Libro primero
CAPITULO I
De la división del trabajo
El progreso mas importante en las facultades productivas del trabajo, y
gran parte de la aptitud, destreza y sensatez con que diste se aplica o dirige,
por doquier, parecen ser consecuencia de la división del trabajo.
Los efectos de la división del
trabajo en los negocios generales de la sociedad se entenderan mis
facilmente considerando la manera como
opera en algunas de las manufacturas. Generalmente se cree que tal divisi6n es
mucho mayor en ciertas actividades económicas de poca importancia, no
porque efectivamente esa división se extreme mas que en otras
actividades de importancia mayor, sino porque en aquellas manufacturas que se
destinan a ofrecer satisfacciones para las pequeñas necesidades de un
reducido numero de personas, el numero de operarios ha de ser pequeño, y
los empleados en los diversos pasos o etapas de la producción se pueden
reunir generalmente en el mismo taller y a la vista del espectador. Por el
contrario, en aquellas manufacturas destinadas a satisfacer los pedidos de un gran numero de personas, cada uno de los diferentes ramos
de la obra emplea un numero tan considerable de obreros, que es imposible
juntarlos en el mismo taller. Difícilmente podemos abarcar de una vez,
con la mirada, sino los obreros empleados en un ramo
de la producci6n. Aun cuando en las grandes manufacturas la tarea se puede
dividir realmente en un numero de operaciones mucho
mayor que en otras manufacturesmas pequeñas, la divisi6n del trabajo no es tan
obvia y, por consiguiente, ha sido menos observada.
Tomemos como ejemplo
una manufactura de poca importancia, pero a cuya división del trabajo se ha hecho
muchas veces refrenda: la de fabricar alfileres. Un obrero que no haya sido
adiestrado en esa clase de tarea (converja por virtud de la división del
trabajo en un oficio nuevo) y que no este' acostumbrado a manejar la
maquinaria que en 61 se utiliza (cuya invención ha derivado,
probablemente, de la división del trabajo), por mis que trabaje, apenas
podría hacer un alfiler al día, y desde luego no podría
confeccionar mas de veinte. Pero dada la manera como se practica hoy
día la fabricaci6n de alfileres, no solo la fabricaci6n misma constituye
un oficio aparte, sino que esta dividida en varios ramos, la mayor parte de los
cuales también constituyen otros tantos oficios distintos. Un obrero
estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo va cortando en trozos
iguales, un cuarto hace la punta, un quinto obrero esta ocupado en limar el
extreme donde se va a colocar la cabeza: a su vez la confecci6n de la cabeza
requiere dos o tres operaciones distintas: fijarla es un trabajo especial,
esmaltar los alfileres, otro, y todavía es un oficio distinto colocarlos
en el papel. En fin, el importante trabajo de hacer un
alfiler queda dividido de esta manera en unas dieciocho operaciones distintas,
las cuales son desempeñadas en algunas fabricas por otros tantos
obrerosdiferentes, aunque en otras un solo hombre desempeñe a veces dos
o tres operaciones. He visto una pequeña fabrica de
esta especie que no empleaba mas que diez obreros, donde, por consiguiente,
algunos de ellos tenían a su cargo dos o tres operaciones. Pero a pesar de que eran pobres y, por lo tanto, no estaban bien
provistos de la maquinaria debida, podían, cuando se esforzaban, hacer
entre todos, diariamente, unas doce libras de alfileres. En cada libra había mas de cuatro mil alfileres de
tamaño mediano. Por consiguiente, estas diez
personas podían hacer cada día, en conjunto, mas de cuarenta y
ocho mil alfileres, cuya cantidad, dividida entre diez, correspondería a
cuatro mil ochocientos por persona. En cambio si cada uno hubiera
trabajado separada e independientemente, y ninguno hubiera sido adiestrado en
esa clase de tarea, es seguro que no hubiera podido hacer veinte, o, tal vez,
ni un solo alfiler al d/a; es decir, seguramente no hubiera podido hacer la
doscientascuarentava parte, tal vez ni la cuatromilochocientosava parte de lo
que son capaces de confeccionar en la actualidad gracias a la división y
combinación de las diferentes operaciones en forma conveniente.
En todas las demas manufacturas y artes los efectos de la
división del
trabajo son muy semejantes a los de este oficio poco complicado, aun cuando en
muchas de ellas el trabajo no puede ser objeto de semejante subdivisión
ni reducirse a una tal simplicidad de operación. Sin embargo, ja división deltrabajo, en cuanto puede ser aplicada,
ocasiona en todo arte un aumento proporcional en las facultades productivas del trabajo. Es de suponer que la diversificación de numerosos empleos y
actividades económicas es consecuencia de esa ventaja. Esa
separación se produce generalmente con mas amplitud en aquellos piases
que han alcanzado un nivel mas alto de laboriosidad y
progreso, pues generalmente es obra de muchos, en una sociedad culta, lo que
hace uno solo, en estado de atraso. En todo país adelantado, el labrador no es mas que labriego y el artesano no es sino
menestral. Asimismo, el trabajo necesario
para producir un producto acabado se reparte, por
regla general, entre muchas manos. ¿Cuantos y cuan diferentes oficios no
se advierten en cada ramo de las manufacturas de lino y lana,
desde los que cultivan aquella planta o cuidan el vellón hasta los
bataneros y blanqueadores, aprestadores y tintoreros? La agricultura, por su
propia naturaleza, no admite tantas subdivisiones del trabajo, ni hay división tan
completa de sus operaciones como
en las manufacturas. Es imposible separar tan completamente la ocupación
del ganadero y del labrador, como se
separan los oficios del carpintero y del herrero. El
hilandero generalmente es una persona distinta del tejedor; pero
la persona que ara, siembra, cava y recolecta el grano suele ser la misma. Como la oportunidad de practicar esas distintas clases de
trabajo va produciéndose con el transcurso de
las estaciones del
ano esimposible que un hombre este dedicado constantemente a una sola tarea.
Esta imposibilidad de hacer una separación tan completa de los
diferentes ramos de labor en la agricultura es
quiza la razón de por que el progreso de las aptitudes
productivas del
trabajo en dicha ocupación no siempre corren parejas con los adelantos
registrados en las manufacturas. Es verdad que las naciones
mas opulentas superan por lo común a sus vecinas en la
agricultura y en las manufacturas, pero generalmente las _aventajan mis en
estas que en aquella. Sus tierras estan casi siempre mejor
cultivadas, y como se
invierte en ellas mas capital y trabajo, producen mas, en proporción a
la extensión y fertilidad natural del
suelo. Ahora bien, esta superioridad del producto raras veces excede
considerablemente en proporción al mayor trabajo empleado y a los gastos
mas cuantiosos en que ha incurrido. En la agricultura, el trabajo del país rico no siempre
es mucho mas productivo que el del
pobre o, por lo menos, no es tan fecundo como
suele serlo en las manufacturas. El grano del país rico, aunque la calidad sea la
misma, no siempre es tan barato en el mercado como el de un país pobre. El trigo de
Polonia, en las mismas condiciones de calidad, es tan barato como el de Francia,
a pesar de la opulencia y adelantos de esta ultima nación. [] Aunque
un país pobre, no obstante la inferioridad de sus cultivos, puede
competir en cierto modo con el rico en la calidad y precio de sus granos, nunca
podraaspirar a semejante competencia en las manufacturas, si estas corresponden
a las circunstancias del suelo, del clima y de la situación de un
país prospero. []
Este aumento considerable en la cantidad de productos que un mismo numero de
personas puede confeccionar, como consecuencia de la división del
trabajo, precede de tres circunstancias distintas: primera, de la mayor
destreza de cada obrero en particular; segunda, del ahorro de tiempo que
comúnmente se pierde al pasar de una ocupaci6n a otra, y por ultimo, de
la invenci6n de un gran numero de maquinas, que facilitan y abrevian el
trabajo, capacitando a un hombre para hacer la labor de muchos.
En primer lugar, el progreso en la destreza del obrero incrementa la cantidad
de trabajo que puede efectuar, y la divisi6n del trabajo, al reducir la tarea
del hombre a una operaci6n sencilla, y hacer de esta la única
ocupación de su vida, aumenta considerablemente la pericia del operario.
Un herrero corriente, que nunca haya hecho clavos, por
diestro que sea en el manejo del
martillo, apenas hara al día doscientos o trescientos clavos, y
aun estos no de buena calidad. Otro que este'
acostumbrado a hacerlos, pero cuya única o principal ocupaci6n no sea
esa, rara vez podra llegar a fabricar al día ochocientos o mil,
por mucho empeño que ponga en la tarea. Yo he observado varios muchachos,
menores de veinte anos, que por no haberse ejercitado en otro menester que el
de hacer clavos, podían hacer cada uno, diariamente, masde dos mil
trescientos, cuando se ponían a la obra. Hacer un
clavo no es indudablemente una de las tareas mas sencillas. Una misma
persona tira del
fuelle, aviva o modera el soplo, según convenga, caldea el hierro y
forja las diferentes partes del
clavo, teniendo que cambiar el instrumento para formar la cabeza. Las
diferentes operaciones en que se subdivide el trabajo de hacer un alfiler o un botón de metal son, todas ellas,
mucho mas sencillas y, por lo tanto, es mucho mayor la destreza de la
persona que no ha tenido otra ocupación en su vida. La velocidad con que
se ejecutan algunas de estas operaciones en las manufacturas excede a cuanto
pudieran suponer quienes nunca lo han visto, respecto
a la agilidad de que es susceptible la mano del hombre.
En segundo lugar, la ventaja obtenida al ahorrar el tiempo que por lo regular
se pierde, al pasar de una clase de operación a
otra, es mucho mayor de lo que a primera vista pudiera imaginarse. Es imposible
pasar con mucha rapidez de una labor a otra, cuando la
segunda se hace en sitio distinto y con instrumentos completamente diferentes. Un tejedor rural, que al mismo tiempo cultiva una
pequeña granja, no podra por menos de perder mucho tiempo al
pasar del telar al campo y del campo al telar. Cuando las dos labores
se pueden efectuar en el mismo lugar, se perdera indiscutiblemente menos
tiempo; pero la perdida, aun en este caso, es
considerable. No hay hombre que no haga una pausa, por pequeña que sea,
al pasar la manode una ocupación a otra.
Cuando comienza la nueva tarea rara vez esta alerta y pone interés; la
mente no esta en lo que hace y durante algún
tiempo mas bien se distrae que aplica su esfuerzo de una manera diligente. El
habito de remolonear y de proceder con indolencia que, naturalmente, adquiere
todo obrero del campo, las mas de las veces por necesidad —ya que se ve
obligado a mudar de labor y de herramientas cada media hora, y a emplear las
manos de veinte maneras distintas al cabo del día, lo convierte, por lo
regular, en lento e indolente, incapaz de una dedicación intensa aun en
las ocasiones mas urgentes. Con independencia, por lo tanto, de su falta de
destreza, esta causa, por si sola, basta para reducir considerablemente la
cantidad de obra que seria capaz de producir.
En tercer lugar, y por ultimo, todos comprenderan
cuanto se facilita y abrevia el trabajo si se emplea maquinaria apropiada.
Sobran los ejemplos, y así nos limitaremos a decir que la invenci6n de
las maquinas que facilitan y abrevian la tarea, parece tener su origen en la propia división del trabajo. El hombre adquiere una mayor
aptitud para descubrir los métodos mas id6neos y expedites, a fin de
alcanzar un propósito, cuando tiene puesta toda su atención en un
objeto, que no cuando se distrae en una gran variedad de cosas. Debido a la
división del
trabajo toda su atención se concentra naturalmente en un solo y simple
objeto. Naturalmente puede esperarse que uno u otro de cuantos se empleanen
cada una de las ramas del trabajo encuentre pronto el
método mas facil y rapido de ejecutar su tarea, si
la naturaleza de la obra lo permite. Una gran parte de las maquinas empleadas
en esas manufacturas, en las cuales se halla muy subdividido el trabajo, fueron
al principio invento de artesanos comunes, pues hallandose ocupado cada
uno de ellos en una operación sencilla, toda su imaginación se
concentraba en la búsqueda de métodos rapidos y
faciles para ejecutarla. Quien haya visitado con frecuencia tales
manufacturas habra visto muchas maquinas interesantes inventadas por los
mismos obreros, con el fin de facilitar y abreviar la parte que les corresponde
de la obra. En las primeras maquinas de vapor había un
muchacho ocupado, de una manera constante, en abrir y cerrar alternativamente
la comúnicaci6n entre la caldera y el cilindro, a medida que
subía o bajaba el pistón. Uno de esos muchachos, deseoso de jugar
con sus camaradas, observe que atando una cuerda en la manivela de la
valvula, que abría esa comunicación con la otra parte de
la maquina, aquella podía abrirse y cerrares automaticamente,
dejandole en libertad de divertirse con sus compañeros de juegos.
Así, uno de los mayores adelantos que ha experimentado
ese tipo de maquinas desde que se invento, se debe a
un muchacho ansioso de economizar su esfuerzo.
Esto no quiere decir, sin embargo, que todos los adelantos en la maquinaria
hayan sido inventados por quienes tuvieron la oportunidad de usarlas.Muchos de
esos progresos se deben al ingenio de los fabricantes, que han convertido en un
negocio particular la producción de maquinas, y algunos otros proceden
de los llamados filósofos u hombres de especulación, cuya
actividad no consiste en hacer cosa alguna sino en observarlas todas y, por
esta razón, son a veces capaces de combinar o coordinar las propiedades
de los objetos mis dispares. Con el progreso de la sociedad, la
Filosofía y la especulación se convierten, como cualquier otro
ministerio, en el afan y la profesi6n de ciertos grupos de ciudadanos. Como cualquier otro
empleo, también ese se subdivide en un gran
numero de ramos diferentes, cada uno de los cuales ofrece cierta ocupaci6n
especial a cada grupo o categoría de filósofos. Tal subdivisi6n de empleos en la Filosofía, al igual de lo
que ocurre en otras profesiones, imparte destreza y ahorra mucho tiempo.
Cada uno de los individuos se hace mas experto en su
ramo, se produce mas en total y la cantidad de ciencia se acrecienta
considerablemente.
La gran multiplicación de producciones en todas las artes, originadas en
la división del
trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa opulencia universal
que se derrama hasta las clases inferiores del pueblo. Todo obrero dispone de una
cantidad mayor de su propia obra, en exceso de sus necesidades, y como
cualquier otro artesano, se halla en la misma situaci6n, se encuentra en
condiciones de cambiar una gran cantidad de sus propios bienes por una
grancantidad de los creados por otros; o lo que es lo mismo, por el precio de
una gran cantidad de los suyos. El uno provee al otro de lo que necesita, y
recíprocamente, con lo cual se difunde una general abundancia en todos
los rangos de la sociedad.
Si observamos las comodidades de que disfruta cualquier artesano o jornalero,
en un país civilizado y laborioso, veremos como excede a todo calculo el
numero de personas que concurren a procurarle aquellas satisfacciones, aunque
cada uno de ellos solo contribuya con una pequeña parte de su actividad.
Por basta que sea, la chamarra de lana, pongamos por
caso, que lleva el jornalero, es producto de la labor conjunta de muchisimos
operarios. El pastor, el que clasifica la lana, el cardador, el amanuense, el
tintorero, el hilandero, el tejedor, el batanero, el sastre, y otros muchos,
tuvieron que conjugar sus diferentes oficios
para completar una producción tan vulgar. Ademas de esto ;cuantos tratantes y arrieros no hubo que emplear para
transportar los materiales de unos a otros de estos mismos artesanos, que a
veces viven en regiones apartadas del
país! Cuanto comercio y navegación, constructores de
barcos, marineros, fabricantes de velas y jarcias no hubo que utilizar para
conseguir los colorantes usados por el tintorero y que, a menudo, proceden de
los lugares mas remotos del mundo! ;Y
que variedad de trabajo se necesita para producir las herramientas del mas modesto
de estos operarios! Pasando por alto maquinarias tancomplicadas como el barco del
marinero, el martinete del forjador y el telar
del tejedor, consideraremos solamente que
variedad de labores no se requieren para lograr una herramienta tan sencilla como las tijeras, con las
cuales el esquilador corta la lana. El minero, el constructor del horno para
fundir el mineral, el fogonero que alimenta el crisol, el ladrillero, el
albañil, el encargado de la buena marcha del horno, el del martinete, el
forjador, el herrero, todos deben coordinar sus artes respectivas para producir
las tijeras. Si del mismo modo pasamos a examinar todas las partes del vestido
y del ajuar del obrero, la camisa aspera que cubre sus carnes, los
zapatos que protegen sus pies, la cama en que yace, y todos los diferentes
artículos
de su menaje, como el hogar en que prepara su comida, el carbón que
necesita para este propósito sacado de las entrañas de la tierra,
y acaso conducido hasta allí después de una larga navegaci6n y un
dilatado transporte terrestre, todos los utensilios de su cocina, el servicio
de su mesa, los cuchillos y tenedores, los platos de peltre o loza, en que
dispone y corta sus alimentos, las diferentes manos empleadas en preparar el
pan y la cerveza, la vidriera que, sirviéndole abrigo y sin impedir la
luz, le protege del viento y de la lluvia, con todos los conocimientos y el
arte necesarios para preparar aquel feliz y precioso invento, sin el cual
apenas se conseguiría una habitación confortable en las regiones
n6rdicas delmundo, juntamente con los instrumentos indispensables a todas las
diferentes clases de obreros empleados en producir tanta cosa necesaria; si nos
detenemos, repito, a examinar todas estas cosas y a considerar la variedad de
trabajos que se emplean en cualquiera de ellos, entonces nos daremos cuenta de
que sin la asistencia y cooperación de millares de seres humanos, la
persona mas humilde en un país civilizado no podría
disponer de aquellas cosas que se consideran las mas indispensables y
necesarias.
Realmente, comparada su situación con el lujo extravagante del grande,
no puede por me
nos de aparecérsenos simple y frugal; pero con todo eso, no es menos cierto
que las comodidades de un príncipe europeo no exceden tanto las de un
campesino econ6mico y trabajador, como las de este superan las de muchos reyes
de Africa, dueños absolutos de la vida y libertad de diez mil salvajes
desnudos.
CAPITULO II
Del principio que motiva la división del trabajo
Esta división del
trabajo, que tantas ventajas reporta, no es en su origen efecto de la
sabiduría humana, que prevé y se propone alcanzar aquella general
opulencia que de el se deriva. Es la consecuencia gradual, necesaria aunque
lenta, de una cierta propensión de la naturaleza humana que no aspira a
una utilidad tan grande: la propensión a permutar, cambiar y negociar
una cosa por otra.
No es nuestro propósito, de momento, investigar si esta
propensión es uno de esos principios innatos en la naturaleza humana, de
losque no puede darse una explotación ulterior, o si, como parece mas probable, es la
consecuencia de las facultades discursivas y del lenguaje. Es
común a todos los hombres y no se encuentra en otras especies de
animales, que desconocen esta y otra clase de avenencias. [] Nadie ha
visto todavía que los perros cambien de una manera deliberada y
equitativa un hueso por otro. [] Cuando un animal desea obtener cualquier cosa del hombre o de un irracional no tiene otro
medio de persuasión sino el halago. El cachorro acaricia a la madre y el
perro procura con mil zalamerías atraer la atención del
dueño, cuando este se sienta a comer, para conseguir que le de algo. El
hombre utiliza las mismas artes con sus semejantes, y
cuando no encuentra otro modo de hacerlo actuar conforme a sus intenciones,
procura granjearse su voluntad procediendo en forma servil y lisonjera. [] En casi todas las otras especies zoológicas el individuo,
cuando ha alcanzado la madurez, conquista la independencia y no necesita el
concurso de otro ser viviente. Pero el hombre reclama
en la mayor parte de las circunstancias la ayuda de sus semejantes y en vano
puede esperarla solo de su benevolencia. La conseguira con mayor
seguridad interesando en su favor el egoísmo de los otros y
haciéndoles ver que es ventajoso para ellos hacer lo que les pide. Quien
propone a otro un trato le esta haciendo una de esas
proposiciones. Dame lo que necesito y tendras lo que
deseas, es el sentido de cualquierclase de oferta, y así obtenemos de
los
Demas la mayor parte de los servicios que necesitamos. No es la
benevolencia del
carnicero, del cervecero o del panadero la que nos procura el alimento,
sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus
sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni
les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas. Solo el mendigo
depende principalmente de la benevolencia de sus conciudadanos, pero no en
absoluta. Es cierto que la caridad de gentes bien dispuestas le suministra la
subsistencia completa; pero, aunque esta condición altruista le procure
todo lo necesario, la caridad no satisface sus deseos en la medida en que la
necesidad se presenta: la mayor parte de sus necesidades eventuales se remedian
de la misma manera que las de otras personas, por trato, cambio o compra. Con
el dinero que recibe compra comida, cambia la ropa vieja que se le da por otros
vestidos viejos también, pero que le vienen mejor, o los entrega a
cambio de albergue, alimentos o moneda, cuando así lo necesita. De la
misma manera que recibimos la mayor parte de los servicios mutuos que
necesitamos, por convenio, trueque o compra, es esa misma inclinación a
la permuta la causa originaria de la división del trabajo.
En una tribu de cazadores o pastores un individuo,
pongamos por caso, hace las flechas o los arcos con mayor presteza y habilidad
que otros.
Con frecuencia los cambia por ganado o por caza, con sus compañeros, y
encuentra, al fin, quepor este procedimiento consigue
una mayor cantidad de las dos cosas que si el mismo hubiera salido al campo
para su captura. Es así como, siguiendo su propio
interés, se dedica casi exclusivamente a hacer arcos y flechas,
convirtiéndose en una especie de armero. Otro destaca en la construcci6n
del andamiaje y del techado de sus pobres chozas o tiendas, y así se
acostumbra a ser útil a sus vecinos que le recompensan igualmente con
ganado o caza, hasta que encuentra ventajoso dedicarse por completo a esa
ocupación, convirtiéndose en una especie de carpintero
constructor. [] De esta suerte, la certidumbre de poder cambiar el exceso del producto de su propio
trabajo, después de satisfechas sus necesidades, por la parte del producto ajeno que
necesita, induce al hombre a dedicarse a una sola ocupación, cultivando
y perfeccionando el talento o el ingenio que posea para cierta especie de
labores.
La diferencia de talentos naturales en hombres diversos no es tan grande como vulgarmente se cree, y la
gran variedad de talentos que parece distinguir a los hombres de diferentes
profesiones, cuando llegan a la madurez es, las mas de las veces, efecto y no
causa de la divisi6n del
trabajo. Las diferencias mas dispares de caracteres, entre
un filosofo y un mozo de cuerda, pongamos por ejemplo,
no proceden tanto, al parecer, de la naturaleza como
del habito,
la costumbre o la educación. En los primeros pasos de la vida y durante los seis u ocho primeros anos de edad
fueronprobablemente muy semejantes, y ni sus padres ni sus camaradas
advirtieron diferencia notable. Poco mas tarde comienzan a emplearse en diferentes ocupaciones. Es entonces cuando la
diferencia de talentos comienza a advertirse y crece por grados, hasta el punto
de que la vanidad del
filosofo apenas encuentra parigual. Mas sin la inclinación al cambio, a
la permuta y a la venta, cada uno de los seres humanos hubiera tenido que
procurarse por su cuenta las cosas necesarias y convenientes para la vida. Todos hubieran tenido las mismas obligaciones que cumplir e
idénticas obras que realizar y no hubiera habido aquella diferencia de
empleos que propicia exclusivamente la antedicha variedad de talentos.
[] Entre los hombres [] los talentos mas dispares se caracterizan
por su mutua utilidad, ya que los respectivos productos de sus aptitudes se
aportan a un fondo común, en virtud de esa disposición general
para el cambio, la permuta o el trueque, y tal circunstancia permite a cada uno
de ellos comprar la parte que necesitan de la producción ajena.
CAPITULO III
La división del trabajo se halla limitada por la extensión del
mercado
Así como la facultad de cambiar motiva la división del trabajo,
la amplitud de esta división se halla limitada por la extensión
de aquella facultad o, dicho en otras palabras, por la extensión del
mercado. Cuando este es muy pequeño, nadie se anima a dedicarse por
entero a una ocupación, por falta de capacidad para cambiar el
sobrantedel producto de su trabajo, en exceso del propio consume, por la parte
que necesita de los resultados de la labor de otros. []
CAPITULO IV
Del origen y uso de la moneda
Tan pronto como se hubo establecido la división del trabajo solo una
pequeña parte de las necesidades de cada hombre se pudo satisfacer con
el producto de su propia labor. El hombre subviene a la mayor parte de sus
necesidades cambiando el remanente del
producto de su esfuerzo, en exceso de lo que consume, por otras porciones del producto ajeno, que
i necesita. El hombre vive
así, gracias al cambio convirtiéndose, en cierto modo, en
mercader, y la sociedad misma prospera hasta ser lo que realmente es, una
sociedad comercial.
Cuando comenzó a practicarse la división del trabajo, la
capacidad de cambio se vio con frecuencia cohibida y entorpecida en sus
operaciones. Es de suponer que un hombre tuviera de
una mercancía mas de lo que necesitaba, en tanto otro disponía de
menos. El primero, en consecuencia, estaría dispuesto a desprenderse del
sobrante, y el segundo, a adquirir una parte de este exceso. Mas si
acontecía que este ultimo no contaba con nada
de lo que el primero había menester, el cambio entre ellos no
podía tener lugar. El carnicero tiene mas carne
en su establecimiento de la que consume y el cervecero y el panadero
gustosamente comprarían una parte de ese excedente. Sin embargo, nada
pueden ofrecer en cambio, como no sea el remanente de sus
producciones respectivas, y puedeocurrir que el carnicero disponga de cuanto
pan y cerveza inmediatamente necesita. En estas condiciones
es imposible que el cambio se efectúe entre ellos. Uno no puede
ser mercader, ni los otros clientes, con lo cual todos
pierden la posibilidad de beneficiarse con sus recíprocos servicios. A
fin de evitar inconvenientes de esta naturaleza, todo hombre razonable, en
cualquier periodo de la sociedad, después de establecida la
división del trabajo, procuro manejar sus negocios de tal forma que en
todo tiempo pudiera disponer, ademas de los productos de su actividad
peculiar, de una cierta cantidad de cualquier otra mercancía, que a su
juicio escasas personas serían capaces de rechazar a cambio de los
productos de su respectivo esfuerzo.
Es muy probable que para este fin se seleccionasen y
eligieran, de una manera sucesiva, muchas cosas diferentes. [] Sin embargo,
en todos los países resolvieron los hombres, por diversas razones
incontrovertibles, dar preferencia para este uso a los
metales, sobre todas las demas mercaderías. []
Es así como
la moneda se convirtió en instrumento universal de comercio en todas las
naciones civilizadas, y por su mediación se compran, venden y permutan
toda clase de bienes.
Ahora vamos a examinar cuales son las reglas que
observan generalmente los hombres en la permuta de unos bienes por otros, o
cuando los cambian en moneda. Estas reglas determinan lo que
pudiéramos llamar el valor relativo o de cambio de los bienes.
Debemosadvertir que la palabra VALOR tiene dos significados diferentes, pues a
veces expresa la utilidad de un objeto particular, y, otras, la capacidad de
comprar otros bienes, capacidad que se deriva de la posesi6n del dinero. Al
primero lo podemos llamar 'valor en uso', y
al segundo, 'valor en cambio'. Las cosas que tienen un gran valor en uso tienen comúnmente escaso o
ningún valor en cambio, y por el contrario, las que tienen un gran valor
en cambio no tienen, muchas veces, sino un pequeño valor en uso, o ninguno.
No hay nada mas útil que el agua, pero con ella
apenas se puede comprar cosa alguna ni recibir nada en cambio. Por el
contrario, el diamante apenas tiene valor en uso, pero
generalmente se puede adquirir, a cambio de el, una gran cantidad de otros bienes.
Para investigar los principios que regulan el
valor en cambio, de las mercancías, procuraremos poner en claro,
primero, cual sea la medida de este valor en cambio, o
en que' consiste el precio real de todos los bienes; segundo, cuales son
las diferentes partes integrantes de que se compone este precio real.
Por ultimo, cuales son las diferentes circunstancias que unas veces hacen subir
y otras bajar algunas o todas las distintas partes componentes del precio, por
encima o por debajo de su proporci6n natural o corriente; o cuales son las
causas que algunas veces impiden que el precio del mercado, o sea el precio
real de los bienes, coincida exactamente con lo que pudiéramos denominar
su precio natural. []