BETANCOUR UN HOMBRE CONTRUIDO POR LA CIA.
Rómulo Antonio Betancourt Bello, nació en Guatire el 22 de
febrero de 1908. CONSIDERADO EL PADRE DE LA DEMOCRACIA POR LA HISTORIA ESCRITA
DE UNA EPOCA DOMINADA POR EL IMPERIO YANQUI.
'Si uno entiende lo que significa que un Presidente sea obligado, en su
propio país, a ir a una embajada a pedirle perdón a un
funcionario extranjero, se entendera qué tipo de política
fue la que impuso Betancourt en Venezuela”
“Betancourt fue un hombre totalmente construido por Estados
Unidos”, sentencia el docente e investigador José Sant Roz,
quien desbarata con palabras la leyenda del caudillo adeco como si fuera un
muñeco de terracota: “todo en él es un invento para forjar
a un hombre que pudiera encarnar la política de las
compañías petroleras en la región. Por sí solo,
él nunca hubiese podido ser un dirigente
auténtico, porque no tenía condiciones para lanzarse en un
movimiento revolucionario anclado en nuestras raíces populares”,
arremete.
Sant Roz llega a esta conclusión después de una ardua
investigación que dio vida al libro Rómulo Betancourt, el
procónsul, en el que se propone explicar por qué un hombre que
empezó a militra en el Partido Comunista de Venezuela, terminó
imponiendo un régimen ferozmente anticomunista.
La obra tiene tiene mas de 700 paginas, pero le bastan catorce
parrafos para causar impacto. En la quinta pagina de la
introducción, una cita textual del historiador estadounidense
RobertAlexander revela que la consagración del político
guatireño como “padre de la democracia” fue obra de Estados
Unidos.
“La democracia betancourtista -asegura Alexander- es el complemento
histórico de la obra de Bolívar siendo el uno Padre de la Patria,
y el otro Padre de la Democracia”. La cita es de 1964, último
año del
gobierno del
caudillo adeco, quien para entonces había llevado la represión
contra las organizaciones de izquierda alzadas en armas a extremos criminales.
Tal vez no fue la primera vez que se le dio ese título al fundador de
Acción Democratica, pero Sant Roz asegura que Alexander
colaboraba con la CIA, y que al hacer esa afirmación cumplía con
un guión diseñado para legitimar la llamada “Doctrina
Betancourt”, que fue “un invento de EEUU para quitarse el mote de
intervencionista y suavizar la imagen de ser un país que imponía
dictaduras en América Latina”, asegura.
ÍDOLO FABRICADO
Con la precisión que le da su formación de matematico,
Sant Roz va hilando la historia de quien a sus ojos
fue un líder de laboratorio cuya artífice tiene nombre y
apellido: Frances Grant, una experta en geopolítica, confidente de la
CIA, que se había especializado en América Latina.
Grant concibió una estrategia global orientada a sustituir a los
dictadores de la época por presidentes considerados democraticos,
pero que en realidad eran la cabeza de dictaduras legales. Y para apuntalar esa
política, promovió figuras que pudieran asumir el rol de jefesde
Estado alineados a los intereses de Estados Unidos en la región
“Por eso es que Betancourt aparece como
enemigo de los dictadores de entonces”, asegura el profesor, quien
destaca que esta mujer tuvo tanta influencia en la Casa Blanca,
que de su voluntad dependía la escogencia de los presidentes de buena
parte de los países latinoamericanos. En efecto, Gran también fue
la promotora del peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, del
chileno Eduardo Frei, del puertorriqueño Luis Muñoz Marín
y del costarricense José “Pepe” Fuegures, quienes
posteriormente fueron presidentes de sus respectivos países, acota Sant
Roz.
VIVEZA EN VEZ DE TALENTO
Sant Roz reconoce que no era suficiente con ser el elegido del Departamento de
Estado para hacerse del poder y conservarlo, pero insiste que de eso
dependió la posición que llegó ocupó Betancourt en
la historia, pues “era un hombre con muchas limitaciones, con
pretensiones de historiador y que anhelaba ser escritor, pero tuvo que aceptar
que no tenía condiciones para eso, porque se relacionaba con personajes
como Rómulo Gallegos, Alberto Adriani y Mariano Picón salas, que
estaban muy por encima de su nivel”.
El talento que no tenía lo compensaba con su viveza, con una gran
capacidad para sacarle provecho a las oportunidades que se le presentaban sin
arriesgarse demasiado. Mas que un líder, Betancourt se revela
-bajo la lupa de Sant Roz- como el gran instigador que propicia acciones
extremas pero no aparece amenos que esté seguro de que no hay peligro,
como habría ocurrido en el golpe de Estado del 18 de octubre de 1945
contra Isaías Medina Angarita.
“Cuando tumbaron a Medina nadie sabía si él estaba
metido en el golpe. Había sospechas y rumores,
pero él no apareció sino después, cuando ya todo estaba
consumado. Pero de todas maneras no se monta él, sino que pone a
Rómulo Gallegos como Presidente, aunque es
él quien controla la situación”.
El ardid de escudarse tras la figura de Gallegos, agrega Sant Roz, se
corresponde con la estrategia de Betancourt de usar a
Acción Democratica “como
mascarón de proa a la hora de ejecutar sus planes”, para darle a
su propias jugadas la apariencia de ser acciones mas amplias, con
algún tipo de arraigo popular.
Pero Betancourt no era simplemente un hombre
trapacero, a su astucia se le sumaba una aguda capacidad para comprender los
procesos políticos de su tiempo. “Su ambición de hacerse
con el poder lo llevó a indagar cuales
eran los elementos que debía dominar para imponerse. Eso es lo que lo
mueve a estudiar la historia política de Venezuela”, afirma Sant Roz,
y apunta que esa indagación en el pasado efectivamente lo que le revelo
al hombre de la pipa la clave de todo: el petróleo
“Él descubrió que ya desde tiempos de
Cipriano Castro, el verdadero factor de poder eran las compañías
petroleras y que éstas determinaban el curso de la
política”. Es así como finalmente se
le abre a Betancourt un camino para realizar suproyecto de ser el hombre fuerte
de Venezuela. Y ese camino llevaba directo a Estados
Unidos.
Betancourt, que entendió que el futuro de la política estaba
ligado a la lucha por el control del
petróleo como
fuente de riqueza, se alió sin reservas con los magnates de esta
industria, a quienes literalmente les ofrecería el país.
Corría ya la década de los 50 y hacía unos 40 años
que el legendario monopolio de la Standard Oil había sido desagregado en
varias firmas, entre ellas, la Exxon. Pero “él admiraba la
visión ‘moderna’ de su fundador, John D. Rockefeller, un
hombre que había dicho que la mejor manera de explotar petróleo
de es una dictadura petrolera”, acota.
LA ENTREGA A LOS YANQUIS
El viejo Rockefeller -que llegó a tener en su puño casi el 90% del negocio petrolero de Estados
Unidos- hizo su fortuna en pleno auge del
intervencionismo yanqui, cuando ademas de las petroleras, la banca y las
bananeras de su país compraban territorios, esclavizaban poblaciones y
nombraban presidentes en Nuestra América. Pero aunque en rigor esas
practicas no habían cambiado, la potencia del
Norte estaba abierta a propiciar un nuevo modelo político apuntalado por
gobiernos democraticos.
Esto lo supo ver claramente Betancourt, quien en 1953
envió al Departamento de Estado “un memorando explicativo de su
conducta política, que en realidad es un acto de purificación
para lavarse la mancha de su pasado comunista. Él necesitaba
despejar cualquier duda sobre sulealtad y sus inclinaciones políticas, y
por eso en ese mismo documento les ofrecía a los gringos impulsar un
sistema político-económico que le asegurara a Estados Unidos el
petróleo que ellos necesitaban”, explica el investigador (de este
documento, transcrito casi íntegro en el libro, se pueden leer ver
fragmentos en esta pagina, en el aparte titulado “Un alma para el
diablo”).
El profesor remite a la lectura del “acta de purificación”,
quien para entonces deambulaba entre Nueva York y el Caribe. Ahí, luego
de asegurar que en él los comunistas tienen un
decidido enemigo, declara estar “consciente” de que tiene
“una responsabilidad muy especial dentro del
hemisferio porque del
subsuelo de nuestro país fluye diariamente un millón de barriles
de petróleo, que son indispensables para la reconstrucción de
Europa y la seguridad de América”. Así selló
Betancourt su pacto con el imperio.
EL RITO DE PURIFICACIÓN
La “purificación de Betancourt” evidencia hasta qué
punto su empeño de prevalecer sobre los demas lo llevó a
dejar de lado hasta el mas mínimo escrúpulo, fustiga Sant
Roz. No sólo no tuvo empacho en facilitar la explotación de los
recursos estratégicos del
país, sino que emprendió, sin ningún miramiento una
política de represión criminal de la izquierda
“Él tuvo que aniquilar a la brillante juventud de 1959; se la
entregó en sacrificio a sus amos de Estados Unidos para ganarse el
título de ‘demócrata’ que daba el Departamento de Estado”.Asesinatos,
desapariciones y hacinamiento en campos de concentración -como el de la
Isla del Burro- marcaran su gestión de gobierno y la de
Raúl Leoni. Pero no sera tanto una respuesta a la insurrección
armada de la izquierda, como una línea de acción concertada con
los estadounidenses para derrotar cualquier iniciativa “comunista”
en Venezuela y en la región.
Pero antes de desatar la cacería humana que lo afianzó como “ejemplo de
líder democratico” en el continente, Betancourt “se
ganó su certificado de buena conducta, al defender Richard Nixon durante
su visita a Venezuela”.
El entonces Vicepresidente de EEUU, arribó a
Maiquetía el 13 de mayo de 1959, y desde que se inició el
trayecto a Caracas,
se encontró con manifestaciones populares de rechazo. En avenida Sucre
la caravana en la que viajaba acompañado por el canciller venezolano
Oscar García fue atacada a pedradas. Ni
siquiera pudo llegar al Panteón Nacional, porque una multitud le
trancó el paso.
A esto respondió indignado Rómulo
Betancourt, quien públicamente llamó “bestias
salvajes” a las y los manifestantes, relata el escritor. “Pero
ademas forzó a Rafael Caldera, a Jóvito Villalba y al
propio Wolfgang Larrazabal a ir a la embajada
norteamericana a disculparse con Nixon. Si uno entiende lo que significa que un Presidente sea obligado, en su propio país, a ir a
una embajada a pedirle perdón a un funcionario extranjero, se
entendera qué tipo de política fue la que impuso
Betancourt enVenezuela”, sentencia con elocuencia.
Fue así como quedó consagrada la condición de
procónsul que José Sant Roz le atribuye al adeco
guatireño, quien -a la usanza de la antigua Roma- actuó en
Venezuela como gobernador plenipotenciario de una provincia del imperio.
“Eso le costó a Venezuela
su independencia y la condenó a vivir durante
cuarenta años bajo un régimen anti popular profundamente
dependiente de los intereses de EEUU y sus transnacionales”, asevera.
LAS RAZONES DEL CRIMEN
José Sant Roz
Las razones políticas del anticomunismo del
“proncónsul” son expuestas con claridad en el libro de Sant
Roz. Pero la saña con la que persiguió y aniquiló a toda
una generación parecen responder mas bien a su propio
caracter. Sant Roz vuelve a mencionar las limitaciones
de las que adolecía. “La generación de 1959 fue la
mas valiosa que tuvo el país después de la que
logró la Independencia. Había gente de altísimo vuelo que
estaba muy comprometida con las causas populares, por eso él al
descabezó”.
Del lado en el que él se ubicó había gente de mucho nivel,
como Gallegos y Adriani, reitera el autor, “pero él se dio cuenta
de que la mayoría de esos intelectuales, aunque se la daban de
revolucionarios, no sabían de política, ni estaban dispuestos a
hacer el trabajo necesario para tomar del poder, y él se apropió
de ese espacio. Del otro lado sí tenía adversarios de peso”.
Y fue a esos adversarios a los que persiguió
sin descanso, y con la anuencia de suscontertulios intelectuales, que se
sumaron a su gobierno y apuntalaron sus políticas. No chistaron cuando
el 2 de junio de 1962, en respuesta a la rebelión cívico militar
que se suscitó en Puerto Cabello, “aprovechó para asesinar
a toda la gente que directa o indirectamente participó en el alzamiento.
Nunca se ha dicho la verdad de lo que pasó ese
día; se llegó a hablar de algunos cientos de muertos, pero fueron
muchos mas sacados en camiones y echados en fosa común”,
denuncia Sant Roz.
Así se inició, mediante el terror una desarticulación de
los movimientos populares que suprimió la pluralidad, sostiene el
profesor de la ULA: “Sólo se podía ser adeco o copeyano; lo
otro se pagaba con prisión, tortura y muerte. Llegó un momento en que por las calles deambulaban, enloquecidos,
muchos ex presos políticos, a quienes torturaron hasta desquiciarlos. Muchas familias fueron diezmadas La única defensa que le
quedó a mucha gente acorralada fue negar sus ideas. De ahí
nació la famosa frase de yo no me meto en política. Esa masacre
fue acompañada de un holocausto mental”.-
T/Carlos Ortiz
F/Alberto Corro – Luis Franco – Archivo CO
El investigador y escritor José Sant Roz sostiene que el fundador de
Acción Democratica no tenía condiciones para conducir por
sí solo una revolución política, pero fue promovido por el
Departamento de Estado a cambio de la entrega del petróleo y al promesa
de aniquilar a los comunistas, mandatos que cumplió sin el menor escrúpulo .