El 11 de septiembre de 2001 se produjo el mayor
acto terrorista en el planeta que acabó con la vida de mas de
3.000 personas en los Estados Unidos de América. Un evento que
marcó un antes y un después en las relaciones internacionales y
que nos invita a reflexionar al cumplirse 10 años de su ocurrencia.
Cuatro (4) aviones secuestrados por miembros de Al Qaeda (islamistas radicales)
debidamente entrenados fueron usados como misiles, dos impactaron el World
Trade Center (las Torres Gemelas) en Nueva York, uno en el edificio del
Pentagono en Washington DC y otro que sabiendo su destino final, la Casa
Blanca, fue desviado y estrellado por la tripulación en un campo en
Pensilvania. Sorpresa, dolor, impotencia, indignación y
desesperación fueron las imagenes de ese día inolvidable,
que marcó en la historia el inicio del siglo XXI y de los conflictos que
lo acompañarían: el terrorismo global.
Sorpresa, porque nadie previó a pesar de las amenazas que aviones
comerciales de banderanorteamericana volando dentro del territorio de los
Estados Unidos serían usados como armas en el corazón financiero
y de defensa de esa nación. Dolor e impotencia al presenciar en vivo y directo
a seres humanos lanzandose al vacío para no morir quemados,
bomberos que perdían la vida intentando salvar a otros, héroes
que se inmolaron antes de impactar otro de los objetivos y edificios
desplomandose, llenos de vidas sin poder hacer nada al respecto.
Indignación frente a la muerte de mas de 3.000 ciudadanos del
mundo y desesperación al desconocer cuando, dónde y
cómo sería el próximo ataque. El mundo se paralizó.
La respuesta no se hizo esperar, Guerra contra Al Qaeda, despliegue de tropas
en Afganistan y Pakistan que representaron nuevos desafíos
para la defensa de esa nación interrogantes: ¿Dónde queda
el frente de batalla?; ¿Cuales son los objetivos
estratégicos y tacticos? ¿Qué recursos deben
desplegarse y donde hacerlo?. El ex Presidente Bush haciendo alarde de su
ignorancia sobre el enemigo