Justamente por la pervivencia de los edificios construidos desde la Edad Media
en adelante, las obras de arquitectura religiosa no fueron, comparativamente,
abundantes durante el siglo XVIII, hecho al que se le sumaba la progresiva
secularización de toda la sociedad europea.
En el siglo XIX ya no fue el fruto de un impulso o necesidad masiva,
consensual, propio de todos los estratos sociales, tal como pudo haberlo sido en la Edad Media. En
el siglo XIX quienes determinaron la existencia económica de la arquitectura
religiosa, ya no fueron las necesidades directas del pueblo, sino las de la clase
predominante, lo que se vio muy claramente en los países industrial izados y en
las regiones más urbanizadas. Y las motivaciones de los comitentes no fueron
siempre desinteresadamente religiosas.
Como lo ha dicho, B.G.L. Clarke (2):
'La mayoría de las almas
no estaba inflamada por la devoción cristiana y no se sentía urgida para
levantar edificios donde ofrecer el sacrificio de la plegaria y de la oración.
De ese modo la construcción de iglesias fue el problema de quienes sí eran
religiosos y de aquellos que consideraban a la religión como una cosa buena para otras personas.
Resultó ser una preocupación de las autoridades civiles y eclesiásticas y
preocupación de los ricos, el hombre medio tuvo muy poco que ver con ello. Las
iglesias tuvieron que ser construidas para él'.
La sociedad, aún en medio de su secularización y desacralización, seguía
considerando a la actividad religiosacomo un quehacer importante y la
posibilidad de asistir a oficios religiosos debería ser asegurada a todos.
Cuando a principios del
siglo XIX se detectó que en los suburbios de Londres cerca de 200.000 personas
no tenían dónde asistir a los oficios religiosos, la construcción de nuevas
iglesias fue encarada no ya por las parroquias locales, sino por el Parlamento.
En 1808 se votó un Acta disponiendo la construcción de 52 iglesias nuevas en
Londres. El gusto dominante seguía siendo el clásico/neo-clásico y muchos aún
pensaban -con Sir Christopher Wren- que el estilo gótico no merecía ser llamado
arquitectura.
Pero la demanda de iglesias aumentó al mismo tiempo que crecía el renacimiento
religioso del cual el movimiento de Oxford es un buen ejemplo.
Para los gobernantes ambos hechos eran motivo
de preocupación, a la vez que pensaban que un fuerte sentimiento religioso
sería un buen antídoto contra los 'desmanes' ocurridos durante la
Revolución Francesa, atea y antimonárquica.
En 1836, el 'British Critic' denunció la falta de iglesias y pidió
'una gran cantidad de iglesias y de sacerdotes que residieran en
ellas'. El mismo 'British Critic' aseguraba:
'Plantad una iglesia y las mejores flores
de la cristiandad florecerán a su lado. Erigid una casa de oración y las otras
instituciones crecerán como
satélites de una luminaria mayor'.
Las demandas por una acción oficial fueron fuertes, pero durante las guerras
napoleónicas al estado no contó con fondos suficientes para satisfacerlas. En
1818, el Príncipe Regente mencionó la necesidad de laconstrucción de nuevas
iglesias. En el mismo año se constituyó la Sociedad para la Construcción de
Iglesias, la que hizo mucho por mantener y restaurar viejos edificios
religiosos. Poco después el Parlamento votó un millón de libras para ser
gastado bajo la supervisión de los Comisionados; seis años después otras
500.000 libras se agregaron a esta suma. Así nacieron las 'Commisioners
Churches', a las que el público llamó 'Waterloo Churches'. En
veinte años se construyeron 134 iglesias, hasta llegar a un total de 214. Las
estimaciones existentes indican que entre 1818 y 1823 se gastaron más de seis
millones de libras esterlinas en la construcción de iglesias.
El estilo de las iglesias no fue mencionada para nada en el primer informe de
los Comisionados (1821), pero más adelante se comentan el griego, el romano y
el gótico y se recomienda a este último porque podía construirse en ladrillo y
por ende no resultar tan caro. De las 240 iglesias que se construyeron con el
régimen de la 'Church Building Act”, 174 lo fueron en lo que entonces se
entendía como
estilo 'gótico'.
Sin embargo, en un principio la preferencia no fue marcada para el gótico;
muchos arquitectos prefirieron el neoclásico, como fue el caso de John Nash.
Sin ningún rigor arqueológico poco a poco comenzó a utilizarse el neogótico aún
por aquellos arquitectos cuyas preferencias estaban divididas entre ambos
estilos, como
en el caso de Sir John Wyatt y de Sir Charles Barry, autor el primero de
Fonthill Abbey y de la Casa del Parlamento el segundo; edificios ambos que son
los ejemplos más destacados delneogoticismo.
Por el mismo proceso asociacionista que convalidó al neoclasicismo se impuso la
idea de que el estilo gótico era el que más convenía a las iglesias cristianas.
El gusto popular, entretanto, seguía siendo partidario de las viejas iglesias
medievales.
Como lo resume
Clarké(44):
“Los templos griegos eran extranjeros y paganos; las iglesias italianas eran
extranjeras; también lo eran las iglesias francesas, alemanas y muchas otras
iglesias que no fueran las nuestras. Nosotros somos cristianos e ingleses: no
hay por lo tanto otros modelos que nos vengan bien y que no sean las iglesias construidas
por nuestros abuelos
Hay varias razones para la adopción del
gótico, algunos, diseñaron en estilo gótico porque era romántico, otros porque
era barato. Unos sintieron que era esencialmente inglés, razón por la que fue'
adoptado para las nuevas Casas del Parlamento. Pero había otra razón, la más
impresionante de todas: era cristiano. Los profetas del neogótico comenzaron a predicar
fervorosamente que no habla otro estilo posible para un arquitecto cristiano, o
para quien manda construir una iglesia cristiana y en fin, para quien construye
cualquier tipo de edificio en un país cristiano'.
El líder indiscutido de esta tendencia fue A. W. Pugin, quien impulsado por sus
inquietudes religiosas y sus preferencias arquitectónicas se convirtió al catolicismo
en 1834. La estricta relación que Pugin estableció entre arquitectura y
religión y entre arquitectura y moral fue criticada por sus contemporáneos. Sin
embargo, aún sus adversariosreligiosos, como la
Candem Society, la aceptaron como
hipótesis para todo planteo arquitectónico. Por último, la idea de una
arquitectura religiosa coherente con el impulso religioso que le daba origen,
fue aceptada por todos.
Gran parte de la obra arquitectónica de Pugin se realizó gracias a la ayuda de
ricos e influyentes católicos, como
lo fue el Earl de Shrewsbury, John Talbot, con cuyo dinero Pugin levantó muchas
iglesias en el norte de Staciford. Dentro de estas obras se cuenta una de los
más destacados logros de Pugin, la iglesia de St. Chad,
(1839) en Birmingham y la propia residencia de
Lord Shrewsbury, Alton
Towers. Esta última obra
igualaba en magnificencia a Fonthill de Beckford, y en ella el manejo de las
formas góticas es menos ampuloso y más sereno.
Pero en general, Pugin, devoto de su arquitectura pero también devoto de los
principios religiosos y morales que la avalaban, construyó iglesias austeras,
en las que la pobreza, resultante de los escasos fondos con los que se
construían, era exaltada como una virtud. En casi todas sus obras, Pugin
sacrificó la mayor parte de la decoración exterior para obtener mejores
interiores.
La Iglesia de Santa María, en Saltsboard, costó £ 1.500.-, San Jorge, en
Sal1word costó £ 20.000.- mientras que la iglesia de San Pancracio, de Inwood,
costó más de £ 80.000.- y la iglesia de Butterfield de Todos los Santos en la
calle Margaret, costó £ 70.000.- a pesar de ser pequeñas en comparación con la
iglesia de San Jorge de Pugin.
Es quizá en la obra de Pugin donde se nota con claridad el pasaje de
unneogótico sentimental y decorativista, propio del siglo XVIII, a un neogótico
comprometido con profundos ideales meta-arquitectónicos, tal como el utilizado
en San Giles, en Seatie, (1841) donde según Pugin 'tuvo la oportunidad de
crear un verdadero revival', y ya sabemos cuánto quería decir con esto.
Impuso el mismo carácter a sus trabajos no eclesiásticos, como su propia casa
en St. Mary's Grange, en Salisbury (1835); el palacio del obispo de Birmingham,
(1840); y el hospital de San Juan en Alton (1840). Pero sin lugar a dudas, es
en sus pequeñas iglesias donde Pugin destacó la austeridad -qué continuando una
tradición que naciera con San Bernardo- intentó conseguir en sus obras. Para
Alexandra Gordon Clark
'Sus numerosas iglesias pequeñas, a menudo levantadas en las áreas
industriales de las Midiands, tienen torres asimétricas con espiras, porches al
sur, característicos de las iglesias parroquiales medievales, naves laterales
bajas, prebisterios que se proyectan profundamente en el extremo oriental de la
iglesia; el resultado es una composición eficiente, compleja e irregular, donde
el plan y cada una de sus partes depende de un requerimiento del ritual. El
simbolismo está expresado en tres dimensiones. Lo pintoresco resulta ahora lo
funcional. Pugin supo muy bien como
realizar variaciones de esta planta básica y sus diseños se adaptaron con
sensibilidad a sus emplazamientos particulares Siempre respetó las
tradiciones y los materiales locales. La vitalidad y el entusiasmo del hombre
en sí mismo, tan evidentes en sus escritos, faltan sin embargo, en estosmagros
y despojados edificios, que difícilmente pueden soportar la comparación con sus
prototipos medievales.' (Gordon Clark, 147)
Cuando, con desesperación, Pugin escribió a John Harciman en 1851: 'mis
escritos, mucho más que lo que yo haya podido hacer, han revolucionado el gusto
de Inglaterra'; estaba totalmente en lo cierto.
Su prédica, que defendía a la arquitectura medieval como consecuencia de una exaltaba defensa de
la iglesia Católica Romana, no fue oída con buenos oídos por los seguidores de
la Iglesia de Inglaterra. Además, toda vuelta demasiado entusiasta al
medievalismo era sospechosa de papismo.
A pesar del
recelo contra Pugin, el estilo neogótico fue aceptado y preferido por los
principios que él defendía. La arquitectura gótica aparecía como
el mejor símbolo arquitectónico de la cristiandad y un magnífico instrumento del renacimiento
religioso.
Por las mismas razones simbólicas, el movimiento de Oxford encabezado por el Cardenal Newman,
prefirió el gótico. Little more es un buen ejemplo; pero después de la
conversión de Newman al catolicismo, el 'revival' gótico volvió a ser
asociado con el papismo
'Lo que deseaban los seguidores del movimiento de Oxford era revivir el
viejo ritual y para conseguirlo necesitaba iglesias apropiadas -iglesias con
altares y presbiterios- más aún, necesitaban agitar la imaginación mediante
símbolos y para esto precisaban que tanto la arquitectura como la escultura
fueron ricas en formas simbólicas. En resumen, querían una verdadera iglesia
gótica Si los requerimientos anglicanos hubieran permanecidoinalterados, el
gótico hubiera sido abandonado como estilo
eclesiástico, y el revival hubiera muerto como
un romanticismo beckfordiano Los tractarianos llegaron al estilo gótico
desde un punto de partida distinto al de Pugin; éste había dicho: para revivir
a la arquitectura gótica es necesario revivir las viejas formas de oración;
ellos decían: para revivir las viejas formas de oración hay que revivir a la
arquitectura gótica. El impulso de Pugin fue esencialmente arquitectónico, el
de ellos, fundamentalmente religioso.' (Clark,
68)
En 1839, estas ideas fueron defendidas por una sociedad creada a tal efecto: la
Cambridge Carriden Society.
La Sociedad Carriden de Cambridge
J. M. Neale y Benjamin Webb fueron los fundadores de esta sociedad. Integrantes
del Colegio de la Trinidad (Cambridge)
resolvieron a organizar los estudios sistemáticos de la arquitectura gótica y
de la liturgia cristiana. Tomaron el nombre de un viejo anticuario y sus
declarados propósitos fueron:
“promover el estudio de la arquitectura eclesiástica y restaurar los mutilados
restos arquitectónicos existentes'.
Entre 1839 y 1842 la Sociedad publicó una serie de trabajos sobre temas que
abarcaban todo lo que tuviera que ver con las actividades religiosas. A partir
de 1841 editaron una revista, 'The Ecclesiologist',
“cuyo nombre significó el estudio de las iglesias góticas. Esto fue hecho sin
desmayo. Los eclesiologistas tenían días de trabajo de campo durante los cuales
visitaban iglesias, descubrían fuentes bautismales, descascarando
revestimientos de yeso paradescubrir fuentes escondidas.' (Clarke, 76)
En lo referente al estilo, los eclesiólogos intentaron demostrar la
superioridad del estilo gótico del siglo XIII, sobre
cualquier otro periodo, anterior o posterior. Analizando las distintas
vicisitudes por las que había pasado la iglesia de Inglaterra, descubrieron en
ese período su momento más ortodoxo.
'The Ecelesiologist' se publicó hasta 1868 y su prédica tuvo mucha
resonancia. Difundió estudios y teorías; criticó las construcciones nuevas,
propuso restauraciones, reconstrucciones y reformas.
En su primer número aconsejaba como
construir la Catedral y las parroquias de Nueva Zelandia a solicitud de los
obispos neocelandeses. Es sorprendente descubrir, dice Clarke (81) que:
'se recomendaba el estilo normando, que la sociedad no admitía en
Inglaterra, pero la revista dice: como la obra va a ser hecha principalmente
por artistas nativos, parece natural enseñarles primero este estilo que fue el
primero que se realizó en nuestro país; debido a su rusticidad, a su masividad
y al carácter grotesco de su escultura probablemente será más fácilmente
entendido y apreciado por ellos.'
La revista llevó adelante una política de 'funcionalismo' arquitectónico
que se revela muy bien en un artículo donde se sostenía:
'El requisito más importante al erigir una iglesia es que sea construida
de tal manera que las Rúbricas y los Cánones de la Iglesia de Inglaterra puedan
ser convenientemente observados y los sacramentos administrados decentemente de
acuerdo con lo que las rúbricas indican. sPero cómo puedeel presbiterio
permanecer donde estuvo en tiempos pasados cuando no hay ni siquiera un
presbiterio? sCómo puede el ministro bautizar públicamente en la fuente de
piedra, si ésta está en el viejo lugar usual pero rodeada de galerías, donde
seguramente el oficiante no podrá ser visto ni oído? '
A lo que se agregaba: 'una iglesia pobre no tiene porqué ser
no-funcional”.
Más adelante se dice:
'El estuco, la pintura y la composición no están fuera de lugar en el
teatro y en la casa de baile, pero en la casa de Dios todo debe ser real. La
simplicidad no tiene que ser inconsistente con la reverencia, la pretensión
sí”.
Volvían a aparecer los ideales austeros de San Bernardo, quien criticaba a la
ornamentación por su vanalidad y disfuncionalidad. Tal como lo planteó Pugin y luego lo plantearía
Ruskin se asoció a la ornamentación ficticia y superflua con una actitud moral:
la falsa ornamentación, el yeso que imita piedra, es igual a hipocresía.
Etica y arquitectura.
Esta relación entre ética y arquitectura sería desarrollada brillantemente por
Ruskin y Morris y muchos de sus aspectos serían recogidos por el movimiento
moderno de comienzos del
siglo XX.
La teoría fue más lejos, para construir una buena obra el arquitecto debe
proceder con fe, con humildad y con un profundo sentido de su responsabilidad,
tal como lo
habían hecho los arquitectos medievales.
Por un lado se recordó a los arquitectos que la construcción de una iglesia era
empresa más digna que la construcción de una fábrica, una estación o 'un
palaciosocialista' y por el otro se señaló que esto requería de ellos una
gran formación moral.
Dice 'The Ecelesiologist':
'Quien intente construir iglesias que rechace todo pensamiento egoísta y
mercenario, siéntase satisfecho de trabajar al servicio de Dios sin cuidar de
su propia fama personal'.
Esta moral se lleva también a los materiales, quienes la simbolizan. El
ladrillo es menos noble que la piedra, pero más noble que el cemento porque
'expresa lo que es”.
El simbolismo del neogoticismo
En 1843, Neale y Webb tradujeron la primera parte del libro de Guillermo de Durandus, obispo
de Mende en el siglo XII, 'Racionale Divinorum Oficiorum'. En la
introducción expusieron su doctrina:
1) No existían arquitectos que pudieran construir buenas iglesias porque lo que
se precisaba no era sólo ingenio o copia -como
lo había señalado Pugin- sino arquitectos con corazón religioso. Los mejores
edificios eran los construidos por los mejores hombres;
2) el arquitecto debería ser hombre de la Iglesia;
3) un arquitecto de iglesias debería diseñar solamente arquitectura religiosa;
4) la construcción material simboliza, corporiza, figura, representa, expresa,
responde a algún tipo de significado abstracto.
Estos son los principios básicos de la teoría. Sigue una defensa extrema del simbolismo; no sólo de los símbolos cristianos más
usados, como la cruz, el cordero, el pescado;
sino de otros menos inmediatos como
los números. Uno, la unidad de Dios; dos, la naturaleza de Cristo; tres, la
Trinidad; cuatro, los evangelistas; seis, los atributos de Dios; siete,
losdones del
espíritu; hasta llegar a los 380 sirvientes de Abraham que se corresponden con
los padres de Nicea.
Esto da cabida a todo tipo de metáforas y alegorías, pero en esta consideración
de la arquitectura como semiosis se configura un antecedente de la postura, que
posteriormente asumiría el funcionalismo:
'El hecho de que todo lo que existe esté adaptado a un cierto fin o uso es
suficiente para presuponer este fin o uso. sQuién puede ver un hecho sin
distinguir las relaciones con las necesidades o deseos que lo produjeron?
Brevemente, la cosa, cualquiera que sea no sólo contesta sobre aquello para lo
que fue creada, sino que de alguna manera representa o simboliza materialmente
la voluntad abstracta de operación de la mente que la originó, Mostradnos un
jarro y un tenedor sno representa la cavidad de uno y la punta del otro la
necesidad que fue satisfecha con su creación? '.
A partir de esto el eclesiologismo llega al uso y al abuso del simbolismo, proponiendo todo tipo de
alegorías. Hay de todo para simbolizar y formas que simbolizan todo. “Cualquier
trío simboliza la Trinidad, cada detalle formal, cada configuración toma el carácter
de un símbolo y la lectura se hace por último tan complicada y tan polisémica
que los significados buscados se pierden en esa maraña o estridencia semántica.
El libro de Durandus contenía un estudio igualmente detallado y extenuante:
'La iglesia consiste de cuatro paredes, es decir, está construida según la
doctrina de los cuatro evangelistas En los templos de Dios las fundaciones
son la Fe, que escreencia en, cosas no vistas. . . el techo es la caridad que
cubre a una multitud de pecadores'. . .
y así siguiendo, parte por parte.
En 1846 la Sociedad Candem cambió su nombre por el de 'Ecclessiological
Society” y trasladó su sede a Londres donde prosiguió con sus trabajos de
difusión y redactó las normas de un orden 'gótico'' , una
'gramática' de la 'moderna y solicitada' arquitectura
'anglo-gótica'.
En Cambridge se
formó la Cambridge Architectural Society que continuó a su vez la obra de los
eclesiologistas desde un punto de vista más estrictamente arquitectónico.
El eclesiologismo había triunfado, por lo menos en el mundo anglosajón, bajo su
dirección se llegó a estudiar un gótico apto para las colonias inglesas
tropicales. En New York se fundó una sociedad
que, con los mismos fines que la originaria de Cambridge, publicó también su 'New York
Ecclesiologist'.
La difusión del neogótico religioso
William Butterfield (1814-1900) puede ser tomado como el arquitecto que mejor
concretó en obras los ideales de Pugin y de los eclesiologistas; para él el
neogótico es un estilo aceptado, sobre el que toda discusión es superflua y
abandonados los matices polémicos de la opción neoclásico-neogótico, su obra se
concentra en la función que sus edificios debían cumplir, lo que no significa
el abandono de las formas estilísticas medievales, sino su uso directo, aplicado
a la función; más que el estudio y la búsqueda de ejemplos en los edificios
históricos. Aunque en muchas de sus obras más importantes, como la Iglesia de
Todos los Santos, enMargaret Strect, (1849-59), o la Capilla del Colegio Keble
(1873) fueron criticadas por su excesivo decorativismo, el problema principal
que se plantea Butterfield no es formal, de fidelidad estilística a sus
modelos; si lo es el conseguir que el estilo gótico se convierta en el
verdadero estilo de su tiempo y para ello es necesario adecuarlo a la época
vigente.
El estilo ya no puede ser utilizado como un
evocador de una época misteriosa que despierta sensaciones nostálgicas en el
espectador; ni tampoco puede ser considerado como
un instrumento para las reconstrucción de una mejor sociedad, como lo pensó Pugin. Los eclesiologistas
habían abierto el camino para un uso del
gótico como
instrumento funcional: aconsejaron iglesias medievales para poder practicar una
liturgia medieval. A partir de esta fundamentación funcionalista, Butterfield
intenta que su arquitectura se adecue a los tiempos que le tocaron vivir.
Abandonó todas las connotaciones nostálgicas y poéticas y sin abandonar las
formas góticas -que de este modo se desemantizaron- se concentró en dar
respuesta con su arquitectura a las necesidades de la arquitectura religiosa de
su época.
En esta actitud profesional se basa la intensa vida arquitectónica de
Butterfield, y como ocurrió en muchos casos, su propio profesionalismo lo llevó
a adoptar una actitud ecléctica que le permitió no cejar en su preferencia por
el gótico y restaurar un gran número de edificios neoclásicos, fundar el Ateneo
Griego y tener su estudio en los Adelphi, el célebre conjunto neoclásico
proyectado por los hermanos Adam, actitudque hubiera sido herética para Pugin,
quien siempre vivió en entornos neomedievalistas.
Sin embargo, cuando William Morris inició su movimiento de los Arts and Crafts,
Butterfield, se asoció con él para la creación de la Morris Company, dedicada a
la producción y venta de objetos diseñados bajo la inspiración medievalista.
Grande fue la cantidad de obras que construyó Butterfield, entre ellas muchas
iglesias y abadías que hubieran entusiasmado a los primeros arquitectos
neogóticos, pero el consciente abandono del
propósito de emocionar de Butterfield resultó en una cierta
'frialdad'. Quizá sus mejores obras sean esas pequeñas iglesias como las de Langley, en Kent; Wikeham, en Yorkshire y
Milton, en Oxfordshire, todas realizadas después de 1850. Pero, como escribió Paul Thorrison:
'Para la época de Milton, su estilo doméstico se había desarrollado mucho
más allá del
gótico puginta, había producido un pequeño grupo de edificios, que pudo haber
tenido una influencia mayor que otros que él mismo construyó. No había ningún
tipo de antecedentes satisfactorios en la edad media para el diseño de escuelas
para localidades pequeñas, ni para casas parroquiales y los arquitectos
neogóticos estaban obligados a elaborar solos sus propias soluciones de los
problemas de estilo y de planta que estos nuevos temas presentaban. El mismo
Pugin fracasó ante este desafío, pero Butterfield fue capaz de seguir los
principios funcionales de Pugin hasta sus últimas conclusiones lógicas y
desarrollar un estilo arquitectónico secular totalmente nuevo'. (171)
En sus obras,Butterfield mantuvo una actitud típica de todos los arquitectos
neogóticos, buscar una estrecha relación entre la arquitectura y el encuadre
cultural de su época; la trayectoria de su vida personal y la cantidad de
trabajos que le fueron encomendados le alejaron de estas preocupaciones y sus
últimos trabajos no son más que ejercicios decorativistas neogóticos alejados
por igual de sus modelos históricos y de la realidad contemporánea.
“Las esperanzas juveniles de reconquistar una sociedad cristiana, resultaron
ilusiones obvias frente al triunfo de la moda del estilo gótico; aquél a quien
su espíritu de pionero lo había conducido a experimentar con hierro en 1840, se
tornó en 1860 en un pesimista, lleno de disgusto por el progreso victoriano,
por los barcos de hierro, por las exposiciones internacionales, por las
tendencias de los científicos a perder su fe y la tendencia de los clérigos a
perder su sentido común'. (Thompson, 178)