DICCIONARIO DE LA LITERATURA CUBANA
T
Taller Literario. (Santiago de Cuba, 1963- ). Revista publicada por «los
estudiantes de la joven Escuela de Letras de la Universidad de Oriente»,
se lee en el machón del
primer ejemplar visto (número 2), correspondiente a septiembre de 1963.
Por referencias conocemos que el primer número vio la luz en mayo.
Algunos alumnos de la escuela, como Alfredo Reyes Trejo, Efraín Nadereau
y Orlando Aloma, fueron encargados, entre otros, de la
publicación del número 2. El próximo número
revisado es el 6, fechado en noviembre de 1965. Su periodicidad fue muy
irregular. Salió mensual, bimestral, trimestral, o según las
posibilidades de publicación. En notas aparecidas en varios
números expresaban que «Los números ordinarios contienen
sólo trabajos escritos por estudiantes universitarios, casi siempre
alumnos de la propia Escuela y frecuentemente los primeros que publican los
mismos». A partir del
número 22, correspondiente a septiembre de 1971, la revista
comenzó a denominarse Taller. Desde el número siguiente (23),
fechado en febrero de 1972, la publicación contó con la
dirección de Pedro Ortiz, la jefatura de redacción estuvo a cargo
de Rebeca Ulloa y el consejo de redacción quedó integrado por
Rafael Catralero, Ignacio Vazquez y Josefa Hernandez. Varios
profesores, como
Rosario Esteva y Marta Parada, fueron asesores técnicos de la
publicación. Publicó poemas, cuentos, crítica literaria y
cinematografica, trabajos literarios, históricos, sobre artes,
teoría literaria, filosofía,lingüística, y
pequeñas piezas dramaticas, entrevistas con personalidades
destacadas de la cultura nacional y noticias acerca de la vida cultural
universitaria. Colaboraron en sus paginas, fundamentalmente, como ya
hemos señalado, alumnos de la Escuela de Letras de Oriente, entre los
que se destacan, por su mayor constancia, Guillermo Orozco, Efraín
Nadereau, Daisy Valls Martín y Wilkie Delgado. Otros colaboradores fueron,
también entre los jóvenes orientales, Rafael Soler, Juan Leyva,
Waldo Leyrva, Joel y Ariel James y René Muiños. También
publicó colaboraciones de Eliseo Diego, Roberto Fernandez
Retamar, Onelio Jorge Cardoso, Cintio Vitier, Francisco López Segrera,
Ricardo Repilado, [Jesús] Cos Causse y otros. El último
número revisado (28) corresponde a agosto de 1974. Efraín
Nadereau Maceo publicó, en el número 27 de la propia revista,
correspondiente a diciembre de 1973, entre las paginas 34-43, su trabajo
«10 años de Taller», índice de la revista, que
comprende desde su primer número hasta el 25, de enero de 1973.
TALLERES LITERARIOS. Fueron creados poco después del triunfo de la Revolución con la
finalidad de ayudar en un amplio sentido a los que se inician en la literatura.
Su orientación esta a cargo de la Dirección Nacional de
Literatura del
Consejo Nacional de Cultura, la que en sus diversas instancias -provincial,
regional y municipal-, supervisa y encauza sus actividades. La creación
de los talleres literarios se hizo necesaria «Para
contribuir a la formación de nuevos escritores acordes con el
desarrollode nuestra sociedad». Ademas, constituyen un «
vehículo nucleador a través del
cual pueden canalizarse las inquietudes artísticas y apoyar, a su vez,
la política emanada del
Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura». El taller
literario no es mas que un lugar de trabajo, un laboratorio literario
donde sus miembros se reúnen, semanal o quincenalmente, para leer,
discutir y analizar sus trabajos. Un amplio espíritu crítico caracteriza
estas sesiones de trabajo, en las que todos se ayudan mutuamente. Durante
varios años la labor del taller se centró en la discusión
de lo escrito -sobre todo cuentos y poesías, géneros ambos que
siguen primando como los de mayor preferencia-, pero ha sido
preocupación de la Dirección Nacional de Literatura el brindar
apoyo de caracter técnico, el cual ha tenido hasta el presente
dos vías fundamentales: la primera de ellas ha sido la visita regular a
los talleres de escritores de mas experiencia, quienes ofrecen charlas
sobre diversos aspectos de interés literario y también, en un
momento dado, se convierten en un miembro mas del taller, pues
participan directamente en el enjuiciamiento de los trabajos leídos por
sus integrantes, aunque, desde luego, ofrecen opiniones mas maduras y
practicas, basadas en su propia experiencia. La otra vía de apoyo
técnico que brinda la Dirección Nacional de Literatura es el
envío periódico de libros, folletos y diversos materiales de
caracter metodológico, específicamente editados para los
talleres. Así, por ejemplo, se han publicado varioscuadernos con el
título de Folleto metodológico. En ellos se plasman aspectos
basicos de la poesía (rima, métrica, estructura del poema,
etcétera). La publicación de estos materiales y otros a los que
se tiene facil acceso, como libros de historia de la literatura cubana,
teoría literaria, nociones de estética marxista y
apreciación literaria, ha significado, de hecho, que las reuniones de
los talleres se haya comenzado a dividir en dos partes: en la primera se
realiza el analisis de las obras presentadas y en la segunda se leen y
discuten los diversos textos metodológicos. Teniendo como deberes
inmediatos «Trabajar activamente por el desarrollo y estudio de nuestras
propias formas y valores culturales» y «Eliminar toda
manifestación que incida en la penetración cultural y el
diversionismo ideológico», los integrantes de los talleres
literarios dan a conocer sus producciones literarias a través de
boletines o revistas literarias que ellos mismos confeccionan. Algunos de estos
boletines se han destacado por su continuidad. Así, por ejemplo, merecen
destacarse Turiguanó, órgano de los talleres literarios del regional Morón, en la provincia de
Camagüey; Taller «Rubén Martínez Villena», en la
propia capital camagüeyana; Con la Mies en Parvas, del regional Caibarién, en Las
Villas, titulado ahora De Pronto En La Habana se publicó algún
tiempo El Pregonero de Jesús del
Monte. Para lograr una mejor confección
y uniformidad en estas revistas literarias, la Dirección Nacional de
Literatura ha editado una «Guía para laconfección de los
boletines», que sin eliminar las iniciativas propias de cada taller,
ayuda a una mejor y mas organizada realización de este importante
medio de difusión cultural. El punto 3 señala lo siguiente:
«El boletín debe ser vehículo para que los integrantes de
un taller den a conocer sus creaciones. Se hace esta aclaración porque
hay boletines en los que colaboran compañeros que no pertenecen al
taller que lo imprime. Esto no es en sí reprochable -por el contrario,
podría resultar un útil y fraternal intercambio entre los
talleres-, pero debe hacerse sin sacrificar a los compañeros que son
miembros del taller que edita el boletín y evitando siempre que
algún compañero mas prolífico que los otros utilice
estas publicaciones para darse a conocer ampliamente. El boletín es como un núcleo en
torno al cual se agrupa el taller, y lo debe representar.» En el punto 4
orienta lo siguiente: «Asimismo, es conveniente que los boletines publiquen
noticias sobre las actividades que realiza el taller, o culturales en general
que hayan tenido lugar en la región y merezcan destacarse.
También pueden publicarse materiales didacticos que sean de
utilidad para la formación del
escritor.» Principalmente en las capitales de provincia, los miembros de
los talleres literarios colaboran en las paginas literarias de los
periódicos y prestan su colaboración en programas radiales.
También, dentro de su campo de trabajo, la Dirección Nacional de
Literatura « busca que los integrantes de los talleres literarios
ofrezcan lecturas y charlasen centros de trabajo o de estudio, así como que participen en
las actividades culturales que realizan nuestro organizaciones de masas».
Una actividad que ha ido adquiriendo cada vez mayor importancia es la
realización de encuentros entre talleres, tanto de una misma o de
diferentes provincias como
encuentros de caracter nacional. Manteniendo características
similares a las de los talleres de base, a estos encuentros-debate concurren,
según la instancia en que se desarrollen, los mejores trabajos, que son
ampliamente analizados y discutidos. Sin duda, esto contribuye a que de
año en año haya ido aumentando el nivel de los trabajos que se
presentan, así como
« de los juicios que se emiten, de la exactitud para apreciar la
creación literaria []. Se trata de un salto de calidad que nos indica
que la labor de los talleres ha sido fructífera». Actualmente
funcionan mas de cien talleres literarios en todo el país. Muchos
de sus miembros han recibido premios y menciones en diferentes concursos
literarios, como el «David», convocado por la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba y la Unión de Jóvenes Comunistas.
Ya que la superación de los participantes y la selección de los
trabajos a presentar se realizan de una manera sistematica, los miembros
de los talleres son evaluados semestralmente. Si el avance ha sido positivo, el
autor es promovido a la Brigada «Hermanos Saíz»,
sección de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba destinada a
los noveles. Por supuesto, esto entraña mayores responsabilidades, ya
que laBrigada exigira libros y un analisis de los trabajos mucho
mas riguroso; ademas, el brigadista debera, como miembro destacado de
su taller, asesorar a sus compañeros y a los otros talleres de la
región donde realice sus actividades. En ocasión de efectuarse el
Primer Encuentro Debate Nacional de los talleres literarios de todo el
país, el miembro del Secretariado del Comité Central del Partido
Comunista de Cuba, comandante Antonio Pérez Herrero, envió un
mensaje en el que exhortaba a los participantes a « aprender de
nuestro pasado, de los enaltecedores hechos de la construcción
socialista, de nuestros genuinos valores literarios anteriores y presentes, de
las elevadas conquistas culturales de los hermanos países socialistas y
de las creaciones verdaderas de la cultura universal [para] crear obras
artísticas a favor del hombre, de su felicidad y perfeccionamiento, con
una rigurosa exigencia de calidad. y capaces de estar a la altura de los
requerimientos de nuestro pueblo trabajador y combatiente»
BIBLIOGRAFÍA
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1975. B M, R «Talleres: II encuentro», en Bohemia, La Habana, 67 (49): 22, dic. 5,1975
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Folleto metodológico. Talleres literariosNº 1 La Habana, Talleres del Consejo Nacional de
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Habana, 11 (272) 5 nov 18 1975.
TALLET, José Zacarías (Matanzas,
18.10.1893). Cursó los primeros estudios en El Sagrado Corazón en
su. ciudad natal. En 1912, tras haber abandonado su propósito de
ingresar en el Seminario de los Padres Paúles, en España, se
trasladó con su familia a Estados Unidos. En Nueva York se graduó
de contador enel Heffly Institute of Commerce. A su regreso a Cuba trabajó como cajero, secretario, mecanógrafo,
contador, escribiente, bibliotecario. Fue amigo íntimo y cuñado
de Rubén Martínez Villena. Participó en la Protesta de los
Trece en la Universidad Popular José Martí, en la Falange de
Acción Cubana, en el Movimiento de Veteranos y Patriotas y en el Grupo
Minorista. Colaboró en Grafos, Atuei, Revista de La Habana, Alma
Mater, Social, Carteles. Para estas dos últimas tradujo novelas y
cuentos del
inglés y el francés. Fue administrador y miembro del consejo de
dirección del periódico Venezuela Libre (1925), editor de la
Revista de Avance (1927-1928), director del magazine de El Mundo (1928-1933),
subdirector del diario Ahora, (1933-1935), jefe de redacción de la
revista Baragua (1937). Participó como jurado en el concurso para el Premio
Nacional de Poesía en 1937. Trabajó como redactor en El País entre 1943 y
1960. En 1944 le fue otorgado el Premio de Poesía Bonifacio Byrne, pero
no lo recibió. Durante diecisiete años enseñó
historia universal, y de Cuba en la Escuela Profesional de Periodismo
«Manuel Marquez Sterling», de la que fue director en 1959 y
1960. En 1959 ofreció un recital comentado en el Aula Magna de la
Universidad de la Habana. En 1960 fue nombrado director de un departamento de
política regional en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Fue
redactor en El Mundo hasta 1968. Ha ofrecido diversas conferencias y recitales
junto a Regino Pedroso, Nicolas Guillén y Ramón Guirao,
fue uno de los iniciadores de lapoesía de tema negro y social en Cuba.
Ha colaborado en los últimos años en Unión, Islas, Bohemia.
Sus poemas han sido traducidos al inglés, aleman, rumano.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
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BIBLIOGRAFÍA PASIVA,
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TAMAYO, Évora (La Habana, 15.1.1940). En su ciudad natal cursó la
enseñanza primaria y la secundaria, esta última en el Instituto
de la Habana. En 1960 terminó sus estudios en la Escuela Profesional de
Periodismo «Manuel Marquez Sterling». Cursó, hasta
segundo año, la carrera de Ciencias Jurídicas en la Universidad
de la Habana. En 1961 comenzó a trabajar como periodista.
Perteneció a la redacción de Juventud Rebelde. Ha colaborado en
Bohemia, Lunes de Revolución, La Gaceta de Cuba, El Caiman
Barbudo y Taller Literario. Sus trabajos humorísticos han aparecido en
los seminarios El Sable, La Chicharra y Palante.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
Cuentos para abuelas enfermas. La Habana. Eds. El Puente, 1964. La vieja y la
mar. La Habana, Eds. Revolución, 1965.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Antón, Mercedes. «¿Quién es Évora?
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Gonzalez, Reynaldo. «De abuelas, sapotauros y otros tropiezos cotidianos»,
en Unión. La Habana, 5 (1): 172-176, ene.-mar., 1966. Hurtado,
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Bohemia. La Habana, 57 (46): 24-25, nov. 12, 1965. Núñez
Machín, Ana. «Évora, el mar y las abuelas», en El Mundo.
La Habana, 65 (21 561): 4, abr. 22, 1966. Piñera, Virgilio. «Évora:
nietas y abuelas», en La Gaceta de Cuba. La Habana, 3 (37): 22, may. 20,
1964. Rodríguez Bethancourt, Miriam. «Dialogo con
Évora Tamayo», en Bohemia. La Habana, 57 (46): 24, nov. 12, 1965.
TANCO Y BOSMENIEL, Félix (Santa Fe de Bogota, 11.1797-Long Island,
Estados Unidos, 26.9.1871). Muy joven se trasladó con su familia a Cuba,
donde realizó sus estudios. Amigo de Domingo del Monte desde 1819,
asistió a sus tertulias y mantuvo con él una copiosa
correspondencia. Sus criterios singulares lo llevaron a polemizar muchas veces
con distinguidas figuras de su tiempo. En 1844 estuvo encarcelado por
abolicionista. Ese año se trasladó a España, donde
gestionó una pensión por sus servicios en el Correo. A su regreso
a Cuba trabajó en casas de comercio y en el semanario El Iris.
Colaboró en numerosas publicaciones periódicas, como El Plantel,
Revista de la Habana, La Aurora de Matanzas, El Amigo del Pueblo, Brisas de
Cuba, entre otras. Algunas de sus poesías, que nunca recopiló,
fueron incluidas por Ignacio Herrera Davila en el libro Rimas americanas
(1833). En 1838 escribió su novela Petrona y Rosalía, de
temaantiesclavista. Desde ese mismo año circuló manuscrita. En
1925 apareció publicada en la revista Cuba Contemporanea. Esta
obra formaba parte de una serie de novelas titulada Escenas de la vida privada
en la Isla de Cuba. En 1869 se trasladó a Nueva York siguiendo a sus
hijos, relacionados con el movimiento revolucionario. Usó los
seudónimos Elezio Cundamarco, Frías, Un habanero, Un suscriptor
al Plantel, Verafilo y Los dos lógicos, este último en
colaboración con Blas de Osés.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
Refutación al folleto intitulado Viaje a la Habana por la Condesa de
Merlin [Por] Veratilo, seud. Publicado en el Diario. La Habana, Imp. del
Gobierno, 1884. Los jesuitas en La Habana. Filadelfia, King y Baerd, 1862.
Representación a la Reina de España sobre la abolición de
la esclavitud. Filadelfia, 1862 Probable y definitivo porvenir de isla de Cuba.
Cayo Hueso (EE.UU.), 1870.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Carbonell, José Manuel, «Félix M. Tanco y Bosmiel
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Recopilación dirigida, prologada y anotada por [] T. 2. La Habana,
Imp. El Siglo XX, 1928, p. 38-39 (Evolución de la cultura cubana
1608-1927, 2). Escoto, José Augusto. «Félix Manuel Tunco
adversario de José de la Luz y Caballero en la polémica sobre el
Eclecticismo», en Revista histórica, crítica y
bibliografica de la literatura cubana. Matanzas, 1 (4): 408-422, 1917.
Gonzalez del Valle, Francisco. «Luz, Saco y Del Monte ante la esclavitud
negra. Cinco cartas inéditas de Félix Tanco y Bosmeniel Domingo
del Monte, relativas a lapropaganda abolicionista inglesa». en Revista
Bimestre Cubana. La Habana, 47:190-196, 1941. Luz y Caballero, José de
la. «Sobre la crítica de Verafilo contra la condesa de
Merlin», en su Escritos literarios. Pról. de Raimundo Lazo. La
Habana, Editorial de la Universidad de la Habana, 1946, p. 106-116 (Biblioteca
de autores cubanos, 11. Obras de José de la Luzy Caballero, 6).
TEATRO El teatro es tal vez la Expresión mas antigua de la isla.
Cuando los castellanos llegan a Cuba, descubren formas litúrgicais y
corales que prefiguran una raíz dramatica, mezclando
poesía, música y danza. Eso y no otra cosa son los areítos,
que interesaron a los cronistas y fatigaron a nuestros investigadores
empeñados en hallar la fuente aborigen de nuestra escena. Tales danzas
corales, con elementos de maquillaje, plumas y colores, disciplina
coreografica, texto repetido de boca en boca aunque nunca escrito,
música de tambores, cascabeles y flautillas, eran dirigidas por los
coreutas o «tequinas», que merecen ser considerados los primeros
poetas, dramaturgos, músicos y coreógrafos cubanos. Junto al
juego de pelota, los areítos son la imagen de la organización
social y cultural de la vida precolombina, aunque con estructuras muy
primitivas si las comparamos con sus iguales (taquis y mitotes) del
Perú, México, Nicaragua o Yucatan. Los teinas de los
areítos consistían en la narración histórica de
hazañas, así como procedimientos rituales de religión y
magia para propiciar cosechas y trabajos colectivos, crónica de caciques
y pequeñas fabulastribales, asamblea popular y regocijo
individual, cultura y al mismo tiempo ejercicio comunal, religión y
magia, mito y realidad. Con la desaparición de los indígenas se
apagaron los areítos y nada dejaron en nuestro teatro. El tan comentado
areíto de Anacaona ha quedado demostrado que no es sino una
versión acriollada del vodú haitiano, y nada digamos de los
«areítos» de Emilio Blanchet, Yaimí y Mayaba (1856),
que de tales no tienen mas que el nombre. Una vez exterminada la
expresión indígena y autóctona, los invasores se dedicaron
exitosamente a importar su teatro.
Como legítima conquista, Cuba creara su escena en forma similar a
España, partiendo de las festividades del Corpus Christi. La mas
antigua referencia la hallamos en Santiago de Cuba, en 1520, donde se paga a un
tal «Pedro de Santiago» por «una danza d' arcos y por
lienzos», lo que coloca a la isla en la primacía de los Corpus en
América. En La Habana, según señalan las Actas
Capitulares, hay también fechas tempranas: 28 de abril de 1570; 10 de
abril de 1573; 25 de mayo de 1576; 18 de mayo de 1577; 20 de agosto de 1588; 21
de mayo de 1590; 18 de abril de 1597, y 2 de julio de 1599, donde se habla ya
de «dos comedias» representadas. La célebre pieza Los buenos
en el cielo y los malos en el suelo, escenificada según se dice el 24 de
junio de 1598 en una barraca en las cercanías de la Fortaleza de La
Habana, no pasa de ser una curiosa noticia que debe mas a la
superchería histórica que a la verdad documental. Las
representaciones en el interior (Matanzas,Puerto Príncipe, Santiago de
Cuba) comienzan en el siglo XVII, pues documentos del Archivo de Indias prueban
que en 1659 las representaciones profanas (como la comedia Competir con las
estrellas) en el interior de iglesias y conventos era cosa común; pero
va en 1680 se ejerce la censura eclesiastica, cuando la Iglesia
prohíbe mostrar comedias profanas en sus edificios y con clérigos
como espectadores.
Mientras tanto, en los barracones surgía otra fuerza escénica de
profundo valor. Los esclavos africanos, arrancados violentamente de su cultura,
trajeron a las Indias no sólo su nostalgia y extrañamiento y sus
costumbres tribales y rituales, sino también su ideología, su
filosofía, su visión cósmica, y las expresaron a
través de danzas y cantos donde dioses y hombres comenzaban de nuevo el
dialogo de la vida y la muerte, como en los misterios de Eleusis. A través
de los Cabildos, lejos de la vista de sus amos blancos y enmascarados como
fiesta o jolgorio, los orishas se desparramaron en un proceso de sincretismo
religioso que creó la santería. En sus mitos, en su
procesión del Día de Reyes, en sus diablitos, en las ceremonias de
iniciación de los yorubas y bantús, en los «caminos»
de sus orishas, hay elementos de escenificación, de conflicto de
dialogo antifonal entre el coro- y el akpwón, que poseen una
indudable silueta dramatica de raíz tragica, con la muerte
y resurrección del iniciado. Mucho mas depurada, aunque posterior
(su creación es ya entrado el siglo XIX), es la «tragedia
abakua» del sacrificio de un chivo, o«embori
mapa», que Ortiz califica de «ambulatoria», pues se
realiza por medio de una procesión entre el cuarto de los misterios o
«famba» y una ceiba cercana, con himnos, danzas y cantos,
que constituyen una verdadera melopea de profundo sentido catartico.
Probablemente de finales de XIX son las «relaciones» o trozos de
obras interpretadas en escenarios callejeros por los negros santiagueros, con
alguna que otra pieza original, donde se mezclan animales y hombres. El negro,
bien como esclavo o liberto, marca una profunda huella en nuestro teatro, pero
se le mantuvo marginado cuando no perseguido, y su imagen escénica
devino el «negrito» (un actor blanco interpretando al negro) o lo
que es lo mismo, en un teatro «negro» escrito, escenificado y
aplaudido por blancos. Sólo después de la Revolución, con
el Instituto de Etnología y Folklore de la Academia de Ciencias, el
Conjunto Folklórico, así como el de Danza Moderna, este mundo
teatral y danzario alcanza categoría, sin que falten dramaturgos que se
acerquen, con un sentido moderno, a esta reserva ancestral aún por
desarrollar.
Sobre nuestra primera pieza hay conjeturas Se habla de un entremés de José
Sotomayor, El poeta, así como de una comedia escrita en Las Villas en
1735 por José Surí, pero no es hasta 1730-33 que el habanero
Santiago Pita y Borroto imprime en Sevilla El Príncipe jardinero y
fingido Cloridano. Aunque hubo dudas sobre la paternidad de nuestra primera
obra, hoy se aceptan la personalidad cubana de Pita así como su talento
creador, capaz de ofrecerla mejor pieza hispanoamericana del XVIII. Inspirado
en una comedia italiana de Giacinto Andrea Cicognini, El príncipe jardinero
mezcla una historia mítica de flores y torneos con la presencia vital de
una criada cuyo tono de broma. burla y picardía, confieren a la obra una
cubanía que escapa a mas de un crítico. Con esta comedia
nace el choteo en el teatro cubano, y sus personajes humildes, un siglo
mas tarde y oscureciendo su piel se transformaran en tipos
vernaculos, olvidando para siempre sus míticos y lejanos
orígenes.
Con Francisco Covarrubias (l7775-1850) nace oficialmente el teatro cubano. Este
extraordinario actor (mereció elogios de directores españoles tan
exigentes como Andrés Prieto e Isidro Maiquez) no sólo fue
el mejor caricato de su época, sino que, como en el caso de Lope de
Rueda, escribió una serie de sainetes de gran popularidad, cubanizando
la tonadilla y acriollando los sainetes de Ramón de la Cruz, Desbarros
de Covarrubias y feria de Candelaria, Las tertulias de la Habana, Los velorios
de La Habana, El tío Bartolo y la tía Catana, La valla de gallos
en los baños de San Antonio, El peón de tierra adentro, El forro
de catre, No hay amor si no hay dinero, Los paquetes y el moribundo, El montero
en el teatro, o, El cómico de Ceiba Mocha, El gracioso, o, El guajiro
sofocado, La carreta de las cañas, Los dos graciosos, son algunos de sus
títulos que desdichadamente no fueron editados y se han perdido. Gracias
a Covarrubias se habló en cubano en nuestra escena y nacieron canciones
populares y tipos,como el «negrito», inaugurado probablemente en
1812 y que llega a nuestros días. Por las décimas que nos
dejó no puede afirmarse que Covarrubias gozase de talento poético
pero su escena, a juzgar por los juicios de sus contemporaneos, es todo
un catalogo de personajes y sucesos cotidianos con los que
redondeó una creación muy personal, reduciendo las fórmulas
extranjeras a crónica callejera. Murió pobre y casi olvidado
después de una larga y brillante carrera escénica.
La semilla de Covarrubias se amplió en un teatro popular que dio un buen
grupo de saineteros, dos de cuyos integrantes merecen especial mención:
Bartolomé José Crespo Borbón (Creto Ganga) y
José Agustín Millan. El primero, nacido en Galicia se
azucaró de tal modo que es el introductor definitivo del
«negrito» y el que incorpora también el gallego, el chino y
la música popular, que son los elementos formales del género
vernaculo. Crespo creó a su personaje Creto Ganga, esclavo
y bozalón, bufonesco y servicial, con el que el autor pagó su
precio al sentimiento negrero, al que estaba afiliado: como lo prueba su
entusiasmo al regreso, en 1854 del Capitan General Concha, que
venía a reemplazar al «pronegrero» Pezuela. Sus
títulos fundamentales son Un ajiaco, o, La boda de Pancha Jutía y
Canuto Raspadura (1847), y Debajo del tamarindo (1864), dos obras que aportan
exitosamente una confrontación con públicos actuales. Creto
aportó no sólo el personaje, sino también su idioma
bozalón y pintoresco y el bullicio y la animación de los sectores
pobres ymarginados del país, con sus negros curros, chinos, guajiros,
alemanes y policías, en un verdadero y sabroso ajiaco que se
transformó en uno de nuestros platos tradicionales en la escena. Puede
decirse que gran parte de nuestro teatro vernaculo no va mas
alla de donde lo situó Crespo y Borbón a mediados del
siglo pesado. Ése es su mérito mayor.
Con Millan entramos de lleno en el imperio del sainete. Fue un autor
mediocre, con un aceptable sentido del humor y poseedor, de un mecanismo
dramatico que repitió hasta el cansancio en sus 20 piezas en un
acto. Pero fue también un cronista acucioso de su época y el
retratista fiel de una sociedad cuyo esfuerzo mayor era la búsqueda del
oro, la necesidad de capital. En la intriga amorosa de sus sainetes sera
siempre la diferencia económica la que separara a los amantes,
siempre el dinero el que provocara las dificultades. Su escena reproduce
la mitología del oro, que nacía en ese momento en que el capital
norteamericano penetraba en la isla (no es por casualidad que el dorado
California o los personales yankees aparezcan en su teatro, así como
palabras inglesas). Y sin embargo, nos dejó una comedia en tres actos,
El camino mas corto, que ya en 1842 sienta las bases para el desarrollo
del género. A partir de él hallamos la obra valiosa de Francisco
Javier Balmaseda, que con Los montes de oro (1866), El dinero no es todo; o, Un
baile de mascaras (1874) y Amor y riqueza (1888) depurara los
elementos de la comedia hasta entregar una de las obras mas interesantes
(e ignoradas) del XIX.Otros saineteros que abrieron el camino para los bufos
son Juan José Guerrero, José Socorro de León, Antonio
Medina (autor mulato) y Antonio Enrique de Zafra, este último enemigo
acérrimo de lo cubano, pero capaz de recoger como pocos el ambiente
popular de nuestros campos para ridiculizarlo.
Mientras la capital se convertía en una codiciada plaza (el teatro El
Coliseo se inaugura en 1775; el Circo de Marte en 1800; el Diorama en 1828; el
Tacón en 1838), surge el romanticismo tras las versiones y traducciones
de José María Heredia. José Jacinto Milatlés lo
inaugura en 1838, el mismo año en que José María de
Andueza estrena su Guillermo y Francisco Javier Foxa su Don Pedro de
Castilla. El Conde Alarcos, de Milanés, es nuestra batalla de Hernani, y
el entusiasmo que siguió a su representación puso en claro el
sentido de la obra: se trata de la representación de un monarca cruel y
asesino, una confrontación entre la pureza individual y la maldad
reinante, que expone la ideología del grupo literario que se
reunía en torno a Del Monte, al mismo tiempo que aporta a la escena
cubana un tono, un ambiente, una atmósfera. Al descargar la culpa tragica
en el Rey, el drama se transforma en la tragedia del hombre contra la
sinrazón del poder absoluto, mostrando al ser humano devorado por
fuerzas mayores en un choque aspero de situaciones que arrastran a la
catastrofe en un mundo cerrado, donde el héroe es el motor de la
acción y al mismo tiempo su víctima fatal. A esta obra
siguió Un poeta en la corte, menos convincente queAlarcos, pero que fue
prohibida por la censura española, que a partir de ese momento se
mantuvo avisada. Ambas piezas ofrecen la imagen de un Milanés grave y
romantico, buscando temas en cortes medievales e historias
tragicas, cuando lo cierto es que existe «otro»
Milanés, que nos dejara sus doce cuadros de costumbres del
Mirón, y Ojo a la finca, teatro breve donde aparece un dramaturgo
sencillo y muy penetrado del paisaje cubano, con un idioma nacional en que
dialogan campesinos, hacendados, tenderos, empleados, mujeres y niños.
La locura que frustró a Milanés le impidió ampliar este
mundo tan nuestro.
La Avellaneda es un caso peregrino. Nada faltó a su obra
dramatica y supo de estrenos madrileños y glorias
académicas, pero su escena desarrolla la tesis de una España
monarquica como continuadora del reino de Cristo en la tierra (tema de
Baltasar, Saúl, Egilona, Flavio Recaredo y Munio Alfonso), es decir, la
dramatización de la historia como el triunfo del cristianismo y su
culminación en la España de Isabel II. Como dramaturga, la
Avellaneda no admite rivales; se adelantó (a pesar de la fuerte
influencia de Quintana y el teatro español de su momento) a la escena
hispana con obras como Leoncia, La hija de las flores; o, Baltasar, sin olvidar
las virtudes cómicas de El millonario y la maleta. Nadie antes que ella
estuvo mejor dotado, nadie tuvo su talento dramatico, su fuerza
poética, su sentido escénico; nadie confió tanto en el
teatro como forma de expresión propia, pero la influencia
española le impidió ir mas allade un mundo
débilmente romantico y tímidamente realista.
Joaquín Lorenzo Luaces es un desconocido. Como sólo una
pequeña parte de su teatro llega a nosotros, la crítica lo juzga
romantico por su Mendigo rojo o Aristodemo y lo conceptúa el
menos capaz de nuestros grandes dramaturgos. Y sin embargo, fue el mejor autor
del XIX, un poeta que conocía la vida escénica (a pesar de que
practicamente no estrenó en vida) y, sobre todo, el creador de la
comedia cubana con El becerro de oro, El fantasmón de Aravaca y A tigre,
zorra y bult-dog, escritas entre 1859 y 1867. Como un Molière tropical,
Luaces desnuda la colonia y sus males, como la imitación, el falso
linaje y el salto clasista por medio del disfraz y la mentira social,
constantes que desarrollara profusamente nuestra escena a partir de los
bufos del 68, de quienes Luaces es un antecedente necesario. Con él
penetramos en el dominio de la alta comedia, en el marco de lo popular y lo
culto, del ambiente y la moral, de la atmósfera y el paisaje social,
bien lejos ahora de historias antiguas o ideologías monarquicas.
A lo largo de su teatro (parte del cual permanece manuscrito), Luaces se nos
ofrece como un desconocido al que acudimos asombrados en busca de
cubanía. Al mismo tiempo, su obra cierra el ciclo que Milanés,
Andueza y Foxa abrieron en 1838. Con su muerte desaparece el
romanticismo escénico, bien palido entre nosotros, y se abre una
nueva etapa.
En vísperas de la Demajagua, el 31 de mayo de 1868, surgen los bufos.
Movimiento esencialmente cubano, que no debeser confundido con la obra de
Covarrubias y sus seguidores, los bufos seran al mismo tiempo
autores-intérpretes-guaracheros-empresarios y negaran tanto el
melodrama como la zarzuela o la ópera italiana, es decir, la escena
extranjerizante. Su técnica dramatica partió de la
parodia, se matizó de tipos, ambiente e idioma cubanos, y coronó
su puesta en escena con la guaracha. El éxito de los «Bufos
habaneros», creados por Francisco «Pancho» Fernandez
(que tomaría la idea de los bufos madrileños de Arderíus y
la influencia de los minstrels norteamericanos que visitan La Habana en la
década del 60), fue de tal naturaleza que en pocos meses hubo no menos
de ocho grupos o compañías a lo largo de la isla, aunque
sólo dos de ellos (los «Habaneros» y los
«Caricatos») dieron el verdadero caracter a esta primera
temporada. Lo importante es que hacen exclusivamente teatro cubano, que abren
sus escenarios todos los días y que el público acude en forma
creciente. Su repertorio puede catalogarse tentativamente en cuatro
direcciones: a) la catedratica, la mas importante, que nos
dejó esa obra maestra de «Pancho» Fernandez, Los
negros catedraticos, con su segunda y tercera partes, única
«trilogía» en nuestra escena; b) la paródica; c) la
campesina, que tomara piezas de Guerrero y Zafra, y d) el sainete de
costumbres, que también se califica de juguete cómico, cuadro de
actualidad cuando no descarrilamiento, latigazo cómico burlesco,
desconcierto o ajiaco dramatico, y que nos dejara Perro huevero
aunque le quemen el hocico, de JuanFrancisco Valerio. De tan rico repertorio
(estrenaron casi un centenar de piezas en menos de ocho meses) casi nada nos
queda, pues muy pocas fueron editadas, y como su teatro se debía
mas a la habilidad de sus intérpretes que a la literatura, queda
aún por hacerse un correcto analisis de su importancia.
Sus creadores eran cubanos sin esclavos, artistas pobres que sabían
recoger los gustos populares, observadores muy sagaces de la realidad
doméstica, hombres y mujeres en constante relación con negros
libres y artesanos (muchos de ellos lo eran) y críticos despiadados del
ambiente operatico y trasnochadamente romantico de los grandes
salones donde se paseaba la sacarocracia, su antítesis teatral. Los
bufos del 68 nada tenían en común con la burguesía
criolla, por lo que producen una ideología populista, iliteraria y
guarachera en oposición a la «cultura» y al círculo
cerrado de los privilegiados. Ellos representan la historia de los sin historia
y su escena deviene la negación del gusto españolizante. Por ese
camino se identificaron con lo cubano en los instantes del inicio de la Guerra
de los Diez Años, y no tardaron en chocar con las autoridades
coloniales: el 21 de enero de 1869, un guarachero (Jacinto Valdés) da un
viva a Céspedes desde las candilejas del Villanueva, y al día
síguiente los voluntarios provocan (o aprovechan) un incidente durante
la representación de Perro huevero y atacan a tiros el teatro. Los bufos
cerraron, emigraron a México, y aunque a partir de 1873 se permite
esporadicamente algún queotro título bufo, no sera
hasta 1877, en vísperas del Zanjón, que se admita el regreso del
género.
La masacre del Villanueva provocó tal terror en la capital, que nuestro
teatro descubrió un nuevo período: el correspondiente a la
guerra. La escena se llenó de soldados, mambises, voluntarios, esclavos
liberados, abnegadas mujeres, héroes y traidores, así como
personajes reales, desde Céspedes a Leoncio Prado. Hubo dramas,
sainetes, loas, alegorías, juguetes cómicos y discursos
retóricos. Y si bien España, que dominaba los escenarios, logra
una mayor cantidad de títulos, el teatro mambí se
realizara en el exilio, en Estados Unidos, México, Colombia o
Perú. Se trató de una experiencia épica, de esa escena que
Martí definió como producto de la historia, y si no dejó
grandes obias se debió a la dispersión que la guerra y el exilio
produjeron, rompiendo la relación entre el autor y su público. La
nueva expresión la inaugura José Martí con Abdala (1869),
donde utiliza la parabola para atacar a la colonia; la
continuaran Balmaseda, Luis García Pérez, Alfredo
Torroella, Diego Vicente Tejera y el colombiano Joaquín María
Pérez. Los españolizantes devolvieron la imagen, aunque con
desigual fortuna: Luis Martínez Casado, José E. Triay, Manuel
Martínez Otero, Zafra, Ramón Gay y muchos mas, que
demostraron con su baja calidad que también en la escena España
perdía la isla.
Al terminarse la Guerra, los bufos regresaron; a partir de 1879-1880 imprimen
su tónica con tal fuerza e insistencia, que marcan para siempre nuestra
escena.Encabezados por el autor-actor-director Miguel Salas, el repertorio bufo
conquistó de nuevo al público. Pronto surgieron nuevos
dramaturgos: Joaquín Leoz, José María de Quintana,
Alejandro del Pozo, Gustavo F. de Gavalda, Guillermo Riquelme,
José Domingo Barbera, Ramón Morales, Olallo Díaz
Gonzalez, Manuel Mellado, Eduardo Meireles, Francisco Valdés
Ramírez, José Hernandez, José Guillermo Nuza,
Joaquín Robreño, José Tamayo y tantos otros, que mantienen
funcionando los teatros diariamente.
Este período, que podemos cerrar en 1890 con la apertura del primitivo
Alhambra, dara a los dos mejores escritores que cultivaron el bufo:
Raimundo Cabrera e Ignacio Sarachaga. El primero, con Del parque a la luna
(1888), Vapor correo (1888) e Intrigas de un secretario (1889) (podemos olvidar
su melodrama Gabriel de 1879), creó el género chico cubano y
llevó a la escena la ideología autonomista hasta convertir el
teatro en una tribuna para fustigar los males coloniales. En realidad, para
comprender la historia íntima que va del Zanjón a Baire es
necesario analizar críticamente el teatro que llenó esos años,
pues el mismo refleja, como ninguna otra expresión, la agonía de
la colonia, los estertores de una sociedad enferma. A pesar de su excelente
humor, de sus salidas llenas de gracia popular, de su chispeante música,
de su sabroso idioma, el teatro bufo sera una fruta amarga. Sarachaga, por
su parte, nos dejó once manuscritos que merecen una pronta
edición, pues se trata de uno de los mas importantes autores del
XIX. En la cocina(1880) es una pequeña obra maestra, a la que podemos
sumar Melistófeles, Un baile por fuera, En un cachimbo, Esta noche
sí y ¡Arriba con el himno! (1900).
Calificados con frecuencia de inmorales, tachados de malos escritores, acusados
de rebajar la calidad del teatro, estigmatizados como vulgares y barrioteros,
los bufos sin embargo dieron un paso firme en el proceso de
identificación escénica del cubano y marcaron de tal modo nuestro
teatro que aún podemos observar su señal. Mientras tanto, la
escena «seria» daría los melodramas de Torroella, Aniceto
Valdivia y Justo de Lara (seud. de José de Armas y Cardenas), que
con su grandilocuencia y tono declamatorio, así como con su empaque
moralista, crearan un verdadero «gusto» que moldeara
los primeros momentos republicanos.
Estos años veran el desarrollo de grandes actores nacionales:
Adela Robreño, Luisa Martínez Casado, Pablo Pildaín,
Paulino Delgado, Pilar Suarez, Napoleón Arregui, Eloísa
Agüero de Ossorio y muchos mas que, junto a los bufos,
especialmente Salas, Fernandez, Candiani, Florinda Camps, Elvira
Meireles, Petra Moncau, determinaran una verdadera escuela cubana de
actuación. Y los teatros proliferaran por la isla: en la capital,
el Villanueva (1846), Albisu (1870), Payret (1877), Jané (1881), Irijoa
(1884), Alhambra (1890) -los que junto a escenarios menores como el Cervantes
(1874) y el Torrecillas (1877), prueban que el teatro es ya un negocio seguro a
pesar de las perpetuas crisis económicas y el progresivo aumento del
precio de las localidades, lo quehace huir al «respetable»-; en
Camagüey, el Principal (1850); en Santiago de Cuba, el Reina (1850); en
Matanzas, el Sauto (1863); en Santa Clara, el Caridad (1885); en Cienfuegos
(Las Villas), el Terry (1890). La crítica, por su parte, alcanza nuestro
mejor momento: a los esfuerzos iniciales del Regañón (seud. de
Buenaventura Pascual Ferrer) a principios de siglo, se uniran ahora
Justo de Lara -el mas profesional del grupo-, Fray Candil (seud. de
Emilio Bobadilla), el Conde Kostia (seud. de Aniceto Valdivia), José
Ramón Leal -quien dedicara un libro al teatro de Echegaray-, Aurelio
Mitjans, Ramón Meza, Enrique José Varona, Julian del Casal
y finalmente Martí, que coronara nuestra crítica
dramatica con una profundidad y actualidad que lo transforman en el
mejor crítico teatral latinoamericano de su tiempo.
Cuando la República estrena su himno, su bandera y su Enmienda Platt,
el estado del teatro es bastante deplorable: tres años de guerra y
cuatro de intervención lastran el desarrollo de una auténtica
expresión nacional. Sólo el Alhambra se mantendra en pie
hasta 1935, en que se desploma parte del edificio. Allí floreció
como nunca el género alhambresco, fiel heredero de los bufos del 80.
Convertido en un verdadero conservatorio popular, se escuchó en
él la música de Jorge Anckermann y se aplaudieron los libretos de
Federico Villoch (nuestro mas prolífico autor, que estrenó
386 títulos) y Gustavo y Francisco Robreño, hijos de
Joaquín, así como la presencia electrizante de Arquímides
Pous. Aunque hubo escenariossimilares (el Regino, los dos Polyteama, el Cuba,
el Molino Rojo, y cortas temporadas bufas en el Nacional -antiguo
Tacón-, el Payret o en el Irijoa, llamado ahora Martí), el
Alhambra da la tónica hasta la aparición de La Cueva, en 1936. En
su escenario se cultivaron el sainete de costumbres populares, el de solar, el
político, las revistas de actualidad, la de espectaculos, la
opereta y las parodias, porque nada cubano les fue ajeno. Y surge una nueva
generación dramatica: Agustín Rodríguez,
José Sanchez Arcilla, Carlos Robreño, Félix Soloni,
Víctor Reyes, Mario Sorondo (creador de los teatros-carpas) José
Barreriro, Angel Clarens, Rúper Fernandez, Alfredo H.
Piloto, Manuel Saladrigas, Benjamín Sanchez Maldonado, Justo
Soret Vazquez, Gustavo Sanchez Galarraga y tantos otros cuyas
piezas permanecen inéditas.
El género alhambresco entra en decadencia a finales de la década
del 20, no por cansancio o agotamiento de sus creadores, sino por su
incapacidad para plasmar los nuevos tiempos que se vislumbran a partir de 1923
con la Protesta de los Trece, la fundación del Partido Comunista (1925),
la Revista de Avance y finalmente la lucha contra Machado. Heredero de nuestra
escena del XIX, el Alhambra fracasaría en expresar el nuevo siglo que se
inauguraba en medio de una creciente lucha de clases, lo que explica
también los fracasos de los intentos posteriores por rehabilitarlo en
forma mas o menos encubierta. Del Alhambra, el género
saltó al Martí (1931-1936), donde se cultivó la zarzuela
cubana con éxitos como el deCecilia Valdés, La perla del Caribe,
María Belén Chacón, El Clarín, Rosa la china, La
emperatriz del Pilar, La de Jesús María, La Plaza de la Catedral,
Lola Cruz y varias mas, que enriquecieron el fondo musical de nuestra
escena y crearon el mejor teatro lírico latinoamericano.
Pero no todo perteneció al género vernaculo. Ya en los
inicios de la República hubo intentos por crear un teatro de calidad (la
Sociedad de Fomento del Teatro en 1910 y la de Teatro Cubano dos años
después) que daría al mas importante de los autores
anteriores a 1947: José Antonio Ramos. Representante principal de la
primera generación republicana, Ramos resume mejor que ninguno de sus
contemporaneos los anhelos y frustraciones que significó la
República mediatizada. Escribió 16 obras, entre ellas cuatro en
un acto, una perdida y una satira líricobufa, que le
estrenó Regino López en el Payret. En 1917 ganó el premio
de la Academia Nacional de Artes y Letras con Tembladera, cuya técnica
tomara del melodrama y de la realidad social su contenido, para ofrecer
la obra mas importante de estos años. Si Ramos comienza, en 1906,
a publicar su teatro en España, lo hara porque el país
carece de una escena de calidad literaria capaz de acoger la rebeldía
inicial del autor. Otras piezas suyas de especial interés son
Satanas (1913), La leyenda de las estrellas y La recurva, ambas editadas
en 1941. De la misma manera que los bufos trabajaron el choteo, Ramos detecta
la hipocresía moral, con la que ofrece la otra cara de nuestra imagen
escénica. Hombre de ideasprogresistas, Ramos vio fracasar sus mejores
deseos de un teatro nacional subvencionado por el Estado.
A partir de 1936 nuestra escena asume tímidos rasgos de modernidad. Un
grupo de profesores, estudiantes e intelectuales se reúnen en torno a un
grupo escénico conocido como La Cueva y comienzan sus actividades con el
estreno de Pirandello en Cuba. A partir de ese instante surge un equipo
profesional de actores, directores y técnicos capaz de renovar la
expresión escénica y situarla en las corrientes de la
época. Asimilando a teatristas europeos que huyen del terror fascista,,
surgiran posteriormente el Teatro Universitario, la Academia de Arte
Dramatico (ADAD), el Patronato del Teatro, Farseros, Prometeo y algunos
grupos mas, que comienzan a crear un público y un repertorio Bien
es verdad que es aún un público minoritario (una solitaria y
enflaquecida función mensual) y que su repertorio se busca ahora en
Broadway o, París, así como en algún que otro autor
internacional, pero al menos el esfuerzo sincero permite la aparición de
equipos técnicos de calidad y ambiciones universales. A partir de
1947-1948 aparecen los nuevos autores con los estrenos de Carlos Felipe (El
chino), Virgilio Piñera (Electra Garrigó) y Rolando Ferrer (Lila,
La mariposa, 1954), los que marcan un avance en nuestra creación
dramatica. Otro trabajo de relevancia fue el de Teatro Popular,
organizado por el autor-director Paco Alfonso (Cañaveral, 1956; Yerba
Hedionda, 1959), escena auspiciada por los trabajadores y que
señaló una ruta deprotesta política y agitación
social con una proyección revolucionaria.
En los años anteriores a la Revolución, el teatro esta
fraccionado en pequeñas salas (teatros de bolsillo) que funcionan de
jueves a domingo con presupuesto angustioso y repertorio variado. Se hace
costumbre celebrar en cada febrero el mes del teatro cubano, pero las salitas
estan limitadas en su capacidad lunetaria, en sus condiciones
técnicas, y, sobre todo, en su fuerza económica. Cuando se les
criticaba por no estrenar piezas cubanas con mayor frecuencia, los directores
respondían que la culpa era de nuestros dramaturgos que no escribían;
éstos a su vez ripostaban con el argumento de que no escribían
porque no se les estrenaba. La Revolución rompió este
círculo vicioso.
En primer lugar, se aseguró, el trabajo del teatrista. Lo grupos
surgidos a raíz de la fundación del Teatro Nacional (creado por
la ley 379 del 12 de junio de 1959) representaran obras cubanas en gran
número, lo que, unido a las salas privadas y los concursos,
provocara una verdadera explosión dramatica. Entre 1959 y
1962 surge un fuerte núcleo de dramaturgos que exploran profundamente la
realidad. Una vez que los grupos se liberan de la presión
económica, se abren perspectivas ilimitadas para la creación,
mientras el público asiste masivamente, respaldando una vez mas
al teatro. Así surgiran las obras de Abelardo Estorino (El robo
del cochino, La casa vieja) José R. Brene (Santa Camila de La Habana
Vieja, Pasado a la criolla, La fiebre negra, El corsario y la abadesa,
Losdemonios de Remedios, Fray Sabino, (premio UNEAC 1970, y muchas mas,
pues Brene es un infatigable escritor), Nicolas Dorr (Las pericas, La
esquina de los concejales, El agitado pleito entre un autor y un angel,
premio UNEAC, 1972), José Triana (Medea en el espejo, El parque, de la
Fraternidad, La muerte del ñeque, La noche de los asesinos, premio Casa
de las Américas 1965), Manuel Reguera Saumell (Sara en el traspatio,
Recuerdos de Tulipa, La soga al cuello), Héctor Quintero (Contigo pan y
cebolla, El premio flaco, premio del Instituto Internacional del Teatro, 1968,
Los muñecones, Mambrú se fue a la guerra, Si llueve te mojas como
los demas), Antón Arrufat (El vivo al pollo, La
repetición, El último tren, Los siete contra Tebas, premio UNEAC
1968), así como el aporte de los veteranos: Virgilio Piñera (Aire
frío, Dos viejos panicos, premio Casa de las Américas,
1968) y Carlos Felipe (Réquiem por Yarini). La nueva escena va
contemplar el pasado con ojos críticos, asimilar formas y lenguaje de la
escena vernacula, explorar estructuras novedosas como la comedia musical
o la escena épica, y va a ganar tal fuerza cultural que se
transformara en uno de los géneros mas cultivados y
exitosos. Con la descentralización teatral (surgen conjuntos
profesionales en las provincias), un amplio movimiento de aficionados, la
Escuela para Instructores de Arte y la Nacional de Arte, el desarrollo de la
escena lírica, el guiñol y el Conjunto Folklórico, la
colaboración de teatristas, extranjeros, la edición de obras y
los concursos yseminarios, la escena cubana alcanza un signo de madurez que se
ve respaldado por lo asistencia de mas de un millón de
espectadores anuales que llenan los viejos teatros reconstruidos, o los cines
convertidos en escenarios. Tal fenómeno provocara una toma de
conciencia de los teatristas mas avanzados y traera
implícita una responsabilidad social, ya señalada en el Primer
Seminario Nacional de Danza y Teatro (1967), cuando los artistas declaran que
«el teatro es hoy parte de la realidad misma, es centro de gravedad,
esta dentro de la sociedad. El teatro es ahora, una forma dialéctica
y viva de comunicación, que trata de establecer la responsabilidad
histórica del individuo, dentro de la sociedad». Hasta ese
año se habían estrenado 374 piezas cubanas, a un promedio de 41
anuales. desde 1959.
A partir de ese momento y estimulado por el Primer Congreso Nacional de
Educación y Cultura (1971) se desarrolla un movimiento renovador de
nuestra escena, presidido por el Grupo Teatro Escambray. A base de
investigaciones locales, analisis de las condiciones reales y sus
problemas mas apremiantes, un grupo de teatristas crea obras y
espectaculos encaminados no a interpretar la realidad sino a ayudar a
transformarla, estableciéndose en las nuevas comunidades como parte de
su desarrollo sociocultural e ideológico, como un arma de la Revolución.
Y en Santiago de Cuba, renovando las viejas «relaciones», el
Conjunto Drarnatico de Oriente se lanza a la tarea de realizar una
escena popular y al mismo tiempo histórica y actual. Así
surgennuevos autores: Sergio Gonzalez (Las provisiones, premio MINFAR
1975), Albio Paz (La vitrina), Raúl Pomares (De cómo Santiago
Apóstol puso los pies en la tierra), Flora Lauten (Vaya mi pajaro
preso), Herminia Sanchez (Escambray mambí, Me alegro, Amante y
penol), Justo Estevan Estevanell (Santiago 57, Impacto), Raúl
Gonzalez de Cascorro (Piezas de museo, premio UNEAC 1969), El hijo de
Arturo Estévez, premio UNEAC 1974), Ignacio Gutiérrez (Pato
macho, Llévame a la pelota, Los chapuzones), Eugenio Hernandez
(María Antonia), Jesús Díaz (Unos hombres y otros),
Raúl VaIdés Vivó (Las naranjas de Saigón), Carlos
Torres Pita (La definición, premio David 1970), René Ariza (La
vuelta a la manzana, premio UNEAC 1967), Reinaldo Hernandez Savio (En
Chiva Muerta no hay bandidos), Raúl Macías (Girón.
Verdadera historia de la brigada 2506, premio Casa de las Américas
1971), Freddy Artiles (Adriana en dos tiempos, premio UNEAC 1971; De dos en
dos), José Milian (Mamico omi omo, Vade retro), David Camps (En
la parada llueve), Gloria Parrado (Las persianas), Eduardo Robreño
(Quiéreme mucho, Recuerdos del Albambra -en colaboración con
Víctor Reyes-, Enrique Núñez Rodríguez (Dios te
salve comisario, Buen aniversario), José Carril (Changó de
Ima), Jesús Gregorio (El apartamento), José Camejo y Rogelio
Martínez Furé (Ibeyi Aña) y varios mas.
Tan amplia producción, que ofrece una variada gama de matices, estilos y
proyecciones (desde el tema revolucionario y social hasta la comedia musical,
el folklore, el teatro de muñecos o el documento),ilustra la vitalidad
que nuestra escena gana a partir de 1959. El hecho de que casi todos los
autores (salvo cuatro o cinco) hayan estrenado su primera pieza después
de la Revolución, demuestra el enorme y pujante impulso del
género en estos últimos años, que alcanza ya, en sus
títulos y proyecciones mas significativas, una resonancia internacional.
BIBLIOGRAFÍA
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1961.
Teatro, El (La Habana, 1912-[1914?]). Semanario artístico de
información universal. Comenzó a salir el 27 de octubre bajo la
dirección de César Carvallo y Miyeres, quien la compartió
en diciembre de ese año con Francisco Díaz Silveira. En enero de
1913, el primero deja de tomar parte en la dirección, según se
informa en la propia publicación. En el número correspondiente al
21 de septiembre de 1913 se anuncia que a partir de la semana siguiente el
periódico tendría forma de revista. Como tal continúa
publicandose semanalmente. Sólo se ha podido consultar hasta el
número del 26 de octubre de 1913, pero en el primer ejemplar revisado de
la publicación habanera Universal (año 3, número 53, 4 de
enero de 1914), que salía bajo la dirección de Díaz
Silveira, se señala: «Este periódico se llamaba El
Teatro.» Bajo su nuevo título, o sea, Universal, eracaracterizado
como un «semanario para todas las decentes manifestaciones del
entendimiento». Mientras que El Teatro, durante sus primeros
números, se limitaba exclusivamente a lo relacionado con su
título -crónicas, noticias, comentarios-, ya a partir de los
números de 1913 se hace mas variado e inserta otras secciones de
reportajes: de nuestra historia, parajes y monumentos internacionales y, sobre
todo, la actualidad habanera: bodas, viajeros, vida social, etcétera. A
partir del número 18 comienza la publicación por entregas del
libro de Lyndonn Orr, Afinidades famosas de la historia, que se
continuaría también en Universal. En esta última
publicación se toma aún mas variada su oferta con la
inclusión de críticas literarias, poemas, notas sobre cine, lista
de vapores, actualidad grafica,.reportajes extranjeros, artículos
sobre figuras literarias, sitios pintorescos y diversos pasatiempos. El Teatro
contó con la colaboración o incluyó trabajos de Felipe
Pichardo Moya, Rafael Montoro, Manuel Sanguily, Max Henríquez
Ureña, Conde Kostia (seud. de Aniceto VaIdivia), Sergio Carbó,
Bonifacio Byrne, Enrique Hernandez Miyares, Aurelia Castillo de
Gonzalez, Agustín Acosta Higinio J. Medrano, Dulce María
Borrero, Miguel Galliano Cancio y Guillermo de Montagú. La
mayoría de estos escritores continuó colaborando en Universal,
junto con Miguel Angel Carbonell, Federico [de] Ibarzabal, Luis
Rodriguez Embil, Rafael Vignier, José Mª. Chacón y Calvo, M.
Rodríguez Rendueles y el propio director. El último número
revisado (86)corresponde al 26 de agosto de 1914. Según parece, su
publicación cesó en ese año, pues León Primelles no
la menciona en su Crónica cubana. 1915-1918 (La Habana, Editorial Lex,
1957).
Teatro Cubano (La Habana, 1919-[1920?]). Publicación bimestral.
Órgano oficial de la sociedad Teatro Cubano. El primer número
correspondió al lº de enero. Fue dirigida por Salvador Salazar. En
un artículo titulado «Ars et patria», aparecido en dicho
primer número, el presidente de la institución, Sergio Cuevas
Zequeira, expresaba que «porque tenemos una producción original,
excelente y compleja, susceptible de ser ampliada y enriquecida, sin desconocer
el caracter profundamente humano y hospitalario del arte, sin abrigar
propósito alguno de absurdo y antisocial aislamiento, queremos levantar
casa propia al teatro nacional, para que no siga, escudero con soldada y sin
gloria de otras literaturas, arrastrando menesteroso y desoído, la
azarosa existencia que hoy lleva en la misma región que le dio
vida». Ia revista publicó, fundamentalmente, obras de teatro en
verso y prosa: tragedias, dramas, comedias, zarzuelas. También
publicó artículos de caracter histórico sobre el
teatro cubano y actas y discursos de la sociedad que representaba. Reprodujo
artículos de otras publicaciones de la época. Fueron sus colaboradores,
ademas de Cuevas Zequeira, Gustavo Sanchez Galarraga,
Ramón S. Varona, Julian Sans y García, Guillermo
Martínez Marquez, N. Vidal Pita, Gerardo L. Betancoust, Francisco
Ichaso y Marino López Blanco. El último ejemplar
revisadocorresponde a los meses de julio a diciembre de 1920. Según
parece, su publicación cesó ese año, pues León
Primelles no la menciona en el siguiente en su Crónica cubana. 1919-1922
(La Habana, Editorial Lex, 1957).
TEATRO POPULAR Fue organizado y fundado entre finales de 1942 y principios de
1943. Afirma Natividad Gonzalez Freire en la pagina 85 de su
Teatro cubano (1927-1961) (La Habana, Ministerio de Relaciones Exteriores,
1961) que fue creado como un organismo artístico-teatral filial de la
Federación de Trabajadores de La Habana y el Sindicato de la Aguja,
Textil y similares. Integraron el comité gestor Paco Alfonso como
director y ademas Renée Potts, el crítico español
Alvaro Custodio, Obdulio Morales, Gerardo Tejedor y Romero Arciaga. El
lema del grupo, formado por unos cuantos artistas profesionales y el resto
aficionados, era «El arte al servicio del pueblo»; su
interés fundamental estaba dirigido a llegar a las masas proletarias
mediante obras que reflejaran los problemas sociales de la época. Los
asociados eran principalmente los miembros de los diferentes sindicatos, quienes
pagaban una cuota de treinta centavos mensuales En mayo de 1944 la
asociación comenzó a publicar la revista Artes, dirigida por el
propio Paco Alfonso. También editó folletos y obras teatrales.
Otra iniciativa del grupo fue la creación de un escenario
portatil, que facilitaba la puesta en escena de los diferentes
espectaculos hasta en los lugares mas alejados La primera
función de este tipo se efectuó el 15 de septiembre de 1944 en
laPlaza de la Catedral. En el programa entregado a los espectadores se
declaraba: «Teatro popular, lograda su aspiración de este
escenario portatil siente el alborozo de saberse mas útil,
de producir uno de los hechos que determinan su postura como
organización al servicio del pueblo así como la de poder contar
con un motivo mas de acercamiento con todas las organizaciones
artísticas, de nuestro país que cendran la
cooperación de Teatro popular para que su arte no se quede estancado en
pequeños grupos, como hasta ahora por falta de locales apropiados y
baratos, sino que extiendan su labor hacia las capas mas humildes de
nuestro pueblo, que anhela y merece disfrutar de los pronunciamientos
artísticos y educativos de todas las organizaciones culturales cubanas.
Con este esfuerzo ademas estamos contribuyendo a nuestro
propósito de sentar las bases para una dramatica nacional.»
Este grupo fue ademas quien dio a conocer al pueblo cubano obras del
teatro soviético y también ofreció las mejores obras del
teatro universal. Profundizando en nuestro repertorio nacional,
escenificó piezas de Félix Pita Rodríguez, Luis Alejandro
Baralt, Luis Felipe Rodríguez, José Antonio Ramos, así
como obras de autores cubanos del siglo pasado. Organizó, en mayo de
1944 un concurso nacional de obras teatrales «Teniendo en cuenta
-expresaba la convocatoria- nuestra pobre tradición teatral y el poco
estímulo que reciben nuestros escasos autores, quienes por lo regular no
tienen oportunidad de ver representadas sus obras, e interesado profundamenteen
propiciar el desarrollo de un arte dramatico nacional, TEATRO POPULAR,
auspició esta actividad teatral.» Perseguida esta
institución cultural por los esbirros del mujalismo, destruido el local
que poseía en la Asociación de Torcedores, destruido
también el escenario portatil a manos de las propias bandas
mujalistas y afrontando problemas económicos difíciles, la
asociación cerró sus puertas en agosto de 1945.
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TEJERA, Diego Vicente (Santiago de Cuba, 20.11.1848-La Habana, 6.11.1903). En
1862 abandonó el Seminario San Basilio el Magno para concluir sus
estudios primarios en la Escuela Preparatoria En 1864 ingresó en el
Instituto de Segunda Enseñanza de su ciudad natal. En 1865 fue a Ponce,
Puerto Rico, para reunirse con su familia. Un año después, su
padre lo envió a Estados Unidos. En 1867 viajó a París,
donde se relacionó con los emigrados españoles y participó
en actividades conspirativas. Visitó a Londres, Bélgica y
Alemania. Al llegar a España, comprometido en una revolución
contra Isabel II, se encontró con que el movimiento había sido
sofocado. En 1868 regresó a Puerto Rico, donde se dedicó a la
agrimensura. Para librarlo de persecuciones por sus manifestaciones de simpatía
hacia la revolución de Lares, su padre lo envió a Venezuela.
Allí se graduó de Bachiller en Artes y comenzó la carrera
de medicina, que dejó incondusa. Fue encarcelado por su
participación como combatiente contra la revuelta de Guzman
Blanco. Regresó a Puerto Rico en 1870. Para alejarlo de la guerra
emancipadora cubana, su padre lo envió a Barcelona para que continuara
sus estudios de medicina. Allí se inició en las actividades
masónicas. Fundó el semanario La Abeja Recreativa y
colaboró enEl Ramillete. Se trasladó a Nueva York, donde
dirigió el periódico La Verdad, órgano de la Junta
Revolucionaria. Después viajó a París y, tras el Pacto del
Zanjón, a Estados Unidos y a México, donde colaboró en El
Ferrocarril y en Revista Veracruzana. En 1879 regresó a Cuba.
Fundó El Almendares y la Revista Habanera. Colaboró en El
Triunfo, La Habana Elegante, El Porvenir, Revista de Cuba, El Tabano, El
Fígaro y otras publicaciones. Apareció incluido en la
antología Arpas amigas. En 1885 su nombramiento como director de la revista
La Ilustración Cubana, de Barcelona, fue cancelado por
considerarsele separatista. Residió tres años en Nueva
York, donde conoció a José Martí y colaboró en La
América. Como secretario particular del presidente hondureño Marco
Aurelio Soto viajó a París. Allí fundó la revista
América en París y fue jefe de las oficinas del cubano Emilio
Terry, con quien hizo un viaje a Cienfuegos, Las Villas. En 1893 viajó
a.Puerto Rico y al año siguiente regresó a La Habana.
Partió hacia Estados Unidos, donde hizo propaganda revolucionaria en
Nueva York y Cayo Hueso. Durante la ocupación norteamericana
regresó a Cuba, donde editó el periódico La Victoria y
dirigió Patria. En 1899 fundó el Partido Socialista Cubano. Al
año siguiente viajó a París y a Estados Unidos. En 1901
fundó el Partido Popular, que fue derrotado en las elecciones.
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Tertulia, La (La Habana, 1872-[1873?]. «Periódico literario y de
teatros. Se publica todas las noches de función y vale diez centavos el
ejemplar», se lee en el primer número publicado, correspondiente
al 8 de noviembre. En el número del 20 de noviembre de 1872 aparece una
nota firmada por Francisco deP[aulal Gelabert y Fernando Urzais -quienes
al parecer fueron sus directores desde el inicio, aunque esto no se haga
constar hasta el ejemplar correspondiente al lº de diciembre de 1872
(número 11)-, que dice: «Desde el próximo número, La
Tertulia no sera ya órgano de teatros puesto que hemos determinado
hacerlo semanal y en este concepto su principal caracter sera el
literario, sin que por eso dejemos de vez en cuando de echar una ojeada a los
espectaculos siempre que sea oportuno y necesario.» Su
subtítulo varió a «Periódico literario»
después fue «Periódico literario semanal, con caricaturas
por Cisneros» y «Periódico literario semanal». Los
primeros diez números de la publicación estuvieron dedicados, en
efecto, a ofrecer noticias teatrales, resúmenes y argumentos de
óperas y dramas y algunos cuentos y artículos costumbristas. En
el ya citado número 11, los directores insistían en que
« nuestro propósito se funda en propender a que la bella
literatura tenga entre nosotros un nuevo órgano que la propague a los
vientos de la publicidad y despierte el mayor entusiasmo posible entre los
jóvenes y las jóvenes [ ]. Queremos formar una verdadera
tertulia literaria con la cooperación espontanea de todos los que
nos consideren dignos de honrarnos con sus trabajos []». En el propio
número aclaraban: «Debemos hacer presente al público, que
los actuales directores de este periódico, son los mismos que fundaron
La Tertulia con el caracter literario y de teatros [].» A
partir del 6 de julio de 1873 quedóFrancisco de Paula Gelabert como
único director. Sin dejar de editar noticias teatrales, publicó
poemas, cuentos, leyendas, novelas por capítulos, crítica
literaria, artículos sobre moral, notas costumbristas y traducciones.
Entre sus colaboradores figuraron Martina Pierra de Poo, Saturnino
Martínez, Sofía Estévez, Salvador A. Domínguez,
José Martinez Montoy y José Güell y Renté. Algunos
trabajos aparecieron firmados con los seudónimos Nemo, Abiff1, Eliazar y
El mismo (seud. de Francisco de Paula Gelabert). El último número
revisado (55) corresponde al 5 de octubre de 1873. En él se expresaba
que desde dicho ejemplar « se declara órgano oficial de la
Sociedad de Instrucción y Recreo La Tertulia».
Tertulia de las Damas (La Habana, 1811-[18121). «Papel periódico
de La Habana», se lee en el primer ejemplar revisado (número 2),
correspondiente al 6 de mayo de 1811. Su frecuencia fue semanal. Aunque no se
expresa quién fue su director, por la lectura de algunos
artículos se infiere que haya sido Geremías de Gueroca, nombre que
parece ser un seudónimo, aunque no hemos encontrado a quién pueda
corresponder. Su título cambió a Tertulia de La Habana, bien en
el número 10, que no ha sido localizado, o en el número 11 (8 de
julio de 1811). Publicó materiales diversos, tales como poesías
-casi siempre anónimas-, traducciones, trabajos históricos,
costumbristas, morales, educacionales, algunas narraciones y artículos
sobre modas. Su tono era satírico-burlesco y en ocasiones usó
frases violentas. Las colaboraciones aparecían firmadascon los
seudónimos El sobrino del tío Antón, El pisaverde, El
defensor de la justicia, El imparcial y Z. Tiro. Editó, gratis para los
suscriptores, un Aditamento a la Tertulia de las Damas, llamado después
Aditamento a la Tertulia de La Habana. El primer Aditamento revisado
(número 3) corresponde al 13 de junio de 1811 y el último
(número 30) tiene fecha 7 de febrero de 1812. Su contenido fue variado:
poemas, cartas al redactor, notas históricas, etcétera. El
último número revisado de la Tertulia, que al parecer fue el
último que se publicó, correspondió al 11 de febrero de
1812.
TERTULIAS LITERARIAS No fue hasta el primer tercio del siglo XIX que dieron
inicio en Cuba las tertulias literarias. La primera, de verdadero rango y fama,
fue la de Domingo del Monte, constituida en la ciudad de Matanzas en el
año 1834 y trasladada a La Habana en 1836 al venir a residir su animador
a la capital. Así, los que lucharon por la creación de la
Academia Cubana de literatura (véase), encontraron en esas veladas
culturales una excelente sustituta. Estas reuniones constituyeron uno de los
mas importantes centros de actividad intelectual que hubo en Cuba
durante el siglo pasado. Al influjo de Del Monte se desarrollaron
personalidades literarias como José Jacinto Milanés, Ramón
de Palma y José Antonio Echeverría. En la tertulia era constante
el intercambio de ideas sobre el movimiento cultural de Europa y América
y se daban a conocer y eran objeto de discusión y crítica las
composiciones en prosa o en verso, escritas por losasistentes. Del Monte
entablaba provechosas discusiones, leía fragmentos de nuevos libros que
recibía o hablaba sobre los vicios de la educación y sobre
reformas en favor de los esclavos, pues la idea abolicionista primaba entre los
contertulios. En aquellas reuniones se estudiaron las obras de Platón,
Goethe, Lamartine. Asistieron a ellas, entre otros, Cirilo Villaverde, Aselmo
Suarez y Romero, José María de Cardenas,
José Victoriano Betancourt, Felipe Poey, el conde de Pozos Dulces,
Gabriel de la Concepción Valdés (Placido) y el negro esclavo
Juan Francisco Manzano, cuya libertad se obtuvo mediante suscripción
llevada a cabo entre los concurrentes a la tertulia. En 1843 Del Monte se vio
obligado a abandonar el país por supuestas complicaciones en la
preparación de planes revolucionarios. Las reuniones literarias por
él presididas y orientadas desaparecieron. En 1965 Nicolas
Azcarate, quien no reconoció el caracter de tertulias a
las celebradas por Domingo del Monte, por considerarlas irregulares e improvisadas,
reunió en su Casa de Guanabacoa a los talentos que se
distinguían, y los animó a leer sus producciones en sus veladas
artístico-literarias de los jueves, llamadas «Noches
Literarias», y a las que asistían poetas, literatos,
músicos y hombres de ciencia. Allí se recitaban versos o se
leían composiciones en prosa, y se representaban comedias, compuestas y
actuadas a veces por los asistentes. Las discusiones de temas
filosóficos y literarios eran utilizadas por los asistentes para atacar
de manera indirecta algobierno colonial español. Con el título de
Noches literarias en casa de don Nicolas Azcarate, éste
publicó en 1866 una edición en dos tomos con selecciones de las
mejores Producciones leídas y comentadas en su tertulia. Asistieron a estas
reuniones, entre otros, Luisa Pérez de Zambrana, Joaquín Lorenzo
Luaces, Julia Pérez Montes de Oca, Enrique Piñeyro, Rafael
María Mendive, Antonio y Francisco Sellén, Ramón Zambrana
y Juan Clemente Zenea. El propio Azcarate leía sus trabajos y los
músicos amenizaban las veladas. En 1867 se suspendieron esas reuniones
por la partida de Azcarate hacia Europa. A su regreso en 1879 se
reanudaron las veladas en su casa de La Habana. En un principio sólo
fueron encuentros esporadicos y con el único objeto de dar a
conocer en Cuba la producción de los escritores de México, uno de
los países en que había residido Azcarate durante su
ausencia. Después esas reuniones fueron haciéndose
periódicas y tomaron el nombre de Conversaciones Literarias. A ellas
acudieron Manuel Sanguily, Diego Vicente Tejera, José Fornaris,
Saturnino Martínez, Eliseo Giberga. En 1882 Azcarate dio por
terminadas sus Conversaciones para dedicarse a otras actividades literarias. En
la casa de Luis Alejandro Baralt, en 1880, se efectuaron también
tertulias, que se caracterizaron por darle participación en ello a la
mujer. Al resultar pequeña la casa de Baralt para esas reuniones, las
mismas pasaron, a efectuarse en el teatro «Jané». De
ahí surgió, la idea de formar una sociedad consagrada a propiciar
la cultura de la mujer,y, que fue el Nuevo Liceo de La Habana (véase),
al cual Nicolas Azcarate dedicó todo su empeño.
Entre el ya mencionado año de 1880 y 1881 aparecieron en La Habana otras
tertulias literarias, muchas de las cuales funcionaban en las sociedades de
recreo e instrucción, como la del Unión Club, o en la
redacción de algunos periódicos, como El Fígaro y La
Habana Elegante. En 1891 un pequeño salón del Teatro Alhambra
reunió una tertulia que fue muy conocida dentro y fuera de Cuba y que,
gracias a que permaneció en activo hasta 1935, fue visitada por Vicente
Blasco Ibañez, Ramón del Valle Inclan, Federico
García Lorca y Jacinto Benavente, entre otros destacados intelectuales
extranjeros. Se charlaba de arte, literatura, teatro, política. Alrededor
de 1900 el café-restaurante «El Casino» y el Parque Central,
ambos en la calle Prado, fueron sitios escogidos, principalmente por los
mas jóvenes,. para sus reuniones. Allí se encontraban casi
a diario Néstor y José Manuel Carbonell, Arturo R. Carricarte,
Max Henríquez Ureña. y Jesús Castellanos. La casa de Juana
y Dulce María Borrero en Puentes Grandes, Marianao (La Habana), llamada
«la casa de los poetas» abrió sus puertas en los primeros
años de la república a lo mas destacado de las letras cubanas
de entonces. Con Esteban Borrero y sus hijos se reunían Enrique
José Varona, Juan Miguel Dihigo, Federico Uhrbach, Manuel Sanguily,
Carlos de la Torre y Juan Gualberto Gómez. En 1910 Jesús
Castellanos y Max Henríquez Ureña animaron veladas íntimas
que se efectuaban en diversas casasde La Habana. Asistían a ellas
José Antonio Ramos y Conrado Massaguer, y eran amenizadas musicalmente
por los maestros Gustavo Sanchez de Fuentes y Joaquín
Rodríguez Lanza De esa tertulia surgió la Sociedad de
Conferencias (véase). El Areópago Bohemio de Matanzas, fue una tertulia
que entre 1910 y 1915 agrupó a hombres de letras, poetas y ensayistas
como Bonifacio Byrne, Agustín Acosta, Fernando Lles y Medardo Vitier.
Llegó a constituir una verdadera institución pública no
oficial. Entre1911 y 1913, en una casa de la calle del Calvario, en Santiago de
Cuba, donde vivió el escritor dominicano Sócrates Nolasco, y que
fue bautizado con el nombre de El Palo Hueco se reunió una tertulia
-conocida precisamente como cenaculo de Palo Hueco- integrada por
José Manuel Poveda, su figura principal, Angel Alberto Giraudy,
Fernando Torralva, Juan Jerez Villarreal, Enrique Gay Calbó, Recaredo
Répide, Rafael. G. Argilagos, Héctor Poveda y otros. Afirma Max
Henríquez Ureña en la pagina 303 del tomo 2 de su Panorama
histórico de la literatura cubana (La Habana, Edición
Revolucionaria, 1967) que, «En esas reuniones se leía y comentaba
a Jean Lorrain o a Augusto de Armas, o a Verlaine o a Henri de Régnier,
a Lugones o a Herrera y Reissig». La tertulia del Teatro Martí
reunió durante los años de 1920 a 1921 a toda una
generación caracterizada por una brillante trayectoria creadora y
política. Rubén Martínez Villena, que fue su figura
central, la calificó como«Peña heterogéneo y
rebelde». Coincidían allí dos grupos: el de los
rebeldeslíricos y el de los líricos romanticos. Al
primero, capitaneado por Villena, se unían Enrique Serpa, Andrés
Núñez Olano, José Zacarías Tallet, Rafael
Esténger; al segundo pertenecieron Gustavo Sanchez Galarraga y
varios mas. Posteriormente, el grupo de Villeno se trasladó al
comedor del Hotel Lafayette, donde se reunían los sabados. De
toda esta actividad literaria, a la que se unía también el
acontecer político del momento, surgió el Grupo Minorista
(véase), cuya participación en los acontecimientos ocurridos en
Cuba entre 1923 y 1928 fue muy importante. En Manzanillo, Oriente, un
núcleo de intelectuales formó, alrededor de la revista Orto, en
1921, el Grupo Literario de Manzanillo (véase), de cierta trascendencia
en el desarrollo de las letras cubanas Esta tertulia, de fuerte cohesión
intelectual, constituyó uno de los principales medios de difusión
cultural en el interior del país. En 1931 se constituyó la que
puede considerarse la última gran peña literaria de La Habana, la
del hotel Ambos Mundos, presidida por Fernando Ortiz, y que se mantuvo hasta
finales de 1935. Se reunían en ella Emilio Roig de Leuchsenring,
José Antonio Ramos, José Antonio Fernandez de Castro, y
con menor frecuencia Carlos Rafael Rodríguez y Angel Augier. Nacieron
de estas reuniones la decisión de celebrar los Congresos Nacionales de
Historia y la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales
(véase).
BIBLIOGRAFÍA
Azcarate Rosell, Rafael. «Las noches literarias» y
«Las conversaciones literarias», en su Nicolas
Azcarate, elreformista. La Habana, Editorial Trópico, 1939, P.
27-64 y 203-214, resp. || Blanchet, Emilio. «La tertulia literaria de
Delmonte», en Revista de la Facultad de Letras y Ciencias de la
Universidad de la Habana. La Habana, 14 (1) 49-56, ene., 1912. || Horta,
Eulogio. «Las tardes de El Fígaro», en El Fígaro. La
Habana, 24 (30) 394, jul. 26 1908. || Pascual, José Antonio.
Peñas y tertulias. Enfoque panoramico y micro-enfoque
sicológico. T.1. La Habana, Editorial Agora, 1964. ||
Suarez y Romero, Francisco. «Prólogo», en Obras de D.
Ramón de Palma. La Habana, Imp. del Tiempo, 1861, p.III-XXV. || Un
escritor novel, seud. de?.«Costumbres. La reunión literaria»
en Diario de la Habana. La Habana, (240): 2-3, ago. 28, 1838.
TESTIMONIO A mediados de la década del 60, y por influencia de numerosos
trabajos orientados según los nuevos campos de la antropología y
la sociología -Levi Strauss, Ricardo Pozas, Óscar Lewis- comienza
a aparecer entre nosotros un tipo de literatura cuya imbricación con los
distintos géneros literarios establecidos hacía difícil su
clasificación. Dada la creciente importancia adquirida, por estos
trabajos, la Casa de las Américas, al realizar en 1970 la convocatoria
de su premio anual de literatura, decidió darles cabida dentro de
él con la creación de un nuevo género -Testimonio-, cuya
obra representativa reuniría las siguientes características?
1ª Tiene de reportaje, pero excede o las dimensiones de éste, en
cuanto se trata de un libro y no de un trabajo destinado a alguna
publicación periódica (diario,revista); obra que vive por
sí misma donde la tematica esta tratada con amplitud y
profundidad, destinada a perdurar mas alla de la existencia
efímera de los trabajos puramente periodísticos y que, por eso
mismo, exige una superior calidad literaria.
2ª Aunque su objeto es relatar hechos, protagonizados por personajes
literarios construidos y animados, dada la estricta objetividad y fidelidad
respecto a la realidad que el testimonio enfoca, descarta la ficción,
que constituye uno de los elementos de creación en la narrativa, como en
la novela y el cuento.
3ª El necesario contacto del autor con el objeto de indagación (el
protagonista o los protagonistas y su medio ambiente) exige que aquel objeto
esté constituido por hechos o personas vivos, es decir, que no se trata
de una investigación sobre acontecimientos pasados o ausentes en el
espacio, respecto al investigador. Una excepción a esta
característica es el testimonio retrospectivo, sobre hechos pasados o
personajes desaparecidos o ausentes, cuando el autor estuvo en contacto con
ellos o cuando indaga, sobre los mismos, con testigos que tuvieron aquel
contacto.
4ª Si el testimonio es biografico, no debe ser sólo el
recuento de una vida por su interés puramente personal, individual, por
sus valores subjetivos y estéticos. En el testimonio lo
biografico de uno o varios sujetos de indagación debe ubicarse
dentro de un contexto social, estar íntimamente ligado a él,
tipificar un fenómeno colectivo, una clase, una época, un proceso
(una dinamica) o un no proceso (unestancamiento, un atraso) de la
sociedad o de un grupo o capa característicos, siempre que, por otra
parte, sea actual, vigente, dentro de la problematica latinoamericana.
Esto no sólo no elimina, sino que incluye, el posible testimonio autobiografico.
Como antecedentes podemos citar algunas obras que tienen puntos de tangencia
con el género, entre ellas la autobiografía de Juan Francisco
Manzano, los libros de viajeros ilustres sobre nuestra patria, las
crónicas de guerra de distintos próceres o las numerosas memorias
anteriores a 1966. Ese año aparece Biografía de un
cimarrón, de Miguel Barnet, el primer ejemplo del género en la
literatura cubana, que despertó gran interés nacional e
internacional, mas por el atractivo literario de la figura de Esteban
Montejo -el esclavo cimarrón protagonista de la obra- que por el rigor
científico de la
investigación llevada a cabo. A Barnet se debe también
Canción de Rachel (1969), testimonio biografico de una conocida
actriz de teatro burlesco, a todas luces inferior a su primer aporte al
género.
Dos años mas tarde, con influencia ostensible de uno de los
libros de mayor resonancia en la América Latina en las últimas
décadas -La Favela, de la brasileña Carolina María de
Jesús- obtuvo mención en el género de ensayo del Concurso
Casa de las Américas la obra Manuela la mexicana (1968), de Aida
García Alonso. Dos años mas tarde ganó
mención en el propio concurso la obra Amparo, millo y azucenas (1970),
de Jorge Calderón, orientada en la misma dirección que la
anterior.
A partirde 1970 se hace evidente que el Testimonio va obteniendo cada vez
mas el favor de nuestros escritores, cuya producción se ve
estimulada por la apertura del género en un concurso de tanto prestigio
como el convocado por la ya mencionada Casa de las Américas y el MINFAR.
Ese año aparecen tres importantes contribuciones: Julian
Sanchez cuenta su vida, de Erasmo Dumpierre; Hablar de Camilo, de
Guillermo Cabrera, uno de los mas valiosos aportes para el estudio de la
figura del Comandante Camilo Cienfuegos aparecidos entre nosotros, y el
excelente Girón en la memoria, de Víctor Casaus, primera
mención en el Concurso Casa de las Américas de ese año,
continuador de una directriz tematica dentro del género -la
expresión de hechos bélicos de importancia trascendental para el
triunfo y posterior consolidación de nuestro actual proceso
revolucionario por parte de sus propios protagonistas-, iniciada el año
anterior por el Primer Capitan Rafael del Pino con su obra Amanecer en
Girón (1969), premiada en el primer concurso literario convocado por la
Dirección Política del MINFAR, verdadero canto al sacrificio y a
la moral combativa de aquellos que, como dice el autor, tuvieron «el
privilegio de ser los primeros pilotos de combate marxistas-leninistas en este
continente».
Esta directriz ha sido particularmente fructífera hasta el presente, y a
las dos últimas obras citadas vienen a unirse La batalla del Jigüe
(1971) del Comandante José Quevedo Pérez, premio de Testimonio en
el Concurso 26 de Julio de ese mismo año, y En el puntorojo de mi
kolimador (1974), que ahondando en la labor de nuestra Fuerza Aérea
Revolucionaria desplegada en Girón, con la misma óptica del
Capitan del Pino, nos dio el Primer Comandante Alvaro Prendes.
Paralelamente a esta directriz va surgiendo otra, orientada a testificar otro
hecho «bélico» no menos importante: el trabajo cotidiano de
nuestros obreros en la magna empresa de la edificación del socialismo,
ejemplificada por Lengua de pajaro (1971), acucioso estudio sobre el pueblo
de Nicaro -el centro mas importante de extracción y procesamiento
de níquel en Cuba-, escrito conjuntamente por Nancy Morejón y
Carmen Gonce. A él se une MINAZ-608: coloquios en el despegue (1973), de
Roberto Branly, fruto de la participación del autor como cronista en la
zafra de 1970 de acuerdo con el plan conjunto de la UNEAC y de la
Comisión de Orientación Revolucionaria del Comité Central
del Partido.
Deben destacarse, ademas, dos obras laureadas con posterioridad al
año 70 y que no cabe enmarcarselas en estas dos últimas
directrices generales ya apuntadas: de Enrique Cirules Conversación con
el último norteamericano (Premio de Testimonio en el Concurso 26 de
Julio 1972), interesante trabajo sobre Willy Stokes, el último de un
grupo de inmigrantes norteamericanos que el 30 de diciembre de 1899
partió de su país hacia Cuba con el objeto de radicarse en La
Gloria City -«la primera colonia norteamericana en Cuba-, construida ese
mismo año por personal norteamericano perteneciente a la Cuban Land and
Steamship Company, y Muy buenasnoches, señoras y señores (1972),
de Rigoberto Cruz Díaz, que amenamente recoge la vida y milagros por
vivirla de una humilde «troupee» circense que durante mas de
treinta años recorrió la isla.
Por último debe destacarse en particular una obra publicada originalmente
en inglés en 1961 y reimpresa de modo reciente entre nosotros por la
Editorial de Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro, Los peligros del
alma (1972), de Calixta Guiteras Holmes, visión del mundo de un tzotzil
-la obra de mas elevado nivel científico producida en el
género por autor cubano-, fruto de la rigurosa labor de
investigación antropológica de esta destacada investigadora del
Instituto de Etnología de nuestra Academia de Ciencias.
Como puede apreciarse, la bibliografía, con que cuenta el género
es ya apreciable pese a su corta existencia. Su propia amplitud -tanto
tematica como formal- lo convierte en el vehículo idóneo
para expresar la multifacética realidad que día a día va
transformando nuestra Revolución. Por ello no resulta aventurado
conjeturar que en los años venideros han de producirse obras que, dada
la trascendental significación del proceso revolucionario,
constituiran verdaderos aportes al desarrollo del género.
BIBLIOGRAFÍA
Borrego, Martín, «En el punto rojo de mí colimador»,
en El Caiman Barbudo, La Habana, 2ª época, (81): 30-31,
ago., 1974. Bueno, Salvador, «Biografía de un
cimarrón», en El Mundo del Domingo. Suplemento del
periódico El Mundo, La Habana,: 6, oct. 16, 1966. Campuzano, Luisa,
«Al cabo de un siglo desilencio, biografía de un
cimarrón», en El Caiman Barbudo, La Habana, (8): 20-21,
nov. 1, 1966. Collum, Óscar, «Canción de Rachel», en
Casa de las Américas, La Habana, 10 (59): 190-192, mar.-abr., 1970.
Fernandez Guerra, Luis, «Cimarrón y Rachel, un
continuum», en Unión, La Habana, 9 (4): 163-170, oct.-dic., 1964.
López, Ramón. «El danzón de Rachel', en Casa de
las Américas, La Habana, 10 (57): 122-123, nov.-dic.,1969. Moreno
Fraginals, Manuel, «Biografía de un cimarrón, de Miguel
Barnet», en Casa de las Américas, La Habana, 7 (40): 131-132,
ene.-feb., 1967. Torre Molina, Mildred de la. «El último
americano», en La Gaceta de Cuba, La Habana, (115): 30-31, sep., 1973.
TEURBE TOLÓN Y DE LA GUARDIA, Miguel (Matanzas, 29.9.1820- Id.,
16.10.1857). Estudió en una escuela pública de su ciudad natal y
con un grupo de profesores particulares. Con éstos aprendió
latinidad, retórica, ciencias naturales y filosofía.
Estudió ademas francés, inglés e italiano. Colaboró
en Aguinaldo Matancero y en La Aurora del Yumurí, periódico del
que llegó a ser redactor jefe. Fundó La Guirnalda, que fue
suprimida por el gobierno español. Fue intérprete oficial de la
Real Hacienda y profesor de historia, filosofía, inglés, esgrima
y retórica. Explicó Filosofía Natural en la Sociedad
Filarmónica de Matanzas. Sus obras teatrales Un casorio y Una noticia
fueron representadas en Matanzas. En un cenaculo de esa ciudad dio a
conocer su Curso de literatura, que no llegó a publicar. Dio clases de
literatura en la Escuela Auxiliar de la Universidad de laHabana. En 1848 fue
nombrado socio facultativo del Liceo Artístico y Literario de La Habana.
Colaboró en La Prensa, El Faro Industrial, Flores del Siglo, Diario de
Avisos, La Floresta Cubana, La Piragua, Brisas de Cuba, El Duende. Se vio obligado
a emigrar a Estados Unidos en 1848 por sus ideas independentistas. En Nueva
York se dedicó al magisterio y asumió la secretaría de la
Junta Cubana Anexionista. Trabajó en los proyectos expedicionarios de
Narciso López. Fue secretario de la Legación de la
República de Costa Rica en Washington. En Estados Unidos editó El
Tiple Cubano y El Tiple Libre; fue redactor jefe de La Verdad, dirigió
El Cubano, El Papagayo y El Cometa; tuvo a su cargo la sección
hispanoamericana del Herald, de Nueva York. La mayoría de sus poemas
escritos en inglés aparecieron en Waverley Magazine, de Boston. La
antología El laúd del desterrado (1858) recoge algunas de sus
poesías. Tradujo del inglés la Historia de los Estados Unidos. de
Emma Williard, y El sentido común, de Tomas Payne. Ya enfermo,
regresó a Cuba en agosto de 1857, tras la anulación de la condena
de muerte que sobre él pesaba. Usó los seudónimos Lola, La
Lola filibustera, Tello Rubio Montegú, Alfonso de Torquemada.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
Los preludios. Rimas, Matanzas, Imp. de Gobierno y Marina, 1841. Lola Guara.
Novela cubana. Matanzas, Imp. de Gobierno y Marina, 1846. ¡Una noticia!.
Comedia en un acto, en verso. Matanzas, 1847. The Elementary Spanish Reader and
Translator. New York, D. Appleton, 1852; 2a. ed. Id., 1859; 3a. ed. Id.,1867;
4a. ed. Id., 1871; 5a. ed., Id., 1873; 6a. ed. Id., 1880. Leyendas cubanas. New
York, Mesa and Hamilton, 1856; Cardenas (Matanzas), 1857. Flores i [sic]
espinas. Matanzas, Imp. de la Aurora del Yumurí, 1857.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Acosta, Alberto. «Miguel Teurbe Tolón», en su Reliquia
heroica. Historia de una bandera, La Habana, 1953, p. 72-76. Blanchet, Emilio.
«Flores y espinas» en Liceo de la Habana. La Habana, 2a. serie, 1
(13): 98-99, sep. 23, 1859. Caillet Bois, Julio. «Miguel de Teurbe
Tolón (1820-1859), en su Antología de la poesía
hispanoamericana. Madrid, Aguilar, 1965, p. 287. Carbonell, José Manuel.
Miguel Teurbe Tolón; poeta y conspirador. Discurso pronunciado en la
inauguración del Curso Académico de 1923-24. Memoria del Curso
Académico de 1923-24 por Ramón A. Catala. Trabajos
recibidos para los concursos del año 1922-23. La Habana, Imp. El Siglo
XX, 1924. Figarola-Caneda, D[omingo]. «Reconstitución de un
soneto», en Cuba y América. La Habana, 4 (91):13-15, sep. 20,
1900. «Flores y espinas. Poesía de D. Miguel T.
Tolón», en El Liceo de La Habana. La Habana, 3:98, 1859. Fornaris,
José. «A la memoria del poeta cubano Miguel Teurbe
Tolón», en El Liceo de la Habana. La Habana, 2:174-175, 1858. Gonzalez
del Valle, Martín. «Miguel de Teurbe Tolón», en su La
Poesía lírica en Cuba. Apuntes para un libro de biografía
y de crítica. Barcelona, Tipografía de Luis Tasso, 1900, p.
171-180. Guiteras, Pedro J. «Estudios de literatura cubana. Miguel Teurbe
Tolón», en El Mundo Nuevo-América Ilustrada. Nueva York,
6(105 y 106): 168-169 y 192, may. 1 y 15, 1875, resp. Lezama Lima, José.
«Miguel Teurbe Tolón y de la Guardia», en su
Antología de la poesía cubana. T. 3. La Habana, Consejo Nacional
de Cultura, 1965, p. 239-241. «Miguel Teurbe Tolón», en La
Piragua. La Habana, 1: 78-79, 1856. Vazquez Rodríguez, Benigno.
«Miguel Teurbe Tolón», en su Precursores y fundadores.
Pról. de Néstor Carbonell. La Habana, Editorial Lex, 1958, p.
93-96. Zenea, Juan Clemente. «Miguel Teurbe Tolón», en
Revista Habanera. La Habana, 2: 100-102, 1861.
Tiempo (V. Tiempo Nuevo)
Tiempo Nuevo (La Habana, 1940-? ). Periódico. El primer ejemplar
revisado (número 27) corresponde al 2 de diciembre de 1940. Su
periodicidad fue diaria. Era dirigido por Miguel de Marcos. Publicó
noticias variadas, tanto nacionales como internacionales, notas deportivas y
algunos trabajos literarios. Figuraban como colaboradores Alejo Carpentier,
Rafael Suarez Solís, Ricardo Riaño Jauma, Félix
Pita Rodríguez y Antonio Martínez Bello, entre otros.
Publicó un magazine semanal titulado Tiempo, cuyo primer número
vio la luz en el mes de noviembre. Fue dirigido por Mario Fernandez
Roque. En dicho magazine se publicaron trabajos sobre literatura, artes
plasticas, arquitectura, historia y política. Colaboraron en
él varios de los escritores antes señalados. Muchos
artículos eran tomados de publicaciones extranjeras. El último
ejemplar revisado de la primera época del periódico corresponde
al 28 de febrero de 1941. Comenzó su segunda época, ahora bajo el
título de Tiempo y con elsubtítulo de «Semanario», el
2 de mayo de 1941, con numeración independiente. Fungían como
director, jefe de redacción y director artístico,
respectivamente, Rafael Suarez Solís, Alejo Carpentier y Conrado
Massaguer. Bajo este título el periódico alcanzó, desde el
punto de vista literario, bastante significación. Publicó una
pagina literaria en la que vieron la luz críticas a libros de
reciente aparición, cuentos, poemas, trabajos históricos y
novelas por capítulos. Mantuvo la sección «El rincón
de los clasicos», destinada a divulgar la obra de los mas
importantes antores de la literatura universal. Entre los colaboradores de esta
segunda época se destacan José María Chacón y
Calvo, Regino Pedroso, Lidia Cabrera, Jorge Mañach, Gonzalo de Quesada y
Miranda, Felipe Pichardo Moya, Medardo Vitier, Félix Lizaso, Manuel
Isidro Méndez y el caricaturista Juan David. A partir del 22 de junio de
1941 tomó el formato de tabloide y fue dirigido y administrado por
Carlos Montalvo. Como directores técnico y artístico fungían,
respectivamente, Alejo Carpentier y Massaguer. La jefatura de redacción
estaba a cargo de Fernando G. Campoamor. El consejo de redacción lo
componían, entre otros, Rafael Suarez Solís, Ricardo G.
Menocal, Manuel Altolaguirre, Francisco Pita Rodríguez, Antonio
Martínez Bello, Juan David y Jorge Horstmann. El contenido de la
publicación siguió siendo el mismo: noticias variadas, trabajos
literarios y artísticos, etcétera. Posteriormente pasó a
ocupar la dirección Alberto C. Vila, y Carpentier cesó como
directortécnico. Decayó el caracter literario del tabloide
y pasó a ser puramente informativo. Adoptó, a partir del 14 de
marzo de 1942, un nuevo formato y salió con el subtítulo de
«Revista de actualidad». Siguió la numeración de la
publicación anterior. Fue semanal. Sirvió como director-gerente
Carlos Montalvo y como director artístico continuó Massaguer.
Publicó, preferentemente, noticias y artículos relacionados con
la Segunda Guerra Mundial, cuentos de autores extranjeros y trabajos sobre
historia, cine y música. En junio de 1942 pasó a ser mensual Se
han visto ejemplares de los años 1943, 1944 y 1945. De 1946 no se ha
visto ninguno. De 1947 se han revisado números correspondientes a los
meses de febrero, abril y mayo, con formato de tabloide. El último
ejemplar consultado, dirigido por el propio Carlos Montalvo y con el
subtítulo «Por el pueblo, para el pueblo», corresponde a
mayo de 1949. Estos años citados carecen de artículos de
caracter literario.
Tiple, El (La Habana, 1855-[1859?]). Publicación semanal literaria. El
primer número correspondió al 23 de septiembre. Fue dirigida por
J. M. Azpeitía y editada por E. Valdés. En la
«Introducción» señalaban: «Reír y gozar!
He aquí de lo que trata El Tiple y su redacción haciendo cuanto
esté de su parte porque sus suscritores [sic] obtengan el mismo
beneficio [ ]. No por eso en las columnas del Tiple dejaran de
aparecer algunas composiciones que aunque no del caracter jocoso y
satírico, su mérito las haga dignas de aplauso.»
Aparecieron en sus paginas cuentos, poemas,notas costumbristas,
artículos jocosos, educacionales, morales, literarios y traducciones.
Figuran en ellas colaboraciones de Rafael María de Mendive, José
Fornaris, Joaquín Lorenzo Luaces (a veces bajo el seudónimo
Taravillas), Leopoldo Turla, Francisco de Paula Gelabert, El cucalambé
(seud. de Juan Cristóbal Napoles Fajardo), Francisco y Antonio
Sellén, J[osé] S[ocorro] de León, Antonio Enrique de Zafra
y Tristan [de Jesús] Medina. Algunos trabajos aparecieron
firmados con los seudónimos Cascara amarga, Tendelindo, Chala y
con las iniciales E. de T., C. V., J. de la C. V. y H. E. de G. El
último ejemplar revisado (número 18) corresponde al 20 de enero
de 1856.
Tipógrafo, El (Matanzas, 1901-[1903?]). «Semanario obrero.
Órgano oficial de la Confederación Tipografica de
Matanzas», se lee en el número 2, correspondiente al 17 de febrero
de 1901. Posteriormente fue también órgano del Centro Obrero.
Eran sus directores Juan Peña y Delgado y Ramón Avalos,
quienes se retiraron de la publicación «por tener que trasladar su
residencia a la Habana» según se lee en el ejemplar del 15 de
febrero de 1903, aunque por varios números mas continuaron
apareciendo como tales. Después no se consignaba quién lo dirigía.
El 14 de diciembre de 1902 se reduce notablemente el tamaño de la
publicación. Ademas de numerosos trabajos que trataban, de una
forma general, los problemas laborales de los obreros del sector
tipografico, se publicaron en sus paginas numerosas
poesías y cuentos, artículos de crítica e historia literarias
y otrostrabajos de interés general, así como secciones de
variedades y de crónica. Entre sus mas asiduos colaboradores se
contaron Bonifacio Byrne, Joaquín N. Aramburu, Gerardo L. Betancourt,
José G. Villa, Diwaldo Salom, Mateo I. Fiol, F. Romero Fajardo, Emilio
Blanchet, Mariano Albaladejo y Fernando de Zayas. Ocasionalmente publicó
textos de José Augusto Escoto, Francisco Calcagno, Esteban Borrero
Echeverría, Mercedes Mata y Dulce María Borrero. Otros
colaboradores fueron Félix Campuzano, Mario Luque, Francisco Robainas,
Nicanor A. Gonzalez, M. Ramos Carrión y Andrés Luera. El
último ejemplar localizado corresponde el 19 de abril de 1903.
Titeretada. Cuaderno del Guiñol Nacional de Cuba (La Habana, 1956-1957;
1959[Id?]; 1965-[1966?]). Publicación trimestral de divulgación
titiritera. El primer número correspondió al trimestre
julio-septiembre. Fue dirigida por Pepe Carril y Pepe Camejo. Expresaban en sus
«Primeras palabras» que «Titeretada quiere servir los propósitos
del guiñol cubano. Gustar a los niños y a los mayores. A los
alumnos y a los maestros. A todos los que tienen fe en la cosas tiernas y
felices. A los que nunca dejan de ser niños, aunque sea por dentro. A
los que son capaces de entender una lección humilde pero grande de un
muñequito de trapo y cartón. A todos. Porque estamos seguros que
se nos puede comprender sin mucho esfuerzo. Para servir y gustar a todos
esta aquí Titeretada pidiendo a la vez disculpas por no ser
perfecta, por no llenar de inmediato lo que se le pida [ ].» En el período
comprendidoentre 1956 y 1957 publicaron solamente tres números, el
último de ellos correspondiente a enero-marzo de 1957. Se reanudó
en la primavera de 1959, con el número 4. Al respecto expresaban:
«Titeretada vuelve a la luz después de un largo y penoso silencio,
con ese peculiar asombro de los ojos que han estado mucho tiempo cerrados y
despiertan de pronto en un sitio diferente. Esta publicación que, sin
envanecerse por ello ha sustentado siempre los mas puros principios
martianos, se siente orgullosa de poder estar ante los ojos del público
cubano, cuando nuestra Patria experimenta la renovación mas
definitiva de su Historia [ ].» De 1959 sólo se ha visto un
ejemplar. El próximo encontrado corresponde al trimestre
julio-septiembre de 1965, lo que hace suponer que la revista se
suspendió en el propio año 1959. Publicó pequeñas
piezas teatrales, artículos de caracter técnico sobre el
arte de los muñecos, trabajos sobre el origen y la historia del
guiñol, poesías infantiles y otros temas relacionados con el
teatro para niños. Entre sus colaboradores figuran Félix Pita
Rodríguez, José Manuel Valdés Rodríguez,
Renée Potts, Yolanda Lleortart y Vicente Revuelta. El último
ejemplar consultado corresponde al trimestre abril-junio de 1966.
BIBLIOGRAFÍA
Ichaso, Francisco. «Primera palabras», en Titeretada. La Habana,
1 (3): 1, ene.-mar., 1957.
TORRALVA, Fernando (Santiago de Cuba, 4.3. 1885-Id., 19.10.1913). Pasó
sus primeros años en Santiago de Cuba. Vivió durante algún
tiempo en España, en compañía de su familia.
Regresó aCuba a los once años de edad. Tras el fallecimiento de
su padre, ocurrido poco después de su regreso a España,
vivió en la pobreza. Mientras trabajaba como delineante en el
Departamento de Obras Públicas de la provincia de Oriente, cursaba
estudios que no pudo terminar con el fin de obtener un título
universitario. Colaboró en El Pensil, Renacimiento, El Cubano Libre
-publicaciones todas de Santiago de Cuba- y Letras, de La Habana. Fue premiado
en el certamen poético organizado por la revista Oriente Literario y en
los juegos Florales Pro-Heredia, celebrados en su provincia natal, en 1913.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
Del bello tiempo [Poesía]. «Fernando Torralva y Navarro
(1885-1913). Santiago de Cuba, Imp. Arroyo [s.a] (Biblioteca popular de cultura
cubana, 4).
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Poveda, José Manuel. «Fernando Torralva», en Orto.
Manzanillo, 2 (42): 4, nov. 2, 1913. Redacción. «Fernando Torralva
Navarro», en Orto. Manzanillo (Oriente), 2 (41): 2, oct. 26, 1913.
TORRAS, Jacinto (La Habana, 6.8.1909-Id., 24.8.1963). Estudió
arquitectura y ciencias físico-matematicas en la Universidad de
la Habana. En esta institución fue miembro del Comité
Universitario 27 de Noviembre. Tomó parte activa en el Comité de
Salud Pública del ABC, que organizó el atentado al esbirro
machadista Arsenio Ortiz. A la caída de Machado, ingresó en el
Ala Izquierda Estudiantil, de cuyo Comité Central fue miembro.
Colaboró en Línea. Mas tarde ingresó en la Liga
Juvenil Comunista. En 1934 comenzó a trabajar como responsable de Estadística
en laComisión Nacional de Turismo. Después pasó a la
revista Cuba Económica y Financiera. Fue responsable durante veinte
años del Anuario Azucarero de Cuba. Como asesor de la CTC luchó
por las reivindicaciones del proletariado cubano y en especial de los obreros
azucareros contra los monopolios norteamericanos. Durante la Segunda Guerra
Mundial fue delegado de los trabajadores ante la Organización para la
Regulación de los Precios de los Abastecimientos. Colaboró en El
Comunista, Fundamentos, La Última Hora. Fue responsable de la
«Sección económica» del periódico Noticias de
Hoy y de Carta Semanal, que se publicaba en la ilegalidad durante la dictadura
batistiana. Al triunfo de la Revolución, fue designado viceministro de
Comercio Exterior. Colaboró en Cuba Socialista. Fue uno, de los
fundadores de la escuela económica marxista en Cuba. Trabajos suyos
aparecieron en las obras colectivas Primer Congreso Nacional de
Alimentación (La Habana, 1945), Libro blanco de la Comisión
Técnica del Café designada por el Gobierno para el estudio de los
problemas de abastecimiento y precio y de política económica del
café (La Habana, 1951), Primer ciclo: la liberación
económica de Cuba (La Habana, Universidad Popular, 1960).
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA.
Hechos contra mentiras. Cursillo obrero, agrario, estudiantil. Santiago de
Cuba, Universidad de Oriente, l963.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
«Jacinto Torras», en Cuba Socialista. La Habana, 3 (26): 61, oct.,
1963. Monografía sobre el pensamiento económico de Jacinto
Torras. La Habana, Universidad de laHabana. Instituto de Economía.
Depto. de Economía Política, 1971.
TORRE, Miguel Angel de la (Cienfuegos, Las Villas, 30.9.1884-La Habana,
14.9.1930). Cursó la primera enseñanza y el bachillerato en el
colegio Monserrat de la Compañía de Jesús, en su ciudad
natal. A los catorce años se inició en el periodismo con un
artículo publicado en el periódico mambí Libertad, que
aparecía en el campo insurrecto, en las cercanías de Cienfuegos. A
raíz de la fundación de la República obtuvo una plaza de
maestro en una escuela primaria de la localidad, trabajo que abandonó
poco después. En 1908 viajó a Estados Unidos, donde
trabajó algunos años como actor en varias compañías
teatrales. A su regreso a Cuba colaboró en La Crisalida y otras
publicaciones de Cienfuegos. Mas tarde se estableció en La
Habana, donde se graduó de abogado. Publicó narraciones,
crónicas y artículos en las revistas Cuba y América, El
Fígaro, Letras, Alma Latina, Universal, Smart, Social, La Semana y
Bohemia, y en los periódicos Cuba, Heraldo de Cuba, La Nación, El
Sol, El País, El Comercio, La Correspondencia y El Mercurio, entre
otros. Ofreció conferencias en diversas instituciones culturales. Al
suicidarse, dejó inéditas dos novelas, La gran sed y El rastro en
la manigua; un libro de ensayos, Las voces del silencio, y uno de cuentos, Los
pasos en la sombra.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
La gloria de la familia. (Novelita). La Habana, 1914 (La novela cubana, 23).
Prosas varias. Nota preliminar por Elías Entralgo. La Habana, Editorial
de la Universidad de la Habana,1966 (Biblioteca de autores cubanos, 34).
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Acosta, Agustín. «Miguel Angel de la Torre», en
Alerta. La Habana, 16 (11): 4 y 7, ene. 12, 1951. Bueno, Salvador.
«Miguel Angel de la Torre. 1984-1930», en su
Antología del cuento en Cuba (1902-1952). La Habana, Ministerio de
Educación. Dirección de Cultura, 1953, p. 49. Carbonell,
José Manuel. «Miguel Angel de la Torre (1884)», en su
La prosa en Cuba. Recopilación dirigida, prologada y anotada por [ ].
T. 2. La Habana, Imp. Montalvo y Cardenas, 1928, p. 305-306
(Evolución de la cultura cubana. 1608-1927, 13). Claro Valle, Clara del,
seud. de José de la Luz León. «Un tragico
destino», en El Mundo. La Habana, 65 (21 746 y 21 749): 4 y 4, nov. 24 y
27, 1966, resp. Gay Cilbó, Enrique. «Tres muertes
paralelas», en Revista Cubana. La Habana, 12 (3436): 153-155, abr.-jun.,
1938. Iznaga, Alcides. «La gloria de la familia. Notas
bibliograficas», en Islas. La Habana, 2 (1): 305-306, sep.-dic.,
1959. Labrador Ruiz, Enrique. «Miguel Angel de la Torre», en
su El pan de los muertos. La Habana, Universidad Central de Las Villas. Depto.
de Relaciones Culturales, 1958, p. 25-31. López Dorticós, Pedro.
Visión de Miguel Angel de la Torre. Discurso pronunciado [en la]
Academia Nacional de Artes y Letras el día 30 de mayo de 1937. La
Habana, Imp. Molina, 1937. «Miguel de la Torre», en Heraldo de
Cuba. La Habana, 2a. ed., 19 (257): 1. 7, sep. 14, 1930. Núñez
Olano, Andrés. «Miguel Angel de la Torre», en
Bohemia. La Habana, 22, 22 (38): 40, sep. 21, 1930. «Tragico finde
un periodista», en El País. La Habana, 8 (254): 34, sep. 14, 1930.
TORRENS DE GARMENDÍA, Mercedes (Matanzas, 24.9.1886-La Habana,?.1965).
Cursó la segunda enseñanza en su ciudad natal. Durante mas
de veinticinco años ejerció el magisterio como maestra de
instrucción pública y profesora de piano, solfeo y teoría.
Viajó por México, Estados Unidos, Canada y Europa.
Colaboró en El Correo de Matanzas, El Imparcial y algunas revistas suramericanas.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
Fragua de estrellas. La Habana, Talleres Tipograficos de Carasa, 1935.
Jazminero en la sombra. Versos. La Habana, Talleres Tipograficos La
Mercantil, 1942. La flauta del silencio. Versos. La Habana, Molina, 1946.
Jardines del crepúsculo. Versos. La Habana, Molina, 1948. Esquila en el
poniente. Versos. La Habana, P. Fernandez, 1951. Fuente sellada.
Poesías. La Habana, P. Fernandez, 1956.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Chacón y Calvo, José María. «Un nuevo libro de
Mercedes Torrens de Garmendía: Jardines del Crepúsculo. I y
II», en Diario de la Marina. La Habana, 116 (182 y 188): 40 y 54, ago. 1
y 8. 1948, resp. Fernandez de la Vega, Óscar. «Hacia mi
distancia, de Mercedes Sendón, y Fuente sellada,
de Mercedes Torrens», en Revista de la Biblioteca Nacional José
Martí. La Habana, 2a. serie, 8 (4): 190-195, oct.-dic., 1957. Vitier,
Cintio. «Mercedes Torrens», en su Cincuenta años de
poesía cubana (1902-1952). Ordenación, antología y notas
por [ ]. La Habana, Ministerio de Educación. Dirección de
Cultura, 1952, p. 148.
TORRENTE, Mariano (Barbastro, Aragón,España, 12.10.1792-La
Habana, 28.7.1856). A los dieciséis años se vio obligado a
abandonar sus estudios a causa de la invasión francesa. Trabajó
al servicio del vizconde de Alincourt, intendente francés del Alto
Aragón nombrado por Napoleón. Fue secretario de la
comisaría de la sexta división del ejército inglés
(1813) y comisario de guerra en el ejército hispano-portugués
(1814). Después de haber abandonado los trabajos estatales se trasladó
a Inglaterra. Regresó a Madrid en 1827. En 1830 fue nombrado intendente
de la provincia. Viajó a La Habana en 1834 como administrador general de
las rentas marítimas. En Cuba dirigió el periódico El
Conservador de Ambos Mundos y la Revista general de la economía política
(1835). Fundó la Biblioteca selecta de amena instrucción
(1836-1837) y Recreo Literario. Colección escogida de novelas
científicas, cuadros históricos, artículos de costumbres y
miscelaneas jocosas (1837-1838), perteneciente a la segunda serie de la
Biblioteca Selecta. Regresó a Madrid en 1840. Desde ese año hasta
1843 fue diputado por Barbastro. En 1843 volvió a La Habana, donde
vivió hasta su muerte. Ya radicado en Cuba, visitó a Italia,
Francia, Inglaterra, Suiza, Alemania y los Países Bajos. En 1852 fue
enviado a Santo Domingo como comisario de la reina en una misión
diplomatica. Apoyó la inmigración africana a Cuba. Algunos
de sus trabajos han sido publicados en el Boletín del Archivo Nacional.
Tradujo del italiano Juanito. Obra elemental de educación para
niños i [sic] para el pueblo.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVATrescientas sentencias arabes, quinientas
maximas y pensamientos de los mas célebres autores
antiguos y modernos y cincuenta pensamientos originales. París, 1827.
Geografía universal, física, política e histórica.
Madrid, 1828. 2 v. Historia de la revolución hispano-americana. Madrid,
Imp. de L. Amarita, 1829-1830. 3 v. Proyecto de contribución apoyado en
los sólidas principios de la Ciencia Económica, con el cual puede
la Isla de Cuba hacer frente al pedido estraordinario [sic] de guerra por los
medios mas suaves, mas justos i [sic] equitativos. La Habana,
Imp. de Ramón Oliva, 1838. 11 cuestión importante sobre la
esclavitud. Madrid, Imp. de la Viuda de Jordan, 1841. Memoria sobre la
cuestión de las harinas. Madrid, Imp. de M. Alegría, 1845.
Memoria y recolección de documentos para la historia de la
ridícula invasión (Intentada por D. Narciso López en
Cardenas). La Habana, Imp. del Faro Industrial, 1850. Bosquejo
económico político de la Isla de Cuba, comprensivo de varios
proyectos de prudentes y saludables mejoras que puedan introducirse en un
gobierno y administración. Madrid-Habana, Imp. de M. Pita y Barcina,
1852-1853. Memoria sobre la esclavitud en la Isla de Cuba. Con observaciones
sobre los asertos de la prensa inglesa relativos al trafico de esclavos.
Londres, Imp. de C. Wood, 1853. Pensamiento económico-político
sobre la hacienda de España. Madrid, Imp. de la Compañía
de Impresores y Libreros del Reino, 1854. Política ultramarina que
abraza todos los Puntos referentes a las relaciones de España con
losEstados Unidos, con la Inglaterra y las Antillas, señaladamente con
la Isla de Santo Domingo. Madrid, Imps. de la Compañía de
Impresores, 1854. Historia de la independencia de México. Madrid, Ed. América,
1918.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
«Cuba y don Mariano Torrente», en La Verdad. Nueva York, 6
(31):369-371, dic. 10, 1853. || Dique, seud. de ?. «Cartas a Pamphilo
sobre la Revista de Economía Política del Sr. D. Mariano
Torrente», en Diario de La Habana. La Habana, (84): 2, mar. 24, 1836. ||
Un falderillo, seud. de?. «Ojarasca [sic] y bambolla, o sea, fe de errata
el Compendio de geografía del señor D. Mariano Torrente, inserto
en la Biblioteca selecta de amena instrucción. Advertencia
preliminar», en Diario de la Habana. La Habana (301): 2, oct. 27, 1836.
|| Fermín, seud. de Antonio Bachiller y Morales. «Carta Primera
del Hermano Pamphilo a un amigo», en Diario de la Habana. La Habana,
(147): 2, may. 26, 1836; «Carta segunda del Hermano Pamphilo a un
amigo», en Diario de la Habana. La Habana, (256): 2, sep. 12, 1836;
«Biblioteca selecta de amena instrucción por Don Mariano
Torrente», en Diario de la Habana. La Habana, (263): 2, sep. 19, 1836;
«Carta tercera. Del Hermano Pamphilo, sobre la respuesta que por
incidencia dio a sus observaciones ideológicas el Sr. D. Mariano
Torrente», en Diario de la Habana. La Habana, (269): 2, sep. 25, 1836;
«Biblioteca selecta de amena instrucción por Don Mariano Torrente.
Artículo segundo. Contestación a uno que no lo es del
señor Torrente», en Diario de la Habana. La Habana, (277): 1-2,
oct.3, 1836; «Dos palabritas nade mas, señor S. R.,
dispensando la pequeñez», en Diario de La Habana. La Habana,
(332): 2, nov. 27, 1836. || L.L.E.E. «Biblioteca selecta de amena
instrucción []», en El Noticioso y Lucero. La Habana, 4 (l86):
3, jul. 5, 1836. || «Prospecto de suscripción a una obra titulada
Biblioteca selecta da amena instrucción, por Don Mariano
Torrente», en Diario de la Habana. La Habana, (150): 3, may. 29, 1836. ||
Relator, seud. de ?. «Habana 17 de septiembre de 1836. Señor D.
Mariano Torrente», en Diario de la Habana. La Habana, (272): 2, sep. 28,
1836.
TORRES SIFONTES, Pedro de las (Puerto Príncipe, ? -? ).
Pertenecía a una de las familias mas viejas de Puerto
Príncipe, hoy Camagüey. Ostentó el grado de capitan.
La palabra «criollo» aparece designando un objeto de nuestras
tierras en su «Soneto», uno de los seis que preceden al poema de
Silvestre de Balboa, Espejo de paciencia (1608). La pequeña tertulia
literaria a la que asistía en su ciudad natal junto con autoridades
civiles y hombres de armas con inclinaciones poéticas, es descrita
imaginativamente por José María Chacón y Calvo en su
ensayo El primer poema escrito en Cuba.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Chacón y Calvo, José María. Los orígenes de lo
poesía en Cuba. La Habana, Imp. El Siglo XX, 1913; El primer poema
escrito en Cuba. Documentos inéditos referentes el obispo Fray Juan de
las Cabezas. (De la Revista Antillana). La Habana, Imp. Maza, Arroyo, Caso,
1922. || Lezama Lima, José. «Capitan Pedro de la Torres Sifontes»,
en su Antología de lapoesía cubana. T. 1. La Habana. Editora del
Consejo Nacional de Cultura, 1965. p. 52. || Pichardo Moya, Felipe.
«Estudio crítico», en Balboa, Silvestre de. Espejo de
paciencia. La Habana, Imp. Escuela del Instituto Cívico Militar, 1941,
p. 2, 18-19.
TORRES Y FERIA, Manuel (La Habana, 10. 1833-Id., 7.2.1892). En 1850, siguiendo
su vocación eclesiastica, ingresó en el Seminario de San
Carlos. En 1853 ingresó en la Universidad de la Habana, donde, al
parecer, no terminó su carrera. De nuevo en el Seminario, estudió
filosofía con el Dr. Zambrana y teología con Fray Mateo Andreu.
Por esos años colaboró en diversas publicaciones
periódicas. En 1857 recibió la ordenación eclesiastica.
Al año siguiente entró como miembro en la Real Sociedad
Económica de Amigos del País. Ejerció el sacerdocio en la
iglesia de Jesús del Monte, en La Habana. Su pieza El drama del mundo
fue estrenada, en el teatro Albisu. Es autor de La buena escuela, libro de
maximas en verso, que fue declarado obra de texto en 1882. Al morir
dejó inéditas varias novelas y dos tomos de versos que,
según Calcagno, estaban en vías de publicación. Usó
el seudónimo Serafín de la Flor.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
La elección de un novio; o, Juzgar por las apariencias. Juguete
cómico en un acto y en verso por Serafín de la Flor. La Habana,
1857; La elección de un novio Publicado en el año 1857 por
Serafín de la Flor y reformado posteriormente. La Habana, Imp. La
Prueba, 1883. || El padrino inesperado. Comedia en un acto por Serafín
de la Flor. La Habana, Imp. ElTelégrafo, 1860; Comedia en dos actos y en
verso, arreglada de un juguete cómico en un acto que el año de
1857 escribió el mismo autor. M. T. bajo el seudónimo de
Serafín de la Flor. La Habana, Imp. La Prueba, 1882. || La predicación
escrita. Colección de sermones del Pbro. []. Sermón nº 1.
La Purísima Concepción. La Habana, IMP. La Propaganda Literaria,
1872. || Recreo del alma; o, Devocionario recreativo. Barcelona, 1875; Escrito
en versos sencillos y faciles de retener en la memoria para uso de los
fieles, por []. 2ª. ed. La Habana, La Nueva Principal, 1883. || El
drama del mundo. Drama en tres actos y es verso, original de M.T. La Habana,
Imp. La Prueba, 1881. || Azares de la vida. Drama en tres actos y en verso original
de M.T. La Habana, Imp. La Prueba, 1882. || Ecos de ultratumba. Directorio
piadoso para corresponder a los reclamos de los fieles difuntos La Habana,
Imp. de Casa-Nova, 1883. || Miserias humanas. Comedia en tres actos y en verso,
original de M. T. La Habana, Imp. La Prueba, 1883. || El corazón en la
mano. Comedia en cuatro actos y en verso, por M. T. La Habana, Imp. la Prueba,
1884. || Mi pasado y mi presente. Obras literarias. T. 1. Obras
dramaticas. La Habana, La Prueba, 1887.
TORRIENTE, Loló de la (Manzanillo, Oriente, 22.8.1907). Muy niña
fue trasladada a La Habana, donde cursó la primera enseñanza.
Participó en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes (1923) y en el
Primer Congreso de Mujeres. Se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras
en 1926. En la Universidad de la Habana sedoctoró en Derecho en 1929 y
cursó tres años de Filosofía y Letras. Ejerció la
carrera de abogado de 1929 a 1937. En 1931 ingresó en el Partido
Comunista. Fue secretaria de Defensa Obrera Internacional y activista de la
Confederación Nacional Obrera de Cuba. Combatió activamente
contra el dictador Gerardo Machado. En 1934, invitada por organizaciones
obreras y culturales de Estados Unidos, visitó a este país. De
allí fue deportada a Cuba, donde sufrió prisión de fines
de 1935 a comienzos de 1937. Ese mismo año se trasladó a
México. Allí se inició en el periodismo en El Nacional y
El Popular (1937-1938). Fue redactora en Novedades (1940-1946), corresponsal de
Bohemia y colaboradora de La Prensa, Cuadernos Americanos, Afroamérica,
Gaceta del Caribe. Ocupó la catedra de literatura
hispanoamericana en la Escuela Superior para Maestros de México D. F., y
cursó Filosofía y Letras en la Universidad Nacional
Autónoma. En 1952 regresó a Cuba. Colaboró en Revista
Universidad de la Habana, Bohemia, Carteles, El País, Prensa Libre,
Alerta, El Mundo. Recibió el Premio Nacional de Periodismo Eduardo
Chibas, otorgado por la revista Bohemia, en 1954. Obtuvo por
oposición el cargo de abogado del Departamento jurídico del
Tribunal de Cuentas. Ha viajado por Venezuela, Guatemala, Costa Rica, Brasil,
España, Francia, Inglaterra. La revista El Cuento, de México, ha
publicado narraciones suyas. Ha colaborado en Casa de las Américas, La
Gaceta de Cuba, Unión, Bohemia, Santiago y ofrecido conferencias en instituciones
culturales y organismosdel Estado. Es autora de diversos ensayos sobre
literatura cubana e hispanoamericana. Usa el seudónimo María Luz
de Nora.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
1 defensa y 2 comentarios. La Habana, Ed. Lucha de la CNOC-DM, 1932. || La Habana
de Cecilia Valdés (Siglo XIX). «El capitalismo habanero»,
por Elías Entralgo. La Habana, J. Montero, 1946 (Biblioteca de historia,
filosofía y sociología, 24). || Estudio de las artes
plasticas en Cuba. La Habana, Úcar, García, 1954. || Mi
casa en la tierra. La Habana, Úcar, García, 1956. || El mundo
ensoñado de Eduardo Abela. La Habana, Ministerio de Educación.
Instituto Nacional de Cultura, 1956. || Memoria y razón de Diego Rivera.
México, D. F., Editorial Renacimiento, 1959. 2 v. || Torriente-Brau. Retrato
de un hombre. La Habana, Instituto del Libro, 1968.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Avila, Leopoldo. «Retrato de un hombre», en Verde Olivo. La
Habana, 10 (13): 16-17, mar. 30. 1969. || C. de J. «Las artes
plasticas en Cuba, de Loló de la Torriente», en Cuadernos.
Bogota, (19). 247-249, jul.-ago., 1956. || Fornaris, Fornarina.
«Loló de la Torriente: Mi casa en la tierra [ ]», en
Nuestro Tiempo. La Habana, 4 (15): [24] ene.-feb., 1957. || Ibarzabal,
F[ederico] de. «La Habana de Cecilia Valdés», en El
País. La Habana, Ed. final, 24 (265): 1, 8, nov. 7, 1946. || Marquina,
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La Habana, 10 (268): 11, nov. 13, 1946; «Pintura mural mexicana»,
en Información. La Habana, 11 (55): 9, mar. 5, 1947; «El cursillo
de la Doctora Torriente», en Información. LaHabana, 11 (57-60): 9.
mar. 7 y 11, 1947, resp. || Martínez Bello, Antonio. «Mi casa en
la tierra», en Revista Cubana. La Habana, (31): l27-128, ene.-mar., 1957.
«Mi casa en la tierra, en Germinal. La Habana, 8 (78): 6 y 28, ene.,
1957.|| Rodríguez, Luis Julio. «La case de Loló», en
Ciclón. La Habana, 2 (6): 70-73, nov., 1956. || Sabas Aloma,
Mariblanca. «Loló de la Torriente» en Carteles. La Habana,
15 (22): 18 y 3 [supl.] jun: 22, 1930.
TORRIENTE BRAU, Pablo de la (San Juan, Puerto Rico, 19.12.1901-Majadahonda,
Madrid, 19.12.1936). Muy niño fue con su padre a Santander,
España, y de ahí pasó a La Habana, donde comenzó a
asistir al colegio. Trasladado a Puerto Rico, cursó allí parte de
la primera enseñanza. Después, en Santiago de Cuba,
estudió hasta tercer año de bachillerato. En 1919 se
estableció en La Habana. Interrumpió sus estudios por razones
económicas, aunque mas tarde obtuvo el título de
bachiller. En Sabanazo, Oriente, trabajó como delineante en la
construcción de un ingenio azucarero (1920). De nuevo en La Habana, fue
secretario de Fernando Ortiz. Se inició en el periodismo en El Nuevo
Mundo y en El Veterano (1920).Por esa época conoció a
Rubén Martínez Villena. Su intensa actividad política le
impidió seguir sus estudios de Derecho Diplomatico y Consular en
la Universidad de la Habana. El 30 de septiembre de 1930 fue herido en la
manifestación contra el dictador Gerardo Machado. El 30 de noviembre del
mismo año participó en la manifestación de protesta contra
la represión. Tras varios días deencarcelamiento, pasó a
la clandestinidad. En enero de 1931 fue detenido con los principales dirigentes
del Directorio Estudiantil Universitario. Al salir de prisión
publicó en El Mundo sus reportajes «105 días preso».
Fue encarcelado de nuevo, durante casi un año, en Isla de Pinos.
Deportado a España en 1933, al pasar por Nueva York se acogió a
su origen puertorriqueño y logró quedarse allí.
Regresó a Cuba tras la caída de Machado. En Santiago de Cuba
preparó la Primera Conferencia Nacional del Ala Izquierda Estudiantil.
Como corresponsal de Ahora se internó en las zonas rurales del
país (1934). Colaboró en Alma Mater, Línea, Bohemia. En
Ahora publicó sus artículos «La isla de los 500
asesinatos». Durante varios años conspiró activamente. Tras
el fracaso de la huelga de marzo de 1935 se trasladó a Nueva York.
Allí fundó la O.R.C.A. y su periódico Frente Único,
colaboró en publicaciones revolucionarias, participó en
manifestaciones antifascistas y frecuentó el Club Mella y el Centro
Obrero de Harlem. Como corresponsal de The New Masse de Nueva York, y de El
Machete, órgano del Partido Comunista de México, va a
España en 1936 a defender la República. Antes, pasa por Francia y
Bélgica, donde asiste al Congreso de la Paz. En el frente es nombrado
comisario político de las fuerzas republicanas. En 1938 le fue otorgado
el premio Justo de Lara por su trabajo «Guajiros en Nueva York»,
publicado en Bohemia en 1936. Murió en combate. Con Gonzalo Mazas
Garbayo es coautor de Batey. Cuentos cubanos (La Habana, Cultural, 1930). Ha
sidotraducido al rumano.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
Aventuras del soldado desconocido cubano. Novela. Inicial de Raúl Roa.
La Habana, La Verónica, 1940; La Habana, Gobierno Provincial de la
Habana, Depto. de Cultura [1960?] (Obras de Pablo de la Torriente-Brau, l); La
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otras paginas [Inicial de Raúl Roa]. La Habana, Instituto del
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Pról. de Carlos Prío Socarras, Semblanza de Pablo por
Guillermo Martínez Marquez. La Habana, Publicaciones del
Ministerio de Educación. Dirección de Cultura, 1949 (Grandes
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Venceremos, 1965.|| La última sonrisa de Rafael Trejo [La Habana],
Delegación del Gobierno en el Capitolio Nacional [1959]. || Realengo 18.
La Habana, Capitolio Nacional, 1961. || Cuentos de Baley. La Habana, Eds. Nuevo
Mundo, 1962. || La isla de los 500 asesinatos. La Habana, Eds. Nuevo Mundo,
1962. || Peleando con los milicianos. Pról. de Juan Marinello. La
Habana, Eds. Nuevo Mundo, 1962. || Realengo 18 [y] Mella, Rubén y
Machado. Pról. de Gustavo Aldereguía. La Habana, Eds. Nuevo
Mundo, 1962. || Presidio Modelo. La Habana, Instituto del Libro. Editorial de
Ciencias Sociales, 1969.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
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TORROELLA, Alfredo (La Habana, 9.8.1845 Guanabacoa, Habana, 21.1.1879).
Estudió en el Colegio San Cristóbal y en la Universidad de la
Habana. Inició su labor literaria, como traductor del francés, en
El Liceo. Colaboró en Cuba Literaria; Rigoletto, El Correo Habanero,
Camafeos, La Revista del Pueblo, Liceo de La Habana; codirigió Ensayos
Literarios; fue gacetillero de La Prensa y El Siglo y director de La Luz, de
Regla (Habana). En el Teatro de Tacón estrenó su obra Careta
sobre careta (1866). Asistió asiduamente a las tertulias de
Nicolas Azcarate y perteneció a la sección
literaria del Liceo de Guanabacoa. Ejerció el magisterio. Relacionado
con el movimiento independentista, tuvo que trasladarse en 1868 a Mérida
y luego a Ciudad México. Allí conoció a Martí.
Colaboró en El Renacimiento y El Federalista, de México, y en La
América, de Nueva York. En 1870 estrenó su drama El mulato, en la
capital mexicana. Trabajó como vista de aduanas y al mismo tiempo
realizóactividades a favor de la causa mambisa. Enfermó,
regresó definitivamente a Cuba en 1878. Dejó inédita su
obra de teatro El cajón de la sorpresa. Firmó algunos trabajos
con la inicial de su nombre.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
Amor y pobreza. Drama en tres actos y en verso original de [] estrenado con
extraordinario éxito en el Gran Teatro de Tacón la noche del 9 de
junio de 1864. La Habana, Imp. La Antilla, 1864. 9 Poesías. La Habana,
Imp. La Antilla, 1864; La Habana, Imp. La Intrépida, 1866. || Laureles
de oro. Comedia en tres actos, representada en agosto. La Habana, 1867. || El
ensayo de Don Juan Tenorio. Descarrilamiento cómico escrito espresamente
[sic] para esta compañía y estrenado en el teatro de variedades
el 30 de junio de 1868. La Habana, Litografía e Imp. del Comercio, 1868.
|| Un minué. Disparate catedratico en un acto, escrito
espresamente [sic] para los bufos habaneros, en un rato desocupado por A. T.
(Estrenada en el Teatro de Variedades, el 28 de agosto de 1868). La Habana,
Imp. del Comercio, 1868. || El mulato. Drama social en tres actos y en prosa.
México, Tipografía de N. Chavez, 1870.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
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Camafeos. La Habana, (l9) 139-141, sep. 10, 1865. || Martí, José.
«Alfredo Torroella», su Obras completas. T. 5. La Habana, Editorial
Nacional de Cuba, p. 81-89; «Fragmentos del discurso pronunciado en el
sepelio del poeta Alfredo Torroella», en su Obras completas. T. 19. La
Habana, Editorial Nacional de Cuba, 1964, p. 403-406. ||Peza, Juan de Dios.
«Alfredo Torroella», en Revista Bimestre Cubana. La Habana, 6 (5):
393-406, sep.-oct. 1911. || Reyes, Juan María. «Amor y pobreza.
Drama en tres actos y en verso original de Alfredo Torroella», en La
Aurora. La Habana, 2 (5 y 6): 2-3 y 2-3, ago. 26 y sep. 2, 1866, resp. ||
Rousset, Ricardo V. «La última poesía de Torroella. (Carta
abierta al Sr. Dr. Fernando Ortiz)», en Revista Bimestre Cubana. La
Habana, 7 (6): 424-426, nov.-dic., 1912.
Trabajo, El (La Habana, [1.873]-? ).«Periódico literario y de
intereses locales dedicado a los artesanos», se lee en el único
ejemplar revisado (número 5), correspondiente al 5 de octubre de 1873.
Fue dirigido por Carlos Genaro Valdés. Se ha localizado también
el prospecto, fechado el 13 de agosto del año mencionado, en el que se
expresaba: «El Trabajo sera un periódico útil para
todas la clases sociales, y muy principalmente para la honrada y laboriosa de
los artesanos; porque a par del recreo agradable que proporciona a la
imaginación la bella literatura, cuidaremos con preferencia de que no
falte alimento sano al corazón; dejando espacio suficiente en nuestra
paginas para tratar de los asuntos locales, cuya gestión interese
a nuestros abonados en particular y en general al país. Los
artículos científicos, con aplicación a las artes y a la
industria, estaran a cargo de uno de nuestros mas distinguidos y
competentes colaboradores.» Anunciaban, ademas, que la publicaci6n
sería semanal. Incluía también dicho prospecto una lista
de colaboradores integrada porMartina Pierra de Poo, Domitila García de
Coronado, Marcos de J. Melero, Saturnino Martínez, José de Poo,
Francisco Mavilio, Nicolas Coronado, Bernardo Costales y Sotolongo y
Ramón Codina Muñoz. En el número revisado aparecen poemas,
artículos educacionales y sobre la enseñanza de la literatura,
crítica literaria, prosa poética y trabajos sobre asuntos
locales.
TRADUCCIONES La traducción literaria en Cuba cuenta con una larga y
valiosa practica, que en muchos casos ha resultado factor determinante
en el desarrollo de mas de un género, en especial de nuestra
lírica, donde ya nuestro primer gran poeta -José María
Heredia- es autor de una vasta e importante obra como traductor. Como es
sabido, se afirma que ya a los ocho años traducía a Horacio y que
antes de los diez leía y comentaba a Homero y traducía de corrido
a los poetas latinos. En su obra lírica puede observarse la impronta de
numerosos poetas que tradujo con gran habilidad (Goethe, Byron, Foscolo,
Lamartine, James MacPherson -el falso Ossian-, Young, Millevoye).En prosa
tradujo del inglés Waverly; o, Ahora sesenta años, de W. Scott, y
El epicúreo, de Thomas Moore. Vertió al español,
también, numerosas obras teatrales, entre las que se cuentan Sila, de V.
J. E. Jouy, Tiberio, de J. M. B. Chenier; Saúl, de Alfieri; El
fanatismo, de Voltaire.
Continuadores de Heredia como traductor de poesía lírica fueron
Domingo del Monte -quien trasladó del italiano siete elegías de
Vincenzo Monti, evidenciando mayores dotes para la labor de traducción
que para la de creación-;José Fornaris, que vertió con
fortuna al español poemas de Hugo, Heine, Goethe, Lamartine, Berenger y
Sully Prudhomme, entre otros, y Gertrudis Gómez de Avellaneda, que
resulta -en rigor- mas que una verdadera traductora de los principales
poetas franceses de la época (Hugo, Lamartine y otros), una feliz
intérprete de los poemas de estos autores.
Dos de los mas importantes poetas de la llamada segunda
generación romantica en nuestra lírica fueron, a la vez,
traductores de gran valía. Rafael María de Mendive, ademas
de a Hugo y a otros poetas franceses e ingleses, tradujo admirablemente las
Melodías irlandesas, de Thomas Moore. Juan Clemente Zenea fue un excelente
traductor de Lamartine y, en especial, de Alfredo de Musset, el poeta que
mas influyó en su obra. Justamente célebre es su
traducción de «Lucía», la mas conocida
elegía del gran lírico francés, de quien vertió
también al español el drama Andrés del Sarto, publicado en
la Revista Habanera en 1862. Del inglés tradujo directamente a
Longfellow y a William Cullen Bryant; indirectamente, a Heine y Gustav Pfizer.
A José Agustín Quintero, uno de los integrantes de la famosa
antología poética El laúd del desterrado, se deben algunas
buenas traducciones de Tennyson y de Longfellow, de quien fue amigo personal,
así como de los poetas alemanes Schiller y Uhland. Encomiable resulta su
parafrasis de uno de los sonetos del poeta aleman Friedrich
Rückert -«Poesía»-, perteneciente a sus Sonetos acorazados,
publicados en 1814.
Mención aparte entre los traductoresdecimonónicos por la
valiosísima labor realizada, coadyuvadora en no poca medida a la
renovación formal de nuestra poesía, merecen los hermanos Antonio
y Francisco Sellén, quienes en 1863 publicaron, bajo el título de
Estudios poéticos, escrupulosas versiones de poetas de diferentes
latitudes. Antonio tradujo admirablemente, entre otros, a Byron, al sueco
Isaís Tegner, a Musset y al polaco Adam Mickiewicz, cuyo poema «Conrado
Wallenrod» abrió las puertas a nuestra mas rebelde juventud
intelectual a una literatura en la que se espejaban sus ideales
revolucionarios.
La labor de su hermano Francisco como traductor no le queda a la zaga.
Vertió poemas de Byron al español, pero su obra capital -verdadero
orgullo para nuestras letras- es la traslación al español del
famoso Intermezzo lírico, de Heine -la primera versión completa
en verso castellano- publicada en Nueva York en la imprenta de Néstor
Ponce de León en 1875. La devoción de Francisco Sellén por
la poesía alemana no se limitó exclusivamente a Heine.
Años mas tarde publicaría en la misma imprenta su libro
Ecos del Rhin. Colección de poesías alemanas traducidas en verso
(1881) donde recoge 163 versiones de 38 poetas alemanes (nueve de ellas realizadas
por su hermano Antonio), entre las cuales incluye 28 de Heine no pertenecientes
al Intermezzo lírico.
A inyectarle nueva savia a nuestra poesía contribuyó
también notablemente Diego Vicente Tejera, quien -aparte de su labor
como traductor de Goethe, Amault y Longfellow- dio a conocer al gran poeta y
revolucionariohúngaro Sandor Petöfi, al incluir bajo el
título de «Cantos magiares», en la tercera edición de
sus Poesías (1893), diecisiete poemas de franca intención
revolucionaria, vertidos del francés, entre los cuales sobresale
«Mi último voto», poema de desbordante fervor
patriótico dedicado significativamente a Cuba por Tejera.
La nómina de traductores de poesía decimonónica se
haría interminable. Rafael María Merchan tradujo con
fineza la «Evangelina», de Longfellow; Aurelia Castillo de
Gonzalez a D´Annunzio, Carducci y Lamartine, entre otros; Mercedes
Matamoros a Byron, Moore, Chenier, Schiller y Goethe; Justo de Lara (seud. de
José de Armas y Cardenas), varios sonetos de Shakespeare en forma impecable,
publicados por Cuba Contemporanea en 1915; Antonio Guitera y Font, los
cuatro primeros cantos de La Eneida -considerados unanimemente por la
crítica a la altura de las mejores traducciones hechas en
español-, con lo que realizó un valioso aporte en el
género, en nuestra patria, dentro del campo de las literaturas
clasicas.
En este proceso de divulgación de las mas altas figuras de la
lírica universal, preparador del cambio de sensibilidad aportado por el
modernismo, ocupa un sitial destacado uno de los mas altos exponentes de
este movimiento. Julian del Casal, en La Habana Elegante, El
Fígaro y La Discusión, desde 1887, trasladó al
español varios de los Pequeños poemas en prosa, de Baudelaire, así
como otros de Catulle Mendes y paginas de Guy de Maupassant.
Con relación al resto de sus escritos, la labor de traducción
poéticade Martí resulta breve, pero tocada siempre por la mano
del genio. En sus obras completas se recogen traducciones de Horacio, entre los
clasicos, y de Emerson, Longfellow y Poe entre los poetas
norteamericanos de su época. Sobre una idea de Helen Hunt Jackson
cinceló su admirable miniatura «Los dos príncipes»,
insertada en La Edad de Oro, y en su estremecedora crónica consagrada a
los martires de Chicago en 1887, inserta su prodigiosa versión de
«Los tejedores de Silesia», el magno poema de Heine, ante cuya
versión se plantea la interrogante -aún no resuelta- de si fue
traducida directamente del aleman por Martí, de la versión
inglesa de Engels o de la francesa en prosa -en la que colaboró el
propio Heine-. En todo caso, resulta admirable la fidelidad con que fueron
trasvasados el vigor y el ímpetu revolucionario emanados del poema
original. Por desgracia, ha resultado infructuosa la búsqueda de su
traducción poética mas estimada -el «Lallah
Rook»; de Thomas Moore-, a la cual se refirió con cariño en
varias ocasiones y de la que existe la certeza de su ejecución. En
prosa, su labor mas valiosa como traductor no se encuentra representada
por las tres obras didacticas -Antigüedades griegas (1883),
Antigüedades romanas (1883) y Nociones de 1ógica (1885)-, editadas
por la Casa Appleton, y la novela Misterio (1886), de Hugh Conway (trabajos
«de pan ganar», como él los denominó) sino por las
versiones de Mis hijos (1875), de Víctor Hugo, y en especial de Ramona
(1888), novela de Helen Hunt Jackson, verdadero modelo detraducción,
superior con creces -en opinión unanime de la crítica- al
original de la escritora norteamericana.
En prosa, Varela, Saco y Luz Caballero fueron traductores de los primeros
textos de filosofía estudiados en el Seminario de San Carlos. Luz fue,
entre ellos, el mas influido por el pensamiento filosófico
aleman y el mejor conocedor de la literatura de esta lengua.
Visitó a Goethe en 1830, fue traductor de una breve biografía de
Schiller, y en todo momento resultó un fervoroso propagandista entre sus
alumnos de las letras germanas. Entusiasta admirador, igualmente, de esta gran
cultura lo fue José del Perojo, discípulo de Kuno Fischer y
primer traductor al castellano de la Crítica de la razón pura, de
Kant -aún hoy la mejor existente, en opinión de los
especialistas-, a quien se deben también algunas traducciones en prosa
de poemas de Heine y de otros autores, recogidos en su Ensayos sobre el
movimiento intelectual en Alemania (1875).
Nuestro primer novelista de talla, Cirilo Villaverde, es autor de una
importante traducción del David Copperfield, de Dickens. Se le atribuye,
también, la de Los miserables, de Hugo. Francisco Sellén
llevó al español a autores tan destacados como Wilkie Collins (La
vida de un perillón, 1892) Nathaniel Hawthorne (La letra escarlata,
1895) y Robert Louis Stevenson (Plagiado, 1896). Martín Morúa
Delgado, cuya curiosidad filológica lo llevó a estudiar el
volapuk a pocos años de haberse propuesto por Schleyer, como idioma
universal, tradujo del francés Rose et Ninette, de Daudet, ycon el
título de Recordación publicó su versión de Called
back, la novela de Conway traducida también por Martí. Se le
debe, al igual, haber dado a conocer en castellano por primera vez la
Biografía del libertador Toussaint L´Ouverture, de John R. Beard,
tarea a la que dedicó interés especial, dada la admiración
experimentada hacia el personaje biografiado.
El vigoroso movimiento de renovación que en nuestra lírica
encabezaban Regino E. Boti y José Manuel Poveda a partir,
fundamentalmente, de la segunda década del presente siglo,
concitó el interés de numerosos autores de la época hacia
la literatura francesa finisecular. Boti, buen conocedor de la lengua, no
mostró perseverancia en la labor de traducción mas
alla de poemas aislados. Poveda en cambio -tanto en verso como en
prosa-, realizó una vasta e importante tarea en el género,
dispersa en publicaciones periódicas, que sólo ahora, al
compilarse sus obras completas, puede apreciarse en toda su magnitud.
Baudelaire, Lorrain, Henri de Regnier, Pierre Louys, Maurice de Rollinat,
Stuart Merrill, D'Annunzio, Paul Fort, Peter Altemberg, Ivan Guilking se
cuentan entre los autores vertidos al español por Poveda. La investigación
llevada a cabo por el poeta Alberto Rocasolano sobre la obra de Poveda confirma
la lamentable incineración por parte de la esposa de éste de sus
traducciones de un libro de Henri de Regnier, así como de lo Rimas
bizantinas, de Augusto de Armas.
El movimiento vanguardista fue pródigo en traductores de alta calidad.
Emilio Ballagas tradujo, entreotros poetas, a Ronsard, Keats y Hopkins.
Andrés Núñez Olano llevó a cabo una larga y valiosa
labor como traductor de poetas y prosistas franceses e ingleses, dispersa
aún en distintas publicaciones periódicas. Rafael Esténger
tradujo a Artero de Quental. Nicolas Guillén, al poeta haitiano
Jacques Roumain y el griego Janios Rizos, este último del
francés. Pero la labor mas destacada entre los poetas de su
generación y una de las mas altas en toda la historia del
género entre nosotros, la realizó Mariano Brull, quien cuenta en
su haber una refinada versión al español de los dos poemas
capitales «Cementerio marino» (1930) y La joven Parca (1949)- del
extraordinario poeta francés Paul Valéry.
Los poetas nucleados en torno a la revista Orígenes realizaron una
intensa labor de traducción, en especial de poetas franceses e ingleses.
Entre ellos se destacan José Lezama Lima, buen traductor de Saint John
Perse; Cintio Vitier -autor de espléndidas versiones de «Un golpe
de dados», de Mallarmé, y de Iluminaciones, de Rimbaud-, y Eliseo
Diego, quien cuenta entre sus numerosas traducciones de poetas ingleses una
bellísima traslación de la «Elegía escrita en un
cementerio rural», de Thomas Gray.
En prosa, durante el presente siglo se ha realizado también una labor
encomiable. Continuando la labor humanística de Antonio Guiteras y Font,
Laura Mestre tradujo directamente del griego La Iliada y La Odisea (un pasaje
del canto II de la primera de estas obras mereció comentarios elogiosos
de Luis Segala y Estalella, el grantraductor de los poemas
homéricos). El malogrado ensayista Francisco José Castellanos
publicó en México un tomito de ensayos de Robert Louis Stevenson.
Félix Soloni, novelista menor (Mersé, Virulilla), realizó,
sin embargo, una importante tarea en su larga carrera como traductor, que
incluye mas de 300 obras traducidas del inglés para Editor Press,
la Editora Nacional de Cuba y el Instituto del Libro, donde hasta su muerte
desempeñaba esta función. Antonio Sanchez de Bustamante y
Montoro se ha distinguido como traductor de Marx (La acumulación
originaria del capital, 1965) y de Lenin, cuyos Cuadernos filosóficos
tradujo del francés.
Una amplia y meritoria labor de traducción ha desarrollado a lo largo de
su fecunda carrera de escritor una de nuestras mas brillantes figuras
literarias, Félix Pita Rodríguez, quien últimamente ha
centrado su labor en este campo en la divulgación de la obra de escritores
vietnamitas -traducidos del francés o realizando versiones sobre
transcripciones literales- encabezados por el inolvidable guía de este
pueblo heroico: Ho Chi Minh. Destacable es también la versión al
español del extraordinario poema «Lenin», de Vladimir
Mayakovski, realizada recientemente -sobre traducción literal del ruso,
en colaboración con Nina Bulgakova y Nuria Gregori- por el poeta y
crítico Angel Augier.
A partir de 1959, el disfrute masivo de la literatura generado por el proceso
revolucionario, el creciente interés por el estudio de idiomas
extranjeros -particularmente de los países socialistas, apenas
conocidascon anterioridad, salvo el aleman-, los miles de becarios que
han cursado estudios en esos países y han aprendido su lengua y los
vínculos establecidos con sus respectivas uniones de escritores, han
promovido un auge sin precedentes de la traducción entre nosotros.
Resulta encomiable el trabajo de los equipos de traductores de la UNEAC, la
Editora Nacional y, en la actualidad, el Instituto Cubano del Libro. La UNEAC
ha dedicado números especiales de su revista Unión a las
literaturas soviéticas, búlgara, polaca y rumana, en los cuales,
bien traducidos directamente de esos idiomas o realizando la labor sobre
traducciones literales al español, se destacan, entre otros, Francisco
Martínez Matos, Pedro y Francisco de Oraa, David
Cherician, Fayad Jamís, Eliseo Diego, Nancy Morejón, Luis
Marré, Desiderio Navarro, Otto Fernandez. A estos grupos hay que
añadir el de la Escuela de Lenguas Modernas de la Universidad de la
Habana, cuyos jóvenes instructores tienen en preparación o han
realizado excelentes versiones de autores de diferentes literaturas.
BIBLIOGRAFÍA
Favole Giraude, Giuseppe. «La Eneida traducida por un cubano», en
Revista Cubana. La Habana, 1 (1): 60-90, ene., 1935. || Henríquez
Ureña, Camila. «Laura Mestre, una mujer excepcional», en
Anuario L/L. La Habana, 1 (1): 208-219, 1970. || Portuondo, José
Antonio. «Encuentro cubano con Heine», en Conmemoración del
175 aniversario del nacimiento de Enrique Heine, 1797-1856. La Habana. Academia
de Ciencias. Instituto de Literatura y Lingüística, 1973, p. 11-29.
||Vitier, Cintio. «Una traducción de La jeune parque», en su
Crítica sucesiva. La Habana, Instituto del Libro, 1971, p. 57-66.
TRAVIESO, Julio (La Habana, 11.4.1940). Cursó el bachillerato en los
institutos de La Víbora y La Habana. Participante en la lucha
estudiantil contra la tiranía de Batista, fue hecho prisionero en 1958 y
enviado al Castillo del Príncipe, donde permaneció hasta el
lº de enero de 1959. Con José Acosta Santana editó ese mismo
año Frank País, órgano de la Sección Estudiantil
del Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Dejó la carrera de Derecho
para estudiar Ciencias Económicas en la Universidad Lomonosov, de
Moscú, donde se licenció en 1965. En 1967 obtuvo el premio de
cuento en el Concurso Literario de Ediciones Granma con su libro Días de
guerra. Sus cuentos han aparecido en Unión, La Gaceta de Cuba. Ha
colaborado ademas en Santiago, Pensamiento Crítico y
Economía y Desarrollo. Su novela Para matar al lobo fue adaptada a la
televisión cubana con motivo de la programación especial por el
vigésimo aniversario del asalto al Cuartel Moncada. Ejerció el
magisterio en el Instituto de Economía de la Universidad de la Habana.
Después pasó a ser profesor de la Escuela de Periodismo y jefe de
información de la revista Cuba Internacional.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
Días de guerra. La Habana, Eds. Granma, 1967. || Los corderos beben
vino. La Habana, UNEAC, 1970. || Para matar al lobo. La Habana, Instituto
Cubano del Libro, 1971.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Benítez Rojo, Antonio. «Para matar al lobo», en Casa de
lasAméricas. La Habana, 12 (71): 107108, mar.-abr., 1972. || Fornet,
Ambrosio. «Julio Travieso Serrano en su Cuentos de la revolución
cubana. Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1970, p. 172. || «Los
jurados opinan: José M. Otero», En Revista del Granma. Suplemento
del periódico Granma. La Habana, 3 (6): 7, feb. 5, 1967. ||
Pérez, José Ignacio. «Para matar al lobo», en
Santiago. Santiago de Cuba, (7): 228-230, jun., 1972. || Pita Rodríguez,
Félix. «Julio Travieso en su El cuento en la revolución.
Antología. La Habana, Unión de Escritores y Artistas de Cuba,
1975, p. 341. Rassi, Reynold. «Premio cuento. Entrevista con Julio Travieso»,
en Revista del Granma. Suplemento del periódico Granma. La Habana, 3
(6): 3-4, feb. 5, 1967. Rodríguez Figueroa, Iraida. «Para matar al
lobo, novela de julio Travieso», en Universidad de la Habana. La Habana,
(195): 183-185, ene., 1972. Soto, Angela. «Entrevista. Julio
Travieso y los días de guerra», en Juventud Rebelde. La Habana,:
5, mar. 3, 1967.
TRELLES, Carlos M. (Matanzas, 15.2.1866- Id., 31.5.1951). Cursó la
primera enseñanza en el colegio Los Normales, en su ciudad natal. Se
recibió de Bachiller en Letras y Ciencias en el Instituto de la Habana
en 1880 y cursó hasta cuarto año la carrera de Medicina en la
Universidad de la Habana. Después regresó a Matanzas, donde se
dedicó a actividades mercantiles. Colaboró en Aurora del
Yumurí, Correo de Matanzas, Arte y Letras, Diario de Matanzas. En unión
de Federico Maza, Alberto Lamar, Nicolas Heredia y otros fundó en
1886 el Círculo de laJuventud Liberal de Matanzas que, antes de ser
disuelto por el gobernador militar, abrió sus puertas a los oradores
Fermín Valdés Domínguez, Antonio Zambrana y Manuel
Sanguily, entre otros. Con Emilio Domínguez creó posteriormente,
también en Matanzas, una delegación del Partido Revolucionario
Cubano, fundado por Martí en 1892. Perseguido por sus actividades
revolucionarias, emigró a Tampa, donde fundó el Club Revolucionario
«Pedro Betancourt» con el fin de recaudar fondos para la
revolución. Terminada la guerra (1898), regresa a Cuba y se establece en
Matanzas, donde se ocupa en negocios azucareros. Trabajó como
bibliotecario en la Biblioteca Pública de Matanza y fue concejal del
Ayuntamiento. Propuesto por Gonzalo de Quesada y Aróstegui,
representó a Cuba en la Exposición de París (1900).
Colaboró en Patria, Revista Cubana, Cuba y América, La Bandera
Cubana, La Discusión, Pro Patria, Revista de medicina y cirujía
[sic] de La Habana, Revista Habanera, Cuba Contemporanea, El
Fígaro, El Curioso Americano, Letras, Boletín del Archivo
Nacional. En 1923 ocupó el cargo de bibliotecario de la Camara de
Representantes. Fue delegado por Cuba al Primer Congreso Internacional de
Economía Social (Buenos Aires, 1924) y al Congreso de Historia y
Geografía de América (Buenos Aires, 1925). Un trabajo suyo sobre
José Alvarez de Toledo aparece en el libro Discursos
leídos en la recepción pública del Sr. Carlos M. Trelles y
Govín la noche del 11 de junio de 1926. Fue miembro correspondiente de
la Academia Nacional de Artes y Letras;miembro de número de la Academia
de la Historia de Cuba, de la Academia Cubana de la Lengua, de la
Asociación Bibliografica Cultural; miembro de la Sociedad Cubana
de Derecho Internacional; socio de honor de la Sociedad Económica de
Amigos del País, de la Asociación de la Prensa Médica de
Cuba, de la Sociedad Geografica de Cuba; miembro correspondiente de The
Hispanic Society of America (Nueva York), de la Academia Americana de la
Historia (Buenos Aires), de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía,
de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística;
vicepresidente honorario de la Asociación Interamericana de
Bibliógrafos y Bibliotecarios (Washington). Recibió
condecoraciones y honores de diversas instituciones culturales. Después
de jubilarse regresó a Matanzas. Usó el seudónimo Veritas.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
Cuba y América. Matanzas, Imp. del Diario de Matanzas, 1895. Biblioteca
pública. Memoria del primer semestre. Matanzas, Imp. Cuba, 1899. Memoria
sobre el azúcar y el tabaco en la Exposición Universal de
París de 1900. Presentada al Comisionado de Cuba Sr. Gonzalo de Quesada.
La Habana, Tipografía de El Fígaro, 1901. Bibliografía de
la segunda Guerra de Independencia y de la Hispano-Yankee. La Habana, 1902.
Ensayo de bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII. Seguido de
unos apuntes para la bibliografía dominicana y portorriqueña.
Matanzas, Imp. El Escritorio, 1907; Bibliografía cubana de los siglos
XVII y XVIII. 2a. ed. La Habana, Imp. del Ejército, 1927. Índices
de la bibliografía médico-farmacéuticacubana. La Habana,
Imp. Avisador Comercial, 1907. Ensayo de bibliografía cubana de los
siglos XVII y XVIII. Suplemento. Matanzas, Imp. El Escritorio, 1908. Bibliografía
cubana del siglo XIX. Matanzas, Imp. de Quirós y Estrada, 1911-1915. 8
t. Los ciento cincuenta libros mas notables que los cubanos han escrito.
La Habana, Imp. El Siglo XX, 1914. Bibliografía cubana del siglo XX. Matanzas,
Imp. de la Vda. de Quirós y Estrada, 1916-1917. 2 t. Biblioteca
científica cubana. Próls. de Carlos de la Torre Huerta y Diego
Tamayo. Matanzas, Imp. de J. F. Oliver, 1918-1919. 2 t. Biblioteca
geografica cubana. Matanzas, Imp. de Juan F. Oliver, 1920.
Bibliografía antillana [s.l], 1921. Estadística de mortalidad por
fiebre amarilla en la isla de Cuba en la segunda mitad del siglo XIX. Trabajo
presentado al V Congreso Médico Nacional, Habana, diciembre, 1921. La
Habana, Montalvo Cardenas, 1921. Biblioteca histórica cubana.
Pról. del Dr. Enrique José Varona. Matanzas, Imp. de Juan F.
Oliver, 1922-1926. 3 t. Estudio de la bibliografía cubana sobre la
Doctrina de Monroe. La Habana, Imp. El Siglo XX, 1922. El progreso (1902-1905)
y el retroceso (1906-1922) de la República de Cuba. Conferencia
leída en el Aula Magna del Instituto el 14 de abril de 1923. Matanzas,
Imp. de Tomas Gonzalez, 1923. La instrucción Primaria de
Cuba comparada con la de algunos países de América, Asia,
Africa y Oceanía. La Habana, Imp. El Siglo XX, 1924. Informe
sobre el Congreso de Historia y de Geografía de América,
celebrado en octubre de 1924, en la ciudadde Buenos Aires, leído en
junta general el 12 de enero de 1925 y Suplemento a la Biblioteca
geografica cubana. La Habana, Rambla, Bouza, 1925. El Primer Congreso
Internacional de Economía Social, celebrado en Buenos Aires (octubre 26
a noviembre 4 de 1924). Informe del delegado de Cuba, Sr. [ ]. La Habana,
Imp. de El Fígaro, 1925. El sitio de La Habana y la dominación
britanica en Cuba. Trabajo de ingreso en la Academia de la Historia
(jueves 3 de julio de 1919). La Habana Imp. El Siglo XX, 1925.
Contribución de los médicos cubanos a los progresos de la
medicina. La Habana, A. Dorrbecker, 1926. Bibliografía de autores de la
raza de color de Cuba. La Habana, 1927. Matanzas en la independencia de Cuba.
Discurso leído por el académico de número Sr. [ ] en la
sesión solemne celebrada el 10 de octubre de 1928. La Habana, Imp.
Avisador Comercial, 1928 (Academia de la Historia de Cuba). Ojeada
histórica del Liceo de Matanzas. 1859-1929. Discurso leído en la
velada celebrada el 13 de febrero. Matanzas, Casa Soles, Imp., 1929. El
historiador Antonio José Valdés. Trabajo de ingreso presentado a
la Academia Nacional de Historia y Geografía de México. Matanzas,
Imp. A. Estrada, 1930. Matanzas y su puerto desde 1508 hasta 1693. Estudio
histórico dedicado al Sr. Benigno Gonzalez, Alcalde Municipal de
Matanzas. Matanzas, Imp. Estrada, 1932. El adelantado Diego Velazquez.
La Habana, Imp. P. Fernandez, 1934. El descubrimiento de Cuba en 1414.
La Habana, Imp. Cuba Intelectual, 1934. Bibliografía de la Universidad
de la Habana.La Habana, Rambla, Bouza, 1938. Bibliografía social cubana.
Introd. y notas por Israel Echevarría. La Habana, Biblioteca Nacional
José Martí. Depto. de Salas de Lectura y Referencia, 1969.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Academia de la Historia de Cuba. Homenaje a los académicos de honor Dr.
Tomas de Jústiz y del Valle, Dr. Juan Miguel Dihigo y Mestre y
Sr. Carlos M. Trelles y Govín. Discursos leídos, en su elogio por
los académicos de número José Manuel Pérez Cabrera,
Jorge Mañach y Robato y José María Chacón y Calvo,
en la sesión solemne celebrada el día 18 de abril de 1950.
Palabras de apertura por Emeterio S. Santovenia y Echalde. La Habana, El Siglo
XX, 1950. Acosta Espinosa, María de los Angeles. «Carlos
Manuel Trelles y Govín. Breves datos biograficos. La Biblioteca
geografica cubana. La Biblioteca histórica cubana y la Biblioteca
científica cubana» en Cuba Bibliotecológica. La Habana, 2a.
época, 4(4): 73-82, oct.-dic., 1959. Asociación de la Prensa
Médico de Cuba. Homenaje al señor Carlos M. Trelles y
Govín, socio de honor. Matanzas, Imp. de Juan F. Oliver, 1919.
«Bibliografía Cubana del siglo XX, por Carlos M. Trelles. Tomo
segundo (1826-1840).- [ ]», en Boletín del Archivo Nacional. La
Habana, 11 (3): 165-167, may.-jun., 1912. «La Bibliografía cubana
del siglo XIX (tomo sexto)», en Revista Habanera. La Habana, 2 (15): 133,
jun, 20, 1914. Carbonell, José Manuel. «Carlos M. Trelles (1886)
en su Las bellas artes en Cuba. Recopilación dirigida, prologado y
anotada por [ ]. T. único. La Habana, Imp. El Siglo XX,1928, p. 78-79
(Evolución de la cultura cubana. 1608-1927, 18). Carricarte, Arturo R.
de. «Bibliografía cubana por Carlos M. Trelles», en El
Triunfo. La Habana, 7 (62): 7, mar. 3, 1913; «La obra de Carlos M.
Trelles», en Bohemia. La Habana, 4 (22): 254, jun. 1, 1913. Cervantes,
Carlos Alberto. Carlos M. Trelles y la raza de color. La Habana, 1931.
«Las décimas del Dr. Palomino», en El Curioso Americano. La
Habana, (1): 13-15, 1908. Fernandez Valdés, Manuel. Discurso
pronunciado en la Sociedad Económica de Amigos del País, en la
fiesta solemne celebrada la noche del 15 de abril de 1918, para adjudicar los
diplomas de socio de honor y socio de mérito, respectivamente a los
señores Carlos M. Trelles y Govín, Fernando Figueredo
Socarras y Antonio Gonzalez Curquejo. La Habana, Imp. El Siglo
XX, 1918. «Un folleto notable, Los ciento cincuenta libros mas
notables que los cubanos han escrito, por Carlos M. Trelles», en Revista
Habanera. La Habana, 2 (10): 91-92, abr. 20, 1914. García
Enseñat, Juan G. «El señor Trelles bibliógrafo y
bibliotecario», en Letras. La Habana, 3 (41): [s.p.], dic. 15, 1907. [Gay
Calbó, Enrique]. «Informaciones», en Revista Bimestre
Cubana. La Habana, 47:304-305, 1941. «Inventos
bibliograficos», en El Curioso Americano. La Habana. (4):52-55,
1907. Le Roy y Cassa. Bibliografía del Sr. Carlos Manuel Trelles
y Govín. Matanzas, 1919. «Ligereza bibliografica», en
El Curioso Americano. La Habana, (2): 64, 1910. Moliner, Israel M.
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Revista Cubana. La Habana,28: 202-214, ene.-jun., 1951. Montoro, Rafael.
«La Biblioteca histórica cubana, de Carlos M. Trelles», en
El Fígaro. La Habana, 39 (53): 832, dic. 31, 1922. «Notas y
adiciones al Ensayo de bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII
del Sr. Carlos Trelles», en El Curioso Americano. La Habana, (2, 3, 4 y
6): 27-30, 43-46, 62-64 y 94-96, 1907, resp. Peraza, Fermín. «Carlos
M. Trelles», en Cuba Bibliotecológica. La Habana, 1 (4): 16-22,
oct.-dic., 1953; Carlos M. Trelles. La Habana, Municipio de La Habana.
Departamento de Educación, 1954 (Publicaciones de la Biblioteca
Municipal de La Habana, Serie F: Bibliotecología, 3). Pérez, Luis
Marino. «Labor bibliografica», en Revista Bimestre Cubana.
La Habana, 6: 239-248, 363-372 y 429-439, 1911. Pérez-Beato, Manuel.
«Bibliografía», en Letras. La Habana. 3 (38): [s.p]. sep.
30, 1907; «Las décimas del Dr. Palomino», en El Curioso
Americano. La Habana, (7): 102-105, 1907. Quesada, Luis Pastor. «Un
folleto del Sr. Carlos M. Trelles», en El Fígaro. La Habana, 39
(24): 385, jun. 11, 1922; «¿Por qué decae la
instrucción pública en Cuba? Con motivo del último folleto
de Carlos M. Trelles», en El Fígaro. La Habana, 41 (6-7): 138,
jun. 1 y 8, 1924, resp. Redacción. «Los hombres del día
Carlos M. Trelles», en Cuba y América. La Habana, 6 (7): 91, ene.
26, 1502. Revista Bimestre Cubana. Ed. Extraordinaria para repartirse en la
sesión solemne celebrada el día 15 de abril de 1918 para la
proclamación de los socios de mérito Fernando Figueredo
Socarras y Antonio Gonzalez Curquejo y delsocio de honor Carlos
M. Trelles y Govín, La Habana, Imp. La Universal, 1918. Sanguily y
Garritte, Manuel. «La Biblioteca histórica cubana, de Carlos M.
Trelles», en El Fígaro. La Habana, 39 (53): 832, 1922. Santovenia
y Echaide, Emeterio S. «Carlos M. Trelles», en su Vidas humanas,
Nota preliminar de Francisco Ichaso. La Habana, Editorial Librería Martí,
1956, p. 374-378. Suvillaga, Lazaro, seud. de Gilberto Gonzalez y
Contreras «Carlos Manuel Trelles», en Mañana. La Habana, 5
(331): 2, sep. 5, 1943. Torre y Huerta, Carlos de la. «Biblioteca
científica cubana», en El Fígaro. La Habana, 35 (10): 274,
1918. «El último libro de Trelles de Bibliografía cubana,
tomo séptimo», en Revista Habanera. La Habana, 3 (31): 268, ene.
10, 1915. Varona y Pera, Enrique José. «Bibliografía y
patriotismo», en El Fígaro. La Habana, 23 (13): 146, 1907; «[Prefacio]»,
en El Fígaro. La Habana, 39 (45): 701, 1922. Vitier, Medardo. «D.
Carlos M. Trelles; nota con motivo de su muerte», en Revista Cubana. La
Habana, 23: 272-275, ene.-jun., 1951.
TRIANA, José (Sibanicú, Camagüey, 14.1.1931). Graduado de
Bachiller en Letras en el Instituto de Manzanillo (Oriente), matriculó
Filosofía y Letras en la Universidad de Oriente en 1952. Después
matriculó en la Universidad de Madrid en 1955, pero no concluyó
sus estudios. En España fue actor con el Grupo Dido (1956-1957) y
ayudante de escena del Teatro Ensayo (1958). Viajó por Francia,
Bélgica, Italia e Inglaterra. De nuevo en Cuba, fue empleado de la
Compañía de Teléfonos, donde había trabajadoantes
de ir a España. Después ha sido actor y asesor de teatro en la
Sala Prometeo y asesor literario del Consejo Nacional de Cultura, de la Editora
Nacional de Cuba y del Instituto Cubano del Libro. Ha colaborado en
Ciclón, Lunes de Revolución, Revolución, Casa de las
Américas, Unión, La Gaceta de Cuba y en las publicaciones
parisienses Les Lettres Nouvelles y Cahiers Renaud Barrault. Asistió al
Primer Congreso Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (La Habana, 1961).
Estrenó en 1961 una adaptación de Edipo rey, de Sófocles,
y en 1964 una versión libre de La tía de Carlos, de Brandom
Thomas. Obtuvo el premio de teatro Casa de las Américas de 1965, el
Gallo de La Habana de 1966 y otros premios en Colombia, Argentina y
México por su obra La noche de los asesinos, que ha sido representada
con éxito en numerosas capitales americanas y europeas. Ha publicado las
compilaciones Teatro español actual y La generación del 98:
Unamuno, Valle-Inclan, Baroja, Machado, Azorín. En
colaboración con Chantal Dumaine, su esposa, tradujo Los biombos, de
Jean Genet. Ha sido traducido al inglés, francés, italiano,
portugués, aleman, húngaro, polaco, sueco, finés, danés,
holandés, noruego, hebreo. Abandonó el país recientemente.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
De la madera del sueño. Poemas, Madrid, Graficos Bachende, 1958.
El Parque de la Fraternidad. Teatro. La Habana, Eds. Unión, 1962. La
muerte del ñeque. Obra en tres actos. La Habana, Eds. R., 1964
(Cuadernos R, 11). La noche de los asesinos. La Habana, Casa de las
Américas, 1965.BIBLIOGRAFÍA PASIVA
«Calido elogio de la prensa francesa a La noche de los
asesinos», en Granma. La Habana, 3 (163): 2, jul. 18, 1967. Cosío,
Nicolas. «Cuba en el Festival de Teatro de las Naciones», en
El Mundo. La Habana, 66 (21 890): 1-2, may. 14, 1967. Estorino, Abelardo.
«Triana salva a los asesinos», en Unión. La Habana, 4 (3):
178-180, jul.-set., 1965. «La Gaceta pregunta», en La Gaceta de Cuba.
La Habana, 2 (19): 2-7, jun. 3, l963. «José Triana, Premio Casa de
las Américas 1965», en La Gaceta de Cuba. La Habana, 4 (43):
18-19, mar.-abr., 1965. Justina. Ana. «Los asesinos a juicio
internacional», en La Gaceta de Cuba. La Habana, 6 (57): 10, abr., l967.
Larco, Juan. «La noche de los asesinos [de] José Triana», en
Casa de las Américas. La Habana. 5 (32): 97-100, set.-oct., 1965. Leal,
Rine. «De la nada al infinito», en La Gaceta de Cuba. La Habana, 1
(5): 3, jun., 1962; «José Triana», en su Teatro cubano en un
acto, Antología. La Habana, Eds. R., 1963, p. [313-316]. López,
César. «La noche no tiene asesinos ante el espejo», en La
Gaceta de Cuba. La Habana, 6 (55): 11, feb., 1967. Martí, Agenor.
«José Triana habla de su gira», en La Gaceta de Cuba. La
Habana, 6 (62): 19, dic., 1967-ene., 1968. M[artí] A[genor?].
«Miriam Acevedo, un teatro nuevo y sorprendente», y «Vicente
Revuelta, una mayor confianza», en La Gaceta de Cuba. La Habana, 6
(62):19 y 19, dic., 1967-ene., 1968, resp. Miranda, Julio E. «José
Triana o el conflicto», en Cuadernos Hispanoamericanos. Madrid, (230):
439-444, feb., 1969. «La noche de los asesinos enMéxico» en
Revista del Granma. Suplemento del periódico Granma. La Habana,: 6-7,
ago. 19, 1967. Ortega, Julio. «La noche de los asesinos», en
Cuadernos Americanos. México, D. F., 28, 164 (3): 262-267, mar.-jun.,
1969. Piñera, Virgilio. «La noche de los asesinos», en La
Gaceta de Cuba. La Habana, 4 (47): 2.5, oct.-nov., 1965. «Los premios. La
creación en un largo y tormentoso trabajo», en Bohemia. La Habana,
57 (9): 20-23, feb. 26, 1963. Wojciechowska, L. «Pieza cubana en el
teatro dramatico de Varsovia (servicio especial de Prensa
Latina)», en La Gaceta de Cuba. La Habana, 5 (53): 7, oct.-nov., 1966.
Tribuno, El (La Habana, 1869). Periódico independiente. El primer
número correspondió al 24 de enero. Era dirigido, según se
afirma en la pagina 175 del Catalogo de publicaciones
periódicas cubanas de los siglos XVIII y XIX (La Habana, Biblioteca Nacional
«José Martí». Depto. Colección Cubana, 1965),
por Rafael María Merchan. Los dos primeros números fueron
semanales, los tres restantes, que según el mencionado Catalogo
completan la publicación, fueron bisemanales. Este periódico vio
la luz debido a la libertad de imprenta decretada por el Capitan General
Domingo Dulce. Sin embargo, ya en el número 2 aparecía una
«advertencia» en la que se leía: «El aspecto que van
tomando las cosas indican [sic] que El Tribuno no podra publicarse mucho
tiempo: la libertad de imprenta concedida por el general Dulce va
convirtiéndose en un bien transitorio y en un peligro para los que
aquí la usan [ ]» De contenido francamenterevolucionario, el
periódico publicó noticias acerca de la guerra recién
comenzada y valoró el alcance y el significado de esta contienda.
Censuró duramente a los periódicos pro españoles.
Insertó ademas algunos poemas y trabajos históricos.
Figuraron en sus paginas colaboradores de Luisa Pérez de
Zambrana, Joaquín Lorenzo Luaces, Tristan [de Jesús]
Medina, Mercedes Matamoros y José Joaquín Palma. El último
número publicado (5) corresponde al 11 de febrero de 1869.
Tribuno Cubano, El (New York, 1876-? ). Periódico. El primer
número correspondió al 13 de abril. Su frecuencia era semanal.
Fue su redactor Cirilo Villaverde y su editor R. Rubiera de Armas. Su segunda
época, en la que adoptó el subtítulo de «Revista
política, literaria y de anuncios», comenzó en el
número 9 (30 de julio de 1876).Su periodicidad fue, en esta nueva
época, muy irregular. Estaba dedicado fundamentalmente a divulgar noticias
relacionadas con la guerra que se desarrollaba en Cuba. Publicó
también interesantes trabajos que revelan los conflictos internos de
caracter político que se suscitaban en el seno de la
emigración cubana en Estados Unidos. La mayoría de las colaboraciones
aparecían sin firmas. Figuraron ademas en sus paginas
algunos poemas y novelas por capítulos. Entre sus colaboradores se
encuentran Leopoldo Turla y José Agustín Palma. El último
ejemplar revisado (número 18) corresponde al 21 de octubre de 1876.
Trimestre (La Habana, 1947-1950). Revista cubana. El primer número
correspondió a los meses de enero a marzo. Fue dirigida yeditada por
Ramiro Guerra Sanchez. Contó con un grupo de «consejeros de
la revista», integrado por Gustavo Pittaluga, general Manuel Piedra
Martell, Mariano Miguel, Amador Guerra y Sanchez, Hilario
Gonzalez Arrieta, Gabriel Piedra, Ramiro Guerra Debén, Rogelio
Niz Sierra, Víctor Santamarina, Emilio Fuentes, José
Carreño y Juan Savary. En el editorial aparecido en el primer
número, su editor expresaba que era propósito de la
publicación «contribuir modestamente a ofrecer una
aportación al desarrollo de la cultura nacional y al esclarecimiento y
la solución de otros vitales problemas de nuestro país en
nuestros días». Publicó trabajos de índole
económica y política y también sobre temas
científicos, históricos, literarios y de artes plasticas.
En algunas ocasiones publicó poemas y cuentos. Mantuvo una
sección fija donde se reseñaban los últimos libros y
folletos publicados. Colaboraron en sus paginas Medardo Vitier,
Francisco Ichaso, Ernesto Fernandez Arrondo, Juan J. Remos,
Víctor Agostini, María Teresa Freyre de Andrade, José Ma.
Chacón y Calvo, Agustín Acosta, Loló de la Torriente, Luis
Rodríguez Embil, Marcelo Pogolotti, julio Le Riverend, Rafaela
Chacón Nardi, Salvador Massip, Enrique Gay Calbó, Manuel
Isaías Mesa Rodríguez y Herminio Almendros. La revista se
suspendió con el ejemplar correspondiente al trimestre octubre-diciembre
de 1950, por tener que realizar Ramiro Guerra, su director, otros trabajos,
como la Historia de la nación cubana y el segundo volumen de su obra
colectiva Guerra de los diez años. El últimoejemplar que cerraba
cada año publicaba un índice por autores y por materias de lo editado
en ese período.
BIBLIOGRAFÍA
«Trimestre. Revista cubana», en El Mundo. La Habana, 48 (15 187):
10, abr. 15, 1949.
Triunfo, El (La Habana, 1878-[19091). Diario político, literario y de
intereses generales. El primer número correspondió al 2 de julio.
Era dirigido por Manuel Pérez de Molina. Expresaban en dicho primer
número, entre otros propósitos, los siguientes: «Borrar
toda huella de fatales antagonismos, dar al olvido el pasado, proscribir el
egoísmo, procurar la sincera unión de todos los españoles
de ambos hemisferios a la madre patria [ ].» Mas adelante
señalan que «nuestra unidad de criterio quedaría limitada a
las cuestiones políticas y administrativas, dejando completa libertad a
los autores de escritos puramente especulativos y científicos para la
exposición de sus doctrinas». El Triunfo fue órgano del
partido liberal, después autonomista, cuyos dirigentes no aspiraron al
poder político, sino que tuvieron como demanda basica fundamental
la «concesión a la isla de Cuba de las mismas condiciones
políticas, organicas y administrativas de que disfrutaba la isla
de Puerto Rico», según se plasmaba en el primer artículo
del Pacto del Zanjón. En varias oportunidades, y con motivo de haber
sido censurado el periódico por orden del Tribunal de Imprenta del
régimen, cambió su título por el de El Trunco. A partir
del número correspondiente al 17 de septiembre de 1878, se hizo cargo de
la dirección del periódico Ricardo delMonte, por fallecimiento de
Pérez de Molina. Comenzó entonces su segunda época y
adoptó el subtítulo de «diario liberal». Aparte del
material de propaganda política del partido liberal autonomista, el
periódico dio cabida en sus paginas a materiales literarios,
tales como poemas, crítica literaria, notas bibliograficas y
folletines. Ademas publicó noticias nacionales y extranjeras,
sobre el movimiento portuario, gacetillas con comentarios sobre acontecimientos
variados, noticias económicas y religiosas. Colaboraron en sus columnas.
las figuras mas notorias del autonomismo: Rafael Montoro, José M.
Galvez, Antonio Govín, Elíseo Giberga y José M.
Zayas, entre otros. También dieron su colaboración Enrique
José Varona, Rafael Fernandez de Castro, Manuel Sanguily -que
insertaba sus encendidas polémicas literarias o históricas-, José
Fornaris -redactor durante algún tiempo de los folletines dominicales-,
Nicolas Heredia, Luis Victoriano Betancourt, José Varela
Zequeira, Luisa Pérez de Zambrana, Vidal Morales y Morales, Esteban
Borrero Echeverría, Eusebio Valdés Domínguez, Antonio y
Francisco Sellén, Pablo Hernandez, Nieves Xenes, Mercedes
Matamoros, Diego Vicente Tejera, José Silverio Jorrín, Enrique
Hernandez Miyares, Úrsula Céspedes, Ramón
Vélez Herrera, Wenceslao de Sotolongo, José Joaquín Palma,
Luisa Molina y Domingo Figarola Caneda. El último ejemplar revisado
correspondió al 3 de junio de 1885. En él se insertaba una nota
en la que se explicaba: «El Triunfo se despide para siempre de sus
lectores; desde hoy novolvera a publicarse. A su existencia pone
término la Ley de Imprenta con sus rigores inexorables, extremados por
la complicidad de la mala fortuna.» Y mas adelante se
añadía: «En julio de 1878 comenzó a publicarse El
Triunfo. Desde entonces ha venido exponiendo con lisura y sinceridad las
necesidades del país y proponiendo con entereza los medios de
satisfacerlos [sic] cumplidamente. En el terreno de los principios, sin los
cuales no cabe protección eficaz para los intereses permanentes y
legítimos, ni hay base segura y firme para las instituciones, ha
sostenido con entera buena fe y lealtad intachable las doctrinas de la escuela
liberal y las aspiraciones que por la índole especial de los problemas
que entraña nuestra vida social, política y económica, se
encamina a realizar los fines que ha de tener la actividad en todo pueblo culto
y en toda colonia ya madura para tomar en sus manos sin temor la
dirección y gobierno de sus peculiares asuntos.» [sic] Le
sucedió El País, cuyo primer número correspondió al
4 de junio de 1885. Su subtítulo fue «Diario autonomista.
Órgano de la Junta Central del Partido Liberal». Su director siguió
siendo Ricardo del Monte. Tuvo numeración independiente. Expresaban en
su primera aparición: «El País no necesita hacer
profesión de fe. Viene al estadío de la prensa a continuar las
tareas de El Triunfo, inspirandose en su ejemplo y obedeciendo a
idénticos principios. Llevara, pues, adelante la propaganda de la
doctrina autonomista y no perdera ocasión de señalar los
vicios de que adolece laorganización política y administrativa, y
de censurar cuantas veces lo crea oportuno los actos del Gobierno, así del
de la Nación como el de esta Antilla, que juzgue contrarios a los
intereses permanentes y a la causa de la justicia y del progreso entre
nosotros, sin que haya temor de que ceda ante ninguna consideración que
pugne con lo que exigen sus antecedentes políticos, o con el sentimiento
de la propia dignidad.» Entre el 24 de octubre y el 10 de noviembre de
1885 se llamó El Paisaje y tuvo numeración independiente. El 20
ó 21 de noviembre de 1885 dejó su numeración de año
y siguió la de El Triunfo, convirtiéndose el año 1 en
año 8. Fue órgano de la Junta Central del Partido Liberal hasta
el 16 de diciembre de 1889. Las características de El País fueron
similares a las de su antecesor. Los colaboradores fueron mas o menos
los mismos. Desde España envió sus colaboraciones Emilio
Bobadilla (Fray Candil). Publicó también trabajos de Conde Kostia
(seud. de Aniceto Valdivia). El último número publicado
correspondió al 31 de diciembre de 1898, último día de la
dominación española en Cuba. Al día siguiente, o sea, el
lº de enero de 1899, apareció El Nuevo País, continuador del
anterior, con numeración independiente y dirigido por el propio Ricardo
del Monte. Se expresaba en el primer número que «El Nuevo
País aparece en un momento de transición en que por mas
que estimulen el animo diversos y poderosos impulsos, las voluntades
flaquean indecisas, rodeadas de recelos e incertidumbres». Expresaban que
« el pueblocubano agradecido y satisfecho debe auxiliar a sus
salvadores [sic] con la mejor voluntad, teniendo presente que tanto mas
pronto llegara el momento que ansían sus impacientes pero
legítimas aspiraciones de verse único dueño de sus propios
destinos como nación americana, cuanto mas eficaz sea la
cooperación que presten para la obra benéfica que por ahora
incumbe al Gobierno provisional que hoy se inaugura. El Nuevo País
procurara muy gustosamente contribuir a que sean siempre faciles,
agradables y productivas las relaciones que han de existir entre el pueblo
favorecido y el pueblo redentor. En resumen, El Nuevo País,
órgano independiente de la opinión, desligado de compromisos no
trae otro programa que este sencillo lema: Paz, orden, justicia,
libertad». Varió su subtítulo a «Diario
político conservador». El director siguió siendo Ricardo
del Monte. Las características de la publicación fueron las
mismas, con noticias de caracter general, aunque lo literario se
ceñía a folletines que reproducían novelas por
capítulos de autores extranjeros y a reseñas bibliograficas.
El último número revisado corresponde al 30 de junio de 1906.
BIBLIOGRAFÍA
Martínez Bello, Antonio. «Dos periódicos autonomistas: El
Triunfo y El País», en Universidad de La Habana. La Habana, (177):
65-90, ene.-feb., 1966.
Triunfo, El (V. PAGINAS LITERARIAS)
Trunco, El
(V. Triunfo, El)
TURLA Y DENIS, Angel
(Estados Unidos, ? 1813-La Habana, 25.10.1837). Su padre era italiano y su
madre norteamericana. Siendo muy joven se trasladó a La Habana,donde
recibió su educación. Aprendió idiomas, al parecer por
sí mismo, y fue un gran aficionado a la lectura. Trabajó como
sastre. Colaboró en diversos periódicos y revistas de la
época. Algunos poemas suyos aparecen en Corona fúnebre a la
memoria del Escelentísimo [sic] e Ilustrísimo señor doctor
D. Juan José Díaz de Espada y Landa (La Habana, Imp. del Gobierno
por su Majestad, 1834). Sus obras, que nunca recogió en libro, se hallan
dispersas en las publicaciones periódicas en que colaboró.
Algunas de ellas fueron reproducidas, después de su muerte, en El
Artista, Revista de La Habana, Faro Industrial de la Habana.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Carbonell, José Manuel. «Angel Turla y Denis
(1813-1837)», en su La poesía lírica en Cuba.
Recopilación dirigida, prologada y anotada por [ ]. T. 2. La Habana,
Imp. El Siglo XX, 1928, p. 251 (Evolución de la cultura cubana.
1608-1927, 2). Matamoros y T[éllez] R[afael]. «Angel
Turla», en Palma, Ramón y José Antonio Echeverría,
eds. Aguinaldo Habanero. La Habana, Imp. de D. José María Palmes,
1837, p. 99-101.
TURLA Y DENIS, Leopoldo (La Habana,?. 1818-Nueva Orleans, EE.UU., 20.3.1877). Desde
muy joven comenzó a escribir. Colaboró en La Flor de Mayo, El
Jardín Romantico, El Colibrí, Miscelanea de
útil y agradable recreo, Paro Industrial de La Habana, La Prensa, Flores
del Siglo, El Artista, El Album Cubano, Revista de La Habana. Conspirador
en La Habana, supo de una orden de detención en su contra y se
marchó a Estados Unidos antes de ser arrestado. Allí hizo amistad
con NarcisoLópez, con quien probablemente se enroló en la
expedición a Cuba en 1851. En Nueva Orleans ejerció el
magisterio. Su precaria situación económica movió a Cirilo
Villaverde y a Francisco Calcagno a hacer una suscripción en su favor.
Durante la guerra iniciada en 1868 colaboró con Francisco Vicente
Aguilera e hizo propaganda por la causa independentista. Colaboró en Publicaciones
de la Sociedad Democratica de Amigos de América y en
Ilustración Americana. Junto a Heredia, Zenea, Teurbe Tolón,
Quintero, Castellón y Santacilia aparece en la compilación de
versos patrióticos El laúd del desterrado. Para el teatro
escribió El condestable de Castilla y El infante. En colaboración
con Ramón Zambrana publicó Novena de la madre del amor hermoso.
Algunas de sus composiciones fueron traducidas al inglés bajo el
título Whirwinds of the tropics. Usó el seudónimo Un
quidam.
BIBLIOGRAFÍA ACTIVA
Rafagas del trópico [Poesías]. La Habana, Imp. de Barcina,
1842. El padre Jarauta en la Habana. Comedia en un acto, escrita en pocas;
horas por Un Quidam. La Habana, Imp. de Barcina, 1848.
BIBLIOGRAFÍA PASIVA
Angulo de Zérate, Juan Manuel. «Don Alvaro de Luna; o, El
condestable de Castilla» en Noticioso y Lucero. la Habana, 6 (276): 2-3,
oct. 4, 1839; «Al encomiador del condestable de Castilla» en
Noticioso y Lucero. La Habana, 6 (286): 2-3, oct. 14, 1839. Angulo y Guridi,
Alejandro. «Comunicados», en Noticioso y Lucero. La Habana, 6
(286): 2, oct. 14, 1839; «Comunicados», en Noticioso y Lucero. La
Habana, 6 (289): 2, oct. 17, 1839B[achiller] A[ntonio]. «Crítica.
Las Rafagas del trópico, por Leopoldo Turla [ ]», en
Faro Industrial de La Habana. La Habana, 2 (11): 2, ene. 11, 1843. Cancio
Bello, Santiago. «El condestable de Castilla», en Noticioso y
Lucero. La Habana, 6 (280): 2-3, oct. 8, 1839; «Aviso comunicado»
en Noticioso y Lucero. La Habana, 6 (292): 3, oct. 29, 1839. Carbonell,
José Manuel. Leopoldo Turla, su Poesía y su actuación
revolucionaria. Discurso pronunciado en la inauguración del curso
académico de 1926-1927 Por el presidente de la academia. Memoria del
curso académico de 1925-1926 por el secretario de la Academia
Ramón A. Catala. La Habana, Imp. El Siglo XX, 1926. Critilo,
seud. de? «El juzgador juzgado», en Diario de la Habana. La Habana,
(288): 1-2, oct. 15, 1839 «Leopoldo Turla», en Cuba poética.
Colección escogida de las composiciones en verso de los poetas cubanos
desde Zequeira hasta nuestros días. 23 ed. 14 Habana, Imp. de la viuda
de Barcina, 1861, p. 132. Lezama Lima, José. «Leopoldo Turla
Dennis» [sic] en su Antología de la poesía cubana. T. 3. La
Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1965, p. 311-312. Varios abonados, seud.
de? «A Critilo», en Noticioso y Lucero. LA Habana, 6 (293): 2-3,
oct. 21, 1839. V[illaverde] C[irilo]. «Rafagas del trópico,
por Leopoldo Turla», en Faro Industrial de La Habana. La Habana, 2 (296):
2, oct. 24, 1842. Z[enea] Juan Clemente. «Leopoldo Turla», en
Revista Habanera. La Habana, 2: 108-110, 1861.