LA SALUD EN EL DESARROLLO
Me siento muy honrado, y por supuesto complacido,
de tener la oportunidad de pronunciar este discurso
ante esta extraordinariamente importante asamblea. Me considero triplemente
privilegiado: en primer lugar, por lo significativa que es la ocasión
(la Asamblea Mundial de la Salud es una reunión de personas que pueden
influir en la salud y la longevidad de miles de millones de personas del
mundo); en segundo término, por lo importante que es el programa
(acabamos de escuchar las prioridades que ha presentado la Directora General
para “un año de cambio”); y en tercer lugar por lo
maravilloso que me resulta estar aquí por invitación de la Dra.
Gro Harlem Brundtland, a quien profeso la mas grande admiración.
Se me ha pedido que hable sobre el tema de la “salud en
el desarrollo”. Debo abordar la cuestión – la
dificilísima cuestión - de cómo la salud se relaciona con
el desarrollo._ A cierto nivel, la pregunta admite una
respuesta sencilla: ciertamente, el mejoramiento de la salud de la
población debe aceptarse maso menos universalmente como uno de
los grandes objetivos del
proceso de desarrollo. Pero este reconocimiento
elemental, por sí mismo, no nos conduce muy lejos. Tenemos
que hacernos también muchas otras preguntas. ¿Qué
importancia tiene la salud entre los objetivos de desarrollo? ¿Es
el mejor medio de promover la salud el proceso general de crecimiento
económico que implica un aumento del ingreso nacional real por habitante, o el progreso en
materia de salud es una meta que debe separarse del proceso de crecimiento económico
considerado en sí mismo? ¿Todas las cosas buenas marchan juntas
en el proceso de desarrollo o es preciso hacer elecciones sobre las prioridades
que han de escogerse? ¿De
qué manera nuestra preocupación por la equidad se refleja en la
esfera de la salud yde la atención sanitaria? Tendré
que examinar también estas cuestiones.
Ahora bien, para motivar lo que es quiza la cuestión mas
fundamental, permítaseme comenzar refiriendo una muy vieja
conversación entre un hombre y su mujer sobre
el tema de ganar dinero. Por supuesto, no es poco común que las parejas
discutan la posibilidad de ganar mas dinero, pero una
conversación sobre este tema, ocurrida
alrededor del
siglo VIII antes de Cristo reviste un interés especial. Como se narra en el texto sanscrito
Brihadaranyaka Upanishad, Maitreyee y su marido Yajnavalkya estan
conversando precisamente sobre este tema. Pero
rapidamente pasan a un asunto mas importante que los medios de
hacerse mas rico: ¿en qué medida la riqueza les
ayudara aconseguir lo que quieren Maitreyee
se pregunta si, suponiendo que “la tierra entera, con todas sus
riquezas,” llegara a pertenecerle exclusivamente, podría alcanzar
la inmortalidad gracias a ello. “No”, responde Yajnavalkya, “como
la vida de los ricos sera tu vida, pero no esperes alcanzar la
inmortalidad por la riqueza”. “¿Qué debería
hacer con lo que no puede hacerme inmortal?”
Esa pregunta retórica de Maitreyee se ha citado una y otra vez en el
contexto de la filosofía religiosa india para ilustrar tanto la naturaleza
de la condición humana como las
limitaciones del
mundo material. Soy demasiado escéptico con los asuntos que no son de este mundo como para dejarme
conducir hasta ahí por la frustración de Maitreyee ante el mundo,
pero hay otro aspecto de ese dialogo que resulta harto pertinente para
entender la economía y la naturaleza del desarrollo. Se refiere a la
relación entre los ingresos y lo conseguido con ellos, entre los
productos y los medios de producción, entre la riqueza económica
y nuestra capacidad para vivir como querríamos. Aunque existe una relación entre la abundancia por una parte
y nuestra salud, la longevidad y otros progresos por la otra, esa
relación puede ser o no muy importante, y puede incluso depender en gran
medida de otras circunstancias. La cuestión no estriba en la
posibilidad de vivir eternamente que tanto interesaba a Maitreyee - bendita sea
-, sino en la posibilidad de vivir realmente mucho tiempo (sin morir en la flor
de la vida) y de disfrutar de una buena vida alo largo de la existencia (en
lugar de vivir en la miseria y sin libertades), cosas ambas que casi todos
nosotros valoramos y deseamos intensamente. La diferencia entre esas dos
perspectivas (esto es, entre un interés
exclusivo por la riqueza económica y una perspectiva mas amplia
atenta al contenido de la vida) constituye un aspecto capital en la
conceptualización del
desarrollo. Tal como
señalaba Aristóteles al comienzo mismo de su Ética a
Nicómaco (muy en consonancia con el dialogo mantenido por
Maitreyee y Yajravalkya a 5000 kilómetros de distancia):
“evidentemente la riqueza no es el bien que estamos buscando, pues es
simplemente útil, un medio para obtener otras cosas.”_
La utilidad de la riqueza radica en las cosas que nos permite hacer: las
libertades sustantivas que nos ayuda a conseguir, incluida la libertad de vivir
largo tiempo y de vivir bien. Pero esa relación no es ni
exclusiva (pues hay otras influencias importantes en nuestra vida aparte de la
riqueza) ni uniforme (pues la repercusión de la riqueza en nuestras vidas
depende de otras influencias). Es importante reconocer el
papel decisivo de la riqueza en las condiciones de vida y la calidad de vida,
pero también lo es comprender el caracter condicionado y
contingente de esa relación. Una concepción adecuada del desarrollo debe trascender
claramente la acumulación de riquezas y el crecimiento del producto nacional bruto y de otras
variables relacionadas con los ingresos. Sin ignorar la importancia del
crecimiento económico, tenemos queir mucho mas alla.
Es necesario analizar con detalle los fines y los medios del desarrollo para comprender mas
claramente ese proceso; sencillamente, no es de recibo que nuestro principal
objetivo consista sólo en maximizar los ingresos o la riqueza, que es, como señaló
Aristóteles, “simplemente útil, un medio para obtener otras
cosas”. Por la misma razón, el crecimiento económico no
debe considerarse un fin en sí mismo. El
desarrollo (como he
intentando explicar en mi próximo libro, Development as Freedom) ha de
tener como
principal objetivo la mejora de nuestras vidas y de las libertades de que
disfrutamos. Y una de las libertades mas importantes de que podemos
gozar es la de no estar expuestos a enfermedades y
causas de mortalidad evitables. Es importante comprender el
caracter condicionado y contingente de la relación entre la
prosperidad económica y la buena salud, pero es igualmente necesario
reconocer la importancia decisiva de esa relación (aun cuando
condicionada y contingente).
PRIVACIÓN RELATIVA Y ABSOLUTA DE LOS AFROAMERICANOS
Permítanme ilustrar el caracter condicional de esa
relación con algunos ejemplos empíricos. Llama
la atención que el grado de privación de determinados grupos de
países muy ricos es comparable al existente en el llamado “tercer
mundo”. Por ejemplo, en los Estados Unidos los afroamericanos como grupo no tienen mas
posibilidades (en realidad tienen menos) de llegar a una edad avanzada que las
personas nacidas en las economías, inmensamente mas pobres,
deChina o del Estado indio
de Kerala (o en Sri Lanka, Jamaica o Costa Rica). Como no puedo mostrarles transparencias en esta sala, tendran
ustedes que imaginarselas. He presentado graficos sobre
esto en mi artículo titulado “La vida y la muerte como indicadores
económicos”, publicado en Investigación y Ciencia en 1993;
los graficos muestran que algunos de los pueblos mas pobres del
mundo han superado a los afroamericanos desde el punto de vista de la
supervivencia._
Aunque los ingresos por habitante de los afroamericanos que viven en los
Estados Unidos son mucho mas bajos que los de la población blanca
de ese país, naturalmente también son varias veces superiores a
los de la población de China o Kerala (incluso después de
introducir las correcciones necesarias en función de las diferencias en
el costo de la vida). En este contexto, la
comparación de la esperanza de vida de los afroamericanos con la de las
poblaciones, mucho mas pobres, de China o de Kerala, en la India, reviste
especial interés. Entre los afroamericanos, los grupos de menor edad
suelen tener mejores perspectivas de supervivencia (especialmente desde el
punto de vista de la mortalidad infantil) que los chinos o los indios, pero el
panorama cambia con los años.
Resulta que los hombres chinos y los de Kerala, en la India, viven
claramente mas que los hombres negros
norteamericanos si consideramos la supervivencia de los grupos de mayor edad.
Incluso las mujeres afroamericanas acaban presentando una supervivencia
semejante a la de laschinas, que son mucho mas pobres, a edades
avanzadas, y tasas de supervivencia claramente menores que las de los indios de
Kerala, que son aún mas pobres. Así pues, podemos decir no
sólo que los negros norteamericanos sufren una pobreza relativa desde el
punto de vista de los ingresos por habitante en comparación con los
norteamericanos blancos, sino también que sufren una inferioridad
absoluta respecto a los indios de Kerala de bajos ingresos (mujeres y hombres)
y los chinos (en el caso de los hombres) en lo que atañe a la
longevidad. Los factores causales de esos contrastes (entre los niveles
reflejados por los ingresos por habitante y los reflejados por la capacidad
para sobrevivir hasta edades avanzadas) abarcan disposiciones sociales y
relaciones comunitarias como la cobertura médica, la atención de
salud pública, la educación elemental, el orden público,
la prevalencia de la violencia, etc._
El contraste al que acabo de referirme considera la población
afroamericana en su conjunto, y se trata de un grupo muy amplio. Si, por el contrario, consideramos los afroamericanos de sectores
particularmente desvalidos de la comunidad, el contraste resultante es mucho
mas marcado. El trabajo reciente de Christopher Murray y sus
colaboradores muestra las grandes diferencias existentes entre las tasas de
supervivencia de la población americana de distintos condados._
Por ejemplo, si tomamos las poblaciones de varones afroamericanos del distrito
de Columbia, o de las ciudades de San Luis, Nueva York o SanFrancisco,
observamos que ya a una edad sorprendentemente temprana se sitúan por
detras de la población china o de Kerala. Ello es así pese
al hecho de que, en términos de ingresos por habitante, parametro
en el que suelen centrarse los estudios convencionales del crecimiento y el
desarrollo, los afroamericanos son mucho mas ricos que las poblaciones
pobres con las que se les compara en términos de patrones de
supervivencia.
Son ejemplos muy llamativos, pero es correcto señalar también
que, en general, la longevidad tiende a aumentar en
proporción a los ingresos por habitante. En efecto, es
lo que ocurre incluso dentro de los condados estudiados por Chris Murray y
otros. ¿Hay alguna contradicción en
ello?
En realidad, no. A igualdad de otros factores, una
renta mas alta hace al individuo o a la
comunidad mas capaz de eludir la mortalidad prematura o la morbilidad
evitable. Pero, en general, los demas factores no son
iguales. Por consiguiente, los ingresos constituyen un factor de
influencia positiva y, sin embargo, dada la variación de otros factores
(servicios médicos, atención de salud pública, condiciones
de la enseñanza, etc.) muy a menudo la gente mas rica tiene vidas
mucho mas breves y se ve superada por gente mas pobre en
términos de proporciones de supervivencia. Tan estúpido sería
pretender que una renta elevada no es un factor que
favorece la buena salud y la supervivencia prolongada, como sostener que es el único factor
que contribuye. Asimismo, por el contrario, una salud y supervivenciamejores
contribuyen, en cierta medida, a la capacidad de obtener mas ingresos (a igualdad de otros factores), pero también
aquí, los demas factores no son iguales.
DESARROLLO DE LA SALUD MEDIADO POR EL CRECIMIENTO
Quiza valga la pena examinar un poco mas
la relación entre la salud y la supervivencia, por una parte, y los
niveles de ingresos por habitante, por otra, pues en la literatura al respecto
abundan a veces las conclusiones engañosas. Se afirma a menudo que, pese
a que los valores de la longevidad y de los ingresos por habitante no son
congruentes, compensando unas cosas con otras, en las comparaciones entre
países abundan las pruebas en el sentido de que a grandes rasgos los
ingresos y la esperanza de vida discurren en paralelo.
A partir de esa generalización, algunos comentaristas han
sentido la tentación de dar un rapido paso y afirmar que el
progreso económico es la verdadera clave para aumentar la salud y la
longevidad. En efecto, se ha sostenido que es un error
preocuparse por la discordancia entre los logros en materia de ingresos y las
probabilidades de supervivencia, puesto que, en general, entre ambos se observa
una relación estadística muy estrecha.
¿Es correcto ese argumento estadístico,
y sostiene la deducción general que algunos extraen? El argumento de las
relaciones estadísticas entre países, examinado de forma aislada,
es en efecto correcto, pero hay que analizar mas esa relación
estadística antes de poder considerarla una base convincente de que los
ingresos son eldeterminante fundamental de la salud y la longevidad y para
desdeñar la importancia de las condiciones sociales (yendo mas
alla de la opulencia basada en los ingresos).
Es interesante, en este contexto, hacer referencia a algunos analisis
estadísticos presentados recientemente por Sudhir Anand y Martin
Ravallion._ Basandose en las comparaciones entre países, hallan
que la esperanza de vida guarda en efecto una correlación
significativamente positiva con el PNB por habitante, pero que esa
relación actúa principalmente a través de la
repercusión del PNB en 1) los ingresos específicamente de los
pobres, y 2) el gasto público en particular en atención de salud.
De hecho, cuando en el ejercicio estadístico se incluyen esas dos
variables de forma aislada, pocas explicaciones suplementarias se obtienen
agregando como
elemento causal adicional de influencia el PNB por habitante. En efecto, si la
pobreza y el gasto público en salud se consideran variables explicativas
por sí mismas, parece desvanecerse por completo el vínculo
estadístico entre el PNB por habitante y la esperanza
de vida.
Es importante subrayar que eso no demuestra que la esperanza
de vida no mejore con el aumento del PNB por
habitante, pero sí indica que el vínculo tiende a actuar en
particular a través del gasto
público en atención de salud, y a través del éxito obtenido en la
eliminación de la pobreza. Mucho depende del modo en que se utilicen los frutos del crecimiento
económico. Ello también ayuda a explicar
por qué algunas economías, comoCorea del Sur y Taiwan, han logrado elevar
la esperanza de vida tan deprisa mediante el crecimiento económico,
mientras que otras que han registrado crecimientos económicos similares
no han logrado una correspondiente ampliación de la longevidad.
Los logros de las economías del este
asiatico se han visto sometidos estos últimos años a
analisis críticos (y a algunos ataques), debido a la naturaleza y
la gravedad de lo que se denomina “crisis económica
asiatica”. La crisis es ciertamente grave y apunta asimismo a
fallos particulares de las economías que antes, erróneamente, se
consideraban en términos generales exitosas. Sin embargo, sería un grave error desdeñar los grandes logros de las
economías del este y el sudeste asiaticos a lo largo de varios
decenios, que han transformado radicalmente las vidas y longevidades de los
habitantes de esos países. Abordo mas
profundamente los aspectos positivos y negativos de la experiencia de Asia oriental en mi próximo libro, Development as
Freedom, pero no voy a seguir comentandolos aquí.
Por una serie de razones históricas y también por haber prestado
mas atención a la educación basica y a la
atención de salud basica, así como por la pronta
terminación de unas reformas agrarias efectivas, la participación
económica amplia fue mas facil de conseguir en muchas de
las economías del este y el sudeste de una manera que no lo ha sido, por
ejemplo, en el Brasil o la India, o en el Pakistan, donde la
creación de oportunidades sociales ha avanzado a un ritmo
muchomas lento y ha constituido un obstaculo al desarrollo
económico._ El aumento de lasoportunidades sociales ha servido para
facilitar el desarrollo económico con un alto nivel de empleo y
también ha creado circunstancias favorables para reducir las tasas de
mortalidad y aumentar la esperanza de vida. El contraste es marcado con algunos
otros países de crecimiento alto, como
el Brasil, que han tenido un crecimiento del
PNB por habitante casi comparable, pero con un historial de grave desigualdad
social, desempleo y descuido de la atención de salud pública. Los
logros en materia de longevidad de estas otras economías de alto
crecimiento han sido mas lentos.
Aquí se observan dos contrastes interesantes, e
interrelacionados. El primero es la disparidad entre las diferentes
economías de crecimiento alto, en particular entre las que han logrado
un gran éxito en lo referente a aumentar la duración y la calidad
de la vida (como es el caso de Corea del Sur y de Taiwan) y las que no
han logrado un éxito comparable en esos campos (como el Brasil). El
segundo contraste es entre las diferentes economías que han cosechado grandes
logros en cuanto al aumento de la duración y la calidad de la vida, en
particular el contraste entre las que han logrado un crecimiento
económico alto (como Corea del Sur y Taiwan) y las que no lo han
logrado (como Sri Lanka, China antes de la reforma y el Estado de Kerala de la
India).
Ya he comentado el primer contraste (entre, por ejemplo, Corea del
Sur y el Brasil), pero al segundocontraste también merece que se le
preste atención en lo que concierne al establecimiento de
políticas. En nuestro libro Hunger and Public Action, Jean Drèze
y yo hicimos una distinción entre dos tipos de éxitos en lo que
respecta a la rapida reducción de la mortalidad, que llamamos
respectivamente procesos “mediados por el crecimiento” y procesos “impulsados
por el apoyo”_. El primer proceso actúa por conducto de un
crecimiento económico rapido y su éxito depende de que el
proceso de crecimiento tenga una extensa base y sea económicamente
amplio (una marcada orientación hacia el empleo tiene mucho que ver con
ello), y también de que la mayor prosperidad económica sirva para
aumentar los servicios sociales pertinentes, entre ellos la atención
sanitaria, la educación y la seguridad social. En contraste con el
mecanismo de “mediación por el crecimiento”, el proceso
*impulsado por el apoyo” no avanza por el cauce del crecimiento
económico rapido sino mediante un programa de apoyo social
inteligente en materia de atención de salud, educación y otras
medidas sociales pertinentes. Un buen ejemplo de este proceso lo ofrecen las
experiencias de economías tales como Sri Lanka, China antes de la
reforma, Costa Rica o el Estado de Kerala de la India, que han registrado una
reducción muy rapida de las tasas de mortalidad y una mejora de
las condiciones de vida, sin un crecimiento económico notable.
PRESTACIÓN DE SERVICIOS PÚBLICOS, BAJOS INGRESOS Y COSTOS
RELATIVOS
El proceso “impulsado por el apoyo” no va
enpos de aumentos espectaculares en los niveles de ingresos reales por
habitante y se centra en dar prioridad a la prestación de servicios
sociales (en particular atención de salud y educación
basica) que reducen la mortalidad y aumentan la calidad de la vida. En
una comparación que ya he comentado en otra parte, podemos, para
ilustrar esto, considerar el producto nacional bruto (PNB) por habitante y la
esperanza de vida al nacer de seis países (China, Sri Lanka, Namibia, el
Brasil, Sudafrica y el Gabón) y de un estado muy grande (Kerala),
con 30 millones de habitantes, dentro de un país (la India). Pese a unos
niveles de ingresos muy bajos, la población de Kerala, de China o de Sri Lanka goza
de una esperanza de vida enormemente mas alta
que las poblaciones mucho mas ricas del Brasil, Sudafrica y
Namibia, y no digamos del Gabón. Incluso la dirección de la
desigualdad va en sentido opuesto cuando comparamos Kerala, China
y Sri Lanka con el Brasil, Sudafrica, Namibia y el Gabón. Como las
variaciones de la esperanza de vida guardan relación con diversas
oportunidades sociales que ocupan un lugar central en el desarrollo (como son
las políticas en materia epidemiológica, la atención
sanitaria, los servicios educacionales, etc), un enfoque centrado en los
ingresos necesita absolutamente un complemento para adquirir una
comprensión mas plena del proceso de desarrollo._ Esos contrastes
tienen que ver directamente con las políticas y ponen de relieve la
importancia del proceso “impulsado por el apoyo.”_
Lapoblación de los países pobres se halla, naturalmente, en una
situación de desventaja persistente por una serie de trabas; el panorama
esta lleno de adversidades. Sin embargo, cuando se trata de la
salud y la supervivencia, quiza nada revista una importancia tan
inmediata en numerosos países pobres del mundo actual como la falta de servicios médicos y
de asistencia sanitaria. La naturaleza y el alcance de la privación generalizada
de servicios biomédicos han sido expuestos de manera muy elocuente por
Paul Farmer en su reciente estudio titulado Infections and Inequalities: The
Modern Plagues._ Las deficiencias se aplican a enfermedades perfectamente
tratables (como el cólera, el paludismo, etc.) tanto como a afecciones
mas problematicas (por ejemplo el SIDA y la tuberculosis
farmacorresistente). Pero en cada caso puede producirse un
cambio importante si existe la determinación pública de poner
remedio a esas privaciones.
LOS ASPECTOS ECONÓMICOS Y POLÍTICOS DE LA ATENCIÓN
SANITARIA
Quiza sorprenda que hable de la posibilidad de financiar procesos
“impulsados por el apoyo” en los países pobres, pues
ciertamente se necesitan recursos para ampliar los servicios públicos,
en particular la atención de salud y la educación. Si se hacen
cuentas de modo realista, la necesidad de recursos es innegable, pero se trata
también de llegar a un equilibrio entre los
costos y los beneficios previsibles en términos humanos. Esto no estarealmente reñido con la prudencia
financiera. De hecho, lo que verdaderamente deberíaverse
amenazado por el conservadurismo financiero es la utilización de
recursos públicos para fines cuyo logro apenas reportaría claros
beneficios sociales, como sucede con las cuantiosas sumas que actualmente
dedican, uno tras otro, los países pobres a financiar su ejército
(a menudo muy superiores al gasto público en educación
basica o atención de salud). Es indicación de que vivimos
en un mundo al revés el hecho de que el
médico, el maestro de escuela o la enfermera se sientan mas
amenazados por el conservadurismo financiero que un general del ejército. Para
subsanar esta anomalía es preciso no ya penalizar la prudencia
financiera, sino tener mas plenamente en cuenta los costos y los
beneficios de las distintas opciones.
Esta importante cuestión tiene que ver también con dos aspectos
primordiales de la vida social, en particular el reconocimiento del
papel de una política abierta a la participación de todos y la
necesidad de examinar los argumentos económicos con imparcialidad. Si en
la asignación de los recursos se da sistematicamente prioridad a
los armamentos mas bien que a la salud y la educación, el remedio
sólo podra venir, en definitiva, de un debate público
debidamente documentado sobre estas cuestiones y de la participación del
público en la búsqueda de un mejor equilibrio entre la
satisfacción de las necesidades basicas para vivir bien y los
medios necesarios para matar de manera eficiente. Quizas nada sea tan
importante para asignar recursos al sector de la salud como un debate
públicobien documentado y la disponibilidad de medios
democraticos, para poder incorporar las enseñanzas resultantes de
una comprensión mas cabal de las diversas opciones que se le
ofrecen al ciudadano.
La segunda cuestión tiene que ver con la necesidad de un
minucioso examen económico. Es en particular importante ver lo
falsamente económico que es el argumento con frecuencia esgrimido contra
la opción consistente en concentrarse ya desde el principio en la
atención sanitaria. Con frecuencia se aduce la falta de recursos para
aplazar inversiones socialmente importantes hasta que el país sea
mas rico. ¿Dónde (por aludir a la famosa pregunta
retórica) van a hallar los países pobres los medios necesarios
para “apoyar” esos servicios? Es realmente una
buena pregunta, pero también tiene una buena respuesta, que se basa
mucho en el principio de los costos relativos. La viabilidad de ese proceso “impulsado por el apoyo” depende del hecho de que los servicios sociales en
cuestión (como
son la atención de salud y la educación basica) requieren
gran intensidad de mano de obra y, por lo tanto, son relativamente poco
costosos en las economías pobres, donde son bajos los salarios. Una economía pobre quizas tenga menos dinero para
gastar en atención de salud y en educación, pero también
necesita gastar menos dinero para proporcionar los mismos servicios, que
costarían mucho mas en los países mas ricos.
Los precios y los costos relativos son parametros importantes a la hora
de determinar lo que un país puede permitirse.Cuando hay uncompromiso
social adecuado, es particularmente importante tener en cuenta la variabilidad
de los costos relativos para los servicios sociales de salud y
educación._
OBSERVACIÓN FINAL
¿Cuales son, pues, las conclusiones que cabe sacar de estos
analisis elementales? ¿Cómo se relaciona la salud con el
desarrollo? Hay que señalar, en primer lugar, que el mejoramiento de la
salud es una parte constitutiva del desarrollo. Los que preguntan
si una mejor salud es buen “instrumento” del desarrollo
quizas pasen por alto el elemento de diagnóstico mas
fundamental: que la salud forma parte integrante de un buen desarrollo. La
justificación de la asistencia sanitaria no tiene que probarse
instrumentalmente, es decir tratando de mostrar que la buena salud puede
contribuir también a un aumento del crecimiento
económico.
En segundo lugar, siendo iguales los demas factores,
la buena salud y la prosperidad económica tienden a reforzarse
mutuamente. Una persona sana
podra mas facilmente obtener ingresos, y una persona con
mayores ingresos podra mas facilmente obtener asistencia
médica, mejorar su nutrición y gozar de la libertad necesaria
para llevar una vida mas sana.
En tercer lugar, cuando no son iguales “los demas factores”,
el mejoramiento de la salud puede favorecerse mediante diversas medidas,
incluidas las políticas públicas (como es la
prestación de servicios epidemiológicos y de asistencia
médica). Si bien el progreso económico y el logro de la salud
parecen estar directamenterelacionados entre sí, esta relación se
debilita como
consecuencia de varios factores de política. Mucho
depende de la manera de utilizar los ingresos adicionales generados por el
crecimiento económico, en particular de si se utilizan para ampliar
adecuadamente los servicios públicos y para reducir la carga de pobreza.
El mejoramiento de los logros sanitarios mediado por el crecimiento es mucho
mas que una mera expansión del ritmo de crecimiento
económico.
En cuarto lugar, incluso cuando la economía es pobre,
pueden conseguirse importantes mejoras sanitarias utilizando los recursos
disponibles de una manera socialmente productiva. Es sumamente
importante, en este contexto, prestar atención
a las consideraciones económicas inherentes a los costos relativos del tratamiento
médico y de la prestación de asistencia sanitaria. Como quiera que esta
prestación es un proceso que requiere gran
intensidad de mano de obra, las economías de bajos salarios obtienen una
ventaja relativa dando una mayor - no menor - prioridad a la atención de
salud.
Por último, la cuestión relativa a la asignación social de
los recursos económicos no puede disociarse del papel que
desempeña lapolítica basada en la participación y de la
importancia de un debate público bien documentado. El conservadurismo
financiero debería ser una pesadilla para el militarista, no para el
médico, ni para el maestro de escuela, ni para
la enfermera de hospital. Si el médico o el maestro de escuela o la
enfermera se sienten mas amenazados que el dirigentemilitar por las
consideraciones de recursos, la culpa de ello tendran que
echarnosla, al menos en parte, a nosotros, al público, por dejar
que el militarista consiga imponer sus extravagantes prioridades.
Diré para terminar que nada es tan importante como un debate
público debidamente documentado y la participación de la gente
para presionar a favor de unos cambios que pueden proteger nuestras vidas y
libertades. El público debe considerarse a sí mismo no
sólo como
paciente, sino también como actor del cambio. La pasividad
y la apatía pueden ser sancionadas con la enfermedad y la muerte.
_Al responder a esta cuestión - y cuestiones
afines - me he basado en mi próxima obra, Development as Freedom, que
sera publicada por Alfred Knopf en septiembre de 1999. Esta
exposición tiene también considerable afinidad con el discurso
inaugural (titulado “Economic progress and health”) que
pronuncié en el Noveno Foro Anual de Salud Pública, celebrado en
la London School
_Brihadaranyaka Upanishad, II, iv, 2-3.
_Aristóteles, Ética a Nicómaco, libro I, sección 5;
en la traducción de D. Ross (Oxford University Press, 1980), p 7
_Estas y otras comparaciones semejantes se presentan en mis artículos
titulados “La vida y la muerte como indicadores económicos”,
Investigación y Ciencia, 202 (1993), y “Demography and Welfare
Economics”, Empirica, 22 (1995).
_Sobre este asunto puede consultarse mi artículo titulado “La vida
y la muerte como indicadores económicos”, Investigación y
Ciencia, abril de 1993, así comola documentación médica
que allí se cita.
_C.J.L. Murray,
C.M. Michaud, M.T. McKenna y J.S. Marks, U.S. Pattern of Mortality by County
and Race: 1965-1994 (Cambridge, MA: Harvard Center for Population and
Development Studies, 1998).
_Sudhir Anand y Martin Ravallion, “Human Development in Poor Countries:
On the Role of Private Incomes and Public Services”, Journal of Economic
Perspectives, 7 (1993).
_Sobre este tema puede consultarse mi libro, escrito
en colaboración con Jean Drèze, India: Economic Development and
Social Opportunity (Nueva Delhi, Nueva York: Oxford University Press, 1995).
_Jean Drèze y Amartya Sen, Hunger and Public Action
(Oxford: Clarendon Press, 1989); véase en particular el capítulo
10.
_Sobre este tema pueden consultarse mis publicaciones “From Income
Inequality to Income Inequality”, conferencia pronunciada en la Southern
Economic Association, en Southern Economic Journal, 64 (octubre de 1997) y
“Mortality as an Indicator of Economic Success and Failure”,
primera Conferencia Innocenti en la UNICEF (Florencia, UNICEF, 1995), publicada
también en Economic Journal, 108 (enero de 1998).
_Véase también Richard A. Easterlin, “How Beneficient is
the Market? A Look at the Modern History of Mortality”, documento
mimeografiado, Universidad de Carolina del Sur, 1997.
_Paul Farmer, Infections and Inequalities: The Modern Plagues (Berkeley, CA:
University of California Press, 1998).
_ Se examina este tema en Drèze y Sen, Hunger
and Public Action (1989).