EL ESTADO ABSOLUTISTA EN OCCIDENTE
Anderson Perry
Reporte de lectura
La larga crisis de la economía y de la sociedad europea durante los siglos XIV y XV puso de manifiesto las
dificultades y los limites del
modo de producción feudal en el postrer periodo medieval.
En el transcurso del
siglo XVI apareció en Occidente el Estado absolutista. Las
monarquías centralizadas de Francia, Inglaterra y España
representaron una ruptura decisiva con la soberanía piramidal y
fragmentada de las formaciones sociales medievales, con sus sistemas de feudos
y estamentos. La controversia acerca de la naturaleza histórica de estas
monarquías persiste. Sin embargo, por excepción, hay periodos en
que las clases en lucha estan tan equilibradas, que el poder del Estado, como
mediador aparente, adquiere cierta independencia momentanea respecto a
la vieja nobleza feudal, y la nueva burguesía.
Todas estas reflexiones sobre el absolutismo eran mas o menos fortuitas y
alusivas: ninguno de los fundadores del materialismo histórico
hizo jamas una teorización directa de las nuevas
monarquías centralizadas que surgieron en la Europa del Renacimiento. Su
exacto significado se dejo al juicio de las generaciones siguientes, y, de
hecho, los historiadores marxistas han debatido el
problema de la naturaleza social del
absolutismo hasta nuestros días.
Las monarquías absolutas introdujeron unos ejércitos y una
burocracia permanentes , un sistema nacional de
impuestos, un derecho codificado y los comienzos de un mercado unificado. Todas
estas características pareceneminentemente capitalistas, y como
coinciden con la desaparición de la servidumbre, institución
nuclear del primitivo en Europa, las descripciones hechas por Marx y Engels del
absolutismo como un sistema estatal que representa un equilibrio entre la
burguesía y la nobleza, o incluso un dominio abierto del mismo capital,
han parecido durante mucho tiempo plausibles. Sin embargo, un
estudio mas detenido de las estructuras del Estado absolutista en Occidente
niega inevitablemente la valides de tales juicios. El fin de la servidumbre no
significo por si mismo la desaparición de las relaciones feudales en el
campo. Es evidente que la coerción privada extraeconómica, la
dependencia personal y la combinación del productor inmediato con los
instrumentos de producción, no desaparecieron necesariamente cuando el
excedente rural dejo de ser extraído en forma de trabajo o de entregas
en especie para convertirse en rentas de dinero: mientras la propiedad agraria
aristocratica cerro el paso a un mercado libre de tierras y a la
movilidad real de mano de obra – en otras palabras mientras el trabajo no
se separo de las condiciones sociales de su existencia para transformarse en
fuerza de trabajo-, las relaciones de producción rurales continuaron
siendo feudales. El mismo Marx clarifico “ La
transformación de la renta en trabajo en la renta en productos no altera
en absoluto, económicamente hablando, la esencia de la renta de la
tierra.
El productor directo sigue siendo, como antes, poseedor hereditario o, de
alguna otra manera, tradicional del suelo y quiendebe tributarle al
terrateniente, en cuanto al propietario de la tierra, de su condición de
trabajo mas esencial, un trabajo forzado excedentario, es decir, trabajo
impago, efectuado sin equivalente en la forma de plusproducto transformado en
dinero. Los señores que continuaron siendo propietarios de los medios de
producción fundamentales en cualquier sociedad preindustrial fueron,
desde luego, los nobles terratenientes. Durante toda
la temprana edad moderna, la clase económica y políticamente
dominante fue, pues, la misma que en la era medieval: la aristocracia feudal.
El feudalismo como
modo de producciones definía originariamente por una unidad
organica de economía y política, paradójicamente
distribuida en una cadena de soberanías fragmentadas a lo largo de toda
la formación social.
La llegada del del absolutismo nunca fue, para la propia clase dominante, un
suave proceso de evolución, si no que estuvo marcada por rupturas y
conflictos extremadamente duros en el seno de la aristocracia feudal, a cuyos
intereses colectivos en ultimo termino servia, Al mismo tiempo, el complemento
objetivo de la concentración política del poder en la
cúspide del orden social, en una monarquía centralizada. Con el
desarrollo de las relaciones mercantiles, la disolución de los lazos
primarios entre la explotación económica y la coerción
político-legal condujo no solo a una creciente proyección de esta
ultima sobre la cúspide monarquica del sistema social, si no
también a un fortalecimiento compensatorio de los títulos de
propiedad que garantizabanaquella explotación.
De ahí la resistencia
de las ciudades de Occidente a lo largo de la peor crisis del siglo XIV, que arruino temporalmente a
tantas familias patricias de las urbes mediterraneas. Durante la
depresión feudal se desarrollaron importantes industrias urbanas, tales como la del hierro, el papel y los textiles.
Considerada a distancia, esta vitalidad económica y social actúo como
una interferencia objetiva y constante por la lucha de clases por la tierra, y
bloqueo cualquier solución regresiva que pudieran darle los nobles. Es
significativo, en efecto que los años transcurridos entre 1450 y 1500,
que presenciaron los primeros pasos de las monarquías absolutas
unificadas de occidente, fueran también los años en que se supero
la crisis larga de la economía feudal gracias a una nueva
combinación de los factores de producción, entre los que por vez
primera, jugaron un papel principal los avances tecnológicos
específicamente urbanos.
Todos estos inventos técnicos decisivos, que echaron los fundamentos del
Renacimiento europeo, se concentraron en la segunda mitad del siglo XV, y fue
entonces, hacia 1470, cuando al fin cedió en Francia e Inglaterra la
secular depresión agrícola. Esta fue precisamente la época
en que acaeció, un país tras otro, un
repentino y simultaneo resurgimiento de la autoridad y la unidad
políticas. Desde lo mas hondo del tremendo caos feudal y de las
convulsiones en las guerra de las Rosas, de la guerra de los Cien Años y
de la segunda guerra civil de Castilla, las primeras monarquías nuevas se
irguieron,practicamente al mismo tiempo,
durante los reinados de Luis XI en Francia, Fernando e Isabel en España,
Enrique VII en Inglaterra, y Maximiliano en Austria.
Las fuerzas duales que produjeron las nuevas
monarquías de la Europa renacentista encontraron una sola condensación
jurídica. El resurgimiento del derecho romano, uno de los grandes
movimientos culturales del
periodo, correspondía ambiguamente a las necesidades de las dos clases
sociales cuyo poder y categoría desiguales dieron forma a las
estructuras del Estado absolutista en Occidente.
El enorme desarrollo del
derecho consuetudinario nunca habría suprimido el recuerdo y la practica
del derecho
civil romano en la península que poseía su mas larga
tradición, Italia. Fue precisamente en Bolonia donde Irnevio, antorcha del derecho había
comenzado de nuevo el estudio sistematico de las codificaciones de
Justiniano, a comienzos del
siglo XII. La escuela de glosadores por el fundada reconstruyo y clasifico
metódicamente el legado de los juristas romanos
para los cien años siguientes.
Económicamente, la recuperación e introducción del derecho
civil clasico favoreció, fundamentalmente , el desarrollo del
capital libre en la ciudad y el campo, puesto que la gran nota distintiva del
derecho civil romano había sido su concepción de una propiedad
privada absoluta e incondicional. La concepción clasica de la
propiedad quiritaria se había hundido practicamente en las
oscuras profundidades del primer feudalismo. El modo de producción feudal se definía precisamente
por los principios jurídicos de unapropiedad escalonada o condicional,
que servia de complemento a su soberanía fragmentada. Este estatuto de la propiedad adaptaba bien a la economía
abrumadoramente natural que emergió en la Edad Oscura, aunque nunca fue
completamente idónea para el sector urbano que se desarrollo en la
economía medieval. El resurgir del derecho romano
condujo, pues, a un esfuerzo de los juristas por solidificar y delimitar los
conceptos de la propiedad, inspirados por los preceptos clasicos ahora
disponibles.
En las mismas ciudades, había crecido espontaneamente durante la Edad Media un derecho comercial relativamente
desarrollado. En el seno de la economía urbana, el intercambio de
mercancías había alcanzado un considerable dinamismo en la
época medieval y, en algunos aspectos importantes, sus formas de
expresión legal estaban avanzadas que sus mismos precedentes romanos:
por ejemplo, en el derecho protomercantil y en el derecho marítimo.
Pero no había aquí tampoco ningún marco
uniforme de teoría ni procedimiento legales. La superioridad del
derecho romano para la practica mercantil en las ciudades radica, pues, no solo
en su claras nociones de propiedad absoluta, si no también en sus
tradiciones de equidad, sus canciones racionales de prueba y su hincapié
en una judicatura profesional. La recepción del derecho romano
en Europa renacentista fue, pues, un signo de la expansión de las
relaciones capitalistas en las ciudades y en el campo: económicamente
respondía a los intereses vitales de la burguesía comercial y
manufacturera.
El auge de la propiedadprivada desde abajo, se vio equilibrado por el aumento
de la autoridad publica desde arriba, encarnada en el poder discrecional del
monarca. Los estados absolutistas de Occidente apoyaron sus nuevos fines en
precedentes clasicos: el derecho romano era el
arma intelectual mas poderosa que tenia a su disposición para sus
característicos programas de integración territorial y
centralismo administrativo. De hecho, no fue accidental que la única
monarquía medieval que lograse una completa emancipación de las
ataduras representativas o corporativas fuese el papado, primer sistema
político de la Europa feudal que utilizo en gran escala la
jurisprudencia romana con la codificación del derecho canónico en
los siglos XII y XIII. Del mismo modo que los
abogados canonistas del papado fueron lo que
construyeron e hicieron funcionar sus amplios controles administrativos sobre
la Iglesia, fueron los burócratas semiprofesionales adiestrados en el
derecho romano quienes proporcionaron los servidores ejecutivos fundamentales
de los nuevos estados monarquicos.
La impronta de este cuerpo internacional de legistas,
mas que cualquier otra fuerza, fue la que romanizo los sistemas
jurídicos de Europa occidental durante el Renacimiento. Pues la
formación del
derecho reflejaba inevitablemente la distribución del poder entre las clases poseedoras de la
época.
El principal efecto de la modernización jurídica fue, pues, el
reforzamiento del
dominio de la clase feudal tradicional. La aparente paradoja de este fenómeno quedo reflejada en toda la estructura
de las monarquíasabsolutas, construcciones exóticas e hibridas
cuya fachada moderna traicionaba una y otra vez un subterraneo
arcaísmo. Esto puede verse con toda claridad en el estudio de las innovaciones
institucionales que anunciaron y tipificaron su llegada: ejercito, burocracia,
impuestos, comercio, diplomacia. Se ha señalado con frecuencia que el
Estado absolutista echo los cimientos del ejercito profesional, que
creció inmensamente en tamaño con la revolución militar
introducida en los siglos XVI y XVII. Sin embargo, la
función de estas ventas y nuevas masas de soldados era también
claramente diferente de la función de los posteriores ejércitos
capitalistas. Hasta ahora no existe ninguna
teoría marxista de las cambiantes funciones sociales de la guerra en los
diferentes modos de producción.
La especifica racionalidad económica de la guerra en esa
formación sociales la maximización de la riqueza, y su papel no
puede compararse al que desempeña en las formas desarrolladas del modo
de producción que le sucede, denominado por el ritmo basico de la
acumulación del capital y por el ritmo basico de la
acumulación del capital y por el por el cambio incesante universal de
los fundamentos económicos de toda formación social. La nobleza
fue una clase terrateniente cuya profesión era la guerra: su
vocación social no era un mero añadido
externo, sino una función intrínseca a su posición
económica.
Los estados absolutistas reflejaban esa racionalidad arcaica en su mas intima estructura. Eran maquinas
construidas especialmente para el campo de batalla. Porsupuesto, los
grandiosos aparatos militares del ultimo Estado feudal no se
mantuvieron ociosos. La permanencia virtual del conflicto internacional armado es una de
las notas características de todo el clima del
absolutismo: la paz
fue una meteórica excepción en los siglos de su dominación
en Occidente.
Su caracter groseramente parasitario es evidente: en situaciones
extremas casi tanto como
le promocionaba en remuneraciones. El desarrollo de la venta de cargos fue,
desde luego, uno de los mas llamativos subproductos del incremento de
monetarización de las primeras economías modernas y del relativo
ascenso, dentro de estas, de la burguesía mercantil y manufacturera.
Pero la integración de esta ultima en el aparato del Estado, por medio
de la compra privada y de la herencia de posiciones y honores públicos,
también pone de manifiesto su posición subordinada dentro de un
sistema político feudal en el que la nobleza constituyo siempre,
necesariamente, la cima de la jerarquía social.
Si la venta de cargos fue un medio indirecto de
obtener rentas de la nobleza y de la burguesía mercantil en
términos beneficiosos para ellas, el Estado absolutista gravo
también, y sobre todo naturalmente a los pobres.
Pero entonces aparecieron los recaudadores de impuestos y arramblaron con todo
lo que pudieron encontrar. Los señores recobraran en
ultimo termino de sus hombres el importe de la ayuda que ellos mismos estaban
obligados a prestar a su soberano.
Las funciones económicas del absolutismo no se redujeron
sin embargo, a su sistema de impuestos y decargos. El mercantilismo, la
doctrina domínate en esta época, presenta la misma
ambigüedad que la burocracia destinada a realizarlo, con la misma
regresión subterranea hacia un
propósito anterior. Indudablemente, el mercantilismo exigía la
supresión de las barreras particularistas opuestas al comercio dentro del
ambito nacional, esforzandose por crear un mercado interno
unificado para la producción de mercancías. Naturalmente, el
comercio y la guerra no fueron las únicas actividades externas del Estado absolutista en Occidente. Su otro gran esfuerzo
se dirigió a la diplomacia, que fue uno de los grandes inventos
institucionales de la época, inaugurado en la reducida area de
Italia en el siglo XV, institucionalizado en el mismo país con la paz de
Lodi, y adoptando en España, Francia, Inglaterra, Alemania, y toda
Europa en el siglo XVI.
Inmensamente engrandecido y reorganizado, el Estado feudal del absolutismo
estuvo, a pesar de todo, constante y profundamente sobredeterminado por el
crecimiento del capitalismo en el seno de las formaciones sociales mixtas del
primer periodo moderno. Todas las estructuras del
Estado absolutista revelan la acción a distancia de la nueva
economía que abría paso en el marco de un sistema mas antiguo:
abundaban las capitalizaciones hibridas de las formas feudales, cuya misma
perversión de instituciones futuras era una reconversión de
objetos sociales anteriores para repetirlos.
A pesar de eso, las premoniciones de un nuevo orden
político contenidas dentro de ellas no fueron una falsa promesa. La
burguesía deOccidente poseía ya suficiente fuerza para dejar su
borrosa huella sobre el Estado absolutismo. En este
estadio, sin embargo, había siempre un potencial terreno de
compatibilidad entre la naturaleza y el programa del Estado absolutista y las
operaciones del
capital mercantil y manufacturero.
La centralización económica, el proteccionismo y la
expansión ultramarina engrandecieron al ultimo Estado feudal a la vez
que beneficiaban a la primera burguesía. Incrementaron los ingresos
fiscales del
primero al proporcionar oportunidades de negocio a la segunda. Las
maximas circulares del mercantilismo, proclamadas por
el Estado absolutista, dieron elocuente expresión a esa coincidencia
provisional de intereses.
Era un Estado basado en la supremacía social de
la aristocracia y limitado por los imperativos de la propiedad de la tierra. La
nobleza podía depositar el poder en la monarquía y permitir el
enriquecimiento de la burguesía, pero las masas estaban todavía a
su merced.
En el Estado absolutista nunca tuvo lugar un
desplazamiento político de la clase noble. Su
caracter feudal acabo frustrado y falsificando una y otra vez sus
promesas de capital.
Ejercito, burocracia, diplomacia y dinastía formaban una inflexible
complejo feudal que regia toda la maquinaria del
Estado y guiaba sus destinos. La dominación del
Estado absolutista fue la dominación de la nobleza feudal en la
época de la transición al capitalismo. Su final
señalaría la crisis del poder de esa clase: la llegada
de las revoluciones burguesas y la aparición del Estado capitalista.