Prólogo
Esta antología de poemas sobre Rubén Darío busca dar importancia al trabajo de este
artista hispanoamericano que vivió en la segunda mitad del siglo XIX.
Este escritor nicaragüense nacido en 1867. Su verdadero nombre era Félix Rubén García
Sarmiento. Cuando era empleado
de la Biblioteca Municipal de Managua, publicó su primera obra llamada
“Epístolas” y “Poemas”. Ya viviendo en Chile, publicó
“Abrojos”, “Rimas”
y “Azul”. Su impactante
obra dio lugar al movimiento poético del modernismo
que significó una revolución en el lenguaje y el estilo poético. Al final de su vida se retiro a un monasterio. Autor
de “Cantos de vida y esperanza” y muchas obras mas.
Es importante preservar en nuestra cultura obras maestras como estas, tenemos que pasarlas de generaciónen generación
para que no se pierdan ni sean
olvidadas, como Rubén Darío ha habido pocos, conservemos sus pensamientos.
Esta antología presenta algunos de los tantos poemas
de este maravilloso
autor.
Y por último, un agradecimiento para todos aquellos
que participaron en la elaboración de este trabajo.
Verano El 13 de junio nebel volvió a Concordia, y
aunque él sabía que Lidia estaba allí, pasó una
semana sin inquietarse. El primer domingo,
luego de salir de misa, nebel esperó en la esquina a que saliera Lidia y
su madre. Pero Lidia y su madre pasaron con la mirada fija y
fría mirando delante. Un amigo de nebel le dijo a nebel que ya no se
acordaba de él, pero nebel le respondió: ¡No Mucho Pero al llegar a su casa, Nebel,
lloró a sí mismo su desgracia. Luego de un tiempo corto
pensó:¿Quiza no me vio? Entonces levantó la cabeza y su rostro se llenó de
animo.
A las tres de la tarde fue a casa del doctor Arrizabalaga con una
idea en mente, diría cualquier excusa con tal de ver a Lidia de nuevo. Cuando sonó el timbre lo atendió la madre y lo hizo
entrar. Se pusieron a hablar y entonces entró
Lidia en la sala. En ese momento la madre de
Lidia le preguntó si podía ir todos lo lunes y él le
pidió de ir también lo viernes, la madre aceptó. Mientras
Lidia y Nebel no podían dejar de mirarse y volvieron a
estar juntos.
Durante dos meses, Nebel y Lidia, se adoraron y cada momento que se separaban
el uno del
otro se extrañaban. Nebel dejando de lado su estudio, su carrera y todas
las demas cosas, en lo único que pensaba era en casarse con Lidia
y ser feliz.
Cuando Nebel le contó a su padre lo que tenía
en mente su padre lo reprochó totalmente y se opuso a la boda. Y
le preguntó un montón de cosas que
ofendían el honor de la familia de Lidia: ¿Quién es ella? ¿De qué vive? ¿Conoces a alguien que conozca bien la vida de tu novia?
¿Sabes que la madre de Lidia ha sido la querida del doctor
Arrizabalaga? ¿Quién sostiene la casa de Montevideo
Él averiguó que efectivamente la madre de Lidia había sido
la amante del
doctor Arrizabalaga, mientras vivía su marido. Y
también que el doctor mantenía la casa comoagradecimiento a su ex
amante.
La madre de Lidia abusaba de la morfina por angustiosa necesidad y por
elegancia. Tenía treinta y siete años; Vestía como
la hija, lo que era su arma de seducción. Cada vez que
tomaba morfina sus ojos se empañaban.
Nebel insistía casa vez mas con el matrimonio. Sólo
faltaba el consentimiento del padre, la madre de Lidia
apreciaba éste detalle.
Un día Nebel se levantó y fijó para
el 18 de octubre el casamiento. Faltaba mas de un
mes, pero la madre de Lidia le dio a entender que quería la presencia del padre de Nebel en la
boda. Nebel le contestó que iba a ser difícil y
luego cuando fue al día siguiente le dijo a la madre de Lidia que a su
padre le iba a ser imposible asistir. Entonces la madre de Lidia le hizo
casi los mismos reproches que su padre: ¿De donde ha sacado su fortuna, robandole a sus clientes? ¿Cuantas
paredes tenía que saltar para ir a dormir con su mujer, antes de
casarse?
Nebel vivió cuatro días en la mas honda
desesperación. Al quinto día, al anochecer, recibió una
carta
“Octavio: Lidia esta bastante enferma y sólo su presencia
podría calmarla.
María S. De Arrizabalaga”
Esa misma noche fue a ver a L
Alaba los ojos negros
de Julia
¿Eva era rubia? No. Con negros ojos
vio la manzana del jardín:
con labios
rojos probó su miel; con labios
rojos
que saben hoy mas ciencia que los
sabios.
Venus tuvo el azur
en sus pupilas,
pero su hijo
no. Negros y fieros,
encienden a las tórtolas tranquilas
los dos ojos de Eros.
Los ojos de las reinas fabulosas,
de las reinas magníficas y fuertes,
tenían las pupilas tenebrosas
que daban los amores [continua]