Las
revistas El cojo ilustrado y Cosmópolis funcionaron como órganos de
difusión de la obra de autores modernistas, quienes tomaron la escena literaria
con la fuerza que le imprimía este movimiento de raíces absolutamente
latinoamericanas. Más tarde, aparece la vanguardia como fuerte reacción
en contra de la estética modernista. El movimiento modernista se caracterizaba
por el uso de patrones rítmicos tradicionales y una temática en la que
prevalecía el cosmopolitismo cultural, esto es la presencia dentro de sus
poemas de múltiples referentes a realidades pertenecientes a otros ámbitos
mundiales, así como elementos mitológicos. Dentro de estos postulados es
relevante la obra de poetas como Alfredo Arvelo Larriva, José
Arreaza Calatrava y Cruz Salmerón Acosta. Francisco Lazo Martí y Udón Pérez
pertenecen al nativismo, movimiento que se adhiere a los postulados del modernismo, pero que toma como temática principal al
paisaje y la realidad venezolanos.
Con
la aparición de la llamada Generación del 18 se inicia una nueva etapa en el
desarrollo de la poesía venezolana. Los poetas pertenecientes a ella reaccionan en contra dela estética modernista e
instauran el movimiento de vanguardia, relacionado estrechamente con la
vanguardia europea. Fernando Paz Castillo, Enrique Planchart y Luis Enrique
Mármol, son los grandes vanguardistas nacionales. Andrés Eloy Blanco utiliza
los aspectos formales característicos del modernismo, combinándolos con
temas nacionales y folklóricos. Considerado el poeta popular de Venezuela,
incursiona brevemente en la temática vanguardista, con
su libro Baedeker 2000. José Antonio Ramos Sucre es considerado hoy como
el poeta más importante de la primera vanguardia venezolana. Su obra no tiene
antecedentes dentro de la literatura nacional, pero si muchos seguidores, y
está caracterizada por el uso de la prosa poética, atravesada por imágenes y
símbolos provenientes de las mitologías griegas, orientales y celtas. Su
producción lírica consta de tres libros: La torre de Timón (1925), El cielo de
esmalte (1929) y Las formas del fuego (1929).
Grupos literarios, revistas y poesía
contemporánea
La aparición de grupos literarios a partir de 1935 se constituye en un
fenómeno relevante para comprender la trayectoria de la lírica nacional. Es
importante reconocer, sin embargo, que la tradición de grupos literarios
empieza en 1894 con la formación de 'Cosmopolis' por los escritores
Luis Urbaneja Archepohl, Pedro Cesar Dominici y Pedro Emilio Coll. Romulo
Gallegos, por su parte, fundo el grupo 'La Alborada' en 1909 promover
una estética puramente latinoamericana. Después de los ,30
el primer gque pasó a formar parte de la historia literaria venezolana fue el
grupo 'Válvula',compuesto por autores como Arturo Uslar Pietri, Antonio Arraiz y
Miguel Otero Silva. 'Válvula' ocupa un lugar
privilegiado por ser el primer grupo en oponer directamente al gobierno. Después de 'Válvula' apareció el llamado Grupo Viernes,
al que siguieron muchos otros. Ent Pascual Venegas Filardo fue el
fundador del
grupo Viernes.
A
esta agrupación, relacionada con la estética surrealista, perteneció Vicente
Gerbasi. Sus poemas enfrentan la temática de la niñez y la
búsqueda de la identidad. Su obra más representativa
es el largo poema Mi padre el inmigrante (1945). La
copiosa correspondencia del Libertador, así como los documentos oficiales de sus atribuciones
republicanas, dilucidan no sólo el mosaico colosal de su genio político, sino
también la prolijidad de una pluma tan exquisita como intensa. De gran belleza estética y
profundapreocupación filosófica es Mi delirio sobre el Chimborazo una especie
singular que Simón Bolívar le distingue de las contradicciones de su tiempo, y
en la que por etérea proporción discurre desde la clarividencia de un tribuno
hasta la humildad de un profeta señalado para un mundo naciente y por lo mismo
promisorio. Es en Simón Rodríguez, filósofo y pedagogo caraqueño, cuando
genuinamente se ensayan formulas americanas ya mejor meditadas para las
insipientes repúblicas; su obra, aunque dispersa en los avatares de su singular
vida, compila no sólo su preocupación sociológica, sino también la urgencia de un código intelectual. Primero por auspicio de su célebre
pupilo (Simón Bolívar) alcanza parcialmente a aplicar algunas de sus ideas,
muchas de las cuales fueron difundidas después y ampliadas en un castellano auténtico y a veces irónico como Voltaire. Además de sus peculiares
publicaciones y de su correspondencia, es célebre su defensa que hace de la
gesta bolivariana, construida con un rigor lógico.
Las primeras novelas
Muchos autores coinciden al afirmar que la novela venezolana surge a mediados del Siglo XIX, tras la publicación de Los mártires, de
Fermín Toro en 1842. Las primeras novelas venezolanas siguen los postulados de
las corrientes
literarias que para la época prevalecían en el ámbito mundial. A excepción de
las inscritas en el marco del modernismo, movimiento literario de
origen latinoamericano. En el tardío romanticismo venezolano, tuvieron gran
aceptación las novelas de carácter histórico que se adaptaban al espíritu
romántico, como
Blanca de Torrestella (1868), deJulio Calcaño. Bajo estas influencias
románticas se escribieron muchas novelas de tono sentimental, así como
también novelas de denuncia: Zarate (1882) de Eduardo Blanco y Peonía (1890) de
Manuel Vicente Romero García. En el grueso de los casos, las primeras novelas
venezolanas funcionan como
tribunas para denunciar las injusticias sociales, o como instrumentos pedagógicos o de
construcción de la identidad nacional. A partir de los inicios del siglo XX, estas
preocupaciones se irán relajando: el valor literario y estético cobrará mayor
importancia, sobre todo tras el surgimiento del modernismo, en el que prevalecía el
cuidadoso lenguaje y el adorno retórico. Son piezas claves para comprender la
producción de este período las novelas de Manuel Díaz
Rodríguez quien publica en 1901 su primera novela: Ídolos rotos, sátira
política y social de la sociedad de la época, evidenciando una problemática
lucha entre lo nacional y lo mundial. A través de esta novela y del resto de su
producción, Sangre patricia (1902) y Peregrina (1922), percibimos una fina
sensibilidad que idealiza la naturaleza venezolana, cruzada por tipos y
costumbres; sensibilidad plasmada en las páginas a través de un lenguaje
cuidado y extremadamente culto.
La novela venezolana a principios del Siglo XX
El año de 1910 se toma como punto de partida de
nuevas experiencias estéticas que reaccionan en contra del modernismo e intentan escribir acerca de
la vida común. De manera que se perfila una nueva expresión literaria de
carácter realista, en la que reaparecen viejas esencias del costumbrismo.
En A
raíz de la aparición de Viernes, proliferan las agrupaciones literarias en el
país. Así, el grupo Presente, el grupo Suma y la Generación del 42,
surgen como
reacción antiviernista y se adhirieron a la temática hispanizante. Más tarde, en 1948, aparece en la escena literaria el grupo
Contrapunto, cuyo fundador fue Héctor Mujica. Con un
mensaje más político que estético, el grupo Cantaclaro editó una revista que
llevó el mismo nombre, y se opuso a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. A
partir de 1955 son relevantes las propuestas estéticas de grupos como
Sardio y Tabla Redonda. A este último grupo perteneció
Rafael Cadenas, uno de los poetas más importantes de las letras nacionales. En
1960, Cadenas publica Cuadernos del destierro, libro compuesto por poemas cuya
temática fundamental es la búsqueda de la identidad y del sentido de la
existencia. En 1963 este autor publica su poema
Derrota. El techo de la ballena, Trópico uno, 40s a la sombra, La pandilla de
Lautreamont, En Haa, son otras de las agrupaciones queen los convulsionados
años 60 y 70 aglutinan propuestas estéticas y políticas radicales. En los años 80, los grupos Tráfico y Guaire conducen a la lírica
nacional por nuevos senderos, una vez agotados los códigos literarios de las
décadas anteriores.
Con
una búsqueda estética emparentada con los postulados de las postrimerías del Siglo XX, aparecen grupos como Quaterni deni y
Eclepsidra. Eugenio Montejo fue uno de los poetas más importantes de finales del Siglo XX y comienzos del XXI. En el interior de
Venezuela existe una gran vitalidad en las últimas décadas del siglo XX en la
poesía venezolana acontemporánea con nombres como Ana Enriqueta Terán, Ángel
Alvarado, Yeo Cruz, José Antonio Yepes Azparren y Natividad Barroso que
generalmente son figuras emblemáticas de sus regiones con gran influencia sobre
los creadores locales.