Vemos
de este modo que, por diversas vías, van ganando lugar
en Europa unas nuevas reglas de juego económicas que identificamos con el
ascenso del
capitalismo. Recordemos que éste se caracteriza por:
a– predominio del
capital (frente a la tierra o eltrabajo) en la producción.
a– la clase dueña del capital (capitalistas o burgueses) es la
clase dominante en la sociedad.
a– crecimiento del número de obreros (proletarios) que sólo
poseen su fuerza de trabajo.
a– propiedad privada de los medios de producción
(tierra y capital: instalaciones, tierras, maquinaria).
a– mercados “libres”.
Hemos examinado muchos indicios de este ascenso: la importancia que cobra el comercio
internacional (básicamente, capital), el peso de los grandes banqueros
internacionales, el avance de las relaciones de producción capitalistas en la
agricultura (sustitución de comunales por enclosures, de trabajo campesino por
trabajo asalariado) y en la industria (verlagsystem), el ascenso de las
burguesías al poder en Holanda e Inglaterra. Si se piensa bien, incluso los
ejércitos de la Europa moderna, a diferencia de los medievales, responden al
modelo capitalista, no feudal: están basados en soldados de infantería, bien
armados (capital), bien artillados (capital) y que cobran por su trabajo, algo
que hubiera sido impensable para los guerreros feudales (una elite selecta de
caballeros) o incluso los jinetes mongoles o los hunos de Atila. Las causas de
la expansión del capitalismo son debatidas: factores religiosos/intelectuales
para Landes, las presiones introducidas por el desarrollo de un nuevo arte de
la guerra, el papel de los Estados como promotores de la reducción de costes de
transacción (North), el ascenso económico y político de la burguesía comercial
(Marx), el 'milagro” inducido por la competencia entre Estados europeos
(Jones). La complejidad de lacuestión hace que el debate esté lejos de
resolverse.
Formas de trabajo no capitalistas en el mundo moderno
Aunque el trabajo en la Europa occidental se desenvolvía de forma cada vez más
frecuente bajo relaciones contractuales (capitalistas), otros sectores
importantes de la economía, tanto en el continente como en las colonias,
mostraban fórmulas de trabajo forzoso o semilibre muy diferentes. Entre otras.
Esclavitud: el trabajo en las plantaciones de las Antillas y Norteamérica, así como
en varias regiones de América del Sur corría en buena parte a manos de
esclavos, sobre todo de origen africano. Las cifras de las
'importaciones” de la 'trata de negros” (tabla 4.9) hablan de casi 23
millones de africanos capturados y vendidos como mano de obra, un tráfico en el que
participaban por igual portugueses, holandeses, franceses e ingleses. Las condiciones de trabajo en las explotaciones eran de gran
dureza, lo que explica que pese a los esfuerzos de los propietarios en que sus
trabajadores se reprodujeran (el símil con el ganado no sería desafortunado),
fuera necesario reemplazarlos periódicamente en las subastas que celebraban los
tratantes. Especialmente importante fue la mano de obra esclava en las
plantaciones de azúcar de las Antillas y Brasil, y en mucha menor medida en las
de algodón y tabaco de Norteamérica y, aunque su empleo en otras muchas tareas,
especialmente el servicio doméstico, estaba extendido por todo el continente.
Servidumbre de la gleba: el régimen feudal de trabajo servil fue el dominante
de buena parte de Europa del Este, e incluso se reforzó tras la crisis del XVII(segunda servidumbre). Los campesinos eran adscritos de
forma hereditaria a la tierra, que no podían abandonar, y obligados a dedicar un determinado número de jornadas al año a trabajar las
tierras señoriales. En palabras de un tratadista de la
época, era 'costumbre casi común comerciar con los siervos como si fueran caballos o
vacas”. En el distrito de Koczyn (Polonia), las jornadas de trabajo en la
reserva señorial, en su mayoría no remuneradas, se incrementaron en un 50 por 100 entre comienzos del siglo XVII y 1660.
Trabajo forzado en minas y explotaciones agrarias de la
América hispana. Ya se han mencionado las encomiendas, por las que un
encomendero (español), propietario de las tierras, tenía a su cargo un cierto
número de indígenas (encomendados), que debían pagarle tributos en dinero o
especie o trabajar en sus tierras. Un sistema
semejante funcionaba para el trabajo de las minas, bajo el nombre de mita en
Perú o repartimiento de minas en Nueva España que obligaba a los indígenas a
trabajar en las minas (inicialmente en Potosí) un año de cada siete; aunque
cobraban un salario, no podían elegir si trabajaban o no. Servidumbre por
deudas: una parte importante de los primeros colonos ingleses en las colonias
de Virginia (Estados Unidos) eran artesanos o campesinos que habían contraído
deudas y elegían saldarlas trabajando para un
terrateniente o una compañía durante un determinado número de años, sin
percibir un salario por ello (indentured servants).
Hasta aquí la recapitulación de los indicios del ascenso del capitalismo, pero no debemos olvidar que
éste era aúnminoritario incluso a escala europea. Aunque avanzaba en todos los
países, la crisis del XVII lo hizo retroceder en
amplias regiones del Mediterráneo y muy claramente en el Este de Europa. El sistema económico dominante en Europa seguía siendo el
feudalismo. De ahí que este período se describa
a veces como de
transición al capitalismo. Veamos algunos datos al respecto:
a– pese al ascenso del comercio y las ciudades, la agricultura
(especialmente campesina) seguía siendo el sector dominante en la mayor parte
de Europa, en el que trabajaba cerca del 80% de la población activa, y que
generaba una parte equivalente de la renta. Es decir, seguía
siendo la tierra (y no el capital) el principal factor de producción.
a– pese al ascenso de la burguesía en muchas
zonas, la nobleza terrateniente y la aristocracia eclesiástica seguían siendo
las clases dominantes en la mayor parte de los países. Copaban los altos cargos estatales, recibían una parte
sustancial de las rentas agrarias, gozaban de privilegios legales (como los mayorazgos que
les impedían perder sus posesiones aunque se endeudasen, privilegios fiscales,
derechos políticos), y sobre todo imponían sus valores. Estos se basaban en
virtudes heredadas por la sangre, en el desprecio del trabajo manual,
y en el gasto ostentoso. De ahí que en muchos países, incluidas Inglaterra y
Holanda, los burgueses ennoblecidos a menudo abandonaran los negocios, y
compraran tierras e incluso títulos de nobleza.
a– pese al aumento de trabajadores asalariados,
predominaban en Europa los propietarios campesinos (con derechos de propiedad
compartidos con losseñores feudales), los artesanos autónomos de los gremios o
incluso los siervos de la gleba.
a– pese a la difusión de los mercados y el
crédito, buena parte de la economía seguía moviéndose en lógicas de
subsistencia, y no de mercado.
a– pese a la difusión de la propiedad privada,
seguían predominando formas de propiedad no capitalistas: derechos compartidos
sobre la tierra, propiedad amortizada (que no podía salir al mercado) de los
fideicomisos de la nobleza (mayorazgo en Castilla, strict-settlement inglés) y
las manos muertas de la Iglesia, pervivencia de amplias propiedades y derechos
comunales.
a– pese al ascenso de los mecanismos económicos (mercados) en la
distribución de renta, los mecanismos “políticos” (derivados del poder) de
extracción de renta -desde la servidumbre a los diezmos- seguían imperando en
muchas partes de Europa, e implicaban no sólo unos flujos al margen de los
mercados, sino un factor clave de la extrema desigualdad de la riqueza.
En estas circunstancias, difícilmente la división del trabajo y los
mercados (el crecimiento smithiano que sentara las bases para la innovación
tecnológica) podrían avanzar más allá de ciertos límites. Superarlos
exigía avances técnicos, pero también cambios institucionales y sociales.
Quienes ostentaban el poder
social lograron en la mayoría de
las regiones impedir que estos cambios, que comenzaron a vislumbrarse en el
XVI, llegasen a fructificar. Sin cambios revolucionarios del
sistema político no podían producirse las transformaciones institucionales que
interesaban a comerciantes y fabricantes, contra los intereses de
laaristocracia. Esos cambios se produjeron en Inglaterra y Holanda, y estas dos
economías hallaron una respuesta más eficaz a la crisis del
XVII. Más adelante Holanda encontraría obstáculos que la apartarían de la senda
del
crecimiento ininterrumpido que siguió Inglaterra. Pero esa ya
es otra historia.