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PRIMERA GUERRA CARLISTA, 1833 Y 1839.
Es un mapa geomilitar de la primera guerra carlista, 1833-1839. Muestra los
principales focos de conflicto, así como las zonas de mayor intensidad de
movimiento de tropas. También aparecen marcadas las expediciones
militares carlistas mas importantes. En 1839 el congreso de Vergara pone fin a
la contienda.
Antes, a la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, su hermano
Carlos María Isidro, a través del manifiesto de Abrantes reclama
desde Portugal el trono de España. Recordemos que cuando Fernando III
muere le sucede su hija Isabel y ante la minoría de edad de la reina
-tenía sólo tres años- el poder cayó en manos de su
madre María Cristina, como regente (1833-1840).
La creciente tensión entre absolutistas y liberales que venía
advirtiéndose durante el reinado de Fernando VII, cristalizara a
la muerte del
monarca en una guerra civil. Los sectores mas radicales se
negaran a suscribir las medidas reformistas y la apertura de los que en
torno a la Regente se orientan hacia el constitucionalismo. La actitud de
aquellos sectores, agrupados en torno a Don Carlos, hermano de Fernando
heredero legítimo si no se hubiera abolido la ley que prohibía el
acceso al trono a las mujeres-, dara lugar a la guerra de los siete
años (1833-1839), primera guerra carlista.
Pero la cuestión dinastica es un pretexto, ya que la razón
fundamental en la crisis bélica es el rechazo de las medidas
políticas, sociales y económicas que suponía la
implantación de un Estado liberalapoyado por la regente. Un Estado cuya
orientación centralista colisionara con un tradicional sistema de
particularismos -el sistema foral- , un Estado cuyo enfrentamiento con la
Iglesia, herira la tradicional cultura política religiosa de
ciertos sectores de la población y coadyuvara a fomentar su
rechazo.
La sociología del
carlismo es, sin embargo heterogénea. En su gran mayoría se
alimentaba de un campesinado habituado a la identificación patria-Rey
desde la guerra de la Independencia que ahora se manifestaba temeroso de una
legislación que terminase con el conjunto de privilegios y exenciones
por las que se regían: ésta puede ser una clave para entender la
adhesión del campesinado vasco y navarro a la causa del carlismo. Pero
hubo también nobles, pertenecientes en su mayoría a la baja
nobleza, que se resistían a las medidas del
gobierno de Madrid; finalmente contaba también con funcionarios, gran
parte del
bajo cloro y algunos apoyos dentro del Ejército. Conviene precisar la
actitud que toman dos grandes e influyentes instituciones ante la guerra
carlista: el Ejercito y al Iglesia. En líneas generales, puede decirse
que la jerarquía eclesiastica, se decanto hacia el Estado
isbelino, mientras el clero, en su inmensa mayoría, se orientó
hacia el carlismo que representaba posturas mas conservadoras. El
Ejército, en cuanto institución, tomó partido por el
liberalismo.
Apuntadas las causas y las bases sociales del carlismo, consideremos brevemente la
marcha de la propia guerra. La lucha sedesarrolla a lo largo de tres fases
sucesivas bien caracterizadas. Hay una primera -que se extiende desde el 1 de
octubre de 1833 hasta octubre de 1835 en que muere el general Zumalacarregui-,
durante la cual los ejércitos se organizan, limpian de enemigos sus
territorios respectivos y se fortifican. Al lo largo de la segunda -hasta,
octubre de 1837-, el conflicto trascendera del ambito regional en
que se centra la guerra en el primer período (País Vasco,
Navarra, Maestrazgo), a un ambito nacional. Tienen lugar las
“expediciones” o correrías, que desde el país vasco
atraviesan España. Finalmente, a partir del 15 de octubre de 1837, fecha
en que don Carlos repasa el Ebro tras el fracaso de la “expedición
real”, se desarrolla la fase final de la primera guerra carlista. La
crisis interior del carlismo, que enfrenta a castellanos contra navarros, a los
intransigentes “apostólicos” con los moderados “marotistas”,
facilita un acuerdo entre ambas partes, ninguna de las cuales ha logrado batir
decisivamente al adversario. El Convenio de Vergara -31 de agosto de 1839-,
gestionado por los generales Espartero (liberal) y Maroto (carlista), pone fin
a la contienda sobre la base del compromiso, por parte de Espartero, de
reconocer los empleos, grados y condecoraciones de los militares carlistas y de
recomendar al Gobierno que proponga a las Cortes la concesión o
modificación de los fueros. Tras el convenio, don Carlos marchara
a Francia, pero los últimos soldados carlistas no se rendiran
hasta el 4 de julio de 1840tras ser derrotado el núcleo del Maestrazgo
con Cabrera al frente, por el general Espartero.
Todo este desarrollo bélico queda bien patente en el mapa objeto de
comentario. En él podemos apreciar cómo los principales focos de
dominio carlistas se centran en la zona del
norte, esto es, País Vasco y Cataluña. También en la parte
oeste de Castellón. Entorno a estos focos principales se desarrollaran
unas zonas de mayor intensidad del movimiento carlista
de tropas que cubre Galicia,
norte de Castilla y suroeste de Cataluña. Hay también
pequeños focos al norte de Malaga y sur de Caceres.
Las principales capitales carlistas seran Vergara, Berta y Cantivieja.
También Santiago en la zona próxima a la costa gallega. Por el
contrario los centros de poder liberal se extienden por toda la
geografía nacional. Abarca todas las capitales andaluzas, el levante
español, también Barcelona, Badajoz, Madrid y Cuenca, y algunas
ciudades dentro del territorio propiamente carlista: el caso de Bilbao o
Pamplona.
Ya antes hablamos de las expediciones o correrías que se realizan
durante esta primera guerra carlista. En concreto fueron cuatro y las cuatro
aparecen reflejan en el mapa.
Para concluir basta con señalar cómo en el mapa aparece bien
definida la división de fuerzas que supone el periodo 1833-1839, que se
materializa en una separación norte-sur. El norte es la zona carlista y
el centro y sur la zona liberal. Esta definición territorial encierra
también una profunda diferenciación ideológica, como ya
quedo explicado.