Los chusmeros: historias de la memoria de la
agencia campesina1
Soraya Maite Yie Garzón2 Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia3
maiteyie@yahoo.com
Recibido: 02 de agosto de 2011 Aceptado: 10 de noviembre de 2011
Este artículo sintetiza algunos de los aspectos desarrollados en mi tesis de
maestría en Historia, en la cual abordo, más ampliamente, los contrastes entre
las narrativas oficiales y campesinas en torno a los mismos procesos de
movilización social y parcelación de la propiedad desarrollados hace cinco
décadas en el corregimiento de Bomboná, municipio de Consacá, Nariño (Yie,
2009a). 2 Antropóloga, Magíster en Historia; Universidad Nacional de Colombia.
3 Profesora asistente del
Departamento de Antropología.
Los chusmeros: historias de la memoria de la agencia campesina
Resumen El artículo explora la manera en que los procesos de movilización
social y de parcelación de la propiedad enmarcada en el Plan Nacional de
Reforma Agraria, que involucraron, entre 1958 y 1963, a un amplio sector de
peones arrendatarios de una hacienda de los Andes nariñenses, aparecen, casi
cinco décadas después, como objetos de explicación y evaluación moral. Analiza
la importancia asignada en sus narraciones a la agencia de los actores
implicados (campesinos, patrones y estado), se relacionan las variaciones en
dicha asignación con los marcos morales a que acuden para interpretar su
pasado, y se rastrea el origen de estos últimos en diferentes experiencias de
subalternización a las que se hanenfrentado. Sugiero que, al acudir a
diferentes fuentes de evaluación moral, se evidencia la existencia de múltiples
formas de subjetivación originadas en sus relaciones con distintas formas de
autoridad (patrones, iglesia y estado) y que aquellas conllevan diversas
alternativas de posicionamiento frente a su pasado. Palabras clave: economía
moral del
recuerdo, agencia, narrativas, movimiento campesino, reforma agraria.
Soraya Maite Yie Garzón - Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia
Chusmeros: narratives on the memory of peasant’s agency
Abstract This paper explores how processes of social mobilization and property
parceling framed in the Agrarian Reform National Plan —involving an ample
sector of tenant farm laborers in an Andean Nariño large estate between 1958
and 1963— appear, nearly five decades later, as objects of moral interpretation
and appraisal. It analyzes the significance assigned in accounts to the agency
of actors involved (peasants, landlords and state); variations in such
assigning are connected to the moral frameworks they call on to interpret their
past; and their origin is traced back on the various subalternization
experiences they faced. I suggest that, when turning out to different sources
of moral appraisal, the existence of manifold subjectivation forms makes itself
evident depending on their relations to different forms of authority
(landlords, church, state), and that they come with various alternative
standings face to their past. Keywords: moral economy ofremembrance, agency,
narratives, peasant movement, agrarian reform.
Os chusmeros: histórias da memória da representaçao dos camponeses
Resumo O artigo explora a maneira em que os processos de mobilizaçao social e
de divisao da propriedade estabelecida pelo Plano Nacional de Reforma Agrária,
que envolveram, entre 1958 e 1963, a um amplo setor de peões arrendatários de
uma fazenda dos Andes do departamento de Nariño, aparecem, quase cinco décadas
depois, como objetos de explicaçao e avaliaçao moral. Analisa a importancia
dada em suas narrações à representaçao dos atores implicados (camponeses,
patrões e estado), relacionam-se as variações nessa designaçao com os padrões
morais usados para interpretar seu passado, e se rastreia a origem destes
últimos em diferentes experiências de subalternizaçao que enfrentaram. Sugiro
que, ao lançar mao de diferentes fontes de avaliaçao moral, evidenciase a
existência de múltiplas formas de subjetivaçao originadas em suas relações com
distintas formas de autoridade (patrões, igreja e estado) e que aquelas
suportam diversas alternativas de posicionamento diante de seu passado.
Palavras chave: economia moral da lembrança, representaçao, narrativas,
movimento rural, reforma agrária.
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Introducción En este artículo abordo la manera en que los procesos de
movilización social y de parcelación de la propiedad agrícola en los que
estuvieron involucrados hace aproximadamente cincodécadas integrantes de una
comunidad rural de la zona alta de Nariño, se tornaron objeto de explicación y
evaluación moral durante las conversaciones que mantuve con algunos de ellos
entre los años 2006 y 2007. Específicamente, me interesa reflexionar sobre los
marcos morales que atraviesan la construcción de sus narraciones, considerando
su incidencia en la manera en que narradores y narradoras se autorrepresentan o
no como agentes
de los procesos narrados, y su vinculación histórica con relaciones específicas
de subalternización en las que se han visto implicados. En esta dirección, este
artículo explora las formas de articulación entre el nivel de la explicación y
el de la evaluación moral del pasado en las narrativas con una pretensión
autobiográfica, así como la manera en que los procesos hegemónicos se vinculan
con aquellos relacionados con la producción de memorias históricas entre grupos
sociales que han ocupado posiciones subalternas frente a diversos actores
sociales. Me baso, específicamente, en las narraciones orales de hombres y
mujeres que se encontraban vinculados principalmente bajo la condición de
peones arrendatarios a la Hacienda de Bomboná, propiedad localizada en el
municipio de Consacá, en el suroriente de Nariño, y muchos de los cuales
pertenecieron al Sindicato de Trabajadores Siete de Abril. En 1963, dicha
hacienda se convirtió en la primera propiedad del
departamento de Nariño en ser parcelada como
parte del Plan Nacional de Reforma Agraria
adelantado por el gobierno liberal de LlerasCamargo y continuado por sus
sucesores del
Frente Nacional; esto en el marco de la Alianza para el Progreso. Por su parte,
el Sindicato Siete de Abril es conocido como
el primero en su tipo en la región y se formó en 1959, pocos años antes de
hacerse efectiva dicha parcelación. El texto está dividido en tres partes. En
la primera contrasto las narraciones de dos ex integrantes del sindicato a
partir de la importancia que cada uno le asigna a la agencia de los diferentes
actores implicados (campesinos, patrones y estado) en la generación de los
cambios que los afectaron. En la segunda abordo la relación entre la manera en
que ellos y algunos de sus compañeros se representan o no como agentes, y los códigos morales a los que
acuden para evaluar su comportamiento o el de los otros. Finalmente, en la
última parte intento mostrar que la reivindicación de la agencia campesina está
sometida a las formas en que su conducta o la de los otros podría ser evaluada
a la luz de los códigos morales con los que narradoras y narradores han entrado
históricamente en contacto: la autoridad patronal, eclesiástica y estatal. Con
ello intento mostrar que unos y otras, al acudir a diferentes fuentes
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de evaluación moral, evidencian la existencia de múltiples formas de
subjetivación constituidas en medio de las relaciones que han establecido con
distintasformas de autoridad y que, a su vez, aquellas conllevan diversas
alternativas de posicionamiento frente a su pasado. Higinio Arturo y la jigrada
de gallinas Hacia 1959, en el municipio de Consacá, sobre uno de los costados del volcán Galeras, se
ubicaba la Hacienda de Bomboná, una de las propiedades de mayor extensión y
antigüedad de las tierras altas de Nariño. Alrededor de la casa hacienda,
construida en el periodo colonial, residían, en parcelas de aproximadamente una
y media hectáreas y en pequeñas viviendas hechas de bahareque y techo pajizo,
algo más de 128 familias (Marín & Tobón, 1962). Sus integrantes trabajaban como peones
arrendatarios, jornaleros, caporales y mayordomos, y de allí provenía la mano de
obra femenina destinada al servicio doméstico de los dueños4. Pero en julio de
1963, la hacienda fue adquirida por el joven Instituto de Reforma Agraria
(Incora) y subdivida en parcelas que fueron vendidas a crédito a 127 familias,
en su mayoría conformadas por aquellas que habitaban y trabajaban para la
hacienda. A los pocos años el paisaje estaba visiblemente transformado. Sobre
la zona plana de la hacienda, el Instituto de Crédito Agrario (ICA) construyó
la ciudadela de Bomboná, un centro habitacional con 123 casas, mercado y zonas
verdes (Glass & Bonilla, 1967, pp. 34-35). A estos se agregó una zona de
reserva para la construcción de un monumento en memoria de la batalla de
Bomboná, un enfrentamiento desarrollado entre patriotas y realistas el 7 de abril
de 1822 en predios de la misma propiedad, ydurante el cual, según la
historiografía oficial5, los primeros habrían logrado socavar la resistencia al
proyecto republicano en el sur. Cuando en los meses de enero y junio del 2007
visité la zona, la ciudadela de Bomboná seguía poblada en su mayoría por
parceleros6 o sus descendientes, pero el número de viviendas había aumentado
casi al doble y contaba con una iglesia, una escuela pública y un colegio
agrícola, además de servicios públicos. Muchos de ellos habían vendido o
devuelto al Incora sus parcelas por la
4 La mayoría de la mano de obra de la hacienda en cuestión estaba integrada por
trabajadores residentes, es decir, por alguna modalidad de trabajo agrícola en
la cual el trabajador vive y usufructúa una parcela a cambio de prestar sus
servicios en la propiedad dentro de la cual aquella está incluida, y a lo que
se suman, a veces, otro tipo de contraprestaciones entre las partes. En la
región andina y en Centroamérica, tal modalidad tiene su origen en el llamado
peón concierto, de origen colonial, quien trabajaba cierta cantidad de días a
favor de una hacienda a cambio del derecho a usufructuar una parcela, y en pago
por los dineros, la comida u otro tipo de elementos que recibía en adelanto
para su sostenimiento. Específicamente en el caso de Nariño, tal modalidad
derivó en el siglo xx en el llamado apegado, viviente o arrendatario, quien
pagaba con varios días de trabajo “el derecho” a usufructuar una parcela. En el
caso de la hacienda de Bomboná, algunos titulares de las parcelas solían servir
comocaporales y mayordomos, y otros integrantes de su familia como jornaleros. 5 Hago esta aclaración
porque según algunas versiones de historiadores locales el triunfo en la
batalla correspondió a los realistas (Yie, 2009b, 2010). 6 Así se llamaba a
quienes eran titulares ante el Incora de las parcelas ofertadas por dicho
instituto.
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dificultad de pagar los créditos, nuevos dueños habían aparecido y unos cuantos
parceleros habían aumentado sus posesiones, próximas a ser repartidas entre una
amplia descendencia. Como recuerda Genette (citado
por Prince, 1991, p. 1.), toda historia nos habla de una transformación, «del paso de un estado
anterior a un estado posterior o resultante», a lo cual agregaría, y de los
sucesos y/o las acciones que nos permiten explicarla y sopesar sus consecuencias.
En la narrativa difundida por los promotores de la reforma agraria en Nariño,
entre quienes estaban destacadas figuras de las ciencias sociales colombianas
como el sociólogo Orlando Fals Borda y el antropólogo Milcíades Chaves, la
transformación de la hacienda en la ciudadela aparece como el resultado de la
acción del estado central. Este es mostrado como el sujeto de una historia de
emancipación heroica que recordaba la labor que habría emprendido el ejército
patriota durante la denominada Campaña del Sur (Yie, 2009b).
Contrariamente,según las narraciones que escuché de algunos habitantes de
Bomboná, tal transformación se originó en su propio proceso de movilización,
iniciado casi cinco años antes de hacerse efectiva la parcelación, y el cual
derivó en la creación, en 1959, del Sindicato de Agricultores de Consacá -
Siete de Abril, el primero en su tipo en la zona alta de Nariño7. En los
discursos de funcionarios públicos, académicos y la prensa proclive al proyecto
de reforma, dicho proceso de movilización fue leído como
síntoma de un mal y no como el origen mismo del proceso de su
curación (Yie, 2009a, p. 43; 2009b, p. 197). Para
quienes entrevisté, en cambio, dicho proceso ocupa un lugar inaugural en
explicación de la trasformación de la hacienda en la ciudadela. El movimiento
es una “pieza nuclear”, una “unidad narrativa” apelando a Barthes, de los
diversos recorridos que cursan las narrativas de quienes hoy habitan Bomboná,
en su intento por explicar y significar moralmente su condición actual8. Hay una
historia que suelen contar en Bomboná para explicar el proceso por el cual la
hacienda terminó convertida en una ciudadela. La siguiente es una versión que
me relató, en enero de 2007, Florentino Melo, uno de los líderes que hicieron
parte de la movilización campesina.
Este sindicato consiguió su personería jurídica solo en 1960, a pesar de la
ausencia de reconocimiento por parte del
patrón de los afiliados. Archivo Sindical, Ministerio de Protección Social
(Sede Bogotá): Serie Personería Jurídica, Caja Gremios Nariño, Carpeta 1,folios
2-7. Sindicato de Agricultores de Consacá Siete de Abril, Acta de fundación
Sindicato de Consacá, Siete de Abril, Consacá, 13 de octubre de 1959. 8 Asumo
que “hacer historias” supone un ejercicio de ensamblaje que pasa por la
producción y selección de acontecimientos que integran una narración y de su
organización en una totalidad explicativa y moralmente significativa. Me baso
en Barthes, para quien la producción de un relato supone un ejercicio
combinatorio entre lo que denomina “unidades narrativas mínimas”, donde el
criterio para su distinción es su papel en la producción de sentido, antes que
su orden de aparición en el texto (Barthes, 1977, pp. 65-101). Igualmente, me
apoyo en los trabajos de diversos autores, en especial críticos
historiográficos, sobre las características de las narraciones y su papel en la
explicación del cambio (Danto 1989, pp. 58-89; Ricoeur, 1999, pp. 83-156;
Topolsky, 1985; White, 1992), en la representación de la acción humana
(Roberts, 2003) y en la significación moral de la experiencia (Bruner, 1990;
Danto, 1989; Ortega, 2004; Ricoeur, 1999; Topolsky, 1985; Van Alphen, 1999;
White, 1992).
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FM: No, lo que pasó fue que hubo un atentado, verá sno?, hubo que sacar una
persona que estaba incumplido, que no dabacumplimiento al trabajo, al trabajo
del contrato que había firmado, sno? Y dicen que cuando el demonio se aparece
de acá sale Jesucristo y no lo deja que funcione el demonio, sno? Lo para. Y,
pues, resulta que ya esa señora de esa familia había estado con una jigrada de
gallinas, y allí estaba sin saber pa’ dónde, ya ve, sin tener nada, sin saber a
dónde coger, a la carretera. Y llegó un señor, un taxista de Pasto, que estaba
con su señora enferma, como lisiada en el pie, y el médico le había dicho que
la lleve a un clima abrigado, sno?, pa’ que se cure pronto. Y baja el taxista
de pronto, de esos taxis viejos que habían antes, dizque se iban para Ancuya.
Dizque le dijo: “Vea esa señora con una jigrada de gallinas”. Que le dijo:
“Señora, spor qué no me vende una gallina?”. Paró el carro. No, estas no eran
pa’ vender. “sEntons qué?” “Si nos vamos, el dueño ya nos saca, y nos vamos”.
“sY pa’ dónde?”. Sin saber pa’ donde porque no tenía ni padre ni nadie que les
dé la mano. “sY por qué es que los sacan?”. Entonces ya le conversó, parte le
ha de haber conversado la verdad, parte le ha de haber mentido. Que es que le
dijo: “No se vaya, regrese a su casa”, y el señor se quedó en Consacá, ya no se
fue para Ancuya, arrendó una casita y se quedó allí. Y le dijo: “Más tarde
vengo a conversar con usted. sDónde es que vive?” “En tal parte”. La hizo
regresar, que iba a conversar y conversó con los compañeros y les dijo:
“Organícense. No se dejen sacar. Si se dejan sacar pues los sacan. Pero
organícense”. Y él dio la mano, sellamaba Higinio Arturo. Él ayudó a organizar.
MY: sY él era de acá? FM: Él no era de acá, era desconocido, el ángel de la
guarda. tEl ángel de la guarda! Y él fue el que ayudó a organizarse, a
organizar el sindicato, y él conocía, como él
era de Pasto, entonces como
era de Utrana, de la Unión de Trabajadores de Nariño, y eso como
la reconocían como
una organización liberala, sno? Entonces ya comenzó, y eso comenzaron a
conseguirles abogado9.
La historia anterior tiene en Bomboná la fuerza de un mito. De una parte, pretende ubicar y
explicar el origen de un conjunto de cambios sobre distintos ámbitos de su
vida, de los cuales las formas de tenencia de la tierra y las relaciones de
producción son solo los más visibles. De otra, constituye la versión más
“oficial” en torno a la cual se articula la memoria histórica de esa comunidad
rural, la más estable y difundida sobre el origen de la movilización y la
parcelación. Como ocurre con la versión de
Florentino Melo, casi todas las que escuché coinciden en que la movilización
surgió como una
respuesta al intento de expulsión de Jorge Chacua, un arrendatario de la
hacienda, luego de que se atrasara en varios días de trabajo que le debía a la
hacienda. También en todas las versiones la opción del
9
Conversación con Florentino Melo, Bomboná (Consacá), enero de 2007.
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sindicato se presentó gracias a la “aparición milagrosa” del taxista de Pasto,
HiginioArturo10, del “ángel de la guarda”, dice Florentino Melo, miembro del
Sindicato de Motoristas de Nariño y de la Unión de Trabajadores de Nariño
(Utrana), un sindicato de orientación política liberal. Arturo ayudó a
conformar el Sindicato Siete de Abril en 1959 con la compañía de una delegación
de la Unión de Trabajadores de Colombia (utc), organismo ante el que fue
nombrado como delegado. Más tarde, sería acusado de comunista, amenazado de
muerte, atacada su vivienda11 y sindicado de incendiar el trapiche de la hacienda
de Bomboná en 195912. Al poner como punto de
partida la expulsión del arrendatario, el
relato de Florentino Melo parece confirmar una lectura de la movilización
campesina como
un acto reactivo, la cual es frecuente en los discursos de académicos, periodistas
y funcionarios públicos que promovieron la parcelación de la hacienda (Yie,
2009a, pp. 23-40). En su relato, el movimiento inicial que desencadena una
serie de reacciones entre los arrendatarios es ejecutado por sus patrones.
Aquellos responden a un “atentado” que acaba por romper el ya frágil equilibrio
existente entre unos y otros, y cuyo desolador efecto es representado por la
mujer expulsada que, con una jigrada de gallinas, permanece al pie de la
carretera sin saber a dónde irse. No obstante, para la economía moral del relato, dicha
narrativa no carece de sentido. Aunque en detrimento de la agencia campesina,
aquella permite legitimar su comportamiento y el de sus compañeros. Todas las
versiones reiteran la escena en que Higinio Arturovuelca su mirada en la
jigrada de gallinas que carga la mujer expulsada. La jigrada atrae la mirada foránea —a la
comunidad y a la hacienda— sobre la situación propia. Se trata de una señal y,
en tanto tal, habla sobre esta situación antes de que ellos mismos la enuncien,
lo cual es posible gracias a una relación metonímica entre los bienes de
quienes eran arrendatarios y su condición más generalizada13.
Según otras versiones, Higinio era un abogado. Archivo Privado Antonio Rosero
Rosero, Carpeta Sindicato Siete de Abril-Consacá, Correspondencia Recibida.
Higinio Arturo, Oficio dirigido al alcalde de Consacá donde denuncia tentativa
de delitos y asociación para delinquir en su contra, Consacá, el 26 de octubre
de 1959, 2 folios. 12 Detenido Higinio Arturo por incendio a la hacienda de
Bomboná por orden del
juez 73. (1959, 21 de diciembre). El Derecho, pp. 6 y última. 13 La vivienda
ocupa una función similar. Varias narraciones que escuché se refieren al
momento en que funcionarios públicos, sacerdotes, abogados y académicos habrían
reparado en la choza de bahareque y techo pajizo en que vivían los
arrendatarios de la hacienda y declarado, a partir de esa visión, la injusticia
de sus condiciones de vida. “Vieron la injusticia”, en palabras de Julia
Estrella, la esposa de un ex arrendatario de la hacienda. Según esas
narraciones, tal visión los motivó a ofrecer su ayuda integrándose a un proceso
organizativo dirigido a mejorar la situación de los campesinos del lugar. Así, la
vivienda, al igual que la jigrada degallinas, constituye aquello que permite
introducir una mediación entre patrones y peones: la mirada del otro; mirada que testimonia —observa,
califica y enuncia— el desequilibrio y la violencia implicada en la relación
entre los dos primeros.
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En la figura de Higinio Arturo hay otro elemento por destacar: el carácter
prácticamente milagroso de la aparición de un hombre con la voluntad y los
conocimientos requeridos para ayudarlos en el preciso momento en que la mujer
del trabajador expulsado busca hacia dónde marcharse. Así, la “aparición” del sindicalista de Pasto
aparece como un
acto de justicia, un intento “divino” por neutralizar las acciones que acaban
por voltear la balanza hacia un solo lado. La aparición “milagrosa” de Arturo
es tomada como
una señal de la legitimidad moral de la movilización. Lo mismo ocurre con su
desaparición: su rastro se pierde una vez formalizada la parcelación. Al apelar
al relato de Florentino Melo, he querido llamar la atención sobre una
contradicción. En este la movilización se impone como el origen de la parcelación de la
Hacienda de Bomboná, hecho que redunda en un autorreconocimiento de la agencia
campesina. Sin embargo, en ese mismo relato la movilización es explicada a
partir de la acción de otro, primero la del
patrón que expulsa y luego la del sindicalista
de Pasto que
promueve unarespuesta efectiva. Dicha narrativa legitima moralmente la
movilización, la cual, cabe señalar, fue juzgada entonces por los patrones, la
prensa conservadora de la región y el sacerdote del
municipio de Consacá como
un intento inescrupuloso por apropiarse de lo ajeno. Sin embargo, también
ofrece una explicación histórica en la que la agencia campesina es
prácticamente negada. Como
en el género trágico, los cambios decisivos resultan de acciones que
prácticamente escapan de la voluntad de quienes integran esta comunidad campesina;
detrás de dichos cambios, además, se insinúa una presencia divina. Tal
contradicción no es exclusiva de este caso. Las personas con quienes me
entrevisté niegan y afirman con relativa facilidad su propia agencia histórica
de un relato a otro y, a veces, dentro del
mismo. Mi intención en lo que resta del
texto es evidenciar tal característica apelando a otros ejemplos y explicarla
considerando el carácter moral de los procesos de producción de memoria
histórica. La Chispa Luego de dos o más conversaciones sobre el proceso de
parcelación con algunos habitantes de Bomboná, estos incluyeron nuevos
elementos en sus versiones, que quebraban la racionalidad causal de su propio
discurso: la idea de que la movilización fue una respuesta defensiva estimulada
por actores externos. Una de las versiones que cuestionan el carácter inaugural
de la expulsión de Jorge Chacua es, precisamente, la de este último. Me
entrevisté con él, cuando él ya tenía más de 70 años, en enero del 2007. Lo primero
queme informó fue que sus compañeros lo apodaron La Chispa por encender el
movimiento campesino en la Hacienda de Bomboná. Según
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su relato, el motivo de fondo que llevó al patrón a cancelarle su contrato como
arrendatario fue desalentar la formación de un movimiento entre quienes le
servían, expulsando a quienes pretendieran vinculársele. «Yo no quiero tener
culebras para que me piquen”, es la frase con la que el patrón le habría
explicado su decisión de expulsarlo. También me contó que, para entonces, había
trabajadores interesados en participar en un pleito legal contra el patrón,
quienes vieron en su expulsión la oportunidad para darle inicio. Este hecho
deja entrever que hay una perspectiva de la movilización en la que esta se ve como algo más que una
repuesta defensiva. Al hacer referencia a estos hechos —y sin que sea
necesariamente el objetivo del narrador—, el
relato de La Chispa permite cuestionar la representación que predominaba en la
historiografía de la época: la de la movilización campesina como un proceso mecánico, espontáneo y
estrictamente defensivo (Stern, 1990, pp. 21-41). En primer lugar, las acciones
de quienes se movilizaron no son antecedidas por una descripción de sus
condiciones materiales: no hay una relación inmediata entre estas y su
movilización. En medio hay sujetos que se representan suscondiciones de forma
creativa y responden de acuerdo con las representaciones que de ellas producen.
De allí que la similitud entre las condiciones materiales entre distintos
arrendatarios no implique una proximidad entre las formas con que se
representan y responden a su situación. Al contrario, ya desde octubre de 1959,
se dieron divisiones internas entre arrendatarios, materializadas en la
separación entre chusmeros y leales. Los primeros iniciaron un proceso de
movilización abierta que pasó por la conformación del sindicato y denunciaron las agresiones
físicas y verbales que habrían sufrido de sus opositores14. Contrariamente, los
segundos se negaron a participar y defendieron a sus patrones, entrando en
confrontación con el otro grupo. En segundo lugar, tampoco se trata de acciones
espontáneas, no preconcebidas. Antes de que el patrón terminara unilateralmente
el contrato de Jorge Chacua existía, según su misma versión, «gente pensando en
cómo meterse en el pleito». La respuesta de los demás trabajadores ante la
terminación del contrato es descrita como un acto de ataque,
antes que de defensa. Según me contó, «Ah, ahí va a ser. Ese es el camino», es
la frase que expresa el razonamiento que llevó a algunos de sus compañeros a
ver en la resistencia a la expulsión de La Chispa una manera de viabilizar un
proyecto común. Así, la realización
14 Desde octubre de 1959, los integrantes del sindicato entablaron denuncias formales
por las agresiones verbales y físicas que solían recibir de sus compañeras y
compañeros detrabajo. Según dichas denuncias, las agresiones verbales podían
tener el tono siguiente: «Hijos de puta, contrarios de mi patrón, lo que hay
que hacer es matarlos, hay que seguirlos cagando uno por uno, comunistas,
chusmeros». Archivo Privado de Antonio Rosero Rosero (Consacá), Carpeta Sindicato
Siete de AbrilConsacá, Correspondencia Recibida. Ponce, Luis, Oficio dirigido al alcalde
municipal de Consacá, Consacá, 31 de octubre de 1959, 1 folio.
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de acciones organizadas ya estaba en la mente de algunas personas como una forma de
modificar sus condiciones de vida; estos ejercen una paciencia discreta que
espera las circunstancias adecuadas para dar origen a un pleito legal. En
consecuencia, al lado de un relato que presenta la movilización como una
respuesta defensiva estimulada por la presencia de actores externos a la
hacienda y que deriva en un opacamiento —sino en un ocultamiento— de la agencia
campesina, como ocurre con el relato de Florentino Melo, existen otros que
presentan dicha movilización como el resultado de un ejercicio reflexivo,
proyectivo y estratégico, como sucede con el relato de Jorge Chacua. Lo
interesante aquí es que cada una de estas versiones pone en juego
racionalidades históricas distintas, las cuales aproximan a algunas de ellas al
género trágico y a otras al épico. En el primer caso, la agencia
campesinaexpresada en el proceso de movilización se explica apelando a las
circunstancias injustas que salen del control de mujeres y hombres campesinos y
a fuerzas superiores a los mismos: las del diablo y dios que actúan a través
del patrón e Higinio Arturo, desequilibrando y equilibrando las posiciones de los
actores involucrados en el pleito. En el segundo, inversamente, es la
movilización la que se explica apelando a la capacidad de agencia de hombres y
mujeres campesinos. Unos y otras influyen sobre sus circunstancias y, si estas
resultan de acciones ajenas, logran capitalizarlas. Ellos y ellas son quienes
mueven el mundo relativamente estable en que se encuentran. A continuación,
intentaré desentrañar los contenidos morales subyacentes a cada una de las dos
posibilidades narrativas expuestas. Esto a través de su comparación con otras
narraciones escuchadas en Bomboná, y con miras a identificar la “economía moral
del
recuerdo”15 que parecen aplicar las personas con quienes hablé al narrar su
pasado. El movimiento libertario: la representación narrativa de la agencia
propia En el discurso de los académicos, periodistas y políticos que
promovieron la aplicación de la reforma agraria en Nariño, el campesino
nariñense fue presentado como la cristalización del sujeto premoderno, sobre la
base de su supuesto accionar reactivo, irreflexivo e impulsivo (Yie, 2009a, pp.
63-74). Contrario a esta perspectiva, el relato de Jorge Chacua nos aproxima a
él y a sus compañeros como
algo más que una población que es objeto de laspolíticas de los sectores
dominantes, ya sea el sector terrateniente, el político o el intelectual. Nos
habla de individuos
15
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Tomo este término de Francisco Ortega quien, a partir de los trabajos de E.P.
Thompson y James Scott sobre la dimensión moral de los intercambios en
sociedades no industriales, alude al papel que cumplen el recuerdo y el relato
social como modelos de intercambio moralmente aceptables (Ortega, 2004, p.
199).
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que sopesan y escogen las estrategias adecuadas para llegar a unos objetivos
previamente establecidos, accionar que comúnmente ha sido considerado un rasgo
propio del
llamado sujeto moderno16. Para Jorge Chacua el movimiento no solo es central
para entender la parcelación, esta ratifica el éxito de un movimiento iniciado
cuatro años antes. Nos habla de una forma de agencia que se expresa en la
acción calculada e interesada y ubica en dicha agencia el origen de la
parcelación de la Hacienda de Bomboná. Su relato prácticamente se inicia con la
exposición de unos objetivos: adquirir la tierra que tenían en arriendo. Según
su expresión: «Pero sí había gente, yo sabía de que había gente, que querían meterse,
pero no tenían forma, o sea, que no tenían modo de poderse meter». Y el relato
acaba con la parcelación que precisamente realiza tal propósito a través de los
créditos que da el Incorapara la adquisición de las parcelas.
Así comenzamos, como
le digo, eso es largo, hasta que tuvimos cuatro años de pleito. A los cuatro
años se parceló porque ya vino él, se metió el señor obispo y el señor obispo
nos ayudó. Ya el señor obispo habló con el Incora, Incora se la compró al
doctor, el doctor se lo vendió, el Incora nos entregó a nosotros parcelas y
casas para que sigamos pagando. Pero ese fue el problema, ajá17.
«Los chusmeros: historias de la memoria de la agencia campesina»
No sólo Jorge Chacua creía que algunos trabajadores ya pensaban en adquirir la
tierra y que este fue el principal motivo para vincularse al movimiento. Las
mismas personas que me contaron alguna versión del primer relato (la de Higinio
Arturo y la jigrada de gallinas) dejan entrever la existencia de motivaciones
para movilizarse que van más allá de la respuesta defensiva o solidaria ante la
expulsión de su compañero. Y varias y varios trabajadores sostuvieron la
creencia de que años y hasta generaciones de trabajo en la misma hacienda
deberían ser recompensadas con acceso a la propiedad de las parcelas que
usufructuaban. Según me contaron, tal deseo dio origen a un primer intento de
negociación con los patrones, ocurrido con anterioridad a la expulsión de Jorge
Chacua. Su fracaso habría conducido a que algunos decidieran desplegar otras estrategias
para cumplir sus objetivos.
Si era como si
fueran esclavos aquí la gente. Entonces ya ellos ya estaban cansados y le
fueron a reclamar al patrón, decían, sno?, que era eldoctor Emiliano, la señora
Mimi. Entonces a ellos les fueron a reclamar
Me refiero a una larga tradición que tiene en Weber a su mayor exponente y,
concretamente, al vínculo que establece el sociólogo alemán entre el
surgimiento del capitalismo de inspiración protestante en Europa, la formación
de burocracias y el desarrollo de una razón instrumental, véase Ruano (2001).
Dicha tradición ha sido retomada por pensadores más cercanos a nosotros, entre
ellos Koselleck (1995), con su trabajo sobre el pronóstico como expresión de
una reformulación de la relación con el tiempo en la modernidad, y Giddens
(1997, pp. 141-183), quien caracteriza la subjetividad moderna como una que
pretende la colonización del futuro mediante el cálculo del riesgo y la
oportunidad. 17 Conversación con Jorge Chacua. Bomboná (Consacá), enero de
2007.
16
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que les reconocieran todo el trabajo en tierra, por lo menos les dieran
siquiera un pedazo de tierra para hacer la casita, para poder vivir. Pero no,
ellos ya no habían querido, habían dicho que ellos eran los dueños y que ellos
si no daban a nadie nada. Entonces de ver, pues, decían que eso era una
injusticia que ellos estaban cometiendo porque los hacían trabajar demasiado18.
Soraya Maite Yie Garzón - Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia
Con independencia de si fue cierto que desde su inicio quienes se involucraron
en el movimiento lo hicieron buscandoacceder a la propiedad de la tierra, lo
que cabe resaltar aquí es el lugar de tal pretensión en el proceso de
explicación y significación de su movilización. La narrativa que en su comienzo
sitúa los objetivos propios como
causa de la movilización y que concluye con una parcelación que permite su
cumplimiento, realiza una especie de alabanza a la capacidad de agencia
campesina. Si se quiere, las distintas versiones a€•integren o no la acción de
actores externosa€• conforman la épica local, una apología a su capacidad para
establecer alianzas y estrategias adecuadas que les habrían permitido presionar
a su contraparte, viabilizando así un proyecto común. En muchas narraciones el
razonamiento implícito es que la agencia local expresada en la movilización fue
una condición sin la cual no habría sido posible la parcelación. En ellas, el
proceso de movilización campesina es asociado a un proceso emancipatorio
comparable al que a€•según “reza la historia patria”a€• desarrolló el ejército
patriota, al mando de Simón Bolívar en “tierras del sur”. Durante nuestra segunda
entrevista, Jorge Chacua afirmó que los miembros del sindicato habían traído la
«Independencia a Bomboná», que «habían traído la libertad»19. Tal expresión
cobra sentido a la luz de la carta dirigida a Lucas Caballero a nombre de
hombres y mujeres que entonces se movilizaron, del radioperiódico Contrapunto,
donde definen la movilización campesina como un “movimiento libertario”:
Le enviamos nuestro cordial y respetuoso saludo desde estas comarcas lejanas de
laPatria, precisamente aquí donde se regó la sangre y se ofrendó la vida misma
de los soldados de la libertad en la batalla del 7 de abril de 1822, la batalla
de Bomboná. Le solicitamos su valiosísima colaboración al movimiento libertario
al fin de tantos años de oprobiosa esclavitud en que hemos vivido humillados al
patrón de la hacienda de Bomboná, precisamente en el mismo lugar de la citada
batalla de Bomboná20.
Estas comparaciones evidencian que algunos elementos del discurso historiográfico sobre el
proceso independentista en la región fueron apropiados para interpretar su
propio pasado, pero con una diferencia —
Conversación con Julia Estrella, Bomboná (Consacá), enero de 2007. Conversación
con Jorge Chacua. Bomboná (Consacá), julio de 2007. 20 Archivo Privado de
Antonio Rosero Rosero (Consacá), Carpeta Sindicato Siete de Abril-Consacá, Correspondencia
Recibida. Sindicato Siete de Abril, Oficio enviado Lucas Caballero
(Contrapunto) (copia del
original), Consacá, 2 de octubre de 1959, f. 1.
18 19
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no tan sutil— frente a la narrativa oficial producida sobre la parcelación en
los años de la reforma. Mientras en esta el nuevo “Libertador” es el estado
central, en las narrativas de las y los campesinos de Bomboná esa función la
ocupan los miembros del
sindicato (Yie, 2009b). El potencial transformador asignado a la agencia propia
es igual o mayor que el asignado a la externa. Algunos van más alláde Jorge
Chacua en asignar a la agencia local una capacidad de transformación. Para
Florentino Melo la parcelación solo fue posible gracias a la existencia previa del movimiento campesino
y de su formalización en un sindicato. En su lectura, este se constituyó en el
«primer espantajo a los terratenientes», frase con la cual asigna al movimiento
una capacidad de afectación no solo sobre sus directos contendores: sus
patrones, sino sobre todo un sector de la sociedad: la clase terrateniente. Al
hacerlo, establece tácitamente un nosotros que incluye a un amplio sector de la
población: “la gente pobre”, conformada por las comunidades rurales de los Andes nariñenses que aportaban la mano de obra a las
haciendas. Más aun, su relato insinúa que la parcelación de otras haciendas de
la región, como parte de un proceso de reforma agraria adelantado por el Incora
en la década de 1960, no es explicable sin atender a la conformación en Bomboná
del que fue el primer sindicato de trabajadores agrícolas de Nariño: «El único
sindicato fue aquí, por eso es la primera parcelación». En su versión, es un
proceso organizativo local el que habría permitido, por un lado, el
mejoramiento de las condiciones de vida de otras comunidades rurales de la
región y, por otro, que el gobierno liberal de Lleras Camargo aplicara la
reforma agraria en Nariño.
Pero fue una solución tremenda [se refiere a la parcelación] a la época de la
esclavitud tPorque era una esclavitud! tUna esclavitud! Los ricos nos trataban
sin piedad a la gente pobre.Ellos creían que solo ellos tenían derecho a vivir
y que los demás nada. Y eso no solamente aquí, en esta hacienda. Si de Consacá,
Yacuanquer, era todo haciendas, y toda la gente sufría así. Toda la gente
sufriendo. Y esta parcelación fue la primera parcelación en Nariño, porque la
anterior parcelación que hubo fue en el Guamo, Tolima, y después fue la de Bomboná,
y después fue la hacienda de Dalmacia, por acá, al lado del río Mayo. Una hacienda y después
siguió21.
«Los chusmeros: historias de la memoria de la agencia campesina»
Ambivalencia actancial y juicio moral: los códigos de la iglesia, de la hacienda
y del estado Mi insistencia en que en algunas de sus narraciones, las personas
con que me he entrevistado se autoasignan una capacidad para transformar su
realidad que no se dirige a constatar que hombres y mujeres campesinas se
proyectan y toman decisiones calculando los posibles
21
Conversación con Florentino Melo, Bomboná (Consacá), enero de 2007.
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riesgos y beneficios de sus acciones, como
cualquier sujeto ideal de la teoría de la decisión racional. La reiterada
afirmación del
carácter racional de los campesinos revela la creencia de que ese carácter debe
ser probado. Considero más interesante preguntarme si existe una relación entre
la manera en que se autorrepresentan en sus narraciones y los códigos morales a
los que acuden para evaluar el comportamiento propio o ajeno.Concretamente,
cómo resuelven las tensiones que pueden surgir entre la capacidad de agencia y
la condición moral que les sería imputable a partir de lo que sobre sí mismos
es narrado. Se trata, entonces, de contemplar la presencia de la noción
semejante a la de sujeto moderno, concretamente aquella en que este se define
por su accionar interesado y su capacidad de cálculo como lugar posible, mas no exclusivo, de
autorrepresentación, en sus narraciones autobiográficas22. Esto supone, por un
lado, cuestionar la distinción tajante entre sujetos modernos y no modernos a
partir, entre otros criterios, de la ausencia o presencia de tal modo de
proceder23. Por el otro, implica considerar que las diferentes
autorrepresentaciones que las personas que entrevisté movilizan en sus relatos
evidencian la tendencia en los integrantes de esa comunidad rural a acudir a
múltiples entendimientos de sujeto y a diversos códigos morales desde los
cuales validar su accionar. Más allá de estas cuestiones, me pregunto qué
mediaciones están detrás de la forma en que los miembros de esta comunidad
rural se representan en sus relatos y cuál es la historia de tales mediaciones.
Lo que me interesa ahora es revisar qué experiencias de relación con la
autoridad han mediado y median tales procesos de autorrepresentación24,
rastreando la influencia de las relaciones de subalternización a las que se han
visto históricamente enfrentados en su inclinación a acudir o no a determinadas
nociones de sujeto y códigos morales para evaluar sus acciones. Talpropósito
tiene sentido bajo el supuesto de que la relación de dicha comunidad campesina
con cada tipo de autoridad —patronal, eclesiástica y luego estatal— estuvo
mediada por códigos de representación social y de regulación moral diferentes,
producidos en medio de complejos procesos de enfrentamiento y negociación entre
las partes.
22 Por narraciones autobiográficas entiendo no solo aquellas que toman como
protagonista a un individuo concreto, sino cualquier relato que pretende contar
la historia de un sujeto individual o colectivo con el cual el narrador se
identifica. 23 Siguiendo a Latour (2007), mi perspectiva en este punto es que
la capacidad o tendencia a actuar de forma interesada, calculada y estratégica
no puede pensarse como
un atributo exclusivo de algo llamado sujeto moderno, cuyo origen estaría en el
mundo burgués occidental. Considero, más bien, que tal atribución constituye un
mecanismo teórico y discursivo mediante el cual se reifica una frontera tajante
entre un nosotros y un ellos, que cuando no niega la posibilidad de que el otro
piense y se piense de manera semejante, explica su semejanza como consecuencia
de su relación con el nosotros o la condena por ser una versión deformada o
inacabada del mismo. 24 Sobre la relación entre narrativas y
autorrepresentación ver Bruner y Weisser (1995, pp. 71-94).
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Enla ruta definida, me centraré en el relato referenciado atrás de Jorge
Chacua, dado que funciona a la manera de prisma: incluye perspectivas diversas
y con frecuencia contradictorias acerca del movimiento, cada una de las cuales
expresa opciones de configuración simbólica y narrativa de la experiencia que
envolvió la parcelación de Bomboná, encontradas entre otros miembros de esa comunidad.
Es un relato representativo, no porque sintetice en una versión unívoca y
coherente una supuesta mirada local sobre el pasado común, sino porque expresa
el carácter multicausal a€•en apariencia ambiguo y contradictorioa€• de
interpretación de los procesos históricos, presente entre integrantes de dicha
comunidad. Es un buen ejemplo, en síntesis, de cómo juegan con diferentes
racionalidades de explicación histórica y asumen múltiples posiciones de sujeto
en los procesos de memorización de un pasado común. Hay un rasgo del relato de Chacua que
me llama la atención. Pese a que a su modo nos habla de una agencia campesina y
le asigna a esta un papel nada despreciable en la realización de la parcelación
(recuérdese que precedió su relato con el comentario de que lo apodaban La
Chispa por haber encendido el movimiento), las referencias a su propia agencia
en la primera parte del mismo son casi inexistentes. La narración que hace de
su incumplimiento del contrato, su cancelación posterior por su patrón y su participación
en el movimiento resultan más de condiciones externas que se le imponen: la
muerte de su primera esposa, lasuposición equívoca del patrón de que él
pretendía involucrarse en un movimiento en su contra y la presión de sus
compañeros de trabajo para que no se dejara sacar de su terreno. Y entonces,
scómo entender un relato que reivindica la agencia de un grupo en el que el
narrador se inscribe, pero en el que él mismo se asigna un rol prácticamente
pasivo? sCómo entender un relato que muestra a hombres y mujeres campesinos que
se hacen responsables del
curso de su destino tomando decisiones y emprendiendo acciones que los llevan a
un futuro deseado y planeado, pero en el cual el destino de quien narra es
definido por la fatalidad? Ernst van Alphen (1999) evidencia que existe un
vínculo estrecho entre la posición actancial que se autoasigna quien narra un
relato autobiográfico y los códigos morales que le permiten dar sentido a sus
acciones. Al revisar los testimonios de sobrevivientes de los campos de
concentración nazis, encuentra que narradoras y narradores asumen una posición
actancial ambigua, asignándose en el curso de un mismo evento un rol activo y
pasivo. Esta posición se asocia con las implicaciones que tenga asignarse uno u
otro rol en sus relatos, para la atribución de legitimidad o ilegitimidad a su
propia conducta, de acuerdo con los códigos morales ofertados por la cultura
judía. Así, corrobora que representarse como
sujeto activo o pasivo dentro de un relato supone inscribirse en un universo de
sentido moralmente determinado, es decir, construir una lectura que le otorgue
sentido a nuestra experiencia, a larealización o no de acciones dentro de ella.
Esto
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«Los chusmeros: historias de la memoria de la agencia campesina»
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nos permite pensar, como lo propone Ortega
(2004, p. 109), que existe una «economía moral del recuerdo», en la medida en que el
recuerdo y el relato constituyen modelos de intercambio moralmente aceptables. Como ocurre con los
relatos analizados por Van Alphen, en el de Jorge Chacua hay ambigüedad
actancial. Al principio el narrador se asigna una posición actancial pasiva: lo
que le ocurre es el efecto de circunstancias ajenas a su voluntad, mientras que
al final del relato y en entrevistas
posteriores se muestra como
un sujeto activo y reivindica las acciones y riesgos que le habría implicado
hacerlo. Al igual que en el caso judío, las posiciones que Jorge Chacua se asigna
como sujeto u objeto de los hechos narrados parecen relacionarse con los
códigos morales a los que acude en su intento por significar su propia
experiencia dentro de la parcelación de la hacienda. No obstante, el marco de
significación moral al que recurre no siempre es el mismo. En momentos, acude a
los principios de la moral cristiana, en otros, a los valores que regulan las
relaciones sociales bajo el principio de la reciprocidad y, en ocasiones, la
ley estatal se establece como parámetro de definición de lo correcto. En lo que
queda del
texto, y debido a la imposibilidad de extenderme, dejaré apenas esbozadoeste
último planteamiento. tNo robarás! Al principio de su narración, La Chispa
juzgaba negativamente los objetivos del movimiento: calificaba a quienes
participaron en el pleito como gente que «no tenía principios», debido a la
negativa de estos a que devolviera la parcela que tenía en arriendo, pues
hacerlo le habría implicado apropiarse de lo ajeno. «Porque lo que no es de
uno, pues uno qué se va a apropiar ni tampoco se va a quedar ahí», es la frase
con la cual contestó a la solicitud de su patrón de que le devolviera la
parcela. No obstante, terminó haciendo aquello que le negó al patrón: se
convirtió más tarde en protagonista de un movimiento cuyas pretensiones
condenaba moralmente y al narrar el proceso, varias décadas después,
reivindicaba orgullosamente sus esfuerzos y su lugar en él. Jesús Sapuyes, un
ex arrendatario y ex mayordomo de la hacienda que permaneció “leal” a su
patrón, ilustra también el conflicto moral entre quienes estuvieron a favor del
movimiento, los chusmeros, y los que estaban en su contra, los leales:
Le exigían al doctor que venda, unos decían que iba a ser regalado, entonces
otros dijeron: “No, regalado no, porque se vendría el comunismo”. Y estos eran
los malos entendidos entre un grupo y el otro. Había unos que se entendían en
una forma, otros en otra. Pero ya después se cambió y ya se enteró, y ya
vinieron a dar charlas, así ilustrativas25.
25
Soraya Maite Yie Garzón - Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia
Conversación con Jesús Sapuyes, Bomboná(Consacá), enero de 2007.
148
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Para finales de la década de 1950, el término
de “chusmero” a€•usado hasta entonces para las autodefensas liberalesa€•
comenzó a ser asociado con las guerrillas de izquierda comunista (González,
1968, pp. 302-309). Tal asociación permitió otra: la del
vínculo a€•enunciado desde el púlpito de Consacáa€• entre comunismo y la
violación del
tercer mandamiento “No robarás”, entre chusmeros y ladrones. Pero esto no
significa que quienes sí se movilizaron objetaran la propiedad privada. Según
Arquímedes Figueroa, quien visitó Bomboná en 1955 con otros estudiantes de
orientación marxista para promover un proyecto de colectivización de la tierra,
sus habitantes ya pensaban en organizarse para mejorar su salario e, incluso,
para adquirir la tierra de manera individual26. Sin embargo, nadie parece
recordar a los militantes comunistas que visitaron la zona. Al contrario, la
oferta de parcelación hecha por los miembros de Utrana, sindicato de
orientación liberal, fue ampliamente aceptada y sus proponentes aparecen en las
narraciones que años después escuché. Lo mismo ocurre con sacerdotes como Sofonías Ramos y Camilo Torres, quienes a pesar de
pertenecer por entonces al ala más cercana a la izquierda no son recordados por
esto, sino que sus voces son traídas a sus relatos para reivindicarse como católicos y
justificar ante los ojos de dios sus acciones de protesta. Así, lo que parece
variar entre laracionalidad de leales y chusmeros es la equivalencia entre
trabajo y reglas de acceso a la tierra. Para
quienes defendieron un acceso “gratuito” a la tierra, esta no era sino una
forma de pago por años de servicios. Para los leales, su servicio parecía estar
bien recompensado a través del
sistema reinante, siempre y cuando los patrones mantuvieran ciertas “dádivas” y
no se excedieran en sus demandas. Se trataba de un problema de grado y no de
fondo. Puede pensarse, entonces, que detrás de la actitud pasiva que Jorge
Chacua se autoasigna al inicio del pleito hay una racionalidad similar a la del
relato que sitúa su expulsión y la aparición de Higinio Arturo en el origen del
movimiento: ambas privilegian la legitimidad moral sobre la asignación de
capacidad de agencia. Ahora bien, si aceptamos que Jorge Chacua, como los leales,
comulgaba y comulga con los valores de respeto a la propiedad privada, scómo
explicar su cambio de actitud? sSe trata de una inversión de la ecuación atrás
nombrada, de modo que luego se privilegia la agencia sobre la condición moral
de quien se autorrepresenta? En mi opinión, se trata más de un cambio de código
moral a la luz del
cual la movilización no resulta una apropiación de lo ajeno.
«Los chusmeros: historias de la memoria de la agencia campesina»
26
Conversación con Arquímedes Figueroa, Pasto,
enero de 2006.
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Los servicios patronales. El respeto a la propiedad yla autoridad patronal no
son los únicos valores que han jugado un papel importante entre la comunidad de
Bomboná. Sus integrantes apelan de igual forma a la justicia de ciertos modos
de compensación por su servicio. Los patrones también estaban obligados a
prestar ciertos “servicios” a los peones: ciertas modalidades de amparo o
“dádivas”, que incluían desde la entrega periódica de “agrados”27, el derecho a
extraer leña y usar pasto de la hacienda para alimentar a sus animales, hasta
la posibilidad de acudir en su auxilio en situaciones de emergencia28. Según
esta “economía moral”29, no solo los patrones tenían entre sus bienes a las y
los peones, los patrones mismos constituían un bien para aquellos. Así como la
patrona, según algunos relatos, hablaba de sus trabajadores como “Mis indios”,
estos podían afirmar “tTenemos patrones!”, al referirse a las formas de
protección de allí derivadas.
Entonces, pues, que ya dijeron que el gobierno, Incora, que ni sé qué. tUy, la
gente alzaba las manos! tQue iban a vender lo que tenían en arriendo! Uh, eso
demoró como
unos tres meses en reuniones y reuniones. Mi marido no asistió, fui yo, no ve
que él solo era por la hacienda, de mayordomo. “Verás José —le decía yo—, verás
que hay que buscar dónde vivir con los hijos”. “Mmmm, para eso tenemos
patrones. tTenemos patrones!” “sEntonces no iremos a comprar?” “sQuién sabe?
sQuién sabe, ese gobierno Incora qué será?”, pues él estaba afirmado sólo con
los señores patrones30.
Soraya Maite Yie Garzón - Pontificia UniversidadJaveriana, Bogotá, Colombia
Para María Campos, quien me narró esta discusión que mantuvo con su esposo, el
equilibro entre los “servicios” que se prestaban patrones y peones venía de
ambos lados a punto de romperse. Así como
le decía: «Ah, yo sí. Yo me he de vivir bien, sin estar con patrones», también
le decía, «Los patrones también se cansan, también se cansan», «Si ve, que en
el rato menos pensado que aparte, que aparte José, que aparte». Para ella, como para muchos otros,
ese equilibrio fue roto por los patrones al quitarles aquellas “dádivas” de las
que hablé atrás31. Para Jorge Chacua el pacto tácito existente entre las partes
se rompió cuando el patrón le quitó a él y a otros su amparo en un momento de
Término usado en la región para referirse a obsequios que, por lo general, son
retribuidos. En mi tesis de grado de maestría desarrollo más ampliamente este y
otros aspectos (Yie, 2009). Concepto tomado de E.P. Thompson (1995) y de James
Scott (1976). 30 Conversación con María Campos, Bomboná (Consacá), enero de
2007. 31 Hacia 1955, la administración de la hacienda pasó de manos de la
propietaria a las de su yerno. Este último implementó varios cambios, entre
ellos la eliminación de las prácticas redistributivas seguidas hasta entonces
por la patrona de la hacienda, como parte de un proceso de modernización
parcial de las relaciones laborales y de racionalización de la producción.
Dicho cambio, y las disputas a que dio lugar, ha sido representado como un enfrentamiento entre la patrona mayor, vistacomo
la encarnación del antiguo modelo de
administración de la hacienda, y el patrón joven, como
la del nuevo
(Yie 2009a, pp. 96-100). Esta forma de representación de tal proceso de cambio
no parece ser exclusivo de Bomboná.
27 28 29
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urgencia y les entabló demandas de lanzamiento en el juzgado local32. Por medio
de estas demandas y de contratos que previamente hizo firmar por los
trabajadores, en los que se desconocía la antigüedad del vínculo existente
entre las partes33, el patrón a€•quien de hecho tenía formación en derechoa€•
trajo la ley y la impuso sobre el sistema de normas que regía hasta entonces en
la hacienda, conocido localmente como la “costumbre de antes”. No obstante, más
tarde, la ley misma le sirvió a él para evaluar la conducta del patrón y la suya propia. El lenguaje del otro: la ley. En su
relato, Jorge Chacua introduce las voces de otros para objetar la conducta del patrón: la de su
esposa «sPero cómo? sQué delito es?», y la del doctor que pasó por la carretera: «sCómo
es que? —dijo— sya se va? tNo tienen derecho!». Al apelar a esas voces,
introduce el problema de la legalidad: shay un delito que castigar? sHay un
derecho que permita la expulsión? En su relato, progresivamente la ley entra a
ocupar el lugar desde el cual definir la legitimidad de las interacciones entre
patrones y peones. Tal transformación tendrá especial cabida a partir de la
familiarización que con la ley mismay los procedimientos que le están ligados
vivieron hombres y mujeres involucrados en pleitos legales con sus patrones
años antes de la parcelación. Desde su lectura, la ley que entró a jugar aquí
no es, sin embargo, la misma que llegaba a través de contratos de arrendamiento
redactados por el patrón para que sus trabajadores los firmaran en la casa
hacienda, la mayoría de las veces sin poder leerlos. Se trataba de una ley y,
detrás de esta, de unos principios vigentes más allá del ámbito local. Más aun, este nuevo marco
moral, introducido por la voz de agentes externos a la comunidad: abogados
liberales que apoyaron a los sindicalistas, desvirtúa a€•o al menos
desconocea€• aquél que para el momento del
pleito aplicaban las autoridades patronales, administrativas y eclesiásticas
locales. Esto explica que, en algunas
32 A partir de 1960, los propietarios entablaron demandas de lanzamiento a
arrendatarios movilizados cuyas sentencias favorecían a la parte demandante. No
obstante, los lanzamientos no se hicieron efectivos porque al poco tiempo el
Incora adquirió la propiedad y la parceló entre las familias campesinas del lugar, incluyendo
las de quienes fueron objeto de dichas demandas. Juicios de lanzamiento
interpuestos por Mimi Guerrero de Díaz del
Castillo contra varios arrendatarios de la zona, Consacá, fechas límites: abril
de 1960-marzo de 1964. Archivo del
Juzgado Promiscuo de Consacá, Consacá (Nariño). Tales demandas, tenían algunos
antecedentes desde 1947, según quien fuera por entonces juez en elmunicipio de
Consacá (Cortés, 1968, p. 9). 33 Dentro de los cambios introducidos con la
nueva administración de la hacienda también se incluyó la elaboración de
contratos de arrendamiento por escrito entre los propietarios de la hacienda y
las y los “nuevos” arrendatarios. Estos cubrían tanto a nuevos como a viejos
arrendatarios, y planteaban, con independencia de su antigüedad, tal documento
como el punto de partida de la relación entre la hacienda y los mismos. En
dichos contratos, quienes se comprometían quedaban vinculados a la hacienda por
medio de un contrato civil y no laboral aۥun contrato de arriendo de un
terrenoa€• lo que excluía cualquier tipo de responsabilidad patronal de los hacendados
(Yie, 2009a, p. 97).
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narraciones que escuché, las voces de abogados declarando la inexistencia de
derechos pretendidos por los patrones, sirva para marcar las fronteras entre lo
justo y lo injusto34. Adicionalmente, la ley se convirtió en un nuevo lenguaje
que, aunque instituido por un poder externo, les permitió comunicar al otro su
propio proyecto y, en cierto grado, su propio pensamiento. Como lo plantea Roseberry (2002, p. 220), «la
hegemonía no es una ideología compartida, sino un marco común material y
significativo para vivir a través de los órdenes sociales caracterizados por la
dominación, hablar de ellos y actuar sobre ellos, un marcoque es en parte
discursivo». Así lo deja ver la explicación que me dio Florentino Melo sobre su
necesidad de buscar a abogados para que lo ayudaran en el pleito.
Soraya Maite Yie Garzón - Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia
Porque uno solo, qué iba hacer uno solo en medio de esa gente. En contra del padre, que estaba en
contra de nosotros, las autoridades, las autoridades civiles. Entonces uno que
era un campesino ahí, sah?, sin nada. sAh?, mejor dicho. Para
pronunciar, uno no podía pronunciar, yo pienso, pero no puedo hablar. sAh? tLa
cosa es tremenda! sah? Porque uno, digamos, uno piensa, pero no puede, no puede
descifrar lo que piensa. Es tremendo, vea. Entonces uno tiene que buscar quién
lo ayude. Los abogados cuando están condenados eso buscan otro abogado porque
eso no son capaces de defenderse solos, haber. tY es que es cierto! Pero uno
pensar piensa, pero no puede hablar, no puede35.
Florentino Melo no sólo nos habla de las posibilidades que en su momento
entrañó el uso de la ley para él y sus compañeros, también evidencia que su uso
fue de la mano de una conciencia de su condición subalterna. Él se refiere a la
incapacidad que, como campesino, tenía en el momento del pleito y que casi
cinco décadas más tarde aún tenía para hablar, y a la necesidad que tal
condición le impone de buscar a otro que lo ayude: un experto en la
interpretación y aplicación de la ley. Pero, al mismo tiempo, reconoce que
detrás de esa incapacidad para el habla no hay una para el pensamiento. El
problema delhabla deriva más bien de un problema de traducción: se trata de
“descifrar lo que piensa”, de comunicar su pensamiento a través de los códigos
del
34 Sin duda, del proceso aquí descrito hay mucho por analizar. Por el momento,
cabe señalar que la introducción de la ley se liga a un proceso no del todo
efectivo de monopolio estatal de la violencia simbólica, expresada, para el
caso que me interesa, en la posibilidad de imponer una visión de los hechos, la
cual, si bien responde a concepciones e intereses particulares, se intenta
establecer como universal y abstracta (Bourdieu, 2000, pp. 180-184). Como
recuerda Bourdieu, el derecho hace parte de las luchas simbólicas que tienen
lugar en el mundo social, en las cuales se confrontan puntos de vista
singulares, que son inseparablemente cognitivos y valorativos (2000, pp. 196 y
201). En este sentido, la apelación que hacen a la ley las personas que
entrevisté, para interpretar su pasado, solo puede entenderse en un contexto de
luchas sociales más amplias, en las cuales participaron la clase terrateniente
local, con vínculos de interés con los funcionarios del estado local, los
políticos liberales con influencia en el estado central, y diversas facciones
de la misma comunidad rural de Bomboná. Para mayor conocimiento de este proceso
ver el primer capítulo de mi trabajo de grado de maestría (Yie, 2009a). 35
Conversación con Florentino Melo. Bomboná (Consacá), enero de 2007.
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otro. De otro aۥel estado centralaۥ que mantiene un lugar dominante y cuyo
lenguaje, en este caso la ley, mantiene una posición hegemónica. Otro que es
requerido precisamente por ello, pero para hacer viable una política propia.
Conclusiones En las narraciones de quienes integran la comunidad rural de
Bomboná, la reivindicación de su propia agencia está sometida a las formas en
que su conducta y la de otros podrían ser evaluadas a la luz de los códigos
morales que han tenido vigencia en el contexto local. Es decir, los narradores
tienden a privilegiar una versión que sostenga la legitimidad moral de su
comportamiento, aun si esto va en desmérito de la asignación de su propia
capacidad de agencia. Sin embargo, como también se vio, en este ejercicio no
siempre acuden al mismo código, de allí que la responsabilidad histórica que se
asignan entre un relato y otro, e incluso dentro de un mismo relato, pueda
variar. Como se vio, tales códigos parecen haberse constituido en medio de las
relaciones que los miembros de esta comunidad de los Andes han establecido con
distintos tipos de autoridad: la iglesia católica, los patrones y el estado. Es
decir, se trata de códigos que regulaban a€•y pueden seguir regulandoa€• las
interacciones en que se hallan envueltos. Dentro de esos códigos se incluyen
desde una racionalidad extendida a otras zonas de los Andes de acuerdo con la
cual las relaciones sociales están mediadas por el principio de la reciprocidad
desigual, la moral católico-cristiana articulada alséptimo mandamiento “no
robarás” y la ley estatal basada en algunos principios liberales, entre ellos
la propiedad privada. Lo que vale destacar aquí es que el hecho de que acudan a
cada una de esas fuentes de evaluación moral nos habla de la existencia de
múltiples formas de subjetivación y, detrás de estas, de múltiples alternativas
de posicionamiento frente a su experiencia histórica. Así, ellos pueden
desarrollar una mirada multifacética de su pasado y de su lugar en él, mirada
que, además, cuestiona la lógica causal del discurso oficial sobre el
movimiento campesino y la parcelación que presenta una visión monolítica del
pasado y del campesino. Lo anterior, sin embargo, no implica que debamos sin
más celebrar la “diversidad moral” del campesinado. No debe olvidarse que el
origen de esos códigos, así como su uso en el presente, se inscribe en
relaciones de poder específicas dentro de cuya reproducción o transformación
participan, pero sin poder hacerse a su absoluto control. El hecho de que sus
narraciones estuvieran dirigidas hacia mí, una mujer joven proveniente de una
familia de antiguos hacendados de la zona, al mismo tiempo estudiante de una
universidad pública de carácter nacional con
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una reconocida tradición de izquierda, pudo orientar seguramente el curso que,
en términos morales, tomaba su relato. Seguramente también influyóel hecho de
que algunos vieran en mí, por el hecho de venir de la capital, un canal de
comunicación con el estado central36. No obstante, cabe destacar que la
posibilidad de posicionarse desde marcos morales distintos complejiza la mirada
que pueden elaborar sobre sí y su pasado, e incluso les permite trastocar los
contenidos de ciertos valores como justicia, lealtad y libertad al usarlos para
interpretar su propia realidad. Adicionalmente, tal hecho nos obliga a revisar
ciertas comprensiones de hegemonía que la equiparan a un consenso ideológico y,
en esa dirección, a una suerte de monopolio pleno de la violencia simbólica.
Como vimos, ese monopolio, por lo menos en el caso estudiado, está lejos de ser
establecido, y no sólo porque compitieran por el mismo sacerdotes católicos,
terratenientes y funcionarios del estado, sino porque sus propuestas morales
fueron y parecen seguir siendo interpeladas por los mismos campesinos.
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Incluso algunos llegaron a solicitar mi intermediación con el Incoder (antiguo
Incora) para lograr la parcelación de las 300 hectáreas que quedaron en manos
de los antiguos dueños de la hacienda. Posiblemente, mi aclaración de que era
solo una estudiante y que no tenía mayores influencias en el estado, debió
afectar sus expectativas al respecto.
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