LIMITACIONES DE LA EPIDEMIOLOGIA
Introducción
Hace poco mas de una década Taubes y Mann (1995, 164) escribieron
un reportaje que llamó poderosamente la
atención dentro y fuera del
escenario epidemiológico. El reportaje en
cuestión se tituló 'La epidemiología enfrenta sus
límites' y recogió la opinión de connotados
epidemiólogos y bioestadísticos acerca de algunos problemas
metodológicos elementales que la epidemiología no ha superado
cabalmente. Dos eran los cuestionamientos centrales que hacía el
periodista: por un lado, que la epidemiología
—a través de la publicación de resultados de
investigación inciertos y en ocasiones contradictorios— genera en
el público inquietud, falsas expectativas y, finalmente, incredulidad, y
por el otro, que la naturaleza misma de los diseños de
investigación epidemiológica esta llena de fallas y
debilidades metodológicas. No era la primera ocasión, por
supuesto, que se señalaban ambos cuestionamientos, ni
eran los únicos que se han hecho a la epidemiología. En realidad,
los predicamentos conceptuales y empíricos de la disciplina han sido una constante a lo largo de su desarrollo
histórico y proceden de su propio entorno, así como de otras ciencias relacionadas con el
estudio de la salud y la enfermedad.
La pertinencia del
citado trabajo periodístico no estriba en los cuestionamientos que hace
—éstos, insisto, son tan viejos como
la disciplina misma—, sino porque indica que las herramientas
metodológicas que usa
la epidemiología constituyen una barrera que probablemente no
podra superarse y que los errores resultantes de ello continuaran
de manera indefinida. ¿Es esto cierto?¿No
hay en realidad forma de trasponer los límites metodológicos de
la epidemiología? Y si la hubiera, ¿procedería del
enfoque conceptual tradicional hasta hoy empleado o requeriría un cambio
profundo en los constructos teóricos que utiliza y en las herramientas
que aplica?
La epidemiología, como disciplina científica
que pretende ser, al reconocer y confrontar sus límites da paso a la
posibilidad de avanzar y desarrollarse en aspectos de la salud y enfermedad que
le son desconocidos o que no han sido pertinentemente estudiados. Como acotan Krieger y
Zierler (1996, 107), es una ciencia 'maravillosamente ambiciosa que provee
la base para entender y modificar los patrones sociales de la salud y la
enfermedad'. Tales supuestos son la base del trabajo
epidemiológico para comprender la interacción entre lo
biológico y lo social y su efecto sobre el estatus de salud de las
personas y las colectividades. Implica no sólo una responsabilidad
epistemológica respecto a nuestro modo de abordaje de la salud, sino
también una necesidad empírica de ofrecer métodos que
puedan atender las enfermedades que aquejan a las poblaciones humanas, sobre
todo desde el campo de la prevención, pero también en la
evaluación de la eficacia de ciertas medidas terapéuticas,
intervenciones colectivas y políticas de salud.
Causalidad y diseños epidemiológicos
El desarrollo de la epidemiología como
disciplina científica ha estado inmerso en intensos debates tanto
epistemológicos como
metodológicos. En ambos casos, el motivo principal ha
sido la búsqueda de la causa o causas de los eventos de salud y enfermedad.
Vale la pena destacar que, comociencia, la
epidemiología ha efectuado sus tareas en un escenario de predominio
biomédico en el que se han privilegiado las asociaciones
etiológicas por encima de otro tipo de explicaciones. A pesar de que
sistemas lógicos de pensamiento causal como los de J. Stuart Mill,
criterios empíricos como los de Bradford Hill o postulados como los de
Evans han propuesto diversas opciones teóricas para responder a las
interrogantes planteadas por la acción de múltiples causas en el
origen tanto de padecimientos infecciosos como no infecciosos, un hecho ya
reconocido cabalmente en la ciencia. Este reconocimiento ha
sido el sustento teórico de la construcción de modelos
multicausales para estudiar las enfermedades (Barreto 2005, 1).
No obstante que las ideas de multicausalidad han sido
el estandarte teórico de la epidemiología moderna, quiza
su principal falencia metodológica radica en que sus esfuerzos se han
dirigido fundamentalmente a probar una a una las potenciales causas de un
evento, en modelos complejos de enfermedades donde la participación de
múltiples causas se controla mediante manipulación
estadística (Ibid.). Este enfoque tiene un par
de explicaciones. Por un lado, se sustenta en un procedimiento esencial: la
observación de evidencias circunstanciales que se asumen como causa de
un resultado determinado, lo cual señala la participación de
diversos factores, casi siempre relativos a las conductas y al ambiente, que
conducen a la aparición de resultados indeseados sobre la salud, y por
otro, un fundamento pragmatico, incrustado en la necesidad de ofrecer
resultados para la toma de decisiones. Estos resultadosdeben
ademas tener el atributo de identificar los factores mas
susceptibles de intervenciones exitosas, exigencia basada en el axioma
sanitario de que las necesidades en materia de salud son siempre superiores a
los recursos. De este modo, la búsqueda
de las causas se ha transformado en la búsqueda de explicaciones
relacionales entre factores de riesgo y eventos adversos a la salud, la
mayoría de ellos expresados como
enfermedades.
Aunque la observación es un procedimiento
fundamental del
método epidemiológico para sus investigaciones, los estudios
experimentales (es decir, ensayo clínico o comunitario) constituyen sus
diseños mas acabados; para estudiar, por ejemplo, el efecto de
medicamentos u otras intervenciones. En los estudios experimentales la
asignación aleatoria de la exposición representa una
condición que puede evitar o favorecer la presencia del resultado. Con
frecuencia, tanto el experimentador como los investigados estan
'cegados', es decir, ignoran quién se encuentra en el grupo de
prueba y quién en el de control. Un problema
con estos diseños es que pueden ser demasiado costosos en
términos financieros y de tiempo, pues es posible que para encontrar un
efecto significativo deban pasar muchos años o deban incluirse cientos
de miles de sujetos; ademas, hay consideraciones éticas y
practicas que pueden impedir el desarrollo de ciertos experimentos.
Por lo anterior, gran parte de la investigación epidemiológica se
basa en estudios observacionales (es decir, los de casos y controles o los de
cohorte), en los que exposiciones consideradas 'naturales' pero de
diferente gradiente provocan un resultadodistinto en
los sujetos expuestos y los no expuestos. De estos estudios, la
epidemiología obtiene sus inferencias acerca del papel que
desempeñan diversos agentes o factores en el origen de la enfermedad. Si
bien pueden ser menos extensos y costosos que los experimentos, existe la
dificultad, en ocasiones insuperable, de identificar con precisión
qué factores de los implicados son realmente diferentes entre los
individuos estudiados y, por lo tanto, responsables del resultado
observado.
Debemos tomar en cuenta que cualquiera que sea el
diseño seleccionado, experimental u observacional, aun si es ejecutado
con pulcritud técnica, tiene potenciales limitaciones que pueden
distorsionar el entendimiento de las relaciones causales detectadas. Lo
que es mas grave, quiza afecten el diseño y desarrollo de
intervenciones para la prevención y tratamiento de enfermedades (Lawlor
2007, 940).Tales limitaciones son, en general, producto de errores
sistematicos que pueden provocar inferencias erróneas u orillan
al epidemiólogo a declarar asociaciones donde no las hay, o viceversa.
Por ejemplo, tal vez los resultados de ensayos clínicos controlados no
sean generalizables a la población o subgrupos de ésta,
particularmente si se considera que la aleatorización puede implicar
dificultades para el cumplimiento del estudio o el enrolamiento de pacientes
(por ejemplo, en indicaciones de larga duración o porque provocan
cambios drasticos en la vida de los participantes que hacen poco
atractivo ingresar o mantenerse en el estudio (Michels 2006, 814); o bien, que
asociaciones detectadas a través de estudios observacionales se deban a
unavariable que causa confusión, es decir, a la acción de una
tercera variable que se relaciona tanto con la exposición como con el
evento en estudio, cuyo papel en la pretendida asociación no fue
cabalmente controlado o evaluado (Smith y Phillips 1992, 757).
Detengamonos un momento en los estudios observacionales, primero que
nada porque son el grueso de la investigación epidemiológica,
pero también porque con frecuencia constituyen el sustento
técnico de numerosas decisiones que se toman cotidianamente en materia
de política sanitaria (Poole y Rothman 1990, 1270). Vale la pena que revisemos las fallas metodológicas de los
estudios observacionales en un contexto de toma de decisiones, pues de este
modo tendremos elementos adicionales para evaluar los verdaderos alcances de la
epidemiología. En este sentido, durante la década de los noventa,
algunos prestigiados epidemiólogos (Pearce 1996, 678; Susser y Susser
1996a, 668; Shy 1997, 479; Rothman, Adami y Trichopoulos 1998, 810; McMichael
1999, 887) debatieron con intensidad acerca del papel que debía
desempeñar la disciplina, pues la epidemiología, como ciencia
factica que es, no debe únicamente poseer coherencia entre los
hechos que describe y la representación mental que de ellos se tiene,
sino que ademas ha de encontrar en su método de
contrastación empírica la capacidad suficiente para explicar la
verdadera causa o causas del evento estudiado, y —por supuesto— que
estas explicaciones sirvan para que las consecuentes intervenciones
diseñadas sean las mas eficaces y eficientes.
En un esfuerzo para separar las explicaciones causales de las que no lo son en
lasasociaciones detectadas, la epidemiología ha elaborado diversos
modelos acerca de las relaciones entre causa y efecto; por ejemplo, los modelos
de ecuaciones estructurales, diagramas causales (Pearl 1995, 669; Greenland,
Pearl y Robins 1999,3 7), modelos probabilísticos (Parascandola y Weed
2001, 905) y los mas influyentes en epidemiología
analítica observacional, los denominados modelos de resultados
potenciales o contrafacticos (counterfactual) (Höfler 2005, 1;
Greenland 2005, 1).
Dos cuestionamientos al método epidemiológico
Dos cuestionamientos medulares se han hecho a los modelos conceptuales antes
citados, a saber, su proclividad al exclusivo uso de la estadística como
método de validación y la debilidad de los constructos
teóricos que emplea para sustentar su método de estudio. Ambas
características pueden explicarse por el enfoque biologicista e
individualista que utiliza la epidemiología moderna para abordar los
problemas de salud, que tiene profunda raíz en el paradigma positivista,
el cual profesa una visión mecanicista y reduccionista de los
fenómenos observados, bajo la égida epistemológica de la
fragmentación entre observador y observado, un monismo
metodológico de base empírica y naturalista que supone que la
realidad es directamente observable, por lo que la epidemiología busca
sólo leyes generales y universales, sin interesarse por el contexto
sociocultural donde ocurren los hechos epidemiológicos. Por ello concibe
que existe un solo tipo de conocimiento valido,
el científico, y un solo método, lógico y
matematico, para analizarlos. Este paradigma ha sido el argumento
utilizado para subestimar, y enmuchas ocasiones incluso descalificar, el
conocimiento de los fenómenos de salud generado por las ciencias
sociales u otras corrientes
de pensamiento que no se ajustan a los canones biomédicos y
estadísticos. A continuación nos ocuparemos de
estos aspectos desde lo que a nuestro ver constituyen las limitaciones
mas significativas de la epidemiología moderna.
1. El uso excesivo de la estadística para explicar relaciones de
causalidad
Respecto al primero de tales cuestionamientos, se ha apuntado que la
epidemiología se apoya en demasiados métodos estadísticos
que con frecuencia son utilizados de modo acrítico e inercial, y no como
complemento a un marco teórico sólido y a la reflexión
cuidadosa de los hechos investigados (Sarria Castro y Silva Aycaguer 2004,
300). De hecho, aunque se ha aceptado que los métodos
estadísticos no pueden ofrecer explicaciones causales del desarrollo de
una enfermedad, se ha propuesto que si la ciencia significa la
observación, descripción, investigación experimental y
explicación teórica de los fenómenos naturales, entonces
es imprescindible usar tales métodos para otorgar validez a los
hallazgos epidemiológicos (Schlesselman 1996, 627). Y aún mas,
se ha afirmado que un epidemiólogo 'ideal' es aquel que
combina la perspectiva orientada a la patología y el conocimiento de un
científico clínico con las 'relevantes' habilidades
técnicas de la bioestadística (Charlton 1996, 552).
En ese marco, para la epidemiología observacional es natural abordar un
problema de salud mediante el estudio de las variables que se asume tienen un
rol causal, y someterlas a una manipulación lógica que permitasu
cuantificación a través de diversas estrategias
estadísticas, que se emplean para lidiar con los errores sistematicos
(por ejemplo, sesgo y confusión) que surgen ordinariamente en los
diseños de investigación. Implícito en este
abordaje se encuentra un supuesto central: que acepta que el plano
individual es el sitio de la acción etiológica y que las
influencias sociales y ambientales, si se manifiestan, lo hacen a nivel
individual y únicamente se expresan como factores de riesgo. Así, el
individuo es la unidad natural de analisis de la epidemiología
(McMichael 1999, 887), lo que es un contrasentido
epistemológico, toda vez que su interés teórico se dirige
al estudio de la salud y enfermedad en las poblaciones humanas (Terris 1992,
909). Este conflicto entre teoría y método ha tratado de
atenuarse mediante el uso de un modelo
probabilístico en el que la exposición a una o diversas variables
incrementa o disminuye la ocurrencia de un resultado. De este
modo, la causa se ha sustituido por el término 'factor de
riesgo'.
Tal definición probabilística de la causa se ha considerado
mas amplia que concepciones deterministas como las de causa
necesaria y causa suficiente (Parascandola y Weed 2001, 905). Por tal razón, la epidemiología ya no se ha
empeñado en la demostración de causas de enfermedad, sino en la
interpretación de asociaciones estadísticas, que pueden ser o no
la expresión de relaciones verdaderas entre exposiciones y resultados.
Esto ha generado una pléyade de hallazgos contradictorios donde un día una variable es un riesgo para la ocurrencia
de una enfermedad y otro día no lo es mas (Sterne y Smith2001,
226). En descargo de esta falla, se ha argumentado que la identificación
de factores de riesgo, como los estilos de vida o agentes ambientales, es un
legado metodológico de la epidemiología moderna y que sirve como
recordatorio de que nacemos en un mundo lleno de peligros en el que ninguna
acción esta exenta de riesgos (Rothman 2007, 708). No obstante,
este aporte ha sido considerado bastante modesto si se tiene en cuenta el costo
financiero y el tiempo invertido en los múltiples estudios que se han
llevado a cabo, y que en realidad los factores de riesgo que han sido
claramente identificados, por ejemplo, el consumo de tabaco, no se han
eliminado totalmente y sólo han migrado de ciertas poblaciones a otras
(Pearce 2007, 713).
A pesar de estas consideraciones, no podemos caer en el extremo de descalificar
al modelo probabilista, pues la identificación de factores de riesgo
puede constituir un avance considerable en la
comprensión de diversas enfermedades de difícil abordaje, no
sólo clínico sino también social. Conviene subrayar que el
factor de riesgo debe ser entendido únicamente como un
eslabón mas de una cadena causal múltiple y compleja. La
importancia de los estudios epidemiológicos observacionales que emplean este enfoque de riesgo es que pueden ser iniciadores de
procesos mas integrales para dilucidar las verdaderas causas de las
enfermedades. Entonces, el desafío metodológico y teórico
es encontrar cómo es que dichos factores actúan conjuntamente y
cual es el nivel de organización (por ejemplo, celular, individual,
familiar, vecinal, etcétera), dónde interactúan, median o
modifican la acción de otrosfactores en un evento determinado
(Chmura–Kramer et al. 2001, 848).
Lo que se cuestiona del llamado enfoque de riesgo es
su excesiva proclividad al empleo de procedimientos estadísticos, en
ocasiones artificiosos, que no se ajustan al constructo teórico que
realmente subyace al fenómeno investigado, y que el objetivo primordial
de la mayoría de su producción científica sea la
demostración de asociaciones con significancia estadística (Silva
Ay cager 2005, 309). Esto ha sido en buena medida provocado
por requerimientos de organismos reguladores y revistas que publican resultados
de investigación. Así, el uso de
la estadística se ha reducido a la división de resultados en
significativos y no significativos, con la consecuente búsqueda de
valores de p <.05 para poder rechazar hipótesis nulas que
frecuentemente tienen poca plausibilidad biológica. Se señala,
por ejemplo, que se han encontrado cerca de 300
factores asociados a la cardiopatía isquémica, pero sólo
unos pocos de ellos incrementan en realidad el riesgo de la enfermedad (Sterne
y Smith 2001, 226). Ademas, una proporción considerable de las
principales asociaciones epidemiológicas (tabaquismo y cancer
pulmonar, asbestos y cancer pulmonar, dieta y enfermedad cardiovascular)
ocurrió entre las décadas de 1950 y 1980, pero el enfoque
epidemiológico convencional no ha sido capaz de examinar los efectos de
la globalización económica, los ajustes políticos
estructurales, el cambio climatico o la revolución
informatica (Pearce 2007, 713).
Debido a que se asume que los factores de riesgo pueden resumirse y controlarse
mediante modelos de analisis estadísticosmultivariados, la
epidemiología moderna reduce sus alcances como ciencia poblacional y los
pone a la par de aquellos que son propios de la perspectiva biomédica,
cometiendo con ello la llamada 'falacia biomédica', que
consiste en inferir que las enfermedades en poblaciones pueden entenderse
mediante el estudio de factores de riesgo a nivel de los individuos (Shy 1997,
479). Este enfoque reduccionista e individual de la epidemiología
moderna es favorecido por la búsqueda sistematica del
indicador estadístico que cuantifique una relación causal entre
exposición y enfermedad. No obstante, hay una contradicción
teórica en tal búsqueda: el indicador
encontrado, digamos el riesgo relativo, no tiene mayor trascendencia si se le
ubica en el plano
individual, pues no importa mucho que el riesgo sea de 1.5, 3.0 o 10. De hecho,
Rockhill (2005, 124) afirma que aun cuando hipotéticamente un individuo
contara con toda la información numérica relevante, no
habría seguridad de que cambiara sus conductas para, por ejemplo,
disminuir su riesgo individual de padecer cancer de colon y pasar de un
elevado riesgo relativo de 3 2 por 10 mil en un periodo de cinco años a
uno mas moderado de ocho, en el mismo lapso. La cuantificación del
riesgo absoluto y relativo en epidemiología deriva de agregados
poblacionales; por lo tanto, la interpretación lógica y sus
implicaciones sólo poseen sentido a nivel grupal.
La idea fundamental que esta detras de la identificación
de factores de riesgo es que, aun en ausencia de mecanismos biológicos
claros, la medición cuidadosa de circunstancias consideradas riesgosas
para la salud de los individuos seríacapaz de ofrecer bases racionales
para modificar exposiciones y prevenir las enfermedades (Savitz 1994, 550).
Este supuesto se ha debatido con amplitud y criticado acremente dentro y fuera
de la epidemiología. Por ejemplo, Skrabanek (1993, 1502; 1994, 553)
ironizó acerca de este enfoque al que
llamó risk–factorology, porque ademas de depender
excesivamente de métodos estadísticos, no es capaz de sustentar
sus hallazgos cuando se le compara con los estandares de la experimentación
clínica. Para él, la
epidemiología observacional tiene el único propósito de
proveer de hipótesis que sean susceptibles de
ser sometidas a pruebas estadísticas, aunque con frecuencia omite
estrechar los intervalos de confianza de asociaciones espurias, debidas a
errores causados por sesgos y confusión.
La demostración de asociaciones estadísticas entre factores de
riesgo y enfermedades, mas que el entendimiento de las causas, ha sido
impulsada por el dominio de una epidemiología corporativa que favorece a
los intereses financieros y políticos de la industria biomédica e
incluso de los gobiernos, acusa Pearce (2007, 713). Quiza éste es
uno de los motivos mas poderosos por los que la epidemiología se
considera, dentro y fuera de la disciplina, como una forma de retórica
en la que se emplean grandes bases de datos y se realizan sofisticados
analisis estadísticos para producir argumentos engañosos
que justifican su valor como ciencia. Para hacer aún mas severo
el cuestionamiento, desde otras disciplinas sociales se ha advertido que muchos
de los factores de riesgo identificados como dañinos por la
epidemiología, y que se exhiben como unaconquista científica per
se, son practicamente inexistentes y sin trascendencia alguna si una
población, sea por cuestiones culturales o por razonamientos
comparativos, desestima el 'peligro' supuestamente representado por
estos 'riesgos' (por ejemplo, la dieta, la higiene, la
protección ritual, la conducta sexual y muchos otros) (Nichter 2006,
109). La epidemiología que se fundamenta en el estudio exclusivo de los
factores de riesgo sólo cobra real sentido en un contexto reduccionista,
positivista y biologicista dirigido al plano individual, alejandose
definitivamente de su pretendido estudio de la salud y enfermedad de las
poblaciones humanas (Inhorn 2005, 285).
2. Endeble sustento teórico para entender las relaciones causales
En cuanto a la segunda crítica, se ha señalado que la
epidemiología no ha conseguido definir con precisión el
significado de causación y, por ende, el método que aplica para
estudiar las relaciones causales no termina por esclarecerlas o lo hace con
fragilidad; permite apenas interpretaciones poco precisas. Por citar un ejemplo
simple, la relación causal entre obesidad y diabetes mellitus puede
interpretarse como que 'los individuos con obesidad desarrollaran
la enfermedad' o que 'la probabilidad de ser diabético se
incrementara en los sujetos obesos'. Este tipo de ambigüedades
ha dado origen a distintas construcciones de lo que es
causación. Parascandola y Weed (2001, 905) encontraron que tales
construcciones pueden agruparse en cinco grandes categorías de
analisis: (a) producción, (b) causas necesarias, (c) causas
suficientes, (d) causa probabilística, y (e) causa contrafactica
o deresultado potencial. Si bien la categorización es útil para
entender los diversos abordajes metodológicos que son consecuentes con
la definición teórica elegida, desafortunadamente el pensamiento
causal mas empleado por la epidemiología se sustenta en
principios de las ciencias físicas, como el determinismo o la
probabilidad, que se dirigen esencialmente a explicar cadenas simples de
eventos, mas que entender las complejas relaciones que ocurren en los
múltiples niveles en que se organizan los fenómenos
biológicos, sobre todo los humanos.
En ese tenor, el modelo contrafactico ejemplifica bien los dos
cuestionamientos antes mencionados, pues descansa en numerosos procedimientos
estadísticos y sus explicaciones causales tienden a ser muy vulnerables
a sesgos y confusión, toda vez que la mejor opción que ofrecen se
basa en la estimación del efecto promedio poblacional (Höfler 2005,
1). En este modelo, el efecto de la acción de una variable (X0),
mas que el de otra (X1), sobre un resultado determinado (Y) es
simplemente un contraste numérico (una diferencia o una razón)
que surge bajo dos acciones diferentes. Este contraste es llamado
medición del
efecto. Así, el contraste Y (X1) — Y (X0) es un efecto de la
revocación X1 contra la no revocación X0, una diferencia
debida a X1 versus X0, mientras que Y (X1) / Y (X0) es una medida del
efecto que se denomina razón debida a X1 versus X0 (Greenland
2005, 1).
De acuerdo con este modelo, un efecto es simplemente
la relación observada entre los distintos resultados que
seguirían a dos acciones diferentes, X0 y X1, en sólo un
sujeto (una población o un individuo). Esto implicaque
el efecto ocurrira bajo una exposición pero no bajo la otra.
Consecuentemente, para que la medición de tal
efecto tenga sentido es necesaria una línea basal que permita la
contrastación y que el efecto sea un resultado binario. Así, la causa se convierte en una condición necesaria
sin la cual no ocurriría el resultado. De esto se deriva que el
resultado no puede observarse al menos en uno de los niveles de
exposición (X0 o X1), y tiene que estimarse bajo la
condición no observada, conocida como contrafactica o de
resultado potencial. Actualmente se ha argumentado que este
modelo de causalidad captura la mayoría de aspectos de las relaciones
causales estudiadas en epidemiología (Little y Rubin 2000). Pero como bien observa Höfler
(2005, 1), los fenómenos de salud, complejos como
son, incluyen demasiados hechos contrafacticos en un sistema causal
mas amplio, lo que sin duda provoca que el modelo como tal posea poca capacidad para ofrecer
respuestas innovadoras que expliquen la causalidad que pretende mostrar. Esto
es mas evidente a medida que la complejidad de un
sistema se incrementa.
Integración entre experiencia biológica y contexto social: el
enfoque socioecológico y la epidemiología social
Por lo apuntado antes, los cuestionamientos que se han
hecho a la epidemiología son razonablemente correctos y ciertos. Esto es
reconocido en el ambito de la disciplina y son cada vez mas los
líderes epidemiólogos (Krieger 1994, 887; Winkelstein Jr. 1996,
621; Almeida Filho 2001, 753; Kunitz 2002, 722; Greenland 2005, 1) que hacen
llamados para integrar de modo consistente teoría y método
epidemiológicos, lo cualevitaría la ambigüedad e imprecisión
de sus hallazgos de investigación. En general, se ha aceptado que los
conceptos reduccionistas de la epidemiología moderna, dirigidos a los
comportamientos de riesgo de los individuos, son insuficientes para comprender
las complejas relaciones que subyacen a un fenómeno de salud, en tanto que
el método que emplea para estudiar tal fenómeno no es capaz de
analizar simultaneamente las múltiples dimensiones y variables
que participan en el desarrollo de una enfermedad o que explican una conducta
preventiva (Materia y Baglio 2005, 534).
Por ello, reiteradamente se ha sugerido que se adopte una teoría que
integre parametros biológicos y sociales, y que éstos sean entendidos como
constructos interdependientes incrustados en un escenario de complejas
interrelaciones y diferentes niveles de organización. De
esta forma, se daría sentido al principio epidemiológico que
pretende explicar la distribución de determinantes de enfermedad.
El enfoque teórico dirigido a los determinantes, no a
factores de riesgo, permite el estudio de las relaciones sociales y
económicas que se fraguan en la estructura social y política de
una sociedad. Este enfoque, sustentado en las
teorías de producción social de la enfermedad, impulsaría
cambios en la metodología epidemiológica (Krieger y Zierler
1996). Para Smith (2001, 3 25), la única manera
en que la epidemiología puede progresar es combinando el entendimiento
detallado de las vías a través de las cuales la
'constitución política, económica e histórica
de lo que el mundo es' influye en la salud de las poblaciones.
Ahora bien, ante tal necesidadepistemológica
han surgido diversas propuestas que destacan la importancia del contexto social en la cadena causal,
donde se localizarían determinantes fundamentales de la salud
poblacional. Esto ha ocasionado una revaloración de los estudios
ecológicos, que utilizan como unidad de analisis a los grupos
poblacionales en lugar de los individuos, con especial hincapié en la
necesidad de no cometer los errores propios de tales estudios (por ejemplo, la
falacia ecológica), con el criterio de que las exposiciones
ecológicas no pueden ser capturadas cabalmente si se investigan con base
en diseños epidemiológicos netamente individuales (McIntyre,
MacIver y Sooman 1993, 213; Kaplan 1996, 507). Este enfoque ha sido etiquetado como
'socioecológico' y es la herramienta fundamental de la
epidemiología social contemporanea (Susser y Susser 1996b, 674;
Krieger 2001a, 668; Susser 2004, 519). Descansa en tres puntos centrales
1. El reconocimiento teórico y empírico de la
participación simultanea de determinantes biológicos y
sociales en el estatus de salud de las poblaciones y los individuos
(Krieger2001b, 693; Berkman y Kawachi 2000, 1), que asume, por lo tanto, que
las enfermedades son producidas por la dinamica y mutua interacción
de variables de diversa naturaleza (Honjo 2004, 193). Este proceso tiene lugar
en un ambiente social que influye en la salud porque, entre otras cosas, es
capaz de modelar normas; reforzar o debilitar formas de control social de
conductas preventivas o dañinas para la salud; y porque puede generar
—o no— las oportunidades para mejorar el estatus de salud y en
general el bienestar colectivo (Berkman y Kawachi2000, 1).
2. Se admite que las variables participantes en los complejos sistemas causales
de las enfermedades poseen peculiaridades distintivas que les confieren la
capacidad de ser abordadas de acuerdo con el nivel de organización en
que se ubican. Esta distribución de las variables en niveles de
organización no es un fenómeno
aleatorio, sino que es construido social o biológicamente, lo cual
permite su aglomeración. Dado que los niveles no son producto del
azar, se da por sentado que existe algo semejante a rangos o jerarquías
en los que se ordenan las variables. Así, variables individuales
corresponden a un nivel jerarquico primario, sea este biológico
(molecular, celular, tisular) o individual pero de raigambre social
(escolaridad, ingreso, ocupación, etcétera), mientras que
variables grupales (familias, amigos, escuelas, ciudades, estados) corresponden
a un nivel ecológico jerarquicamente superior al nivel individual
(Blakely y Woodward 2000, 367; Subramanian, Jones y Duncan 2003, 65; Diez Roux
2004, 104).
3. Los múltiples niveles de organización permiten el estudio de
observaciones a un nivel primario (por ejemplo, individuos) que se
'anidan' dentro de observaciones que se encuentran en un nivel
superior (vecindarios, comunidades, regiones). Tales niveles representan
fuentes de variación estadística en el evento o en el resultado,
que resultan ser secundarias a la acción de otras variables, a su vez
definidas en múltiples niveles de organización, ademas de
las interacciones que ocurren entre las variables ubicadas en tales niveles. La
situación puede ser modelada mediante técnicas estadísticas
como laregresión logística jerarquica (por ejemplo,
modelos de efectos mixtos, modelos de efectos aleatorios, modelos lineales
multi–nivel), lo que permite el analisis simultaneo del
efecto producido por la acción de las variables en distintos niveles,
con el beneficio agregado de evaluar la cantidad de variación que ocurre
en cada nivel (Diez Roux 2000, 171; Raudenbush y Bryk 2002 ).
Este enfoque de la epidemiología social ha sido
cuestionado incluso por algunos de sus representantes mas prestigiados
(Kaplan 2004, 124) y otros investigadores (Zielhuis y Kiemeney 2001, 43).
Las fallas de su método, motivo de discusión científica,
son en gran parte provocadas, igual que en el caso de la epidemiología
moderna, por su dependencia de fuentes secundarias de datos, lo que puede
potencialmente ocasionar sesgos en la medición de los indicadores y que
ademas impide capturar numerosas variables contextuales que
hipotéticamente mantienen un efecto en el desarrollo del evento. No
sólo es problematica la naturaleza de los datos, sino que
también son primitivas las mediciones de fenómenos sociales que
se pretenden estudiar, incluyendo constructos tan centrales como posición socioeconómica
(Oakes y Rossi 2003, 769), raza o etnicidad, desigualdad en la salud, clase
social (Krieger 2001c, 419) e inequidad en la distribución del ingreso (Lynch et
al. 2004, 5). Como bien advierten Oakes y Kaufman (2006, 3), la medición
de fenómenos biológicos (por ejemplo, el recuento de
glóbulos rojos, la determinación de la presión arterial)
no entraña una complejidad superior a la que enfrenta la ciencia cuando
se aproxima a constructos sociales, porqueéstos son siempre resultado de
la interacción entre personas y sociedades. Por lo tanto, los datos no
únicamente deben satisfacer el rigor técnico (precisión,
validez, confiabilidad), sino también ser útiles y adecuados para
medir los distintos niveles de organización (individuos, familias,
vecindarios, etcétera), ademas de que teóricamente deben
guardar relación con el constructo que se pretende mostrar.
Quiza tales exigencias han provocado que, aunque la epidemiología
social cuente con un marco teórico relativamente sólido,
construido a partir de la abstracción de métodos y conceptos
procedentes de otras disciplinas científicas (ciencias sociales y de la
educación, psicología, demografía, geografía,
etcétera), así como filosóficos (marxismo, funcionalismo,
constructivismo, teoría de sistemas), en la practica sus
principales esfuerzos se han dirigido al desarrollo de modelos de pensamiento
que capturan la realidad de lo observado mediante ecuaciones
estadísticas, en un nivel cada vez mas dependiente de
sofisticados paquetes de cómputo. Es decir, de modo involuntario la
epidemiología social se acerca epistemológica y
metodológicamente a aquello que cuestiona de la
epidemiología observacional: a una visión positivista que se
sustenta en la demostración de asociaciones estadísticamente
significativas (Segura del Pozo 2006, 156). Por esto no es casual que su modelo
estadístico tenga su expresión mas acabada en la
consecución de un coeficiente de
regresión que señala cuanto mas de riesgo hay en el
grupo expuesto comparado con el de no exposición.
La epidemiología social y su enfoque socioecológico aún no
han sidocapaces de responder a innumerables
interrogantes que son cruciales en el campo de la salud poblacional:
¿Cómo pueden medirse los cambios que la sociedad provoca en la
vida de los individuos? ¿Cómo evaluar las transformaciones en la
sociedad que han sido generadas por cambios en los
individuos? (Oakes y Kaufman 2006, 3). ¿Tiene sentido practico, y no sólo
académico, medir el efecto contextual de indicadores construidos con
'lo mejor de la información disponible', sin considerar los
patrones culturales de individuos y colectividades? Es probable que la
evolución teórica y metodológica de la
epidemiología social contribuya positivamente al entendimiento de las
complejas relaciones causales de los fenómenos de salud, pero parece
poco probable que pueda incorporar un pensamiento complejo acerca de la
esencialidad histórica, corporal, cognitiva y cultural de los seres
humanos y cómo es que se relacionan con el lugar donde habitan,
entendiendo este espacio no como una escenografía teatral, siempre
pasiva, sino como el ambito donde concurren activamente los determinantes
de la salud, que protegen y agreden el equilibrio de las personas, familias y
comunidades (Ibacache Burgos y Leighton Naranjo 2004, 1).
La participación de la epidemiología sociocultural
Por lo anterior, aun ocurriendo cambios conceptuales profundos en el
pensamiento epidemiológico contemporaneo dominante, o floreciendo
las innovaciones del enfoque socioecológico, el vacío en el
conocimiento de la salud y la enfermedad no podra ser cabalmente
superado si no se exploran, discuten y ponen en practica nuevas
propuestas de pensamiento que trasciendan el marcoepistemológico
positivista. En este tenor, lo que la disciplina requiere es abandonar la
posición objetivista y biologicista que caracteriza a la biomedicina,
para acceder a un nuevo modelo conceptual sobre la salud y sus determinantes en
sus dimensiones objetivas, subjetivas, intersubjetivas y también
ecológicas. Es necesario crear nuevas categorías teóricas
que nos ayuden a entender la salud desde un marco colectivo, que la
población no constituye simplemente un agregado de individuos, sino que
es parte integrante y activa de una 'totalidad organizada',
estratificada en distintos niveles de interacción, donde se focalizan
determinantes y condicionantes de la salud de diverso cariz.
Esto exige ir mas alla del enfoque multinivel antes citado, desde
una perspectiva epistemológica distinta, que recupere la historicidad de
los fenómenos que estudia, que advierta el caracter
intersubjetivo e interesado del conocimiento, la necesidad de integrar visiones
externalistas y cuantitativistas con aquellas internalistas o
hermenéuticas con el mismo grado de complejidad y sofisticación
que reclama su objeto de estudio: el proceso salud/enfermedad/atención
en poblaciones humanas. En pocas palabras: la epidemiología requiere
deslindarse de una interlocución exclusiva o privilegiada con la
biomedicina para abordar un dialogo interdisciplinario con el resto de
las ciencias, y también con los actores involucrados, para estudiar
integralmente el concurso de múltiples expresiones de la sociedad que se
expresan en un nivel biológico, como la cultura, la moral, las
relaciones políticas y económicas, entre otras, que, se sabe,
tienenun impacto sobre la salud de las personas (Samaja 2003, 105).
A nuestro ver, este objetivo solamente puede alcanzarse mediante alianzas
interdisciplinarias, como lo plantea la epidemiología cultural, la cual
surge del propósito y esfuerzos por crear alianzas conceptuales entre la
epidemiología y la antropología, y parte del reconocimiento de
que ambas disciplinas tienen el interés de estudiar las enfermedades en
poblaciones humanas (Weiss 2001, 5). Este interés común es un punto de encuentro que posibilita la complementariedad
entre ambas disciplinas, a pesar de alcanzarse recorriendo caminos a veces
divergentes. El encuentro ocurriría si, por un
lado, los antropólogos se preocuparan por entender los conceptos y
métodos cuantitativos que usa la epidemiología.
Ademas, que ésta, a su vez, incorporara las practicas
reflexivas de la antropología, de tal manera que el manejo de los datos
no sólo se dirigiera a escudriñar la red de relaciones que hay
dentro de los datos mismos, sino también a comprender y analizar los
procesos que suscitaron su origen (Franzosi 1996, 354; DiGiacomo 1999, 436).
Si la complementariedad interdisciplinaria parece ser la alternativa mas
apropiada para entender los fenómenos de salud y enfermedad de las
poblaciones humanas, y las asociaciones entre la medicina, la
epidemiología, la sociología, la antropología y muchas
otras ciencias han sido ya —en mayor o menor
medida— exploradas y, en algunos casos, consolidadas, ¿por
qué impulsar una epidemiología sociocultural? Nos parece, por un
lado, que no existe sólo una justificación teórica
—la necesidad de superar las limitaciones del modelobiomédico de
la epidemiología—, sino también practica: fomentar
la incorporación de perspectivas que nos permitan superar las actuales
limitaciones paradigmaticas de la salud y la enfermedad; asimismo
reorientar las directrices de políticas sanitarias que se han sustentado
esencialmente en la cuantificación de los daños a la salud y en
la identificación de riesgos. Como bien
apunta Norma Gonzalez, no se trata simplemente de cambiar la
representación estadística del fenómeno, sino de
alcanzar un desarrollo conceptual que haga posible entender la base
histórica y social de la desigual distribución de la salud en las
poblaciones humanas (Gonzalez Gonzalez 2000, 207).
La Organización Mundial de la Salud, a través de la
Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud, ha puesto de relieve
recientemente que aunque la mayoría de los problemas de salud pueden
atribuirse a las condiciones socioeconómicas de las personas, el
diseño y ejecución de las políticas de salud se han
centrado en el tratamiento de las enfermedades, sin que se consideren 'las
causas de las causas', las que, sin duda, es posible encontrar en el
contexto social. Se reconoce que existe evidencia científica suficiente
—procedente en su mayor parte de los países desarrollados—
para tomar acciones concretas que disminuyan las inequidades en materia de
salud, pero que no hay de momento un esfuerzo
sistematico para aplicarlas.
No parece que bajo el enfoque biomédico de la epidemiología
moderna se pueda alcanzar un entendimiento cabal acerca del papel que
desempeñan los factores sociales y culturales en el perfil
epidemiológico poblacional, por lo que dichaComisión recomienda
que se exploren metodologías técnicamente novedosas y
susceptibles de aplicación en las poblaciones humanas (Comisión
sobre Determinantes Sociales en la Salud, OMS2005). Ademas, es
conveniente que una perspectiva epidemiológica distinta a la dominante
garantice que la integridad del trabajo científico
esté libre de las presiones burocraticas de los gobiernos y de la
industria corporativa de la salud. Es muy poco probable que esto proceda del modelo tradicional
de la epidemiología, pues muchos de los epidemiólogos mas
prominentes aceptan financiamiento de la industria médica, ya sea para
llevar a cabo investigaciones o para criticar los descubrimientos hechos por
otros colegas (Pearce 2008 ).
Una perspectiva sociocultural de la epidemiología puede favorecer la
respuesta a una necesidad pragmatica que la epidemiología moderna
no ha satisfecho cabalmente: la de concretar esfuerzos académicos y
aplicativos, como
también civiles de base comunitaria, instrumentandolos dentro de
los procesos de socialización y educación que se requieren para
diseñar intervenciones de salud. Es posible argumentar
que la epidemiología moderna no ha sido capaz de cubrir esta necesidad
en buena parte porque el desarrollo de sus métodos científicos
esta dominado por una visión corporativa (Ibid.). Sus
académicos se han dedicado primordialmente al
estudio de factores individuales de riesgo, porque se ha subestimado la
adquisición de conocimiento basico para prevenir la enfermedad y
promover la salud a través de esfuerzos organizados de la comunidad (Shy
1997, 479). En el caso particular de México, es
fundamental que losdiversos programas formativos de epidemiólogos
integren lo ideológico y aplicativo de la disciplina. En mi
opinión, es muy conveniente que se supere la estrategia primordial que
se sigue en el país para formar epidemiólogos que tengan como
base teórica la biomedicina. De hecho, el requisito primario para
acceder a entrenamiento en la disciplina es aprobar el
examen nacional de residencias médicas. Ésta puede ser una
razón mas por la cual el modelo epidemiológico moderno
debe enriquecerse con la integración curricular de materias propias del
enfoque sociocultural de la epidemiología.
Esto último es posible porque el eje teórico de esta propuesta
radica en 'asumir que su objeto de estudio esta constituido por un
proceso dinamico que nunca se expresa en la forma de una 'historia
natural de la enfermedad', dado que ésta es siempre social y, por
lo tanto, cultural' (Haro, Hersch y Menéndez 2006). Como consecuencia de tal reconocimiento, se acentúa la necesidad de que el
interés científico no se reduzca a la identificación de
los determinantes de dicho proceso, sino que requiere ofrecer respuestas para
atenderlo. Dado que no sólo acepta sino que también promueve la
interdisciplinariedad, una parte medular de la propuesta de la
epidemiología sociocultural se centra en la recomendación de
conjuntar métodos cuantitativos y cualitativos, de preferencia a partir
de la conformación de equipos inter disciplinarios, para estudiar: (a)
el contexto social y cultural en el que ocurre el proceso
salud–enfermedad–atención; (b) las múltiples formas
en que dicho proceso se expresa (biológicas, conductuales, culturales,
políticas) y noúnicamente la manifestación clínica
o estadística de la enfermedad; y (c) la forma en que los colectivos
humanos se organizan para atender el proceso salud–enfermedad, particularmente
en aquellos escenarios donde la desigualdad y la vulnerabilidad en el
ambito de la salud son mas evidentes. La anhelada
conjunción de técnicas cualitativas y cuantitativas
supondría la necesidad metodológica de crear indicadores con
pertinencia cultural, social y biológica, pero ademas con
suficiente validez empírica, toda vez que los datos para su
construcción no se sujetarían al poder estadístico que
posean, sino a la factibilidad de su recolección y a la
aceptación de los sujetos (sean éstos individuos o poblaciones)
investigados.
Apunte final
Aún hay mucho por discutir en este campo
reciente de la epidemiología sociocultural, que tiene ademas el
agregado de surgir en el ambito de la salud latinoamericana como sano contrapeso a la
epidemiología social anglosajona. Es posible predecir que los esfuerzos
de líderes del
pensamiento epidemiológico, antropológico, social y de otras
disciplinas científicas le daran solidez teórica y
metodológica. Subrayo, sin embargo, la importancia de que mantenga el
propósito instrumental de entender cómo la sociedad da respuesta
al proceso salud–enfermedad y cómo este
conocimiento puede servir para prevenir, controlar o mitigar los daños
evitables en el nivel colectivo. Con este objetivo, resulta esencial que se
promueva el debate e intercambio de ideas entre Latinoamérica y otros
países del mundo, pero que ademas se impulse la
integración sistematica de equipos multidisciplinarios no
paraestudiar los problemas —eso se ha atendido en espacios
académicos, aunque no siempre en los servicios de salud—, sino
para diseñar las intervenciones que mejor respondan a las
problematicas colectivas de salud.
Finalmente, la epidemiología sociocultural puede ser una disciplina que
lidere cambios que incidan en: (a) el replanteamiento teórico y
metodológico de cómo estudiar los fenómenos de salud y
enfermedad; (b) el enriquecimiento practico de la respuesta sanitaria
mediante el impulso de nuevos programas académicos que atenúen, y
en el largo plazo borren, el paradigma biomédico dominante en la
formación de estudiantes interesados en la salud; y (c) la
integración de las personas y comunidades no únicamente como
sujetos de curiosidad científica, sino también como agentes
activos capaces de involucrarse decididamente en la solución de los problemas
de salud que les aquejan. Esta encomienda no es sencilla, pues en la
epidemiología no sólo hay dificultad para separar lo
teórico de lo metodológico, sino también una resistencia
gremial para diferenciar lo ideológico de lo aplicativo. Esto
último ha sido incluso argumento para recomendar que los
epidemiólogos no deben mezclar sus roles científico y de
activismo político cuando ejercen en el campo de la salud pública
(Savitz, Poole y Miller 1999, 115 8), y que el estudio de mecanismos de
enfermedad, libres de cualquier efecto contextual, que se lleven a cabo en los
individuos, ha de ser la forma mas eficaz de prevenir las enfermedades y
la muerte (Rothman, Adami y Trichopoulos 1998, 810). Es algo que no podemos ni debemos permitir que ocurra.