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Arte colonial en Hispanoamérica



Esquema del tema
1. Introducción.
2. Contexto histórico: la América precolombina.
3. Urbanismo hispanoamericano.
3.1. Antecedentes europeos y prehispánicos.
3.2. La plaza mayor.
3.3. Arquitectura civil e institucional.
3.4. Fortificaciones americanas.
4. Arquitectura religiosa.
4.1. Arquitectura de la conversión.
4.2. Las grandes catedrales.
4.3. La arquitectura barroca en los virreinatos.
4.4. Las experiencias jesuíticas.
5. Artes plásticas en el virreinato de la Nueva España.
5.1. Los artistas emigrados.
5.2. La configuración de la escuela mejicana.

6. Artes plásticas en América del Sur.
6.1. Los grandes centros: Lima, Cuzco, Quito, Bogotá, Potosí.
7. Conclusión.
Glosario de términos artísticos.
Bibliografía.
Repertorio iconográfico.
1. Introducción


En la segunda mitad del siglo XVIII se configuran los conceptos actuales de
disciplinas incipientes en ese momento, como la Historia del Arte y la Arqueología, y
asimismo de lo que se ha llamado “historia total” o “nueva historia”. En ella han
profundizado teóricos posteriores, entre los que destacan Winckelmann, Burckhardt,
Alois Riegl y Mommsen. Estos autores han insistido en la idea de la historia como
historia de la cultura, en la que el estudio de las manifestaciones artísticas ocupa un
lugar determinante para analizar la cultura humana. En este sentido, la Historia del Arte
tiene un alto grado de transversalidad con la Historia (aparte de con otras disciplinas
tales como la Arqueología o la Literatura). Así, numerososespecialistas consideran que
el entendimiento global de la cultura de una época no sólo pasa por el conocimiento de

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su realidad social, política, económica e ideológica, sino también a través de la función
y el significado de sus manifestaciones artísticas.
Dada la extensión del presente trabajo, así como el enorme territorio sobre el que se
desarrolla el Arte Hispanoamericano y en consecuencia su variedad, tendremos que
ceñirnos a tratar el arte colonial de forma introductoria. No se trata, pues, de un trabajo
de investigación, cuyos límites excederían con mucho el objetivo propuesto, sino que
trataremos de ofrecer una panorámica general que sirva para complementar el
conocimiento de la Edad Moderna española, con lo que esperamos ceñirnos a la
concepción arriba mencionada de “historia total” o la historia como historia de la
cultura.
Entendemos por arte colonial hispanoamericano el que se desarrolló en las colonias
españolas en América desde el descubrimiento en 1492 hasta la independencia
(recordemos que la pérdida de las últimas colonias, Cuba y Puerto Rico, tuvo lugar en
1898), sin olvidar que, como ocurre en otras etapas de la Historia, ambas fechas son
convencionales. El arte colonial es un reflejo fiel del que se produce en la metrópolis, y
pone fin al arte desarrollado por las grandes civilizaciones autóctonas (maya, azteca,
inca), el conocido como arte precolombino. Por lo tanto, vamos a encontrar en el arte
colonial los mismos estilos que se desarrollan en España (y en general en Europa):
Renacimiento,Barroco, Rococó, Neoclasicismo, aunque con frecuencia se produjo una
síntesis entre los elementos artísticos colonizadores y los precolombinos, generando así
una asociación de estilos que le dan una impronta muy particular al arte español
trasladado a América. Buena prueba de esa síntesis es que las principales muestras de
arte colonial se produjeron en las dos zonas de más importancia en la época
precolombina: Méjico y Perú.
La llegada de los españoles supuso una gran revolución, sobre todo en la arquitectura,
debido al rápido interés por convertir a los indígenas al catolicismo, surgiendo de esta
manera iglesias y catedrales, aunque, cómo no, igualmente edificios civiles:
ayuntamientos, hospitales, universidades, palacios y villas privadas. El arte no es
solamente la creación de obras bellas, sino que puede tener también unos propósitos no
tan nobles (recordemos, por ejemplo, la arquitectura fascista, nazi y estalinista, que
ejerció la función de propaganda, difusión de ideología y ensalzamiento de la grandeza
de los diversos regímenes políticos). En el caso de América podríamos considerar la
introducción del arte español como parte del proceso de aculturación y sometimiento de
la población nativa. Así, a menudo muchas iglesias se construyeron sobre templos
indígenas. La transculturización que se produce supone la absorción de la cultura
hispánica por la población americana en todos sus aspectos: idioma, religión, forma de
vestir, instituciones, costumbres, arte, aunque dotándolos de las características
particulares que leconfiere el mundo indígena.
Hay que hacer notar que, como se ha dicho antes, los estilos que España lleva a
América son los mismos que en la época predominan en Europa, pero con las
características propias del arte español. En el caso de las formas renacentistas, estas
características se plasman en el estilo plateresco (con su variante el churrigueresco).
Hay que hacer notar también la presencia de elementos góticos y mudéjares. En cuanto
al barroco, toma formas bastante complejas y recargadas en países como Méjico y Perú,
lo que hace que se hable de “Ultrabarroco”, es decir, un barroco exagerado. El
esplendor de este “Ultrabarroco” tiene lugar durante los siglos XVII y XVIII, plasmado
en obras de gran belleza: palacios, conventos, capillas, acueductos, fuentes, casas y,
sobre todo, iglesias.
El desarrollo del arte colonial fue desigual, dependiendo del grado de progreso
cultural, de las condiciones geográficas y de la organización social de cada zona. En las

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regiones donde había un sólido substrato precolombino (y que luego alcanzaron la
categoría de virreinatos) se desarrolló con más fuerza.
América española en 1800.

2. Contexto
precolombina

histórico:

la

América

La prehistoria e historia de América
antes de la llegada de Colón se suele llamar
América prehispánica o precolombina,
aunque últimamente se están sustituyendo
los términos por los de América aborigen o
indígena, por ser calificativos menos
eurocéntricos. Sin embargo, presentan el
inconveniente de que dan la sensación de la
inexistencia deuna historia indígena
posterior a la conquista española, algo
erróneo. Por ello, la profesora de Historia de
América de la Universidad de Sevilla,
María Luisa Laviana Cuetos, propone el
término América antigua.
El desarrollo cultural de la América antigua se produce sin influencias exteriores. Este
aislamiento también se produce a nivel interno: las casi mil lenguas americanas
(conocidas como amerindias) demuestran la existencia de múltiples comunidades
aisladas entre sí. Desde Alaska a la Patagonia asistimos a una gran variedad de culturas
con distintos grados de desarrollo tecnológico, desde cazadores-recolectores hasta
civilizaciones comparables a las más avanzadas de Europa, pasando por auténticos
imperios nacidos de guerras de conquista.
A finales del siglo XV, justo antes de la llegada de los españoles, el continente
americano se halla dividido en tres grandes áreas culturales: la América tribal (tercio
norte de Norteamérica y tercio sur de Suramérica), la América Nuclear (formada por los
dos grandes centros de civilización del continente: Mesoamérica o Centroamérica y los
Andes Centrales), la América intermedia o Área Circuncaribe (Andes Septentrionales,
Baja Centroamérica y Caribe). Vamos a fijarnos en esas grandes culturas de
Mesoamérica y los Andes Centrales. En Centroamérica encontramos dos grandes
civilizaciones: mayas (en la zona sureste, es decir, lo que hoy es Guatemala, Belice, El
Salvador, Honduras y los Estados mejicanos de Chiapas, Tabasco y la península de
Yucatán) y aztecas (resto del área). Lacivilización maya tuvo su período de esplendor
entre los años 300 y 900 de nuestra era, de modo que cuando los españoles llegaron se
encontraba en una fase de desintegración política, de abandono de ciudades, o de
violencia y luchas internas. La llegada de los españoles no produjo la decadencia maya,
pero sí contribuyó a mantenerla. Por su parte, los aztecas eran un pueblo guerrero que

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penetraron en la zona en el siglo XII y tras un largo tiempo de luchas con los pueblos
autóctonos, lograron imponerse a partir de 1430. A la llegada de los españoles, su
capital, México-Tenochtitlán, era el centro administrativo de un conglomerado político
considerado como imperio o confederación de señoríos.
En los Andes Centrales a partir de 1438 se había ido formando uno de los mayores
imperios territoriales de la historia, el Tawantinsuyu o Imperio incaico. Su capital se
situaba en Cuzco (actual Perú) y se extendió a lo largo de más de 4.000 kilómetros,
desde el sur de la actual Colombia hasta el centro de Chile. Se trataba de un auténtico
imperio gobernado por un Inca o soberano deificado, con una economía controlada por
el Estado y una religión oficial y una lengua oficial (el quechua, que aún se habla en la
actualidad).
Fueron precisamente estos dos grandes imperios (azteca e inca) los que más
rápidamente fueron dominados por los españoles.
3. Urbanismo hispanoamericano
3.1. Antecedentes europeos y prehispánicos
La ciudad hispanoamericana conserva con fidelidad la imagen de la ciudad
europea. A diferencia de las fundacionesanglosajonas que se realizan en la América del
norte, carece de los rasgos rurales que, con pocas excepciones, definen el carácter de
éstas. Las ciudades indígenas se trazan según una configuración espacial estrechamente
vinculada a su visión cosmológica del mundo y del universo, lo que las hace muy
distintas en su concepción a las europeas y a las españolas en concreto. Las nuevas
ciudades que se levantan siguen dos estructuras básicas: la planta ortogonal (también
conocida como de damero o planta hipodámea), de uso común en las ciudades europeas
de la época, y la que se adapta a los accidentes geográficos del terreno, de modo que el
trazado sigue las irregularidades topográficas adecuando las calles y plazas a ellas. En el
caso concreto de ciudades de carácter minero, levantadas muy cerca de los yacimientos
y vetas de minerales, a veces coinciden en su estructura con las antiguas ciudades
españolas de origen musulmán. Sin embargo, las potentes civilizaciones precolombinas
(mayas, aztecas, incas), dadas sus arraigadas creencias religiosas y sus fuertes
estructuras sociales, no sólo encontraron la forma de subsistir, sino que pasaron
lentamente a tener un papel preponderante, tanto en la construcción de las ciudades
como en la política. Ya al llegar por primera vez los españoles a Veracruz, quedaron
fuertemente impresionados por una metrópolis como Tenochtitlán, la capital de la
cultura azteca y el enclave económico más importante de toda la zona mesoamericana.
En el caso de las ciudades de planta hipodámea, se trazaban siguiendo lasordenanzas
reales, que estipulaban la forma y extensión de la plaza mayor, el ancho y orientación de
las calles y la distribución de las manzanas de casas, dispuestas en forma de damero. La
primera ciudad que se construyó siguiendo este modelo fue Santo Domingo.
La arquitectura fue la primera manifestación artística llegada al Nuevo Mundo, y se
inició con la construcción de las casas de los conquistadores, hechas a la manera
europea, con ladrillo, adobe, piedra, madera y tejas.

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Planta de la casa de un virrey.
3.2. La plaza mayor
En el urbanismo castellano e hispanoamericano se conoce como plaza mayor a
la plaza principal de la ciudad. Su antecedente más remoto se encuentra en el ágora
griega y en el foro romano, situados en el centro de la ciudad, mientras que su
antecedente más cercano, las plazas de arrabal o plazas de mercado, se encontraban a
las puertas de las murallas, es decir, fuera del recinto amurallado (la medina de la
ciudad árabe). Con el paso del tiempo las plazas de arrabal fueron absorbidas por la
construcción de nuevas casas, de modo que quedaron en una situación más céntrica a la
vez que se incrementaba la altura de sus edificaciones, construyéndose los pisos
superiores sobre soportales. La llegada de los nuevos ideales estéticos del Renacimiento
supuso la homogeneización del trazado siguiendo la planificación urbanística de un
arquitecto o maestro de obras municipal o real. El primer trazado regular que se conoce
en Castilla es el de Sigüenza (Guadalajara), fruto de los modelos que el CardenalPedro
González de Mendoza había visto en Italia.
Las funciones urbanas de la plaza mayor, además de la primitiva de mercado, son la de
espacio político (edificios municipales), espacio de festejos y solemnidades (incluso
corridas de toros al principio), autos de fe de la Inquisición (exceptuando la quema de
los condenados), ejecuciones públicas de carácter civil, incluso espacio de conflicto
social (la plaza mayor es el lugar predilecto de reunión en casos de motín de
subsistencias –durante el Antiguo Régimen— o de manifestación –en la Edad
Contemporánea).

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Plaza Mayor de Madrid.
En las ciudades americanas hay que distinguir entre ciudades con influencia de
ciudades prehispánicas –que ya contaban con grandes plazas de ceremonias y
mercado—y ciudades de nueva planta, en las que la plaza constituye el símbolo y centro
de la ciudad, girando la vida urbana alrededor de ella. Hasta tal punto llega la
importancia de la plaza mayor en la ciudad colonial que mientras en España (y Europa)
la ciudad es un conjunto de calles y casas en torno a una Plaza Mayor, en América la
ciudad es una Plaza Mayor rodeada de calles y casas.
La plaza mayor americana es más grande que la española (y anterior cronológicamente
a ella) y debe su monumentalidad a los edificios que la rodean: iglesia, residencia de las
autoridades (Ayuntamiento y Gobernación), tribunal y prisión. A ambos lados hay
arcadas. Con frecuencia, además del nombre de Plaza Mayor, recibe el de Plaza de
Armas, ya que se utilizaban, aparte de sus funciones tradicionales, comopunto de
reunión en caso de ataque. Por ello, a los edificios ya mencionados hay que añadir la
existencia de arsenales o guarniciones de armas. La Plaza Mayor americana tiene, pues,
una importancia mucho mayor que la española, por lo que todas las ciudades contaban
con una –incluso los pueblos creados por los jesuitas utilizando como mano de obra a
los indígenas se organizaron alrededor de una plaza central. La importancia de la Plaza
Mayor, tanto en España como en América, se pone de manifiesto cuando el 13 de julio
de 1573 Felipe II promulga las Ordenanzas de Descubrimiento y Población, con el
objetivo de homogeneizar la planificación de las plazas mayores y dejar claro su
carácter de centro neurálgico de la ciudad.
Entre las plazas americanas cabe destacar las siguientes: la Plaza Mayor en Lima
(Perú), la Plaza de Armas en Arequipa (Perú), la Plaza de Armas en Cajamarca (Perú),
la Plaza de Armas en Cuzco (Perú), la Plaza de Armas en Trujillo (Perú), la Plaza
Grande en Quito (Ecuador), la antigua Plaza de Armas conocida actualmente como
Parque de las Iguanas en Guayaquil (Ecuador), la Plaza Murillo en La Paz (Bolivia), la
Plaza de la Constitución o Zócalo en Ciudad de Méjico, la Plaza de Armas de Santiago
(Chile), la Plaza de Bolívar en Bogotá (Colombia), la Plaza de España en Santo
Domingo (República Dominicana), la Plaza de Armas en La Habana (Cuba), además de
un largo etcétera.

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Plaza de la Constitución, Ciudad de Méjico. También conocida como el Zócalo.
3.3. Arquitectura civil e institucional
Como ya vimos en elpunto 3.1., las nuevas ciudades se construían siguiendo las
ordenanzas reales, es decir, que había un interés por parte del Estado español en
controlar el urbanismo en el Nuevo Mundo, pues la producción del espacio (la creación
de un nuevo entorno construido) es un medio y una forma de materializar la ideología
del grupo dominante. La materialización de la ideología es la transformación de ideas,
valores y mitos en una realidad física (en este caso la ciudad), le otorga poder social al
grupo dirigente porque, al tener el control de la mano de obra en el proceso de
construcción, afirma su control económico (sobre los indígenas), además de reforzar la
legitimidad y los derechos del grupo en el poder político mediante la transmisión de
ideas, tradiciones y significados. Así, las nuevas ciudades se convierten en la
legitimación del imperialismo español.
En el caso de la construcción de la ciudad de Mérida (Yucatán) puede verse reflejado
lo anterior: el grupo encomendero (v. nota 1.) reafirma y legitima sus condiciones de
dominio mediante el control de la mano de obra y la representación simbólica de la
derrota y sometimiento del indígena ante el conquistador, reflejada en la portada de la
Casa de Montejo y en el desmonte de las construcciones prehispánicas por los mismos
mayas (v. nota 2.).
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Nota 1. Entiéndase por grupo encomendero los colonizadores españoles que disfrutan
de la llamada encomienda. Ésta consistía en la cesión por parte de la Corona de ungrupo de indios a un colonizador, el encomendero, a cambio del cuidado físico y
espiritual de los indígenas encomendados. En algunos casos la encomienda era la única
fuente de ingresos de los españoles.
Nota 2. Montejo fue el conquistador de Yucatán. La portada de su casa, en piedra, de
estilo renacentista con influencia del plateresco, representa su gloria y su prestigio a
través de la iconografía, pues aparece como un hércules. Además, se representa el doble
significado de la empresa colonizadora: la empresa militar (simbolizada por dos
guerreros con malla medieval que descansan sobre los hombros de dos figuras desnudas
en actitud de abatimiento –indígenas) y la evangelizadora, representada por un ciervo
(símbolo cristiano de la salvación) y la frase AMOR DEI OMNIA VINCIT (El amor de
Dios lo vence todo).

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Pasemos a continuación a la morfología de las viviendas. Dado que el territorio
conquistado abarca culturas muy diversas y difíciles de superponer, no existe un tipo
único, sino que se pueden, en general, establecer tres tipos de viviendas:
• Tipo de la provincia de Córdoba y Buenos Aires: la casa está situada en la esquina de
una manzana cuadrada (recordemos que el trazado de las calles es en forma de damero);
a ambos lados de la fachada principal hay sendas puertas, para la entrada y salida de
carruajes, mientras que la puerta principal se sitúa en el centro (es por donde entra la
familia); desde esta puerta se accede a un zaguán que da paso a un primer patio interior,
alrededor del cual están las habitaciones ydonde se desarrolla la vida social; tras este
patio, hay un segundo de igual forma pero dedicado a las actividades de servicio; en la
parte posterior se encuentran las viviendas de los esclavos, las letrinas y el taller de
oficios (sobre todo herrería).

• Tipo arequipeño: propio de Perú, cuya principal característica reside en su cubierta
abovedada, debido a su mayor resistencia a los terremotos, ya que nos encontramos en
una zona sísmica.

• Tipo de galería: propio de Bolivia, en el que destaca la madera como elemento
constructor y el techo a dos aguas.

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Calle colonial en Venezuela.
Finalmente, cabe añadir que ya en época barroca se construyen magníficos palacios,
como los del Conde San Mateo de Valparaíso –actual Banco Nacional--, del Marqués de
Jaral del Barrio o del Conde Santiago Calimaya –actual Museo de la Ciudad de Méjico-, todos ellos en Méjico; en Perú podemos citar el del Marqués de Torre-Tagle –actual
Ministerio de Asuntos Exteriores.
3.4. Fortificaciones americanas
El continente americano tuvo gran importancia en la organización del Estado
español, y buena prueba de ello es la gran cantidad de fuertes que se construyeron,
desde San Agustín (Florida) hasta Colonia Sacramento (Uruguay) por el lado atlántico,
y desde Valdivia (Chile) hasta Vancouver (Canadá) por la costa del Pacífico. Algunas
de las fortalezas se encuentran en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco,
y las construidas en lo que hoy es Estados Unidos son apreciadas por los
norteamericanos por conferir a su país entidadhistórica.
Mencionaremos algunos de ellos teniendo en cuenta su importancia histórica, su valor
geoestratégico y comercial y su inclusión en las listas del patrimonio histórico de los
países donde se hallan. El Castillo de San Marcos se encuentra en San Agustín
(Florida), su planta es en forma de estrella y su construcción data de 1672. No es de
extrañar su ubicación, ya que San Agustín era el último puerto donde hacía escala la
Flota de Indias con el cargamento de metales preciosos y manufacturas del Nuevo
Mundo, y había que protegerla de los asaltos por parte de los británicos, que montaron
varios asedios a la ciudad e intentaron tomarla al asalto en 1702 y 1740. En 1966 fue
incluido en el U.S. National Register of Historic Places, tras haber sido declarado
Monumento Nacional en 1922.

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Castillo de San Marcos.
El considerado el edificio colonial más antiguo de América es la fortaleza Ozama,
situada en Santo Domingo, capital de la República Dominicana. Fue construido entre
1502 y 1508 por los primeros colonos españoles en la isla de La Española (antiguo
nombre de la isla que hoy comparten Haití y la República Dominicana). Tanto por su
aspecto como por sus proporciones, a diferencia del Castillo de San Marcos, es una
construcción de tipo medieval. Pertenece al Patrimonio de la Humanidad de la Unesco
desde 1990.

Fortaleza Ozama
En la Ciudad vieja de la Habana se encuentra el Castillo de los Tres Reyes de El
Morro, igualmente Patrimonio de la Humanidad. Su misión, la misma que en las demás
fortificaciones: proteger a la islade piratas y de otros países interesados en la conquista
de la isla, como, por ejemplo, de nuevo Gran Bretaña. Cuba, por su posición
geoestratégica, era muy apetecible, por lo que en la misma Habana se construyeron dos
fortificaciones más: el Castillo de San Salvador de la Punta y el Fuerte de San Carlos de
la Cabaña, la mayor construcción militar levantada por España en América.

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Castillo de los Tres Reyes de El Morro

4. Arquitectura religiosa

4.1. Arquitectura de la conversión
España, como cualquier potencia cristiana de la época, tuvo que negar el derecho
del indio a una expresión artística propia. Las religiones monoteístas –las llamadas
“religiones del libro”—precisamente porque basan sus creencias en la revelación divina
contenida en un libro, no pueden admitir la existencia de otras manifestaciones
religiosas. No ocurría lo mismo con las religiones politeístas. Es muy significativo el
caso de Roma, que acogía en su panteón a divinidades de los pueblos que iban
conquistando, de modo que se producía un intercambio, una especie de koiné religiosa.
En el caso concreto de la Iglesia Católica, y del cristianismo en general, la ideología
misionera los lleva a la obligación redentora de implantar sus creencias allí donde
cualquier país cristiano conquiste nuevas tierras. España, como país cristiano, tiene una
visión particular del Imperio, que Américo Castro define como “misión imperial
mesiánica”. Esta idea va tomando forma desde los Reyes Católicos hasta llegar al
pensamiento universalista de Carlos V, con suconcepción de una ecumenicidad
cristiana.
España quiere forjar así su imperio con la espada y con la cruz. Desde un primer
momento los conquistadores van acompañados del clero. Y puesto que las
manifestaciones artísticas responden, en definitiva, a la cosmovisión de un pueblo, no
sólo basta con la conquista territorial y económica, sino que hay que implantar una
nueva cosmovisión, dentro de la que el cristianismo juega un papel fundamental. La
conversión de los indígenas al cristianismo católico pasa, por entre otras cosas, por la
sustitución de su arte por el del conquistador. De este modo, el arte, nunca exento de
componente ideológico, juega un papel primordial en la transculturización de los
nuevos pueblos.
Las edificaciones religiosas dedicadas a la evangelización responden en el siglo XVI,
en cuanto a estilos se refiere, al gótico, introducción del renacimiento y plateresco, sin
olvidar la presencia constante de elementos mudéjares. Los conventos cumplen una
doble función: atención a los indígenas evangelizados y refugio y fortificación en caso
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de peligro. Ello dio lugar a la reaparición del viejo sistema español de “templofortaleza”. Casi todas las construcciones de este tipo eran de grandes dimensiones y
fueron las primeras en mostrar plantas y rasgos estilísticos propios de los estilos
europeos. La arquitectura conventual utilizó de forma simultánea y yuxtapuesta estilos
que en Europa se sucedieron cronológicamente: gótico, mudéjar, renacimiento. Este
eclecticismo es un rasgo particular del arte colonialhispanoamericano. Hay que citar
también la influencia indígena, no en el sentido de que los nativos aportaran un estilo
específico, pero sí en su interpretación de las formas europeas (no en vano eran ellos los
constructores de los edificios) y la aportación de elementos decorativos de la flora y
fauna propias de América, que terminaron por formar parte del repertorio ornamental
propio del arte colonial. En el caso concreto de los conventos situados en zona azteca
(Méjico) las leyendas y símbolos de los nativos se mezclaron con los de origen
hispánico. Así, aparecen el águila (símbolo del sol), el mito de Tláloc (el dios de la
lluvia) en casas, posas y pilas bautismales. Otros motivos de influencia indígena son los
glifos (sol en movimiento, flor de cuatro pétalos, el águila con filactería en el pico…),
los rodetes (círculos perforados en el centro), los listeles o líneas de molduras paralelas
y horizontales, similares a los mudéjares.
No existió un modelo oficial impuesto por la Corona, aunque en 1568 ésta por una
Real Cédula intentó uniformar las plantas, pero ya era tarde, pues la mayoría de los
conventos evangelizadores estaba fundada. Sin embargo, sí es posible hablar de una
planta tipo: atrio cercado con capillas-posas en los cuatro ángulos y cruz de piedra sobre
gradas en el centro; al fondo, la iglesia, a cuyos ambos lados estaban el convento y la
capilla de indios. Los atrios cercados son una novedad, tanto por las dimensiones como
por la existencia de las posas, cuya función, aunque no muy clara del todo, podría ser lade adoctrinar por separado a hombres, mujeres, niños y niñas. También al fondo del
atrio se encuentran las dependencias propias de un convento: claustro, sacristía, cocina,
refectorio. Las campanas se sitúan en torres de corta altura o en espadañas. El exterior,
respondiendo a su segunda función de fortaleza, es de muros gruesos (hechos de
mampostería), con pináculos flanqueando los caminos de ronda y las garitas que
coinciden con los contrafuertes exteriores, existiendo también remates de crestería y
almenas escalonadas (prueba del doble influjo mudéjar e indígena).
4.2. Las grandes catedrales
El arte de las catedrales americanas significa el momento de la plenitud
renacentista, aunque breve y nada puro, pues rápidamente comienza la estética
manierista. A pesar de ello, aún subsisten algunas estructuras góticas y arcaísmos. En el
Virreinato de la Nueva España destaca la catedral de Méjico. Comenzó a proyectarse a
mediados del XVI por el arquitecto vasco residente en la ciudad Claudio de Arciniega.
Su interior es el más fastuoso e imponente de la arquitectura española en América. La
falta de unidad estilística en el exterior y en el interior se debe a que terminó de
construirse en 1813, lo que explica la presencia de elementos góticos, renacentistas,
manieristas, barrocos e incluso neoclásicos. Pero no debemos pensar que sea un
pastiche, por así decirlo, pues todo el conjunto está bien armonizado. La planta es de
tres naves más dos de capillas. La nave central, más ancha, alberga el coro, la capilla
mayor y la capilla oaltar de los Reyes en sucesión rectilínea. No hay girola, pero una
nave recta por delante del altar de los Reyes une las laterales. Los soportes que separan
las naves son pilares con medias columnas toscanas adosadas

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Catedral de Méjico

Altar de los Reyes de la catedral de
Méjico. Ejemplo del barroco americano.

La segunda catedral en importancia es la de Puebla (Méjico), que presenta parecidos
con la de Ciudad de Méjico, pero con importantes diferencias: es más esbelta, de
mejores proporciones y con mayor unidad estilística. Otras catedrales de menor
importancia son las de Guadalajara y Mérida, más pequeñas, pero con mayor unidad
estilística por haberse edificado en menor tiempo (siglo XVI). Del siglo XVII es la
catedral de Oaxaca, muy reformada en el XVIII. Sin embargo, el proyecto más original
en cuanto a catedrales no llegó a realizarse. Se trata del templo planeado para la ciudad
de Pátzcuaro.

Catedral de Guatemala

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En el Virreinato de Nueva Granada tanto las iglesias como los conventos y las
catedrales son más modestos. Las catedrales colombianas del siglo XVI son discretas, si
bien presentan algunas novedades, como la planta de tres naves con columnas y techos
de madera (catedrales de Cartagena y Tunja), modelo que debió de importarse de
Venezuela, aunque proviene de modelos canarios y andaluces. Entre 1665 y 1674 se
levanta la catedral de Caracas. La planta es de cinco naves separadas por pilares
octogonales y la cubierta es de madera. Las reformas de 1932 desfiguraron el interior,
quedando sólocomo muestra del antiguo edificio la capilla dedicada a la Trinidad
(1698).
En el Virreinato del Perú volvemos a encontrar la grandiosidad de las catedrales de la
Nueva España. La catedral de Lima tiene su origen en un templo gótico-mudéjar de
mediados del siglo XVI que no fue del agrado ni de las autoridades ni de la población,
por lo que en 1564 se inició la cimentación de una iglesia que, por sus excesivas
dimensiones, no llegó a construirse. Por fin, en 1582 llega a Lima el arquitecto
extremeño Francisco Becerra, que ya había trabajado en el Virreinato de la Nueva
España y en Quito. Será él quien definitivamente inicie las obras de la futura catedral.
La planta es rectangular debido a la forma del solar disponible y a los cimientos del
antiguo templo. Redujo las naves a tres, más dos órdenes laterales de capillas, igual que
en la catedral de Jaén. Tras su muerte, fue el maestro español Juan Martínez de Arrona
quien en 1622 acabó la obra. Becerra planificó cuatro torres en los ángulos, pero sólo
llegaron a levantarse dos. Estilísticamente, la planta rectangular coincide con el bajo
renacimiento español, mientras que el alzado y terminación presenta elementos formales
manieristas.
También digna de mención es la catedral de Cuzco, y en Bolivia la de Sucre, que
comenzó con la edificación de un templo gótico en 1585. Más tarde, se le añadieron
capillas laterales, crucero y presbiterio más profundo. Finalmente, en 1686 se lo dota de
dos naves más y un mayor número de capillas, con lo que el interior adquiere su formadefinitiva.
4.3. La arquitectura barroca en los virreinatos
En el área del Caribe Cuba es donde el barroco encuentra sus mejores
realizaciones en el siglo XVIII. La Habana es un buen ejemplo de urbanismo y
arquitectura barrocos procedentes de España, pero, lógicamente, adaptados a la
idiosincracia de la isla (clima, materiales, costumbres). No obstante, subsisten las
construcciones mudéjares, en las que aparecen pilares ochavados, torres de planta
octogonal y arcos semioctogonales, como se aprecian en la iglesia del Seminario y en la
del Cristo del Buen Viaje, ambas del siglo XVIII, y con mayor claridad en templos de
ciudades como Santiago y Guanabacoa. Después de la expulsión de los jesuitas, la
iglesia que habían comenzado en 1748 fue terminada y convertida en catedral. De planta
rectangular, recuerda a la arquitectura barroca limeña en algunos elementos. La fachada
recuerda a las catedrales de Cádiz y Murcia: la sinuosidad de sus paredes, remate
mixtilíneo, torres desiguales. El edificio es uno de los que presentan un aspecto más
barroco de la América española. En el caso de las viviendas cabe destacar que el
barroquismo se expresa sobre todo en el movimiento de las fachadas, torres de varios
cuerpos decrecientes, arcos mixtilíneos y proliferación de columnas. Los ejemplos más
notables son la casa del conde de La Reunión, la de Pedroso, la del gobernador de
Santiago y la de Bayamo.

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El siglo XVIII es una época de esplendor en el Virreinato de la Nueva España. El
proceso de mestizaje cultural y artístico iniciado en el XVIproduce ahora sus mejores
obras. Sin embargo, el barroco de esta zona no se caracteriza por su aspecto innovador
en las plantas de templos y edificios civiles, sino por la decoración. En efecto, igual que
ocurre en España, las plantas siguen los modelos del renacimiento y del manierismo,
mientras que lo barroco se expresa en los juegos de luz y en la perspectiva, y, sobre
todo, en la ornamentación, una de las bases fundamentales del estilo. A pesar de ello, sí
hay barroquismo en algunos aspectos constructivos: torres y cúpulas más elevadas,
adquiriendo las torres muchas veces formas caprichosas y con gran decoración en el
campanario. Las portadas también responden a una mayor libertad creativa, que se
aparta del clasicismo. La decoración, tanto en el interior como en el exterior, es profusa:
formas vegetales, esculturas, escudos, cintas y placas retorcidas, retablos, pinturas,
rejería, orfebrería. Pero por encima de todo, lo más característico del barroco mejicano
es el color empleado en los exteriores. La policromía se combina en algunas zonas con
enlucido de ladrillo y azulejos de colores, sobre todo en las cúpulas, aunque también en
los muros y en los cubos de las torres.
En el Virreinato del Perú destaca Lima. El gran barroco limeño se desarrolla entre
1670 y 1746, año este en que se produce un gran desastre sísmico. En esta época se
consigue un estilo personal dentro del arte hispánico, estilo que influirá en amplias
zonas del virreinato. La escuela barroca limeña es también una escuela de decoradores.
Aquí también lasplantas no ofrecen novedad respecto a las del período anterior, con
excepción de la iglesia de Santa Liberata, que carece de ángulos rectos. Así, nos
volvemos a encontrar con lo que ocurre en la Nueva España: el barroquismo se
concentra en las fachadas, con torres almohadilladas, pintadas de colores llamativos y
portadas concebidas como si fueran un retablo, mientras que los interiores se adornan
con suntuosos retablos, pinturas y esculturas. La primera obra destacable es el conjunto
de San Francisco, que se compone de convento, iglesia y capilla de La Soledad (16571674) y se puede considerar el inicio del barroco, aunque en el exterior no hay aún
columnas salomónicas. Sin embargo, inicia la corriente de concentrar la riqueza
arquitectónica en la fachada principal. Así, después del terremoto de 1687 se iniciaron
las obras de restauración de muchos edificios notables, entre ellos las iglesias de la
Merced, la Concepción y San Agustín, cuyas portadas se restauran siguiendo ya
plenamente la estética barroca (columnas salomónicas, óculos elípticos, balaustrada
final…, es decir, el efectismo teatral y exuberante propio del estilo). Este tipo de
portadas son las características del barroco limeño de la mejor época, que se dan
también en la arquitectura civil, cuya mejor muestra es el palacio de Torre-Tagle,
también en Lima.

Catedral de Lima

Iglesia de la Compañía (Quito)

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En La Paz se puede destacar la iglesia de San Francisco. La planta, igual que hemos
visto en otros casos, carece de novedad, pero no la decoracióndel interior, en la que
aparecen los elementos propiamente barrocos. La portada principal de las tres con las
que cuenta presenta tres cuerpos con un remate final, columnas salomónicas y puerta de
arco trilobulado. Otros edificios destacables de Bolivia son la catedral de Potosí, las
iglesias de San Benito y San Lorenzo, y la casa de los marqueses de Otavi, en la misma
ciudad.
4.4. Las experiencias jesuíticas
La burocracia fue uno de los pilares del Imperio español, el otro fue la Iglesia.
La evangelización practicada por diversas órdenes religiosas estuvo al servicio de la
conquista y la colonización, proporcionando el marco ideológico adecuado para
justificar la dominación de los españoles y a la vez propiciando la organización de la
sociedad de acuerdo a los patrones europeos. Se puede hablar así de un modelo de
evangelización de predicación colonizadora. Una sola orden escapa a este modelo: los
jesuitas. Siguiendo una idea utópica, pretendieron crear una sociedad al margen de las
imposiciones colonizadoras de la Corona española. Y lo llevaron a cabo mediante las
llamadas reducciones. Una reducción es una especie de ciudad en miniatura, y todas
responden al mismo esquema: una amplia plaza mayor, donde se ubican la iglesia, la
casa de los religiosos y los edificios administrativos, y, dispuestas en cuadrícula, las
casas de los indios. Tras la fundación de la primera en Paraguay (1607), se extendieron
por otras zonas hasta la expulsión de la orden en 1767, momento en que el número de
reducciones ascendía a 182. Lógicamente,los edificios no son monumentales, pero
responden a los mismos estilos que ya hemos visto. En el caso de las primeras
reducciones son de una sencillez propia del espíritu clasicista, mientras que, por
ejemplo, en el caso de Chiquitos (Bolivia) se puede apreciar el paso al barroquismo: la
iglesia de la Concepción tiene columnas salomónicas en la fachada y profusa
decoración. Insistiendo en la falta de monumentalidad, hay que hacer notar que las
dimensiones del templo son pequeñas, con techo de madera a dos aguas, columnas del
mismo material y la mencionada decoración de la fachada, pintada, y no esculpida. No
se puede hablar de aportaciones importantes al arte hispanoamericano, pero sí de un
estilo peculiar.

5. Artes plásticas en el Virreinato de la Nueva España
5.1. Los artistas emigrados
De la misma manera que tras el descubrimiento del Nuevo Mundo emigraron
desde España gente en busca de fortuna o de mejores condiciones de vida, también lo
hicieron artistas de todo tipo, que crean talleres en las principales ciudades, en los que
enseñan no sólo a criollos y mestizos, sino a indios, de modo que contribuyen al proceso
de transculturización, ya que los temas que traen consigo son los propios de la cultura
española y europea en general, temas en su mayoría religiosos. Sin embargo, cuando
desaparecen los maestros europeos, los talleres quedan en manos americanas. Ello
posibilita la expresión de la cultura nativa, que, combinada con la importada, produce
un arte con características propias.

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No sólo hubo presenciade artistas españoles, sino de otras nacionalidades, como es el
caso de Bernardo Bitti (1547-1610), jesuita italiano que desarrolló su carrera pictórica
en tierras americanas tras pasar por Sevilla. Por otra parte, no hay que olvidar que
también se llevaron obras artísticas hechas en España.
5.2. La configuración de la escuela mejicana
Las mejores obras de la escultura mejicana están asociadas a la arquitectura,
por lo que en un principio el material preferido es la piedra. Más tarde aparecen el
estuco, la argamasa, la madera. En cuanto a los estilos, el recorrido va desde el gótico
hasta el neoclásico. Por lo que se refiere a los temas, es mayor el repertorio en la
escultura decorativa de los siglos XVI y XVII. Lo mismo ocurre en la escultura en
madera, bien en la decorativa de los retablos bien en la imaginería. Pero la dominante es
la temática religiosa. Los ejemplos de escultura funeraria, de retratos o de tema
mitológico son escasos.
Los materiales de la escultura mejicana desde el siglo XVI en adelante son los mismos
que los de la escultura española: piedra, argamasa, madera, yeso, hierro, plata, bronce,
barro… Las técnicas también son las mismas, incluyendo las bellas tallas en madera
dorada y policromada, que siguen los sistemas andaluces. Se produce una aportación
netamente americana con el uso de la caña del maíz.
La escultura en piedra del siglo XVI es de carácter decorativo, es decir, se trata de
relieves (y no esculturas de bulto redondo) para edificios fundamentalmente. Se suceden
los estilos gótico, mudéjar,renacentista, plateresco y claroscurista, cerrando la etapa el
manierismo que da paso al siglo siguiente. La mayoría de los artistas eran nativos. El
relieve usado es casi plano o con muy poco resalte, aunque hay casos de tallas
voluminosas. Destaca la capilla de Tlalmanalco, de carácter plateresco, con motivos
muy variados de gran calidad técnica y belleza. La escultura en madera siguiendo la
técnica tradicional española del dorado y policromado tuvo desde un principio gran
acogida. De España llegaron obras castellanas y flamencas, pero la mayoría de ellas son
de talleres sevillanos. Son buenos ejemplos de la escultura en madera los grandes
retablos, entre los que destacan el retablo mayor de Huejotzingo (1584) y el retablo del
convento de Xochimilco, y en cuanto a escultura exenta, el Cristo de los
Conquistadores y el del Buen Despacho (Catedral de Méjico) o el grupo de Santa Ana,
la Virgen y el Niño (iglesia de Santa Mónica, Puebla). La influencia indígena se deja
notar en las tallas de Cristos crucificados hechos de la ya mencionada caña del maíz y
policromados. Resalta el Cristo de Mexicaltzingo.
El siglo XVII no presenta grandes obras en lo que se refiere a escultura monumental, sí
en cambio en la imaginería en madera y otros materiales policromados. Sigue vigente la
influencia andaluza, particularmente la de los talleres sevillanos de Juan Martínez
Montañés y sus discípulos. Obras con influencia de Montañés son frecuentes, tanto
provenientes de España como hechas en Méjico. Se pueden destacar el Niño Cautivo de
laCatedral de Méjico y la Virgen con el Niño del Museo de la Basílica de Guadalupe.
La escultura monumental recupera en parte su protagonismo en el siglo XVIII.
Sobresalen los relieves de la Basílica de Guadalupe. Sin embargo, no ofrecen
novedades. La escultura en madera experimenta los cambios propios del efectismo y la
teatralidad del barroco: se usan ojos de vidrio, pelo, pestañas, ropa… Los retablos
adquieren mayor complejidad, tomando la apariencia de vegetación entre la que se
pierden las figuras. De gran importancia son los de los templos de San Martín
(Tepotzotlán) y Santa Prisca (Taxco). La imaginería, por su parte, no ofrece tampoco un
afán renovador. Al principio se acentúan los rasgos de expresión de los rostros, pero

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más tarde en los medianos y grandes talleres de las ciudades importantes se fueron
imponiendo modelos estereotipados, con la consiguiente pérdida de los valores
expresionistas. Surgieron así esculturas de posturas inquietas, vestimentas movidas por
el viento (talladas también en madera) y rostros serenos, de rasgos parecidos. Las
tradiciones medievales perviven en las creaciones populares de madera policromada, en
las que se acentúa el dramatismo (a veces incluso el tremendismo), particularmente en
las figuras de Cristo crucificado, con la cruz a cuestas o en otras escenas de la Pasión,
de aspecto sangrante y con rasgos propios de mortificación y padecimiento. Son
notables las imágenes de Cristo de Santa María Tonanzintla, el Cristo Rey de burlas
(Querétaro) o el Santo Cristo del Rebozo de laiglesia de Santo Domingo (Ciudad de
Méjico).
La función de la pintura es la misma que la de las demás artes: adoctrinar. Aparte de
ello, los cuadros se usan para decorar claustros, refectorios, capillas… En general, son
obras colectivas dirigidas por un maestro. Se aprecia la influencia de pintores españoles,
italianos y flamencos. El gran número de artistas que existía trabajaba sobre todo para la
Iglesia y el estamento alto de la sociedad. Al igual que en España y Europa, ésta es la
época de auge de la pintura al óleo sobre lienzo, que suele adquirir un tamaño
descomunal. Hay que hacer notar también, como rasgo general, la influencia del
tenebrismo de Caravaggio. Desde principios del siglo XVI la pintura encontró gran
predicamento en el Virreinato de la Nueva España. La hábil predisposición de la
población indígena para la pintura explica en parte este hecho, a lo que hay que unir la
labor formativa del convento franciscano de Ciudad de Méjico, donde los indígenas
aprendieron las diversas técnicas del momento, de modo que en poco tiempo fueron
capaces de realizar murales e historias para retablos en los grandes conventos
evangelizadores, además de decorar códices, muebles y vestiduras. Las técnicas
empleadas para los murales y retablos fueron al temple y al fresco, incluso la mezcla de
las dos. Unas veces se pinta en blanco y negro y otras se usa la policromía, pero de
pocos y suaves colores. Los temas son en su mayor parte religiosos, aunque no faltan
los de carácter profano, como escenas de la guerra de Troya en la iglesiade Tezantepec,
figuras de Sibilas en la “casa del Deán” en Puebla o la lucha de personajes mitológicos
aztecas (los caballeros-águilas y los caballeros-tigres, en la iglesia agustina de
Ixmiquilpan). Cabe destacar de esta época el convento de Huejotzingo, en Puebla,
donde existe uno de los más espléndidos conjuntos de pintura mural.
En la segunda mitad del siglo aparece la pintura sobre lienzo y sobre tabla, con uso del
óleo o materiales similares. Se conocen los nombres de numerosos pintores, tanto indios
como españoles y de otras nacionalidades europeas. Entre los primeros destacan Marcos
Cipac (también conocido como Marcos de Aquino), a quien se atribuye la particular
imagen de la Virgen de Guadalupe, de cierto aspecto goticista, y Juan Gersón, que
realizó numerosas pinturas con escenas del Antiguo Testamento y del Apocalipsis para
el convento franciscano de Tecamachalco. De los pintores no nativos sobresalen el
flamenco Simón Pereyns y el sevillano Andrés de la Concha. Del primero existió en la
Catedral de Méjico una de las obras cumbres de esta época, la Virgen del Perdón,
desaparecida en un incendio (1967). Pereyns realizó también las pinturas del retablo
mayor del ya mencionado convento de Huejotzingo, además de las de los retablos de
Tepeaca, Ocuilán y Teposcolula, todos desaparecidos. Por su parte, Andrés de la
Concha participó con Pereyns en las pinturas de Huejotzingo. Obra exclusivamente
suya son los cuadros del retablo del convento dominico de Yanhuitlán, así como una
serie de obras que fueron atribuidas a unanónimo “Maestro de Santa Cecilia”: Santa
Cecilia, El martirio de San Lorenzo y la Sagrada Familia, todas ellas en la Pinacoteca
virreinal de la capital mejicana.

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El siglo XVII supone el triunfo del manierismo ya comenzado en la centuria anterior,
aunque a finales del mismo hacen su aparición rasgos que preconizan el barroco, como
el afán naturalista, el claroscurismo o figuras de movimientos enérgicos y dinámicos. El
nexo con la escuela sevillana, iniciado en el siglo XVI, continúa presente con el envío
de obras y la emigración de artistas formados en los talleres de la ciudad andaluza. Sin
embargo, no se crea una relación de dependencia, pues ya avanzada la segunda mitad
del siglo se crea una escuela pictórica con personalidad propia. Y es en este momento
cuando la escuela mejicana da un giro estilístico, pasando del manierismo al
claroscurismo. Es ésta la gran y mejor época de la pintura del Virreinato de la Nueva
España. La influencia predominante es la de Zurbarán. Fue precisamente un pintor
sevillano formado en el taller de Zurbarán el que introdujo en Méjico la nueva
influencia: Sebastián López de Arteaga. De sus cuadros conservados en la Pinacoteca
virreinal caben destacar Los Desposorios y un Crucificado, en los que se advierte
claramente su afición por el claroscuro. José Juárez, probable discípulo de Arteaga, fue
quien difundió el claroscurismo zurbaranesco. De su extensa producción destacan la
Adoración de los Reyes y El martirio de San Lorenzo (ambos en la Pinacoteca
virreinal).
El artista más importantedel siglo XVIII es el pintor mejicano Miguel de Cabrera.
Trabajó el retrato. En esta faceta destacan los del Arzobispo Rubio y Salinas, el Virrey
Güemes y Horcasitas, el del Conde de Revillagigedo y el de Sor Juana Inés de la Cruz,
la notable poetisa. Pero, lógicamente, su producción más abundante se centra en los
temas religiosos. Pintó numerosas obras para diversas órdenes religiosas de Ciudad de
Méjico y de otras capitales del interior, incluso para los franciscanos de Lima. El éxito
de Cabrera traspasó las fronteras, pues en España sus obras se consideraron de gran
importancia. En el Museo de América de Madrid hay dos obras suyas: La adoración de
los pastores y La adoración de los Magos; en el monasterio de El Poyo (Pontevedra) se
conservan varias obras, así como en colecciones particulares de Murcia y Málaga. De
los numerosos pintores que vivieron en Méjico en el XVIII ninguno superó la calidad y
la fama de Cabrera.

Coronación de la Virgen del Rosario. Siglo XVI.
Sagrada familia con San Juanito.
Autor sin identificar. Siglo XVIII.

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6. Artes plásticas en América del Sur
6.1. Los grandes centros: Lima, Cuzco, Quito, Bogotá, Potosí
Las actividades escultóricas de Perú y Bolivia, igual que ocurre en la
arquitectura, están estrechamente unidas, e, igual que hemos visto en el caso de la
pintura en la Nueva España, están relacionadas con Sevilla en las primeras épocas. En la
época del barroco la incorporación de los indígenas produjo el desarrollo de una
imaginería de gran calidad artística. De los primeros talleresestablecidos en Lima
(probablemente de artistas castellanos y andaluces) apenas se conserva nada. Un
ejemplo de lo poco conservado es el relieve de la Adoración de los Pastores de la
catedral de Lima. Ya en la segunda etapa, la del manierismo (1580-1620), las obras
conservadas son abundantes. Los núcleos más relacionados con España son Lima,
Cuzco y Potosí, por lo que presentan particularidades propias. En esta época también
empiezan a tener más actividad los talleres de artistas indígenas, que usan con
frecuencia el maguey y las tallas de candelero, y añaden efectos expresivos e intensas
policromías a la severidad del manierismo, que se acentuarán con efectos trágicos en la
época barroca, muy propios de la escultura mestiza e indígena. Algunos ejemplos de
esta época son un San Sebastián de Bernardo Bitti, ya citado en el punto 5.1., que se
halla en el Museo Casa del Almirante en Cuzco; la Virgen de la Candelaria del templo
de los dominicos de Potosí; la sillería de coro de la Catedral de Lima (obra de los
maestros Pedro de Noguera, Martín Alonso de Mesa y Luis Ortiz de Vargas –como
curiosidad, hemos de añadir que Pedro de Noguera realizó también trabajos en Sevilla y
en Málaga, donde hay una calle con su nombre).
En Quito el inicio de la escultura y el interés por ella se deben al convento de los
franciscanos. La escultura del siglo XVII significó para Quito un momento brillante en
el que los maestros locales alcanzaron pronto las características del barroco español
pero con aportaciones propias como la acentuación de losefectos de dramatismo en las
tallas policromadas que representan la Pasión de Cristo. Uno de los principales artistas
del siglo XVII es el llamado “padre Carlos”, de quien nada se sabe, incluso es posible
que las obras que se le atribuyen sean de un taller y no de una sola persona. Sea como
fuere, importantes obras nos han llego con su nombre: el Santo penitente de la Capilla
de Cantuña, una imagen de San Lucas de la misma capilla, un Jesús atado a la columna
con San Pedro a los pies y la importante talla de Jesús del Gran Poder del templo de los
franciscanos. En el siglo XVIII hay que destacar la figura del mestizo Bernardo de
Legarda, autor de lujosos retablos (templo de La Compañía y templo de La Merced) y
de una serie de Inmaculadas apocalípticas (con alas y aplastando a la serpiente), que
llegaron a hacerse tan famosas que se conocieron con el nombre de “Vírgenes de
Quito”. Igualmente famosa es la producción quiteña en general, hasta el punto de
exportarse a Colombia y Perú. El último maestro importante de esta época es Manuel
Chili, conocido como “Caspicara”.
Finalmente, hay que añadir la elaboración de figuras de pequeño tamaño para
“belenes”, indicativa de la gran actividad artesanal de la ciudad.

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La Sábana Santa. Caspicara.

Belén del siglo XVIII. Anónimo.

En cuanto a la pintura, es importante señalar en primer lugar la existencia de
verdaderas escuelas, como las de Lima, Cuzco y Potosí, así como la influencia española,
italiana y flamenca en las diversas escuelas. La primera figura sobresaliente delmanierismo es un artista ya mencionado: Bernardo Bitti, que pintó numerosos retablos
para templos y casas de su orden, los jesuitas, en Lima y Cuzco, además de en otras
ciudades. Puede considerársele el introductor del manierismo en América del Sur y el
más grande pintor de su tiempo en Perú. Entre sus obras destacan la Coronación de la
Virgen (del retablo de la iglesia de San Pedro), El Resucitado, y la que se considera su
obra maestra, La Virgen con el Niño y San Juanito.
Una de las variedades más importantes de la pintura manierista en Perú es la pintura
mural, que suele decorar los interiores de los templos y algunas casas importantes de
Cuzco. Las de Lima han desaparecido debido a los terremotos y consiguientes
restauraciones.
Avanzado el siglo XVII comienzan a penetrar los gustos barrocos. A Lima, ya en el
siglo XVIII, llegan numerosas obras de talleres de Madrid, Sevilla, Flandes e Italia. La
temática más generalizada es, una vez más, la religiosa. Sin embargo, la pintura
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propiamente limeña de la época es prácticamente desconocida. Cristóbal Lozano, autor
del retrato del Virrey Conde de Superunda y de un San Francisco Javier (Catedral de
Lima), es uno de los pocos nombres que nos han llegado. No ocurre lo mismo con la
pintura cuzqueña, de la que se conservan numerosos nombres de artistas así como obras.
Una de sus características destacadas es el realce de los vestidos de santas y Vírgenes
con el uso del dorado, al igual que la composición plana (sin fondo de paisaje o de
arquitectura), ya que todo el interés seconcentra en el ropaje y en la figura. También
fueron corrientes las series de reyes incas.

Coronación de la Virgen. Bernardo Bitti.
Iglesia de San Pedro, Lima.
La escuela quiteña es una de las más importantes de América del Sur. De nuevo son
las órdenes religiosas las que impulsan el arte pictórico; en el caso concreto de Quito
son los franciscanos. El primer artista importante es el dominico fray Pedro Bedón
(1556-1621), del que se puede destacar la Virgen del Rosario, de estilo manierista
(convento de Santo Domingo, Quito). En los siglos XVII y XVIII la preferencia por las
artes pictóricas se pone de manifiesto en la abundancia de pintura europea en los
conventos y casas particulares. Se importan obras de España y de Lima, aunque
posteriormente se imponen las creaciones de los talleres quiteños. El pintor más
conocido del siglo XVII es el hermano Hernando de la Cruz, formado en los talleres
limeños, que sigue la estética manierista. El manierismo desaparece en la obra de
Miguel de Santiago, artista mestizo de extensa producción. Su arte se considera de los
más bellos de América del Sur. Destacan sus Inmaculadas, como la Inmaculada
Eucarística (iglesia de San Francisco). Otra de sus obras importantes es El Crucificado,
en el que se advierten las influencias claroscuristas. En algunos lienzos, como la
Coronación de María y la Virgen Eucarística, utiliza una de las más bellas creaciones
de la escuela quiteña por su originalidad, popularismo y heterodoxia: la representación
de la Trinidad como tres personajes iguales, aveces tres reyes al estilo medieval.
Miguel de Santiago creó una dinastía de pintores que llega hasta el siglo XVIII con su
sobrino Nicolás de Goribar. La primera de esta dinastía es su propia hija, Isabel de
Santiago, que se adhiere igualmente al claroscurismo, aunque a veces muestra
influencias de Murillo, como en su obra Visión de San Antonio (convento del Carmen).
Ya en el siglo XVIII el pintor más destacado es Manuel Samaniego y Jaramillo, cuya
obra presenta las características típicas del barroco, incluso del rococó.
En Bogotá el pintor de mayor renombre y uno de los más importantes de Suramérica es
Gregorio Vázquez de Arce y Cevallos, nacido en 1638. Fue uno de los artistas más
prolíficos, pues se conocen casi quinientos lienzos suyos. Su temática es variada:
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retratos, alegorías, temas religiosos. Su estilo es desigual, ya que presenta rasgos
arcaizantes e influencias de Zurbarán y de Murillo.
7. Conclusión
En toda zona conquistada se da un proceso de implantación de la cultura del
conquistador, con la consiguiente pérdida de la cultura local. En el caso de
Hispanoamérica sucede lo mismo: España trasladó su cultura haciendo las adaptaciones
que fueron necesarias. George Foster en su ensayo Culture and Conquest habla del
concepto de “cultura de conquista”, que para él significa que la cultura española llevada
al Nuevo Mundo fue una versión “artificial”, en el sentido de que se eliminó gran parte
de su variedad para hacerla sencilla y funcional (citado por Jorge Luján Muñoz en su
ensayo “Reflexiones sobre elconcepto de arte colonial aplicado a Hispanoamérica”, p.
189). Ello significa, en definitiva, que no toda la riqueza cultural española se traspasó a
América, sino sólo una parte. A pesar de ello, hay un parecido y un parentesco cercano
entre las obras españolas y las hispanoamericanas y a la vez un parecido entre las
diferentes regiones americanas, aunque hubo muy poco o ningún contacto entre ellas en
la mayoría de los casos. Por ejemplo, los edificios, sean religiosos, civiles, militares o
casas particulares, tienen un manifiesto parecido con la arquitectura andaluza en
particular y con la castellana en general. En este sentido, el arte colonial es una parte del
arte español, a pesar de que presente diferencias respecto a él.
Por otra parte, el arte hispanoamericano no sólo fue una manifestación ligada al
proceso del trasplante de la cultura del conquistador, sino que tuvo un papel
fundamental en el proceso de dominación, en el que la religión católica fue
fundamental. No en vano, como hemos visto, la mayor parte de las manifestaciones
artísticas son de carácter religioso. Para la Corona española conquista y evangelización
estaban íntimamente ligadas, de modo que había que imponer la nueva fe a los vencidos
y convertir América en territorio exclusivamente católico. Es más, la primera
preocupación del sistema colonial español es que todos sus habitantes fueran católicos,
y para ello había que dotar a las colonias de la infraestructura adecuada para practicar la
nueva religión, y aquí juega un papel fundamental el arte.
De igualmanera que la sociedad colonial se dividió en dos grupos, el español-criollo y
el indígena, se puede hablar de dos artes coloniales. En el primero las obras pretendían
ser españolas, aunque fueran una derivación de ellas, una imitación, y estuvieran en una
situación de dependencia. El arte colonial español-criollo se da en las ciudades, y su
dirección estaba en manos de las clases privilegiadas, aunque se ejecutara por artistas y
artesanos que no pertenecían a ellas. Sin embargo, en el arte de los pueblos de indios la
supervisión y dirección fueron menores, de modo que pudieron filtrarse o crearse
expresiones artísticas o síntesis más o menos propias, sobre todo en la artesanía
(cerámica doméstica y telas), en la que se mantuvieron tradiciones prehispánicas.
Para terminar, veamos las características generales del arte hispanoamericano según
Jorge Luján Muñoz, profesor de la Universidad San Carlos de Guatemala:
a) El componente más influyente y permanente es el religioso. Los edificios
más importantes, así como la pintura, escultura, etc., son religiosos. La arquitectura civil
y militar tuvo un papel secundario.
b) Al principio fue rutinario, una repetición de copias.
c) Como consecuencia de lo anterior, el arte fue improvisado y un tanto
rústico. Sólo en las grandes ciudades se renovó conforme llegaban los nuevos estilos.

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d) Con el paso del tiempo y la existencia de arquitectos y artistas mejor
preparados, se fue desarrollando una adaptación de las formas y los estilos, así como
soluciones a los problemas yrealidades locales (materiales, clima, terremotos,
tradiciones…) que dieron un matiz regional al arte y a la arquitectura, pero sin perder su
origen español, aunque sí nacieron “dialectos” artísticos.
e) Siempre o casi siempre los artistas seguían los modelos metropolitanos,
aunque en los grandes centros artísticos escapaban, tras un proceso de maduración, a las
ataduras y llegaban a producir obras de cierta originalidad.
f) Al principio revivió corrientes desparecidas en España, por lo que se ha
considerado anacrónico. Luego fue un arte “retrasado”: los estilos llegaban a América
tras haberse afianzado en España, con décadas de retraso por lo tanto.
g) Sin embargo, no fue sólo un reflejo directo del arte de la metrópolis, ya que
era corriente incorporar elementos de diversos orígenes europeos (a través de libros de
arte y de grabados), entremezclando o superponiendo, lo que produjo una nueva síntesis
que no se correspondía con el estilo original. Por esto, algunos han calificado al arte
colonial de sincrético, y otros hablan de “arte mestizo”.
h) Generalmente hubo menos corrientes o escuelas que en España, pues sólo
se trasvasaron las que tuvieron mayor éxito, sobre todo en sus versiones castellanas y
andaluzas.
i) En resumen, la arquitectura y el arte colonial hispanoamericanos fueron
parte de la arquitectura y el arte españoles, aunque con el tiempo desarrollaron lenguajes
propios, sin dejar de recibir constantemente nuevas influencias de España y otros países
europeos.

Glosario de términos artísticos
Argamasa: mezcla decal, arena y agua de consistencia plástica.
Balaustrada: barandilla formada por columnitas con molduras cuadradas y curvas y
ensanchamientos y estrechamientos sucesivos, llamadas balaustres.
Claroscurismo o estilo claroscurista: arte de disponer en una pintura el contraste de
luces y sombras. Se aplica concretamente al modo de destacar las figuras iluminadas
sobre un fondo oscuro.
Estuco: mezcla de cal muerta y polvo de mármol, alabastro o yeso, de numerosos usos
por su baratura y ligereza, de aspecto suave y liso.
Filactería: cinta o banda que se representa como si fuera de tela, pergamino, etc., con
los extremos enrollados, y que lleva una leyenda escrita.
Glifo: canal en forma de ángulo poco profundo, en sentido vertical.
Maguey: planta originaria de Méjico, conocida también como pita.
Mampostería: obra de piedra sin labrar o con labra tosca, que se dispone de modo
irregular.
Manierismo: estilo de transición entre el Renacimiento y el Barroco, caracterizado,
sobre todo en pintura, por su exceso de refinamiento, el leve alargamiento de las figuras
y la llamada línea serpentinata, que forman las espaldas y caderas de las figuras,
levemente torcidas, dando la impresión de movimiento suave.
Óculos: ventanas pequeñas en forma de O.
Rococó: estilo recargado propio de la época de Luis XV de Francia (siglo XVIII). Es
más propio llamarlo barroco tardío, sobre todo referido a la decoración.
Rodete: obra de piedra de forma redonda, de cierto grosor, usada como elemento
decorativo.

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Talla de candelero: talla de Virgen en laque sólo se esculpe hasta la cintura, mientras
que el resto es un cono truncado revestido de tela en el que se coloca la parte esculpida.

BIBLIOGRAFÍA
Bernales Ballesteros, J., Historia del Arte Hispanoamericano. Siglos XVI a XVIII, ed.
Alhambra, Madrid, 1987.
Fatás, G. y Borrás, G.M., Diccionario de términos de arte y arqueología, ed. Alianza
Editorial, Madrid, 1988.
Laviana Cuetos, M. L., La América española, 1492-1898. De las Indias a nuestra
América, ed. Información e Historia, S.L. Historia 16, Madrid, 1996.
Información obtenida de Internet
Luján Muñoz, J., Reflexiones sobre el concepto de arte colonial aplicado a
Hispanoamérica, en www.dialnet.unirioja.es.
www.galeriacubarte.cult.cu.
www.2.0viajes.com
Romero Sánchez, G., Historia del arte iberoamericano en la Edad Moderna, en
www.calidad.ugr.es.
Walter Palm, E., Introducción al arte colonial, en www.cielonaranja.com.

REPERTORIO ICONOGRÁFICO

ESCULTURA

Cristo Crucificado. Siglo XVII. Colombia.

25


Personaje con penacho. Siglo XVI. Puebla
(Méjico).

26


Siglo XVI. Chile.

Siglo XVI. Colombia.

27


PINTURA

Siglo XVI.

Virgen de Guadalupe.

Miguel Cabrera. Sor Juana Inés de la Cruz.

28


Siglo XVIII. Anónimo. Méjico.

ARQUITECTURA

29


Barroco limeño.

30


Palacio del Ayuntamiento de Guatemala capital.

Catedral de Méjico. Planta.

31


Templo de Santo Domingo de Guzmán. Oaxaca, Méjico.

________Û©________

Trabajo realizado por:

Héctor Moreno Campoy
HS de América en la Edad Moderna

32

 


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