La pedagogía de la modernidad se instala a partir
de dos tipos de enunciados en apariencia contradictorios entre sí aunque,
estrechamente entrelazados. Por un lado, la pedagogía
diseña una infancia discriminada en tanto tal en virtud de la constatación de
una carencia o de un conjunto de carencias: no posee la autonomía ni el buen
juicio ni el tino propio de los adultos. Son cuerpos débiles,
ingenuos, manipulables, en formación. Por otro lado, los niños son
objeto de dos operaciones fundamentales: constituyen campo de estudio y de
análisis y a la vez son empujados a emigrar del seno de la familia a unas
instituciones producidas a efectos de contenerlos en su ineptitud y de
formarlos para que, justamente, puedan abandonar o superar la carencia que les
es constitutiva. (…) la niñez es recogida pro la pedagogía
para someterla al régimen epistemológico de su observación y análisis y al
régimen institucional que garantizará su encierro.
(…) la escuela de la pedagogía moderna se instala como una maquinaria en gran medida eficaz para
consolidar el dispositivo de alianza escuela-familia y distribuir saberes a la
población infantil siendo esta escuela la que permite un alcance mayor a través
del
dispositivo de simultaneidad sistémica.
(…) Si Comenio representa un inicio de la pedagogía,
un punto de partida fundante, es porque su poder transdiscursivo produjo ciertos
acoples evidentes en el seno de lo pedagógico, teniendo a ese discurso como eje. A pesar de esto,
es menester abrir una nuevafase en la historización de este
discurso a partir de lo generado por algunos autores posteriores que, por
razones diversas, se abocaron al diseño minucioso de los caracteres propios de
la institución escolar.
El núcleo de la diferencia central que instala esta nueva discontinuidad está
dado en que, a partir de fines del
siglo XVII y hasta mediados del siglo XIX,
buena parte del
discurso pedagógico se aboca a maximizar el poder institucional por sobre el
poder epistemológico. A la pedagogía de esta discontinuidad
le importa fundamentalmente, antes que nada, mirar.
(…) La utopía comeniana en sus dos dimensiones comienza a ser reconsiderada
pero como un fenómeno
inmediatamente posible, como
una ilusión realizable. El tiempo de las palabras, entonces,
ha terminado. La acción concreta en pos del a educación de
la infancia y de su permanencia en los establecimientos es un primer punto
problemático. La organización concreta de escuelas que habrán de recibir a
millares de alumnos es una segunda cuestión conflictiva. Es
el momento en que el dispositivo de alianza debe ser experimentado, en la que
simultaneidad sistémica precisa ser probada, en que la forma definitiva de
metodología didáctica será decidida.
VIGILANCIA Y SILENCIO
Mientras que en el modelo pedagógico creado por Comenio la estabilidad de su
aplicación y la armonía entre sus componentes estaba concentrada en la correcta
utilización del método didáctico, en la pedagogía de La Salle y en la mayor
parte de los textos pedagógicos posteriores, estaestabilidad y esta armonía
serán efecto de la estricta disposición disciplinar de los cuerpos
involucrados, incluso cuando se establezca –varios siglos después- el criterio
de “respeto al educando”.
La táctica principal dentro de esta estrategia disciplinaria es la vigilancia
constante sobre el cuerpo infantil por parte del profesor, quien
en virtud de dicha táctica también construye su propio lugar dentro de la
institución educacional. El objetivo primordial es la no concurrencia de faltas
antes que el castigo como consecuencia de su aparición.
“Es necesario que constituya vuestro primer cuidado y primer efecto de vuestra
vigilancia el ser atentos a vuestros alumnos para impedir que practiquen alguna
acción, no solamente mala, incluso inconveniente, haciendo que se abstenga de
la menor apariencia de pecado” (La Salle)
Pero a demás, la disciplina escolar poseerá la característica de no solamente
evitar por medio de la vigilancia el accionar errado de los educandos sino de
provocar en ellos una actitud constante de cuidado frente a lo que podría ser
considerado una falta. La vigilancia tiene como finalidad
producir una serie de conductas adecuadas vinculadas a la sumisión a la
autoridad de los profesores. Dentro de estas conductas se hallan ciertos
formalismos inherentes a un “buen alumno”, a un alumno “educado” o
“civilizado”. Ser, pero también parecer, son los logros buscados
“Ejerced vigilancia tal sobre su comportamiento que les impida cometer la menor
falta en vuestra presencia, y les dote los medios deevitar las ocasiones cuando
estén lejos de vuestra vista.” (La Salle)
La vigilancia del
profesor tiene entonces un doble efecto. Pro un lado
controla e impide; por otro, actúa como
soporte de las acciones de los educandos incluso más allá de su presencia. La
mirada del
profesor produce y es omnipotente, capaz de control en la cercanía y en la
distancia. (…) Mirada que atraviesa muros y paredes, que controla actividades,
que se apoya en todos los ámbitos del establecimiento pero también acompaña al
os alumnos hasta la puerta de la escuela e, incluso, hasta la calle: el orden
debe instalarse en todos los ámbitos institucionales pero no tanto el orden de
los estudios y los métodos: esto está más o menos instalado. Son
los cuerpos los que ahora deberán permanecer en el exacto lugar que la
institución les asigna.
(…) Es evidente que existe al búsqueda de una imagen de
maestro capaz de advertirlo todo, incluso cuando no se encuentra presente.
La seriedad del
educador es un constituyente principal en la construcción de esta imagen. El maestro debe ser una persona seria porque ésa es la
característica central de los adultos. Su presencia no puede permitir
detalles banales “que denoten infantilidad” ni en su
conducta ni en sus apariencias. El maestro no ríe ni
hace cosas que puedan provocar risas en sus discípulos o en los padres o en los
otros maestros.
En esta pedagogía, el silencio es un factor determinante
ya que favorece la detección de la producción de acciones equivocadas
produciendo un recorte minuciosoalrededor de ellas. A la vez, el silencio es un instrumento de control en la medida en que es el maestro
el único capaz de romperlo en ciertas circunstancias, dejando en evidencia al
niño que no se somete a estas cláusulas.
“El silencio es uno de los medios principales para establecer
y conservar el orden en las escuelas. Por eso, todos los maestros harán observarlo exactamente en la respectiva aula,
no tolerando se hable sin licencia.” (La Salle)
El control metódico de la sala da clase hace que el silencio sea un valor de respeto absoluto. Hablar es un
atributo permanente de los profesores y los alumnos sólo pueden hacer uso de
esa capacidad en el momento en que se les es encomendado. Pero el hacer
silencio no se restringe simplemente a la interdicción del habla. El
cuidado del cuerpo
por parte de los educandos debe ser tal que de los mismos no puede emanar
sonido alguno, ni del cuerpo en movimiento ni del cuerpo estático.
(…) Este afán de silencio llega a tal punto en su
rigor y exactitud que La Salle propone el
método de las señales para lograr absoluta falta de sonidos en el salón de
clases.
(…) Las características del que enseña deben estar
pulidamente labradas. El magisterio ya no puede liberarse a la mera buena
voluntad de una vocación: un riguroso proceso de
formación habrá de inscribir en el cuerpo docente sus condiciones necesarias
para la tarea educativa. Por eso La Salle instaura una Escuela Normal (tal vez
la primera en la historia moderna de la escolarización) en la que los
futurosprofesores aprenderán a ocupar el lugar del que sabe, del que vigila,
del que es capaz de contribuir ala producción de saberes en la institución
escolar de una manera correcta. (…) Además, estos profesionales son
responsables frente a sus superiores respecto del éxito de sus
acciones educativas y de su conducta privada en general, por lo que la práctica
magisterial quedará definitivamente atrapada en una organización limitada que
impone reglas específicas a su desarrollo. (…) Se instituye así una cadena de
vigilancia en la que sus eslabones permanecen unidos en virtud del
control que ejercen unos sobre otros. Se instalan así en las
instituciones educacionales relaciones de poder sustentadas en la capacidad de
mirar y juzgar.
(…) Es evidente que la disposición de los cuerpos estructurada en la pedagogía
lassalleana guarda una fuerte correspondencia con la vigilancia jerárquica que
años después será propuesta por Bentham. (Bentham, reformador penal, propone un modelo global de reforma de las instituciones
penitenciarias, que consiste en disponer a los elementos peligrosos a observar
en forma visible y equidistante del
punto donde se encuentra el que vigila: panóptico). (…) Si bien es cierto que
el modelo panóptico supone un vigilante que controla todo, es igualmente cierto
que ese vigilante se despliega jerárquicamente y suele encarnar en distintos
sujetos de control que, a su vez, se corresponden a cada nivel de la escala
jerárquica, y que cumplen su función controlados por sus superiores.
(…) Desde esta perspectivateórica, La Salle reafirma la pertinencia de la
instrucción simultánea en detrimento de la enseñanza individual, la
simultaneidad de la sala de clase asume ahora una envergadura superior: un
maestro que se alza por sobre todos los alumnos y es capaz de controlar las
actividades que están a un mismo tiempo efectuando.
(…) A pesar del
énfasis colocado en la vigilancia, la estrategia disciplinaria no posee una
sola modalidad. Coexisten dos especies de disciplinas en la obra de La Salle:
una de orden represivo y otra de orden preventivo. Es evidente que lo
preventivo es lo que sobresale (…) aquí se pretende que la mirada del
maestro y la disposición de los elementos institucionales prevengan cualquier
transgresión por parte de los alumnos. (…) Esto no significa que el castigo no
conforme otra práctica en la pedagogía lassalleana, por el contrario, las
correcciones habrán de poseer un lugar significativo
pero solamente a condición de que las mismas no sean frecuentemente utilizadas
sino que se apliquen raramente. (…) Hay que recordar que para Comenio los
castigos debían ser públicos a fin de que sirvieran de ejemplo a todos los
alumnos. El discurso de la pedagogía, a partir de La Salle, generará una
intimidad entre castigado y profesor; intimidad en la que el educando debe
asumir su culpa en forma “voluntaria y respetuosa” a cambio de la no
utilización de la violencia corporal y de la moderación en la aplicación del
correctivo.
Al contrario que en la aplicación moderna de justicia (donde la división de
poderes y laorganización de la acción judicial obliga a excusarse a aquel juez
implicado en sus propios veredictos) y bien diferenciadas de las relaciones
paterno-filiales (donde la expresión de los afectos no solamente es
comprensible, sino muchas veces elogiada), las relaciones jurídicas elaboradas
en la institución escolar constituyen un sistema propio que está contenido como
táctica de castigo en la línea de la estrategia disciplinaria. Éste es uno de
los elementos que hacen de la escuela una institución de secuestro: sus reglas
provocan un impacto harto significativo en el
ordenamiento intramuros de los cuerpos, mas su fuerza en parte se diluye en la
confrontación con otras legalidades ajenas, pertenecientes a otras
instituciones.
La disciplina escolar es un motor del buen funcionamiento educacional y pasa a
ocupar el lugar que en la pedagogía comeniana ocupaba el método. El cuerpo
infantil ha sido expuesto a una operación de pedagogización y la disciplina
escolar es la expresión más visible de este proceso.
De la ocurrencia de la indisciplina ahora no será responsable el maestro que es
ignorante de un método ni la escuela que no posee
libros panmetódicos en la cantidad adecuada, como razonaba Comenio. Es
el alumno el que cargará con la responsabilidad de no actuar correctamente, de
no asumir sus deberes, de no guardar el respeto que en tanto infante le merece
al adulto que lo forma. La pedagogía, por su parte, habrá de elaborar
las herramientas teóricas para comprender, corregir o excluir al alumno.
La Salle apela ala profundización del dispositivo de alianza para demostrar que
es el niño el culpable de la indisciplina, nunca el maestro
“…es necesario decirles a los padres que no escuchen las quejas de sus hijos
contra el profesor: si no hubiesen cometido alguna falta no hubieran sido
castigados y si no quieren que sean castigados, no deben enviarlos a la
escuela”
La ocurrencia de castigos se sigue solamente a la ocurrencia de faltas. No hay
error posible en el profesor y, a la vez, la posibilidad de error recae
solamente en el alumno. Pero, además, si los padres no quieren ver a sus hijos
castigados, no deben enviarlos a la escuela, lo que supone que la asistencia a
la misma trae de suyo necesariamente el castigo a los que concurren.
Este proceso de paulatina pedagogización trae consigo, además
de procesos de producción disciplinaria sobre el cuerpo infantil, la generación
de saberes sobre la infancia. La pedagogía moderna comienza su programa
de categorización del
alumno de acuerdo al comportamiento escolar observado. (..) Se produce la normatización de la actividad escolar infantil
dotando de un nombre a cada clase de comportamiento inadecuado. El respaldo para la tipología es pedagógico, condimentado con
algunas exteriorizaciones morales. Para
la pedagogía de la época el mal alumno no es un
enfermo y, por lo tanto, la corrección es estrictamente educacional. No hay
patologización de los tipos presentados y las soluciones son limitadas al campo
escolar.
Esta tipología al igual que otras construidas aefectos de control racional de
la conducta infantil se basan en el conocimiento exhaustivo que el profesor
produce. El profesor genera un inventario prolijo y precios
que atestigua la marcha de cada uno de los educandos. En este
catálogo o ficha personal, todo lo respectivo a al alumno será hecho constar,
incluso los elementos que aparentemente no poseen una importancia primaria.
“(En las fichas de los alumnos debe constar) … nombre y apellido del alumno,
tiempo de frecuencia escolar, lección y orden de la lección en que se
encuentra, el carácter de su espíritu, si es piadoso en la iglesia y durante
las oraciones, si no tiene algún vicio, como el de mentir, jurar, hurtar, el de
la impureza, gula, etc. Si tiene buena voluntad o si es incorregible; cómo es
preciso proceder con él, si las correcciones le son útiles o no, si es asiduo
en frecuentar la escuela o no, si las ausencias fueron numerosas o raras, si
fueron justificadas o no, con permiso o sin él; si fue exacto en llegar a
horario y antes que el profesor, si es aplicado en el aula, si lo es
espontáneamente; si no se deja llevar por conversaciones y juegos, si saca
provecho de la enseñanza, si es promovido regularmente, si permaneció, en cada
lección, solamente por el tiempo previsto o más; en este caso, si por culpa
propia o por tener espíritu lento; si sabe bien el catecismo y las oraciones o
las ignora; si es obediente en la escuela, si no tiene carácter difícil,
obstinado o inclinado a resistir al profesor; si no es mimando por los padres;
si éstos noaceptan lo que el maestro corrige, si a veces se quejan…”
Es evidente que la vigilancia sobre el cuerpo infantil se realiza no bajo el
libre albedrío del
profesor sino que la misma está delimitada claramente por los criterios que
demarcan cuáles son los elementos a observar en el alumnado.
(…) De acuerdo a los anteriores criterios, podría afirmarse que ser un buen alumno significa fundamentalmente permanecer de buen
grado en el lugar asignado por la institución, cumpliendo con todos los
rituales inherentes a esa condición y que la dinámica escolar especifica
cotidianamente a los alumnos.
(…) Si desde el punto de vista epistemológico, la pedagogía moderna va a normatizar la infancia; desde el punto de vista
institucional la normaliza. Las fichas no son un mero
accesorio al modelo panóptico sino que permiten un control exacto y funcional del cuerpo infantil.
Consisten en un sistema meticuloso de recolección de
información acerca de los alumnos, lo que contribuye a prevenir posibles
imprevistos en la táctica de vigilancia.
(…) Al contrario de la vigilancia sobre los alumnos, el
control sobre el profesor no es todavía escriturado. Sin embargo, el
maestro no escapa a la rendición de cuentas y a la corrección respecto de sus
acciones
“…al volver del aula, irán los Hermanos al
oratorio donde harán breve examen de las faltas que, tal vez, hayan cometido y
de todo el comportamiento durante el día” (La Salle)
LAS REGLAS DE “BUENA EDUCACIÓN” Y EL DISPOSITIVO DE
ALIANZA.
Para la pedagogía lassalleana,la vigilancia del cuerpo infantil y el control panóptico sobre el
alumnado como
el castigo posible sobre ellos se extienden a dos ámbitos que merecen una
atención especial. Uno, el dispositivo de alianza; otro la
reglamentación a través de las reglas de civilidad.
El funcionamiento adecuado de la institución escolar se establece a partir de
un mecanismo de alianza entre el profesor y los padres de los alumnos.(…) En
los textos lassalleanos, se encuentran expresados en forma pormenorizada hasta
los elementos aun de apariencia efímera o circunstancial que fortifican y
respaldan la operatividad del dispositivo.
En términos generales, La Salle contribuye a perpetuar la tradición que imagina
al maestro como
sustituto de los padres. (…) El dispositivo de alianza se
asienta en una división social de funciones (continuando lo propuesto por
Comenio) y, a propósito de ésta, en la especialización de algunas personas en
la profesión educadora.
En función d estos preceptos, el dispositivo de alianza escuela-familia debe
instalarse, en un contrato entre maestros y padres,
contrato prácticamente explícito.
La inscripción en la escuela es el primer paso en el establecimiento de la
alianza: son los padres (o sus enviados) los que hacen entrega del cuerpo del niño para su formación en una
institución escolar. En ese acto, además, quien recibe al niño habrá de
inquirir acerca de sus costumbres escolares y familiares:
“… si ya frecuentó la escuela, por qué razón la dejó (…) si es de buenas
costumbres (…) si sufre algúndisturbio o enfermedad corporal (…) si no
frecuenta compañeros libertinos…”
Estas respuestas de los padres y los alumnos en relación a la vida pasada de
ambos parece constituir un “dispositivo de confesión” (Foucault, 1987), a
partir del cual es posible hablar de sí mismo, es posible constituir el propio
cuerpo… La confesión incita a hablar de lo oculto, lo inconfesable. La
confesión, pues, se abre al mundo laico, se generaliza como uno de los
mecanismos generales que irá a garantizar un funcionamiento reglado de las
escuelas.
El dispositivo de confesión expresa lo que fue denominado como “violencia primal” en referencia al proceso
por medio del cual se infantiliza a la
infancia o, más estrictamente, se la pedagogiza: la conducta del niño estará ahora a disposición de
categorías y conceptos inteligibles a partir de la pedagogía.
(…) El otro elemento importante que hace a la estrategia disciplinaria es el
control del
cuerpo infantil a través d e reglas de civilidad. (…) Enfoque sobre el control
del cuerpo infantil, las reglas de civilidad tienden a fijar lo mismo en el
ámbito específico de la institución escolar, y es un poderoso auxiliar de la
táctica de vigilancia: todos los comportamientos de los alumnos son reglados
pero no sólo en su visibilidad: las actitudes, la buena voluntad, el buen tono
y la docilidad son valores que esta etapa de la pedagogía moderna hace resaltar
sin cesar. (…) Si se es callado, gentil, diligencioso y presto
a servir a la voluntad adulta, se estará en el buen camino.