DISCURSO EN EL ACTO DE ASUNCIÓN COMO
PRESIDENTE ANTE LA ASAMBLEA LEGISLATIVA
(…) en este acto, que tiene por finalidad la toma de posesión del
cargo de Presidente de la Nación Argentina para el que he sido electo,
creo que es necesario poder compartir con ustedes algunas reflexiones
expresando los objetivos de Gobierno y los ejes directrices de gestión
para que el conjunto de la sociedad argentina sepa hacia dónde vamos y
cada uno pueda, a su vez, aportar su colaboración para la
obtención de los fines que los argentinos deberemos imponernos por
encima de cualquier divisa partidaria.
No es necesario hacer un detallado repaso de nuestros males para saber que
nuestro pasado esta pleno de fracasos, dolor, enfrentamientos,
energías mal gastadas en luchas estériles, al punto de enfrentar
seriamente a los dirigentes con sus representados, al punto de enfrentar
seriamente a los argentinos entre sí.
En esas condiciones, debe quedarnos absolutamente
claro que en la República Argentina,
para poder tener futuro y no repetir nuestro pasado, necesitamos enfrentar con
plenitud el desafío del cambio.
Por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión
política, ésta es la oportunidad de la transformación, del
cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del
futuro.
No debemos ni podemos conformarnos los argentinos con
haber elegido un nuevo Gobierno. No debe la dirigencia política agotar
su programa en la obtención de un triunfo
electoral sino, por el contrario, de lo que se trata esde cambiar los
paradigmas de lo que se analiza el éxito o el fracaso de una dirigencia
de un país.
Se intentó reducir la política a la sola obtención de
resultados electorales; el Gobierno, a la mera administración de las
decisiones de los núcleos de poder económico con amplio eco
mediatico, al punto que algunas fuerzas políticas en 1999, se
plantearon el cambio en términos de una gestión mas prolija,
pero siempre en sintonía con aquellos mismos intereses. El resultado no
podía ser otro que el incremento del
desprestigio de la política y el derrumbe del país.
El cambio implica medir el éxito o el fracaso de la
dirigencia desde otra perspectiva. Discursos, diagnósticos sobre
la crisis no bastaran ni seran
suficientes. Se analizaran conductas y los resultados
de las acciones. El éxito se medira
desde la capacidad y la decisión y la eficacia para encarar los cambios.
Concluye en la Argentina
una forma de hacer política y un modo de
cuestionar al Estado. Colapsó el ciclo de anuncios grandilocuentes,
grandes planes seguidos de la frustración por la ausencia de resultados
y sus consecuencias: la desilusión constante, la desesperanza
permanente.
Se necesitara mucho trabajo y esfuerzo plural, diverso
y transversal a los alineamientos partidarios. Hay que
reconciliar a la política, a las instituciones y al Gobierno con la
sociedad.
Por eso, nadie piense que las cosas cambiaran de un
día para otro sólo porque se declamen. Un
cambio que pueda consolidarse necesitara de la sumatoria de hechos
cotidianos que en su persistencia derroten cualquier inmovilismoy un compromiso
activo de la sociedad en ese cambio.
Ningún dirigente, ningún gobernante, por mas capaz que sea,
puede cambiar las cosas si no hay una ciudadanía dispuesta a participar
activamente de ese cambio. Desarmado de
egoísmos individuales o sectoriales, las conciencias y los actos deben
encontrarse en el amplio espacio común de un
proyecto nacional que nos contenga, un espacio donde desde muchas ideas pueda
contribuirse a una finalidad común.
En nuestro proyecto ubicamos en un lugar central la
idea de reconstruir un capitalismo nacional que genere las alternativas que
permitan reinstalar la movilidad social ascendente. No se trata de cerrarse al
mundo, no es un problema de nacionalismo ultramontano,
sino de inteligencia, observación y compromiso con la Nación.
Para eso es preciso promover políticas activas que permitan el
desarrollo y el crecimiento económico del país, la generación de nuevos
puestos de trabajo y la mejor y mas justa distribución del ingreso. Como se comprendera
el Estado cobra en eso un papel principal, en que la
presencia o la ausencia del Estado constituyen toda una actitud
política.
Sabemos que el mercado organiza económicamente, pero
no articula socialmente, debemos hacer que el Estado ponga igualdad allí
donde el mercado excluye y abandona.
Es el Estado el que debe actuar como el gran reparador de las desigualdades
sociales en un trabajo permanente de inclusión y creando oportunidades a
partir del fortalecimiento de la posibilidad de acceso a la educación,
la salud y la vivienda, promoviendo el progreso socialbasado en el esfuerzo y
el trabajo de cada uno.
Actuaremos como lo que
fuimos y seguiremos siendo siempre: hombres y mujeres comunes, que quieren
estar a la altura de las circunstancias asumiendo con dedicación las
grandes responsabilidades que en representación del pueblo se nos confieren.
Estamos dispuestos a encarar junto a la sociedad todas
las reformas necesarias y para ello también utilizaremos los
instrumentos que la Constitución y las leyes contemplan para construir y
expresar la voluntad popular. Vamos a apoyarnos en la Constitución para
construir una nueva legitimidad de las leyes, que vaya mas alla
de la prepotencia del
mas fuerte. Un Estado no puede tener legitimidad si su
pueblo no ratifica el fundamento primario de sus gobernantes. De la misma manera que luchamos contra la pobreza económica
tendremos una conducta sin dobleces para impedir la pobreza cívica.
Sólo cuando el Gobierno se desentiende del pueblo es que
toda la sociedad empobrece, no sólo económicamente sino moral y
culturalmente.
Rechazamos de plano
la identificación entre gobernabilidad e impunidad que algunos
pretenden. Gobernabilidad no es ni puede ser
sinónimo de impunidad. Gobernabilidad no es ni
puede ser sinónimo de acuerdos oscuros, manipulación
política de las instituciones o pactos espurios a espaldas de la
sociedad.
Este combate es una tarea conjunta del Poder Ejecutivo, el Congreso y
el Poder Judicial, pero también de la sociedad porque no podemos ignorar
que es de esa misma sociedad de donde provienen los hombres y mujeres que
integran las institucionespúblicas y privadas. Cambio responsable,
calidad institucional, fortalecimiento del rol de las instituciones con apego a
la Constitución y a la ley y fuerte lucha contra la impunidad y la
corrupción deben presidir no sólo los actos del Gobierno que
comenzaremos sino toda la vida institucional y social de la República.
Queremos ser la generación de argentinos que reinstale la movilidad
social ascendente, pero que también promueva el cambio cultural y moral
que implica el respeto a las normas y las leyes.
Reinstalar la movilidad social ascendente que
caracterizó a la República Argentina requiere comprender que
los problemas de la pobreza no se solucionan desde las políticas
sociales sino desde las políticas económicas. Sabemos que hay que corregir errores y mejorar métodos en la
forma de asignación de la ayuda social. Pero es imprescindible
advertir que la tragedia cívica del
clientelismo político no es producto de la asistencia social como gestión de Estado, sino de la
desocupación como
consecuencia de un modelo económico. En nuestro país la aparición
de la figura del
cliente político es coetanea con la del desocupado. Mientras en la
República Argentina
hubo trabajo, nadie fue rehén de un dirigente
partidario.
Al drama de la desaparición del
trabajo y el esfuerzo como el gran articulador
social, se sumó el derrumbe de la educación argentina. No
hay un factor mayor de cohesión y desarrollo humano que promueva
mas la inclusión que el aseguramiento de las condiciones de
acceso a la educación, formidable herramienta que construye identidad
nacional yunidad cultural, presupuestos basicos de cualquier país
que quiera ser Nación.
Una sociedad como
la que queremos promover debe basarse en el conocimiento y en el acceso de
todos a ese conocimiento.
La igualdad educativa es para nosotros un principio
irrenunciable no sólo como actitud
ética, sino esencialmente como
responsabilidad institucional. Debemos garantizar que un
chico del Norte
argentino tenga la misma calidad educativa que un alumno de la Capital Federal.
Garantizar la igualdad educativa de norte a sur es aportar a
la formación de una verdadera conciencia e identidad nacional.
Una sociedad con elevados índices de desigualdad, empobrecimiento,
desintegración familiar, falta de fe y
horizontes para la juventud, con impunidad e irresponsabilidad, siempre
sera escenario de altos niveles de inseguridad y violencia. Una sociedad
dedicada a la producción y proveedora de empleo digno para todos
resultara un indispensable apoyo para el
combate contra el delito.
Para comprender la problematica de la seguridad encontramos soluciones
que no sólo se deben leer en el Código Penal, hay que leer
también la Constitución Nacional en sus artículos 14 y 14
bis, cuando establecen como derechos de todos los habitantes de la Nación
el derecho al trabajo, a la retribución justa, a las condiciones dignas
y equitativas de labor, a las jubilaciones y pensiones móviles, al
seguro social obligatorio, a la compensación económica familiar y
al acceso a una vivienda digna, entre otros.
La paz social, el respeto a la ley, a la defensa de la vida y la dignidad
sonderechos inalienables de todos los argentinos.
En el plano
de la economía es donde mas se necesita que el Estado se
reconcilie con la sociedad. El objetivo basico de la política
económica sera el de asegurar un
crecimiento estable, que permita una expansión de la actividad y del empleo constante,
sin las muy fuertes y bruscas oscilaciones de los últimos años.
Nuestro país debe estar abierto al mundo, pero abierto al mundo de una
manera realista, dispuesto a competir en el marco de
políticas de preferencia regional y fundamentalmente a través del
MERCOSUR y de políticas cambiarias flexibles acordes a nuestras
productividades relativas y a las circunstancias del contexto internacional.
Al contrario del
modelo de ajuste permanente, el consumo interno estara en el centro de nuestra
estrategia de expansión.
En nuestro proyecto nacional trabajaremos de la única manera seria que
es crear un círculo virtuoso donde la masa de
recursos crece –crece si la producción crece- y la producción
aumenta si también lo hace la masa de recursos.
Tenemos que volver a planificar y ejecutar obra pública en la Argentina, para desmentir con hechos el discurso
único del
neoliberalismo que las estigmatizó como
gasto público improductivo. No estamos inventando nada nuevo, los
Estados Unidos en la década del
treinta superaron la crisis económica financiera mas profunda del siglo que tuvieron
de esa manera.
Este modelo de producción, trabajo y crecimiento sustentable y con
reglas claras, generara recursos fiscales,
solvencia macroeconómica y sustentabilidad fiscal creandolas condiciones
para generar nuevo y mayor valor agregado, tienen ademas que permitir
negociar con racionalidad para lograr una reducción de la deuda externa.
Creciendo nuestra economía crecera nuestra
capacidad de pago.
Desde este proyecto nacional la República Argentina se integrara al mundo dando
pasos concretos hacia consensos políticos basados en el fortalecimiento del derecho
internacional, el respeto a nuestras convicciones, la historia y las
prioridades nacionales. Partidarios hacia la política mundial de la
multilateralidad como
somos, no debe esperarse de nosotros alineamientos automaticos sino
relaciones serias, maduras y racionales que respeten las dignidades que los
países tienen.
Nuestra prioridad en política exterior sera la
construcción de una América Latina políticamente estable,
próspera, unida, con bases en los ideales de democracia y de justicia
social.
El MERCOSUR y la integración latinoamericana, deben ser parte de un
verdadero proyecto político regional y nuestra alianza
estratégica con el MERCOSUR, que debe profundizarse hacia otros aspectos
institucionales que deben acompañar la integración
económica, y ampliarse abarcando a nuevos miembros latinoamericanos, se ubicara
entre los primeros puntos de nuestra agenda regional.
Pensamos el mundo en argentino, desde un modelo
propio. Este proyecto nacional que expresamos, convoca a todos y cada uno de
los ciudadanos argentinos y por encima y por fuera de los alineamientos
partidarios a poner mano a la obra de este trabajo de
refundar la patria.
Formo parte de unageneración diezmada, castigada con dolorosas
ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y
convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa
Rosada.
No creo en el axioma de que cuando se gobierna se cambia convicción por
pragmatismo. Eso constituye en verdad un ejercicio de
hipocresía y cinismo. Soñé toda mi vida
que éste, nuestro país, se podía cambiar para bien.
Poniendo en una bisagra la historia, con mis verdades relativas, en las que
creo profundamente pero que sé que se deben integrar con las de ustedes
para producir frutos genuinos, espero la ayuda de vuestro aporte.
No he pedido ni solicitaré cheques en blanco.
Vengo, en cambio, a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia
identidad como pueblo y como Nación; vengo a proponerles un sueño
que es la construcción de la verdad y la Justicia; vengo a proponerles
un sueño que es el de volver a tener una Argentina con todos y para
todos. Les vengo a proponer que recordemos los sueños de nuestros
patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y pioneros, de nuestra
generación que puso todo y dejó todo pensando en un país de iguales. Pero sé y estoy convencido
de que en esta simbiosis histórica vamos a
encontrar el país que nos merecemos los argentinos. Vengo a proponerles un sueño: quiero una Argentina
unida, quiero una Argentina
normal, quiero que seamos un país serio, pero, ademas, quiero un
país mas justo. Anhelo que por estos caminos se levante a la faz
de la Tierra una nueva y gloriosa Nación: la nuestra.
Muchas gracias. ¡Viva la patria!