EL SISTEMA POLÍTICO ACTUAL DE DE 1950 AL 2010
El sistema político mexicano ha transformado su funcionamiento en la
organización y validación de las elecciones, a través de reformas político-
electorales. La competencia política ha producido un
pluralismo moderado excluyente, aunque éste limita la consolidación de un
cuarto partido fuerte. La pluralidad en el Congreso es una consecuencia del proceso de transición, no
obstante han surgido problemas de ingeniería como el gobierno dividido y compartido. La
alternancia hacia un régimen más competitivo dio
término a más de 70 añosde un sistema de partido hegemónico y permitió el
arribo del
Partido de Acción Nacional a la presidencia de la República. Si bien las
reformas han ubicado un sistema de partidos más competitivo, los resultados de
las elecciones presidenciales de 2006 evidenciaron deficiencias técnicas y
políticas en el Instituto Federal Electoral y en la legislación electoral de
dicha elección.
Introducción
El sistema político mexicano ha transitado de un
régimen históricamente no democrático, a uno con mecanismos que permiten
participación ciudadana, competencia político-electoral y un pluralismo
moderado excluyente en tres partidos predominantes.
El proceso de apertura requirió de reformas electorales
orientadas a transformar el
régimen y sus prácticas político-administrativas. En este
trabajo reflexionaré acerca de tales cambios, los cuales han logrado posicionar
a la democracia como
un sistema de gobierno efectivo de manera instrumental, mas no así entre los
actores políticos. Los reclamos, por ejemplo, referidos a la falta de
efectividad en el combate a la pobreza, no son responsabilidad exclusiva de la
transición a la democracia, más bien son parte de la responsabilidad del
gobierno y sus medidas económicas. A fin de centrarme al análisis del
régimen democrático mexicano, dividiré el artículo en dos secciones, por un
lado, las implicaciones de las reformas, por otro las transformaciones en el
sistema de partidos. Por consiguiente, en la primera parte se destacan los
movimientos que fueron modificando el régimen legal y sus repercusiones en
laclase política predominante mientras la segunda se refiere a los cambios más
significativos del
sistema político, con el fin del
sistema de partido hegemónico.
La función de las reformas electorales
El sistema político mexicano se ha modificado significativamente a través del
tiempo. Desde 1965, Pablo González Casanova señalaba que “la emocratización,
era la base y requisito indispensable del
desarrollo.” (González, 1965: 226). Para el autor,
generar mecanismos democráticos representaba el reto del régimen
vigente, dada sus características expresadas en la preponderancia de un partido
único. La historia le daría la razón, cuando 1968, se presentó como
una gran fisura en el sistema político1 (Camacho, 1977: 613). A partir de ese momento, comienza un proceso de liberalización2 de las
instituciones políticas. La reforma política de 1977, aunque concedida, influyó
en la apertura para reconocer a las organizaciones políticas clandestinas, como
organismos legales con posibilidad de
acceso a la participación política.
Ésta sólo fue el comienzo de modificaciones graduales
posteriores en los niveles de competitividad. Fue
parte de una estrategia de apertura controlada, desarrollada por la élite
política ante el crecimiento de las tensiones en el período transcurrido entre
los años 1968 y 1976. Con la reforma de 1977, los partidos políticos
fueron definidos como
entidades de interés público, reformulando el sistema de representación para
permitir vía de acceso de los partidos pequeños al Poder Legislativo. Durante
el periodo 1979-1982 seintrodujo la representación proporcional con 100
Diputados, además de los 300 de mayoría relativa. La nueva (Ley Federal de
Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales) LFOPPE inauguraba una
nueva etapa para la oposición. Desde el gobierno se plantearon varios elementos
básicos enumerados por José Antonio Crespo, como sigue:
Integrar a la izquierda revolucionaria al juego electoral, así presumiblemente
haría menos atractiva la vía armada y tendería a moderar ideológica y
estratégicamente a la llamada “izquierda histórica”.
Garantizar al candidato oficial no contender solo en una
elección presidencial.
Abrir válvulas de escape a la tensión ciudadana.
Otorgar nuevos estímulos a la oposición para incentivar su permanencia dentro del
juego electoral.
Todo ello, sin poner en juego el carácter hegemónico del sistema de
partidos. (Crespo, 1998: 266). Esta
reforma calmó la efervescencia de la izquierda hasta el proceso electoral de
1988, año que representó una nueva fisura en el sistema político autoritario.
A partir de las elecciones del 6 de julio se
evidenciaron otras deficiencias:
Pérdida de consenso político del
Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El rechazo popular a las medidas de política económica
implementadas por Miguel de la Madrid.
La regionalización del
voto ciudadano, con una clara presencia cardenista en el centro del país -Michoacán,
Estado de México y Distrito Federal.
La creciente participación ciudadana, demandaba voto y elecciones
transparentes. (Sotelo, 1997: 34).
Elsistema de partido hegemónico3 (Sartori, 1987: 275) se estaba agotando y
abría la posibilidad de un sistema más democrático. En 1988, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue puesto a
prueba en la competencia electoral. El gobierno
federal se valió de la “caída del
sistema” para proclamarse vencedor ya que el Poder Ejecutivo era el encargado
de organizar, vigilar y validar las elecciones. El
resultado definitivo fue altamente cuestionado.
El régimen político permitió durante décadas un
sistema de partidos no competitivo, con la victoria consuetudinaria del PRI
(Salazar, 2001: 415). Los poderes Judicial y Legislativo fueron relegados al
Ejecutivo a través de facultades
Constitucionales y meta constitucionales:
Dentro de este esquema, los comicios formalmente competitivos, aunque en la
práctica no lo fueren, cumplieron una función fundamental para legitimar al
régimen, pues sin ese tipo de elecciones difícilmente se podía presumir su
carácter democrático. De este modo las elecciones
siempre fueron celebradas cada vez que un nuevo gobierno accedía al poder. De
hecho puede decirse, la tradición electoral en México es bastante antigua.