La conflagración de la Primera Guerra
Mundial que habían vivido las manifestaciones artísticas de dicha
generación, reflejó con intensidad inmediata, la vida en las
modernas ciudades, así como sus conflictos sociales e
intelectuales.
Las generaciones expresionistas de mayor edad se refugiaron en el paisajismo,
mientras las mas jóvenes, de fuertes
convicciones realistas, se confrontaron con las condiciones de la vida de su
época.
Este Nuevo Realismo, esta ligado a la época en que surgió,
se manifestó, evolucionó y desapareció con la
República de Weimar, nace alrededor de 1919 y finaliza en 1933. La
pintura posterior, ni era nueva, ni era real: fue
puesta rastreramente al servicio de los falsos ideales y utilizada para
conjurar ilusiones ajenas a la realidad.
Las obras de aquellos artistas que conformaron la Nueva Realidad o La Nueva
Objetividad, nos muestra un testimonio de los años ’20, donde
estabamos muy bien informados sobre tal época, sobre las
esperanzas y medios de los hombres, sobre sus excesos y problemas, sobre sus
ocupaciones diarias y sus noches; una posición
analítica-crítica de su época.
Nueva Realidad, no es un fenómeno
exclusivamente aleman. Hubo tendencias similares en
Francia e Italia, en Holanda, Bélgica y los países escandinavos.
Pero es en Alemania que se intitula directamente sobre los
conflictos y toma abiertamente partido. Los representantes mas
destacados del Nuevo realismo son:Otto Dix, George Gras, Karl Hubbuch, Christian
Schad, Rudolf Schlichter, Georg Sehrimpf, Georg Scholz, Antón
Raderscheidt y Franz Raclzwill.
Algunos de estos pintores y dibujantes habían hecho experiencias en el
expresionismo o procedían de la Escuela formal del cubismo, pasaron por
una fase de fallos dadaístas; pero el denominador común a todos
ellos fue su distanciamiento del Expresionismo e incluso su antagonismo a los
impulsos de dicho movimiento tan importante y poderoso, precisamente en
Alemania.
No, a las quimeras y delirios; no mas fervores por dimensiones
cósmicas y profundidades ignotas en el propio yo; sí a la
contemplación del mundo que nos rodea y el
día en que vivimos.
Entonces se creyó percibir un halito de
estos años, pudo saborearse su exhuberancia y su indigencia, su despilfarro
y su desesperación, su eclosión y sus divertimentos, se hicieron
patentes las dos caras del
mundo, la de color de rosa y la plena de rigores.
Figura sobresaliente de la pintura de la Nueva Realidad en Alemania entre las
dos guerras, cambió varias veces entre un arte preciso y consumado
según los antiguos maestros y el expresionismo, un lenguaje de formas
cargadas de expresión, era natural en él: serenidad y
apasionamiento, voluntad de averiguar y voluntad de expresar, así como
la tensión de ambos elementos determinaron su desarrollo.
Dix se caracteriza por el imperativo de la disciplina que el encubierto
expresionista se impuso así mismo, a una observación y
fijación serena de las cosas, a su representación fría de
lo observado; sujetado, reprimido, con gran concentración, es la clave
de sus obras de la Nueva Realidad y les confiere una tensión de fondo. Cuanto mas frías parecen las manifestaciones de
monstruosidades y demonios de una época, tanto mas expresivos se
hacen, cuanto mas indiferentes parecen ser las figuras, tanto mas
plasticas se revelan.
Mostró con la exactitud u el detalle de los antiguos maestros, las
observaciones despiadadas de la realidad, con una participación
apasionada en todo lo contemplado, no directamente ni
en las formas expresivamente exageradas y deformadas, sino indirectamente en la
observación del
entendimiento psicológico de las figuras.
La obra de Otto Dix en la década del veinte trata tres temas: la
guerra, el sexo y el retrato. Su interés se centra exclusivamente en los
humanos: estas criaturas vejadas, estas bestias voraces, sus sufrimientos y sus
placeres, sus enredos y sus abandonos.
Trata fríamente de perpetuar un hecho manifiestamente sin sentimiento y,
en todo caso, sin sentimentalismo, para que los hechos desnudos hablen por
sí mismos con mayor rigor, y lancen la acusación de su existencia
aunque solo se consiga proferir un grito o simplemente un gemido.
El tema general de la miseria humana en la guerra, como catastrofe común a todos
donde somos víctimas y responsables, es poco lo que le importa y no
veoen sus retratos, es siempre lo especial del
caso aislado, el destino del
individuo y solo en lo singular e individual encuentra lo general.
Cuando representa un desnudo, no idealiza, sino que muestra ciertas mujeres, en
la realidad de su carne, con sus pechos caídos, sus semblantes arrugados
y pintarrajeadas, mostrando los cuerpos consumidos o abultados por el destino
de una profesión tan antigua como la humanidad, por el placer y los
vicios.
Tras la fachada de la cultura, Otto Dix nos muestra lo animal y vital de la
naturaleza humana, igual que a la inversa, tras la componente animal-vital que
descubre en el ansia de vida de los invalidos representó una
parte de la realidad: lo feo, lo deforme, pero no odió, condenó a
la guerra pero no al ser humano.
Mostró lo malo como si fuera lo general, pero no
menospreció al hombre en su pobreza, ni en su infortunio, lo amó
en su desgracia, el ciego que escucha, el rufian con cara de
cínico, el anciano demacrado casi convertido en esqueleto, las bellas de
la noche que en modo alguno son bellas.
Los ha aceptado a todos en una forma desapasionada y sin sentimentalismo, el
propio objeto ya abarcaba todo lo que había que decir. Dijo:
“objeto y experiencia, ambos son lo mismo”
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