Definiciones y
reflexiones en torno a la Vanguardia.
Un antes y un después en la vanguardia. Cinco
términos críticos para un proyecto
tragico. Al hablar de vanguardia existe una variedad de términos
que no pueden ser dejados de lado, sea por que ya fueron contemplados por otros
autores o porque la relación que los une salta a la vista (o,
la mayoría de las veces ambos motivos a la vez). Entre la
constelación de términos que giran alrededor de este sol-vanguardia, elijo cinco, una suerte de top five de
los conceptos e ideas que, creo, no pueden faltar cuando se habla de
vanguardias. Estos son: modernidad, masas, modernización,
autonomía, modernismo(s). Notara quien lea este
top five que tres términos parecen primos hermanos, aunque la diferencia
es amplia. Una diferencia que no radica, desde ya, en sus componentes
fonéticos, sino en sus cualidades de aplicación para historizar un momento de tantos cambios y contradicciones como fue el
período que informa la modernidad. Modernización para dar cuenta
de los procesos, de los cambios que se operaron en los contextos productivos,
si se quiere en la base o estructura de la época. Modernismos para nombrar
las modificación que se fueron dando en el seno de la experiencia vital
de las mujeres y hombres que habitaron ese
período, si se quiere nuevamente, la superestructura. Y modernidad como articulación, como término medio
entre aquellos. Modernidad también para pensar los cambios que estosdos
términos implicaron y que en un principio
suponían la historia como una fuerza
lineal, proyectada hacia un progreso indefinido del hombre. Y, sobre todo, para pensar la
vanguardia, ya que muchos de los autores que trabajamos hablan de ésta como
una radicalización de aquella. Las masas pensadas como un factor clave,
protagonistas en un principio con ímpetu creador y contrario a las
elites clasicas, pero que con el devenir de la
coyuntura político-económica se tergiversaron en un objeto
manipulable a la merced del sistema. El factor masas es, de
todas formas, mucho mas que esto que acabo de nombrar. El factor
masas rastreado en Diderot, cuando se preguntaba que hace toda esa plebe en los
recientemente democratizados Salones, pasando por Baudelaire y sus percepciones
del Paris de Haussman, hasta la crítica de los futuristas, que si bien
veían a la guerra como la única higiene del mundo, no
podían a su vez tolerar la viejas tradiciones, donde las elites hicieron
escuela. Por otro lado, los futuristas responden a un
fenómeno que se asocia tanto al factor de las masas como a los procesos de modernización,
vale decir, las nuevas tecnologías. La imprenta, primero, la
fotografía después, y la ola de avances
técnicos que dieron pie a los nuevos medios de comunicaciones. Pero no
sólo los futuristas, incluso la vanguardia que Peter Burger dio en
llamar históricas, también respondieron a
estos nuevos avances de la tecnología y sus consecuentes modificaciones
en losmedios (Calinescu, Hobsbawm, Williams y tantos otros otros apuntan lo
mismo como
factor de emergencia).
La autonomía del arte se encuentra asociada a
la modernidad desde un principio. Si, como muchos autores coinciden, pensamos
la modernidad desde el momento en que el antiguo régimen feudal y
monarquico fue cediendo su lugar a la creciente burguesía, o en
otros términos, un régimen estatico, donde Iglesia y poder
político se mezclaban junto con todos los factores de la vida privada,
que iba siendo transformado por la burguesía en ascenso, como clase
altamente dinamica en su interior; si tenemos en cuenta este movimiento,
podemos ver cómo la sociedad burguesa dio el puntapié inicial a
la autonomización de las esferas, al decir de Weber. La política,
el Estado, la sociedad, lo civil, la Iglesia, el Arte, ya no podían
pensarse como
un todo imbricado, en todo caso, ya no se pretendía seguir
pensandolo así. E introduzco este factor
de transigencia dialéctica porque creo que fue esta la clave de la
riqueza creativa de la modernidad (sin embargo es un punto que
preferiría, por lo central de su noción, tocarlo mas
adelante). Entonces autonomía para el arte
significó la apertura a nuevos y vastos horizontes, lo que no quiere
decir que el artista podía pintar a su entero antojo, sino que por lo
menos se desligaba de la tutela religiosa, noble y/o regia. Por otro
lado esta autonomía llegó a un punto a
fines del siglo XIX en que las preocupaciones del arte parecían girar en tornopura y
exclusivamentedel
arte. Y es esta autonomía lograda recién en la sociedad burguesa
lo que Burger ve que las vanguardias buscan criticar en un
principio, para lograr con posterioridad la completa autocrítica del (sub)sistema del arte.
La dialéctica que quisiera poner de relieve, una vez definidos los
términos modernidad, masas, modernización, autonomía y
modernismo(s), es la que se da entre un período que empezó con
auge revolucionario, de cambio, de oposición de lo nuevo frente a lo
antiguo, pero que de todas maneras convivió largo tiempo con sus dos componentes
(lo novedoso y lo residual), y otro período, que se situaría
después de la Segunda Guerra Mundial, donde ya lo nuevo sólo pudo
venir en reemplazo de lo también nuevo. Este primer período con
sus dialécticas internas, ejemplificado en los beneficios impresionantes
de la mano de la tecnología por un lado, pero que por el otro se
basó en una lógica de la explotación, ese primer
período fue el que dio cabida a las manifestaciones modernistas en
literatura, teatro y plasticas, así como propició el nacimiento
de las vanguardias. El segundo período, situado tras la inminencia de
los límites de la racionalidad instrumental concretizados en Auschwitz, hizo de esa dialéctica una norma. El segundo período es donde
se da plenamente el consabido fracaso de las vanguardias en su
asimilación por la industria cultural. Y lo que es mas
irónico aún, la industria cultural es el logro que las
vanguardiasbuscaron alcanzar desde su concepción, es decir, la
unión del
arte en la vida. El fracaso en el logro. Pareciera que
la tragedia a la que la cultura estaba pronosticada, dicho por Nietzsche y
Simmel, llegó a ser tal. El motor del cambio,
en un principio el bienestar y la libertad del hombre, es en la actualidad el
alimento del mercado, que, con su lógica de la fetichización,
oculta este hecho para disfrazarse de contratos sociales y beneficios
democratizados. Muchos autores acuerdan en ver la vanguardia como la
radicalización de la modernidad (Calinescu, Huyssen), entonces
cabría pensar que este fracaso inherente al programa de la vanguardia es
rastreable en la modernidad misma. Y si se la piensa a la luz de los
términos modernización, modernismo y modernidad (que
recién ahora revelo, son los que Berman usa en ‘Todo lo
sólido’) puede observarse que el común denominador, el
que se mantuvo escondido en el relato de la historia hasta ahora, es el sistema
capitalista burgués, o bien la lógica del mercado, o si se
prefiere, al decir de Huyssen, el sistema de explotación secundario
eufemísticamente llamado cultura de masas. La modernidad en su cruzada
por el desarrollo infinito del hombre,
basó sus posibilidades en este sistema novedoso,
dando cuenta de un sinfín de modernizaciones de la vida diaria y una
orquestación de modernismos que respondían a esta misma
lógica del
desarrollo. Y todavía estoy hablando de un
sistema capitalista en algún punto prolífero. Después
del‘45 esta lógica cae por su propio peso, nada resulta
novedosamente revolucionario y las vanguardias que pasan del eje europeo al norteamericano pierden su
posibilidad de hacer explotar el sistema del
arte, un sistema que ya contaba con esto como
elemento constitutivo. O como expresa Arthur Danto a raíz de la muerte
del arte hegeliana, una vez agotado el discurso de vanguardia, el arte se
muestra como liberado de la responsabilidad de su propia definición (una
responsabilidad socavada ya por el dadaísmo). De esta manera sera
la sociedad con sus convenciones e instituciones la que defina qué
objeto pertenece o no al mundo artístico. Lamentablemente esta promesa
de variedad no es así efectivamente en las formas de producción,
distribución y consumo actuales, porque estas responden a los caprichos del
mercado (hoy mas que nunca una industria cultural). Las masas, primero
con fuerza reformista, con esperanzas revolucionarias,
seran luego masacradas racionalmente en Auschwitz, de donde no
podran salir con fuerza, y hasta no hace poco fueron muchos los que
pensaron en ellas como
rebaños mansos de ovejas. No se puede seguir creyendo hoy que estas
masas se sorprenderan y reaccionaran frente a un
acto dadaísta (nosotros lo pudimos observar sólo con ir al
MALBA), o que después de una obra de Brecht iran a sus casas con
ese germen subversivo que discutiran en familia. ¿O
sí?
Entonces, y para ir terminando, ¿cual es, si la hay, la
alternativa de una vanguardia en la actualidad?Para tal efecto sería
bueno rescatar una pregunta final en el texto de Burger, a saber: ¿es la
distancia del arte con respecto a la praxis vital garantía de una
libertad de movimiento en el seno de la cual se puedan pensar alternativas a la
situación actual?, y yuxtaponerlo a una propuesta que Anderson hace
sobre el final del artículo ‘Modernidad y revolución’
donde expresa que una sociedad verdaderamente socialista sería aquella
que tomase la diversidad en su horizontalidad, lo que equivale a decir, donde
se tome a las partes componentes como un todo heterogéneo. Propuesta que
encuentro muy emparentada a la de Hyussen, cuando propone que la única
salida posible a esta situación sería encarnar nuestras mejores esperanzas en los movimientos descentralizados que trabajan
en transformar la vida diaria. Ambas propuestas estan pensando en un
‘movimiento creativo’ (no-Arte) que actúa hacia y en la
praxis vital, pero estan pensando en una experiencia vivencial completamente
distinta a la de Burger. Estan pensando (¿o
estaré haciéndolo sólo yo? (la
magia de la interpretación)) en una praxis
vital que no es una totalidad cerrada, agobiante, sino con fisuras o, por lo
menos, potencialmente fisurable. Un todo
heterogéneo donde el relato de la masa idiota de la modernidad de
posguerra, ese hombre unidimensional, empieza a perder vigencia. Y lo que este salir de la ‘jaula de hierro’ permite es
pensar las posibilidades de una tactica vanguardista. Digo
tactica porque lasestrategias las hacen las ideologías
dominantes, mientras que esas experiencias humanas que no han
sido subsumidas aún por el capital, al decir de Huyssen, son
manifestaciones defensivas, mínimas, pero, por qué no, corrosivas
a la larga. Y quiza una frase de Marx de ‘La ideología
alemana’ ilustre esta posibilidad de realización personal que el
arte promete: “Qué maravilloso sería creer que el mundo
plural del arte del presente histórico sea un
precursor de los hechos políticos que vendran”. Marco
teórico •Aguilar, G: ‘Vanguardia’, en: Altamirano, C.
Términos críticos de Sociología de la Cultura, Buenos Aires,
Paidós, 2002. •Anderson, P: ‘Modernidad y
revolución’, en: Casullo, N. El debate Modernidad/ posmodernidad, Buenos Aires, Punto Sur,
1989. •Adorno, T.W. y Horkheimer, M: ‘La
industria cultural, Ilustración com engaño de masas’, en: Dialéctica de la Ilustración,
Madrid, Trotta, 1994.
•Berman, W: ‘Brindis por la modernidad’, en: Todo lo
sólido se desvanece en el aire, México, Siglo XXI. •Burger,
P: Teoría de la Vanguardia, Barcelona,
Gedisa, 19995. •Calinescu, M: Cinco caras de la
modernidad, Tecnos •Habermas, J: ‘Modernidad, un proyecto
incompleto’, en: Casullo, N, ob.cit. •Hobsbawm, E: ‘A la
Zaga’, Barcelona,
Critica. •Huyssen, A: ‘La dialéctica oculta: vanguardia-tecnología-cultura
de masas’ •Silvestri, G: ‘Estéticas
sociológicas’, en: Altamirano, C, op.cit. •Williams, R:
‘¿Cuando fue el modernismo?, en:
Las políticas del
modernismo, Bs. As., Manantial, 1997.