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'A la Juventud Hitleriana' - Nüremberg, 1937




'Esta mañana me dijeron nuestros hombres del tiempo que para hoy tendríamos una situación atmosférica borrascosa. Bien, mis muchachos y muchachas, esta situación atmosférica la ha tenido Alemania durante 15 años y también el Partido lo ha tenido. Por encima de un decenio, sobre el movimiento no ha lucido el sol, era una lucha en la cual sólo la esperanza podía salir victoriosa. La esperanza de que al final en Alemania luciría por fin el sol. Y el sol ya luce. A vosotros hoy no os sonrie el sol, pero no es ningun problema, porque nosotros hemos querido educar una nueva juventud, no sólo para los días de sol, sino tambien para los días de tormenta.
Yo daria por fracasada toda la educación que el Nacionalsocialismo esta prestando si el resultado de esta educación no fuera una Nación que en todo momento, inclusive en los mas difíciles días, no permaneciese unida. Esta Nación, mi juventud, sois vosotros, en el futuro. La juventud hoy tiene unos ideales distintos a los que poseía en tiempos anteriores. En lugar de una juventud que antaño era educada para el placer, crece hoy una juventud que es educada para la entrega, para el sacrificio; pero en especial, para el fortalecimiento de un cuerpo sano, con facultades de resistencia. Por eso, para nosotros, los nacionalsocialistas, aquellos tiempos de lucha, apesar de que el sol no luciera, eran bonitos. Nosotros queremos luchar una y otra vez por esto y pedirle a la Providencia que mantenga a nuestro Pueblo sano y firme y que le de a nuestro pueblo el sentido para una verdadera libertad y que mantenga en él, siempre despierto, el sentimiento del honor. Nosotros no queremos pedir a la Providencia el que nos haga libres, o el que nos regale la libertad, sino sólo que haga de nosotros un pueblo como debe ser, de forma que nosotros mismos podamos en cualquier tiempo conquistar nuestra posición que nos corresponde en el mundo. Posición que es la que necesita un pueblo libre. Nosotros no queremos ningún regalo, sólo pedimos la gracia de poder entrar en un combate honrado. Entonces, la Providencia, podra decidir si nuestro pueblo se ha ganado esta vida o no y cuando yo os veo a vosotros, yo pienso que este pueblo también en el futuro se habra ganado su libertad y con ello su honor y su vida.


Nunca la dirección de esta juventud estara en manos de otros que no hayan salido de la Idea y del Movimiento. Él os ha formado, de él teneis el uniforme y a él servireis. Así como vosotros hoy estais frente a mí, de esta manera las jovenes generaciones se encontraran, año tras año durante siglos, frente a los Führers venideros. Y siempre demostrara su adhesión a esta Alemania que hoy nosotros hemos ganado. Alemania, Sieg Heil !!

Comenzó a correr la voz de que los almagristas habían matado a Pizarro. De ser cierta la noticia, los poderes de teniente gobernador de Valdiviaquedaban caducados. Podría entonces venir otra persona del Perú a tomar mando de la naciente colonia y quedar en el olvido, entregandole las encomiendas de indios a advenedizos.
El cabildo consideró estos puntos resolvieron entregar a Valdivia el título de Gobernador y Capitan General en nombre del rey, que este rechazó inicialmente por motivos estratégicos de no quedar como traidor ante Pizarro por si seguía vivo, pero ante la amenaza de entregarselo a alguien mas, aceptó el título, el 11 de junio de 1541, siendo entonces el primer Gobernador de Chile.


Mapa de Santiago en 1552.
Valdivia organiza el primer reparto de encomiendas de indios entre los vecinos de Santiago. A pesar de que Chile no era rico en recursos minerales como el Perú, y no tenía una mano de obra indígena tan eficaz, se destinaron estos indios a atender las faenas del campo, a la construcción de casas y por sobre todo a los lavaderos de oro. Los primeros tiempos fueron duros, especialmente después del ataque del cacique Michimalonco, el 11 de septiembre de 1541, sobre la naciente ciudad, reduciéndola a un montón de escombros a causa de los incendios. Los indígenas aprovecharon la ocasión en que Valdivia y un grupo de conquistadores exploraban fuera de la ciudad para atacar. Quienes defendieron la ciudad en su momento dieron durabatalla y el resultado no fue peor gracias a la ayuda de Doña Inés de Suarez quien decidió darles muerte a los caciques prisioneros y lanzar sus cabezas a los atacantes sobre las empaladizas que rodeaban la ciudad.
Las hostilidades de los ataques se detuvieron, pero la ciudad casi destruida cayó en la miseria por lo que, para poder salvar la conquista de Chile, Valdivia mandó por auxilios al Perú a Alonso Monroy que sólo pudo regresar con la ayuda encomendada a fines de 1543, casi tres años después de la destrucción de la ciudad.
Valdivia Inició diversas obras de avance, entre las que se destaca la fundación de otras ciudades, comenzando por La Serena (1544). Luego Valdivia emprendió una campaña hacia el inexplorado sur, llegando a las margenes del río Bío-Bío, iniciando la guerra contra el pueblo Mapuche o Guerra de Arauco, la que es relatada por Alonso de Ercilla en su obra La Araucana (1576). Militarmente obtuvo importantes triunfos, como la batalla de Andalién y la batalla de Penco (1550). Estas grandes victorias permitieron a Valdivia establecer ciudades en territorios indígenas, como Concepción (1550), La Imperial, Valdivia (1552), Villarrica (1552), y Los Confines (1553). Ese mismo año la rebelión mapuche liderada por Lautaro en una trascendental batalla acabó con la vida de Valdivia en Tucapel en 1553.


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