El español llegó al territorio
que actualmente conocemos como México acompañando a los
conquistadores hispanos en las primeras décadas del [[siglo XVI. Sin
duda, los primeros contactos entre los hablantes de las lenguas
indígenas de la región y los hispanoparlantes se dieron a
raíz del naufragio de dos marinos españoles. Uno de ellos,
Jerónimo de Aguilar, se convertiría ulteriormente en
intérprete de Hernan Cortés.
A partir de la penetración española en el territorio mexicano, el
idioma español fue obteniendo una presencia mayor en los ambitos
mas importantes de la vida. Primero, en Nueva España, fue elevado
a la calidad de lengua oficial y única de la administración hacia
el siglo XVII, aun cuando en los primeros años después de la
Conquista se permitió el uso de las lenguas indias e incluso se
alentó el empleo del nahuatl como lingua franca. No obstante lo
anterior, se calcula que, al concluir la Guerra de Independencia, el
número de hipanohablantes escasamente superabael 40 % de la
población, ya que los indígenas seguían empleando
mayoritariamente sus lenguas vernaculas.
A lo largo de todo el siglo XIX y la mayor parte del siglo XX, la
política dominante en lo que refiere a la lengua nacional era la de
castellanizar a los hablantes de lenguas indígenas. Como se deduce de
los parrafos anteriores, no era una decisión nueva, sino la
continuación de la tendencia impuesta por las leyes coloniales en el
siglo XVII. El siglo XIX no vio mayores progresos en el afan de
incorporar a los indios a la sociedad nacional, por medio de la
supresión de sus culturas étnicas (y con ellas, sus idiomas). Sin
embargo, con la masificación de la instrucción pública que
siguió a la Revolución, la proporción de hablantes de
español comenzó a crecer poco a poco. Al iniciar el siglo XX, los
hablantes de español ya eran mayoría (aproximadamente ochenta de
cada cien mexicanos). Entre 1900 y el año 2000, la mayor parte de los
pueblos indígenas fueron castellanizados.