EL PROBLEMA DEL INDIO
SU NUEVO PLANTEAMIENTO
Problema indigena - economico-social
La crítica socialista lo descubre y esclarece
La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene
sus raíces en el régimen de propiedad de la tierra.
El 'gamonalismo' invalida inevitablemente toda ley
u ordenanza de protección indígena. El hacendado, el
latifundista, es un señor feudal. Contra su autoridad, sufragada por el ambiente y el habito,
es impotente la ley escrita. El trabajo gratuito
esta prohibido por la ley y, sin embargo, el trabajo gratuito, y aun el
trabajo forzado, sobreviven en el latifundio. El juez,
el subprefecto, el comisario, el maestro, el recaudador, estan
enfeudados a la gran propiedad. La ley no puede prevalecer contra los
gamonales. El funcionario que se obsti-nase en imponerla, sería
abandonado y sacrificado por el poder central, cerca del cual son siempre
omnipotentes las influencias del gamonalismo, que actúan directamente o
a través del parlamento, por una y otra vía con la misma
eficacia.
El nuevo examen del
problema indígena, por esto, se preocupa mucho menos de los lineamientos
de una legislación tutelar que de las consecuencias del régimen de propiedad agraria. El
estudio del
Dr. José A. Encinas (Contribución a una legislación
tutelar indígena) inicia en 1918 esta tendencia, que de entonces a hoy
no ha cesado de acentuarse (2). Pero, por el caracter mismo de su
trabajo, el Dr. Encinas no podíaformular en él un
programa económico-social. Sus proposiciones, dirigidas a la tutela de
la propiedad indígena, tenían que limitarse a este
objetivo jurídico. Esbozando las bases del Home Stead indígena, el Dr. Encinas
recomienda la distribución de tierras del Estado y de la Iglesia. No menciona
absolutamente la expropiación de los gamonales latifundistas. Pero su
tesis se distingue por una reiterada acusación de los efectos del latifundismo, que sale
inapelablemente condenado de esta requisitoria (3), que en cierto modo preludia
la actual crítica económico-social de la cuestión del indio.
Esta crítica repudia y descalifica las diversas tesis que consideran la
cuestión con uno u otro de los siguientes criterios unilaterales y
exclusivos: administrativo, jurídico, étnico, moral, educacional,
eclesiastico.
La derrota mas antigua y evidente es, sin duda,
la de los que reducen la protección de los indígenas a un asunto
de ordinaria administración. Desde los tiempos de la
legislación colonial española, las ordenanzas sabias y prolijas,
elaboradas después de concienzudas encuestas, se revelan totalmente
infructuosas. La fecundidad de la República, desde las jornadas
de la Independencia, en decretos, leyes y providencias encaminadas a amparar a
los indios contra la exacción y el abuso, no es de las menos
considerables. El gamonal de hoy, como el 'encomendero' de
ayer, tiene sin embargo muy poco que temer de la teoríaadministrativa. Sabe que la practica es distinta.
El caracter individualista de la legislación de
la República ha favorecido, incuestionablemente, la absorción de
la propiedad indígena por el latifundismo. La situación del indio, a este respecto, estaba contemplada
con mayor realismo por la legislación española. Pero la reforma
jurídica no tiene mas valor practico que la reforma
administrativa, frente a un feudalismo intacto en su
estructura económica. La apropiación de la mayor parte de la
propiedad comunal e individual indígena esta ya cumplida. La
experiencia de todos los países que han salido
de su evo feudal, nos demuestra, por otra parte, que sin la disolución del feudo no ha podido
funcionar, en ninguna parte, un derecho liberal.
La suposición de que el problema indígena es un
problema étnico, se nutre del
mas envejecido repertorio de ideas imperialistas. El
concepto de las razas inferiores sirvió al Occidente blanco para su obra
de expansión y conquista. Esperar la emancipación
indígena de un activo cruzamiento de la raza
aborigen con inmigrantes blancos es una ingenuidad antisociológica,
concebible sólo en la mente rudimentaria de un importador de carneros
merinos. Los pueblos asiaticos, a los cuales no es inferior en un apice el pueblo indio, han asimilado admirablemente la
cultura occidental, en lo que tiene de mas dinamico y creador,
sin transfusiones de sangre europea. La degeneración del indio
peruano es una baratainvención de los leguleyos de la mesa feudal.
La tendencia a considerar el problema indígena como un problema moral,
encarna una concepción liberal, humanitaria, ochocentista, iluminista,
que en el orden político de Occidente anima y motiva las 'ligas de
los Derechos del Hombre'. Las conferencias y sociedades antiesclavistas,
que en Europa han denunciado mas o menos
infructuosamente los crímenes de los colonizadores, nacen de esta
tendencia, que ha confiado siempre con exceso en sus llamamientos al sentido
moral de la civilización. Gonzalez Prada no se encontraba exento
de su esperanza cuando escribía que la
'condición del
indígena puede mejorar de dos maneras: o el corazón de los
opresores se conduele al extremo de reco-nocer el derecho de los oprimidos, o
el animo de los oprimidos adquiere la virilidad suficiente para
escarmentar a los opresores' (4). La Asociación Pro-Indígena
(1909-1917) representó, ante todo, la misma esperanza,
aunque su verdadera eficacia estuviera en los fines concretos e inmediatos de
defensa del indio que le asignaron sus directores,
orientación que debe mucho, seguramente, al idealismo practico,
característicamente sajón, de Dora Mayer (5). El
experimento esta ampliamente cumplido, en el Perú y en el mundo.
La prédica humanitaria no ha detenido ni
embarazado en Europa el imperialismo ni ha bonificado sus métodos. La
lucha contra el imperialismo, no confía ya sino en la solidaridad y en
lafuerza de los movimientos de emancipación de las masas coloniales.
Este concepto preside en la Europa contemporanea una acción
antiimperialista, a la cual se adhieren espíritus liberales como
Albert Einstein y Romain Rolland, y que por tanto no puede ser considerada de
exclusivo caracter socialista.
En el terreno de la razón y la moral, se situaba hace
siglos, con mayor energía, o al menos mayor autoridad, la acción
religiosa. Esta cruzada no obtuvo, sin embargo, sino
leyes y providencias muy sabiamente inspiradas. La suerte de los indios
no varió sustancialmente. Gonzalez Prada, que como sabemos no
consideraba estas cosas con criterio propia o sectariamente socialista, busca
la explicación de este fracaso en la entraña económica de
la cuestión: 'No podía suceder de otro modo: oficialmente se
ordenaba la explotación del vencido y se pedía humanidad y
justicia a los ejecutores de la explotación; se pretendía que
humanamente se cometiera iniquidades o equitativamente se consumaran
injusticias. Para extirpar los abusos, habría sido necesario abolir los
repartimientos y las mitas, en dos palabras, cambiar todo el régimen
Colonial. Sin las faenas del
indio americano se habrían vaciado las
arcas del
tesoro español' (6). Mas evidentes
posibilidades de éxito que la prédica liberal tenía, con
todo, la prédica religiosa. Ésta apelaba al exaltado y
operante catolicismo español mientras aquélla intentaba hacerse
escuchar del
exiguo yformal liberalismo criollo.
Pero hoy la esperanza en una solución
eclesiastica es indiscutiblemente la mas rezagada y
antihistórica de todas. Quienes la representan no se preocupan siquiera,
como sus distantes -¡tan distantes maestros, de obtener una nueva declaración de los
derechos del indio,
con adecuadas autoridades y ordenanzas, sino de encargar al misionero la
función de mediar entre el indio
y el gamonal (7). La obra que la Iglesia no pudo realizar en un
orden medioeval, cuando su capacidad espiritual e intelectual podía
medirse por frailes como
el padre de Las Casas, ¿con qué elementos contaría para
prosperar ahora? Las misiones adventistas, bajo este
aspecto, han ganado la delantera al clero católico, cuyos claustros
convocan cada día menor suma de vocaciones de evangelización.
El concepto de que el problema del
indio es un
problema de educación, no aparece sufragado ni aun por un criterio estricta
y autónomamente pedagógico. La pedagogía tiene hoy
mas en cuenta que nunca los factores sociales y económicos. El pedagogo moderno sabe perfectamente que la educación no
es una mera cuestión de escuela y métodos didacticos.
El medio económico social condiciona inexorablemente la labor del
maestro. El gamonalismo es funda-mentalmente adverso a la educación del indio:
su subsistencia tiene en el mantenimiento de la ignorancia del
indio el mismo
interés que en el cultivo de su alcoholismo (8). La escuela moderna -en
elsupuesto de que, dentro de las circunstancias vigentes, fuera posible
multiplicarla en proporción a la población escolar campesina- es
incompatible con el latifundio feudal. La mecanica de la servidumbre,
anularía totalmente la acción de la escuela, si esta misma, por
un milagro inconcebible dentro de la realidad social, consiguiera conservar, en
la atmósfera del feudo, su pura misión pedagógica. La
mas eficiente y grandiosa enseñanza normal no podría
operar estos milagros. La escuela y el maestro
estan irremisiblemente condenados a desnaturalizarse bajo la
presión del
ambiente feudal, inconciliable con la mas elemental concepción
progresista o evolucio-nista de las cosas. Cuando se comprende a medias esta verdad, se descubre la fórmula salvadora
en los internados indígenas. Mas la
insuficiencia clamorosa de esta fórmula se muestra en toda su evidencia,
apenas se reflexiona en el insignificante porcentaje de la población
escolar indígena que resulta posible alojar en estas escuelas.
La solución pedagógica, propugnada por muchos con perfecta buena fe, esta ya hasta oficialmente descartada. Los educacionistas son, repito, los que menos pueden pensar en
independizarla de la realidad económico-social. No existe, pues,
en la actualidad, sino como una sugestión vaga e
informe, de la que ningún cuerpo y ninguna doctrina se hace responsable.
El nuevo planteamiento consiste en buscar el problema
indígena en el problema de la tierra.