La Contrarreforma católica
El concilio de Trento coronó con éxito, en muy difíciles
circunstancias, la doble tarea de trazar con firmeza las líneas de la
recta doctrina católica y poner los cimientos de una renovación
sólida, profunda y duradera de las instituciones de la Iglesia.
La difusión de las ideas reformistas y los esfuerzos de los
católicos por frenar su expansión crearon un
gran caos no sólo doctrinal, sino también social y
político en toda la cristiandad europea. El imperio
aleman, escindido en numerosos principados, ducados y obispados,
amenazaba con quedar reducido a ruinas. En Francia, el
calvinismo parecía arrastrar a toda la nación, y estallaron
sangrientas guerras religiosas. Inglaterra se
había perdido para Roma. En Escocia
triunfó el partido calvinista. Habían
abrazado el luteranismo el norte aleman y los países
escandinavos. Polonia, Hungría y Bohemia
estaban desgarradas por movimientos protestantes. Los
cantones suizos se habían escindido en bandos irreconciliables.
Incluso en los dos baluartes del catolicismo, las
penínsulas Italica e Ibérica, había círculos
que simpatizaban con la Reforma. Y todo ello en un
momento en que el imperio turco alcanzaba la cima de su poder y sus
ejércitos avanzaban incontenibles por la cuenca del Mediterraneo oriental y
Europa Central.
Para evitar el colapso de la cristiandad era
imprescindible recomponer la unidad, y el único medio eficaz era la
celebración de un concilio. Pero
el concilio se demoródemasiado. No se convocó hasta 1545,
es decir, casi treinta años después de los primeros grandes
estallidos de la rebelión. Si, por un lado,
todos eran conscientes de su necesidad, por otro, la idea del concilio suscitaba suspicacias. Los papas temían que su convocatoria acentuara las
tendencias conciliaristas y mermara la autoridad papal. Los príncipes
protestantes alemanes y el rey de Francia recelaban que acrecentara el poder y
la influencia del
emperador. Por fin, con la paz de Crespy (1544) firmada
entre el emperador Carlos V y el rey de Francia, Francisco I, se
consiguió crear el clima mínimo de colaboración necesario
para convocar la gran asamblea. La inauguración tuvo lugar en la ciudad
italiana de Trento el 13 de diciembre de 1545.
Las sesiones se desarrollaron en tres etapas.
La celebración del concilio
Primera etapa (1545-1548), bajo el pontificado de Paulo III. A
la sesión inaugural apenas asistieron treinta obispos. Hubo tan
sólo dos obispos alemanes y tres franceses. La mayoría eran
italianos. Los españoles presentaban un grupo
compacto y bien preparado. En febrero de 1547, una peste
declarada en Trento aconsejó trasladar
las reuniones a Bolonia, pero los obispos 'imperiales' se negaron.
Para evitar una peligrosa escisión, Paulo III suspendió
el concilio (febrero de 1548).
Segunda etapa (1551-1552), bajo el pontificado de Julio III.
Asistió una nutrida representación alemana,
rompiendo el predominio italiano de la etapa anterior. Destacó lapresencia de brillantes teólogos españoles
(Soto, Cano, Castro). A instancias del emperador, asistieron algunos delegados
reformistas, pero sus exigencias de participar en las deliberaciones, entre
ellas el reconocimiento de la superioridad del concilio sobre el papa, no fueron
aceptadas. En 1552 la situación política alemana
experimentó un súbito agravamiento.
Mauricio de Sajonia, en quien Carlos V había depositado su confianza, se
unió a los príncipes protestantes. Sus tropas
cruzaron el desfiladero de Klause y avanzaron sobre Innsbruck, donde se encontraba, desprevenido,
el emperador. Sólo pudo salvarse huyendo a
uña de caballo. Ante la gravedad de los acontecimientos, los obispos
alemanes abandonaron Trento y el
pontífice suspendió el concilio.
Tercera etapa (1562-1563), bajo el pontificado de Pío
IV. No hubo representantes de los obispos alemanes ni
delegados de los reformistas. Al final, se leyeron y
aprobaron, una por una, las resoluciones de las tres etapas conciliares.
El Papa dio su aprobación verbal a los pocos días, y
solemnemente, en la bula Benedictus Deus de 30 de julio
del año siguiente, aunque con fecha
retrotraída al 26 de enero del
mismo año.
La importancia del concilio de Trento
La importancia del concilio de Trento radica en que con sus decisiones
dogmaticas los padres conciliares fijaron de forma clara el contenido de
la ortodoxia católica y con sus decretos disciplinares eliminaron las
gravísimas lacras que durante siglos habíanaquejado a la alta
jerarquía de la Iglesia. Se ponía, por fin, en marcha la
verdadera reforma, tan urgentemente reclamada por muchos sectores de la
cristiandad.
En el plano
de la disciplina destaca, por sus profundas repercusiones, el deber de los
obispos de residir en sus diócesis. Se les impuso,
ademas, la obligación de celebrar sínodos diocesanos anuales
y de visitar sus parroquias para prevenir y erradicar los abusos. Se establecieron los principios a que debían atenerse las
órdenes religiosas para adaptarse al espíritu conciliar.
La creación de seminarios fue un poderoso
instrumento de formación espiritual y cultural de los aspirantes al
sacerdocio: dignificó notablemente el estamento clerical, elevó
su prestigio y confirió mayor eficacia a sus tareas pastorales.
Por falta de tiempo, los padres conciliares tuvieron
que dejar pendiente y confiar a los futuros pontífices una de las
peticiones mas solicitadas por los obispos: la reforma de la Curia
Romana.
La doctrina oficial de la Iglesia católica
La principal preocupación de los padres conciliares fue delimitar
claramente la verdadera fe de la Iglesia
católica frente a las desviaciones de la Reforma. Los reformadores
ponían el acento sobre dos temas y a ellos consagró el concilio
la mayor parte de sus sesiones dogmaticas: la sola Escritura como única autoridad
doctrinal y la sola fe como
fuente de justificación. Las definiciones conciliares sobre estos puntos
han sido, durante cuatrocientos años, la
piedraangular de la enseñanza oficial de la Iglesia católica. De
hecho, una gran parte del
esfuerzo de los teólogos postridentinos se consagró a fundamentar
y consolidar, con argumentos extraídos tanto de la Escritura como de la tradición, la patrística y la
teología especulativa, las enseñanzas del concilio.
Del rigor
intelectual con que procedieron para determinar la recta doctrina da buena idea
el orden seguido para llegar a las conclusiones. Se fijaron tres tipos de
'congregaciones': particulares, generales y solemnes. En las
congregaciones particulares, teólogos expertos en el tema debatido
exponían sus puntos de vista en presencia de los padres
conciliares, que podían así tener información
rapida, sólida y de primera mano. A continuación, en las
congregaciones generales, los padres conciliares
analizaban de nuevo la materia y formulaban sus conclusiones. Por último, en las congregaciones solemnes se sometía
el tema a votación. Sólo tenían
derecho a voto los obispos, en cuanto garantes de la tradición
apostólica. Excepcionalmente se concedió este derecho a algunos superiores generales de
órdenes religiosas adornados de singular prestigio. La función de
los teólogos era meramente consultiva.
Las grandes definiciones dogmaticas del concilio
Frente al postulado protestante de la sola Escritura, los padres conciliares
establecieron que las enseñanzas de la Iglesia se fundamentan en la
Escritura, debidamente interpretada, y en la tradición. En este
contexto,tuvieron que llevar a cabo la laboriosa pero indispensable tarea de
fijar el canon de la Escritura, es decir, determinar, con sus nombres
concretos, los libros de la Biblia inspirados por Dios que deben ser tenidos
como fuente de la revelación. Esta labor se hizo urgentemente necesaria
porque los reformadores negaban el caracter de sagrados a los escritos
que estaban en abierta contradicción con sus enseñanzas, como la
Carta de Santiago (la 'carta de paja' según Lutero), que habla
de la necesidad de las obras para la salvación. En las medidas
disciplinares tomadas sobre este punto se
decretó la obligación de crear en las iglesias principales
catedras para la exposición de la Escritura. Se echaban
así los cimientos del posterior florecimiento de la
exégesis católica.
Otro de los grandes principios de la teología protestante afirma que el
hombre se justifica -y, por consiguiente, se salva- por la sola fe, sin las obras. Es mas, según algunos
teólogos de la Reforma, las obras del hombre son siempre y en
cualquier circunstancia malas, porque proceden de una naturaleza radicalmente
corrompida por el pecado original. El concilio enunció
una doctrina mucho mas matizada. Admitía, de acuerdo con
la Escritura, que la justificación es un puro
don de Dios al hombre. Ahora bien, esta justificación no consiste en que
Dios declara, como
juez que emite una sentencia, que el hombre queda justificado. Así
podría entenderlo tal vez la teología nominalista estudiada por
Lutero.Según el concilio, el hombre se justifica mediante una gracia que
Dios le concede, que le renueva interiormente y le convierte en una nueva
criatura, capacitada para llevar a cabo obras buenas, agradables a Dios. Estas
obras son, pues, don de Dios, pero también, a la vez, mérito del
hombre que las lleva a cabo con la ayuda de la gracia de Dios.
Tras el decreto sobre la justificación, los padres conciliares
desarrollaron -como
prolongación lógica de la misma- la doctrina sobre los
sacramentos, ya que a través de ellos Dios comunica al hombre la
justicia, o se la aumenta cuando ya la tiene, o la repara si la ha perdido.
Los sacramentos son actos o ritos simbólicos, por los
que Dios comunica al hombre la salvación. Son símbolos
necesarios para hacer posible el encuentro personal con Dios, porque el hombre,
ser espiritual y trascendente, tiene también, al mismo tiempo, una
estructura corpórea, social e interpersonal. Son signos eficaces por
sí mismos, es decir, transmiten, a quienes lo reciben con la debida
disposición, lo que las palabras que acompañan al rito o
símbolo significan. Nada importa la santidad o la
maldad personal de quien los administra. Confirmando la doctrina del
concilio de Florencia, el de Trento fija su número en siete y afirma que
todos ellos han sido instituidos por Cristo.
Resultados generales del Concilio de Trento
El principal objetivo del
Concilio de Trento fue en realidad doble, aunque hubieron otros temas que
fueron discutidos:Condenar los principios y doctrinas
del Protestantismo y definir la doctrina de la Iglesia Católica en todo
los puntos en discusión. Es verdad que el emperador intentó que
el Concilio de Trento fuera un verdadero concilio
ecuménico, en el cual los Protestantes tuvieran la posibilidad de ser
escuchados. Él se aseguró dos veces en el segundo período del
concilio (1551-53) que los Protestantes fueran invitados para estar presentes
en las discusiones, e incluso el concilio editó una carta de
salvoconducto; sin embargo les estaba vedada la posibilidad de voto. Melanchthon y Johannes Brenz, con otros luteranos alemanes,
iniciaron su viaje a Trento en 1552.
Brenz ofreció una confesión y Melanchthon, quien no llegó
mas lejos que Nuremberg, llevó con
él un escrito irónico conocido como 'Confessio
Saxonica'. Pero la negativa de dar a los Protestantes el derecho a voto y
la consternación que produjo el éxito de Bornfeld en su
campaña contra Carlos V pusieron en 1552 un fin
a la cooperación protestante.
Producir una reforma en la disciplina o
administración. La corrupción en la administración
de la Iglesia fue una de las causas de la Reforma. Se llevaron a cabo 25
sesiones públicas, pero casi la mitad de ellas
fueron desperciadas en formalidades y solemnidades. El
trabajo principal fue realizado en comités o congregaciones. Los
liberales perdieron en los debates y en la votaciones. El Concilio de Trento
abolió algunos de los mas notorios abusos y introdujo
reformasadministrativas en lo relacionado a la venta de indulgencias, la moral
de los conventos, la educación del clero y se prohibió el
duelo. No se hizo ninguna conseción al Protestantismo.
Lograr la interpretación final de la Biblia. Cualquier cristiano que sostuviera su propia interpretación
era considerado hereje. También se
estableció que las Sagradas Escrituras y la Tradición de la
Iglesia tenían el mismo nivel de autoridad.
Definir la relación entre la fe y el trabajo
para la salvación.
Se reafirmaron otras practicas católicas que despertaron la ira
de los reformadores dentro de la Iglesia: indulgencias, peregrinajes,
veneración de santos y reliquias, la
veneración de la Virgen María. Sin embargo, la venta de
indulgencias, como
se dijo antes, fue totalmente prohibida. Se editaron decretos relacionado con
la música sacra y el arte religioso; este fue
el punto de partida para que algunos teólogos tergiversaran y exageraran
estos decretos y condenaran muchos tipos de estilos e iconografías del Renacimiento y del
Medioevo, lo cual impactó fuertemente en el desarrollo de estas formas
de arte.
Las decisiones doctrinales del Concilio de Trento se dividieron entre
'decretos', los cuales contenían los dogmas conciliares, y los
'canones', de extensión reducida, los cuales condenaban
los puntos de vista protestantes.
Lista de decretos Dogmaticos:
Sobre el simbolismo de la Fe
Las Sagradas Escrituras
El Pecado Original
La Justificación
Los Sacramentos en general
ElBautismo
La Confirmación
La Sagrada Eucaristía
La Penitencia
La Extrema Unción
La Sagrada Eucaristía, sobre la Comunión
La Sagrada Eucaristía, sobre el Sacrificio de la Misa
Sobre las Órdenes Sagradas
Sobre el Matrimonio
Sobre el Purgatorio
Sobre los cltos: santos, reliquias, imagenes
Sobre las Indulgencias
La jerarquía eclesiastica
En la exposición de la doctrina sobre los sacramentos ocupó un
lugar destacado en la labor de los padres conciliares tridentinos el del orden,
porque contra él habían dirigido los reformistas sus mas
apasionados ataques. No sólo se negaban a reconocer en la Iglesia
jerarquica una institución querida y creada por Cristo, sino que
afirmaban que era la nueva ramera babilónica y veían en el Papa
la encarnación del Anticristo. Según el
concilio, el sacramento
del orden confiere a quienes lo reciben -y
sólo a ellos, no al resto del
pueblo fiel- la potestad de consagrar la eucaristía y de perdonar los
pecados. Los obispos son sucesores de los apóstoles y han
sido instituidos por el Espíritu Santo.
Por consiguiente, las autoridades civiles no son competentes para instituir
obispos ni para rechazarlos cuando han sido
validamente ordenados. Se afirma asimismo que existe una diferencia
esencial entre los obispos y los simples sacerdotes. Los obispos son superiores a los presbíteros porque tienen
potestades superiores. La principal de ellas
radica en que sólo los obispos, y no los presbíteros, pueden
ordenar nuevos sacerdotes.