Selección de textos sobre Las meninas
Las meninas como
una representación de una representación
“Velazquez, según Manet «le peintre des
peintres», creó su obra mas famosa con «Las
Meninas» (1656). Ya en el siglo XVII Luca Giordano la definió como «la
teología de la pintura». La literatura en torno a esta obra es por
ello copiosísima: «Las Meninas» se pintó para
plantear el problema de la interpretación. El esfuerzo exigido al
observador va mas alla del
desciframiento tradicional de una alegoría: la propia
representación artística se le ofrece como problema. Se ha afirmado de este cuadro
que el tema central es la representación pictórica como tal. En cuanto
«representación de una representación» pone en
entredicho el sentido mismo de la interpretación. Como le ocurre al veloz Aquiles, incapaz de
alcanzar a la tortuga, la interpretación es aquí una empresa
perpetua, sin posible final”.
V. I. Stoichita: “Imago regis: teoría del arte y retrato real en Las meninas de
Velazquez”.
La perspectiva de Las meninas
La perspectiva de «Las Meninas» es ortodoxa, y lo es
brillantemente. La figura desarrolla la estructura interna del cuadro. «Las en lo Meninas»
que con esta cierta
proyectada
vaguedad se denomina «perspectiva recta» o «monofocal».
En una
proyección de este tipo, el punto principal es decir, el punto que se
define como situado sobre el mismo eje que el
punto de proyección y perpendicular auna línea trazada desde ese
punto al plano
pictórico, es también el punto de convergencia, o foco, de las
ortogonales. Ortogonales son las líneas en el cuadro que creemos
paralelas entre sí y perpendiculares al plano pictórico. Se representan
convergiendo en un punto, denominado, «punto de fuga». En otras palabras,
el punto de fuga para las ortogonales de «Las Meninas» es
también el punto principal del
cuadro. Así pues, las ortogonales x-x1 Y-y1 y Z-z1 cuando se prolongan,
se ven converger en el punto Pi Y, por definición, o, si preferimos algo
de mas 1
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autoridad, por las leyes de la proyección geométrica, el centro
de proyección —el punto de vista— esta directamente
enfrente de ese punto de convergencia- «Las Meninas» esta
proyectado desde un punto situado claramente a la derecha del espejo. En otras
palabras, si estuviéramos mirando desde el centro de proyección de «Las
Meninas» a una reconstrucción de la habitación representada
en el cuadro, no nos podríamos ver en el espejo. ¿Qué
veríamos? Nuevamente, la mejor manera de hacerse una idea de cómo
resolver este problema es imaginarnos caminando por esa habitación
reconstruida, tratando de encontrar el sitio desde donde podríamos ver a
alguien colocado en el centro
de proyección. La ley de la reflexión, que por primera vez fue
expresada geométricamente por Euclides en la Catóptrica, conocida
en latín comoEspecularia, afirma que el angulo de
reflexión es igual al angulo de incidencia. Aplicando esta ley al
espacio representado debemos llegar a la conclusión de que la imagen del espejo es un reflejo del retrato doble de Felipe y Mariana que
esta oculto a nuestra visión directa. La biblioteca de
Velazquez contenía al menos cinco textos en los que se
discutían las leyes de la reflexión, incluyendo la Especularia de
Euclides y la Períoptiké o Perspectiva de Vitellio así
como importantes obras sobre perspectiva de Daniele Barbano y Alberto Durero,
entre otros. La biblioteca posiblemente contenía un manuscrito
autógrafo de Leonardo sobre perspectiva citado por el maestro y suegro
de Velazquez, Francisco Pachecho, en su Arte de la pintura. «Las
Meninas» no nos muestra el punto de vista adoptado por el rey o la reina
ausentes: el cuadro no esta proyectado desde un punto directamente
opuesto al espejo. […] ¿Por qué tantos críticos que
han prestado su atención a «Las Meninas» insisten en que
estamos justamente delante del espejo? ¿Por qué han insistido en
que el cuadro esta proyectado desde el punto de vista del rey y la
reina, que estan presentes sólo en renejo, en el fondo de la
habitación? Una respuesta aproximada es que la construcción del
cuadro estimula al espectador a aceptar esta conclusión
únicamente sobre la base de lo que las cosas parecen. El espejo
esta, naturalmente, centrado en el cuadro y es un elemento central
deél; es el punto de fuga el que esta descentrado. […]
Velazquez ha hecho mucho en «Las Meninas» para distraer
nuestro entendimiento de lo que estamos viendo; nos ha proporcionado una serie
de claves que nos encandilan haciéndonos creer que entendemos lo que
estamos viendo, que hemos captado la verdad de su presentación. No
quiero sugerir que haya nada equivocado en la forma en que las figuras y la
habitación se nos presentan. Por el contrario, todo esta en
perfecto orden. No hay nada ilusorio 2
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en la presentación; y sin embargo, de hecho, se crea una ilusión.
Pero esta ilusión no esta en el cuadro, esta en nosotros y
es la ilusión de comprender. […] En el momento en que postulamos
la presencia implícita, externa, del rey y la reina, entramos en el
dominio de la interpretación. Sin embargo, hay casi universal acuerdo en
que el objeto de las miradas de las figuras del cuadro son el rey y la reina,
que estan fuera de la escena pintada como modelos del arte de Velazquez.
Demos esto por seguro. Ademas, parece acorde al sentido común
suponer que el rey y la reina se suponen situados delante del espejo para que
puedan ver su aspecto mientras son pintados. Así pues, podemos
imaginarlos de pie justo a la derecha del lienzo pintado, mirando directamente
al espejo, mientras que el propio cuadro de «Las Meninas»
esta proyectado desde un punto claramente a su derecha y muy
pordetras de ellos. Pero bajo las condiciones que rigen en el cuadro,
¿qué verían ellos desde su punto de vista?
¿Habrían mirado directamente al espejo? La respuesta es no. En
las circunstancias que el cuadro muestra y si suponemos que el rey y la reina
estan enfrente del espejo, la consecuencia de la perspectiva es
sorprendente: el rey y la reina estarían mirando directamente a
Velazquez, cuya figura les taparía la mayor parte del espejo. En
otras palabras, si hiciéramos un plano de la habitación
representada e incluyéramos en él al rey y a la reina, los
veríamos mirando directamente al pintor, que esta de espaldas al
espejo. […] Quiero ahora abordar «Las Meninas» desde los
siguientes supuestos: el cuadro esta calculado para provocar nuestro
asombro - nuestra admiración, como hubieran dicho los escritores
españoles del época - por su misma inmensidad y audacia; es
espectacular, y su espectaculo nos hechiza. Pero cuando empezamos a
pensar en el cuadro partiendo de nuestra primera, aunque equivocada,
interpretación, cuando pensamos sobre el origen del reflejo del rey y la
reina y, quiza, sobre la expectativa de vernos a nosotros mismos
reflejados en el espejo (seguramente un atentado al decoro en la corte de
Felipe y Mariana), nos vemos empujados a reconsiderar la cuestión de la
descripción: la cuestión de qué es lo que el cuadro nos
muestra. Para ello necesitamos, entre otras cosas, analizar la perspectiva
delcuadro. Y esto a su vez nos lleva a la conclusión de que la imagen
del espejo —que es, después de todo, la representación
pictórica de un espejo que refleja una imagen— debe entenderse
como un reflejo del arte de Velazquez y no como una imagen originada en
el mundo natural. Pero ésta es sólo una parte de nuestra
especulación; llamémosla la parte «técnica».
Podemos a continuación determinar otros factores que nos llevan a ver la
imagen del espejo como ejemplar, como una imagen ideal que puede tener
sólo como fuente, o como su original, un ideal o exemplum 3
Selección de textos sobre Las meninas
distinto y definitivo. En otras palabras, consideraciones tanto técnicas
como iconograficas nos llevan a la conclusión del que el cuadro
no depende (como a menudo se ha sugerido) del mundo exterior al plano
pictórico. El cuadro esta completo en sí mismo; aunque
hace gestos hacia el exterior y hacia fuera de sus límites, no necesita
una realidad que lo complete. En realidad señala hacia un mundo que, a
lo sumo, es un reflejo de «Las Meninas». Quiero sugerir,
ademas, que esta estrategia de pasar de la ilusión a la
desilusión (de ver la imagen del espejo como un reflejo del rey y la
reina corpóreos situados fuera del cuadro a entenderla como un reflejo
del doble retrato real escondido de nuestra vista, del fallo de nuestra inicial
e ilusoria interpretación a nuestro consiguiente reconocimiento de la
verdad) era unrecurso fundamental en las obras de los escritores
españoles mas influyentes de la época, muy particularmente
de Baltasar Gracian y Pedro Calderón de la Barca. El efecto de
este analisis es liberar a «Las Meninas» de la tenaza de una
interpretación exclusivamente naturalista. A su vez, el espectador queda
libre para reconocer los valores metafóricos del cuadro, valores que
eran fundamentales en la teoría artística española de su
tiempo. Y la interpretación metafórica, una vez establecida, nos
permite restablecer el nexo entre los elementos de «ilusionismo
barroco» que claramente existen en el cuadro y el importante contenido
moral, ejemplarizante, que con ellos se pretendía abordar. […]En
la literatura del antiguo arte de la política existe un género de
textos escritos por filósofos y hombres de estado como guía para
la educación de príncipes. Este género tuvo su origen en
el texto de Isócrates A Nicocles y se prolongó hasta fines del
Renacimiento. Con pocas excepciones, esos textos son ejemplarizantes y combinan
la instrucción política con la orientación ética y
religiosa. En latín» el nombre mas corriente para este tipo
de textos era speculum principis, en aleman, Furtenspiegel; en
español, espejo de príncipes, y en inglés. the mirror of
the prince. El término «espejo» en los títulos de
estos textos es muy habitual, pero encontramos también
«cristal» o «ideal» o «idea» del
príncipe. Todos estos términos funcionande manera muy parecida:
indican normas ideales de conducta, caracter y pensamiento. Este antiguo
sentido de la «imagen del espejo» ha desaparecido
practicamente de nuestro lenguaje; es la noción de una imagen
especular que es ejemplar, o ideal, un reflejo que puede alcanzarse sólo
mediante el arte y puede ser visto sólo por la visión interior,
un reflejo cuyo origen no es y no puede ser corpóreo. Es también
el reflejo de un ideal artístico, puesto que la figura del
príncipe perfecto o ejemplar es una creación de la
imaginación humana. Entendido de esta manera, el príncipe
reflejado es una persona ideal, íntegra, cuya virtud intelectual, moral
y 4
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política -cuyo caracter, en suma - es modelada por el arte de
acuerdo con la doctrina divina y la sabiduría de los hombres de artes,
letras y gobierno. El espejo del príncipe es el objeto de la
imitación así como su producto: por tanto, el caracter del
creador del ideal esta para siempre implicado en él. El espejo
del príncipe es sólo un tipo mas de una multitud de
manuales morales que florecieron en el Renacimiento. Existe una
profusión de textos que tienen títulos tales como El espejo del
caballero o El espejo del cortesano, libros que eran esenciales en el proceso
de la autoformación. Igualmente, los textos de Gracian son
manuales de autoeducación que proporcionan maximas para la
construcción de la propia personalidadconforme a ideales ejemplares. Esos
libros son ellos mismos obras de arte que dan instrucciones para la
producción de otra obra de arte: la propia persona. Velazquez
poseía un ejemplar de uno de los mas populares e influyentes de
esos libros, // libro del cortegiano de Baltasar de Castiglione, un
dialogo sobre las cualidades del cortesano y la cortesana
«perfectos» y el papel fundamental del cortesano en la
educación del «príncipe» perfecto.
[…]«Las Meninas» han de abordarse progresivamente. El cuadro
es espectacular por su tamaño y su ejecución, pero si el
espectador se para en el encantamiento del espectaculo no lograra
pasar a la pintura. Esto no quiere decir que la forma en que el cuadro se nos
presenta sea un inconveniente, ni ,que sea posible evitar el encantamiento.
Pero entender el cuadro requiere pasar del encantamiento al desencantamiento.
Para comprender el tema del cuadro, compren» de su concepto, el
espectador ha de mirar el cuadro desde la perspectiva de su caracter
ideal. No estoy proponiendo aquí una división apariencia/realidad,
pues sería un error pensar que el cuadro tiene distintos
«niveles». La tarea que Velazquez ha dejado al espectador es
diferente: no tiene que ver con distintas profundidades de significación
en el propio cuadro, sino con el alcance y calidad de la participación e
implicación del espectador en él. La única forma de llegar
a entender el espectaculo es mediante lareflexión: pero al
contemplarlo nos vamos dando cuenta de que el cuadro trata asuntos que no son
evidentes a primera vista. «Las Meninas» incita al espectador a
creer que sólo con lo que se ve inmediatamente en el cuadro basta para
comprenderlo. Pero esta impresión es un espejismo del entendimiento: en
realidad no ha comprendido el cuadro. Al ir entendiendo su compleja e ingeniosa
estructura, el espectador descubre la fuente de la imagen del rey y la reina.
Tras reflexionar sobre esa fuente e identificar el doble significado del
espejo, el espectador se haya en situación de relacionar los elementos
técnicos con los elementos metafóricos: de descubrir cómo
la perfección matematica de su perspectiva, las virtudes
principescas, morales y familiares de los ejemplares soberanos 5
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que el espejo recoge y devuelve, la resplandeciente infanta que esta en
una relación especial con la imagen de sus padres, y todos sus
demas numerosos elementos se combinan en «Las Meninas» en la
punta levantada del pincel de Velazquez. […]Esta
preocupación por volver a mirar, volver a ver, por la reflexión y
la especulación, es una parte esencial del tema de «Las
Meninas». Velazquez se presenta en su obra contemplando a los modelos de
su cuadro, reflexionando sobre algo mas fundamental que sus aspectos:
esta pensando, naturalmente, en cómo deberían ser
representados. Los resultados de sus especulacionesestan reflejados en
el espejo del fondo de la habitación y a su vez se reflejan en cada uno
de los personajes de la habitación, ninguno de los cuales —con la
excepción del pintor- es consciente de la presencia ideal que desde
detras de ellos gobierna la composición y sus vidas, aunque son
plenamente conscientes de las personas del rey y la reina delante de ellos.
Pero aunque las personas de la habitación se volvieran y miraran al
espejo, no podrían ver la imagen ejemplar que «Las Meninas»
nos regala a nosotros. Velazquez se da perfecta cuenta de que el
Velazquez representado sabe cual es la imagen del espejo - aunque
lo tiene a su espalda— y sabe también que si se volviera y mirara
al espejo, él no podría ver lo que nosotros vemos en el espejo:
él se vería a sí mismo. Lo que vemos nos es revelado
exclusivamente a través del arte de Velazquez. Lo que vemos es el
ideal que gobierna a esta princesa y a esos miembros de las casas del rey y de
la reina.
Joel Snyder, “Las Meninas y el espejo del príncipe”.
La relación entre la imagen de los reyes y el pintor representado
Debemos a Antonio Palomino (1724) la descripción mas completa de
«Las Meninas». Aparte de ofrecer una identificación
plausible de las personas representadas, hace una serie de observaciones que
merecen resaltarse aquí de nuevo. El cuadro se define como un retrato de
la infanta Margarita en el círculo de sus damas de
compañía. Con esta escenacentral inicia el biógrafo su
descripción, para pasar luego a la parte derecha superior del cuadro,
que llama «el principal término». Aquí tenemos, por
tanto, el umbral por el que el observador entra en el cuadro. Describe al perro
que encontramos en este punto como una «figura obscura y
principal», circunloquio que se pliega a interpretaciones tanto formales
como simbólicas. Palomino se vuelve entonces brevemente a las dos
figuras situadas en la franja central 6
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derecha, antes de pasar al extremo izquierdo («el otro lado»),
donde trabaja el pintor. Al citar dos obras; una de Fidias, y la otra de
Tiziano, como precursoras de la autorrepresentación de Velazquez,
trata Palomino de justificar la presencia simultanea de la infanta y el
artista. Sólo gracias a su presencia tiene garantizada Velazquez
la inmortalidad. Este particular matiz del comentario de Palomino es
importante. Apartandose de las clasicas laudationes, no dice que
el príncipe sea inmortalizado gracias a la maestría del
pintor» sino que la presencia de una personalidad mas alta
confiere inmortalidad al artista. […]Palomino pasa entonces a referirse a
la original reproducción del lienzo. Al ser visible únicamente
desde detras» el cuadro en ciernes se hurta a la mirada. Y, sin
embargo, cree que de algún modo le es revelado al observador mediante el
espejo en la pared posterior de la estancia, quereflejaría esa obra, un
retrato doble de Felipe IV y de Mariana de Austria. A pesar de lo
específico de las observaciones de Palomino (considera que el espejo se
encuentra delante del cuadro, «frontero al Quadro»), algunos
intérpretes modernos han aducido una y otra vez este pasaje como prueba
de que lo que refleja es la pareja de monarcas, cuyo lugar, deducen,
ocuparía el actual observador. A pesar de algunas incongruencias sin
resolver, los estudios mas recientes sobre la perspectiva del cuadro han
resuelto las ambigüedades que pudieran sugerir las palabras de Palomino.
Tras citar a los principales personajes, el biógrafo se refiere al lugar
de la acción. La sala que representa se denomina el «Quarto del
Príncipe», y sirvió a Baltasar Carlos como apartement hasta
su muerte (1646). Sigue la enumeración de los cuadros expuestos en esta
estancia (descrita como una galería), tras lo cual el comentador se
demora en la perspectiva del cuadro: ésta se configura, según
él, de modo que el observador tiene la impresión de poder
penetrar y deambular por el espacio pictórico. Por último
menciona la puerta abierta en la pared del fondo de la sala, donde aparece la
silueta de José Nieto. Y así, con la «salida» del
cuadro, concluye la descripción que comenzó con el perro junto al
umbral”.
V. I. Stoichita: “Imago regis: teoría del arte y retrato real en
Las meninas de Velazquez”.
La relación entre Las meninas y otros cuadrosCon el fin de desvelar el
trasfondo teórico de Velazquez, Palomino elabora una larga lista
de autores de los cuales, aparentemente, el autor extrajo todo aquello que
pudiera servir a su obra «con el cuidado de una abeja». La
metafora de la abeja, viejo topos de la vida de artistas y 7
Selección de textos sobre Las meninas
eruditos, puede entenderse en este caso también como indicio de la
complejidad de los estímulos visuales que recibiera Velazquez.
Como «pintor de camara» y, mas tarde, como
«aposentador del rey», recaían en el artista dos tareas:
primero, lo que podría describirse como el cuidado de la «imagen
pública» del rey y, ademas, la administración de la
colección de arte real. Así, el principal motivo de sus dos
viajes a Italia (1629-1639 y 1649-1651) fue la compra de obras de arte. Por
ello no debe sorprender que Velazquez se dejara influir en casi todos
sus cuadros por un sinnúmero de modelos. Tal relación de
estímulos artísticos no es inusual en la época. En
España fue fundamentalmente Pacheco el difusor de dicho procedimiento.
Sostiene la opinión de que todo depende de que el pintor sea capaz de
componer, a partir de todas esas obras y maestros, «un buen todo».
Mediante su «ingenio» ha de ocultar y hacer irreconocibles tales
sugerencias. Tanto mayor sera el mérito del artista que sepa
unificar e interpretar de la mejor forma a sus modelos («acomodar y
reducir»). También Palomino defiendeesta costumbre
académica, que constituye el signo característico de una cultura
artística que se enquista: no ha de equipararse la acumulación de
citas con el «robo» de ideas», sino con su
interpretación («tomar ocasión»), ya que, cuando el
artista da muestras de verdadero talento, el resultado no tendra nada en
común con los modelos. En este» contexto ha de verse la actitud de
Velazquez frente a las sugerencias pictóricas. La
composición de «Las Meninas» utiliza motivos e ideas
pictóricos muy diversos. El mas importante es probablemente
«El Matrimonio Arnolfini», en poder de los Habsburgo a comienzos
del siglo XVI y que ya en 1555 se exhibía en la colección real de
Madrid. El cuadro de Van Eyck es un incunable de la representación del
pintor in abisso. No esta directamente presente en el cuadro, sino que
aparece en el fondo de éste mediante el reflejo del espejo convexo, que
reproduce a escala reducida el espacio pictórico y su
prolongación en el espacio real donde se sitúa el observador.
Como en Velazquez, el espejo introduce a personas que se encuentran
fuera del recuadro pintado, pero estas dos figuras son el propio pintor y otro
acompañante en calidad de testigos de boda. Por el contrario,
Velazquez aparece dentro del campo pictórico mientras que el
espejo muestra a la familia real y, concretamente, esto hay que subrayarlo una
vez mas, no en su apariencia real, sino en la del cuadro que los representa.
Lasdivergencias en la concepción del cuadro no se derivan
únicamente de una constelación distinta de espacio reproducido
espejo, modelo y pintor, sino también de una noción diversa del
reflejo. El espejo convexo de Van Eyck constituye un microcosmos que
aúna, reducidos, el 8
Selección de textos sobre Las meninas
espacio real y el pintado. Su marco, decorado con diez escenas de la
Pasión, le confiere un caracter sagrado y lo transforma en un
speculum passionis. Sirve a Van Eyck, por una parte, como una especie de
«firma grafica» y, por otra, como el lugar en el que el
acontecimiento retratado es elevado a un rango simbólico. El espejo de
Velazquez, liso y cuadrado, ocupa en el cuadro un lugar tan
señalado como el de Van Eyck, pero desempeña otra función.
Se convierte en parte de un juego con formas parecidas: los cuadros que cuelgan
de las paredes, el lienzo esbozado, cuyas figuras refleja; las ventanas, en
particular la trasera, la única iluminada; el marco de la puerta de la
pared posterior de la sala; y finalmente el propio contorno del cuadro. El
espacio de ese espejo carece de tridimensionalidad y su ausencia viene
subrayada precisamente por la destacada alineación perspectiva que
culmina en la puerta que se abre junto a él. Su lisa superficie hurta todo
volumen a las figuras del rey y la reina.
V. I. Stoichita: “Imago regis: teoría del arte y retrato real en
Las meninas de Velazquez”.
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