LA SAGA
Y pensar que después de mas de 3500 años aún se
sigue disputando el plato de lentejas que negociaron
Esaú y Jacob. Aunque esta es la punta de la historia
debemos remontarnos hasta el comienzo de la misma, cuando Abraham abuelo de los
dos personajes de nuestra historia, abandonó su tierra natal para
instalarse en otras tierras.
Después de mucho rogar por diferentes lugares, Abraham se instaló
en las tierras del
rey Abimelet con quien disputó una extrema confrontación por
estar de mamullara. Abraham hizo pasar a Saray su esposa como la hermana y
aunque esto no era mentira porque realmente eran medio hermanos pero
también esposos. Abimelet se sorprendió de la belleza de Saray y
la llevó a su palacio con la intención agregarla a su
botín; pero cosa extraña, Dios que es muy celoso y cuida a sus
protegidas hasta los mas mínimos detalles; le habló al rey
en sueños para que le devolviera la esposa a su huésped, temeroso
el monarca, devolvió la mujer cargada de presentes a su esposo.
Siguió morando Abraham por aquellos lares sin
que Saray le diera descendencia, esto tenía al profeta muy desconsolado,
quien solo pasaba rindiendo ofrendas al creador para que abriera el vientre de
su esposa. Al fin sus ruegos fueron escuchados y nació
Isaac paradicha y alegría de Abraham.
Con el tiempo el padre envió a su siervo mas fiel a conseguir
esposa a su adorado primogénito a la tierra de sus mayores; el fiel
servidor trajo consigo a Rebeca, sobrina de Abraham y de Saray y prima de Isaac
y procedió a hacerla su esposa.
Isaac estaba morando en la tierra de Abimelet, rey de los
filisteos e igual que padre, tuvo temor que lo mataran a causa de su esposa.
A raíz de la primera experiencia, el rey desconfiaba de aquellas
forasteros que aparecían con esposas hermosas y personalmente se puso a
expiarlo hasta sorprenderlo retozando con su esposa y de inmediato lo
increpó por la falsedad del parentesco entre ellos. A
pesar de todo siguió morando en aquella tierra. Rebeca no lograba
quedar encinta, situación rara en aquella familia, puesto que Saray
había sufrido del mismo mal. Por fin,
después de muchos ruegos, ofrendas, alabanzas, sacrificios, ayunos,
abstinencias, banquetes y hasta desenfrenos, Dios escuchó los ruegos de
los esposos y los premió concediéndole unos gemelos, los cuales
eran Esaú y Jacob. Según reza en la historia,
estos ya peleaban desde el vientre de su madre y después de nacer, la
rivalidad se acentuó mas, gracias a la mediación de sus
padres, pues cada uno tomó preferencia. Isaacpor
el mayor y Rebeca por el menor. Esta rivalidad que se ha mantenido en el
tiempo a través de la descendencia, de este par
de hermanos al grado de aún hoy seguirse disputando el plato de lentejas
que un día lejano negociaron nuestros personajes.
Negociada la promogenitura, Rebeca aconsejó al joven
Jacob partir a la tierra de sus mayores para salvarlo de la furia de
Esaú, venciendo cantidad de peripecias, Jacob llegó a casa de su
tío Laban. Antes de llegar a su destino, Jacob
fue inspirado por Dios para conocer su destino y agradecido le prometió
al creador, pagarle el 10% de lo que consiguiera. Desde
aquel momento quedaron instituidos los diezmos.
El encuentro con la familia de su madre no fue tan cordial que digamos, por no haber llegado con presentes, el tío lo puso a
trabajar cuidando los rebaños. Con los días
Jacob se enamoró de Raquel, la hija menor de Laban, y la pidió
por esposa. Laban aceptó con gusto, pero el
día de la boda no entregó la bella Raquel, si no que se
apareció con la feota de Lía, la hija mayor, quien por cierto ya
estaba entrada en añitos y no había podido pescar marido.
Con promesas y cuentos y mucha astucia Laban convenció a Jacob de tomar
por esposa a Lía y prometió darle también a Raquel. En el
fondo Laban esperabacasar a su hija menor con mejor pretendiente, pero pasado
el tiempo y al no lograrlo terminó dandosela a Jacob. Este quien
vivia prendado de la belleza de la joven recibió con regocijo la
decisión de su tío. Lía, la primera esposa de Jacob le
daba hijos a este, mientras que Rebeca, cosa extraña, salió como
su tía y su abuela estéril, parecía como si la naturaleza
se negara a producir una descendencia que estaba destinada a tomar los haberes
por la fuerza y el ingenio. De nuevo Dios tendió su
mano y ya casi con la menopausia, le abrió el vientre a Raquel y para
gozo de Jacob, esta quedó encinta y nació el preferido y anhelado
hijo de la mujer amada. José le pusieron por
nombre y fue el vastago número once de Jacob, quien al ser procreado con
la ayuda de Dios, el padre le tomó preferencia.
Aprovechando la ganga que le había concedido
Dios, Raquel se embarazó de nuevo para su mal. A la
hora de nacer el niño, el parto se complicó y teniéndolo
Raquel expiró.
Dios le cambió el nombre a Jacob, llamandolo Israel, prometiéndole ser la cabeza de un gran reino; Jacob no llegó conocer dicho reino
pero su descendencia amparada en la promesa del creador, ha tomado a su haber y de
manera poco ortodoxa todo, lo que por mandato divino les pertenece.
FIN