sCÓMO
SE DIAGNOSTICAN LOS ACCIDENTES CEREBROVASCULARES Y LOS ACCIDENTES ISQUÉMICOS
TRANSITORIOS?
Diagnóstico de los ataques isquémicos transitorios y determinación del riesgo de embolia
En personas que han sufrido un TIA o pequeñas embolias, es importante
determinar el origen de estos ataques para poder prevenir una embolia mayor. Para ello, suelen realizarse siempre un hemograma
completo, una radiografía torácica y un electrocardiograma.
Exploración de la arteria carótida. Se suele examinar primero la arteria
carótida para determinar si se ha producido un estrechamiento importante. Si es
así, el paciente corre peligro de sufrir una embolia mayor. (El engrosamiento
de la arteria carótida también está resultando ser un indicador valioso de los
riesgos a largo plazo tanto para el ACV, como
la enfermedad cardiaca y la tasa de mortalidad en general).
El médico puede usar una serie de opciones para determinar el engrosamiento de
la arteria:
Una pista de arteria colapsada es un 'soplo'. Se trata de un sonido
sibilante producido por la turbulencia del
flujo sanguíneo en la arteria estrechada. Este soplo puede oirlo el médico
utilizando un estetoscopio. En algunas ocasiones, incluso el paciente puede
escuchar este sonido. La presencia de un soplo, sin embargo, no necesariamente
es un signo de un AVC inminente, ni tampoco su ausencia indica que la arteria
no esté colapsada.
Una radiografía de la carótida es una herramienta muy útil para medir el ancho
de la arteria. En estemomento, la radiografía es más útil en personas de edades
comprendidas entre los 40 y los 60 años.
También puede medirse la presión sanguínea en el ojo. Si se ha reducido el
flujo sanguíneo del
ojo, se supone que la arteria carótida se ha estrechado de forma importante.
Otras técnicas de imagen. Existen otras técnicas de imagen que pueden ser
útiles para distinguir pequeños coágulos de otros factores de riesgo del cerebro.
El doppler transcraneal es una técnica que mediante ultrasonidos
puede identificar pequeños coágulos en cerebro que no producen síntomas pero
que hacen que el paciente corra riesgo de TIA y de apoplejía.
La resonancia magnética (RM) es una forma precisa de evaluar los
vasos sanguíneos y la circulación cerebral. Esta técnica identifica incluso
lesiones cerebrales silentes en pacientes ancianos con alteraciones
neurológicas pero sin síntomas de ACV, aunque es muy costosa y no se usa de
forma rutinaria.
Angiografía cerebral. Si las pruebas menos invasivas indican la necesidad
de cirugía, puede emplearse la angiografía cerebral. (Este procedimiento puede
detectar también aneurismas). Esto requiere la inserción de un catéter en la
ingle, que pasa luego a través de las arterias hasta llegar a la base de la
arteria carótida. En este punto, se inyecta un contraste y se realizan
radiografías para determinar la ubicación y el alcance del estrechamiento, o estenosis, de la
arteria. También cabe apuntar que como
casi toda exploración médica, conlleva un mayor riesgo en sí de ACV, en
especial en ancianos diabéticos.
Diágnostico de un ACV
Para salvar la vida del paciente, es crucial
efectuarun rápido diagnóstico de la presencia y también del tipo de ACV. Lo primero que debe
determinarse es si los síntomas indican en realidad una embolia. (Las pruebas
simples verbales y físicas pueden permitir a los equipos de emergencias
identificar a casi todos los pacientes con un ACV).
Las técnicas no invasivas para el diagnóstico de ataques isquémicos
transitorios se emplean también para las apoplejías mayores.
Determinar el tipo y la causa de un ACV
Una vez que se ha determinado la embolia, el siguiente paso importante es
determinar tan rápido como
sea posible si ésta es hemorrágica o isquémica. Los tratamientos farmacológicos
anticoagulantes puede salvar la vida de pacientes con embolia isquémica, pero
sólo son eficaces en las primeras tres horas. Además, causan sangrado y pueden
ser letales si la causa de la embolia es, en realidad, una hemorragia.
Una tomografía computerizada (TAC) realizada de forma precoz diagnostica con
exactitud un 95% de las embolias hemorrágicas. Los indicios de que existe un
ACV isquémico normalmente aparecen en el TAC al cabo de unos días. (El doppler
transcraneal, una técnica con ultrasonidos, puede ser lo suficientemente
sensible para poder diferenciar entre una hemorrágica y una isquémica si no se
dispone de TAC).
· Si el TAC es negativo, pero el médico cree que puede existir un ACV
hemorrágico, está indicada hacer una punción lumbar. Si el líquido
cefalorraquídeo contiene cantidades significativas de sangre normalmente
confirmará un ACV hemorrágico.
· Siempre se realiza una evaluación cardiaca usando un electrocardiograma y
también suele hacerse un ecocardiogramacuando se sospecha que puede existir una
embolia isquémica. Es particularmente útil una técnica exploratoria llamada
ecocardiografía transesofágica para determinar las causas del
ACV, como la
fibrilación auricular, que les llevarán a tratamientos específicos. Debe
descartarse la posibilidad de una enfermedad cardíaca subyacente.
Análisis sanguíneos
Pueden ser también útiles hacer una serie de análisis sanguíneos para predecir
el riesgo de un ACV, así como
la gravedad y las complicaciones de una embolia existente. Algunos de ellos
están investigándose:
Algunos análisis sanguíneos se emplean para determinar tiempos de coagulación.
Se miden los niveles de azúcar en sangre (hiperglicemia). Los niveles elevados
indican un peor pronóstico en el caso de algunos ACV (aunque no las
hemorrágicas o las lacunares).
Uno de estos análisis en sangre mide el glutamato, un aminoácido. Los niveles
elevados indican un ACV grave.
La respuesta inflamatoria del
cerebro estimula la liberación de ciertos marcadores usados para diagnosticar
un accidente cerebrovascular. La proteína C-reactiva, las enzimas llamadas
troponinas y los índices elevados de sedimentación globular son también
indicadores del
proceso inflamatorio y pueden predecir un mayor riesgo de ACV y un peor
pronóstico en personas con embolia existente.
Los niveles elevados de lipoproteína (a) pueden revelar la posibilidad de un
aneurisma no roto, algo que puede confirmarse con una resonancia magnética
(RM).