, que se ha
traducido en un estancamiento provocado por las presiones del mercado globalizado y lasreacciones
populistas de defensa contra el mismo. En su tiempo, sugiere
Bull, Hegel ofreció una solución de la antinomia.
LaFilosofía del derecho contruye un
transito de la inteligencia espontanea de la sociedad civil
–el mercado, tal como
fue teorizado por la economía política escocesa– a la
voluntad ordenada de un Estado liberal. Desmantelado a principios del
siglo XX por sus adversarios de derecha e izquierda, tal es el legado que
precisa una metamorfosis. Puesto que lo que ha ocurrido entretanto ha sido la
desintegración del Estado global, cuyas
encarnaciones superpuestas han sido los imperios europeos, soviético y
estadounidense: primero la descolonización, luego la
descomunistización y ahora, manifiestamente, el declive de la
hegemonía estadounidense. Así, pues, ¿significa esto el
estreno imparable de una sociedad global de mercado: la inteligencia colectiva
desprovista de toda voluntad colectiva? No necesariamente. La entropía
del Estado global podría liberar en su lugar estructuras disipativas que
invertirían la fórmula hegeliana: no subsumiendo la sociedad
civil en el Estado, sino –en la dirección opuesta–
reconstituyendo la sociedad civil sobre una base potencialmente no de mercado,
con arreglo a la extinción del Estado, que antaño imaginaran Marx
y Gramsci.
5
Estas construcciones forman un conjunto de empresas
imaginativas, que tratan de mirar mas alla de los titulares
epifenoménicos del
periodo conforme a una lógica a largo plazo de los cambios
histórico-mundiales que estamos atravesando. Sin embargo, por
masapartada de la patina de los acontecimientos actuales que
pueda parecer una u otra, cada una de ellas puede
señalar rasgos empíricos del
periodo como
prueba de su argumento. La democracia representativa se ha extendido por todo el
mundo desde finales de la década de 1980, desde Europa del Este hasta
Extremo Oriente y Sudafrica, sin que puedan divisarse retrocesos o
parones; han nacido nuevos Estados-nación, desde el Caúcaso hasta
el Pacífico, y sin embargo no se ha inventado ninguna forma de
democracia que los supere. Las redes populares se han
fusionado sin dirección central, en Seattle o Génova. Los porcentajes
estadounidenses del
comercio y de la producción mundiales han descendido. China –y en general Extremo Oriente–
se convertira probablemente en el centro de gravedad de la
economía global dentro de unas décadas. En efecto, las reacciones
populistas han sido hasta el momento la principal
respuesta a la expansión del
mercado globalizado.
6
Desde el punto de vista intelectual, las cuatro versiones parten de pensadores
anteriores al surgimiento del socialismo moderno: Spinoza
para Negri, Smith para Arrighi, Hegel para Bull, Marx antes de Marx (el joven
demócrata renano, anterior alManifiesto) para Nairn. Todos tienen una
formación italiana, pero en cierta medida también podrían
decir, con Negri: «He lavado mi ropa en el
Sena». Esto es algo manifiesto en el caso de Hardt y Negri, buena parte
de cuyo vocabulario –el Imperio planar; el nómada; el
biopoder– proceden directamente de Deleuze o Foucault. Pero
también esvalido en el caso de Arrighi, cuya visión del
capitalismo depende fundamentalmente de Braudel. Para Nairn, es Emmanuel Todd
el que ha descifrado con la mayor audacia, aunque un
tanto locamente, las premisas antropológicas de la modernidad. El último pensador citado por Bull, y el mas cercano
a su propósito desde el punto de vista descriptivo, es Sartre.
Desde el punto de vista político, las cuatro versiones coinciden en que
la globalización ha de ser recibida con aprobación, y en que ha
acarreado consigo los primeros o últimos estertores de la
hegemonía estadounidense (19).
7
La principal línea divisoria entre las diferentes versiones sigue el eje
del Estado. Para Hardt y Negri, Arrighi y Bull, la
extinción del Estado –nacional, en el
primer caso; hegemónico en el segundo; global en el tercero– trae
consigo el eclipse del
capital. Para Nairn, sucede al revés: sólo la plena
emancipación del Estado-nación puede
universalizar la democracia, y asegurar la diversidad cultural necesaria para
la invención de nuevas formas sociales, que tendran que ser
imaginadas, mas alla del
orden neoliberal. Las preguntas que pueden formularse a cada una de estas
construcciones estan bastante claras. A Nairn
la siguiente: puede que la democracia esté extendiéndose por el
mundo, ¿pero no esta tornandose cada vez mas
débil a medida que se extiende, no de forma accidental, sino como
una condición de su extensión? Han surgido
nuevos Estados-nación, pero casi todos los recién llegados son
débiles o marginales. Es posible que alguna forma de
fronteraconstituya un a
priori antropológico, ¿pero por qué debe ser
nacional, en vez de civilizatoria, regional, cantonal o de otro tipo? A Hardt y
Negri esta pregunta: ¿es la multitud no sólo una figura
teológica, como queda implicado en su prometido
«éxodo», y el «acontecimiento» que
instalara la democracia universal en lugar del Imperio un
fenómeno milagroso? A Arrighi esta cuestión: el imperio mundial o
la sociedad mundial de mercado sólo podría suponer el fin del capitalismo
si la definición que Braudel ofrece de éste último como
algo que se limita a la esfera de las altas finanzas –y no a las del
comercio o la producción– generada por la rivalidad interestatal,
fuera valida. Ahora bien, ¿lo es?
¿y es realmente cierto que la insurgencia de los trabajadores a escala mundial ha venido aumentando desde la década
de 1980? A Bull la siguiente pregunta: un punto muerto
entre la globalización del mercado y
las reacciones populistas contra la misma implica que ambos tienen un peso
equivalente, y que por ende ninguno avanza a expensas del otro: ¿es esto lo que indican los
últimos veinte años? Si la versión actual del Estado global (esto es, la hegemonía
estadounidense) esta disolviéndose, ¿por qué no
habría de traducirse en un mosaico de potencias regionales de mercado,
delimitado por espacios de civilización, en lugar de en una sociedad
civil global sea o no de mercado, de acuerdo con las tesis de Hungtinton? Pero
estas son visiones que marcan indudables puntos de referencia para la
discusión del
futuro. Los argumentos que sepresenten contra las mismas han
de ser de la misma calidad.
Bibliografía
1 El tamaño de las reservas ocultas de Iraq,
que continúa cifrandose en un
múltiplo incierto de la producción del
país, podría haber pesado mas en el pensamiento a largo
plazo sobre la guerra, tal como
ha insinuado Greenspan.
2 Ermattungsstrategie: «estrategia de
desgaste»; Niederwerfungsstrategie: «estrategia de la derrota
» –términos acuñados por el historiador militar
aleman Hans Delbrück una década después de la Guerra
franco-prusiana. Para sus usos políticos, véase «The Antinomies of
Antonio Gramsci», NLR I/100 (noviembre-diciembre 1976), pp. 61-70.
3 El sobresaliente trabajo de John Mearsheimer y Stephen Walt ha roto
finalmente ese silencio: primero con su ensayo, «The Israel
Lobby», London Review of Books, 23 de marzo de 2006, y luego con el
libro al que dio lugar, The Israel Lobby and US Foreign Policy, Nueva
York, 2007. Véase también el informe bien
documentado de Michael Massing, «The Store over the Israel
Lobby», The New York
Review of Books, 8 de junio de 2006. En marcado contraste se ha puesto
de manifiesto la pusilanimidad general de la izquierda estadounidense,
inclinada a hacer hincapié en el papel de su espantajo, la derecha cristiana, como
culpable mas aceptable, mientras que en realidad la función de
esta última ha sido claramente la de una force
d’appoint [fuerza de apoyo]. Los políticos israelíes
son mas vigorosos, cuando Olmert describe sin ambages «las
organizaciones judías» como
«nuestra base de poder en EstadosUnidos»: Financial Times, 30
de noviembre de 2007.
4 Pocos días después del
ataque, Fredric Jameson señalaba lo siguiente: «Los
acontecimientos históricos no son puntuales, sino que se extienden en un
antes y un después del
tiempo que sólo se revela gradualmente», London Review of Books, 4
de octubre de 2001. Para una argumentación completa de su tesis, véase
«The Dialectics of Disaster», South Atlantic
Quarterly (primavera 2002), pp. 297-304.
5 Véase Bruce Lawrence (ed.), Messages to the World. The
Statements of Osama Bin Laden, Londres y Nueva York, 2005, pp. 9-10 [ed. cast.: Mensajes al mundo. Los
manifiestos de Osama Bin Laden, Madrid,
Foca, 2007].
6 Véase la consideración de Ali
Allawi, ministro de Finanzas bajo la ocupación estadounidense,
escasamente inclinado a minimizar la tiranía del régimen: «El partido
Ba’ath tenía mas de dos millones de miembros en el momento
en el que el régimen fue derrocado. Pero no era en
modo alguno exclusiva o incluso predominantemente arabe suní.
Los chiíes e incluso los turcomanos y unos pocos
kurdos estaban bien representados en toda la estructura del
partido », aunque, por supuesto, «los escalafones superiores del partido, y sus
unidades clave organizativas y de seguridad eran abrumadoramente
suníes». Concluye: «No basta con equiparar sus
años en el poder con las calamidades que se han
precipitado sobre Iraq.
El Partido Ba’ath se había metamorfoseado en
algo mas. Se convirtió en una abreviatura simbólica
que recubría lealtades mas complejas»: A. Allawi, The
Occupation of Iraq, New Haven,
2007, pp.148-149.
7 Para una tesis convincentemente argumentada, aunque teñida con
una ironía final, de que semejante resultado sería un
óptimo arreglo para Estados Unidos, véase Jim Holt,
«It’s the Oil!», London Review
of Books, 18 de octubre de 2007.
8 Para esta distinción, véase el
penetrante ensayo de Stephen Gill, «A Neo-Gramscian Approach to European
Integration», Alan Cafruny y Magnus Ryner (eds.), A Ruined Fortress?
Neo-liberal Hegemony and Transformation in Europe,
Lanham, 2003.
9 Véanse, respectivamente, «Plan para una pensión
global», NLR 47, septiembre-octubre de 2007, pp. 71-92; y How to
Democratize the European Union and Why Bother?, Lanham, 2000, pp. 44-46.
10 Véase, como contribución mas reciente, What
Should the Left Propose?, Londres y Nueva York, 2006; y acerca del discurso
sobre la crisis, False Necessity, Londres y Nueva York, 2004, pp. 540-546.
* Robert Brenner, Teoría económica de la turbulencia
global, Madrid, «Cuestiones de antagonismo », Akal
2008; Planeta de ciudades miseria, Madrid, Foca, 2008; El monstruo
llama a nuestra puerta. La amenaza global de la gripe
aviar, Mataró, Ediciones de Intervención Cultural, 2006. [N.
del T.]
11 K. Polanyi, The Great Transformation, Londres, 1944, pp. 72-73
[ed. cast.: La gran transformación, Madrid, La Piqueta,
1989].
12 Para estas estimaciones, véase Richard
Freeman, «What Really Ails Europe (and America). The
Doubling of the Global Workforce», The Globalist, 3 de junio de
2005. Freeman, uno de los principales economistas de
Harvard, dirige el LaborStudies Program en el National Bureau of Economic
Research.
13 Giovanni Arrighi, El largo siglo XX [1994], Madrid,
«Cuestiones de antagonismo 3», Akal, 2000; Adam Smith en
Pekín, Madrid, «Cuestiones de antagonismo 50», Akal,
2007. [N. del T.]
14 Tom Nairn, «History’s
Postman», London Review of Books, 26 de enero de 2006. Otros
textos clave incluyen «Out of the Cage», «Make for the
Boondocks», «Democratic Warming» y «The Enabling
Boundary», LRB, 24 de junio de 2004, 5 de mayo de 2005, 4 de agosto
de 2005 y 18 de octubre de 2007, respectivamente, y «America: Enemy of
Globalization», openDemocracy, 2003.
15 Michael Hardt, Antonio Negri, Multitude, Nueva York, 2005, p. 358
[ed. cast: Multitud, Madrid, Debate, 2004].
16 Véase Beverly Silver, Forces
of Labor: Workers’ Movements and Globalization since 1870, Cambridge, 2003 [ed. cast.: Fuerzas
del trabajo, Madrid,
«Cuestiones de antagonismo 31», Akal, 2005].
17 Giovanni Arrighi, Adam Smith in Beijing. Lineages of the Twenty-First
Century, Londres y Nueva York, 2007, pp. 7-8 [ed. cast.:
Adam Smith en Pekín, cit.].
18 Malcom Bull, «Los límites de la
multitud», NLR 35, septiembre-octubre de 2005, pp. 19-39;
seguido de «Estados del fracaso», NLR 40, julio-agosto de
2006. Textos posteriores: «Vectores de la
biopolítica», NLR 45, mayo-junio de 2007, y «The
Catastrophist», London Review of Books, 1 de noviembre de 2007.
19 La principal diferencia
entre Imperio y Multitud radica en el derribo del
ídolo de la República estadounidense en la segunda obra.