Resumo
Este artigo desenvolve um argumento teórico e metodológico sobre como analisar e transformar a modernidade capitalista a
partir de uma conceitualizaçao da diaspora africana como categoria-chave
geo-histórica. De uma parte, esta categoria significa um processo de
longa duraçao dentro do qual constituem-se sujeitos
históricos, expressões culturais, correntes intelectuais e
movimentos sociais. Por outro lado, refere-se a uma condiçao
moderna/ colonial tanto de opressao (em todas suas dimensões
culturais, sócio-econômicas, políticas, epistêmicas e
existenciais) como
de agente histórico e de auto-desenvolvimento dos sujeitos da
Africa moderna. Em terceiro lugar, esta categoria implica um projeto
descolonizador de liberaçao que se afirma e se articula na
açao dos sujeitos, povos e movimentos da afrodiaspora. O
artigo esboça uma genealogia das diasporas afro-americanas tanto
na sua pluralidade quanto nos seus vínculos. Como um dos marcos
principais da perspectiva da afrodiaspora descolonizadora que se elabora
no trabalho, estabelece-se um dialogo político epistêmico
entre o 'feminismo das mulheres de cor' e a teoria e a crítica
da modernidade a partir do conceito de colonialismo do poder.
Palavras-chave: diaspora, decolonizaçao,
Afro-América, afrolatinos, afrodiaspora.
La negritud es visible y sin embargo invisible La negritud no puede darme la
dicha, pero muchas veces encuentro mi alegria en ella. La negritud no puede
separarse de mí, pero muchas veces me puedo situar fuera de ella En
la negritud, entonces, he sido borrado, ya no puedo decir mi nombre, ya no
puedo señalarme y decir «yo». En la negritud mi voz es
silencio. Primero, entonces, he sido mí serindividual. Proscribiendo
escrupulosamente el azar de mi existencia, soy consumido en la negritud para
ser uno con ella.
Jamaica Kincaid
El negro americano debe reconstruir su pasado para construir su futuro.
Arturo Alfonso Schomburg
Los estudios sobre lo negro requieren una reorganización completa de la
vida intelectual y la perspectiva histórica de los Estados Unidos, y de
la civilización mundial en su conjunto.
C.L.R. James
El reciente auge en la creación y
comercialización de los estudios sobre la diaspora africana
aún necesita centrar e integrar por completo las historias, culturas y
políticas de las afro-latinidades. En este texto, situaré las
afro-latinidades en escenarios mas amplios de historia mundial,
mas específicamente en perspectiva de la diaspora africana
global como
campo geohistórico central en el sistema-mundo capitalista
moderno/colonial. dicho analisis, expondré argumentos sobre los
valores teóricos y políticos de la diaspora africana como formación
histórico-mundial, mientras intento hacer una cartografía de
ella. Otro hilo conductor en este
artículo sera la importancia de la política afroamericana
y las corrientes intelectuales
afrodiaspóricas para la descolonización del poder y el conocimiento desde una
óptica feminista.
En un artículo seminal Tiffany R. Patterson y Robin D.G. Kelley intentan
desarrollar «un marco teórico y una concepción de la
historia mundial que trata la diaspora africana como unidad de
analisis».2 Sostienen ellos que aun cuando las corrientes
intelectuales, las formas culturales y los movimientos sociales negros han sido
transnacionales desde la dispersión misma de los pueblos africanos con
el inicio de la modernidad capitalista y elestablecimiento de la esclavitud,
los lenguajes de la diaspora sólo se han usado desde los 1950. A
su vez, Brent Edwards alega que no sólo la retórica de «la
diaspora es de uso reciente por parte de los afroamericanos», sino
que ademas sigue teniendo poco valor político, ya que no
esta completamente integrada al discurso de los movimientos sociales y
el activismo político negro. Edwards afirma que los discursos de la
diaspora africana surgieron en los sesenta en parte como respuesta a las posiciones
panafricanistas que definen el mundo negro en términos de la unidad
racial y las similitudes culturales que dan por hecho la unidad cultural
basica entre la gente negra. En contraste, el aboga por «un
sentido de la diaspora con perspectiva histórica y
política» y describe la diaspora africana como un «circuito
transnacional de política y culturas que traspasa naciones e incluso
océanos», y que dadas las contradicciones y diferencias que lo
caracterizan se analizaría mejor usando el concepto de
décalage.3 En esta misma línea, argumentare a favor de la
importancia de categorías geohistóricas como la diaspora
africana y el Atlantico negro para analizar las redes translocales que
tejen las diversas historias de los pueblos de origen africano en el
sistema-mundo moderno/colonial capitalista.4
Patterson y Kelley afirman que la diaspora
puede interpretarse como
proceso y condición. «Como proceso
se esta reelaborando constantemente mediante el movimiento, la
migración, y re-imaginada por medio del pensamiento, la producción
cultural y el debate político. Sin embargo, como condición esta
directamente ligada al proceso por el cual es construido y reconstruido la
diaspora africana existe enel contexto de las jerarquías globales
de raza y de género». El analisis que hacen de la
diaspora africana como condición ligada a los procesos
histórico-mundiales de explotación capitalista, dominación
de Occidente (geopolítica y geocultural) y formaciones de Estado
moderno/colonial; y como proceso constituido por practicas culturales,
resistencias cotidianas, luchas sociales y organización política
de «la gente negra como sujetos transnacional/translocales» tiene
solidez y creatividad analítica. Yo añadiré una tercera
dimensión, la diaspora africana como proyecto de afinidad y
liberación fundamentado en una ideología translocal de hacer
comunidad y en una política global de descolonización. La
diaspora africana puede concebirse como un proyecto de
descolonización y liberación insertado en las practicas
culturales, las corrientes intelectuales, los movimientos sociales y las
acciones políticas de los sujetos afrodiaspóricos. El proyecto de
la diaspora como practica de liberación y
construcción de comunidad transnacional se basa en las condiciones de
subalternización de los pueblos afrodiaspóricos y en su agencia
histórica de resistencia y autoafirmación. Como proyecto, la
diaspora africana es un norte, un horizonte utópico para los
sueños de libertad negra.5
Existe una discusión en los estudios transnacionales negros sobre si
deberíamos hacer una diferenciación tajante entre las
perspectivas del panafricanismo y la diaspora africana. Algunos
académicos sostienen que aunque el internacionalismo panafricanista
estaba basado en una política de identidad, el mismo surgimiento de los
discursos de la diaspora africana convergió con el surgimiento de
una política de la diferencia. Sinembargo, hay diferentes versiones de
panafricanismo (que van desde un nacionalismo panafricano hasta un marxismo
negro cosmopolita),6 así como una diversidad de discursos de la
diaspora africana, como veremos mas adelante.
Diaspora africana/Atlantico negro y el disputado terreno de la
negritud
En el analisis de las teorías sobre la negritud global algunas
preguntas cruciales son: ¿qué presencias de Africa y
significados de africanía se perciben?; ¿cómo debemos
analizar los lazos que unen y las fronteras que dividen a los sujetos
afrodiaspóricos (o negros)? Los conceptos de africanía y negritud
tienen una amplia gama de significados, implicaciones ideológicas y
trasfondos políticos. Por ejemplo, ser negro no siempre implica una
descendencia africana (en ciertas épocas y lugares el significado de la
negritud en Inglaterra puede incluir a personas de origen surasiatico),
mientras que la identidad de la africanía no debe circunscribirse ni al
Africa subsahariana ni a la negritud (en el limitado sentido de piel muy
oscura).7 De allí la necesidad de genealogías mas
complejas para mapear la multiplicidad de historias, identidades, corrientes
culturales-intelectuales y proyectos políticos que componen la
diaspora africana y el Atlantico negro.
En los discursos afrocéntricos de la africanía, el continente
tiende a imaginarse como la patria original que provee las raíces de la
unidad de todos los pueblos africanos.8 En dicha óptica, la
diaspora es constituida por personas de origen africano que viven fuera
del continente. Aquí el continente se concibe como la fuente primigenia
y la patria última. esta lógica identitaria, los lazos que unen
son el origen común, la afinidad cultural y eldestino político.
La africanía se define por nociones de tradición y autenticidad
que tienden a corresponder a discursos patriarcales de género y
sexualidad. Sin embargo, no todos los panafricanismos son afrocéntricos,
y establecer una simple ecuación de afrocentrismo, nacionalismo negro y
panafricanismo implicaría un movimiento analítico reductivo que
combinara diversas y distintas tradiciones de pensamiento y política.9
El panafricanismo puede definirse como un
movimiento histórico-mundial y como un marco ideológico liderado
por activistas que buscan articular una política racial transnacional de
autoafirmación y liberación de las negritudes. El periodo de
mayor auge del
panafricanismo puede situarse desde el periodo de las revueltas
antisistémicas de los esclavizados en el siglo XVIII (cuyo
epítome fue la revolución haitiana) y el abolicionismo negro
durante el «largo» siglo XIX, hasta la aparición de una
nueva ola de movimientos antisistémicos en los sesenta. Dicho proyecto
(político, cultural e intelectual) llegó a su cúspide
durante los congresos panafricanos de comienzos del siglo XX y con los movimientos por la
descolonización de Africa en los cincuenta y sesenta. Sin
embargo, reiteramos que dentro del panafricanismo hay diversos analisis
y proyectos políticos que involucran diferentes nociones de justicia,
libertad, democracia cultural y liberación negra.
Los discursos de la diaspora africana también varían en
cuanto a perspectiva teórica y proyecto ético-político.
Una manera útil de distinguirlos es la diferenciación que hace
Mishra entre «diasporas del exclusivismo» y
«diasporas de la frontera».10 Del mismo modo, James
Clifford distingue «diasporas multicentradas»,caracterizadas
por «redes transnacionales construidas a partir de múltiples
adhesiones» del «modelo de la diaspora centrada» en el
que las identidades diaspóricas sustentadas desde una historia de
desarraigo y dispersión se basan en un mito de retorno a una tierra
original. El cambio al discurso de la diaspora en los estudios
transnacionales negros y en las redes cosmopolitas negras (y en menor medida en
la política racial negra), para muchos implico una amplia
división entre las narrativas afrocéntricas y de nacionalismo
negro, en contraste a las nociones multicentradas y postnacionalistas de la
diaspora. Sin embargo, las diferencias no son tan tajantes, aun cuando
el rastreo de estas diferencias a grosso modo puede ser analíticamente
útil y políticamente relevante.
Las evocaciones de la diaspora desde los puntos de vista
afrocéntricos y nacionalista negro tienden a reutilizar los
analisis y políticas del internacionalismo panafricanista. En
contraste, los analisis postnacionalistas de la diaspora africana
critican el panafricanismo por mantener una visión esencialista de las
culturas africanas y afrodiaspóricas y una ideología nacionalista
que supuestamente pasa por alto las diferencias (de clase, género, sexo,
etnia) y que por ende minimiza la posibilidad de establecer alianzas mas
alla de las divisiones raciales. Pero, como hemos dicho hay importantes
diferencias en cada campo, como lo revela un debate en el que Kobena Mercer
critica a Paul Gilroy por guardar un núcleo teórico basico
que define las identidades en el Atlantico negro (como se pone de
manifiesto en el concepto de del «mismo cambiante»), mientras que
Gilroy refuta que la noción «rigurosamente
antiesencialista»de la diaspora defendida por Mercer, como un
«lugar de múltiples desplazamientos sin privilegios de raza,
tradición cultural, clase, género o sexualidad», carece de
un sentido de historicidad en tanto no enlaza con claridad las historias negras
con el capitalismo, el racismo moderno y las culturas de la resistencia.11
Argumentamos que Stuart Hall fue capaz de trascender estos términos de
discusión distinguiendo entre dos momentos de identificación
diaspórica. El primero lo define como un momento de recuperación
contra la pérdida de memoria y de cultivo de una identidad colectiva a
fin de desarrollar un sentido de pertenencia y de adquirir la agencia para
actuar políticamente. El segundo es cuando se liberan las diferencias
(de clase, género, sexo) para deconstruir los múltiples ejes de
dominación (el capitalismo, el patriarcado, el racismo, el colonialismo)
que formulan las identificaciones (clase, género, sexualidad, raza,
etnia) y organizan los patrones de poder
histórico-mundiales.12 Para Hall, Africa no es ni el origen
ni una cultura o civilización esencial, sino mas bien un marcador
simbólico de historias compartidas de desplazamiento, opresión,
resistencias, contramemorias y semejanzas en la producción cultural.
Como identidad político-cultural, la negritud es tan contextual y
contingente como la africanía. Son asuntos contingentes y rebatidos si
el identificador «negro/a» debe atribuirse a qué tipo de
cuerpos y poblaciones, al igual que los significados políticos y los
valores de la negritud. La negritud puede usarse como denominador común
para las «razas oscuras del mundo», lo que podría promover
propuestas para una «Revolución Mundial Negra».13 Pero
la denominación«negro» puede ademas restringirse a
los cuerpos mas oscuros según los criterios
pigmentocraticos racistas que representan la negritud como una
señal del salvajismo absoluto y a Africa como el continente
oscuro sin historia. Al contrario, concibo la negritud como mas que el
solo color, como un terreno en pugna de memoria, identidad, cultura y
política, como una arena histórica en la que se enuncian y
debaten diferentes proyectos políticos, relatos históricos,
lógicas culturales y auto designaciones.14 Algunos ambitos
de estas variaciones de la negritud son la política del autonombrarse
(«negro» o «afrodescendiente»), la cuestión del
color (¿debemos distinguir entre negro y mulato?) y las imbricaciones y
mediaciones con las dimensiones locales, nacionales y transnacionales de las
historias de los sujetos de la africanía moderna. En esta
analítica, una pregunta clave es cual es la relación entre
naciones y diasporas, y en consecuencia entre discursos nacionalistas y
diaspóricos. Clifford sostiene que aun cuando las diasporas
siempre han sido parte integrante de los nacionalismos modernos, «las
formas culturales diaspóricas nunca pueden, en la practica, ser
exclusivamente nacionalistas», dada su historia y condición como
«articulación de viajes, hogares, memorias y conexiones
transnacionales» que las ponen en una «tensión
imbricada» con los lugares que los reciben y que los despiden (naciones,
regiones, continentes). Por ende, una comunidad diaspórica representa
una «diferencia mas fuerte que una vecindad étnica»
en la medida en que tienen un «sentido de ser 'personas' con
raíces históricas y destinos ajenos al tiempo y el espacio de la
nación que los acoge». La constitución misma delas
diasporas se basa en el principio de la diferencia, y así
definidas las identidades diaspóricas ponen en entredicho las
pretensiones nacionalistas de ser el discurso dominante de la identidad y el
marco principal de la cultura y la política. El argumento aquí no
tiene como objetivo desplazar las naciones con las diasporas o el
nacionalismo con discursos postnacionalistas, sino mirar cómo una
perspectiva afrodiaspórica puede permitirnos repensar el ser, la
memoria, la cultura y el poder mas alla de los confines de la
nación como unidad de analisis (y la forma dominante de la
comunidad política) y desarrollar una política de la
descolonización no limitada al nacionalismo.15 Elaboraciones analíticas
como la diaspora africana y el Atlantico negro podrían
permitirnos repensar historias, culturas y políticas mas
alla de la nación, a la vez que desarrollamos
«categorías geohistóricas no occidentalistas y
postimperialistas». 16 En vista de la centralidad de la
diaspora africana en las formaciones y transformaciones de las
modernidades occidentales y las modernidades subalternas, una perspectiva
afrodiaspórica debe ser un componente esencial de cualquier
teoría crítica del mundo moderno.
En resumen, conceptualizo la diaspora africana como un campo
histórico multicentrado, como una formación geocultural compleja
y fluida, y como un espacio de identificación, producción
cultural y organización política enmarcado en procesos
histórico-mundiales de dominación, explotación,
resistencia y emancipación. Si el campo histórico-mundial que
ahora llamamos la diaspora africana, como condición de
dispersión y como proceso de desplazamiento esta basado en formas
de violencia y terror que soncentrales a la modernidad, ello también
significa un proyecto cosmopolita de articulación de las diversas
historias de los sujetos de la africanía moderna, a la vez que la
creación de corrientes intelectuales/culturales y movimientos
políticos translocales.
La diaspora afroamericana no es una formación uniforme, sino un
montaje de historias locales entretejidas por condiciones comunes de
opresión racial, político-económica y cultural y por
semejanzas familiares basadas no sólo en experiencias históricas
conmensurables de subordinación racial, sino también en
afinidades culturales y repertorios similares (a menudo compartidos) de
resistencia, producción intelectual y acción política.17
Una perspectiva de género para los discursos de la diaspora
africana
La mayoría de los analisis de la diaspora africana tienden
a marginalizar las consideraciones de género y sexualidad.18 Mirar
desde el género el discurso de la diaspora africana es necesario
no sólo para trazar una imagen mas compleja y concreta (que
incluya a las mujeres) de las historias de las personas de ascendencia africana
en el mundo moderno, «para hacer visibles las vidas sociales que a menudo
son desplazadas, despojadas de una geografía» o clasificadas como
«personas sin historia», sino, de manera significativa, para
realizar una crítica feminista a las formas, mediaciones y
practicas patriarcales que constituyen los regímenes de poder
modernos/coloniales. Las feministas negras han redefinido la teoría, la
historia y la política de la diaspora
africana.19 Críticas culturales Afrodescendientes, como Carol Boyce
Davis, han proveído grandes contribuciones hacia la redefinición
de los parametros de la literatura negra dibujandoun cuerpo
diaspórico global de escritoras negras. Académicas feministas
negras como Michelle Stephens y Michelle Wright han desarrollado
críticas feministas de las tradiciones afrodiaspóricas
culturales, intelectuales y políticas no sólo lideradas por
figuras masculinas sino también caracterizadas por una mirada y un proyecto
masculino. El haberle dado una perspectiva de género a la
diaspora africana ha redefinido su analítica y su caracter
mismo.
El libro de Michelle Stephens Black Empire se concentra en cómo los
intelectuales y activistas caribeños panafricanistas residentes en los
Estados Unidos de comienzos del siglo XX (C.L.R. James, Marcus Garvey y Claude
McKay) desarrollaron un «imaginario global masculino» en el que se
concebía la diaspora africana como un proyecto transnacional en
búsqueda de soberanía e identidad histórica y, por
consiguiente, en parte como una batalla entre las masculinidades occidentales y
afrodiaspóricas. Como en los discursos nacionalistas, en esta narrativa
masculina de la diaspora africana, las mujeres tienden a ser
representadas como guardianas afectivas y culturales de la raza, mientras que
Africa tiende a ser feminizada como la madre patria que debe ser
protegida y rescatada. Stephens describe su obra como «un
analisis, con particular énfasis en el género, del
transnacionalismo y el internacionalismo negros, configurado por una
crítica feminista de las formaciones imperiales y las construcciones
nacionalistas». Hace eco a la invitación de Jacqueline Brown a que
«los estudios sobre la diaspora atiendan de manera mas
directa a la política del género mas que a las
'experiencias femeninas', (y a que) cuestionemos cómo
practicas (como los viajes) yprocesos específicos (como la
formación de comunidades diaspóricas) llegan a permearse de
ideologías de género (o asumen una visión de
género)».20
En el libro Becoming Black Michelle Wright estudia «los contradiscursos
diaspóricos africanos de la subjetividad negra» haciendo lecturas
críticas de figuras canónicas (DuBois, Cesaire, Senghor, Fanon)
entre la intelectualidad cosmopolita masculina negra, contrastando su
método y argumentos sobre la modernidad negra con escritos de la
modernidad Afrofeminista (Audrey Lorde y Carolyn Rodgers). Sostiene la autora
que las tradiciones intelectuales negras tienden a construir el sujeto negro
como masculino, y defiende que dado que «la negritud como concepto no
puede ser… producido separadamente del género y la
sexualidad» hay una necesidad de reformulaciones feministas y
homosexuales de la diaspora africana contra el «discurso
heteropatriarcal» del nacionalismo donde «no existen las mujeres
negras». Wright construyó su argumento por un método
dialógico/diaspórico «para recuperar lo negro femenino como
tema» desde la noción de Audrey Lorde de la negritud como
originaria en la figura de la madre. Ella asevera que «Lorde apunta a la
diaspora africana como un espacio complejo en el que existen diferentes
tipos de intersujetos» y afirma que esto significa «moverse desde
las discretas fronteras de la nación al infinitamente mas
complejo espacio y tiempo combinados de la diaspora africana».
Define ésta como «una serie de formaciones multivalentes en las
que se entrecruzan lo histórico y lo cultural» y afirma que
«los discursos feministas y homosexuales negros estan
íntimamente ligados en la producción de un discurso diaspórico
africano». Estasperspectivas feminista y homosexual negras de la
diaspora africana responden al hecho de que «no todos los sujetos
negros querrían escuchar hablar a todos los subalternos» y revelan
la particular profundidad de las formas de subalternización experimentadas
por las mujeres de color y los homosexuales negros. En este sentido, la
diaspora africana debe entenderse como un terreno en pugna de
políticas de género y sexuales donde entran en juego las
definiciones mismas de identidad, agencia y proyecto histórico.
En suma, dar una perspectiva de género a los discursos de la
diaspora africana implica una ruptura epistémica importante e
imperativos políticos que incluyen revisitar y cuestionar el
caracter masculinista de las ideologías dominantes de la negritud
global, poniendo en el centro las historias de las mujeres y las perspectivas
feministas, y reconociendo la importancia del género y la diferencia
sexual como claves entre las múltiples mediaciones que constituyen los
sujetos afrodiaspóricos. En general, la teoría y la
política feministas proporcionan importantes herramientas para el
analisis y la transformación de las constelaciones
modernas/coloniales de poder y conocimiento. Dicha perspectiva feminista
implicaría una re-lectura las constelaciones de poder a partir de una
hermenéutica de la intersección (por ejemplo de género,
sexualidad, y raza) en procesos e instituciones claves incluyendo la
economía-mundo capitalista, los imperios, los Estados-nación, las
lógicas culturales, las familias, y las formaciones de intimidad y
subjetividad.21
Diasporas y fronteras: feminismos de mujeres de color / mujeres del
Tercer Mundo
En los Estados Unidos una corriente intelectual y unmovimiento social que se
autodefine como «mujeres de color» o «feminismo del tercer
mundo» abandera críticas teóricas y una oposición
política a modos de dominación globales, nacionales y locales,
revelando el rodaje del patriarcado en todos los espacios e instituciones
sociales (desde la economía- mundo capitalista y el moderno Estado-nación
hasta la intimidad) a la vez que reconoce la agencia de las mujeres subalternas
en las luchas históricas y los movimientos sociales, y en la
construcción de mundos alternativos.22 El feminismo de las mujeres
de color surgió de coaliciones intelectuales y políticas durables
entre mujeres latinas y afroamericanas.
Esta corriente de crítica y política participa en una
«praxis feminista críticamente transnacional
(internacionalista)» basada en «un marco feminista antirracista,
anclado en la descolonización y comprometido con la crítica anticapitalista».23 Dicho
proyecto de transformación total se define como un proyecto de
descolonización que implica «profundas transformaciones de las
estructuras del ser, la comunidad y la autoridad». Esta «promesa
ilimitada de descolonización» implica la lucha contra todas las
formas de opresión (de clase, de raza, de género, sexual,
geopolítica, epistémica) en todas las esferas sociales y a todas
las escalas (locales, nacionales, globales). Esta búsqueda de descolonización
de la economía, la organización política, el conocimiento,
la cultura y la subjetividad involucra un «imaginario descolonial»
para cambiar nuestra perspectiva epistémica y configurar una praxis
transformativa.24
La teoría crítica y la política radical del feminismo de
las mujeres de color/del tercer mundo convergen en formas decisivas con
elanalisis y el proyecto descolonial de los intelectuales-activistas que
analizan y buscan transformar la modernidad capitalista desde la perspectiva de
la colonialidad del poder.25 Ambas analizan la modernidad desde una
perspectiva descolonial histórico-mundial, y ambas ven el poder como un
patrón complejo que integra la explotación de clase y la
acumulación de capital con la dominación étnico-racial,
cultural-epistémica y de género-sexual. En suma, tanto el
feminismo de las mujeres de color como la perspectiva de la colonialidad del
poder se desprenden de una «actitud descolonial» y actúan
por una política de la descolonización.26
Los feminismos de las mujeres de color y de las mujeres del tercer mundo
habían también elaborado conceptos de las diasporas como
espacios de diferencia y espacios para construir lo que María Lugones
llama «unidad compleja» o solidaridad lograda en la
intersección de múltiples cadenas de opresión y de las
estrategias de liberación correspondientes.27 Este imaginario
descolonial de frontera/diaspórico ha configurado fructíferas
coaliciones en los campos político e intelectual entre las feministas
negras y latinas de los Estados Unidos, quienes persiguen metas de
liberación y descolonización comunes. En el sentido
específico de la afro-latinidad como identidad política
feminista, la diferencia afro-latina sirve como constituyente crucial para
trazar puentes dentro de este campo político y de crítica
intelectual.
Uno de los principales aportes teóricos del feminismo de las mujeres de
color es el concepto de «política del lugar de
enunciación»,28 que relaciona las «múltiples
mediaciones» (género, clase, raza, etc.) que constituyen el
sujeto, con diversos modosde dominación (capitalismo, patriarcado,
racismo, imperialismo), y con diferentes (pero entrelazadas) luchas y
movimientos sociales.29 A partir de este planteamiento, propongo el
concepto de política de la translocación para enlazar
geografías de poder a diferentes escalas (local, regional, nacional,
global) con las posiciones de sujeto (de género/sexuales,
étnico-raciales, de clase, etc.) que constituyen la
subjetividad.30 Los sujetos diaspóricos afro-americanos deben
concebirse como translocales porque, aun cuando estamos conectados con la
nacionalidad, también nos inscribimos en constelaciones
geohistóricas mas amplias (el Atlantico, el continente
americano, la negritud global, el sistema-mundo capitalista moderno/colonial),
al mismo tiempo que las identidades negras estan mediadas por una
pluralidad de diferencias (clase, género, sexualidad, lugar,
generación). Los sujetos afrodiaspóricos pueden ser
simultaneamente nacionales (afro-cubanos), locales (de Louisiana),
regionales (afro-latinoamericanos) y globales (intelectuales o activistas
cosmopolitas negros). En resumen, la noción de diaspora africana
implica un océano de diferencias y un terreno en pugna inscrito por
ideologías de género, intereses políticos y sensibilidades
generacionales diferentes.
En este sentido, podemos entender la diaspora africana como una Frontera
Negra, como un campo geohistórico con múltiples fronteras y
niveles variados y complejos.31 En este registro, otro avance importante
es el intento de Claudia M. Milian Arias de «reconceptualizar dos modelos
fundacionales», a saber, las «zonas fronterizas» de
Anzaldúa y la «doble conciencia» de DuBois, como una manera
de construir vínculos entre estudiosnegros y estudios latinos con base
en una «teoría relacional de la raza». Su propuesta de
«una doble conciencia abierta» representa una extensión
útil del valor político y analítico del concepto en la
medida en que «permite que la mezcla de la negritud corresponda al
mestizaje café, junto a la combinación de ideologías que
estas figuraciones crean por medio del género, la clase y la
sexualidad». La comparación que hace Milian de la doble conciencia
de DuBois con la «conciencia extranjera» de Anzaldúa
podría relacionarse también con el concepto de «conciencia
diferencial» de Chela Sandoval, pero no sin reconocer que este
último concepto supone e implica una praxis oposicional y
transformativa.32 A propósito de esta ultima propuesta cabe
destacar la nocion de «tercera conciencia» Afro sugerida por el
intelectual Afro-Cubano Roberto Zurbano para significar una subjetividad
emergente desde corrientes estéticas y político intelectuales,
donde lo negro irrumpe como fuerza creativa y transformadora en aras de una
praxis de imaginación, justicia, y libertad.
Para cerrar esta parte, sostendré que también es importante
dirigir la mirada mas alla de los horizontes epistémicos y
políticos que ofrece una perspectiva afrodiaspórica. Patterson y
Kelley señalan los límites del discurso de la diaspora
africana argumentando que la historia y la política
Afrodiaspórica siempre han estado basadas en algo mas que
consideraciones raciales y siempre han estado articuladas con otros procesos
histórico-mundiales (con la servidumbre bajo contrato de los
surasiaticos en el siglo XIX), ideologías (el socialismo, el islamismo)
y movimientos antisistémicos (movimiento obrero, el feminismo). Una
perspectivaafrodiaspórica es insuficiente en términos de
analisis e indeterminada políticamente si no especificamos sus
condiciones histórico-mundiales de existencia y no exploramos sus
posibilidades políticas e ideológicas. Los discursos de la
diaspora africana pueden también ostentar definiciones de
identidad excluyentes como ya lo vimos en relación con el género,
pero las exclusiones pueden también derivarse de definiciones
civilizacionales (afrocéntricas) y mundo-regionales
(anglocéntricas) de la negritud y la diaspora. De allí la
necesidad de pluralizar nuestros conceptos y cartografías de la
diaspora africana para ver su diversidad, sus contradicciones y sus
particularidades locales, y para entender los límites y posibilidades de
la política afrodiaspórica.
Afro-latinidades: la pluralización de los espacios de la diaspora
africana
Al mapear los espacios de la diaspora africana, necesitamos
historizarlos especificando su diversidad y complejidad mientras analizamos sus
articulaciones. El concepto de comunidades afroamericanas de Earl Lewis como
«diasporas que se superponen» es una herramienta de
analisis útil para entender la diversidad y la
articulación dentro de la diaspora africana. Aquí
acuño el concepto de diasporas entrelazadas para señalar
que no sólo la pluralidad de historias y proyectos articulados en la
diaspora africana, sino también la imbricación
histórico-mundial de múltiples genealogías de
formación diaspórica (las diasporas africana,
surasiatica y de Asia oriental que componen el espacio de la
diaspora caribeña), así como el caracter
transdiaspórico de las poblaciones de las ciudades del mundo (clases
trabajadoras y nuevos inmigrantes como modernidades subalternas).Las
afro-latinidades tienden a ser marginalizadas (e incluso borradas) de la
mayoría de los mapeos de la diaspora africana. De otro lado, las
perspectivas de la diaspora africana deben ser mas pertinentes
para los estudios latino/americanos. Esto demuestra la marginalización
de las afro-latinidades de los estudios latinos al tiempo que muestra nuestra
invisibilización en las cartografías de la diaspora
africana. La misma ideología eurocéntrica que coloca la negritud
en el fondo de la gran cadena del ser e imagina a Africa como un continente
oscuro por fuera de la historia, sitúa a las Personas Negras en la parte
inferior o por fuera de las definiciones mundo-regionales y nacionales
latino/americanistas. A su vez, la geopolítica del conocimiento que
surge con la secuencia histórica anglosajona de la hegemonía
britanica a la estadounidense en el sistema-mundo capitalista
moderno/colonial, crea mapeos cognitivos y recuentos históricos de la
diaspora africana y del Atlantico negro centrados en el mundo anglo.
No obstante, a pesar de esta doble subalternización de las
afro-latinidades (de los discursos latino/americanistas y de los recuentos
anglocéntricos de la diaspora africana), hay una larga historia
de la conciencia diaspórica afro-latina que incluye la participación
en redes translocales de la diaspora africana. Un ejemplo convincente es
la reciprocidad transdiaspórica de tres movimientos culturales en tres
diferentes nodos de una red cosmopolita de intelectuales negros, creadores
culturales y activistas políticos a comienzos del siglo XX: el
Renacimiento de Harlem, el movimiento de las negritudes y el afrocubanismo. Una
importante relación en este mundo negro diaspóricocosmopolita se
dio entre los escritores Nicolas Guillén y Langston Hughes, cuya
amistad, intercambio intelectual y político, mutua traducción de
poesía e introducción recíproca en sus respectivos
contextos nacionales y lingüísticos ejemplifica de manera elocuente
la solidaridad afrodiaspórica dentro de una red translocal de esferas
públicas negras.
Otro ejemplo revelador que debería configurar nuestro proyecto de
remapear la diaspora africana inscribiendo dentro de ella las historias
afro-latinas es la biografía de Arturo Alfonso Schomburg. La vida y el
legado de Arturo Schomburg, mulato nacido en Puerto Rico, fundador de lo que
sigue siendo el archivo de historia negra mas importante del mundo,
pilar del Renacimiento de Harlem y presidente de la Academia Negra Americana,
es una fuente pródiga para esta discusión. Las diferentes
interpretaciones de la biografía de Schomburg por parte de intelectuales
puertorriqueños, afro-estadounidenses y afro-caribeños son
reveladoras de cómo los distintos discursos de la diaspora
definen su tematica y su espacio. En Puerto Rico, es casi desconocido,
mientras que en la memoria de los puertorriqueños de los Estados Unidos
él encabeza la lista oficial de grandes boricuas al tiempo que los
historiadores afro-estadounidenses lo recuerdan como el archivista negro Arthur
Schomburg. Algunos investigadores sostienen que Schomburg abandonó la
militancia hispanica caribeña después de 1898 y con el
paso del tiempo dejó de lado su identidad puertorriqueña para
adoptar una identidad afrodiaspórica.33 Pero si ahondamos en la
obra y los proyectos de obtendremos una visión mas matizada de
sus múltiples localizaciones y lealtades.34 Su constante compromiso
con lasafro-latinidades puede verse claramente en su lucha por la
inclusión de los afrocubanos y los afropuertorriqueños en
organizaciones como la Sociedad Negra para la Investigación
Histórica y por la inclusión de escritores afrohispanos en
antologías de literatura negra. Su investigación sobre los
africanos en la edad moderna temprana en España promovió la
actual revisión de la historia europea como multirracial. apoyo a la
traducción de escritores afro-latinos, como Nicolas
Guillén, reveló su esfuerzo por articular una diaspora
africana plural. En realidad, Schomburg no podía renunciar a su
identidad afro-latina, porque su negritud fue impugnada muchas veces a la luz
de su origen puertorriqueño y su color mezclado. Tal vez debido en parte
a su subjetividad de frontera y a su ubicación liminal, Schomburg fue la
figura negra en los Estados Unidos de comienzos del siglo XX que mantuvo buenas
relaciones con personajes rivales como W.E.B. DuBois, Marcus Garvey, Claude
McKay y Alain Locke. En resumen, el proyecto de un cosmopolitismo negro de
Schomburg, entendiendo la diversidad y complejidad de las formaciones raciales
y las practicas culturales en diferentes espacios de la diaspora
africana, cuestionó conceptos estrechos de la africanía y la
latinidad. Schomburg representa al intelectual translocal que ejecuta un
proyecto diaspórico en el que se conciben y articulan la identidad y la
comunidad a través y mas alla de las diferencias.
Las afro-latinidades como sujetos y poblaciones transdiaspóricos tienden
a transgredir concepciones esencialistas del ser, la memoria, la cultura y la
política que corresponden a definiciones categóricas de identidad
y comunidad, como en la reducción de lossignificantes
«negros» y «latinos» en simples rótulos
identitarios. Las afro-latinidades en su pluralidad y diasporidad demuestran
los límites de definiciones categóricas como negritud y latinidad
al tiempo que revelan los límites de los mismos discursos de la
diaspora. Esto a su vez implica el historizar, el hacer un
analisis genealógico de la categoría afro-latinidades y de
los discursos dentro de los cuales se enuncia.
Afro-latinidades y constelaciones histórico-mundiales de identidad y
diferencia
El denominador compuesto afro-latino esta empezando a ganar adeptos en
el discurso académico, en el lenguaje de los medios de
comunicación y en cierta medida en el habla popular. Su campo
semantico es bastante amplio, abarcando desde la designación del
tema de un campo de investigación sobre los latino/americanos de origen
africano y la identificación de una identidad racial/política
para movimientos sociales emergentes de latinos negros en todo el continente
americano, hasta el servir como título comercial para una colección
de música salsa en el continente africano. A la luz de este amplio rango
y esta diversa serie de significados, escribimos afro-latinidades en
plural.35 Pero al buscar conceptualizar lo afro-latino como
categoría requerimos la claridad mas ajustada sobre la
definición. Afro-latinidad es una categoría étnico-racial
que se refiere a las historias, memorias, lugares sociales, culturas
expresivas, movimientos sociales, organización política y
experiencias vividas por las personas de origen africano en
Latino/América.36 La afro-latinidad es una categoría de
diferencia, en contraste con los discursos sobre identidad basados en nociones
hegemónicas de nacionalidad yraza en Latino/América. Plantear las
afro-latinidades como designación de la diferencia debe suponer un
analisis de los valores políticos y conceptuales de
denominaciones relacionadas (nacionales, regionales, étnicas, raciales,
civilizacionales) de identidad /diferencia.
El término afro-latino separado con guión denota un
vínculo entre la africanía y la latinidad, dos categorías
histórico-mundiales complejas y disputadas en la geografía, la
identificación y la producción cultural, que tienen sus propias
genealogías particulares, a la vez que estan entramadas.37 Mas
precisamente, para deconstruir el caracter de categoría de las
afro-latinidades debemos analizar la relación histórica de tres
marcos discursivos en las definiciones modernas/coloniales del espacio
histórico y la identidad colectiva, a saber: la africanía, la
americanidad y la latinidad. Tales construcciones han sido producidos y
constituidos mediante un proceso histórico-mundial de desarrollo
capitalista, dominación imperial y formación de los
Estados-nación, que conllevaron al establecimiento de definiciones
modernas/coloniales del ser, jerarquías basadas en el género (y
la erotización) de la identidad (racial, étnica, nacional). Este
patrón histórico-mundial de dominación y resistencia que
llamamos la colonialidad del poder es el marco general desde el cual analizamos
la producción (o invención) histórica conjunta de
Africa (y la diaspora africana), las Américas y Europa,
como discursos mundo-regionales de espacio social, memoria,
cultura/civilización e identidad/ser.38
Considero las afro-latinidades desde una perspectiva
histórico-mundial/descolonial. Si se elaborara como categoría
para la crítica descolonial ycomo identidad política
crítica, la diferencia afro-latina revelaría y reconocería
historias ocultas y conocimientos subalternizados a la vez que alteraría
y desafiaría nociones dominantes (esencialistas, nacionalistas,
imperiales, patriarcales) de la africanía, la americanidad y la
latinidad.39Dicho lente nos permitiría ademas conceptualizar el
Atlantico Negro y Afroamérica como una composición de
diasporas entrelazadas en la que los afro-latinos han jugado importantes
roles a lo largo de la historia, al tiempo que concebimos la latinidad como
categoría diaspórica trans-americana/translocal. De este modo,
debería redefinirse el latino/americanismo dando cuenta de las historias
de los sujetos afrodiaspóricos, mientras que los discursos de la
diaspora africana deben hacerse mas matizados y pluralizados a la
luz de las historias afro-latinas. Dado que las afro-latinidades estan
marginadas de las narrativas hegemónicas de la africanía, la
negritud, la latinidad y la hispanidad y, por ende, de las correspondientes
definiciones mundo-regionales (Atlantico negro, Latinoamérica,
Afroamérica, afrocaribeño) y nacionales de identidad y comunidad;
lo afro-latino como forma diaspórica subalternizada de la diferencia
debe transformarse en categoría crítica para deconstruir y
redefinir las narrativas hegemónicas de geografía, memoria,
cultura y el ser.
En este analisis, un angulo fructífero para el
analisis y la crítica es la cambiante y siempre debatida
política de las designaciones. Por ejemplo, podemos preguntar a
quién se incluye y se excluye de la designación
africano-americano que reemplazó a de color que a su vez desplazó
a negro40 como autodesignación políticamente preferida entre
losactivistas e intelectuales estadounidenses de origen africano. ¿Es la
delimitación afro-americano en el norte una manera de promover la
reducción imperial de América a los Estados Unidos de
Norteamérica? ¿En lugar de ello debemos redefinir la expresión
afro-americano para designar a los africanos que viven en el continente
americano? ¿Esta este juego liberal de etnización unida con
guión (afro-americano) actuando en detrimento de la teoría
crítica de la raza y la política radical antirracista? otro registro,
¿debemos escoger entre afro-latino y afro-hispano?, ¿o cada uno
de estos significantes híbridos denota significados particulares que
revelan genealogías específicas?
Por una genealogía de Afroamérica
Podemos remontar la genealogía de las categorías
étnico-raciales modernas/coloniales al cambio histórico de las
nociones religioso-lingüísticas en la Baja Edad Media sobre la
«pureza de la sangre» en la península Ibérica, a las
clasificaciones raciales de comienzos de la Moderna (indio, negro, mestizo,
africano, europeo) desarrolladas en los contextos de la conquista de
América y a la aceptación de la esclavitud como
institución importante de la modernidad capitalista. La evidencia en
archivos indica la presencia de personas de descendencia africana en la
tripulación de Colón en los llamados viajes de descubrimiento.
Esto no debe sorprender dado que Córdoba era uno de los principales
centros del mundo islamico y que las plantaciones de caña de
azúcar basadas en el trabajo de esclavizados africanos fueron
establecidas originalmente por españoles y portugueses en las islas
Canarias y Madeira alrededor de 1450.
En esta zona de contacto mediterraneo centrada en la península
Ibérica,que posteriormente se extendió parcialmente al mundo
atlantico tenemos también registros escritos de intelectuales
afro-hispanos como Juan Latino, africano de nacimiento que se convirtió
en gramatico del latín y en poeta, y quien a pesar de convertirse
en miembro de la nobleza por matrimonio y lograr un gran reconocimiento
afirmaba una identidad negra africana que contrastaba con la blancura
hegemónica.41 El lugar de enunciación y la política
de autodenominación de este fascinante personaje que llegó a ser
catedratico de poesía en la Universidad de Granada debe ser una plantilla
histórica para cualquier genealogía de las afro-latinidades.
Desde Ladino, designación común para los sujetos españoles
de bajo estrato que demostraban buen desempeño en la lengua del imperio
(castellano), tomó el nombre de Latino para establecer «un linaje
del antiguo imperio y una genealogía basada en sus propios
méritos lingüísticos»42 como maestro de
latín clasico. A pesar de ascender los escalones de raza y clase
mediante un capital cultural adquirido, Juan Latino no podía despojarse
de su personificación de diferencia afro-hispana. Su relativo blanqueamiento
mediante la latinización lingüística no podía borrar
su cuerpo negro de ser inscrito en el régimen somatico-visual
moderno/colonial de la pigmentocracia que enmarca la condición
ontoexistencial que Fanon llama «el hecho de la
negritud».43 Desde nuestra actual perspectiva, en la medida en que
esta historia muestra algunas correspondencias y contradicciones claves en la
relación entre la latinidad, la hispanidad y conceptos incipientes de la
blancura occidental, Juan Latino podría ser considerado una
encarnación temprana de la especificidad de ladiferencia afro-latina y
una primera expresión de la subjetividad afrodiaspórica a
comienzos de la Edad Moderna.
Dado que el enfoque central de nuestro analisis es Afroamérica
debemos preguntar, ¿cuales son los parametros
espaciotemporales de la diferencia afro-latina?44 El vasto territorio al
sur del Río Grande conocido como Latinoamérica y el Caribe es el
primer lugar donde se desembarcaron masivamente personas provenientes del Africa
negra o subsahariana en el siglo XVI, y donde en la actualidad hay la mayor
concentración de afro-descendientes en el continente
americano.45 Pero como ya argumentamos, en el mundo anglófono
hegemónico existe una tendencia a marginar a los afro-latinos de la
memoria histórica y los mapeos político-culturales de la
diaspora africana. En los Estados Unidos, cuando usamos el
término africano-americano nos referimos convencionalmente a los negros
de Norteamérica como una designación étnico-racial
específica de los Unidos. Sin embargo, el uso del sufijo
«afro» para denominaciones mundo-regionales y nacionales se ha
usado en el lado sur del hemisferio americano desde comienzos del siglo XX. El
intelectual cubano Fernando Ortiz escribió sobre una cultura afrocubana
en 1904 y hacia los años 30 fue uno de los fundadores de la
Asociación de Estudios Afrocubanos. En México se
estableció un Instituto de Estudios Afroamericanos a comienzos de los
años 40, que publicó por corto tiempo una revista llamada
Afroamérica.46 La Asociación y la revista fueron lanzadas y
sostenidas por un grupo transamericano de intelectuales desde (o por) la
diaspora africana, entre los que se contaban el eurocubano Fernando
Ortiz, los afro-cubanos Nicolas Guillén y RomuroLachatenere, el
brasileño Gilberto Freyre, el haitiano Jacques Roumain, el mexicano
Gonzalo Aguirre Beltran, el martiniqués Aimé
Césaire, el trinitense Eric Williams, los negros estadounidenses Alain
Locke y W.E.B. DuBois, y el antropólogo Melvin Herskovitz.47 No se
trata aquí de establecer dónde se utilizó por primera vez
el lenguaje de Afroamérica o simplemente mostrar la conciencia negra en
América Latina, sino de discutir la necesidad de una perspectiva
afrodiaspórica que nos permitiera analizar las diferencias y particularidades,
así como las articulaciones y comunes denominadores de las diversas
historias de la diaspora africana en el continente americano. Una
perspectiva afrodiaspórica así globalizada y pluralizada
debería constituir la base para reformar los estudios negros y los
estudios latinos.
El denominador común mas general de los sujetos
afrodiaspóricos en el continente americano es la sujeción a
regímenes modernos/coloniales de
clasificación/estratificación racial como resultado de un sistema-mundo
moderno/colonial basado en el capitalismo racial y en los racismos
occidentales. La institución de la esclavitud fue un elemento
constitutivo clave de la modernidad capitalista y dejó profundas marcas
en sus estructuras basicas y en su psique. La «raza» se convirtió
a la vez en un sistema de clasificación universal que configuraba todas
las instituciones basicas y discursos de la modernidad occidental,
así como una mediación basica en las configuraciones de
poder, cultura y subjetividad nacionales y locales. Lo que hay en juego
aquí no es sólo cómo la «raza» y el racismo
construyeron el mundo moderno, sino también cual fue el universo
de mundo que la raza construyó, o cómo lasdivisiones raciales
posibilitaron la producción de culturas expresivas, corrientes
intelectuales y movimientos sociales negros.48
En el continente americano, los procesos de nacionalización de la
memoria, la lengua y la identidad provienen de una narrativa nacionalista en la
cual se asume que las élites euroamericanas masculinas de raza blanca
representan la nación, mientras que los otros raciales subalternos
(negros, indígenas, «orientales») son marginados o
virtualmente borrados de los imaginarios nacionales.49 La
perpetuación de estos modos de dominación étnico-racial y
de explotación de clase modernos/coloniales con posterioridad a la
independencia de las naciones en el continente americano es una
dimensión fundamental de lo que Aníbal Quijano denomina como
colonialidad del poder.
En tal sentido, la condición existencial que DuBois caracteriza como
«doble conciencia» en referencia al «negro americano»,
de lidiar con una subjetividad escindida (americana y africana) y de
negación de la ciudadanía sustantiva por parte de las
naciones-Estado debido a ser vistos y clasificados como problema por un régimen
racista dominante, debe extenderse a toda Afroamérica. A pesar de las
diferencias locales, regionales y nacionales, esta condición
histórica de exclusión relativa de las condiciones
hegemónicas del sujeto nacional, que implican una subestimación
de la memoria, una folclorización de la cultura y el sometimiento a
regímenes económicos de dominación racial y
explotación de clases, enmarcan un denominador común
diaspórico para las personas de descendencia africana a través de
las Américas.50
Estas prolongadas historias de subalternización y exclusión
configuran procesoshistóricos de construcción de comunidad, de
constitución de públicos negros y culturas expresivas, y de
luchas por el reconocimiento, la democracia y la justicia social. En vista de
esto, debemos redefinir el concepto de africano-americano, para denotar un
campo diaspórico diverso y complejo que abarque las historias, culturas
e identidades de los afrodescendientes en el continente americano. este
registro, la doble conciencia se refiere a las expresiones afrodiaspóricas
de pertenencia y ciudadanía basadas en identificaciones afroamericanas
con lugares y espacios localizados diferencialmente dentro de (el Palenque de
San Basilio en Colombia) y también mas alla de la
nación (las geografías afro-andinas, entrelace de diasporas
Afroamericanas). Afroamérica puede representarse como un espacio de
diaspora polifónica creolizada, un cruce de caminos translocal,
una zona fronteriza negra. El juego de las diferencias dentro de la
diaspora afroamericana exige una política de traducción,
no sólo en el sentido estrecho de las traducciones
lingüísticas, sino hablando de la necesidad de traducciones
políticas y culturales para facilitar la comunicación y
organización, para crear condiciones mínimas para construir la
diaspora como proyecto descolonial.51
En el mapeo de las múltiples genealogías de las comunidades
afroamericanas debemos dar cuenta de su heterogeneidad y de sus
múltiples conexiones. Por ejemplo, Afro-Norteamérica puede
definirse como una formación histórica cambiante, como un proceso
continuamente recompuesto por una diversa constelación de
diasporas africanas relocalizadas desde los Estados Unidos,
Canada, el Caribe, Latinoamérica, Europa y el continente
africano. A su vez, la regiónoccidental de Cuba es en su mayor parte de procedencia
haitiana y del Caribe anglófono, mientras que las comunidades
afro-descendientes en Centroamérica son en su mayoría
descendientes de inmigrantes del Caribe anglófono y de Garifunas que los
ingleses habían expulsado de San Vicente en 1789 después de
entender su incapacidad para colonizarlos. Ademas, ciudades globales,
como Nueva York y París han sido por muchos años cruces de
caminos diaspóricos en los que afro-descendientes de diferentes lugares
se encuentran, establecen lazos y se relacionan con otros sujetos y otras
diasporas.
Diasporas entrelazadas en «las entrañas del
monstruo»: negros, latinos, afro-latinos
Los sujetos y poblaciones afroamericanas son diasporas entrelazadas en
su historia, su composición étnica, sus expresiones culturales y sus
proyectos políticos. Quiza, el mas claro ejemplo de la
diasporicidad y la translocalidad de las afro-latinidades son los afro-latinos
residentes en los Estados Unidos, situados entre negros y latinos en el espacio
nacional estadounidense a la vez que vinculan a los afro-norteamericanos con
los afrodescendientes al sur del Río Grande.52 No obstante, algunas
perspectivas analíticas y políticas miopes que intentan
convertirse en sentido común, tanto en la academia como en la cultura
pública por todo el continente americano, siguen alimentando la
tendencia a dividir a negros y latinos (y los estudios negros y estudios
latinos) como terrenos de identidad, cultura y política marcadamente
diferentes e incluso contrarios.
Al analizar las coaliciones negras-latinas en los Estados Unidos debemos
observar las múltiples identidades y afiliaciones afro-latinas. A Arturo
Schomburg podríamosañadir la doble afiliación de Denise
Oliver a las Panteras Negras y a los Young Lords (una organización
hermana en las comunidades latinas, mayormente puertorriquenas del noroeste de
los Estados Unidos). En sus principios, los Young Lords defendían la
identidad afro-india. El mismo Schomburg usaba el seudónimo Guarionex,
que fue un jefe guerrero Taíno.53 Por su lado, el escritor afro-puertorriqueno
Piri Thomas (quien inspiro los Young Lords) en su novela clasica
Nuyorrican Down these means streets, articula con claridad cómo las
marcadas diferencias entre negros y latinos generan inquietantes dilemas a
sujetos mulatos como él. Thomas narra cómo después de
atormentarse por si era «negro» o
«puertorriqueño» se dio cuenta de que era ambas cosas,
afro-latino. Se dio cuenta de que su negritud y su mulataje no estaban en
contradicción, sino que eran parte constitutiva de sus identidades puertorriqueña
y afro-latina. En este contexto, el concepto de mulato no representa un
híbrido racial entre negro y blanco o un producto café del
mestizaje, sino que se usa mas bien para indicar cómo la
diferencia afro-latina podría transgredir y trascender tales binarios
étnico-raciales.54
Si consideramos los negros y los latinos como grupos distintos, debería
representarse su relación en su diversidad y complejidad. Esto significa
reconocer los «patrones de cooperación, conflicto y
ambivalencia», como lo plantea el politólogo Mark Sawyer. Hay un
creciente número de estudios sobre las relaciones negras y latinas que
analizan los roles potenciales y reales de los afro-latinos como
«identidades en contacto».55 Esta corriente de investigación
ha dado pasos importantes en la identificación de fuentes deconflicto
mientras analiza vínculos y formas potenciales de construcción de
coaliciones. Los investigadores han mostrado cómo las historias
similares y las condiciones de vida de los sectores subalternos negros y latinos
(y hasta cierto punto los estratos medios) explican sensibilidades compartidas
que sirven de base para campañas contra la discriminación racial
(por la Acción Afirmativa, contra la encarcelación en masa de
jóvenes negros y latinos), gestiones conjuntas contra injusticias
urbanas (en vivienda, educación y atención médica) y
luchas en oposición a la desigualdad económica (salario
mínimo, organización sindical).56 Esto no debería
negar cómo las diferentes formas de racismo (el racismo antinegro en las
comunidades latinas) y xenofobia (nativismo de los ciudadanos estadounidenses
negros y latinos), y cómo las diferentes ideologías e intereses
políticos (la competencia étnico-racial de las clases
políticas negra y latina) son fuentes de conflicto entre negros y
latinos. Las ambigüedades y el caracter cambiante de las
coaliciones negro-latinas se aprecian en la carrera electoral de Antonio
Villaraigosa, quien fue elegido alcalde de Los Angeles en el 2004 con una
votación mayoritaria de la población negra, pero no había
sido apoyado por ellos en las elecciones anteriores. Nuestra tarea es
desarrollar marcos analíticos para entender las expresiones de poder y
cultura que hacen parte de diferentes definiciones de negritud y latinidad y de
diferentes formas de hacer política negra y latina.
La óptica étnica liberal que orienta los términos de la
política en los Estados Unidos produce conceptos simplistas de justicia,
comunidad y creación de coaliciones. Si la base principal dela afinidad
cultural y política es la etnicidad desracializada, las diferencias de
clase y género son irrelevantes y la organización feminista y a
favor de la justicia social sustantiva llegan a ser de importancia marginal. En
esta lógica, las coaliciones que cuentan son étnicas y se
realizan en el ambito electoral, mientras que las organizaciones de
movimientos sociales, como las coaliciones comunitarias-obreras, las alianzas
de base amplia para la justicia racial, las alianzas de las feministas de
color, las redes de gays y lesbianas negro-latinos y la multiplicidad de
instituciones y redes informales que componen una ola emergente de
acción colectiva al norte y al sur del Río Grande son borradas.
Las formas del poder y la diferencia (clase, género, raza,
ideología) que distinguen las identidades e intereses latinos son
suprimidas, produciendo asi un falso sentido de identidad y una noción
superficial de comunidad. Esto tiene como consecuencia un concepto
mínimo de democracia en tanto representación formal y de justicia
entendida como obtener una porción de la torta para la comunidad
étnica. Las inquietudes sobre la relación entre democracia,
diferencia, libertad y justicia, que dan sustancia a estos principios
ético-políticos, son inexistentes. Las diferencias fundamentales
entre las tradiciones políticas latinas, las ideologías del poder
y los proyectos son también ignorados.
Por ejemplo, la crítica de Nicolas Vaca al discurso de los
sesenta sobre las alianzas entre los estadounidenses de color y la
relación entre las luchas de las minorías en los Estados Unidos y
los movimientos de liberación tercermundistas tiene grandes
implicaciones negativas para los estudiosnegro-latinos y sus políticas
raciales, de clase, género y sexuales. En esta perspectiva, las
coaliciones feministas de mujeres de color/del tercer mundo son desechadas como
desfasadas. El feminismo de las mujeres de color criticó y
desafió el caracter patriarcal de los discursos nacionalistas de
los sesenta, al tiempo que enmarcan sus analisis de la dominación
en una perspectiva histórico-mundial/descolonial. Esto va en clara
contravía con la interpretación de Vaca sobre la comunidad y la
política latina como un grupo de interés étnico,
así como con su visión del mundo como una suma de naciones donde
los latinos son un grupo étnico dentro de los Estados Unidos. La mirada
liberal de Vaca ignora la dominación (el imperialismo, el racismo, las
estructuras patriarcales) y la explotación (el capitalismo neoliberal)
en el plano global y sus relaciones con regímenes de desigualdad (de
clase, étnico-racial, de género, sexual) en las escalas nacional,
regional y local en los Estados Unidos. En contraste, el feminismo del tercer
mundo basa su política de descolonización en un analisis
crítico de las articulaciones del capitalismo, el imperialismo, el racismo
y el patriarcado desde lo local hasta lo global.57Su política de
hermandad coalicionista promueve alianzas entre mujeres de color (negras,
latinas, nativas americanas, asiaticas) como parte de un movimiento de
base amplia para la democracia radical y la justicia social. Éste es
también el tipo de crítica descolonial y política de la
descolonización posibilitada por el concepto de la colonialidad del
poder planteado por Quijano.
Movimientos descoloniales: afro-latinidades y la descolonización del
poder y el conocimiento
La difusión global delas doctrinas y políticas imperiales
neoliberales desde los años 80 se confronto con el surgimiento de una
nueva ola de movimientos antisistémicos, cuyo epítome estuvo
representado por las campañas contra el neoliberalismo organizadas por
los zapatistas, manifestaciones en masa de alcance global (Seattle, diciembre
1999; contra la guerra mundial, febrero 2003) y el boom de los foros sociales
(mundiales, regionales, nacionales). En este contexto histórico-mundial,
hemos de situar el crecimiento de la política transnacional afro-latina
desde finales de los años 70 y comienzos de los 80. La aparición
de corrientes culturales/intelectuales y movimientos sociales/políticos
explícitamente negros (o afro) en Brasil, Cuba, Colombia, Costa Rica,
Guatemala, Ecuador, República Dominicana, Honduras, Panama,
Perú, Puerto Rico, Nicaragua, Uruguay, Venezuela y Argentina, y sus
relaciones cada vez mayores con los afro-latinos estadounidenses revelan el
surgimiento de un movimiento afro-latino hemisférico. La
colonización por parte del capital transnacional y Estados-nación
de regiones afroamericanas previamente subexplotadas, como la costa
Pacífica en Colombia, Esmeraldas en Ecuador, el litoral caribeño
de Honduras, y Piñones en Puerto Rico, da forma a la aparición de
movimientos sociales que afirman identidades afrodiaspóricas y combaten
el racismo a la vez que reclaman un lugar territorial y una integridad
ecológica, y reivindican las culturas negras y los conocimientos locales
contra los arrolladores efectos negativos de la globalización
neoliberal. El aumento de los movimientos afro-latinos esta
ademas íntimamente relacionado con el surgimiento de fuertes y
vibrantes movimientos amerindios enLatino/América. La importancia de
tales movimientos ha llevado a instituciones del capital global (p. ej., el
Banco Interamericano de Desarrollo, la Agencia Estadounidense para el
Desarrollo Internacional y el Banco Mundial) a reconocer las condiciones de
desigualdad de la mayoría de los afro-latinos y a desarrollar proyectos
en estas comunidades. Estas intervenciones de entidades centrales del
capitalismo transnacional incitan debates que desencadenan los diferentes
aspectos sociales, económicos, culturales, intelectuales y
políticos en juego.
A pesar de las diferencias y contradicciones, el impulso para la
auto-afirmación afro-latina ha producido organizaciones locales y
nacionales con un liderazgo efectivo dentro de los movimientos populares, y que
articulan identidades y alianzas regionales (afro-andinas), convocan encuentros
mundo-regionales (congresos de mujeres latinoamericanas negras) y participan de
encuentros hemisféricos (afro-americanos en Durban y sus desarrollos
posteriores). Los afro-latinos de los Estados Unidos son actores protagonistas
en estas redes hemisféricas al tiempo que sirven de puente en las
coaliciones negro-latinas en los Estados Unidos. Un ejemplo importante en el
frente cultural son los intercambios entre artistas hip-hop politizados
afro-cubanos y afro-norteamericanos, quienes en la teoría y en la
practica han rebatido algunas versiones de rap comercializadas, a la vez
que proponen una estética radical de la cultura hip-hop como
expresión de la diaspora africana en el terreno de las culturas
juveniles.
El alcance y escala de tales movimientos les da el potencial de contribuir de
manera significativa a cuestionar y rebatir los regímenes racistasy los
procesos de dominación en todo el continente americano. Una
característica importante de muchos de estos discursos emergentes de la
afro-latinidad es una perspectiva diaspórica-translocal que une la
democracia racial con la lucha de clases y en la que las mujeres negras
estan defendiendo demandas feministas con campañas contra el
imperialismo y el capitalismo neoliberal. En estas políticas
afrodiaspóricas explícitamente subalternistas, la cuestión
del poder se enlaza claramente con la cuestión del conocimiento. De
manera similar a los movimientos sociales de los años sesenta y setenta
que crearon los estudios latinos y transformaron los estudios negros, las
practicas culturales y los movimientos sociales afro-latinos
estan reclamando no sólo un espacio en el mundo académico,
sino también demandando autoridad y reconocimiento para sus modos de conocimiento
vernaculos. Las afro-latinidades son una fuente importante para la
descolonización del poder y el conocimiento. La diferencia afro-latina
puede plantear un reto a los estudios negros y los estudios latinos para
revitalizar los derroteros críticos y radicales que los originaron, y podría
evitar que perdieran su caracter transformador descolonial. El
cosmopolitismo radical negro ha sido desde su concepción misma una
fuente de conocimiento y política descoloniales. Parafraseando a Nelson
Maldonado Torres, sostenemos que los estudios africanos representan una de las
principales tradiciones de cosmopolitismo crítico en la modernidad y
siempre han sido un campo de producción de teorías
críticas basadas en una actitud descolonial.58 En este registro,
las tradiciones críticas de los estudios negros y los estudios latinos
convergenen la medida en que ambas estan basadas en una política
de liberación descolonial radical (antiimperialista, y con frecuencia
también anticapitalista) enmarcada por perspectivas histórico-mundiales
y transnacionales. Las perspectivas feministas afrodiaspóricas suponen
marcos analíticos particularmente complejos y proyectos políticos
en los que el poder imperial, la dominación étnico-racial y la
explotación de clases se conectan de forma sistematica con la
opresión sexual y de género. Por consiguiente, si entendemos la
diaspora no sólo como condición y proceso, sino
también como proyecto radical para la descolonización del poder y
el conocimiento, esta reciprocidad de los estudios críticos negros y
latinos podría ser un recurso crucial de liberación en los
frentes epistémico y ético-político.
Si concebimos la descolonización como un proceso desigual a largo plazo,
derivado del efecto histórico combinado de las resistencias cotidianas,
las luchas sociales y los movimientos antisistémicos, y dada la
centralidad de los regímenes raciales en la colonialidad del poder y el
saber, las luchas negras y las políticas raciales son cruciales en el
longue durée de la descolonización mundial. Esto tiene una larga
trayectoria desde la revolución haitiana del siglo XIX hasta el
movimiento estadounidense por la libertad negra en los años sesenta y el
movimiento anti-Apartheid en Africa del Sur. El actual ascenso de las
afro-latinidades pone la diferencia afro-latina en el centro de procesos
mundiales de resistencia cultural y política y de construcción de
futuros alternativos. Esto claramente incluye las luchas por la
reconfiguración de las estructuras, lógicas y categorías
de