Assadourian: “La participación
indígena…”
El texto de Assadourian esta escrito en clave
contraria al de Murra. A diferencia de este,
encuentra intercambios interétnicos, y no una circulación pura y
exclusivamente al interior del
grupo. Esto se opone tajantemente al ideal de autosuficiencia
que, según Murra, caracterizaba a las sociedades andinas desde tiempos
inmemoriales.
Los intercambios a los que hace referencia Assadourian se
remontan, según él, a los tiempos preincaicos,
manteniéndose vigentes incluso en los tiempos de la Conquista.
Para realizar su estudio se va
a fundar principalmente en las visitas de Huanuco y Chucuito.
La base material que condiciona los intercambios entre las etnias esta
constituida por los recursos asequibles por cada grupo en su propio piso
ecológico. A su vez, este trafico de
bienes presenta, según las fuentes indígenas,
descentralización y ausencia de la figura del mercader y de lugares fijos de
realización. Según las fuentes,
serían los propios pobladores quienes se dirigirían a los
sectores vecinos para obtener los productos necesarios, por medio del mecanismo del
trueque.
Con la llegada de los europeos la esfera de los intercambios indígenas
se amplía. Esto sucede principalmente por la imposición
tributaria: por un lado, los naturales obtienen parte
de lamateria prima para la producción de ropa por medio del trueque; por el
otro, completan este tributo comprando la vestimenta. El dinero necesario para
esto último lo obtienen alquilandose como jornaleros. Paralelamente, la introducción de tributos en especie genera
ademas enfrentamientos entre las etnias por determinados recursos.
En la perspectiva de Assadourian, el ejemplo por antonomasia de los
intercambios interétnicos es el que se efectúa entre la gente del altiplano, en especial los
lupaqas, y la del
llano. Dada la limitada base agrícola de los primeros, estos destinaban
sus abundantes recursos ganaderos en la obtención de productos de los
pisos mas templados.
Pero los intercambios no
son exclusivamente verticales, entre distintos pisos ecológicos;
también se presentan intercambios horizontales, aunque de forma
secundaria. Aquí Assadourian nuevamente recurre al
ejemplo de los lupaqa. Entre estos, el ganado es el principal capital
productivo, cuya propiedad se encuentra desigualmente distribuida dentro de la
sociedad e, incluso, dentro de su sector poseedor. Este hecho va a determinar una participación diferenciada de los
distintos individuos en el flujo de intercambios. Esto es
otra diferencia con la aproximación de Murra, que ve una sociedad
aparentemente armónica, en la que las tensionessociales producto de las
distribuciones desiguales estan ausentes.
El ganado lupaqa es codiciado por los españoles, que introducen gran
cantidad de mercaderes con el objetivo de conseguir el tan preciado bien. Se producen aquí contratos entre los jefes étnicos y
los comerciantes españoles, que resultan en una inscripción
coactiva de la masa de los indios en la esfera de los tratos mercantiles.
En este proceso los jefes locales juegan un papel
ambiguo, ya que por un lado reciben dinero al entregar las producciones de sus
súbditos, pero por el otro se ven compelidos a emplear este beneficio en
el pago a religiosos y en la complementación del tributo en plata de los mitayos
potosinos cuando estos no cumplen con la cuota estipulada. Pareciera entonces
que la celebración de los contratos estaría generada mas
por los desequilibrios de poder entre las partes que por las inocentes (o no
tanto) fuerzas del
mercado. En resumidas cuentas, los intereses privados de los
encomenderos y dominicos ponían a su disposición la autoridad de
los jefes étnicos, a la vez que transformaban el trabajo campesino en
fuerza de trabajo inscripta en relaciones mercantiles. Viejas relaciones de producción comunitarias se ven
así desplazadas por la irrupción de los españoles.
Sin embargo, esta presión externa sobre las comunidadeslocales se ve
limitada por la jefatura lupaqa, que debe respetar ciertas normas
indígenas preexistentes a la hora de exigir trabajo de sus
súbditos.
En determinado momento Assadourian hace referencia al modelo
de “archipiélagos verticales” de Murra. En este punto tengo unos cuantos vacíos, por lo que no
estaría demas que le peguen una leída a la parte del texto que hace
referencia al tema. Hasta donde yo entiendo, los cultivadores del
archipiélago entran en la categoría mayor de indios de servicio.
Estos estaban a disposición de los jefes locales o de otros individuos del
linaje de aquellos. Por ende, la noción de “archipiélagos
verticales” pareciera constituir un mecanismo de
reproducción de las clases propietarias, que ponían a trabajar
indios de servicio en sus tierras. Muy distinta es la colonización por
la etnia en el marco de una estrategia de
autosuficiencia de la comunidad en su totalidad, tal como propone Murra.
A su vez, Assadourian adscribe, en la zona estudiada, mas a un continuum de pisos ecológicos que a un
“archipiélago” de islas discontinuas.
El trabajo en dichos pisos ecológicos pareciera
regirse por reglas de reciprocidad, en la que los señores hacen muestras
de su generosidad. Sin embargo, una vez finalizada la producción,
esta no va toda para el jefe; el mitmaq
tienesupuestamente el derecho a la mitad de lo producido.
Los usos de este excedente: en el caso de los
principales, para el gasto de la casa y la generosidad. En el
de los productores directos, una fracción era destinada a las
obligaciones tributarias, mientras que el resto se destinaba a los intercambios
(verticales u horizontales). De aca
podría desprenderse, aunque esto es una suposición enteramente
mía, que las lógicas de reproducción y de las dos grandes
clases sociales eran diferenciadas. Los jefes la aseguraban a
través de los “archipiélagos verticales”, que les
garantizaban la autosuficiencia; los mitimaes (y es de suponer que así
también los labradores comunes) a través del intercambio con
las etnias de los demas pisos ecológicos.
Como
último punto, Assadourian, con respecto a los efectos de las encomiendas
españolas sobre los grupos étnicos, señala que el efecto
mas nocivo se daba sobre los indios mitimaes de los
archipi
élagos. Al ser asignados a distintos
encomenderos, se veían privados de los recursos de sus contrapartes de
otros pisos ecológicos. Esto estaba en concordancia con la
política española en torno al control de pisos ecológicos
por parte de las etnias locales. En efecto, los conquistadores, a diferencia de
los incas, intentaron desarticular el modelo de
“archipiélagos verticales”.