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La individualizacion del yo tanatologia



LA INDIVIDUALIZACIÓN DEL YO.

Comenzamos la vida con una perdida.

Somos expulsados desde las entrañas sin ningún departamento, tarjeta de crédito, choche.

Nuestra condición de recién nacidos sólo nos permite chupar, sollozar, y aferrarnos a otro cuerpo. Nuestra madre esta situada entre el mundo y nosotros y nos protege del desconcierto y la ansiedad. Nunca volveremos a tener tanta necesidad de una madre como en esos momentos.

Los bebés necesitan a su madre, a veces ya de adultos también necesitan a su madre.

En los primeros años de vida nos embarcamos en un proceso por el cual debemos renunciar a ciertas cosas con el fin de convertirnos en seres humanos individualizados, pero antes de adecuarnos a esa individualización física y psíquica, la necesidad de la presencia de nuestra madre, su presencia literal, real es absoluta.



Porque de hechos es difícil llegar a ser una persona individualizada, ser capaz de deslindar el plano real del emocional, de mantener una independencia hacia el exterior y de sentirnos interiormente diferentes.

Habra pérdidas que debemos soportar, aún cuando sean con nuestras adquisiciones y logros, en la medida que nos alejemos del cuerpo y del ser de la madre. Sin embargo si ella nos abandona cuando somos demasiados pequeños y estamos poco preparados, cuando tenemos miedo y estamos indefensos, el precio de ese abandono, de ésta perdida yseparación puede ser demasiado elevado.

Existe un momento para separase de la madre.

Pero a menos que estemos preparados para asumir la individualización, para abandonar y ser abandonados, cualquier cosa preferible a la separación.

A veces no importa el tipo de madre que se tiene o cuan peligroso puede ser vivir a su lado. No importa si nos hace daño o prodiga sus caricias. Separarse de la madre es peor que estar en sus brazos cuando las bombas estallan por todos lados, es a veces peor que estar a su lado cuando ella misma es la bomba.

La presencia de la madre es el equivalente a la seguridad. El temor de perderla es el que mas temprano aparece. No existe esa cosa llamada bebé ha dicho el psicoanalista y pediatra Winnicott, observando que los bebés no pueden existir sin las madres, sin una presencia protectora moriríamos. Un padre puede convertirse en esa presencia protectora.

No obstante todos sufrimos aquel abandono de la madre. Nos deja antes de que estemos en condiciones de saber que volvera. Nos deja para ir al trabajo, de compras.

Cuando nos abandona nuestra madre lo que hacemos es sobrevivir. Durante sus breves y pasajeras ausencias nos hace conocer un temor que puede dejar sus huellas en nuestra vida. Si en la primera infancia y muy especialmente en los primeros seis años de vida hemos sido privados de la madre que necesitamos y añoramos. De hecho unaprivación de este caracter ha sido comparada con una quemadura o herida. El dolor es difícil de imaginar y la curación trabajosa y lenta, el daño sin ser mortal puede ser permanente.

Al separar a un niño de su madre “la frustración y la añoranza lo pueden volver frenético de dolor”

La ausencia produce desesperación y finalmente alejamiento.

Las separaciones traumaticas en los primeros años dejan cicatrices emocionales en el cerebro porque atentan contra la relación humana por excelencia: el vinculo medre-hijo, el cual nos enseña que somos seres susceptibles de ser amados, el vínculo que nos enseña a amar. No podemos constituirnos como seres humanos, de hecho nos puede resultar bastante difícil ser humanos, sin el apoyo de este primer vinculo.

La clasica perspectiva freudiana nos enseña que los bebés encuentran, en la experiencia de la nutrición, alivio contra el hambre y otras tensiones orales, y que en la repetición del gesto de mamar y sorber y en la agradable sensación de saciedad, comienzan a identificar la satisfacción con el contacto humano.

En los primeros años de vida una comida es una comida y las satisfacciones son satisfacciones. Estas fuentes intercambiables pueden responder a todas las necesidades. Con el tiempo el quien-la madre- llega a ser tan importante como el qué-el alivio de todas las sensaciones corporales.

El amor por la madre comienza con lo que AnnaFreud llama “el amor estomacal” el amor por la madre según esta teoría corresponde a un gusto adquirido.

Existe un punto de vista alternativo que sostiene que la necesidad del contacto humano es fundamental, y que estamos orientados a el amor desde un principio.

El psicoterapeuta Ian Suttie dijo “El amor por los otros aparece simultaneamente con el reconocimiento de que los otros existen”. En otras palabras amamos desde que aprendemos a distinguir un “tu” de un “yo” separados.

John Bowlby, señalo que los bebes como los terneros, patos, corderos y chimpancés actúan de una manera que les permite estar cerca de la madre. A esto le llama “conducta del afecto” y dice que este vínculo constituye la función biológica de autopreservación de mantener a las crías lejos del peligro.

Se acepta generalmente que hacia los seis u ocho meses la mayoría de los bebés han desarrollado un vínculo específico con la madre. Este es el momento en que todos por primera vez nos enamoramos.

El precio por la separación es elevado, inclusive en familias en que el niño recibe una atención normal, si sobreviene un divorcio, una hospitalización, un cambio geografico o emocional que fragmenta la relación del niño con su madre, también es elevado si las madres que trabajan no pueden pagar o encontrar un lugar adecuado para el cuidado de sus hijos

Habra separaciones en la primera infancia, quepueden generar angustia y dolor. Pero la mayoría de las separaciones normales, en el contexto de una relación normal y afectiva, no dejaran cicatrices tan marcadas en el cerebro, sin embargo cuando la separación pone en peligro aquel vinculo temprano, es difícil conservar la confianza y la convicción de que a lo largo de la vida encontraremos porque lo merecemos otras personas que respondan a nuestras necesidades.

Cuando no podamos investir a nuestras primeras relaciones de la confianza necesaria, o cuando esta ha sido rota o dañada, podemos trasladar esa experiencia, y nuestras respuestas a esa experiencia, hacia lo que esperamos de nuestros hijos, nuestros amigos, nuestra pareja en el matrimonio, e inclusive nuestras relaciones profesionales.

Cuando esperamos a que nos abandonen nos apegamos a lo mas querido de nuestra existencia “no me dejes, sin ti no soy nada, sin ti moriré”

Cuando esperamos que nos traicionen aprovechamos cualquier defecto o equivocación “ya ves, debería haber pensado que no podía confiar en ti”

Cuando esperamos que se nos rechace, planteamos exigencias agresivas, furiosos de antemano porque no podían ser satisfechas.

Cuando esperamos ser decepcionados, nos arreglamos para que tarde o temprano se nos decepcione.

Con el temor de la separación establecemos lo que Bowlby llama vínculos ansiosos y furiosos.

Ahuyentamos a quienes mas amamosdebido a nuestra furibunda manera de expresar las necesidades.

Ante el temor de la separación volvemos a repetir nuestra propia historia, trayendo circunstancias de nuestro pasado.

No es que recordemos conscientemente las perdidas infantiles mas tempranas, lo que realmente queda en nosotros es la sensación que debimos haber experimentado, en la soledad, la impotencia y la necesidad.

Las perdidas dan lugar a la ansiedad cuando son inminentes o cuando son vistas como pasajeras. La ansiedad contiene una semilla de esperanza, pero cuando la pérdida es permanente la ansiedad, la protesta, da lugar a la depresión, desesperanza y no solo nos sentimos tristes y solos sino también responsables (yo hice que se marchara) e impotentes (no puedo hacer nada para traerla de vuelta), indignos de amor(hay algo en mi que no merece el amor de los demas), y desesperanzados(así me sentiré siempre igual).

El alejamiento emocional es una defensa. Otra defensa es la necesidad compulsiva de ocuparse de los demas, y un tercer tipo es una autonomía prematura, reivindicamos nuestra independencia demasiado temprano.

Las perdidas o ausencias en la infancia temprana pueden distorsionar nuestras expectativas y nuestras respuestas, pueden desvirtuar nuestro trato con las futuras perdidas necesarias sufridas durante el resto de nuestras vidas, y las perdidas pueden permanecer en nosotros toda la vida.


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