El primer día de un
rural
Por Antonio García
El escritor Antonio García se puso en la tarea de hacerle un seguimiento
a un médico en su primer día de rural. Crónica de un debut.
La víspera
Se llama David. Sus amigos le dicen 'Guaro', aunque no toma, ni
fuma, y es posible que no sepa bailar. También es
posible que organice su ropa por colores y que jamas se haya dejado
crecer la barba. Fue el mejor bachiller de su
promoción. Antes de estudiar Medicina en la
Nacional hizo cuatro semestres de Ingeniería Mecanica allí
también. Lleva cinco años restaurando él mismo un Mercedes Benz modelo 73. Le gusta la pizza de
jamón serrano y queso brie, prefiere los libros de historia a las
novelas y va con frecuencia a cine. Hace tres
días se graduó, antier tomó un bus hasta Yopal, ayer hizo
el papeleo de su contratación, esta mañana y parte de la tarde
estuvo esperando una firma para cerrar el contrato. Son las ocho de la noche y
acaba de bajarse en el parque central de Trinidad, un
pueblo del Casanare anclado en la ribera del
río Pauto, a casi tres horas de Yopal, con dos cafés internet, un
Banco Agrario, tres hoteles, cuatro calles pavimentadas, una iglesia, un
Telecom y un centro de salud. Mucho mas de lo que
esperaba David. Le habían dicho que solo existía un lugar
en todo Trinidad donde se conseguía Coca-Cola y, basado en ello,
habíatraído provisiones de cepillos, cremas dentales,
desodorantes y Deopiés.
Llueve. David escampa junto a sus
maletas en el alero de una cafetería. Saca su recién
adquirido Comcel, pues entre las muchas cosas que de verdad no llegan a
Trinidad esta la señal de Tigo, y llama a Gustavo Bernal,
director del
centro de salud, su nuevo jefe y quien por ahora también lo
hospedara. David Guarín, el nuevo médico rural, tiene unas
maneras y un modo de andar que encontraran su horma cuando cumpla 50
años, pero ahora parece un niño perdido mirando hacia los lados,
un niño bueno de zapatos limpios y camiseta verde limón.
El hospital esta en una de las calles
aledañas, frente a un garaje azul cobalto con un letrero que dice
'Cristancho Llamadas Sincar' y media docena de tendajones que exhiben
bisutería plastica y mercancía china de mala calidad. Es
un edificio de una sola planta donde trabajan cuatro médicos, dos de
ellos rurales, dos enfermeras, seis auxiliares, una odontóloga y una
bacterióloga con sus respectivas ayudantes, la señora encargada
de farmacia y la que maneja facturación, tres aseadoras, tres vigilantes
y un conductor de ambulancia. Gustavo Bernal es un
tipo pragmatico, vital. Es posible que haya
pertenecido a la selección Colombia de algún deporte
rudo. También es posible que tenga un par de
medallas y que en su equipo haya sido el capitan.'Venir de doctor
hasta aca es hacer patria', le dice a David, mientras recorren las
instalaciones. Ademas de hacer patria también es hacer
magia, pues hay 120 bombillos pero funcionan solo 30, hace meses escasearon los
insumos para el equipo de rayos equis, no funciona la única incubadora
que hay en Maternidad, algunos aparatos de diagnóstico estan
dañados, les faltan piezas o no hay quién los pueda operar. Eso, para no mencionar la escasez de algunos elementos esenciales.
Ahora, por ejemplo, solo hay guantes talla 8 y no es raro que falten la
hidrocortisona y el acetaminofén. Aunque hay computadores, no se ha
podido conseguir el dinero para sistematizar las historias clínicas,
dice Gustavo, mientras abre la puerta de un archivo
con estanterías atiborradas de carpetas cafés. El recorrido
termina en la parte trasera, frente a un amplio solar
con gallinas, gato, matas de platano, un moriche y un cocotero. Gustavo
cuenta que empezó su rural en Tauramena, al suroccidente del departamento, y lo trasladaron a Trinidad
el 30 de octubre de 2001, pues el director que estaba antes dijo
'arréstenme o hagan lo que sea, ¡pero yo me voy! Era el único médico
cuando llegó. Recuerda sin dramatismo la época en que el
Bloque Centauros, al mando de Miguel Arroyave, y las Autodefensas Campesinas
del Casanare, leales a 'Martín Llanos', se enfrascaron en unasanguinaria
confrontación territorial motivada por el control de la cocaína,
las regalías petroleras y dividendos provenientes de la extorsión
a ganaderos, agricultores y comerciantes de la región.
Lo venían a buscar, se lo llevaban a sus fincas para que atendiera todo
tipo de enfermedades y heridas. 'Y no pedían el favor: uno
tenía que ir'. Siempre asistió él, excepto una
ocasión en que se había ausentado porque estaba atendiendo un caso en Bocas del Pauto, a cinco horas de allí, y
los paras se llevaron a una médica rural que renunció apenas la
regresaron al pueblo. Recuerda los meses en que hubo al menos
una y hasta tres necropsias diarias. Y la noche en que un para borracho intentó matarlo, el día en
que otros paras se ofrecieron a escoltarlo y él, por obvias razones, no
aceptó. Las cosas se calmaron a partir de 2004.
'Volvimos al promedio de tres riñas semanales', dice Gustavo.
David mira inexpresivo hacia el cielo gris tras la
tapia del
solar. 'Hace como
un mes, una señora mató a su marido de una puñalada en el
corazón', remata Gustavo. Llega su novia y los tres se van al Montana's Mix, un restaurante de
comidas rapidas que esta a la vera del parque, el único abierto a estas
horas. Un vapor de frituras sobrevuela los comedores
plasticos y empaña la pantalla de un televisor encendido al que
pocos prestan atención. Cada papa a lafrancesa
contiene una cucharada de aceite dentro de sí. Las salchichas,
los jamones y las carnes de hamburguesa estan en las antípodas
gastronómicas de la pizza con queso brie que David ya ha empezado a extrañar. Se ve cansado. Mañana sera otro día, el primer día de
su año rural. ?
El debut
Llueve. Esta es una región de nubes pródigas que apenas se toman un respiro dos meses y medio al año. Llegara el momento en que a David le parezcan
extraños los días soleados. No había agua en la
casa de Gustavo y tuvo que bañarse en el hospital. Desayuna
huevos revueltos, arepa y manzana Postobón en el restaurante Torcamar,
frente al parque. A las 7:00 de la mañana regresa
y le recibe turno a Carolina Quintero, la otra rural. Carolina tiene cara
redonda, ojos grandes, bonita sonrisa, pelo ensortijado y negro. Es posible que
le gusten mucho los chocolates y tenga discos de Alejandro Sanz. También es posible que a veces no tienda su cama. Lleva tres meses en Trinidad y ha
expedido 10 certificados de defunción. En
Navidad tuvo el primer muerto de su carrera, cuando apenas llevaba una semana
en el pueblo. Hace ocho días un
señor le dijo: 'Me atiende a mi esposa o la mato'. Gajes del oficio. Carolina le
explica a David los formularios y documentos que debe diligenciar. Todas
las lesiones y absolutamente todo lo infeccioso, congénito, viral,
bacteriano,cutaneo, interno, crónico o
agudo que puede atacar al ser humano, por improbable que sea, tiene un formato
para llenar. Le explica el papeleo para accidentes de transito,
remisiones, consulta externa, evoluciones, órdenes médicas,
recetario, solicitud de examenes, violencia intrafamiliar, rabia, incapacidades,
lesiones personales, embriaguez, 'debes anexar este oficio a la carpeta de
medicina legal, aca debes escribir en qué número de
radicación va —dice Carolina—, necropsia es el número
dos, los policías te ayudan, son buena gente', luego le muestra el
formulario para dengue, para varicela, 'ahorita hay una epidemia de
varicela', le advierte. Hay ademas formato para
intoxicación, tuberculosis, picaduras de culebra, lepra,
sífilis… No sería extraño que hubiera uno para el
Síndrome de Gerstmann-Sträussler-Scheinker, el cual registra un caso en cada cien millones de personas. El ingreso de una paciente a maternidad, por ejemplo, necesita nada
menos que 48 hojas. Ahí debe estar la
explicación de por qué los médicos tienen mala letra.
Antes de irse, Carolina
le dice 'uno el primer día se atortola, pero no te
preocupes'.
En el consultorio de urgencias, David espera sobre un
asiento nuevo y mullido, frente a un escritorio viejo de dos cajones, bajo un
resplandor ceniciento que se cuela por la ventana. Se ha ido la luz. Regresara y volvera airse con la misma
intermitencia aleatoria que ha mantenido desde que llegó por primera vez
a Trinidad. Llegara el momento en que un día sin cortes eléctricos se convierta para
David en verdadero acontecimiento. A las 8:30 de la
mañana llega su primera paciente, una señora de 61 años,
campesina, que padece dolor abdominal desde hace tres días. David
la hace acostar en la camilla, le pregunta '¿cuando fue la
última vez que hizo del cuerpo? utiliza el fonendoscopio, le palpa el abdomen y le
diagnostica una infección del
colon. Le manda unas pastas que debe tomarse cada seis horas.
A las 9:00 de la mañana entra Andrés Betancur, de 13 años,
moreno
y bozudo, bermuda azul y camiseta de rayas horizontales. Tiene, como
doña Berta, un dolor abdominal. David le manda un
hemograma y un parcial de orina. Quiza tenga una
apendicitis. Sigue don Hernando Zambrano, manos y pies callosos, piel
curtida, pantalón oscuro, camisa de cuadros. 'Me cayó una basura en esta vista cuando estaba
trabajando con la motosierra', explica, señalando su ojo izquierdo.
David lo examina frente a una lampara. El ojo esta muy rojo y tiene una lesión en la
córnea. Hay que cubrirlo para que cicatrice.
Luego viene Leandro Guayabo, de 30 años, piel color
tabaco, pelo chuzudo, chanclas. Tiene hinchada la
rodilla izquierda. David le manda un
antibiótico y un analgésico.
Son las10:00 de la mañana, los examenes indican que Andrés
tiene apendicitis. Debera ser remitido a la capital del departamento.
David va hasta una caseta de vigilancia que tiene un
teléfono y, con ayuda del
vigilante, llama al hospital de Yopal. Imposible comunicarse.
Intentan con un radioteléfono capaz de
convertir el falsete mas agudo en un gruñido de perro. Media hora después logran hacer la remisión.
El papa de Andrés tiene una ruana con la bandera de Colombia y
sostiene un casco de moto en la mano. David le pide datos para el papeleo kafkiano que le explicaron hace
tres horas. '¿Cual es la
dirección de tu casa?', 'finca El Palmar', responde el
señor. Finca tal, vereda esta, cañada aquella…,
así son casi todas las señas de ubicación que
llenara David, pues el centro de salud presta servicios a 42 veredas
cercanas. La ambulancia se va, con Andrés, su
padre y una auxiliar, mientras David atiende a un señor barrigón,
cachetón, bigotudo, descalzo, que tiene el oído derecho tapado
por una costra de cera. A las 12:00 del día llega una
señora de 40 años, rostro afligido, ruanita blanca, blusa negra,
falda de bluyín y zapatos de tacón mediano. Tiene
una infección urinaria y otra intestinal. David
por poco la deja en observación, pero finalmente la receta y le
recomienda que no regrese a su parcela, que permanezca en el pueblo por estos
días paraseguir la evolución de su caso. David se une a un pequeño corrillo con sus recién conocidos
compañeros de trabajo. Le recomiendan almorzar en el restaurante El
Ganadero y le confirman la mala noticia de que tarde en la noche solo
estan abiertas las hamburguesas asesinas de Montana's Mix. Llega una señora en
silla de ruedas, de pañoleta rosada y tez blanca,
tiene una infección en un ojo. Nada grave. Lo
macabro vendra después del almuerzo.
Son las 2:20 de la tarde, David comió una presa de
pollo sudado, fríjoles, arroz, yuca frita, tajadas y Coca-Cola en El
Ganadero. Es muy posible que al término del rural haya
incrementado sus 61 kilos. De hecho, una de las enfermeras le
anticipó que todos los médicos se van gordos. No hay
tiempo para tinto ni postres, pues lo llaman al
celular. Es urgente. Regresa al
trote esquivando charcos y protegiéndose de la lluvia bajo las
marquesinas, cruza el parque y continúa media cuadra hasta el hospital.
La sala de espera tiene un baño, dos afiches
sobre maternidad, cinco asientos azules y un televisor en una esquina.
Ahí lo esperan un par de profesores, el rector del colegio y los
familiares de Jerson Ramos, que tiene ocho años, esta en tercero
de primaria y un compañerito hace tres horas le enterró un palo
en el ojo.
Se demoraron mucho en traerlo porque la escuela queda muy
lejos, solo había una moto parallevarlo y él se había
desmayado. Jerson esta tendido en la camilla,
su cuenca
izquierda es un manantial de sangre. Cuenta que Jaiber estaba peleando
con otro niño y le iba a dar con un palo, pero
falló y se lo enterró en el ojo a él. Carolina ha regresado, se encuentra en la sala
de urgencias diciéndole a Jerson que sea valiente, que todo va a salir bien, pero ella sabe que a lo mejor no
sera así. Cuando llevaba dos días en Trinidad, a Carolina le llegó
una niña herida en un ojo por una
guadañadora. Duró seis horas sin poderla remitir, pues nadie de
Yopal quería hacerse cargo de ella. Mientras
tanto, el papa de la niña, avergonzado, le mostraba sus pies
descalzos y decía 'Señorita, yo nunca he usado unos zapatos,
alla no nos van a dejar entrar'. Justo tres días
después le llegó un niño con un
ojo como el de
Jerson, y también lo perdió. La ambulancia aún no ha
regresado de Yopal. Hay otra ambulancia pero esta dañada,
acumulando mugre y herrumbre en la parte trasera del hospital. La del
pueblo mas cercano, San Luis, no esta. La de Pore tardaría
una hora en llegar y la de Unchía, hora y media. La luz
se va y vuelve una vez mas, las nubes sueltan agua como si alguien les hubiera rajado el
vientre. Profesores y familiares esperan en angustioso silencio durante 55 minutos. Mientras tanto, la
hermana mayor ha ido a comprarle ropa nueva en elmercadillo de enfrente.
A las 3:38 de la tarde sale de nuevo la ambulancia.
Jerson tiene un parche en el ojo. Tendra que
esperar al día siguiente para que lo vea un
oftalmólogo, luego lo remitiran a Bogota y debido a la
infección tendran que extirparle lo que queda del globo ocular. Quiza nada de esto
habría ocurrido si la otra ambulancia estuviese buena, si hubiera
mas recursos, si los mas de 500.000 millones de pesos en
regalías petroleras que produce al año el departamento no se
esfumaran antes de llegar a Trinidad.
El noveno paciente de la jornada es un señor al
que le sacaron un tumor hace cuatro días y viene para que le quiten los
puntos. David le dice que es muy pronto y lo devuelve a su
casa. Pero, ¿tiene sentido, después de la triste y absurda
pérdida ocular, seguir con el señor de 66 años que llega
con diarrea, ¿o el bebé que su abuela trajo sin justa
razón, ¿o el adolescente que tiene mareo y resulta que aún
no había almorzado? Tampoco vale la pena
describir al señor que vino por una vacuna antirrabica ni al tipo
que tenía dengue, y ni qué decir de una señora llamada Rosa y su gripa trivial.
Tres horas y siete pacientes después llega, desde la
vereda Palestina, Duvan Ariza, de ocho años. Trae una
herida en la canilla izquierda, un tajo profundo que
parece un gran ojal. Se cortó con la lata que sobresalía de una
puertametalica. Su hermana de 14 años era la única que se
encontraba en la casa con él. Sin perder tiempo, Yuribel Ariza le hizo un torniquete en la pierna, lo subió en la barra de
su bicicleta y pedaleó durante una hora hasta el borde del río Pauto. En
la orilla se arremangó los pantalones, se echó a su hermanito al
hombro y atravesó el río arrastrando consigo la bicicleta, lo
volvió a sentar en la barra y pedaleó hasta el puesto de salud.
Si existe una heroína en esta crónica, esa es
Yuribel. David supervisa mientras un auxiliar
le hace una sutura de siete puntos a Duvan. Su hermana
lo espera afuera. A su lado, un perro
callejero, negro y de hocico puntudo, se lame una pata en la puerta del hospital. El
niño sale y se van, el uno cojeando y la otra llevando una bicicleta
demasiado grande para ella. David sale a tomar un poco de aire. Por un momento da
la impresión de que el perro fuera suyo. Ha parado de llover. Falta la
gorda brava con dolor de muela, el bebé con fiebre, el borracho
desnutrido que se dio en la cabeza, el señor que no ha podido
orinar… A las 7:00 de la mañana, David
Guarín sumara 21 pacientes en total. Los
turnos son de tres días seguidos. Tendra
apenas nueve días libres en todo el rural. Si existe un héroe en esta crónica, se llama David. Sus
amigos le dicen 'Guaro', aunque no toma, ni fuma, y es
posible que no sepa bailar