CRISTÓBAL - VELASQUEZ DE
CUÉLLAR, DIEGO - CORTÉS, HERNAN - CARTAS DE
RELACIÓN - FE -
Alteridad, ficcionalización y subalternidad en América Latina:
del Corpus Colombino al Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos*
Alejandro Leis
Pues así las cosas, mientras se esta gozando de la fiesta, ya es
el baile, ya es el canto, ya se enlaza un canto con otro, y los cantos son como
un estruendo de olas, en ese preciso momento, los españoles toman la
determinación de matar a esas personas. Cercan inmediatamente a los que
bailan, se lanzan al lugar de los atabales dieron un tajo al que estaba
tañendo: le cortaron ambos brazos, luego, lo decapitaron,y lejos fue a caer su cabeza cercenada
El término alteridad, como
la condición de ser otro/a impone necesariamente por su caracter
subjetivo y contextual su acotación semantica. La posicionalidad
del “yo” o el “nosotros” determina la existencia del “otro”
y lo define como un sujeto cambiante de acuerdo a épocas, contextos
psico-geo-políticos (Achúgar en “Teorías sin
Disciplina” versión digital) y marcos teóricos con que se
lo aborde.
Tratandose de América Latina la bibliografía manejada en este trabajo lejos de hacer afirmaciones categóricas
expresa la intención de abrir un camino reflexivo en la búsqueda
de una verdadera identidad latinoamericana. Alteridad, colonialismo,
postcolonialismo, estudios culturales, subalternidad y ficcionalización
de la realidad de América Latina son conceptos que estan en la
base del debate, enmarcados en contextos históricos e
ideológicosdiversos, desde octubre de 1492 hasta el presente. La
intención de este trabajo es seguir el hilo, sin romperlo, de la
ficcionalización en la construcción del “otro” en
Latinoamérica, desde Colón hasta fines del último milenio.
La relación de alteridad se inaugura en los primeros “corpus
discursivos” de la conquista en coincidencia con el inicio de un proceso de destrucción y sometimiento
sistematico de las “Indias”.
El “otro” es facilmente identificable en la
construcción eurocéntrica del
concepto reduccionista y monolítico de “indio”:
antes del contacto con Europa en
América Latina
había hombres y mujeres, civilizaciones y culturas que no estaban
marcadas por ese concepto de otredad que implicó la conquista. Esto se refleja en una relación dicotómica de poder
que el “yo” europeo, y europeizante, legitima luego en sus
discursos. Para el analisis de
esta primera etapa tomaremos dos corpus discursivos: las cartas y diarios de
Cristóbal Colón y las Cartas de relación de Hernan
Cortés, basandonos en los exhaustivos estudios de Beatriz Pastor
(Pastor.1988), Noé Jitrik (Jitrik, 1983) y Tzvetan Todorov (Todorov,
1983). Las relaciones de dominación precolombina en ese
mundo al que llegó Europa, gozó de poco interés,
omisión o uso desinteresado al servicio del sometimiento y la destrucción de
las civilizaciones. Por esta razón resulta adecuado esbozar el tipo de
relaciones que mantenían algunos de los pueblos
mesoamericanos en el mundo precolombino.
Cuando el otro no era el otro todavía
La dominación de un pueblo sobre otro
existía en América Latina desde los tiempos precoloniales.Es
conocido el sometimiento que ejerció por ejemplo el pueblo mexica sobre
los pueblos del
centro y sur de Mesoamérica. Guillermo Bonfil Batalla (Bonfil Batalla,
1990) observa que si bien no hay pruebas suficientes como para
generalizar las formas de dominación entre los diferentes pueblos
precoloniales, el dominio mexica es el caso mejor documentado que permite
explorar las características de la dominación en el mundo
precolonial. La obtención del tributo era un objetivo claro.
Los pueblos sometidos entregaban un tributo que
consistía en parte de su producción a las ciudades
hegemónicas (Tenochtitlan, Azcapotzlco y Texcoco). Pero este tributo no afectaba la organización productiva
de las ciudades sometidas. Las líneas de producción se
empobrecían o aumentaban pero no resultaba necesario modificarlas como
para satisfacer necesidades de consumo diferentes de una sociedad dominante.
Por lo tanto, la dominación entre pueblos que comparten una misma
civilización como los mesoamericanos, no conduce a la sustitución
o al abandono de los modos de producción inherentes a su cultura (Bonfil
Batalla, 1990).
En cuanto a la relación política con los pueblos
sometidos, existían mecanismos de control indirecto: se mantenían
los gobernantes locales y la estructura interna de autoridad. En las
implicaciones religiosas de la dominación no había un componente de lucha religiosa en las guerras de
conquista, en el sentido de que no se buscaba imponer a los vencidos la
religión de los vencedores. Basten estas puntualizaciones para entender
que la relación de alteridad entre los pueblos sometidosantes de la
conquista no implicaba una destrucción de la civilización ni una
imposición civilizadora, ya que no se alteraban ni la
organización productiva, la política interna, o la
religión, simplemente porque pertenecían a civilizaciones que
compartían -matiz mas, matiz menos- estos elementos. La conquista
española en Mesoamérica impone una nueva manera de dominar que
implicó la destrucción, el saqueo y la negación de la
civilización preexistente.
Colón y Cortés: dos aspectos de ficcionalización en el
discurso de la conquista
En Los dos ejes de la cruz, Noé Jitrik (1983)
recurre a una distinción epistemológica entre documento y
monumento desarrollada por Michel Foucault en La arqueología del saber.
Sintéticamente, el documento es todo aquello que permite una “lectura”
y el monumento ofrece un testimonio concluido. Sobre
esta distinción y a modo introductorio para la definición y
tratamiento de su objeto de estudio (el corpus escriturario colombino) nos
propone dos preguntas encadenadas a la hora de plantearnos el camino a seguir
en este trabajo:
“¿Podríamos desde cierta teoría de la lectura,
convertir todo, aún lo que aparentemente tiene el cerrado aspecto del
monumento, en un documento legible y a la lectura como el tramite
necesario para reconstruir un proceso? ¿O por el contrario, debemos ser
obedientes a una exigencia que bloquea y que, consolidando una actitud
reverencial frente a los hechos del origen,
aparentemente indispensable para afirmar el sentido de una cultura, impide el
desarrollo necesario, respiratorio para la cultura, de la
crítica?” (Jitrik, 1983).
Las nocionesde “reconstrucción” y de “proceso”
nos proponen una actividad exploratoria cuyo fin es revelar nuevos aspectos y
significados que se vinculan necesariamente con el presente. En
cambio la otra actitud, reverencial y bloqueadora, no resulta nada saludable en
la medida que paraliza la actitud crítica. En una nota a pie de
pagina, Jitrik no parece conformarse con el término
“reconstruir” y realiza una precisión: “No se trata,
en última instancia, de reconstruir ni de
revivir, actos de representación, sino de animar y vivificar, o lo que
es lo mismo de establecer una serie” (Jitrik, 1983).
Una serie que resulta de la contextualización del discurso, no
sólo en el sentido de “situarse en la época”, sino
por una posibilidad de percibir desde aquí y ahora una instancia de
sentido. Toda recuperación y representación de la memoria implica
una evaluación del
pasado y su relación con el presente devela un hilo
conductor desde la manera de ver actual que desempolva la contemplación
de estos escritos como monumentos y los echa a
andar como una
herramienta viva. Desde esta manera de abordar los escritos de Colón,
Jitrik inscribe los mismos como una “reflexión
fundante” no sólo de la historia escrita, sino también de
una historia no concluida, la de la escritura latinoamericana. En esta
línea de razonamiento se presentan hasta cierto punto herméticos
(dada su antigüedad) y sugerentes porque: “su mundo es
todavía el nuestro en busca de la expresión latinoamericana…
es lo que esta fantasmagóricamente lejos y simultaneamente
cerca” (Jitrik, 1983).
Hay dos elementos que dan unidad a los textosde Colón
que ameritan considerarlos un corpus: que se
manifiestan
en un texto único (los cuatro viajes resumidos y comentados
por Fray Bartolomé) y que estan dirigidos a un mismo fin
argumentativo mas alla de las diferentes actitudes discursivas
(diarios, cartas, testamento). Los trabajos sobre el tema de Pastor, Todorov y
Jitrik -amén de diferir en la profundización o inclusión
de determinados aspectos- evidencian una conclusión común que en
palabras de Beatriz Pastor es: “el proceso de ficcionalización
distorsionadora de la realidad americana”.
Colón siguió fielmente la visión
intuitiva que gestó su proyecto y el modelo imaginario de las tierras
ignotas alimentado por la profusión de sus lecturas. El inicio de
un proceso de destrucción de las “Indias”
coincide con la llegada de Colón. Destrucción
marcada por el descenso abrumador de la población y la
desculturización de zonas anteriormente equilibradas y prósperas.
Pastor realiza una caracterización de Colón que incluye diversos
aspectos y explican el proceso de ficcionalización que resulta como
producto. Colón no fue sólo el descubridor, ni
América Latina el continente desconocido. Colón era el
“gran navegante del
mar tenebroso”, el “profeta” predicador durante
décadas de la ruta occidental a las riquezas de oriente y el
“comerciante genovés” deseoso de actualizar sus
sueños en un negocio rentable. Pero ademas,
Colón se sentía (por convicción o interés) el
elegido de Dios para esta empresa que la Providencia había reservado
para él (Pastor, 1988). Estas características, intenciones
y motivaciones se entrelazan de unamanera compleja que evidencian el
reduccionismo del
término “descubierto” manejado durante siglos por la
historia oficial. América Latina fue mucho mas que un continente desconocido. La percepción de
Colón acerca de estas tierras fue igual a lo
que su mente previamente concebía, fue la sumatoria de los
“conocimientos, mitos y leyendas sobre los lugares ignotos que circulaban
en la época” (Pastor, 1988).
El discurso narrativo colombino demuestra así, un
desplazamiento semantico del
término “descubrir”. “Colón no descubre:
verifica e identifica según estos modelos previos” (Pastor, 1988).
En sus escritos confluyen la invención, la
deformación y el encubrimiento. Fray Bartolomé presenta un panorama de los conocimientos geograficos antiguos
sobre los que podía apoyarse el proyecto de Colón, así como las lecturas
mas influyentes. Influencia demostrada en las innumerables anotaciones
que evidencian la lectura pormenorizada de libros como Los viajes de
Marco Polo, El Imago Mundi de Pierre D'Ailly y la Historia Natural de Plinio,
entre otros. El interés comercial por el “botín”
(oro, piedras preciosas, especies) aparece justificado y legitimado
religiosamente: la obligación de los reyes
católicos y sus vasallos de extender el imperio real del cristianismo y la necesidad de redimir a
los infieles. Esta justificación religiosa aparece potenciada por la
convicción mesianica de Colón, ampliamente analizada por
Pastor y Todorov y basta un ejemplo claro en la carta
a Santangel donde el navegante expresa: “…la gran victoria que
Nuestro Señor me ha dado en mi viaje”.
Esto resulta en una negacióndel “otro”, en
una necesaria
redención de los infieles que estan equivocados y no conocen al
verdadero Dios. La actitud mesianica de Colón es evidente
y esto legitima la apropiación del “Nuevo Mundo”,
negando, omitiendo y ficcionalizando la realidad de los otros, los inferiores.
La ficcionalización en las Cartas de relación de Hernan
Cortés
Décadas después de la llegada de Colón, los
españoles
ya en tierra firme se encuentran con culturas mas sofisticadas que las
isleñas: la civilización mesoamericana. Ese
momento marca el inicio de la conformación de una sociedad dividida,
cuya línea divisoria implica la subordinación de las culturas
preexistentes bajo el dominio de un grupo invasor que impone una cultura
diferente, de raíz occidental. La instauración de un orden colonial a partir del año 1520 marca también el
origen de la problematica actual de la cultura mexicana, extensible
-salvando las distancias- a toda América Latina.
La superioridad que asumía el colonizador iba mas alla de
la convicción en su “fe verdadera”. Esto se ampliaba a una
afirmación de superioridad en todos los órdenes de la vida:
aspiraciones materiales, concepción del progreso, lo
bueno y lo malo, aceptado y condenable. Hay dos aspectos que destacan la
diferencia entre ambos tipos de dominación (el dominio español
sobre los pueblos mesoamericanos por un lado y el
dominio mexica sobre los otros pueblos precoloniales por otro). En primer lugar
la superioridad en tecnología de guerra del imperio español, que
no era un factor determinante en la dominación entre los pueblos
mesoamericanos precoloniales;el poderío se manifestaba entre ellos en la
cantidad de hombres que componían cada bando y en una ventaja
estratégica condicionada por el lugar geografico que habitaban.
En segundo lugar, el sistema colonial de dominio lingüístico y
religioso impuesto por los españoles marca una diferencia sustancial con
las formas de dominación que se conocían en Mesoamérica:
los mexicas no practicaron una política de imposición
lingüística ni religiosa sobre los pueblos
vencidos.
Resultaría claro, entonces, que el sistema colonial impuesto
por los españoles es de naturaleza distinta a las formas de
dominación que existían hasta ese
momento en Mesoamérica.
En la ideología occidental dominante, el sometimiento de culturas ajenas
a la europea se entendía como un derecho indiscutible
derivado de la obligación de expandir la fe cristiana. Esta concepción ideológica sostenía los
intereses económicos de la expansión europea. La enorme
diferencia entre uno y otro tipo de dominación reside en la base de un proyecto colonial concreto que se apoyaba en la
percepción
de América Latina como
botín (Pastor, 1988). El centro del saqueo era el oro: escaso en
Europa y necesario para el acopio de monedas. Es así que a la
búsqueda y saqueo del oro se dedicaron expediciones
posteriores hacia tierra firme.
Si bien la visión de América Latina como botín era
común a todos los proyectos de conquista española, quizas
la mente de comerciante de Colón pensaba en un mayor aprovechamiento de
las riquezas; los colonos, con una larga trayectoria de conquistas guerreras,
veían en el saqueo y la rapiña su legítimarecompensa. La
actitud de los colonos triunfó sobre el proyecto colombino y el
resultado fue un agotamiento acelerado de las riquezas
materiales y de la población indígena. El oro comenzó a
escasear y los indios, sometidos a una brutal esclavización, a las
pestes traídas por los españoles frente a las cuales no
poseían defensas, y a una paupérrima alimentación,
disminuyeron en cantidad -entre 1492 y 1514- de medio millón a 30.000
individuos (Bonfil Batalla, 1990). Es este contexto de
búsqueda de recursos materiales y esclavos en el que se suceden las
expediciones a tierra firme.
Las que precedieron a Cortés (Hernandez de Córdoba en
1517, y Juan de Grijalva en 1518, entre otros) dan cuenta de recursos
mas alentadores para la codicia española que el simple
abastecimiento de las islas. Cortés, mandatario de la expedición
desde Cuba a Yucatàn en 1519, percibía evidencias de riquezas
culturales y materiales tras los primeros contactos con los mayas y los aztecas
de las expediciones previas, lo que marcaría en Cortés un modelo
de conquista diferente del precedente.
Bernal Díaz del Castillo anota en sus
crónicas que las instrucciones que recibió Cortés de su
superior Diego Velazquez fueron bien distintas de las que llevó a
cabo. La orden era rescatar y no poblar. Ademas,
tenía límites precisos para su exploración que
incluían permanecer cerca de las naves. Entre otras
órdenes se destacaban inventariar riquezas, iniciar el proceso de
apropiación mediante un sistema de tributos y
socorrer a los miembros de las expediciones anteriores. Cortés, sin
embargo, comenzaría un proceso
deeliminación de la autoridad de Velazquez: se adelanta a su destitución
y embarca antes de lo previsto.
La contradicción entre las “amorosas cartas” que enviaba a
Velazquez reforzando su lealtad, y las acciones de Cortés
inauguran en América Latina otra etapa del proceso de
ficcionalización de la realidad americana: el de las “cartas de
relación”. Pastor (Pastor, 1988) reconoce dos ejes fundamentales
en la construcción ficcional de las cartas: la transformación de
la rebelión en servicio y la transformación del rebelde en
modelo. Estos ejes se ven apoyados por las características de la carta
de relación como
género.
Las cartas de relación informan y narran sucesos y aspectos de la
realidad pero también eran consideradas un
documento legal (de los datos incluidos) pues implicaban una garantía de
verdad: el texto de cada una de las cartas incluye expresiones que insisten en
la veracidad de lo narrado. En síntesis, Cortés
traiciona a Velasquez al no cumplir sus órdenes, y consigue que
el rey apruebe su proyecto de conquista. Crea una
“retórica de seducción” (Pastor, 1988) que termina en
la inversión de lo sucedido. En la
ficción de Cortés, el traidor es Velasquez y convence de
esto al rey. Probablemente el interés de
Cortés era escribir unos documentos que, bajo el manto de la
razón, lo favorecieran personalmente.
Resulta interesante que esta ficcionalización, que surge de sus cartas,
implicara nuevamente la justificación del genocidio
indígena. No vamos a profundizar en las fuentes que desmienten la
versión de Cortés, pero de todas las que Pastor recupera (Pastor,
1988), sólo citaremosel episodio del engaño y la masacre en
Tenochtitlan, recogido en La visión de los vencidos (León
Portilla, 1992): Pues así las cosas, mientras se esta gozando de
la fiesta, ya es el baile, ya es el canto, ya se enlaza un canto con otro, y
los cantos son como un estruendo de olas, en ese preciso momento, los
españoles toman la determinación de matar a esas personas.
Cercan inmediatamente a los que bailan, se lanzan al lugar de los atabales*;
dieron un tajo al que estaba tañendo: le
cortaron ambos brazos, luego, lo decapitaron, lejos fue a caer su cabeza
cercenada.
La caída de Tenochtitlan no significó el sometimiento
rapido
y generalizado de los pueblos indígenas. Los yopes (estado de Guerrero,
México), que habían resistido a la dominación mexica
precolombina, reciben en 1531 un mensaje de los
conquistadores pidiendo su sometimiento pacífico.
Responden: 'Que ellos nunca habían querido someter sus tierras a
Moctezuma… y que en ellas quieren morir y probar
quienes son' (citado por Bonfil Batalla, 1990). Los Chiapas resisten hasta la extinción
colectiva antes de aceptar el sometimiento. En 1528 acorralados en las
barrancas del
Cañón del Sumidero optan por el suicidio colectivo (Bonfil
Batalla, 1990).
A propósito de la relación de alteridad frente al eurocentrismo
salvaje éstos son unos pocos ejemplos de brutalidad y horror, pero
también de resistencia.
La ocupación total de territorios y el proceso de sometimiento de los
pueblos indios al poder colonial no se concluyó durante
el período colonial, ni a lo largo del siglo XIX. Muchos de los pueblos dominados se rebelaronintermitentemente. 'Se
cuentan por docenas las sublevaciones indias de
gran magnitud durante el período colonial' (Bonfil Batalla, 1990).
América imaginaria y América profunda
En 1990 Guillermo Bonfil Batalla publica México profundo.
Una civilización negada (Grijalbo, Mexico DF, Conaculta, 1990), obra
citada en reiteradas ocasiones en este trabajo. Si
bien su objeto de estudio remite a la compleja identidad mexicana y al proceso
de su construcción permanente, la mirada de esta obra nos resulta,
en tanto reflexión global (ademas de la utilidad de los datos),
aplicable -salvando las diferencias regionales- a toda América Latina.
La destrucción, sometimiento y genocidio de las civilizaciones,
culturas, o pueblos precolombinos es un factor
común en todas las naciones del
continente. Vamos a centrarnos en la continuidad de la
ficcionalización en tiempos posteriores a la conquista. Resulta pertinente utilizar en esta instancia la dicotomía
terminológica de Bonfil Batalla (México profundo - México
imaginario) y hacerla extensiva a toda América. El proceso
mexicano esta profusamente documentado en esta obra y por lo tanto
resulta un buen ejemplo para analizar la
dominación ideológica desde la época de las
“independencias” en adelante.
El proceso de ficcionalización continúa hasta
el presente mutando estrategias y mecanismos de control en virtud de la
complejización de las sociedades latinoamericanas. En esta
etapa ya no es la corona española el poder hegemónico que ejerce
el control ideológico; son los criollos en el acto fundacional de una
nación imaginaria de pretendida relaciónigualitaria entre sus
ciudadanos -que niegan u omiten las
diferencias culturales internas- creando un sistema
institucional que es la continuación de los mecanismos de control
coloniales. Las pequeñas elites criollas generan
países imaginarios imponiendo una organización política,
social y económica que deriva en la continuidad del eurocentrismo.
No obstante, subyace en la profundidad
de América Latina la 'otra realidad' de los pueblos
indígenas y otros grupos subalternos que han
sido y siguen siendo negados en la representación imaginaria de la
misma.
México imaginario - México profundo, América imaginaria -
América profunda - es la presencia de una dicotomía nacional y
continental que Bonfil Batalla (B. Batalla, 1990) define como una
esquizofrenia nacional que bien puede extenderse a una esquizofrenia
continental. La América imaginaria a que hacemos referencia es la
continuación, en los siglos XIX y XX, del proceso de
ficcionalización de la realidad latinoamericana en tanto negación
persistente de los grupos subalternos. Damos un último ejemplo, tomado
de la historia de la literatura uruguaya en el sentido “oficial” de
esta expresión, se trata del Tabaré de Juan Zorrilla de san
Martín, erigido en “poeta de la patria” desde su Leyenda
Patria. La influencia de la caracterización de sus personajes en el
imaginario uruguayo y la necesidad de una literatura que cumpliera con la
necesidad “fundacional” del estado, en el contexto del siglo XIX,
es analizada por María Inés de Torres en su libro ¿La
nación tiene cara de mujer? Mujeres y nación en el imaginario
letrado del
siglo XIX (DeTorres, 1995).
Estamos en la segunda mitad del siglo XIX y el
poeta expresa:
“…ya que el indio
charrúa. Nuestra amistad rechaza
Vuelva a sus bosques, a enconar sus flechas
Vuelva a buscar las fieras, sus hermanas…”
O la interrogación reiterada acerca de la condición del indio:
“¿es hombre o bestia?”
Toda la caracterización del
indio y la creación del mundo indígena se nos muestra
brutal y bestializada. Pero lo mas terrible de estas imagenes -en
este caso ficción deliberada- es la
proyección de esta ficción en la otra mas amplia de la
ficcionalización de un Uruguay
imaginario. No vamos a extendernos en este tema pero
nos pareció pertinente recordarlo como
ejemplo uruguayo de la justificación del exterminio indígena.
Los estudios poscoloniales y el Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos
A fines de la década de los setentas comienza a formarse en algunas
universidades occidentales un nuevo campo de
investigación denominado 'estudios poscoloniales'.
Descendientes de refugiados e hijos de inmigrantes provenientes de las antiguas colonias del imperio
britanico que trabajan como
académicos e intelectuales en Estados Unidos e Inglaterra impulsan este
grupo conscientes de ser 'intelectuales tercermundistas del Primer Mundo' (Sgo. Castro
Gómez, 'Teorías sin disciplina', versión
digital).
Partiendo de la interdisciplinariedad entre la
antropología, etnología, crítica literaria e
historiografía, proponen una crítica al colonialismo distinta a
la de los años sesentas y setentas. Por ese entonces, los
círculos académicos desarrollaban un tipo de discurso que
destacaba la'ruptura revolucionaria' con el sistema capitalista de
dominación cultural, estimulando la identidad de los pueblos colonizados
y la construcción de una sociedad mas justa, sin antagonismos de
clase. Esto, en el contexto de la guerra fría y de los
procesos independentistas de Asia y
Africa. A este respecto Castro Gómez expresa:
La crítica al colonialismo se entendía como
una ruptura con las estructuras de opresión que habían impedido
al 'tercer mundo' la realización del proyecto europeo de la modernidad. No
obstante, las narrativas anticolonialistas jamas se interrogaron por el
status epistemológico de su propio discurso.
Epistemológicamente la crítica colonial se basó
metodológicamente en disciplinas del
area de las ciencias sociales que habían sido desarrolladas por
la 'modernidad europea' del
siglo XIX. Las figuras predominantes de este
grupo emergente son: Edward Said, Hommi Bhabha, Gayatri Spivak y Ranajit Guha.
Said publica Orientalism (1978) donde toma como objeto de
estudio las diversas formas textuales mediante las cuales Europa produce y
codifica un saber sobre 'oriente' y devela los vínculos entre
el imperialismo y las ciencias humanas. Trabaja sobre el modo
en que las sociedades colonialistas europeas construyen una imagen discursiva
de las culturas 'no metropolitanas'. Este proyecto de Said
inspira en los ochentas a un grupo de intelectuales
indios cuyos trabajos fueron agrupados bajo el nombre de Subalternal Studies
(Guha, Bhabha). Este grupo toma una posición crítica frente al discurso
nacionalista y anticolonialista de la clase política india
y a la historiografíaoficial de la independencia. Ven estos discursos como un imaginario colonialista
proyectado sobre el pueblo indio
por las elites políticas e intelectuales.
Según los subalternistas la independencia india es mostrada
en estas narrativas como
un proceso anclado en una 'ética universal' traicionada por el
dominio britanico pero recuperada por Ghandi, Nerhu y los demas
líderes nacionalistas. Esto implicaba una 'retórica cristiana de la victimización' en la que el
pueblo por ser oprimido aparece dotado de superioridad moral frente al
colonizador. De esta manera el proceso independentista indio aparece narrado como
la 'realización del
proyecto cristiano-humanista de redención universal' (Sgo. Castro
Gómez. 'Teorías sin disciplina')
utilizando el mismo método discursivo que legitimó el
colonialismo europeo.
Esta crítica es extensible a la 'retórica imperial del marxismo inglés' que utilizó los
ejemplos lejanos de las luchas antiimperialistas del Tercer Mundo. Ghua opina que la historiografía marxista continuó
utilizando los modelos humanistas europeos que privilegian la escritura
alfabética
(Ghua citado por Castro Gómez). Las practicas 'no
letradas' del
pueblo indio fueron desplazadas como centro de interés. Según
Ghua, las disciplinas humanísticas funcionaron como estrategias de subalternización en
manos de las elites intelectuales de la India sujetas aún a
epistemologías coloniales que 'ocultan las hibridaciones
culturales, los espacios mixtos y las identidades transversas'.
La crítica postcolonial de este grupo evidencia así la
persistencia de 'sistemas expertos desplegados porla modernidad'
heredados de la colonia, y el modo en que las ciencias sociales construyen
representaciones sobre el 'otro' que son administradas
políticamente desde la burocracia. (Castro Gómez,
“Teorías sin disciplina”). Esta
crítica fue aprovechada en Estados Unidos para una renovación
poscolonial de los Estudios Subalternos por el llamado Grupo Latinoamericano de
Estudios Subalternos (GLES).
Vamos a centrarnos en el “Manifiesto Inaugural” del GLES
(“Teorías sin disciplina”, Versión digital:
) por dos motivos: el primero es obvio, nadie mejor que ellos definiría
su propósito; el segundo es que en su manifiesto se incluye una
síntesis del proceso de los estudios sociales y culturales en
América Latina vinculados a distintos acontecimientos que condicionaron
la reflexión sobre el tema. En su manifiesto inaugural
el GLES sintetiza la relación entre el surgimiento de los estudios
latinoamericanos y el problema de la conceptualización de la
subalternidad en tres etapas.
Al tratar la primera etapa (1960-1968) el GLES considera que la
revolución mexicana de 1917 marcó una desviación con
respecto al modelo blanco, patriarcal, oligarquico y eurocéntrico
de desarrollo porque los indios y mestizos constituían su base como
soldados, líderes y estrategas del movimiento revolucionario. Observa,
sin embargo, que en el México posrevolucionario, coincidiendo en esto con
Bonfil
Batalla (Bonfil Batalla, 1990), este protagonismo de
los subalternos fue bloqueado política, económica y
culturalmente. La emergente clase mestiza, alta o
media, suprimiendo comunidades y líderes indios proyectaronuna
resubalternización del indio que lo convirtió en
'artefacto cultural' vinculado al nuevo aparato estatal. Por el
caracter
escueto del
manifiesto esta noción del indio convertido en
'artefacto cultural' no se profundiza.
(Sin embargo, Bonfil Batalla (Bonfil Batalla, 1990) explica
este fenómeno observando la presencia ostentosa del indio en la cultura
oficial mexicana que realiza su exaltación ideológica con una
presencia visible en los ambitos de control estatal.)
El arte que auspició los gobiernos de la revolución tuvo un acento nacionalista. Tenían que volver a las
raíces y legitimar la cultura del
pueblo: la vida bucólica del
campesino, las artesanías populares, el folclor, la danza, la literatura
y las artes plasticas (por ejemplo, el muralismo). El
tema indígena fue manipulado para reforzar la corriente nacionalista que
necesitaba el gobierno elitista criollo. La revolución cubana se
considera como
'una recuperación parcial del
impulso hacia la emergencia del subalterno
debido a la priorización del
caracter no europeo al oponerse a la historiografía
eurocéntrica' (cita textual del
Manifiesto del GLES). Esto es notorio en escritores del llamado Boom de la
novela latinoamericana (García Marquez, Vargas Llosa, Carlos
Fuentes, entre otros) y en teóricos sociales que consideraban posible
establecer en América Latina una estructura socio-económica que
quebrara las estructuras dominantes. Esta ruptura, teóricamente
dejaría el
paso libre al protagonismo de los sujetos
subalternos. La revolución y el marxismo gozaron de un
gran prestigio y generaron optimismo en los intelectualeslatinoamericanos. El
pueblo como
masa trabajadora fue el nuevo centro de representación. En el ambito cultural los cambios se manifestaron en el
'cine popular' (el cineasta boliviano Jorge Sanjinés), y en el
“Cinema nuovo brasileño”, entre otros citados en el
manifiesto.
Si bien estos trabajos profundizaban en cuestiones de género, raza,
lenguaje, etc., destacaban la existencia de un sujeto
unitario clasista y la asimilación de textos teóricos y
literarios producidos por una elite intelectual que se identificaba con
él. Esto ocultaba la diversidad de negros,
chicanos, mujeres, la diversidad sexual y la existencia del 'lumpen': en síntesis
de todos aquellos que no habían pactado con el estado revolucionario.
Por lo tanto, el manifiesto expresa que el sujeto (sujeto unitario clasista
conformado por la masa trabajadora) de la historia no fue cuestionado
así como tampoco
la idoneidad de su representación por parte de las 'sectas
revolucionarias'
ni por las nuevas formas del
arte y la cultura.
El GLES ubica la segunda etapa (1968-1979) en el inicio de la crisis de este modelo protagónico a partir del
colapso de la guerrilla del Che Guevara en Bolivia, basado en la
separación entre el objetivo guerrillero y las masas que se pretendía
impulsar. El manifiesto se remite al diario del Che en
el que el guerrillero reconoce el escaso apoyo de los Aymara a quienes
intentaba organizar. La nueva izquierda en EE.UU., los movimientos
antibélicos, el Mayo francés y las manifestaciones de los
estudiantes mexicanos impulsados por la matanza de Tlatelolco en 1968,
señalan la aparición del estudiantadocomo actor político
organizado, desplazando a los partidos tradicionales social-demócrata y
comunista.
Las representaciones culturales que acompañaron estas insurrecciones se
hallan ejemplificadas en América Latina por, entre otros, la figura de
Violeta Parra, el movimiento musical de la nueva trova cubana y la
difusión de formas musicales contraculturales como el reggae y el
rock. El manifiesto inaugural del GLES expresa que
desde el punto de vista político, el movimiento estudiantil se
caracterizó como un conflicto
generacional con las elites o los sectores medios sociales pero ademas como una alianza política muy amplia entre los
movimientos populares (por ejemplo, la Unidad Popular en Chile durante
el gobierno de Allende). En el ambito cultural, el surgimiento de formas
documentales o testimoniales relegó la representación basada en
la ambición de los novelistas del Boom de
hablar “por” América Latina.
Comienza una nueva etapa caracterizada por el énfasis
en lo concreto, en 'pequeñas historias', en textos o
películas
producidas por mujeres, homosexuales, lumpenes y presos políticos.
Siguiendo el razonamiento del manifiesto surge la pregunta
¿quién representa a quién? La tercera etapa (los ochentas)
esta marcada en el manifiesto por la revolución nicaragüense
y la teología de la liberación.
En lo que concierne a la literatura se desarrolló una crítica
cuestionadora, como una
forma de la cultura alta, proponiéndose una visión
antropológica de la cultura como
la experiencia vivida. Surge el Centro de Birmingham de Estudios
Culturales dirigido por Stuart Hall (de origenjamaiquino) y el Grupo
Latinoamericano de Estudios Subalternos que critican la 'persistencia de
sistemas coloniales o neocoloniales de representación en América
Latina' (GLES).
La globalización y los denominados “post” (post-modernidad,
post-estructuralismo) marcan esta etapa. El desarrollo y expansión
acelerada de los medios de comunicación permitió el ingreso y la
difusión -en los circuitos globales- de textos y manifestaciones
culturales que antes se limitaban al mundo colonial. El ejemplo dado en el
manifiesto habla sobre la importancia que obtuvo el libro de Rigoberta
Menchú sobre multiculturalismo. Es en esta etapa que emergen los
estudios culturales en la universidad angloamericana estimulados por la
conjunción entre el feminismo, la crítica del discurso colonial,
los estudios chicanos, el nuevo interés por los mass media y la cultura
popular, así como por las nuevas formas de marxismo y la teoría
de la sociedad (por ejemplo, el postmarxismo de Mouffe y Laclau y la
condición postmoderna de Lyotard).
Algunos años después este mismo
fenómeno se manifiesta en Latinoamérica y en los estudios
latinoamericanos. Existen dos observaciones con las que el manifiesto concluye
este analisis sobre la discusión cultural en América
Latina que se refieren a la relación entre los estudios culturales y la
subalternidad:
1) el proyecto de crear un Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos -tal
como el que estamos proponiendo- representa tan sólo un elemento,
crucial sin embargo, al interior del campo emergente y mucho mas amplio
de los estudios culturales
2) en la nueva situación deglobalización el significante
Latinoamérica hace referencia también a un conjunto de fuerzas
sociales del interior de Estados Unidos, que se han convertido en la cuarta o
quinta (entre veinte) nación de habla hispana mas grande del
mundo. (Grupo Latinoamericano de Estudios Subalternos, GLES.
'Teorías sin disciplina' 'Manifiesto Inaugural')
La desnacionalización es un concepto clave del proyecto
del GLES, porque el concepto nación esta amarrado al protagonismo
de las elites criollas. Definen su propósito como la posibilidad de acceder 'al mutante
espectro de las masas campesinas, proletarios, subempleados, vendedores
ambulantes, gentes al margen de la economía del dinero, lúmpenes, niños
desamparados, homosexuales”. No obstante, en el último
parrafo del
manifiesto reconocen los límites de 'estudiar al subalterno',
identificandose como
un grupo de investigadores pertenecientes a universidades norteamericanas de
elite. Su propósito, puntualizan, no es desarrollar nuevos
métodos para estudiar al subalterno, sino construir nuevas relaciones
con aquellos seres humanos que toman como objeto de estudio.
Algunas consideraciones críticas al Grupo
Latinoamericano de Estudios Subalternos
Gustavo Verdesio, en su trabajo presentado para el Proyecto Diaspora de
Investigación y Edición, (15, 16, y 17 de agosto de 1997),
llamaba la atención sobre dos aspectos puntuales. En primer
lugar, las dificultades de la aplicación de marcos
teóricos pensados para realidades históricas y sociales muy
distintas. La aplicación apresurada de estos marcos
teóricos en América Latina
daría como
resultado “casi conseguridad, un error de paralaje” (Verdesio,
versión en línea).
La emergencia a la vida independiente de las colonias britanicas es
mucho mas reciente que la de los estados latinoamericanos. Para empezar,
el Subaltern Studies Group intenta explicar una cultura surgida del
imperialismo britanico o francés; modelos de dominación
que poco o nada tienen que ver con la dinastía de los Habsburgo o los
Borbón. Queremos indicar en este punto del trabajo que las
instituciones, el sistema económico y un largo etcétera, son bien
diferentes en el período imperial español (entre los siglos XV a
XVIII) a los modelos de dominación desarrollados por los imperios
britanico y francés en los siglos XIX y XX.
Verdesio también hace hincapié en el lugar de producción
de la teoría poscolonial: la academia estadounidense y la inglesa.
Cabría destacar que sus practicantes y creadores estarían
condicionados por algunos datos de la realidad que irían desde la
filiación institucional (con los consiguientes condicionamientos que
cada institución impone a sus miembros), hasta las realidades cotidianas
que deben enfrentar, pasando por formaciones académicas previas. Hugo
Achúgar ('Teorías sin disciplina'. 'Leones,
cazadores e historiadores'. Versión digital:
) argumenta que el intento de liberar la historiografía de la
dominación de categorías e ideas producidas por el colonialismo
no es una novedad para Latinoamérica y en realidad ha precedido la
actual discusión desde hace mas de un
siglo. Citando a Gyan Parkash 'aunque existen muchos ejemplos de
crítica a la historiografía liberal y su complicidad con
elimperialismo, la revisión de esta disciplina esta por
realizarse' (Parkash, 1995), Achugar se pregunta:
'¿dónde esta por realizarse, si es cierto que
todavía esta por realizarse?'; reivindica ademas el
revisionismo histórico latinoamericano del Siglo XX y la obra de
José Martí como una revisión cultural desde la perspectiva
del 'otro' que es latinoamericano.
Coincide con Verdesio al alertarnos acerca de que en el marco
teórico poscolonialista de la Commonwealth se analiza América
Latina como un conjunto homogéneo
derivado de un pasado histórico supuestamente común en lo
esencial con India
(Achúgar, ibidem). Insiste en lo que cree uno
de los mayores equívocos en el tratamiento de América Latina: 'el de su homogeneización o el de su
reducción como
epítome de lo poscolonial o de lo subalterno' (Achúgar,
ibidem). No obstante, Verdesio, alerta ademas sobre las precauciones a
tomar: ve como
un 'viraje saludable' enfocar las fuerzas de la disciplina hacia
'el sujeto subalterno y sus producciones, a su forma de ver el mundo, a su
perspectiva' (Verdesio, ibidem).
El debate continúa y la realidad política de los países
latinoamericanos cambia -inclinandose en esta primera década del
milenio por un mayor ascenso de gobiernos de izquierda en la región.
Una posible reflexión sería ¿qué desvíos o
consideraciones para los grupos subalternos, estan surgiendo -en los
hechos- de estos cambios del poder político en
América Latina?
(* Timbales de forma semiesférica con un
sólo parche.)
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cazadores e Historiadores a
propósito de las políticas de la memoria y delconocimiento”
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Verdesio, Gustavo, “Andanzas y vaivenes teóricos en un mundo comunicado” / “H enciclopedia' en
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Publicada originalmente en
www.alipso.com/monografias2/ALTERIDAD,_FICCIONALIZACION
_Y_SUBALTERRNIDAD_EN_AMERICA_LATINA/index.php