Hasta aquí, la visión clásica de los sectores modernos. Pero ya advertimos sobre la
naturaleza dual del crecimiento económico en la Inglaterra del siglo XVIII, y
la importancia de los sectores “tradicionales”, fundamentalmente la agricultura
y las manufacturas tradicionales. Por dos razones:
• su peso marca los ritmos del crecimiento macroeconómico, ralentizándolo, ya
que el crecimiento de su productividad era inferior al del sector moderno (en
torno al 0,65% al año, frente al 1% de los modernos entre 1780 y 1860) y su
peso en la economía, muy superior. Un ejemplo: la
industria lanera seguía siendo en 1820 el principal subsector del
textil en GranBretaña, por encima del
algodón.
• sus relaciones con los sectores “modernos” son mucho
más complejas de lo parece a primera vista. Los sectores tradicionales
contribuían en muchas maneras al avance de los modernos: facilitando mano de
obra cualificada, encargándose de algunos procesos difícilmente mecanizables,
generando rentas para la demanda efectiva de los productos de la industria
moderna, acumulando capitales que podían trasvasarse al sector moderno y, lo
más importante, proporcionando alimentos y materias primas que marcaban la
estructura de costes de todo la economía.
1.
Agricultura
Anteriormente se ha subrayado que este sector
constituye la clave del
cambio económico en cualquier economía preindustrial. La agricultura británica
había incrementado notablemente su productividad, lo que hizo posible que en
1800 cada trabajador agrario pudiera alimentar a casi 3 personas, mientras que
hacia 1500 el excedente apenas daba para mantener a 1 .
La diferencia es abismal.
Las fuentes de la mejora de la productividad agraria fueron varias
a– Nuevos sistemas de rotación, que significaban mejoras inmediatas en la
productividad de la tierra, al reducir el barbecho y por tanto incrementar la
superficie explotada cada año. Uno de los más difundidos en
el siglo XVIII fue la rotación cuatrienal, que al incorporar tubérculos y
forraje no sólo permitían eliminar el barbecho (ya que éstos fertilizaban la
tierra), sino que proporcionaban alimentos para el ganado. Además, una parte de los aprovechamientos mejoraban la producción
de subsistencias (patatas) y otros estaban destinados a losmercados (lúpulo,
legumbres, ganado), lo que incrementaba la actuación de los incentivos económicos
sobre los campesinos.
a– nuevos aperos de labranza: en particular
arados tirados por caballos que permitían labrar más rápidamente, con una
fuerza de tiro que podía aprovecharse además para labores de transporte.
a– la mejora de la cabaña ganadera fue
fundamental. Más ganado significaba ante todo más abono, más fuerza de tiro
para las tareas agrícolas (incluidos el acarreo de cal o margas como
abono, o el traslado de la producción a los mercados), y más producto
comercializable (lana o carne) y por tanto más renta para los campesinos.
Pero no sólo aumentó el número, sino que también mejoró la calidad del
ganado, a través de técnicas de selección que permitieron criar animales más
adecuados para las distintas tareas: vacas lecheras más productivas (de 100
galones al año por cabeza a 380 en 1800), bueyes y ovejas que producían más
carne, y caballos más rápidos y fuertes.
Las funciones de la agricultura en la industrialización
La industrialización siempre empieza en la agricultura. Dicho así,
parece un disparate (o una paradoja), pero si concebimos los procesos de
industrialización como cambios estructurales que permiten el paso de una
economía agraria a una industrial, es lógico que las transformaciones primeras,
y más importantes, arranquen del sector mayoritario en la economía de partida.
El requisito fundamental era un incremento de la
productividad agraria, que permitiría derivar parte de los factores productivos
(tierra, trabajo y capital) antes empleados en la agricultura a losotros dos
sectores.
Rondo Cameron ha resumido las aportaciones del aumento de productividad de la
agricultura al proceso de industrialización (y en general al desarrollo
económico) en cinco aspectos
El sector agrario puede aportar un excedente de población (mano de obra) para
dedicarse a ocupaciones no agrícolas.
El sector agrario puede abastecer de materias primas industriales y alimentos
para la población no agraria.
La población agraria puede servir de mercado para la producción de las
industrias y los servicios.
El sector agrario puede suministrar capital para invertir en
otros sectores, bien sea de forma voluntaria (directa) o involuntaria/indirecta
a través de los impuestos.
A través de las exportaciones, el sector agrario puede proporcionar divisas que
permitan a otros sectores importar bienes de equipo o
materias primas no disponibles en el país.
Todos estos cambios están interconectados mediante circuitos de
retroalimentación, y tienen en común un incremento de
las horas de trabajo y el volumen de capital invertidos en la agricultura. Hay
que preguntarse por tanto qué llevó a los campesinos ingleses a trabajar y a invertir más en sus explotaciones. Y las respuestas están
en el marco institucional
a– La explicación más tradicional se basa en el incremento de los
cercamientos de tierras (enclosures) que puso fin al sistema de campos abiertos
(open fields) predominante en la agricultura inglesa en la época medieval y
moderna. Los campos abiertos iban unidos a prácticas
comunales que impedían la introducción de los nuevos sistemas de rotación.
Los enclosuresaprobados por el Parlamento permitían a los propietarios cercar
sus explotaciones, impidiendo así la entrada del ganado de los
vecinos, e invertir con más seguridad en la mejora de cultivos. También conducían al empobrecimiento de los campesinos más pobres.
Esto llevó a explotaciones de mayor tamaño que podían
ser trabajadas con mano de obra asalariada.
No obstante, no está claro que los cercamientos sean
un fenómeno tan importante. Aunque cronológicamente el incremento de los
enclosures coincide con las mejoras de la
productividad agraria a partir de 1750, no está claro que fueran la causa.
Allen argumenta, por ejemplo, que fueron los incentivos del mercado (procedentes del
comercio internacional y la industria rural, así como el mayor tamaño de las ciudades) los que
hicieron rentables las inversiones que exigían los cercados, y por tanto
impulsaron explotaciones más grandes, capitalizadas y con más trabajadores
asalariados. En muchos casos, además, las innovaciones
técnicas fueron adoptadas igual de rápido en zonas de campos abiertos.
a– El otro cambio institucional fue la
penetración de los mercados en el mundo rural, tanto en el acceso de los
campesinos a mayores niveles de consumo (revolución del
consumo) como en las repercusiones de la demanda
urbana y
manufacturera. Este proceso, que venía caracterizando a la agricultura inglesa
(y holandesa) desde la salida de la crisis del siglo XVII, se
agudizó en la siguiente centuria. A lo largo del XVIII, el alza de los precios
agrarios (por el crecimiento urbano y de las manufacturas) generó un fuerte
incentivo que aceleró el proceso.2 Las manufacturas tradicionales
A lo largo del siglo XVIII, e incluso hasta las primeras décadas del XIX, en la
industria británica siguieron predominando los sectores tradicionales: sin
motores, relativamente poco mecanizados, ubicados en talleres rurales o urbanos
(incluso bajo la disciplina de los gremios), basados en la habilidad de los
artesanos y centrados en productos tradicionales. La tabla 6.10 muestra cómo en
1770 las manufacturas de lana representaban el grueso del sector textil. En 1801 aún superaba en valor y trabajadores al algodón. Y todavía en 1831 el sector de la construcción era el primero en
valor añadido. La historia de la prodigiosa ascensión de los sectores
modernos y el hundimiento de los “tradicionales” debe matizarse a la luz de estos datos.
La diversidad del
sector manufacturero era enorme, igual que su dispersión geográfica,
especialización y modos de organización del
trabajo.Maxine Berg ha mostrado cómo las manufacturas “tradicionales” también
estaban inmersas en un proceso de cambios que en muchos casos redundaban en
aumentos de productividad. La fabricación de artículos de metal (cuchillos,
tijeras, hoces y guadañas) en Sheffield había experimentado una expansión
importante basada en la pericia de los artesanos, la especialización (los
fabricantes de cuchillos se separaron de los de tijeras) y la división del
trabajo (los trabajos de forja y afilado se realizaban en instalaciones
distintas), pese a estar aun dominada por los gremios. En otros casos, el papel
de los mercaderes-fabricantes (verleger) y el trabajo a domicilio era
fundamental, como enla
elaboración de hilados y prendas de lana en el Yorkshire.
En Birmingham
se desarrolló a lo largo del XVIII una potente
industria de bibelots (artículos menudos: hebillas, botones, juguetes, cajas
lacadas), orientados a los mercados coloniales, que es un buen ejemplo de la
complejidad de los cambios. Por un lado, coexistían
grandes fábricas, algunas con cientos de trabajadores, con pequeños talleres
urbanos y una extensa red de trabajadores a domicilio en las zonas rurales
cercanas. Por otro, está asociado a la metalurgia del bronce -materia
prima de los bibelots- con 71 fundiciones en la ciudad en 1791. Al mismo
tiempo, existían numerosos artesanos con talleres pequeños o medianos que
realizan algunas de las tareas más cualificadas del proceso. Pero también trabajaban muchas mujeres y niños. Las
ganancias de productividad podían venir de la aplicación de capitales a la
producción, pero también de la especialización y la división del trabajo.
Las conexiones entre lo tradicional y lo moderno son mucho
mas comunes de lo que a veces se ha dicho, permitiendo formas de organización
más flexibles, el trasvase de trabajadores y el desarrollo y la difusión de
nuevas técnicas. Un dato significativo de estas
conexiones: Mathew Boulton, el socio de Watt en la fabricación de máquinas de
vapor, se enriqueció precisamente con la fabricación de bibelots.
3. Urbanización
La existencia de núcleos urbanos importantes era a la vez un
síntoma y un factor de desarrollo. Síntoma porque su subsistencia exigía
mecanismos económicos (flujos de rentas y abastecimiento de alimentos) que
permitíansustentar a poblaciones de decenas de miles de personas que no
producían sus propios alimentos; y factor de desarrollo porque tal aglomeración
de personas justificaba su existencia proporcionando al resto servicios o
productos de un tipo u otro, como manufacturas o servicios comerciales,
financieros y políticos. En 1700 Londres ya era la principal capital europea y
en 1801, la única que se situaba por encima del millón de
habitantes. La banca -presidida por el Banco de Inglaterra-, una Hacienda
gobernada por el Parlamento o el pujante sector comercial, orientado al
exterior, son buenos ejemplos de estos servicios, que contribuyeron de modo
importante a la industrialización.
El proceso de urbanización en Inglaterra, y sobre todo el protagonismo de
Londres, son una de las claves del crecimiento del siglo XVIII; pero no debe
olvidarse que desde el siglo XVI existían en Europa sociedades con tasas de
urbanización muy elevadas, mientras que Inglaterra era una sociedad
fundamentalmente rural: en los Países Bajos e Italia, sobre todo, pero también
en España. Sin embargo, la urbanización no trajo aparejada una Revolución
Industrial. La diferencia fundamental parece radicar en que en Inglaterra,
igual que antes en los Países Bajos, se produjo un
gran incremento de la población rural dedicada a tareas no agrarias:
manufactura, transporte, comercio y servicios de distinto tipo.
A estas alturas, debería haber quedado claro que la
Revolución Industrial no fue sólo un asunto de inventores, fábricas, ciudades y
nuevos productos. Es hora de pasar a preguntarse de nuevo por
los factores clave quela hicieron posible.