TRABAJO DE ENSAYO
ESCUELA: Escuela de bachilleres mixta constitución de 1917
La maestra de literatura que me toco me impartiera clases en este tercer
semestre se preparatoria es una maestra que sabe impartir la clase de forma
correcta es un poco estricta pero tiene ese enlace con los alumnos como de una
compañera mas sin caer en el relajo que a veces solemos tener los
jóvenes.
Las clases impartidas fueron de agrado puesto que algunas maestras de
años anteriores no han tenido esa
interacción que tiene la maestra.
Para el poco tiempo de logramos tener de
clases la información que nos pudo dar fue muy útil y espero que
me sirva para años posteriores, ademas de eso nos dijo que
compraramos un libro de ejercicios
ortograficos el cual iba a calificar y ese libro es muy útil ya
que muchos denosotros aun nos falla la ortografía un poco.
Izo las clases dinamicas en lo particular no me aburría en las
clases de ella como
en las de otros maestros claro que todos tienen su propia forma de explicar las
cosas.
La forma de calificar de la maestra fue que el examen valiera un 50 por ciento
de la calificación total asistencias un 10 por ciento, tarea 20 por
ciento y participaciones 20 por ciento. Esta forma de evaluar es bastante
equilibrada mas si tomamos en cuenta que hay muchos alumnos que se
enfocan solo al examen y no a las tareas o trabajos en clase como los son las
participaciones, también que la calificación no esta
dividida en muchos puntos si no en solo 4 que para mi opinión es una
buena forma de distribuirlo ya que hay otros docentes que solo la reparten en
dos puntos lo cual exige un rendimiento mayor pero pues esa forma de evaluar
creo yo no sería la correcta en este tipo de escuelas sabatinas ya que
no se ven a la perfecciónlos temas, y hay muchos otros que dividen la
calificación en muchas partes y eso solo haría que se enredaran
los alumnos en cuanto a los trabajos que tienen que entregar y a las
características que lleven los mismos ya que se pierde el seguimiento
durante la semana de el o los temas que se vieron el sabado, puesto que
no todos los alumnos tienen el habito de estudiar o de repasar durante
la semana cuando apuradamente se acuerdan de la tarea.
Así que en mi opinión esta clase con todo lo que engloba la
palabra (maestra, alumnos, etc.) es una de mis favoritas y una de las mejores
impartidas en esta escuela, y creo sinceramente que la forma tanto de evaluar
como de impartir las clases no debería de cambiar a menos claro
dependiendo del comportamiento de los alumnos ya que hay jóvenes que son
mas inquietos que otros en ese caso la maestra se debería de
poner mas estricta tanto en la forma de evaluar como en la forma de
comportarse con los alumnos. una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales.
Aquí relataremos su
historia. Se llamaba Jean-Baptiste Grenouille y si su nombre, a diferencia del
de otros
monstruos geniales como De Sade, Saint-Just, Fouchè Napoleón, etcétera,
ha caído en el
olvido, no se debe en modo alguno a que Grenouille fuera a la zaga de estos
hombres célebres
y tenebrosos en altanería, desprecio por sus semejantes, inmoralidad, en
una palabra,
impiedad, sino a que su genio y su única ambición se limitaban a
un terreno que no deja huellas
en la historia: al efímero mundo de los olores.
En la época que nos ocupa reinaba en las ciudades un hedor apenas
concebible para el
hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores
apestaban a orina, los
huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata, las
cocinas, a col
podrida y grasa de carnero; losaposentos sin ventilación apestaban a
polvo enmohecido; los
dormitorios, a sabanas grasientas, a edredones húmedos y al
penetrante olor dulzón de los
orinales. Las chimeneas apestaban a azufre, las curtidurías, a
lejías causticas, los mataderos, a
sangre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus
bocas
apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los
cuerpos, cuando ya no eran
jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban
los ríos, apestaban las
plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual bajo los
puentes y en los
palacios. El campesino apestaba como el clérigo, el oficial de artesano,
como la esposa del
maestro; apestaba la nobleza entera y, si, incluso el rey apestaba como un
animal carnicero y la
reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno, porque en el
siglo XVIII aún no
se había atajado la actividad corrosiva de las bacterias y por
consiguiente no había ninguna
acción humana, ni creadora ni destructora, ninguna manifestación
de vida incipiente o en
decadencia que no fuera acompañada de algún hedor.
Y, como es natural,
el hedor alcanzaba sus maximas proporciones en París, porque
París era la mayor ciudad de Francia. Y dentro de París
había un lugar donde el hedor se
convertía en infernal, entre la Rue aux Fers y la Rue de la Ferronnerie,
o sea, el Cimetiére des
Innocents. Durante ochocientos años se había llevado allí
a losmuertos del
hospital H4tel-Dieu
y de las parroquias vecinas, durante ochocientos años, carretas con
docenas de cadaveres
habían vaciado su carga día tras día en largas fosas y
durante ochocientos años se habían ido
acumulando los huesos en osarios y sepulturas. Hasta que llegó un
día, en vísperas de la
Revolución Francesa, cuando algunas fosas rebosantes de cadaveres
se hundieron y el olor
pútrido del atestado cementerio incitó a los habitantes no
sólo a protestar, sino a organizar
verdaderos tumultos, en que fue por fin cerrado y abandonado después de
amontonar los
millones de esqueletos y calaveras en las catacumbas de Montmartre. Una vez
hecho esto, en
el lugar del
antiguo cementerio se erigió un mercado de víveres.
Fue aquí, en el lugar mas maloliente de todo el reino, donde
nació el 17 de julio de 1738
Jean-Baptiste Grenouille. Era uno de los días mas calurosos del año. El calor
se abatía como
plomo derretido sobre el cementerio y se extendía hacia las calles
adyacentes como
un vaho
putrefacto que olía a una mezcla de melones podridos y cuerno quemado.
Cuando se iniciaron
los dolores del
parto, la madre de Grenouille se encontraba en un puesto de pescado de la Rue
aux Fers escamando albures que había destripado previamente. Los
pescados, seguramente
sacados del Sena aquella misma mañana, apestaban ya hasta el punto de
superar el hedor de
los cadaveres. Sin embargo, la madre de Grenouille no percibía el
olor a pescado podrido o acadaver porque su sentido Política de privacidad