El tumbo y sus propiedades
El tumbo, fruto hidratante y bajo en calorías
El tumbo es un fruto de los valles interandinos, ideal para el verano por ser
hidratante, bajo en calorías pero rico en minerales y vitaminas,
así como por sus propiedades terapéuticas contra calculos
renales, malestares urinarios y dolores estomacales, entre otros usos
medicinales.
Por su forma en algunos frutos, similar al platano, en muchos mercados
se le identifica como 'banano de la pasión'. Se consume la
pulpa, semilla incluso cascara de los frutos maduros, en forma cruda, en
jugos, en mermeladas, tragos y otras formas. En algunas zonas se hace vino.
Se afirma en la pagina web wordpress.com que desde las culturas
preincaicas era el fruto ideal no solo para calmar la sed de forma apetitosa y
contribuir a mantener la piel bien nutrida e hidratada, sino por sus nutrientes
esenciales que revitalizan el organismo sin engordar.
Por esta razón el tumbo junto con otras frutas que tienen alto contenido
en vitamina C como el maracuya, las naranjas y toronjas, son
recomendables para consumirlas en la temporada veraniega, como parte de las
dietas hipocalóricas.
Las zonas de producción se ubican de 1.000 a 3.500 metros sobre el nivel
del mar de preferencia en la sierra de las regiones de Ancash, Junín,
Moquegua, Huancavelica. Requiere clima con temporadas altamente húmedas
y secas, con mayor éxito en vallesinterandinos. Temperaturas que van de
18° a 24°C, cultivandose mayormente bajo lluvia.
Tiene un alto contenido de vitaminas C (acido ascórbico), A y B,
tiamina, riboflavina, niacina, asimismo calcio, fósforo, hierro y fibra.
En menor cantidad carbohidratos y calorías.
Debemos tener en cuenta que la vitamina C es un poderoso agente antioxidante
que incrementa la absorción de hierro a nivel gastrico, por lo
cual deben consumirse juntos para evitar y tratar la anemia.
Sintetiza el colageno para el mantenimiento de cartílagos,
ligamentos, huesos, tendones, dientes y vasos sanguíneos. Estimula el
sistema inmunológico. Es antialérgico y útil en la
prevención y tratamiento del resfrío y la gripe.
PROPIEDADES MEDICINALES
Contribuye con la cicatrización de heridas y detención de
hemorragias.
Es recomendable para mantener la belleza de la piel, eliminando arrugas y
manchas del rostro y ayudando a recuperar la elasticidad.
Evita los calculos renales, malestares urinarios y dolores estomacales.
Contiene provitamina A o betacaroteno se transforma en vitamina A en nuestro organismo,
esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las
mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema
inmunológico.
Interviene en la formación de colageno, huesos y dientes,
glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los
alimentos y la resistencia a las infecciones.
La palabra moderna “inmunidad” deriva del latín immunis, que
significa exención del servicio militar, el pago de impuestos o otros
servicios públicos.[3] La primera descripción escrita del
concepto de inmunidad pudo ser hecha por el ateniense Tucídides que, en
el 430 a. C., describió que cuando la peste afectó a Atenas
“los enfermos y los moribundos estuvieron cuidados por la atención
compasiva de esos que se habían recuperado, porque sabían el
tratamiento de la enfermedad y estaban ellos mismo libres de aprensiones.
Ninguno fue atacado jamas una segunda vez, o no con un resultado
fatal”.[3] El término “immunes”, también se
encuentra en el poema épico “Farsalia” escrito alrededor del
60 a. C. por el poeta Marco Anneo Lucano para describir la resistencia de una
tribu norteafricana al veneno de las serpientes.[2]
La primera descripción clínica de la inmunidad que surgió
de una enfermedad específica por un organismo causante es probablemente
Kitab fi al-jadari wa-al-hasbah (Un tratado sobre la viruela y el
sarampión) escrito por el médico islamico Al-Razi en el
siglo IX. En el tratado, Al-Razi describe la presentación clínica
de la viruela y el sarampión y pasa a indicar que esta exposición
a estos agentes específicos otorga inmunidad duradera (aunque no usa
este término).[2] No obstante, fue con la Teoría germinal de las
enfermedades de Louis Pasteur que laincipiente ciencia de la inmunología
comenzó a explicar cómo las bacterias causaban las enfermedades,
y cómo, después de la infección, el cuerpo humano
aumentaba la capacidad de resistir mas ofensas.[3]
Louis Pasteur en su laboratorio, 1885.El nacimiento de la inmunoterapia pasiva
pudo haber comenzado con Mitrídates VI, que buscó acostumbrarse
al veneno, y tomó dosis de veneno no letales diariamente para
desarrollar tolerancia. También se dice que Mitrídates
creó un 'antídoto universal' para protegerse de todos los venenos
terrestres.[2] Durante casi 2000 años, se creyó que los venenos
eran la causa directa de las enfermedades, y una complicada mezcla de
ingredientes, llamada Mitrídate, era usada para curar el envenenamiento
durante el Renacimiento.[2] Una versión actualizada de esta cura,
Theriacum Andromachi, fue bastante usada en el siglo XIX.[4] En 1888 Émile
Roux y Alexandre Yersin aislaron la toxina de la difteria, y después del
descubrimiento de la inmunidad hacia la difteria y el tétanos basada en
antitoxinas en 1890 por Behring y Kitasato, la antitoxina se convirtió
en el primer gran éxito de la inmunología terapéutica
moderna.[2]
En Europa, la inducción de la inmunidad activa surgió en un
intento de contener la viruela. La inmunización, sin embargo,
había existido de varias formas durante al menos un milenio.[3] El uso
mas antiguo de la inmunización es desconocido, no obstante,
alrededor del 1000 d. C., los chinos comenzaron a practicar una formade
inmunización secando e inhalando polvos derivados de las costras de las
lesiones de la viruela.[3] Alrededor del siglo XV en India, el Imperio otomano,
y Africa Oriental, la practica de la variolación (meter en la
piel material en polvo derivado de las costras de la viruela) se
convirtió en bastante común.[3] La variolación fue
introducida a Occidente a principios del siglo XVIII por Lady Mary Wortley
Montagu.[3] En 1796, Edward Jenner introdujo el método mucho mas
seguro de la inoculación con el virus de la viruela vacuna, un virus no
mortal que también inducía inmunidad a la viruela. El
éxito y la aceptación general del procedimiento de Jenner
conduciría mas tarde la naturaleza general de vacunación
desarrollada por Pasteur y otros hacia finales del siglo XIX.[2]
Inmunidad pasiva
La inmunidad pasiva es la transferencia de inmunidad activa, en forma de
anticuerpos, de un individuo a otro. La inmunidad pasiva puede ocurrir de
manera natural, cuando los anticuerpos maternos son transferidos al feto a
través de la placenta, y también puede ser provocada
artificialmente, cuando altos niveles de anticuerpos humanos (o de caballo)
específicos para un patógeno o toxina son transferidos a
individuos no inmunes. La inmunización pasiva se usa cuando hay un alto
riesgo de infección y tiempo insuficiente para que el cuerpo desarrolle
su propia respuesta inmune, o para reducir los síntomas de enfermedades
crónicas o inmuno