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Historia de un amor imposible
Esta historia ocurrió hace muchos años.
Todo empezó por un
amor imposible. Un buen día, Marina la joven hija de Juan un hombre rico y
poderoso. Ella vivía en una gran mansión que realmente pareciera un palacio. Un día ella
salió a dar un paseo por el monte. Allí se encontró con un hombre pobre llamado José que no tenía ni
para comer. Comenzaron a hablar y como habían simpatizado,
quedaron en verse en la montaña que estaba aledaña al monte. Y así fue. También al siguiente día, y
al otro, y al otro… Quedaron todos los días en el monte, hasta que
un día se enamoraron. Entonces él le
dijo a ella que entre ellos no podía haber nada
debido a su diferencia de clase social, y que su padre no permitiría que
se casara con un hombre pobre y mucho menos que tuviesen una pequeña
aventura. Pero eso a ella no le importaba porque lo
amaba con todo su corazón, y a pesar de todo no quería dejar de
verlo y le pidió a él que lucharan juntos por su amor. ‘’Me niego a perderte. No puedo, ni quiero. Me enfrentaré a mi
padre, pero dame tiempo. Mientras tanto podemos vernos a escondidas,
pero no medejes, te lo ruego, suplicó ella a su
amor. ’’ ‘’Esta
bien’’ contestó él, Yo tampoco quiero perderte.
Nos veremos a escondidas, pero tenemos que tener
cuidado tu padre es muy poderoso y podría matarme. Ese día se
demostraron su amor el uno al otro solo acompañandolos una
hermosa canción que él le compuso a ella, Durante mucho tiempo se
vieron en el monte y allí disfrutaban de su amor. Hasta que un día, el padre de Marina, extrañado de que
su hija saliera todos los días a la misma hora y tardara tanto, le
preguntó: - Hija, ¿dónde vas todos los días?-
Dijo su padre, con
curiosidad. Marina
se quedó callada por un momento, y
después de unos segundos, decidió confesarle su relación
con aquel hombre pobre, - Papa… Si algún día me
enamorara de un hombre pobre, ¿dejarías que me casara con
él Le preguntó ella, con miedo. ¿Qué tonterías son ésas, hija?
¡Jamas lo permitiría! Tú tienes que casarte con un hombre de tu clase- dijo su padre, muy seguro-. ¿Por qué me lo preguntas? - Por nada,
papa- le contestó ella. Después de oír esa contestación, Marina no se
atrevió a contarle la verdad. Salió de
la habitación de su padre, yse dirigió al monte, donde estaba su
amor esperandola. Mientras tanto, Juan su
padre, que se había quedado en su habitación mosqueado por la
pregunta que le había formulado su hija, llamó a Benito uno de
sus hombres y le ordenó que la siguiera. - Benito, Quiero que
sigas a mi hija, pero sin que te vea. Cuando descubras
dónde va y con quién se ve, vienes
inmediatamente y me lo dices- le ordenó el padre de Marina. Esta bien, señor le contestó Benito.
Así pues, éste la siguió, y cuando llegó al monte y
descubrió que se veía con un hombre
pobre del que
estaba enamorada, volvió a la mansión y se lo contó todo
al padre de Marina. El papa quería buscarla para matarla de la rabia que sentía en ese momento, pero decidió
esperar. Al día siguiente encerró a Marina con llave y él mismo se fue al
monte llevando con el su arma para encontrarse con el novio de su hija. Cuando
llego, Jose quedo pasmado y empezó a correr, en ese
momento iniciaron la persecución hasta alcanzarlo y matarlo. A su hija
la casó con un joven de su misma clase y ella
no era feliz. Al tiempo se descubrió que estaba embarazada de
José, su padre la encerrópor los nueve meses, y cuando dio a luz,
se llevó a la niña y la abandonó en el monte. La niña
murió y poco después, la madre también murió de
tristeza. Pasado un tiempo, el padre lo había
olvidado todo, por el hecho que era como
un maniquí sin sentimientos y sin corazón.
Hasta que una noche,
sobre las 12 de la madrugada, se despertó sobresaltado. Empezó a
oír llantos y una fuerte tormenta que caía esa noche, llantos de
un bebé recién nacido en su ventana alcanzaba a ver como se reflejaba la
imagen de aquel angel que le arrebato la vida,…
Oía a su nieta llorando. Pensó
que era su imaginación y decidió no darle importancia, Pero a la
noche siguiente, a la misma hora, volvió a despertarse en la misma
situación.
El padre de Marina creía que se estaba
volviendo loco, o también pensó que era un
castigo que dios le mandaba por el pecado que había cometido y
decidió ir a un médico. Pero no le
sirvió de nada. Todas las noches, a las 12, oía al
fantasma de su nieta llorando, cada vez mas, y pasado un tiempo
comenzó también a escuchar gritos que venían del calabozo,
gritos que parecían los de su hija, cuando la encerró…Desesperado,
acudió a un profesional en fantasmas y espíritus, quien le dijo
que en su casa vivían el espíritu de su hija y de su nieta. -
Estuvo muy mal lo que hizo. Ahora vivira atormentado
por estos espíritus. Yo que usted trataría de averiguar
qué es lo que quieren- le dijo el hombre muy seguro. Así pues,
esa misma noche, como
todas, el padre de Marina se despertó a las 12, oyendo los gritos de su
hija y los llantos de su nieta. Decidido, se levantó,
se vistió rapidamente y se dirigió hacia el monte.
Allí, se puso de rodillas y dijo: - Por favor, ¿qué
quieres? ¡¡Déjame tranquilo por favor!! Suplicaba
desesperado el padre de Marina, sollozaba, queriendo que los fantasmas lo
dejaran en paz. Después de decir eso, de
repente, apareció la imagen de su hija, la de su amor y la de la hija de
ambos, en el suelo, con el cuerpo hecho un hielo. Al
ver la aparición, el padre de Marina se dio una fuerte caída por
el gran susto que le causo verlos, pegandose un
tiro en la cabeza, pero nunca apareció su cadaver. Se dice que su
hija quería que pagara por lo que le había hecho y que los
espíritus se llevaron su alma.
FIN.
Los últimos supervivientes de la batalla, unos 50.000, se refugiaron en
el templo de Eshmún (Esculapio para los
romanos),
situado en Birsa, junto a su necrópolis sagrada. Allí, la mayor
parte de los púnicos rogaron a Escipión que tuviera clemencia con
ellos, incluso Asdrúbal, quien había logrado escapar tras la
destrucción de su ejército y dirigía la defensa de la
ciudad.
Escipión prometió respetarles la vida.
Sólo quedaron en el templo los desertores romanos (cerca de un millar)
sabiendo que serían ejecutados, se suicidaron, y también la mujer
de Asdrúbal, que vestida con una túnica de gala, insultó a
su marido y a los romanos diciendo 'vosotros, que nos habéis
destruido a fuego, a fuego también seréis destruidos' y se
lanzó a las llamas del fuego (hay versiones que dicen que
acuchilló a sus hijos y los lanzó consigo al fuego).
Los desertores también se sacrificaron en la misma pira.
Una vez esto ocurrió, el flematico Escipión Emiliano
comenzó a llorar, y gritó en griego una frase de la Ilíada
(libro IV) 'Llegara
un día en que
Ilión, la ciudad santa, perecera, en que pereceran
Príamo y su pueblo, habil en el manejo de la lanza'. Cuando
el historiador griego Polibio le pregunto por qué había recitado
aquellos versos el general romano le contesto 'Temo que algún
día alguien habra decitarlos viendo arder Roma'
Destrucción de la ciudad
Ruinas de Cartago.
Los supervivientes fueron todos reducidos a la esclavitud y
la ciudad fue totalmente saqueada tras su toma; sin embargo, la mayor parte se
conservaba aún en pie. Después de la caída de
Cartago se presentó en el sitio una comisión
del Senado romano
para decidir qué se haría con ella. Según los indicios, el
mismo Escipión Emiliano y algunos senadores eran partidarios de que la
ciudad se conservase, pero la mayor parte de la comisión se puso de
parte de la opinión de que fuese destruida, seguramente aún bajo
la influencia de los deseos del ya fallecido Catón. Por tanto, la
historia oficial afirma Escipión ordenó a las legiones destruir
totalmente la ciudad hasta los cimientos e hizo que
un
arado marcara surcos sobre él durante 17 días y sembrado con sal,
para que nada volviera a crecer allí, aunque no hay constancia de que se
llegara a arrojar sal realmente.
Las demas ciudades
del norte de Africa que
apoyaron a Cartago en todo momento corrieron la misma suerte. Las que se
rindieron desde el comienzo de la guerra,
como Útica, fueron
declaradas libres y conservaron sus territorios. Las
antiguas
posesiones de Cartago constituyeron la nueva provincia romana de Africa,
descontando algunos territorios entregados a los hijos de Masinisa
como premio por su ayuda
a Roma durante la guerra.