2da revolución francesa
La jornada del 10 de agosto
de 1792 señala una división clara en todo el proceso de la Revolución francesa, en la
que coinciden todos los historiadores,
sean de la tendencia que sean. Aquellos acontecimientos
significaron el fracaso definitivo de la burguesía
moderada liberal y el turno
de la mas modesta burguesía democratica.
Esta burguesía, que a partir de este momento tomara
el relevo en la conducción
de la Revolución, no sentira
la necesidad de aliarse con
los nobles liberales con los que habían
compartido el poder en la primera fase. No por eso, sin embargo, dejaba de compartir con ellos el respeto a la propiedad y aunque aceptaban el concurso del pueblo para combatir a la contrarrevolución, no estaban
dispuestos a dejarse desbordar por él
ni a perder el control de los resortes del poder. Es la hora también de la desaparición
de unos hombres que hasta entonces
habían sido primeros protagonistas y de la irrupción en escena de unos nuevos personajes
que llegaran a alcanzar notoriedad en los años sucesivos. Para Furet y Richet, eran hombres que se lo debían todo a las circunstancias
y a los que una situación excepcional iba a otorgarles unas responsabilidades para las que no estaban
preparados ni
por su formación
ni por su
carrera. Los tres
hombres clave de la nueva situación
eran Maximilien
Robespierre, Jean Paul Marat y Georges Jacques Danton. Cada
Ante la eclosión de brotes
de violencia callejera en Francia, elautor plantea un método de trabajo basado en preguntas y respuestas, que nos invita
a la reflexión libre,
alternativa a la ofrecida
en los medios de comunicación de masas, en los que la doble
mordaza de la corrección
política y el pensamiento
único constriñen
la capacidad de maniobra de
muchos profesionales de la comunicación. Se trata de efectuar un analisis
de las causas últimas de la actual situación
de crisis y escrutar entre
el abanico de fórmulas
con las que los poderes públicos
pretenden encontrar y mantener la paz.
Asistimos
a una operación de olvido selectivo, masivo e intencionado de los valores cívicos
en cuya dignidad reposaba la concepción misma de la República de Francia. Hace demasiado tiempo
que trocamos la Liberté por el sometimiento, la Égalité
por la desigualdad y la Fraternité por el odio.
¿Alguien pensó
que esto no ocurriría? Si los lamentables acontecimientos de los últimos días
—al menos—, sirvieran
para iniciar un proceso de reflexión
intelectual que condujera a la adopción de
medidas que extendieran las garantías del
Estado de Derecho al 100%
de la sociedad, todo habría valido la pena. Pero, si
por el contrario, caemos en el juego estéril de los cruces de declaraciones entre políticos —con el pueril
“y tú mas”
al que nos tienen acostumbrados—, estaremos abocados al fracaso y a vivir escenarios de creciente sufrimientouno de ellos estaba destinado a jugar un papel diverso, pero siempre
destacado, en la etapa revolucionaria