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Índice
1 Introducción: tras los pasos de Albión
2 Los países seguidores
2.1 Bélgica, el primer seguidor
2.2 Francia, la excepción a las reglas
2.3 Alemania: un largo proceso de industrialización
2.4 La industrialización temprana fuera de Europa: Estados Unidos
3 Los atrasados en la industrialización
3.1 La periferia europea
3.2 El crecimiento económico en Rusia durante el siglo XIX
3.3 El atraso español
3.4 El pionero asiático: Japón
4 La industrialización y el triunfo del librecambio. La supremacía británica
5 El mundo tras la industrialización
4. Contenidos del tema
1. Introducción. Tras los pasos de Albión
Durante muchos años, los estudios sobre la difusión de la industrialización se han dedicado a analizar las condiciones o requisitos previos
(dotación de recursos, transformaciones agrarias, innovaciones
científico-técnicas, institucionales, financieras, etc.) que debían cumplirse
en cada país para alcanzar el estadio como
nación industrial. Estas condiciones estaban relacionadas con los estadios que
todo país, siguiendo el modelo británico, debía ir superando para lograr el
despegue, o take-off, que llevaba al crecimiento sostenido, según la expresión
de W. Rostow. Sin embargo, esta visión resultó doblemente fallida: no
funcionaba para explicar los procesos de industrialización en los distintos
países, y tampoco servía para extraer recetas para los países en desarrollo de
nuestro tiempo.
Si en el capítulo anterior vimos cómo la Revolución industrial nació en Gran
Bretaña, en ésteanalizaremos como los cambios llegaron a
algunos países europeos, Estados Unidos y Japón. Por
evidentes razones de espacio no se estudian todos los casos. Sólo los de aquellos países más importantes o más significativos por
una u otra causa.
Conviene recordar la distinción entre:
• revolución industrial: como fenómeno único,
que se dio en ciertas zonas de Gran Bretaña a partir del siglo XVIII, de paso a una economía
basada en combustibles fósiles y las máquinas.
• Industrialización: como
proceso de difusión de estas innovaciones a otras regiones o países, a través
de la imitación/adaptación, que resultan en cambios estructurales del mismo tipo que en
Gran Bretaña.
En este sentido, parece claro que los “imitadores” de la revolución industrial
británica podrían tener algunas ventajas, empezando por la posibilidad de
importar las máquinas e innovaciones, aprovechar la cualificación de sus
técnicos pero también aprender de sus errores. Alexander Gerschenkron
desarrolló una interpretación sobre la industrialización tardía que señalaba
que el atraso económico podía ser en ciertas circunstancias una ventaja, que
acortaría la duración y reduciría los costes de la industrialización a través
de varios mecanismos:
• adoptando las técnicas más novedosas de los países avanzados, ahorrándose los
costes de las soluciones técnicas intermedias (un ejemplo actual es el de los
países en desarrollo que carecían de buenas redes de telefonía fija, pero que
no tendrán que construirlas, al ser más baratas las de telefonía móvil);
• estableciendo de entrada unidades productivas más grandes con
lasconsiguientes economías de escala;
• gracias a una intervención más activa del Estado o la banca, una vez conocido
el camino a seguir.
De hecho, según Gerschenkron debería haber una pauta
muy distinta entre los primeros países industrializados y los más rezagados. Lo
cierto es que una y otra vez, los análisis se encuentran con pocos factores
comunes, menos requisitos imprescindibles, muy pocas recetas para la industrialización
y muchas excepciones a casi cualquier regla que se detecte. Francia, como
veremos, es la principal, pero ni mucho menos la única.
El primer apartado del
tema se refiere a los tres casos de industrialización de los seguidores
europeos (Bélgica, Francia y Alemania) y también se analizan los rasgos
principales de la industrialización de los Estados Unidos. A continuación
observaremos las condiciones de los países rezagados en la industrialización y
las diferentes pautas en cuanto a resultados, distinguiendo los países nórdicos
de los mediterráneos, con el caso español como ejemplo. Veremos también con
detalle el caso ruso, como ejemplo de la
industrialización en el este europeo, para concluir con la industrialización de
Japón.
2. Los países seguidores
2.1 Bélgica, el primer seguidor
Tradicionalmente se ha considerado a Bélgica como el alumno
aventajado de Gran Bretaña en la difusión de la industrialización. Sus pautas
de crecimiento en los sectores modernos -principalmente siderurgia-, la transformación
del
sector agrario y de los transportes y su apertura comercial guardan muchas
similitudes con el modelo inglés. Pero también presentaba grandes diferencias,como el papel que desempeñó el
Estado en el proceso (mucho más activo que en Gran Bretaña), o la
evolución del territorio como entidad política hasta su independencia
en 1830.
La modernización de la economía en los territorios belgas era un hecho en las últimas décadas del siglo XVIII. La producción de carbón
mineral en la zona de Chaleroi, la de textil de algodón en Gante o de lana en Verviers
estaban adoptando rápidamente las innovaciones británicas. Uno
de los técnicos más famosos que llegó de Gran Bretaña fue William Cockerill,
que fabricó maquinaria textil en Verviers
y posteriormente, desde 1807, en Lieja. Sin embargo, el otro gran
sector, el del
lino, se encontraba vinculado a la tradición protoindustrial, sobre todo en la
zona de Flandes, cuya producción se generaba en el medio rural a pequeña
escala, y se quedó estancado (ver capítulo 5.3).
Por entonces, Bélgica no era un país independiente:
hasta 1795 fue un conglomerado de territorios con muchas herencias feudales.
Entre 1795 y 1815 quedó incorporado a Francia, lo que le permitió beneficiarse
de las transformaciones introducidas por legislación revolucionaria y
napoleónica, y de paso del bloqueo continental (el
intento de Napoleón de aislar económicamente a Inglaterra, que favoreció a
quienes competían con los productores ingleses). Entre 1815 y 1830 pasó a
formar parte del
reino de los Países Bajos, hasta la independencia definitiva en 1830. De este
modo, la demanda creciente de los mercados exteriores permitió una primera fase
de crecimiento a finales del XVIII, que se truncó tras 1815 y sobre todo en
1830, perdiendolos mercados exteriores que había tenido bajo la soberanía
francesa y posteriormente holandesa.
Rápidamente, el crecimiento belga se apoyó en la producción
de bienes intermedios asociados al rápido crecimiento de la siderurgia. Los altos hornos introdujeron las
técnicas de pudelado y laminado, así como
las máquinas de vapor. Las ricas cuencas de carbón mineral suministraron
combustible barato a los centros siderúrgicos enclavados en la zona de
Chaleroi, donde funcionaban los altos
hornos con coque desde los años 20, así como en
la región de Lieja, donde John Cockerill, hijo de William, instala un gran
centro siderúrgico y de construcción de maquinaria en Seraing, con más de 3.000 trabajadores. Allí
se construye la primera locomotora del continente en 1835, sólo 10
años después de la de Stephenson.
Las transformaciones institucionales y la iniciativa del
Estado desempeñaron un importante papel en el modelo belga. En primer lugar
permitieron la reestructuración del sector agrario, al
desamortizar y privatizar las propiedades de la Iglesia y de las tierras
comunales. De un paisaje de multitud pequeñas parcelas
campesinas explotadas intensivamente, se pasó al predominio de grandes
explotaciones agrarias con mano de obra jornalera. Como resultado el sector agrario liberó de mano de obra para las nuevas
industrias urbanas.
Bajo la dominación francesa también se abolieron
definitivamente las reglamentaciones gremiales. Así comenzaron a
formarse empresas de base familiar y comanditaria, pero también se permitieron
las sociedades por acciones. El Estado intervino decisivamente en lainversión
directa en la industria a través de la creación de la Société Génerale,
sociedad bancaria fundada en la década de 1820, pero que se consolidó tras la
independencia como la punta de lanza de las iniciativas en la
industrialización. Uno de los principales destinos de la inversión fue la
mejora de las infraestructuras, en canales navegables y sobre todo el
ferrocarril, que cobró un primer impulso entre 1834 y 1843 de la mano de la
iniciativa pública, dotando a Bélgica de la red más densa del continente. Otro banco público que también intervino en inversiones
industriales fue la Banque de Belgique (1835).
El crecimiento industrial de Bélgica no puede entenderse sin
su orientación a los mercados exteriores. La pequeña dimensión del
país, a pesar de la gran densidad de población, limitaba su crecimiento. Pero su favorable situación geográfica le permitía acceder a los
principales mercados europeos. Por ello desde un
principio optó por una política librecambista con sus vecinos, que le llevó a
firmar acuerdos con Francia y el Zollverein en la década de 1840. Su
crecimiento también está muy vinculado a la llegada de técnicos y trabajadores
británicos, que habían aplicado las nuevas máquinas en los centros industriales,
así como
las inversiones francesas en empresas mineras.
2.2 Francia, la excepción a las reglas
El modelo francés ha sido una anomalía a la hora de aplicar las pautas seguidas
por la industrialización anglosajona. Por una parte, su ritmo de crecimiento
nunca fue muy rápido, ni tuvo sectores directores o
piloto tan claramente definidos como
Gran Bretaña. Representapara muchos historiadores una vía alternativa que llega
prácticamente a los mismos resultados desde el punto de vista del producto per cápita,
y con ventajas en términos de bienestar social.
En primer lugar resalta, a diferencia del caso inglés, el lento
crecimiento demográfico durante todo el siglo, con tasas de natalidad muy
inferiores a las británicas. Entre 1800 y 1913, Francia pasa de 30 a 41
millones de habitantes, es decir apenas un 30% más en tanto que Inglaterra
había cuadruplicado su población (de 9 a 36,5
millones). El lento crecimeinto de la población está relacionado con el modelo
agrario, que consolidó unas estructuras de propiedad muy repartida, donde la
falta de capital para aumentar la productividad limitaba el tamaño de las
familias, lo que impedía liberar mano de obra para otros sectores. Además, la
urbanización fue relativamente baja a lo largo de todo
el siglo; Francia siguió siendo una sociedad mayoritariamente rural, rasgo
característico de su crecimiento. En 1851 el 65% de la población activa
trabajaba en el sector primario, frente al 22% en Gran Bretaña, y todavía en
1906 era más de un 40%. El bajo crecimiento demográfico condujo a un elevado nivel de empleo, que se tradujo en una progresiva
incorporación de la mujer al trabajo en el curso del siglo XIX.
El peso rural de la economía francesa deriva en buena medida de la evolución de
las estructuras agrarias desde fines del siglo XVIII y sobre todo de
las transformaciones que tuvieron lugar con la Revolución de 1789. Con la
abolición de los derechos feudales, los antiguos explotadores directos(arrendatarios o colonos) de la tierra se
convirtieron en propietarios. Aunque había grandes variedades regionales, con grandes explotaciones en zonas del norte, en general se
consolidó una estructura en la que dominaban las explotaciones de pequeña y
mediana dimensión, cultivadas por los campesinos propietarios (mapa 1).
Carecían de recursos suficientes para introducir nuevos métodos de cultivo, por
lo que crecimiento de la productividad fue muy pobre (ver tabla 2 en su
comparación con Inglaterra). Sin embargo, la agricultura francesa mantuvo hasta
la década de 1860 una relativa prosperidad gracias a los precios altos que garantizaban por la política proteccionista.
Un tercer factor importante es la dotación de recursos
energéticos. En Francia, la producción de carbón mineral
resultará insuficiente para las necesidades interiores, y sus costes de
extracción y transporte eran mucho mayores que en Inglaterra o Bélgica.
Existen algunas cuencas carboníferas importantes -Pas de Calais, Normandía- que
se explotan desde el siglo XVIII, pero el consumo de energía durante las
primeras fases está vinculado a recursos tradicionales, como el carbón vegetal
o la energía hidráulica. El aumento de la producción industrial incrementó las
necesidades de carbón mineral importado, que suponía entre el 25 y 45% del
total consumido, que siguió siendo bastante inferior a Bélgica o Gran Bretaña
(tabla 1).
La cuarta característica de la evolución industrial francesa es la ausencia de un sector claramente líder o rector de la industrialización.
En Francia primaban las industrias de bienes de consumo,
ydestacaba el textil. El textil de algodón crece notablemente ya a fines
del siglo XVIII, por
encima del
resto de los sectores. Los centros más importantes se
encontraban en Alsacia (Mulhouse),
donde la hilatura se apoyaba en máquinas movidas por fuerza hidráulica, y
también en Normandía. Al abrirse los mercados
exteriores en la década de 1860 no pudo hacer frente a la competencia y se
estancó. Sin embargo, el sector más dinámico fue el de
la seda, apoyado en innovaciones técnicas que resultaron decisivas para conquistar
mercados exteriores. Las exportaciones de seda se
convirtieron en el primer renglón por ingresos en el sector exterior. En
la siderurgia, la industrialización francesa tiene, además de los problemas
asociados con la dotación de carbón mineral, unos rasgos marcados por la
dispersión geográfica y la pequeña dimensión de las instalaciones. Las
instalaciones de Le Creusot, que a fines del siglo XVIII habían incorporado
altos hornos que consumían carbón mineral, eran una isla en el mapa de la
siderurgia francesa, dominadas por las forjas y hornos que utilizan carbón
vegetal como combustible.
En cuanto a los ritmos del
crecimiento, son lentos en la primera mitad del
siglo, tanto en la industria como
en la agricultura. Sin embargo, a partir de la década de 1850 se produce un cambio de ritmo, con tres etapas marcadas: una primera de
expansión hasta 1870, una segunda de crisis y transformación hasta 1890
aproximadamente y por fin una fase de rápida innovación y crecimiento hasta la
primera guerra mundial.
1850-1870: esta fase comienza un periodo de
crecimiento agrario, basadotanto a la extensión del
área de cultivo -por reducción del barbecho- como en la especialización, con el aumento de las
explotaciones que combinan el cultivo de cereal y plantas forrajeras para el
ganado, la expansión del
viñedo, la remolacha azucarera o las plantaciones de moreras. Parte de los cultivos se orienta hacia los mercados, con la
consiguiente mejora de las rentas que impulsa la demanda.
La expansión de ferrocarril (una red que alcanza 15.500 km en
1870) tiene efectos de arrastre sobre sectores diversos y de
articulación e integración de las distintas regiones. Estas mejoras de las
infraestructuras, con una participación parcial del
Estado, repercuten en el sector industrial, con tienen un papel preponderante del sector de bienes de
producción. El crecimiento de la red ferroviaria alimenta la demanda de
productos siderúrgicos -el convertidor Bessemer
se introduce en 1858—y la fabricación de locomotoras. La demanda interior tira
de las manufacturas, con un fuerte crecimiento en el
algodón. También se observa en esta fase una importante mejora de las tasas de
inversión industrial, debido también a la implicación del sector
financiero. Destaca la actividad del Crédit Mobilier, fundado en 1852 por los
hermanos Pereire, un banco de negocios entre cuyos principales objetivos
figuran las inversiones a largo plazo, especialmente en ferrocarriles o en el
extranjero. No obstante, el grueso de la financiación sigue dependiendo en
buena medida de la reinversión de los beneficios de las empresas. La
legislación es aún muy restrictiva para la expansión de sociedades anónimas.
Losritmos de crecimiento obedecen a modelos regionales muy desiguales, con un fuerte dualismo entre las regiones dotadas de recursos
(sobre todo carbón) y que inician una temprana modernización en el Norte o
Alsacia, frente a las regiones del Oeste y el
Sur, dominadas todavía por técnicas tradicionales de producción y un peso
abrumador del
sector agrario. En cualquier caso, no quiere decir que la
productividad de la industria, en su conjunto, fuera baja, y según algunos
autores podría ser superior a la británica (tabla 2).
Pero el cambio más importante de la segunda mitad del siglo se opera en el comercio exterior, con
una orientación hacia el librecambio tras la firma del acuerdo con Gran Bretaña en 1860. El
llamado tratado Cobden-Chevalier rebajaba los aranceles de las manufacturas
inglesas, principalmente textiles, así como de la hulla y el hierro; Inglaterra
por su parte recibiría sin tasas artículos de seda, moda, frutas y otros
productos; y rebajaría los aranceles de los vinos franceses. Además se
aplicaría la cláusula de nación más favorecida, que estipulaba que un acuerdo más favorable de uno de los firmantes con un país
tercero se aplicaría automáticamente en el otro. Tratados similares se firmaron
en los años siguientes con Bélgica, el Zollverein, Suiza, España, Países Bajos y Portugal. Los efectos fueron inmediatos, ya
que el comercio exterior, que representaba el 29% del producto bruto en 1860
pasó al 41% en 1870 y la balanza comercial casi siempre fue excedentaria entre
1851 y 1876.
1870-1890: Esta fase está marcada por los efectos de la guerra francoprusiana
(1870-1871)que acaba con la derrota francesa y la pérdida de Alsacia y Lorena,
dos de los polos industriales más avanzados que se incorporan a Alemania, junto
con el pago de una cuantiosa indemnización. A esto se suman los efectos de la
depresión de 1873 y de la liberalización arancelaria, con un descenso en el ritmo
de crecimiento económico y la acentuación de problemas en el sector agrario
(plagas en los gusanos de seda, importaciones de cereales de ultramar, crisis
de la filoxera en el viñedo), que se traduce en la merma de la renta de muchos
pequeños agricultores. Esta situación frena aún más el
crecimiento demográfico. Así, a la atonía resultante en la demanda
interna se suma otro problema grave de la industria: la escasez y los altos costes del carbón, importado casi en un tercio del consumo. El capital se
dirigía más hacia el exterior que al fomento de la industria interna. Un
efecto compensador, sin embargo, vendrá de la mano de los planes del Estado en
obras públicas (plan Freycinet de 1879), que supone un aumento del gasto
público y frena la caída de la demanda industrial, al estimular la construcción
de nuevas vías férreas.
1890-1914: El panorama se transforma en las dos décadas anteriores a la Primera
Guerra Mundial, cuando la vuelta al proteccionismo a partir del arancel Méline
(1892) ayuda a recobrar parte del vigor del sector agrario y del mundo rural,
donde todavía habita la mitad de la población. Esta nueva fase, aun contando
con los problemas estructurales como
el elevado coste energético, está caracterizada por el crecimiento de los
nuevos sectores de la denominada segundarevolución industrial (tema 8), con una
fuerte componente de innovación, como
el eléctrico, químico o la automoción. El desarrollo de la
energía hidroeléctrica permite alterar el mapa de localización industrial, con
la posibilidad de llevar la nueva energía a grandes distancias. Aunque
hay progresos en la concentración fabril no se puede olvidar que buena parte de
la producción sigue ligada a empresas de menos de 10
trabajadores.
A pesar del rebrote del proteccionismo, durante este periodo se observa una
mayor integración en la economía internacional, con un sensible aumento del comercio exterior.
Es sintomática la intensificación de las relaciones franco-británicas, donde
Francia consigue un excedente comercial derivado de las exportaciones de
manufacturas y productos orientados a una demanda de calidad, mientras que Gran
Bretaña exporta materias primas (principalmente carbón) y bienes semiacabados.