Eduardo Casanova
El Paraíso Burlado (Venezuela
desde 1498 hasta 2008)
I El Paraíso Partido (Venezuela
antes de la Independencia)
El Día de Caracas ¿Y la fecha? Eso sí que no lo sabe
nadie, pero no debe ser tan difícil adivinarla. Sabemos que Losada
arribó a El Valle (que como vimos fue de la Pascua porque llegaron en
Pascua Florida) el tres de abril y que en torno al seis estaban aún en
el sitio, y que desde allí envió grupos a explorar y tratar de
'pacificar' a los tarmas, que ocupaban lo que hoy es El Junquito. No
debe haberse quedado en El Valle coleccionando mariposas. Debe haber buscado un sitio a propósito para establecerse,
y el lugar que le gustó fue el que hoy es la Plaza Bolívar, al
que llegaron después de avanzar con todas las precauciones imaginables,
por la margen izquierda del
río El Valle, hasta su confluencia con el Guaire. Allí no
quisieron ir a la derecha porque eran las tierras de Chacao, a quien
sabían hostil y en cambio buscaron el camino que podía acercarlos
al mar, por lo que se aproximaron a donde la montaña del
Norte era menos alta, sin ir mucho mas alla porque podían
toparse de nuevo con Guacaipuro y los
teques o los tarmas. Al llegar al
Catuche doblaron hacia el Norte, para acercarse a los cerros y tener siempre la
posibilidad de agua. A medio camino entre el Guaire y el cerro se
detuvieron a acampar,tomaron las precauciones del caso. A la
mañana siguiente Losada decidió, luego de la misa que en honor de
San Mauricio habían dicho los dos capellanes (Puente y García)
que allí se establecería la población que lo
tendría por fundador. A mediodía cambió de idea, aunque el
sitio de todas maneras se marcó porque allí se había
oído la primera misa, y se decidió por otro, unos cien pasos
mas abajo y hacia el Este, y ése fue el lugar en donde, en
definitiva, fundó Santiago de León de Caracas, que era
'Santiago de León' por la orden caballeresca a la que pertenecía
don Diego, y Caracas porque así habían denominado el valle en
donde estaban. A partir de ese lugar ordenó que se ubicara la iglesia
que sería la catedral, la casa de gobierno, las calles principales, y es
hasta posible, que como ya no era un muchacho y sí tenía mucho de
voluntarioso, él se fuera a vivir en las afueras, en un rancho que se
hizo sobre un barranco que daba al Catuche, porque le daba la gana. El sitio no fue el mas afortunado. Hubiera sido mucho
mejor el lugar en donde doblaron a la izquierda, donde se encuentran las aguas del
Guaire y el Valle, y de allí un poco al Norte. La praxis ha corregido ese error, y hoy, en lo comercial, el verdadero centro de Caracas esta por
los lados de Sabana Grande o de Chacao. Allí el valle
es mucho mas amplio y se domina mas espacio. Casi
cuatrosiglos se tardó en corregir el error de Losada, el fundador, y de
Diego de Henares, el primer urbanista de Caracas,
que demostró ser muy malo en su metier como casi todos los urbanistas que han actuado
en Caracas. Pero nos estamos olvidando otra vez de la fecha, que es importante.
No nos proponemos obligar a nadie a que cambie el
Día de Caracas. En 1967, cuando se
celebraba el Cuatricentenario de la fundación de la ciudad, alguien tan
arbitrario como yo
decidió que sería el 25 de julio, día de Santiago, y eso esta bien. ¿No
cambiaron los papas, por un error de un monje o porque
les convenía, el día del
nacimiento de Cristo? Y el nacimiento de Cristo, aunque se disgusten los
incrédulos, es mas importante que la fecha en que don Diego de
Losada fundó a Caracas, si es que la fundó. No creo que sea nada
aventurado asegurar que Caracas se fundó
el lunes 14 de abril de 1567, y que don Diego de Losada, al enterarse de que el
santo de ese día tenía un nombre que no
le gustaba, decidió que la villa se llamara como empezó a llamarse desde entonces,
porque lo de Santiago le sonó bonito. Es, y lo
declaro, una verdad incontrovertible, aunque no haya sido así. Ha
podido serlo, y es mas que suficiente. Lo que ocurre en realidad es que
no hay prueba documental que determine en qué momento, entre abril y
septiembre de aquel año, se efectuó. La únicaprueba
sería el Acta de fundación, que simplemente no existe, o bien
porque no se hizo o, como es mas probable, porque
fue robada por unos piratas franceses en septiembre de 1567, que es lo que
complica todo. La fecha, como día de la Villa, se adoptó simple y
llanamente porque es el día de Santiago, y Santiago fue el patrono de la
ciudad desde el día de su fundación, sea cual sea o haya sido.
Quiza lo mas importante de la fundación de la futura
capital de Venezuela fue su emplazamiento, el sitio en donde Losada
decidió inventarla, que es el mismo en el que lo intentaron otros. Hay
todavía en Venezuela lugares parecidos a lo que debe haber sido Caracas
en 1567, como el enorme valle paralelo al mar que hay en el Estado
Falcón, al Sur de Coro, en la Serranía San Luis, en donde
esta la población de La Cruz de Taratara, que le quita el aliento
a todo el que lo vea, a cualquier hora del día. Y no
lejos de allí hay otros sitios de vegetación luminosa que
aún le cantan a la vida. Quien se detenga a mirar, sin apuro,
esas regiones, entiende, pues, por qué los españoles se
empeñaron en asentarse en el valle de Caracas y por qué los
indígenas hicieron cuanto les fue posible por no permitirlo. Y entiende
por qué, a lo largo de cuatro o cinco siglos, la Historia se ha
empeñado en quedarse también en el lugar a pesar de que abajo, en
el valle, el humo de lacontaminación y el ruido de la mala
educación parezcan imponerse: La Historia no es obra de maquinas,
sino de seres humanos que ven y que escuchan, y la misma fascinación que
en 1567 ejerció el paisaje sobre aquellos conquistadores duros y
decididos, secundones educados para ser príncipes y condenados por la
realidad a no serlo, salvo si alcanzaban el éxito (y sobrevivían
para contarlo) en las Indias; logreros, aventureros y hasta delincuentes, que
purgaban, con el viaje a los nuevos territorios conquistados para el rey y para
la nación española, los delitos que cometieron en su España
natal, la ha seguido ejerciendo sobre las almas sensibles a durante los
mas de cuatro siglos que han pasado desde que don Diego de Losada,
según algunos que ni lo vieron ni lo saben, cumplió con los ritos
y ceremonias indispensables para fundar una ciudad y sumar estas tierras a las
posesiones del monarca español y sus herederos por varias generaciones.
Para algunos historiadores e investigadores, la ceremonia del conquistador, la
fundación de la ciudad propiamente dicha, con sus ritos y sus pompas,
tuvo que ser en lo que hoy es la Plaza Bolívar y antiguamente fue Plaza
Mayor o Plaza de Armas, porque lo usual en esos tiempos era que el sitio del
asentamiento se tomara como centro preciso de la población, y la
pequeña ciudad se edificó en torno a esa manzana,según
puede verse en el croquis de Juan de Pimentel (Primer Plano de Caracas
–1578– , en la Relación de don Juan de Pimentel, primer
gobernador de la provincia de Caracas, cuyo original se conserva en el Archivo
de Indias, en Sevilla, España), que se hizo once años
después de la llegada de Losada. La plaza esta en el medio
exacto; a su derecha (Noreste) se indica que hay una iglesia (donde hoy
esta la Catedral, que es la esquina de La Torre), al Norte, y hacia la
izquierda, en lo que hoy es la esquina de Principal, se dice que esta la
Casa del Cabildo, que lindaría también por el Norte con la
iglesia de San Sebastian, puesta allí por Losada y en la que,
según la tradición, se ofició la primera misa
caraqueña, lo cual hace pensar a otros que fue allí en donde se
fundó Caracas. Hay cuatro calles de Este a
Oeste y cuatro de Norte a Sur. El borde Norte, que sería la quinta
calle, termina en la actual esquina de Abanico, y sería por ahí,
justamente, ya fuera del plano de Pimentel, en donde habría
estado la casa de Diego de Losada, que para otros debe haber sido el lugar de
la fundación. Hoy en día ocupa buena parte de esa parcela un
edificio nada agraciado, llamado 'Don Diego de Lozada' (sic. con Z) y
sería el único recuerdo que la ciudad ha dejado de su fundador en
el sitio en que vivió, puesto que una placa que estuvo en el
angulo nordeste dela esquina de Maturín, de la cual nos da
razón Enrique Bernardo Núñez en La Ciudad de los Techos
Rojos, desapareció como tantas, demasiadas cosas en la Venezuela
petrolera. También en el Plano de La Ciudad de Santiago de León
de Caracas en el año 1810 según apuntaciones del Illmo. Señor Don Mariano Martí y planos de F. de Pons; A.J.
Jesurun y otros historiadores é ingenieros; desde 1771 hasta 1843.
Caracas, 19 de abril de 1910. Por: E. Mendoza
Solar, que aparece reproducido entre las paginas 176 y 177 de la 4a.
Edición de la obra mencionada de Enrique Bernardo Núñez
(Núñez, Enrique Bernardo, La Ciudad de los techos Rojos, Cuarta
Edición, Concejo Municipal de Caracas, Venezuela, 1978. Esos primeros
planos de la ciudad aparecen reproducidos en numerosas obras sobre Caracas), esta claramente señalado, con el
número 26, el sitio que ocupó la casa de Losada y que, en efecto,
estaría fuera del
perímetro del plano de Pimentel. En el mismo plano, con el
número 14, se ubica la Iglesia de San Mauricio y San Sebastian,
hoy Santa Capilla, ordenada, según la tradición por don Diego, y
con el número 1, la 'Iglesia parroquial de Catedral'. Los
argumentos que se han esgrimido en defensa de las tres
tesis son todos muy validos. En efecto, tienen razón los que
sostienen que la ceremonia debe haberse cumplido en la esquina de La Torre,
puesto que allí seubicó el templo principal de la ciudad y
también la Plaza Mayor o Plaza de Armas, conforme a lo que era
tradición en aquellos tiempos de fundadores; pero también tienen
razón los que sostienen que debe haber sido en lo que hoy es Santa
Capilla, puesto que la tradición recoge (y así lo certifica una
Placa colocada a la izquierda de la nave Norte de la actual Santa Capilla) que
allí se ofició la primera misa caraqueña, que
necesariamente tendría que estar ligada a la ceremonia de la
fundación; y también andan bien encaminados los que sostienen que
debe haber sido mas al Norte y al Oriente, en donde estuvo la casa de
Diego de Losada, hipótesis que se ve casi confirmada (aun cuando no es
precisamente un dato científico) por el mismo plano de E. Mendoza Solar,
que ubica la 'primera calle de Caracas' exactamente allí, en
la esquina de Maturín, hacia el Este y el Norte, desde donde hace un
sesgo poco explicable hacia el Noreste. Sin embargo, la prensa, al
reseñar las excavaciones y la restauración del edificio
construido en 1884 en donde ahora esta el Museo Diocesano de Caracas, ha
dicho que se ha sacado a la luz la verdadera primera calle de Caracas, que
puede haber estado al Sur de la Catedral, en donde un cementerio, el primero
que tuvo la aldea cuando empezó a crecer al pie del Wariare-pano, parece
adosado a los muros externos de la iglesia en unsitio que hoy luce como a caballo
en el tiempo. Es mas sensato creer que la primera calle estuvo en donde
esta la catedral, que debe haber sido el lugar
en que se hizo, si se hizo, la ceremonial de la fundación. Luis Alberto
Sucre en una nota de pie de pagina de su libro Gobernadores y Capitanes
Generales de Venezuela (1928) desestima la tesis de Landaeta Rosales,
según la cual la casa de Losada pudiera estar en la esquina de
Maturín, sobre todo porque una de las reglas militares de la
época, para acampar, era situar las tiendas en el centro del campamento,
lejos de los atrincheramientos y fosos, y en este caso debemos tener por tales
a las quebradas de Catuche y Caroata (Sucre, Luis Alberto, Op. Cit., Nota 1,
pp. 72-73). No es un argumento demasiado sólido
si se toma en cuenta que don Diego de Losada no fue precisamente un
auténtico ortodoxo, sino un hombre voluntarioso y
hasta arbitrario. El propio Enrique Bernardo Núñez, uno de los
mas ilustres Cronistas de Caracas, no aclara lo relativo a la
fundación de la ciudad: “En las veinticuatro manzanas del plano de Juan de Pimentel, la esquina de
Maturín o el barranco que ahí existía quedaba fuera de
poblado. Graves investigadores se han valido de esta circunstancia para negar
lo que Arístides Rojas asevera en su Cuadrilatero Histórico
–la ciudadela de doce manzanas comprendidas entre la plazade Altagracia y
la esquina de Maturín y las de Traposos y la Bolsa–, que la casa
del fundador de Caracas, Diego de Losada, estuvo en la esquina de
Maturín, morada del capitan Pedro Ruiz de Arguinzones en 1677.
Basan su negativa en el hecho de que el centro de la ciudad era o es la Plaza
Mayor, hoy Bolívar, y el campamento, conforme a las reglas militares,
debía hallarse en el centro. Mal podía el jefe del ejército –dicen– vivir
fuera del
poblado. Sin tomar parte en uno u otro bando, es de advertir que el centro
de la ciudad en aquel tiempo, el campamento de los conquistadores, bien
podría estar en la plaza o en cualquier otro sitio. La razón de
que Losada eligió aquel barranco por estar cerca del agua –lo
cual consideran sin importancia– parece decisiva. Una de las costumbres
militares de estas Indias
era la de establecer el campamento cerca del agua, por el temor de que los indios la
emponzoñaran, como
aconteció a Francisco Fajardo en su primer establecimiento de la costa. Puede comprobarse en el mismo relato de Oviedo. Al pasar la loma de Terepaima
o de las Cocuizas, en su avance sobre el valle de San Francisco, Losada acampa
en una loma, 'logrando la conveniencia de una aguada que se descubría en
la ceja de un montecillo', etc. () Asimismo consideran insignificante la
razón –dada por Manuel Landaeta Rosales– de que la esquina
deMaturín era excelente posición estratégica. Estaba
allí al abrigo de las barrancas de Catuche y podía dominar hacia
oriente el camino que conduce a Galipan y a la Costa, y al oeste, el de
Catia y sus colinas, por donde asaltaban los teques, tarmas y taramaynas. Otros
dicen que la casa del conquistador estuvo en la esquina de Santa Capilla o de
San Sebastian, frente a la ermita que mandó erigir, como se sabe,
por el voto hecho en Nirgua 'al invicto martir de ese nombre, acogido
como abogado contra las flechas de los indios'. Esto sin contar que la
fundación de Losada empezó, según la descripción del
mismo Pimentel, en las cercanías del Catuche o Catuchaquao. Sea lo que
fuere, Losada no se estuvo quieto durante los dos
años escasos que permaneció en Caracas'. (Núñez, Enrique
Bernardo, Op. Cit., pp. 27-28) Sin tomar parte en uno u otro bando, tiendo a
creer que, puesto que nunca podremos saber la fecha exacta, no tiene sentido
discutir en qué lugar exacto fue la ceremonia de fundación de la
ciudad, si es que la hubo. Carmen Clemente Travieso, a partir de la
descripción hecha por el capitan D. Bernardo de Vargas Machuca
(publicada en Madrid en 1892), da una serie de detalles de la ceremonia que
cumplían los Conquistadores, previamente autorizados para tomar
posesión en nombre de 'Su Magestad el Rey' de territorios que
se proponían evangelizar. Diceque 'la fundación de una
ciudad era sencilla: 'un pregonero publicaba los poderes necesarios para la
fundación en presencia de los pobladores y testigos que habían de
firmar el Acta; luego se contaba con la libre voluntad de los vecinos que
'querían poblar e bien e con seguridad' en tal parte y sitio determinado;
hecho esto se ponía el nombre que debía llevar la
población y fijando en el Padrón, se declaraba establecida y
fundada la ciudad en nombre de Su Magestad el Rey de España y de la
nación española' 'Arbolado el rollo, el Capitan echaba
mano a la espalda (sic) y delante de testigos y pobladores, tocaba por dos
veces el Padrón retando a los presentes en estos o parecidos
términos: 'Si alguno es tan osado y villano que contradijere este muy
grande acto por el cual tomo posesión de este territorio y provincia en
nombre de Su Magestad el Rey de España que Dios guarde, y para gloria de
Dios Nuestro Señor, que comparezca y lo
diga' 'La frase era repetida tres veces y la señal de posesión
era dada por el caudillo, quien cortaba con su espada las plantas y yerbas del sitio elegido para
la ciudad. Luego todo se hacía constar en el Acta.
Después se ejecutaba la 'ceremonia de protestación' de la manera
siguiente: 'El caudillo toma un cuchillo, lo hinca en el rollo y dice a los
presentes: 'Caballeros, soldados y compañeros míos y los
quepresentes estais, aquí señalo horca y cuchillo, fundo y
sitio la ciudad la cual guarde Dios por largos años con aditamento de
reedificarla en la parte que mas conviniere, la cual pueblo en nombre de
su magestad y en su real nombre guardaré y mantendré en paz y
justicia a todos los españoles, conquistadores, vecinos y habitantes y
forasteros y a todos los naturales' (Clemente Travieso, Carmen, Las
Esquinas de Caracas, 3a. Edición, Caracas,
Venezuela,
1973, pp. 27-28). También en torno a la fecha y lugar de la
fundación de la futura capital, Carmen Clemente Travieso, que aunque no
fue historiadora y en cambio sí muy amiga de inventar, cita a Oviedo y
Baños, que en su Historia de la Conquista y Población de la
Provincia de Venezuela, dice: 'El día en que Losada ejecutó
esa fundación es tan ignorado en lo presente, que no han bastado mis
diligencias para averiguarlo con certeza, pues ni hay persona anciana que lo
sepa, ni archivo antiguo que lo diga; y cuando pensé hallar en los
libros del Cabildo expresa con claridad esta circunstancia, habiéndolos
reconocido con cuidado los encontré tan diminutos y faltos de las
noticias de aquellos años, que los papeles mas antiguos que
contienen son del tiempo que gobernó Don Juan de Pimentel'
(Clemente Travieso, Carmen, Op. Cit., pp. 9-10). Vemos pues, que, muy a lo
español, hay todo un
ceremonialenredadísimo que cumplir, pero también un Acta que
llenar y firmar. De ceremonias no cumplidas o cumplidas a medias y sin
convicción, pero certificadas por actas mentirosas, estan
repletos el Archivo de Indias, todos los archivos de España y todos los
de los países que surgieron de la América española. En las
Actas de Nacimiento se afirma solemnemente que el funcionario (Jefe Civil o
Alcalde o Jefe de Policía o cualquier otro título que se le
endilgue) vio, palpó y casi que le cambió los pañales al
crío que le fue presentado, cuando por lo general el funcionario se
limitó a firmar lo que le puso por delante un amanuense, que apenas vio
un papel que llevó al padre o quien haya cumplido con la formalidad
burocratica de presentar al niño. Las Actas de matrimonio narran
en Venezuela que in
continenti el interrogado respondió en voz alta,
clara e inteligible 'Sí, la acepto', cuando por lo general,
por el nerviosismo o la emoción del
momento, el futuro esposo a duras penas alcanza a musitar un lastimero
'sí', cuando no un 'mhm' que a duras penas escucha
la futura esposa. Por otra parte, casi toda la discusión se basa en el
sitio de residencia de don Diego, y en que no se ha podido encontrar forma de
probar que la fundación se hizo en tal o cual
sitio o en una determinada fecha. No es de extrañar, pues, que don Diego
no fundara en absoluto la ciudad, sinoque se estableciera en el sitio, a
resguardo de los indígenas, junto a un barranco que daba a las aguas del
Catuche; y que también mandara a hacer un templo en honor de San
Sebastian, pues como buen español no podía dejar de ser
supersticioso; y que ordenara que en el sitio de La Torre se hiciera la iglesia
principal y frente a ella la Plaza Mayor, que sería el centro del burgo.
Y que después, luego de chasquear los dedos, se acordara de que
había que 'fundar', y a alguno de sus subalternos (¿por
qué no a su sobrino y partidario Gonzalo de Osorio?) le ordenara llenar
el Acta, si es que acaso se hizo alguna vez, para que todo quedara en paz con
Dios y con el rey. El Acta, si la hubo, fue robada por los piratas franceses, y
allí nació todo este lío. Si es
que lo hay. No olvidemos que don Diego, luego de triunfar en donde otros
habían fracasado, después de probarse excelente soldado y buen
caudillo, dedicó no pocos esfuerzos a lo que Isaac J. Pardo ha llamado,
con toda razón,
'las marramucias del tinterillo' (Pardo, Isaac J., Op. Cit., p. 164.
'Tinterillo' se usa
en su acepción americana,
de picapleitos, persona que sin tener verdadero criterio jurídico cree
ceñirse a la letra de la Ley, cuando en realidad ignora el fondo. Es sinónimo de 'leguleyo'). Le
siguió a Guacaipuro (cuyo nombre era así, sin 'i' entre
la 'c' y la 'a'), como
si setratara de un súbdito del
monarca español, un juicio in absentia, en el que, desde luego, la
condena no se hizo esperar. A partir de esa condena, ordenó su captura,
que no fue posible, pues el cacique indio prefirió la muerte heroica a la
prisión denigrante, con lo que su nombre entró a la Historia de
Venezuela y de América; luego arrestó a otros caciques y
combatientes indígenas y de manera artera los hizo empalar, lo cual dio
pie a Francisco Infante y otros españoles para que corrieran, armados de
pruebas, a visitar al gobernador Ponce de León y denunciar las
tropelías del fundador, de resultas de lo cual, el fundador fue
desplazado por uno de los hijos del gobernador, en un curioso acto de justicia
en favor de los indios despojados y traicionados, que seguramente celebraron
muy poco tal victoria moral. De allí en adelante, Losada no
recuperaría jamas su posición, que al parecer venía
ya amenazada desde el comienzo, no sólo por la presencia en su partida
de tres hijos del
gobernador Ponce de León, sino por la de Francisco Infante, que
habría de ser su rival y quien lo derrotara en la practica. Isaac
J. Pardo opina sobre esta primera intriga en la futura capital de Venezuela que
al nombrar como alcaldes a su sobrino Osorio y a Francisco Infante, Losada
partió la vida de la ciudad en dos corrientes (Pardo, Isaac J., Op.
Cit., p. 180). Infanteno era precisamente un angel del cielo: Una de sus
proezas fue la de robarle al cacique Baruta una vasta porción de terreno
para hacer en ella un hato, aun cuando se trataba de tierras encomendadas a
Alonso Andrea de Ledesma, que sin esperar nada bueno de Infante planteó
querella en defensa de sus 'derechos', y quiza con la mente
puesta en lograr dote para poder casar a sus hijas. Un hecho curioso, expuesto
por el autor de Gobernadores y Capitanes Generales, el historiador Luis Alberto
Sucre, en 1924, en un trabajo publicado con motivo del centenario de la batalla
de Ayacucho, es el que tanto Simón Bolívar como Antonio
José de Sucre, las dos mayores glorias de América, eran
descendientes directos de Francisco Infante: Bolívar porque su sexto
abuelo era Francisco Infante el Mozo, y Sucre porque su sexta abuela era
doña Francisca de Rojas, que también era hija legítima del
conquistador Infante (Sucre, Luis Alberto, Bolívar y Sucre Unidos por el
Linaje y por la Gloria, Tipografía Americana, Caracas, Venezuela, 1924).
Entre los descendientes de Diego de Losada hubo muchísimos
próceres venezolanos, como
el primer presidente del país,
Cristóbal Mendoza (Suarez, Ramón Darío, Historial
genealógico del
Doctor Cristóbal Mendoza, 1772-1829. Sociedad Bolivariana de Venezuela,
Caracas, Venezuela, 1972) y el famoso Diablo Briceño, (Antonio
Nicolas Briceño(1782-1813), que también era pariente de
Simón Bolívar por otro linaje, pues ambos, tal como
Cristóbal Mendoza, descendían del conquistador Sancho
Briceño (1506-1565)) que terminó enemistado con Bolívar, y
no por razones genéticas, puesto que Bolívar también era
de los descendientes de Losada y los de Infante, como puede serlo una cuarta o
quinta parte de los venezolanos con genes españoles, mezclados o no con
genes indígenas o africanos, pues una simple operación
matematica (222= 4.194.304) demuestra que si dos hijos de Losada o de
Infante llegaron a la madurez, y cada uno de sus descendientes (hombres o
mujeres) hasta la vigésima segunda generación, que en este caso
podría corresponder a nuestro tiempo, tuvo a su vez, en promedio, un par
de hijos, en la actualidad, luego de veinte y tantas generaciones, puede haber
en Venezuela mas de cuatro millones de descendientes directos de Losada
y de Infante o de Losada o Infante, los protagonistas de esa primera intriga
caraqueña. Todo lo cual viene a reforzar la tesis de que la
fundación de Caracas no se efectuó; pues, sin caer en el curioso
determinismo histórico del psiquiatra y novelista Francisco Herrera
Luque (Herrera Luque, Francisco, Los Viajeros de Indias, Imprenta Nacional,
Caracas, Venezuela, 1961), que utilizó fórmulas rituales, entre
otros
recursos, en su intento por probar sutesis de que todos los descendientes de
conquistadores (que deben cubrir un setenta por ciento de la población
de la América latina, sobre todo en las provincias pobres, como lo fue
la nuestra) son o pueden ser definitivamente locos, no es difícil entender
que mucho del caracter nacional, como la política intrigante, el
'tinterillismo', (Se entiende ahora 'tinterillismo' como
palabra derivada no sólo del americanismo 'tinterillo', sino
de 'tinterillada', que significa mentira o embuste) el desorden y el
falso respeto por las instituciones que en realidad se desprecian o se saltan a
la torera, debe partir de las características individuales de aquellos
conquistadores, buscadores de lugares magicos, como aquél que
deben haber inventado los indígenas para quitarse de encima esos seres
avidos de metales preciosos (El Dorado, cuyo nombre posiblemente haya
nacido de la leyenda de un cacique que se bañaba en polvo de oro todos
los días, y que vivía en una ciudad que era toda de oro y piedras
preciosas), y de caminos que los llevaran al sitio que la suerte les
había negado al nacer; en especial de alguien tan apasionado y
consciente de su origen caballeresco, en los tiempos en que la
caballería se había venido a menos y ya era objeto de burlas (y
de obras maestras nacidas de esas burlas), como lo fue Diego de Losada, que
murió oscuramente en tierras delo que hoy se llama Estado Lara,
claramente ofendido por no haber logrado que se le ratificara el mando en la
villa que había fundado, y posiblemente muy consciente de que esa villa
tenía, en su medio, menguado pero lleno de esperanzas, un gran porvenir.
En resumidas cuentas, no es nada difícil imaginar que un hombre
valiente, trepador, talentoso, nacido en cuna ilustre pero condenado a quedarse
a medio camino si no demostraba ser, como lo demostró, audaz y
atrabiliario, y ademas partidario de hacer las cosas a su manera, no
haya cumplido con las ceremonias que otros, como Infante y los de su partido,
que tanto se le parecían, querían hacer creer que consideraban
indispensables, y que esa haya sido una de las verdaderas causas (o excusas) de
que lo denunciaran ante Ponce de León. Así deben haber nacido las facciones, godos contra patriotas,
liberales contra godos, los unos contra los otros. Poco ha
cambiado eso en los últimos cuatrocientos y tantos años. Y
ya no es facil tener la esperanza de que va a
cambiar. Y todo eso es lo que me lleva al convencimiento de que Santiago de
León de Caracas se fundó a pocos pasos de la puerta de la
Catedral, en el lugar que hoy se conoce como esquina de La Torre, el lunes 14
de abril de 1567 a las ocho y doce minutos de la mañana, aunque no haya
sido así. Ha podido serlo, y es mas que suficiente.