Pablo
Neruda
Sus padres fueron la señora Rosa Basoalto, que murió de tuberculosis cuando
tenía un mes de nacido, y el señor José del Carmen Reyes, quien abandonó el
campo para trabajar como obrero en los diques del puerto de Talcahuano,
hasta alcanzar el cargo de ferroviario en Temuco.
Neruda aprendió a amar la naturaleza en sus años de infancia, durante sus
recorridos en tren hacia la exuberante vegetación de Boroa. La región había
sido en el pasado escenario de enfrentamientos entre los conquistadores
españoles y los araucanos, que con el tiempo fueron despojados de su territorio
y posteriormente aniquilados por los colonos protagonistas de la «pacificación
de la Araucanía». Esas frías y húmedas tierras australes, bordeadas por el más
puro océano Pacífico, emergen en una poética de la desesperanza, de la soledad
del ser humano y del amor, como en Veinte poemas de amor y una canción
desesperada, libro que llevó a su autor a los circuitos internacionales y le
dio una fama similar a la de Rubén Darío, hasta hacerlo merecedor del Premio
Nobel en 1971.
Poema 1
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del
fondo de la tierra.
Fui solo como
un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Perocae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del
pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del
pubis! Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.