Otras
falacias informales
22. Ausencia de prueba
Esta falacia consiste en inferir del
hecho de que no se haya probado una proposición que tal proposición es falsa, o
sea, que su opuesta es verdadera. Por ejemplo, podemos decir que como nadie ha demostrado
que no hay habitantes en Marte, debe haberlos. O, squé podríamos contestar al
supersticioso que para 'probar' que el Cadejos existe nos dice:
–Pruébeme que no existe– ?
Hay que advertir que existen casos en que el razonar por ausencia de prueba
puede ser legítimo. El primero es en el campo del derecho; por una regla
incorporada en nuestro sistema jurídico, toda persona es considerada inocente
mientras no se pruebe lo contrario; igualmente, en muchos casos la ley
establece una presunción en favor de ciertos hechos, y es quien los niega el
que lleva 'la carga de la prueba'. Un segundo caso se refiere a la inclinación
del sentido
común en contra de admitir ciertos sucesos de carácter extraordinario o
'milagroso'. La gente es tan propensa a creer fábulas que haremos
bien en tener el testimonio sobre pretendidas maravillas como falso, mientras no se pruebe a toda
satisfacción lo contrario. Lo mismo vale para experiencias espiritistas,
relatos de apariciones, platillos voladores, comunicación del pensamiento a larga distancia, etc.
23. Causa falsa
Muy a menudo tendemos a creer que si dos hechos suceden uno a continuación del
otro o los dos al mismo tiempo, y en el mismo lugar, el primero de ellos
ocualquiera si son simultáneos es la causa del otro. Tenemos mucha experiencia
que confirma esa tendencia, pues nos indica que la sucesión o simultaneidad de
acontecimientos es síntoma de una relación de causalidad. Por ejemplo, al salir
el Sol se hace luz sobre la Tierra, al ponerse vuelven las tinieblas; al
acercar una llama a un papel este arde, etc. Pero lo cierto es que no siempre
la sucesión o simultaneidad indican con seguridad que un hecho es causa de
otro. Muchas veces nos equivocamos en esta apreciación, especialmente en campos
en que muchas condiciones actúan simultáneamente, como en medicina, economía o agricultura. Es
un hecho que el catarro común no tiene todavía ninguna cura distinta del simple transcurso del tiempo. De ahí que sea un consejo
inteligente el que dio mi médico a una persona que quería gastar dinero en
remedios: –Coja ocho piedritas y póngalas en un frasco con etiqueta; cada día
en la mañana, antes de desayunar, saque una y tírela por la ventana. Al
terminarse el frasco verá qué bien se siente–. La sucesión de los hechos,
acabar el frasco y curarse el catarro, no implica de ninguna manera que el
primero sea la causa del
otro. Pero si en vez de piedritas hubiéramos consumido un frasco de específicos
'contra el catarro' nos quedarían algunas dudas. La situación real,
sin embargo, habría sido idéntica.
Recientemente una firma compradora de granos facilitó a los campesinos de la
región productora semilla de arveja color azul; en años anteriores les había
suministrado semilla teñida de rojo, pero la semilla era exactamente la misma.
Ese año coincidieron malascondiciones del
tiempo y la cosecha fue mala. Ahora los agricultores no aceptan la semilla
teñida de azul.
24. Conclusión diferente
La falacia de conclusión diferente se comete cuando en el curso de una
discusión alguien se toma gran trabajo dando razones que son atingentes
para llegar a otra conclusión distinta de la que se quiere demostrar. Las dos
conclusiones pueden estar relacionadas, pero si no son iguales el tiempo se ha
perdido lastimosamente; a menos, por supuesto, que los oyentes no se den cuenta
de la situación. En una polémica pública sobre la conveniencia o inconveniencia
de eliminar el monopolio estatal de los depósitos bancarios, se argumentó
fuertemente para probar que se necesitaban más recursos para préstamos de
desarrollo. Esta era una conclusión diferente de la que había que demostrar, a
saber, la inconveniencia de mantener el monopolio estatal de los depósitos. Para convertir las razones en atingentes se necesitaba
haber demostrado que los recursos aumentarían al eliminarse el monopolio. Este
ejemplo nos muestra que esta falacia es redimible: si la conclusión diferente
puede usarse como
un 'lema' para la subsecuente demostración de lo que queremos probar,
la falacia deja de serlo y puede convertirse en un argumento legítimo. Otro
ejemplo: en una discusión reciente sobre establecimiento de nuevos impuestos
indirectos, se argumentó mucho en el sentido de que estos impuestos encarecen
la vida y hacen más dura la condición de los pobres; la conclusión establecida
era también diferente de la que se quería probar, a saber, que no debían
aprobarse esos nuevos impuestos.Para que las razones fueran atingentes habría
habido que demostrar que existían medio mejores para solucionar la crisis
fiscal por la que se atravesaba.
El cambio de conclusión puede resultar legítimo si en el curso de la discusión
llega a ser claro que el objeto de la polémica no vale la pena y que el nuevo
tema es más importante. Pero debe tenerse en cuenta entonces que se ha cambiado
el objeto discutido y procederse en consecuencia, para que el razonamiento no
resulte sofístico.
25. Conclusión limitada
Esta falacia consiste en impedir arbitrariamente que se saquen todas las
consecuencias que se desprenden naturalmente de premisas dadas. El interés de
quien la emplea es generalmente demostrar que cierta medida es buena (o mala)
porque produce ciertos efectos buenos (o malos); la técnica consiste en señalar
los efectos que interesan y abstenerse de mencionar los de carácter contrario.
Podemos defender el proteccionismo alegando que de desaparecer la protección
muchas empresas serán expulsadas del mercado y muchas familias se quedarán sin
ingresos; nos abstenemos de indicar que si eliminamos la protección las
empresas que se arruinarán serán las ineficientes o inadecuadas para las
condiciones del país y la medida producirá un reacondicionamiento de la
economía que la hará más productiva, para beneficio de todos. Podemos defender
aumentos de salarios en las instituciones del Estado, exagerados en relación
con su productividad, alegando que el trabajador tiene necesidades que atender;
pero nos abstenemos de señalar el efecto inflacionario de tales aumentos, que
quita poderadquisitivo a los trabajadores de todas las empresas, impidiéndoles
llenar las mismas u otras necesidades.
26. Conclusión idéntica
A veces nuestros argumentos fallan, no porque establecen una conclusión
diferente, sino porque establecen una conclusión que ya se ha aceptado como premisa. Habría en
este caso un círculo vicioso. Si decimos que se deben cumplir las promesas
porque la fidelidad a los pactos de una virtud, el aparente razonamiento es una
pérdida de tiempo: si ya aceptábamos que la fidelidad a los pactos es una
virtud, no necesitábamos probar que se deben cumplir las promesas, pues las dos
cosas significan lo mismo. Pero la técnica del
círculo vicioso tiene más importancia cuando se usa
a la inversa: se tiene la conclusión que se quiere probar y se pide a la otra
parte que acepte como
premisa una frase que dice lo mismo, pero de una manera disimulada. En el
fondo, este procedimiento es una forma de lograr que mi contrincante acepte lo
que quiero probar sin darle una prueba, creyendo que le ha sido dada. Si
queremos demostrar que deben existir impuestos de aduana para impedir que
entren al país productos extranjeros más baratos que los producidos aquí, no
nos sirve como
premisa que 'debemos proteger la industria nacional'. Este enunciado
dice exactamente lo mismo que se quiere demostrar. Efectivamente, proteger a la
industria nacional, en el significado normal de esta expresión, es impedir que
entren al país productos más baratos que los producidos aquí.
Hay casos en que el razonamiento circular no es una falla lógica. Son aquellos
en que se usa como premisa una
definición de lacual se deduzca inmediatamente lo que se quiere demostrar;
decimos en esos casos que la conclusión es verdadera 'por
definición'. En cierta forma lo que se dice en la conclusión ya estaba en
la premisa. Sin embargo, esta inferencia puede ser útil y legítima. Dejaremos
su estudio para cuando examinemos el tema de la definición.
27. Autoridad
En una discusión sobre cualquier tema importante es muy probable que una de las
partes trate de fortalecer su posición recurriendo a la opinión de otra persona
o entidad que goza de mucha reputación. Se dice entonces que se hace uso de un
argumento de autoridad. Tal argumento puede ser perfectamente legítimo, por ejemplo,
si se cita a un gran científico para decidir un problema de su especialidad, o
a un teólogo reputado para resolver una disputa religiosa. Pero en cambio puede
ser falaz si se cita el experto en un campo de conocimiento que no corresponde
a sus estudios o investigaciones. De nada sirve citar la Biblia para decidir si
las especies biológicas se han producido por evolución, ni citar a Darwin para refutar el
concepto teológico de que el hombre es 'imagen y semejanza de Dios'.
Por otra parte, a veces se confunde el tipo de autoridad: una cosa es autoridad
intelectual, y ésa es la que interesa en una discusión, y otra muy distinta
autoridad de gobierno. Si el presidente de la República es además catedrático
universitario, citarlo en una discusión científica puede resultar apropiado;
pero si se le cita como
catedrático, su autoridad no es la de presidente. Si el obispo es además
teólogo, sus opiniones sobre diferentes cuestionesteológicas pueden tener
importancia en una discusión religiosa; pero su opinión pesará en cuanto
teólogo, no en cuanto obispo.
Finalmente, debemos precavernos contra el estilo más barato de la falacia de
autoridad. Si una persona es muy popular, por sus éxitos como
jugador de fútbol o como
cantante, sus opiniones no tienen por qué aumentar en credibilidad. Si un
artista famoso o un gran deportista recomiendan un tipo de vestido o un modelo
de automóvil, su opinión tendrá el mismo valor que la de cualquier hijo de
vecino no especialista en la materia.
28. Acuerdo universal o mayoritario
Si todo el mundo está de acuerdo en algo, eso en que se está de acuerdo puede
ser verdadero, pero también puede ser falso. El pretendido 'asentimiento
universal' en materia de religión tiene quizás algún valor; pero el hecho
de que una gran mayoría del género humano crean o hayan creído en un Ser
Supremo no prueba que este exista; prueba solamente, y por método inductivo,
que hay una tendencia en los seres humanos a creer en seres sobrenaturales, la
cual precisa de una explicación. Por otra parte, el acuerdo por mayoría o
unanimidad de votos en un parlamento decretando la existencia o no existencia
de Dios carece por completo de todo valor demostrativo.
El sofisma del acuerdo universal, 'es
cierto porque todo el mundo lo dice', es una de las más lamentables
debilidades del
género humano y da origen o mantiene la vigencia de toda clase de prejuicios.
Ninguna persona inteligente debería estar dispuesta a aceptar algo como verdadero solamente
porque todos o la mayoría de sus amigos creen que es verdadero. Noobstante, el
consenso universal, especialmente de personas cultas y responsables, debe
hacernos pensar muy seriamente en la posibilidad de que lo que se afirma sea
verdadero y movernos a examinar con cuidado los argumentos que estas personas
tengan para ofrecernos en apoyo de sus tesis.
29. Amenaza velada
A nadie se le ocurriría decirle a una persona con la que está discutiendo: –O
aceptás mi tesis o te doy un garrotazo–. Sería evidente que el que tal hiciera
se estaría saliendo completamente de la discusión racional y estaría actuando como un salvaje. Pero hay
formas mucho más sutiles de presentar una amenaza; de las personas que las usas
no decimos que sean salvajes, pero podemos por igual decir que se salen del enfoque lógico del
problema.
Durante una reciente discusión en la Asamblea Legislativa, un señor adinerado
publicó una tarjeta en la prensa diciéndoles a los diputados de determinado
partido político: 'Lo que ustedes decidan se lo cobraremos en las próximas
elecciones'. La amenaza de retención de votos no era tan velada; pero la
intención real de la amenaza, civilizada por sutil, era más bien un
recordatorio a los electos por un partido de que en las próximas elecciones el
firmante se abstendría de dar contribución para la campaña política. Otro caso
de esta falacia se da cuando la dirigencia de un partido político 'da
línea' a sus diputados en relación con una discusión en la Asamblea. En el
fondo, tales indicaciones son una amenaza velada de que si el diputado se
aparta de esa directiva sufrirá el ostracismo político.
No siempre, sin embargo, las amenazas de este tipodeben ser consideradas
ilegítimas. Si a propósito de una discusión en la Asamblea Legislativa un grupo
de partidarios hiciera saber a sus representantes que el apoyo que les dieron
con base en la fidelidad a un programa no continuará, tal argumento no podría
considerarse sofístico. En efecto, un diputado es electo para representar a los
electores y éstos tienen derecho de reclamar el cumplimiento del compromiso. Y un recordatorio de parte de
la dirigencia política a sus diputados del
compromiso que tiene con los electores puede estar perfectamente en orden.
En general, la demarcación entre los usos legítimos y sofísticos de la amenaza
es tenue y requiere sutiles consideraciones extra-lógicas, especialmente de
naturaleza ética.
30. Recurso a las pasiones
Este argumento es el instrumento predilecto de los demagogos. Consiste en
apelar a la parte menos racional de la personalidad de aquellos a quienes
queremos convencer. Puede ocurrir a base de consideraciones de piedad o
misericordia, por ejemplo, en favor de un reo que ha cometido un crimen pero
'tiene muchos niños y debe trabajar para mantenerlos'. Pero lo más
frecuente es que se use en su variante populachera: decir cosas que al público
le gusta oír y así predisponerlo a aceptar lo que queremos que acepte. En
discursos de plaza pública este recurso es de uso prácticamente universal. Por
ello, debemos estar en guardia en las reuniones políticas o en aquellas en que
participa una gran masa de gente.
También aquí debemos decir que puede haber usos legítimos del argumento. El más evidente tiene lugar
si el propósito del
discurso esmotivar a la gente a que apoye una cruzada. Los teletones para
recaudar fondos son un caso pertinente. Por otra parte, en política puede
también ser legítimo decir cosas que a la gente le gusta oír, con tal de que lo
que se diga sea serio y razonable. Puede también ser importante defender a un
reo primerizo alegando las condiciones corruptoras de las cárceles, alegando que
será mayor el mal para la sociedad de condenarlo que de absolverlo. También
aquí es difícil discriminar entre usos legítimos e ilegítimos del argumento.
31. Desautorización ofensiva
A menudo en una discusión las baterías de uno de los polemistas se dirigen no
contra los argumentos de su adversario sino contra su persona misma. Tales
argumentos se llaman argumentos contra el hombre (ad hominem, en latín), y
consisten en desautorizar a la persona con quien se discute haciendo ver que,
por razones especiales, no es digna de confianza. Puede ser que se señale que
el contrincante es un mentiroso redomado, o ha sido condenado en juicio por
deshonesto, o es de ideas extremistas, o pertenece a tal o cual agrupación
política o religiosa que no goza del
favor popular. Tal procedimiento no es racional y se sale por completo de las
normas que deben regir una discusión civilizada y de conformidad con la lógica.
Debemos aprender a juzgar los argumentos que se nos dan a la luz de sus
méritos, con independencia de la filiación o conducta de la persona que los
propone.
No quiere esto decir que no debamos considerar inteligentemente de dónde
proceden los argumentos que se nos oponen. En determinado momento puede ser
definitivo elhecho de que mi contrincante no es digno de confianza, y puede ser
un deber señalarlo. En una discusión parlamentaria, el descubrimiento de que un
diputado defensor de una ley que favorece a determinado grupo empresarial acaba
de comprar acciones de ese grupo, puede ser completamente atingente a la discusión.
De hecho, la lógica y la moral no pueden separarse totalmente en la aclaración
de los asuntos humanos. Por otra parte, para comprender mejor la naturaleza de
los argumentos usados por el opositor, puede resultar importante y hasta
necesario insistir en la ideología de la persona con quien discutimos. Un
marxista dará un sentido especial a ciertos vocablos, como 'síntesis',
'estructura', 'revolución', etc., y conviene tenerlo presente para no
malentenderle; lo mismo es cierto de un liberal, un demócrata cristino, etc.
Además, conviene tener en cuenta la ideología del contrincante para adivinar a tiempo
hacia adónde nos quiere llevar con su argumentación. Pero todo esto puede
considerarse evitando los extremos inelegantes, poco lógicos y caballerosos del ataque
indiscriminado contra la persona.
32. Llamado a la coherencia
A veces usamos un argumento de tipo personal, no necesariamente ofensivo, para
obligar a nuestro contrincante a una revisión de la posición que combatimos.
Por ejemplo, podemos muy bien recriminar a alguien que se opone a cambios
sociales necesarios recordándole que es cristiano y que uno de los dogmas de su
iglesia es el amor al prójimo. Y esto puede estar bien, es decir, ser
completamente legítimo. Pero también puede suceder que las doctrinas que
mantiene lapersona con quien se discute se consideren francamente erróneas, y
apelar a ellas por interés de ganar una discusión sería no solo inatingente
sino también inmoral. Por ejemplo, sería indebido que una persona opuesta a la
intervención de los Estados Unidos en Vietnam por considerar esa guerra
injusta, pidiera que los Estados Unidos intervengan en favor de Israel, cuya
causa el petente considera justa, dando como un argumento que los Estados
Unidos intervinieron en Vietnam. Y en todo caso, llamar la atención al
contrincante sobre la necesidad de coherencia es un recurso retórico que no
tiene directamente que ver con la discusión misma. Debemos esforzarnos en
probar nuestro punto, opuesto al del
contrario, independientemente de que la opinión del contrario sea o no coherente con otras
opiniones suyas relativas a asunto distinto.