LA LLORONA
Había una vez una bruja malvada que vivía en una casa
en el bosque cerca del
lago. Todos temían a la bruja que maldecía los lugares donde iba
y a todas las personas que se encontraba a su paso por eso el bosque estaba
aterrorizado por ella. En cambio, por muy mala que
fuera con los demas lo cierto es que tenía su corazón y se
sentía muy mal por sus hijos que eran lo único que le importaba.
¡Todo lo hacía por sus hijos!
Un buen día por todo aquel mal que hizo el
demonio mandó a que se arrepintiera por sus pecados y por hacer la vida
imposible a los demas por eso, lo único que se le pidió
fue muy doloroso para ella y es que sus hijos serían el sacrificio para
la culpa. Así fue como
la bruja se acercó triste al lago cerca del que tenía su casa y ahogó
a sus pequeños.
Fue cuando vio la cabeza y el cuerpo de sus hijos flotando sin vida en el
agua cuando la malvada bruja se dio cuenta de lo que había hecho y
de lo mal que se había comportado con la gente del pueblo.
¡Mis hijos, pobrecitos! -se dijo- Así la
bruja cada día mostraba su arrepentimiento hasta que murió dicen,
de la pena que le entró por sus hijos. La bruja ya no tiene cuerpo en
vida pero en cambio su alma sigue divagandopor el pueblo y el bosque y dicen
que cada noche se le puede perfectamente escuchar el llanto ante la tristeza
por la muerte de sus hijos pero a decir verdad, ella es la única
culpable y por eso se siente todavía peor.
El espíritu de la llorona quedara atrapado por siempre en el lago
que hay algo lado del
bosque. Llorando y quejandose por el dolor de haber
dejado morir a sus hijos por un mero capricho atroz.
ROCIO VEGA
LA NIÑA DE LA MONTAÑA
Hace algún tiempo fui con mi padre a una casa que se
había comprado en lo alto de una montaña para que
pudiéramos mudarnos de donde estabamos en este
momento. Hacía tres años que mi mama nos
había abandonado porque ya no quería a mi papa y para que
yo no sufriera me dejó con él.
La casa que había comprado mi padre estaba como he dicho en lo
alto de la montaña y en un principio, era una casa que me gustaba mucho
porque era grande y estaba apartada por lo que siempre podría estar muy
cómodo en ella. Sin embargo cuando entré hubo algo que me dio
muchos escalofríos y ya no me encontraba tan bien como pensé en
un primer momento.
En la casa había habitaciones muy oscuras que daban
mucho miedo y yo comencé a sentirme mal. La noche que llegamos
fue lapeor de todas pues estuve en la habitación que
había dejado mi padre para mi y tenía algo de miedo. El cuarto era muy grande pero igual muy tétrico. Los
ruidos comenzaban a sonar y mis nervios eran mucho mas fuertes. ¡De repente la imagen de una niña en
la pared fue lo que captó mi atención; la niña estaba
llorando y tenía el rostro lleno de lagrimas, con su pelo sedoso
y rizado. La niña se puso las manos en la cara
cuando vio que la estaba mirando.
Me asusté mucho así que fui corriendo a la habitación en
la que dormía mi padre el cual me dijo que estaba muy cansado del
viaje y que seguramente era una pesadilla. No obstante la niña
llegó a la habitación de mi padre y le dio con un cuchillo provocando un corte profundo.
A la mañana siguiente mi padre tenía un corte de la misma manera
que lo había visto en la noche pero en cambio él, no recordaba
nada y pensó que se había cortado haciendo la comida pero yo
sé que eso no es así, sé que esa niña que lloraba
con las manos en la cara tuvo mucho que ver
ROCIO VEGA
Cinco noches
La primera vez fue la noche de un día casi perfecto. Habíamos
celebrado una comida en el jardín con nuestros mejores amigos. Los niñossalieron a jugar a la playa y los mayores pasamos
la tarde brindando por los buenos vientos que impulsaban mis negocios. Un día de sol, un día de felicidad
completa.
Al anochecer, mientras recogía la mesa bajo el porche, ya solo, una
rafaga de aire helado cubrió de nubes el cielo y bajó
hasta la casa, zarandeandome como en un vendaval, revolviendo el mantel
y lanzando los cubiertos al suelo. Entré en el salón con el animo
turbio. Acabé discutiendo con toda la familia y me
marché a dormir con una rara angustia anclada en el estómago.
La segunda vez fue al día siguiente. Cuando me informaron del
colapso de la bolsa y la fuga de mi socio.
La tercera antes de ayer, después del accidente, cuando me
encerré en mi habitación con la primera botella de alcohol que
encontré en el mueble bar, ahogando en el olvido la certeza de que, con
ellos, mi vida se había quedado en aquel coche.
La cuarta no pude dormirme hasta caer borracho. Quedé varado de
espaldas, encarando las sombras del techo, con la boca
entreabierta y los brazos inútiles sobre el regazo de las
sabanas. Era un sueño profundo que me
atenazaba y me mantenía postrado, inevitablemente inmóvil; pero a
la vez despierto en un conscienteduermevela.
Escuché brotar a los lejos su espantoso bramido, apagado primero, luego
creciendo en su acuciante galope hasta mi lecho; como una tormenta de
arena que inunda un poblado de adobe en el desierto. Lo intuía llegar
desde la atalaya de mi pesadilla, sabiendo que yo era su presa atrapada.
Intenté inútilmente despertarme, abrir los ojos, gritar, zafarme
de mi inmovilidad, salir del sueño y buscar
refugio ¿en qué brazos? Cuando aquello se deslizó en mi
habitación se había transformado en silencio, un
silencio del que mi cerebro sólo
adivinaba el sonido del
frío. Me hubiese arrugado en cuclillas como una bola de papel y escondido
en lo mas profundo del embozo, como un niño
asustado que aguarda el abrazo que le salva cada mañana de los malos
sueños. Pero así permanecí toda la noche, rendido,
indefenso, desesperantemente expuesto a la caricia de un
silencio mortal, a la soledad
perenne, a un dolor sin orillas
Hoy sera la última vez. A medida que van pasando las horas siento
cómo me inunda el amargo sabor del panico. Ignoro la
razón de esta certeza, pero sé que esta noche, cuando el
horrísono frío al fin me abrace, deberé sin remedio abrir
los ojos