Tipo de texto
y autores.
Es un Convenio, acuerdo firmado al
terminar la primera guerra carlista por Baldomero Espartero y Rafael
Maroto. Firmado el 29de agosto de 1839.
Baldomero Espartero (1793-1879)
fue uno de los militares mas influyentes en el reinado de Isabel II. Su carrera militar comenzóen la Guerra de la Independencia y
en las campañas contra las colonias americanas que luchaban por su
emancipación. Noobstante fue en la Primera Guerra Carlista donde
obtuvo los importantes éxitos militares que le permitieron iniciar su
vida política.Líder del partido progresista, se enfrentó
al favoritismo de María Cristina hacia los moderados exigiendo su
abdicación comoregente y consiguiendo su propio nombramiento para es-te
cargo (1840-43). Gobernó autoritariamente rodeado de un grupo
demilitares a quienes se les denominaba “los ayacuchos”, por la
creencia de que Espartero había participado en la batalla deAyacucho
(1824), en Perú. Su autoritarismo le hizo perder el
apoyo de los progresistas y su aislamiento facilitó su abandono de
laregencia en 1843. Su carrera política, sin embargo, no
había acabado pues volvió a ocupar la presidencia del gobierno durante elBienio
Progresista (1854-56) desde donde impulsó un importante plan de reformas
económicas al tiempo que restauraba losprincipios del progresismo.
Rafael Maroto
(1783-1847) militar de carrera, participó en
la Guerra de la Independencia y en lascampañas
americanas contra los independentistas. Cuando comenzó la Guerra
Carlista, renunció a su puesto en el ejército paraponerse a las
órdenes del
pretendiente DonCarlos y defender la causa del
carlismo. A medida que avanzaba la guerra y ante lamayor debilidad del bando
carlista, se mostró partidario de encontrar un acuerdo con el
ejército liberal, con Espartero en concreto,que permitiera encontrar
una solución pactada al conflicto
Ideas Fundamentales del texto
El Convenio de Vergara recoge en sus artículos las condiciones de
rendición del ejército carlista, capitaneado por Rafael
Maroto,ante los liberales, capitaneados por Espartero:1-La primera
condición, avalada por el propio Espartero, fue el mantenimiento de los
fueros para Navarra y el País Vasco(Art.1).
-Se ofrece también una solución profesional para los componentes
del ejército carlista: ingreso en el ejército nacional
conreconocimiento de graduación para todos los oficiales, con la
condición de fidelidad a la constitución vigente, 1837, y altrono
de Isabel II (Art.2).3-Se establece que los carlistas entreguen el armamento y
demas material logístico al ejército de Espartero (Art.8).
Por otra parte, se acuerda que los carlistas hechos
prisioneros queden libres siempre que consientan en las condicionesanteriores
(Art. 9).
Comentario de texto
Fernando VII murió el 29 de septiembre de 1833, dos días
después, su hermano
Carlos María Isidro
, a través del Manifiesto deAbrantes,
reclamaba el trono
desde Portugal.
Muchas ciudades españolas le siguieron. Otras siguieron fieles a la reina regente ya la causa de su hija
Isabel.
La guerra que se desató fue algo mas que una guerra
dinastica por la sucesión al trono
.
Representa la resistencia
a los cambios deuna parte de España o la lucha entre el Antiguo y Nuevo
Régimen
. Por ello elcarlismo va a resurgir con fuerza en determinados
momentos de la historia de España. De 1846 a
1849 se van a producir lassegundas guerras carlistas o de 1872 a 1876 las
terceras guerras carlistas. Incluso en la guerra civil del 36 los
carlistas apoyaronactivamente a los sublevados. Muchos historiadores hacen
énfasis en que muchos carlistas después se integrarían en
elnacionalismo vasco y que el terrorismo de ETA y su entorno comparte con
los carlistas ese enfrentamiento con los nuevos tiempos.En el
bando carlista
se encuadraron los
absolutistas mas intransigentes
, es decir, partidarios del Antiguo Régimen.Ideológicamente
eran p
artidarios del absolutismo, de la importancia de la religión y la
Iglesia, y de la defensa de los fueros
que se identificaban con el Antiguo Régimen, esta defensa foral
arrastrara a todas las provincias vascas y navarras a la causacarlista.
Desde el punto de vista social en el carlismo militaban altos funcionarios
ultraconservadores, parte de la nobleza, parte delejército, la
mayoría del bajo clero, una parte muy importante del campesinado y de
los trabajadores artesanos que empezaban asufrir la competencia de la
industria.
Las zonas de mayor implantación carlista fueron: Alava,
Guipuzcoa, Vizcaya, Navarra, el Maestrazgo, el Pirineo catalan
…En el exterior no contaron con el apoyo de ningún
país, pero sí con las simpatías de los imperios
absolutistas europeos.En el
bando isabelino (o cristino)
la reina viuda María Cristina no tuvo mas remedio
que buscarapoyos en los
absolutistasmoderados y en los liberales
, estos sectores veían que apoyar a la reina era la única
opción para reformar el país. La reina
regente contó siempre con el apoyo de parte de la nobleza,
casi todo el alto clero, casi todos los generales, la altaburguesía, las
clases medias urbanas, los obreros industriales y una parte del
campesinado del
sur peninsular.
Contaron los isabelinos con el apoyo de países como Portugal, Inglaterra y Francia.En
cuanto al
desarrollo bélico
la guerra se inicia en otoño de 1833.
En un primer momento destacan los triunfos carlistas,esto
se debe a su gran movilidad y al conocimiento del terreno.
Su suerte se trunca
en 1835 cuando el general carlistaZumalacarregui muere
en el cerco de Bilbao, la única gran ciudad que estuvo a punto de caer
en sus manos, ya que su dominiose basaba, sobre todo, en el medio rural.
En 1837 se produce la famosa expedición real
de Carlos V (Carlos María Isidro), apunto estuvo de tomar Madrid que se encontraba
desguarnecido en ese momento.
A partir de ese momento pasaron a ladefensiva
y el agotamiento llevó al general Maroto a negociar con Espartero, el
jefe isabelino, las conversaciones de pazdesembocaron en la firma del
Convenio de Vergara
en agosto de 1839, los carlistas se rendían pero conservaban sus
gradosmilitares en el ejército de Isabel II, ademas, los
liberales se comprometía a mantener los fueros. El país quedaba
devastado trasseis años de guerra..
V
ALORACIÓN
.El Convenio de Vergara significó el fin de la Primera Guerra
carlista para una de las dos zonasgeograficas en donde
desarrollaba,Navarra y el País Vasco. Las guerrillas
carlistas continuaron resistiendo en Cataluña y el Maestrazgo, hasta su
derrota en 1840.Las consecuencias mas importantes de la guerra carlista
fueron varias. En lo político la monarquía,
avida de apoyos, se inclinó demanera definitiva hacia el
liberalismo. En ese mismo campo, los militares
cobrarían un gran protagonismo en la vida política
yprotagonizarían frecuentes pronunciamientos. Por último, los
gastos de la guerra forzaron la desamortización de las tierras de
laIglesia Algunas de las condiciones pactadas en el Convenio de Vergara
trajeron como consecuencia el exceso de oficialía en elejército
español, lo que se ha denominado macrocefalia militar, así como
el prestigio de sus generales entre la sociedad quetendieron al intervencionismo
en política. Espartero, Narvaez y O’Donnell fueron
destacados militares en las contiendas contra elcarlismo e iniciaron
después carreras políticas caracterizadas todas ellas por el
autoritarismo o por el pronunciamiento militar comométodoEl
régimen foral del País Vasco y Navarra, que el Convenio de
Vergara respetaba parcialmente, fue definitivamente anulado en1876 tras la
derrota carlista en la tercera y última guerra aunque se acordó
para estos territorios un especial régimen fiscaldenominado
“concierto económico”. Durante el franquismo este especial régimen también fue anulado en
Guipúzcoa y Vizcayaaunque se mantuvo en Alava y Navarra.
Cataluña, Valencia y Aragón continuaron asimiladas a la
administración igualitaria de lasprovincias españolas
1.-Clasificación del texto: naturaleza, autor y circunstancias en las
que fue escrito
El texto nos presenta una serie de fragmentos del Convenio de Vergara,
compromiso sucrito en
1839 por el general Espartero y por el general carlista Rafael Maroto, que
posibilitaba la
rendición de las armas por las tropas de don Carlos bajo ciertas
condiciones. En este acuerdo
predominó la búsqueda de la reconciliación entre ambos
bandos y el deseo de reintegran a los
derrotados carlistas en el nuevo sistema político creado por los
liberales vencedores. El
entendimiento sólo fue posible tras el triunfo de las tesis de los
carlistas mas moderados, los
generales Gómez, Zaratiegui y Maroto, favorables al pacto con los
isabelinos a cambio del
respeto a los fueros. Por su parte los carlistas mas extremistas,
creían absolutamente en el
establecimiento de un gobierno absolutista y se
negaron a aceptar cualquier salida pacífica al
conflicto. Fue el propio Maroto quien inició las negociaciones sin el
consentimiento del
pretendiente al trono, don Carlos, e incluso ordenó la detención
y posterior fusilamiento bajo de
varios generales del sector mas
conservador del carlismo, como los generales Guergué, Uriz y
Carmona, acusandoles de traición.
2.- Analisis de las ideas principales y
secundarias
La idea fundamental es el acuerdo de paz firmado por ambos contendientes,
liberales y carlistas.
Las condiciones para el cese de las actividades bélicas se concretan en
diez artículos, tres de
ellos incluidos en el texto, de cuya lectura podemos deducir un
afan abiertamenteconciliatorio.
En el artículo 1º se incluía una ambigua
promesa de mantenimiento de los privilegios forales
específicos de vascos y navarros. Espartero, al
comprometerse a recomendar […] a proponer a
las Cortes la concesión o modificación de los fueros, actuaba con
notable independencia, ya que
sabía que prometía algo que era de la exclusiva competencia de
las Cortes soberanas.
El artículo 2º suponía el reconocimiento por parte de los
isabelinos de los empleos, grados y
condecoraciones de los oficiales y mandos que habían servido en el bando
carlista, para de este
modo facilitar su reinserción en el Ejército regular
español. Así lo hicieron generales como Antonio
Urbiztondo, ministro durante el reinado de Isabel II; o Zaratiegui, nombrado
director general de la
Guardia Civil.
Por último, el artículo 4º facilitaba el retiro o la
licencia a generales, brigadieres, jefes y oficiales
que hubieran servido en los ejércitos de don Carlos.
3.- Cuestiones
a) El Pleito Dinastico: Ley Salica y Pragmatica
Sanción
Cuando en octubre de 1830 nació la princesa Isabel, primera hija de
Fernando VII, la sucesión al
trono español estaba regulada por la Ley Salica, promulgada por
Felipe V en 1713. Dicha norma,
de origen francés, explicitaba que la corona sólo podía
transmitirse entre varones, de tal forma
que las mujeres quedaban excluidas y únicamente podían hacer
valer sus derechos al trono en
caso de faltar heredero varón en línea directa o colateral. Sin
embargo, esta ley fue derogada por
Fernando VII al conocer la noticia del embarazo de su esposa mediante
laaprobación de la
Pragmatica Sanción, que imposibilitaba el acceso al trono al
infante Carlos María Isidro, que
estaba respaldado por los absolutistas mas intransigentes.
Las protestas de don Carlos llevaron a Fernando VII a imponer a finales de 1832
la marcha del
infante a Portugal, por negarse a reconocer a su sobrina Isabel como
legítima heredera del trono,
asimismo el monarca destituyó de sus cargos al frente del
Ejército a destacados partidarios del
infante y ordenó una amnistía política para todos los
liberales presos o exiliados fuera del país.
La creciente tensión entre absolutistas y liberales estalló tras
la muerte del
rey en septiembre de
1833. Su hermano Carlos reclamó los derechos a la corona frente a su
sobrina la princesa Isabel,
que tenía 3 años de edad, provocando la sublevación contra
la regencia de la reina madre de las
facciones favorables al absolutismo. Dio comienzo así
una guerra civil que enfrentó a los
partidarios carlistas contra los isabelinos. En palabras de Blanco
White: “El terco orgullo del
pueblo español, agrupado en dos partidos, resueltos ambos a sacrificar
cualquier ventaja en aras
de su dignidad ideal, excluye toda probabilidad de compromiso”.
b.- La primera Guerra Carlista
El conflicto sucesorio ocultaba en realidad un enfrentamiento entre dos
sectores de la sociedad
española con intereses ideológicos, políticos y
económicos completamente opuestos. El bando
isabelino contaba con el apoyo mayoritario de las clases medias urbanas y de
los empleados
públicos, así como con el de la alta burocracia estatal, mandos
delEjército, jerarquías
eclesiasticas, alta nobleza y grandes burgueses. También
los liberales, herederos de la
Ilustración y las reformas de Cadiz, eligieron la defensa de los
derechos dinasticos de la princesa
Isabel confiando en la posibilidad de que una victoria en la guerra pudiera
favorecer su acceso al
poder y facilitar el triunfo de sus ideas. El infante don Carlos, fue
respaldado por las partidas
realistas, la intransigencia religiosa del
clero y las masas campesinas de Cataluña, el País Vasco,
Navarra, Valencia y Aragón.
Por su parte en torno al carlismo se agrupaban los sectores mas
tradicionales de la sociedad,
teniendo especial protagonismo en zonas rurales del
norte de España, donde la el peso del
clero
tradicionalista y un sentido muy arraigado de la vigencia de los fueros estaba
presente. Podemos
afirmar que el programa político carlista era poco concreto y bastante
simple, ya que se podría
resumir con su conocido lema “Dios, Patria, Fueros y Rey”,
así, sus valores y principios
ideológicos mas característicos eran:
- La defensa del absolutismo regio de origen divino y de la sociedad
estamental.
- El integrismo religioso y la defensa de los intereses de la Iglesia:
oposición a la libertad
religiosa, rechazo de las desamortizaciones y mantenimiento del diezmo.
- El mantenimiento de los fueros vascos y navarros amenazados por propuestas
liberales de contenido igualitario, uniformador y centralista.
- El inmovilismo y la completa oposición a cualquier reforma, por
considerar a los
liberales como enemigos
de Dios y del
rey.
- Lafidelidad a la patria entendida como un conjunto de tradiciones,
normas, costumbres
y creencias seculares recibidas de los antepasados. Los carlistas rechazaban
todas las
novedades del mundo moderno y se resistían al avance de la
industrialización y del
capitalismo que, según ellos, ponían en peligro de
desaparición los fundamentos de la
sociedad tradicional y agraria del pasado.
Desde el punto de vista militar, la guerra civil entre carlistas e isabelinos
tuvo tres etapas:
Primera etapa (1833-1835)
El general Tomas de Zumalacarregui, al mando de los 35.000
hombres del ejército
carlista del norte, empleando con éxito tacticas guerrilleras,
logró controlar grandes
espacios rurales en las provincias vascas y en Navarra, aunque sólo
consiguió dominar
territorios discontinuos y no llegó a ocupar ninguna gran ciudad. Los
ataques por
sorpresa del general carlista demostraron la incapacidad del ejército
liberal para
sepultar la insurrección
Los planes de Zumalacarregui, que proponía lanzarse sobre
Vitoria, camino de La Rioja
y mirando hacia la capital del reino, fueron rechazados por el pretendiente y
sus
consejeros, quienes decidieron tomar Bilbao. Zumalacarregui sabía
que el ejército
carlista luchaba contra el tiempo y rechazaba el sitio de la villa
vizcaína, pero la
obsesión de los consejeros de don Carlos por la toma de las capitales del País Vasco
prevaleció sobre la experiencia del
general.
El asedio de Bilbao, defendida por las milicias locales, dio un giro crucial al
desarrollo
de la guerra ya que terminó en fracaso y supuso la muerte
deZumalacarregui, el 24 de
junio de 1835, tras ser herido en una pierna, mientras observa la batalla desde
Begoña.
Poco después, los ejércitos de don Carlos levantaron el sitio,
pero la villa del Nervión
tuvo que resistir una nueva acometida en 1836. En esta ocasión, las
milicias volvieron a
defender Bilbao, mientras esperaban impacientes la llegada del ejército
liberal dirigido
por Espartero, quien con la ayuda de la marina britanica logró
derrotar a los sitiadores
en Luchana y puso fuera de peligro la ciudad.
Segunda etapa (1836-1837)
Tras su éxito en Bilbao, el general
liberal Baldomero Espartero accedió al mando supremo
del
ejército isabelino y tuvo que afrontar una nueva ofensiva carlista. Los
ejércitos
tradicionalistas cambiaron su estrategia embarcandose en una serie de
incursiones en
territorio enemigo, penetrando en Castilla, Andalucía, Santander,
Asturias y Galicia, con el
propósito de extender los combates a otros
territorios, donde suponían la existencia de
partidarios de don Carlos y de atenuar los devastadores efectos de una guerra
ininterrumpida sobre la población de las regiones vasco-navarras. El
general Miguel
Gómez llegó hasta Cadiz, el general Juan Antonio
Zaratiegui consiguió hacerse, durante
algunos días, con la ciudad de Segovia y las tropas carlistas llegaron
incluso hasta
Arganda y Aravaca, a pocos kilómetros de la capital madrileña.
Tercera etapa (1838-1840)
Don Carlos no se atrevió a forzar la entrada en la capital de
España y ordenó la retirada.
En octubre de 1937, la expedición de don Carlos cruza
el Ebro. El regreso de
unejército
no vencido, pero tampoco vencedor, a unas provincias ya cansadas y exhaustas
acelera el
fin.
La crisis interna del carlismo, con enfrentamientos entre castellanos y
navarros, la
desmoralización de la tropa, la fatiga de los civiles, todo
allanó el camino para el final de la
guerra. En efecto, los fracasos militares provocaron un aumento de las
discrepancias, que
terminaron por escindir a los dirigentes carlistas en dos facciones opuestas:
por una parte
los ultras mas duros, absolutistas, extremistas e integristas
católicos, que se negaban a
aceptar cualquier intento de solución pacífica del conflicto; por
otro lado se encontraban los
carlistas mas moderados, como los ya mencionados generales Gómez,
Zaratiegui y
Maroto, que eran conscientes de la imposibilidad de una victoria miliar y se
mostraban
favorables a un pacto con los isabelinos a cambio del respeto a los fueros. El
general
Maroto, jefe supremo del ejército carlista, que inició las
negociaciones sin contar con la
aprobación de don Carlos, llegó incluso a detener y fusilar bajo
la acusación de traición a
varios generales del sector ultra como Guergué, Uriz y Carmona. Las
conversaciones
secretas de Maroto con Espartero culminaron en el Convenio de Vergara, que
preparó el
fin de la contienda. El general liberal se comprometía a interceder en Madrid por los fueros,
mientras que los pactistas de Maroto, con sus pagas y ascensos asegurados,
reconocían a
Isabel II como
reina.
La pacificación del País Vasco permitió a los
ejércitos liberales concluir la guerra en 1840
con el sometimientode Cataluña y el Maestrazgo, donde el general
Ramón Cabrera
continuaba resistiendo y se negaba a cumplir el acuerdo de paz. No obstante la
guerra civil
concluyó con la victoria de las tropas liberales tras la caída de
Morella, último fortín de
Cabrera y con la huida de don Carlos a Francia.
c.- La cuestión foral
El Convenio de Vergara incluía una ambigua promesa de mantenimiento de
los privilegios forales
específicos de vascos y navarros. Sin embargo, poco después, en
1841, se aprobaron varias
leyes según las cuales Navarra perdía sus aduanas, sus
privilegios fiscales, sus exenciones
militares y sus instituciones propias de autogobierno, como las Cortes.
Pero a cambio, los
navarros consiguieron un sistema fiscal muy
beneficioso, consistente en el pago de un cupo
contributivo único anual, de reducida cuantía, a la Hacienda
estatal.
En 1841, las tres provincias vascas también fueron privadas de
privilegios forales, como las
aduanas y las Juntas. Asimismo fue derogado el denominado “pase
foral”, un antiguo derecho de
las instituciones jurídicas y municipales de Alava, Vizcaya y
Guipúzcoa a “obedecer pero no
cumplir” y “retrasar pero no suspender” las disposiciones y
órdenes del
gobierno estatal. No
obstante, la población vasca conservó su exclusión,
privilegiada y excepcional, del servicio militar
obligatorio.
Algunos años después, en 1846, se produjo un nuevo recorte de los
fueros vascos con la
introducción de los denominados “conciertos
económicos”, por medio de los cuales se calculaba
la contribución anual de los ciudadanos vascos a los gastosgenerales del
Estado. La cantidad
total de esta aportación era fijada, de manera pactada, entre los
representantes de las
diputaciones forales de las tres provincias vascas y el gobierno estatal. Este modelo fiscal especial
resultó bastante ventajoso para la población vasca.
Durante el Sexenio Democratico, tras la destitución de Isabel II,
se abrió una nueva posibilidad
para los partidarios del carlismo. En
1872, el nieto de Carlos María Isidro, Carlos VII para sus
partidarios, encabezó una nueva sublevación que afectó,
sobre todo, a Cataluña, al País Vasco y
a Navarra. El programa carlista proponía el
legitimismo dinastico en la persona de Carlos VII, el
mantenimiento de los fueros, la ley vieja, y la defensa de la religión y
la propiedad.
La guerra duró cuatro años. Don Carlos estableció en
Estella un gobierno estable, emitió moneda
y dispuso de fuertes contingentes de artillería y caballería que
le proporcionaron algunas victorias
frente al ejército constitucional, como fueron Montejurra, Abarzuza
y Lacar, aunque fracasó en
los intentos de ocupación de grandes ciudades como Bilbao y Pamplona.
Tras la restauración alfonsina, el general Martínez Campos
derrotó nuevamente a los carlistas,
provocando la marcha de Carlos VII a Francia. Tras la derrota carlista se
promulgó la ley de 21 de julio de 1876 que
abolió aspectos esenciales de los fueros vasconavarros: aumentó
la intervención
del Estado en la administración del
País Vasco y Navarra; estableció el servicio militar obligatorio
y la contribución a los gastos de la Hacienda estatal.