LA INMUNIDAD PERDIDA
el embarazo adolescente
Esther Díaz
El cuerpo no es una
identidad dada de una vez y para siempre. Existe obviamente una base biológica
que, a grandes rasgos, parece constante a través del tiempo.
Fisiológica y anatómicamente se repiten funciones y formas que
permiten identificar el cuerpo de los representantes de la especie humana y, a
la vez, diferenciarlos del resto de las especies vivas.
Aunque actualmente se registra un plus de
transformación en el proceso evolutivo, ya que no sólo se
producen interacciones con otras especies y el medio, sino también con
un mundo artificial y tecnológico. A tal punto que se podría
decir que se asiste a una verdadera interrupción de la evolución por medio de la selección natural y se asiste
a un estadio de modificaciones a partir de intervenciones técnicas
intrusivas, tales como chips corporales, implantes dentales, marcapasos,
cinturones gastricos, botox, farmacos, transplantes, vientres
alquilados, embarazos de ingeniería, lipoesculturas, abortos
químicos y erecciones de droguería, entre otras metamorfosis
inducidas.
Pero si nuestra base biológica es capaz de soportar la invasión
tecnológica y transmutarse a partir de ella, es
porque el ser vivo se constituye interactuando con la otredad. Diferentes tipos de intervenciones inciden en las transformaciones
de lo humano. Por una parte, las técnicas que invaden el cuerpo
“desde adentro”-aunque su inclusión se produzca desde
afuera- como las citadas anteriormente y, por otra, las que permanecen en el
exterior cumpliendo la función de extensión o modificación
del cuerpo. Computadoras, filmadoras, miembros artificiales,
automóviles, aviones y teléfonos son algunas de las
“prótesis” que extienden nuestras potencialidades
sensitivas, motrices y mentales.
Si bien no solo con técnicas se construyen identidades, también
los discursos, las imagenes y las practicas sociales generan
imaginarios colectivos. Su adhesión alivia las
diferencias que suelen ser portadoras de discriminación. Los
mas jóvenes atisban las conductas de aquellos con los que aspiran
a identificarse y van adquiriendo no sólo
costumbres, sino también disposiciones anatómicas similares. Aunque quien no logra el estereotipo suele quedar insatisfecho y
quien parece lograrlo no lo disfruta. La obesidad y la anorexia son dolorosas metaforas epocales.
La intervención en la vida de las poblaciones forma parte de
políticas de Estado que se fueron instaurando con el ascenso al poder de
la burguesía. Esta clase social se plegó a un dispositivo de
salud y excelencia sexual en vistas a garantizarse una descendencia fecunda y,
mas tarde, extendió ese dominio al control de la vida de los
gobernados, con la finalidad de conseguir mano de obra domesticada para las
incipientes líneas de montaje. Pero con anterioridad a
ese marasmo biopolítico, también los cuerpos se construían,
las edadeshumanas se delimitaban, y las subjetividades se edificaban
socialmente.
Por ejemplo, hasta la modernidad tardía los
niños eran considerados una especie de adultos en miniatura. Desde el nacimiento hasta su entrada en la mayoría de edad
no constituían una entidad político-cultural demasiado importante
en sí misma. La política, la ciencia, el derecho, la
arquitectura, la religión, la pedagogía, el mercado, los medios
masivos y el entretenimiento fueron creando entrecruzamientos simbólicos
de los que surgió una sensibilidad especial respecto de los
niños. Antes de la modernidad se
mataban niños –sobre todo niñas- con mayor impunidad
que ahora. Había cierta desaprensión impensable
en el imaginario actual. Una prueba del
“desapego” hacia lo hijos pequeños es que los lactantes de
los adinerados, en el siglo XVIII, solían ser entregados a un ama de
leche para que los criara. Esos niños no se
reencontraban con sus progenitores hasta el destete, que por entonces era
tardío. No existían disciplinas cognoscitivas orientadas
específicamente al niño y menos aun al adolescente. Ni siquiera se los diferenciaba por la vestimenta, hasta la
modernidad madura se vestía a los niños y a los muy
jóvenes siguiendo la moda de los mayores (obviamente adecuando las dimensiones). La
noción de niñez se fue construyendo. Fue
desapareciendo la idea de “adulto en pequeño”. Actualmente el niño es considerado una persona que tiene
mas derechos que obligaciones. Desde el punto de vista legaldeja
de ser niño recién cuando sus derechos se igualan con sus
obligaciones. Se considera –o se proclama- que merece un
trato preferencial y diferencial en todos los órdenes de la
existencia. Este concepto de niñez se consolidó a mediados del
siglo XX. Momento histórico en el que estaba tomando consistencia otra
categoría sociocultural: la adolescencia.
En el dispositivo de niñez, se desplegaron practicas y discursos
que crearon imaginario respecto de una etapa de la vida que comenzó a adquirir una importancia inédita. Los diseños de las casas se atrevieron a la novedad de
disponer habitaciones privadas para los niños. Se
sistematizó la pedagogía. La justicia desarrolló
recaudos en función de este nuevo concepto
legal. La niñez devino preocupación estatal. Se
prohibió el trabajo infantil y se impuso la escolarización.
Se creó la pediatría como rama independiente de la
medicina. Personajes importantes de la Iglesia -como Don Bosco-
construyeron fuertes instituciones en función de la niñez. Otro
tanto hicieron múltiples organizaciones laicas y, desde el naciente
psicoanalisis, se les dio estatus sexual a esos pequeños humanos
que la historia había registrado como asexuados.
Por otra parte, se promulgaron derechos de la niñez de
vigencia internacional. El mercado a su vez tomó nota del potencial económico escondido en el consumo
infantil. Los medios masivos, la industria y el comercio produjeron ofertas que
van desde los dibujos animados hasta“ciudades” al servicio de la
niñez, como Disney World, pasando por marcas registradas para infantes,
ropa divertida, cosmética infantil, decoraciones coloridas, hospitales
pediatricos, guarderías, jardines de infantes, negocios
especializados y farmacología para niños. Todo
en función de alguien que no había sido considerado objeto
privilegiado de atención comunitaria, hasta que el exhaustivo control
moderno consideró que para formar ciudadanos competentes (y obedientes)
había que comenzar temprano.
El emprendimiento montado en torno de la niñez, como todo dispositivo social, produjo efectos
buscados por quienes lo pusieron en marcha, pero también acontecimientos inesperados. Se logran seres
supuestamente previsibles, pero también se estimula el deseo y la
ansiedad, así como nuevas conductas y
anatomías. Se alcanza un mayor bienestar para
la niñez en ciertas clases sociales, si bien no se detiene la
pauperización y la mortandad infantil en otras, se consume
diversión para los niños privilegiados, pero hay
explotación laboral entre los carenciados, y existen abusos sexuales
indiscriminados.
Por su parte, quienes impulsaron el dispositivo de la adolescencia
también quisieron delimitarla como edad humana. Entre lo romanos se denominaba “adolescentes” a los
varones de alrededor de treinta años, es decir en transito a la
madurez. Pero no existía, como en nuestro tiempo, una
conflictiva propia de ese período de la vida, ni se tenía en
cuenta la condición femenina. Huboque esperar hasta la modernidad
tardía para asistir al invento social de una adolescencia mucho
mas temprana que la latina.
De manera similar a lo que ocurrió con la categoría de
niñez –aunque unos decenios después- se pusieron en marcha
múltiples procesos de construcción de una franja etaria con
connotaciones propias que abarca aproximadamente desde los doce hasta los
diecinueve años (con tendencia a extenderse algo mas en el
tiempo). En la época de la revolución industrial se habían
montado maquinarias discursivas y modelos de administración para
prevenir el “mal de la masturbación” entre los hoy denominados
“adolescentes”. Pues como la droga en nuestro tiempo, se
consideraba que el autoerotismo era una predisposición perniciosa propia
de esa época de la vida. Y practicamente no quedaron sectores
sociales, económicos, religiosos, ni
políticos que no tuvieran algo que decir o que ofrecer para prevenir el
placer solitario. La medicina, la psicología y la pedagogía,
entre otras disciplinas, desarrollaron líneas de investigación
específicas sin darse cuenta de que estaban aportando a la
constitución de una nueva figura histórica.
En cuanto a la actitud ante el embarazo adolescente, los estandares
varían en los diferentes estamentos sociales. Una chica de clase baja
abriga pocas expectativas de proyectos de vida
que no estén directamente relacionados con su posibilidad
biológica de fecundar. En cierto modo su circunstancia
la “lleva” a ser madre. Por logeneral su madre
también ha concebido muy joven y nadie, ni siquiera ella, espera un futuro demasiado diferente al de su progenitora.
Quedar embarazada entonces es adquirir un estado que
-superado el primer momento de rechazo y reproches- la posiciona en un lugar de
cierto respeto y consideración. La adolescente pobre con un hijo en su vientre adquiere un cuestionable
“poder” del
que nunca había gozado. Tiene algo propio, demuestra que es capaz de
producir (nada menos que vida) y se enfrenta a cierta
responsabilidad.
En cambio, una chica de clase media (o alta) cuenta
con un proyecto de vida múltiple e indeterminado. Esa
adolescente no esta reducida a priori a la maternidad temprana.
De ella se espera que estudie, que se realice
profesional y laboralmente, que viaje, que se divierta, que se independice
económicamente y, eventualmente, que con el tiempo forme una familia. Pero resulta que en esos sectores sociales también las
adolescentes se quedan embarazadas. Y lo que representa una especie de
discutible rédito (o fatalidad) entre las clases populares, se convierte
en inconveniente serio en las mas altas. Pero la abundancia de recursos coadyuva para que todo sea
mas llevadero. Sus progenitores suelen asumir el rol de
“abuelos-padres”, las adolescentes embarazadas, en general, sigue
estudiando y, aunque su vida se altera respeto del proyecto originario pensado
por ellas y para ellas, la maternidad se reparte con otras personas, esto
último también seda en las clases bajas.
De todos modos teniendo en cuenta los parametros actuales
parecería que, en los dos casos, continúan siendo adolescentes;
unas porque gozan de cierta holgura económica que, a pesar del embarazo,
le permite adherir a un estilo de vida acorde con el que siguen sus
congéneres; otras porque la pobreza no las exime de su inmersión
en un mundo mediatizado que las inunda con imagenes y discurso de
cómo se debe vivir cuando se es extremadamente joven. Ademas, el
modelo del
cuerpo adolescente esta preformateado por las marcas de ropa, los
desfiles de moda, la propaganda y los medios en general. Esas imagenes
hoy llegan a todas partes independientemente del estrato social
al que se pertenezca y, por supuesto, influyen en los modos de sujeción.
En esos paradigmas de identidad no se prevé que sus cuerpos sean inflamados con la introducción de otro cuerpo del que tendran que dar cuenta durante su
gestación y después del
nacimiento. En la Argentina nacen cien mil
bebés por año de madres adolescentes. Unos
tres mil son de menores de quince años.
Ahora bien, una de las condiciones de posibilidad de la vida comunitaria es el
despliegue de mecanismos de resistencia a lo extraño, a
lo otro, a cualquier tipo de invasión. La vida en comunidad requiere
ponerse a salvo de las “contaminaciones” producidas por el
intercambio constante con el afuera. Esa función la
cumple el sistema inmunitario que acciona según instancias que al
proteger modifican y alcuidar rechazan lo extraño. Pero el
organismo puede llegar a asimilar la otredad. El ejemplo mas extraordinario de semejante fenómeno
lo constituye justamente la gravidez.
¿Cómo se puede producir un embarazo?, ¿cómo el feto
–al que se podría considerar como lo otro sobre la base
de los criterios inmunológicos normales- puede ser tolerado por los
anticuerpos de la madre?, ¿cual es el mecanismo de
protección que, salvo casos infrecuentes, permite o favorece el
desarrollo del embrión en detrimento del principio de rechazo natural de
cualquier “transplante”?
El interrogante es valido para cualquier mujer encinta
independientemente de su edad. Pero como la inmunidad no es sólo
biológica sino también social, el imaginario (operando como
sistema inmunológico) recusa el hecho de que un cuerpo al que
todavía se considera inmaduro -como el de una adolescente- incube y
soporte la carga de otra vida dentro de su vida. La conformación actual
de nuestras sociedades ha producido una difracción entre el orden
biológico y el social. Pues según la biología una adolescente
tiene las posibilidades organicas necesarias para embarazarse, pero
según el actual imaginario colectivo aún se encuentra en
condiciones de seguir siendo hija, antes que madre. No puede dejar de vivirse como
un destiempo el que la irrupción de un embarazo golpee en el ciclo vital
de una casi niña. En el conurbano bonaerense uno de
cuatro bebés que nacen son hijos de madres adolescentes.
La pediatría,que es un invento reciente,
considera que una quinceañera esta todavía bajo su tutela.
Aunque en la actualidad se la disputan los especialistas en
adolescencia (cuya disciplina es aún mas reciente).
Siempre y cuando no haya preñez, en
cuyo caso se debatira si la atiende un ginecólogo experto en el
aparato reproductor de niñas, de adolescentes o de adultas. En función de lo dicho se imponen interrogantes que
seguramente asediara a mas de una muy joven embarazada,
independientemente de su condición social.
La embarazada de corta edad no tiene modelos simbólicos claros de
identificación (en un mundo que exige definirse); las consideraciones
médicas la confunden, los sermones moralizantes la abruman, el sexo la
reclama, los ositos de peluche la distraen, pero nada la inmuniza contra la
indefinición respecto de ella misma, de las transformaciones de su
cuerpo y del crecimiento de ese otro cuerpo desconocido que lleva en su
vientre. Si a esto se le suman las demas consecuencias del embarazo, se
puede concluir que no es menor la carga que debe sobrellevar. Que asuma o no su rol de madre es otra historia. El cuerpo de una adolescente esta listo para parir, pero
difícilmente su disposición existencial esté lista para
asumir la maternidad. Esta variable no debería dejar de ser
considerada a la hora de instrumentar planes biopolíticos orientados a
las niñas, en su transito a la plenitud como mujer.
https://www.estherdiaz.com.ar/textos/inmunidad_perdida.htm