Al estudiar los aspectos económicos de
la Venezuela colonial hasta las primeras décadas del siglo XX, nos
damos cuenta como surgieron los grandes caudillos: quienes se erigieron en
dirigentes políticos sobre la base económica que venían
detentando como dueños de los grandes latifundios.
'El caudillismo venezolano se hace visible propiamente en el siglo XIX
cuando, abatido por el cataclismo bélico, desaparece el dique de
contención que era el poder del soberano. La guerra encarnizada y larga,
abre paso al caudillo a través de dos efectos: primero, resucitando
la escala axiológica de la fase inicial —Descubrimiento y
conquista—, la cual sitúa en el punto mas alto a los
valores de la fuerza, la rusticidad y vehemencia De nuevo se imponen los
hombres 'valientes', los 'guapos', la gente de
'garra y coraje'. En segundo término la destrucción
general ocasiona una notable pérdida de la población,
incluida en ésta sectores directivos; la necesidad de llenar el
'vacio' facilita al caudillo ocupar el liderazgo que resulta
vacante'.
. .'El caudillo es el nuevo dirigente; es una potencia incuestionable,
síntesis humana de poder material —físico,
económico, social—, aureolado con la magia del 'prestigio'
de su inefable proyección carismatica. Autoritario/elemental y
arbitrario, de cualidades positivas y negativasconfundidas, es capaz de obrar
prodigios en la vida social Existe una copiosa literatura en torno a las
raíces del caudillismo Con mucha frecuencia se ha insistido en un
determinismo que presentaría el caudillo como derivación
forzosa de los componentes raciales del pueblo venezolano; sucesor a la vez del
cacique aborigen, del conquistador hispano y del régulo africano.
Se le ha visto igualmente como una telúrica expresión
'tropical' y como una calamidad que se debe únicamente a un
estado social de ignorancia e inmadurez. También, dentro de un
rígido materialismo, se le ha estimado sólo como exponente de una
concreta motivación económica, consecuencia inexorable de un
sistema de producción 'feudal' que se conservó intacto
en el paso de la República. . . Respecto a la labor del caudillo,
mayormente negativa, se advierten en ella dos acentuadas fallas: una
ética y otra intelectual. La primera, es la crisis de verdadero
patriotismo y el empeño en sustituir a éste,., . por el
mas burdo egoísmo; deficiencia moral es su nunca satisfecha
rapacidad y la inclinación irresistible al autocratismo arbitrario
y corruptor En cuanto a las luces, el caudillismo acusa evidente penuria
mental cuando se niega a percibir la Patria grande, obnubilado por la aldea y
también cuando desprecia, por impropia de 'macho' y de
'jefes', a la culturacomo calidad del espíritu Cerca del
caudillo nuestro, hay casi siempre un consejero o una camarilla de civiles,
escritores, prestos a traducir a la prosa jurídica los caprichos del
Jefe y hasta inspirarle ciertas fórmulas políticas Tan
avasallador sera el caudillo que su 'concepción'
política orientara a los Congresos y cuerpos legislativos, los
cuales no se atreverían a contradecirlo y, por el contrario,
ajustaran su desempeño a la mentalidad y a las conveniencias
utilitarias y de vanagloria de aquél Del caudillo al autócrata,
el camino en paralelo al que antes fue del señor feudal al soberano
absoluto. El mas fuerte, fiero y habil se impone a los otros, los
subordina y deviene dueño de la República. Su estilo y su
método pueblerino o parroquial seran su estilo y su método
de gobernante 'nacional', él no conoce otros, ni esta
dispuesto a aprender El poder caudillista descansa sobre un tripoide retador:
económico, social y político. Al convertirse en sucesor de
conquistadores, repartidores y encomenderos se afianza sobre las -tierras,
la muestra mas concreta y común de la riqueza. De este modo cimienta
sus fuerzas sobre el latifundio y sobre la explotación a la usanza
tradicional , de las masas desposeídas de siempre. Estas
constituyen la base social del poder caudillista, asi en las haciendas
comoproductoras, en las ciudades como consumidoras de sus monopolios. . .
Políticamente, el poder del caudillo reposa en su conjunción
íntima con el militarismo, con el cual se identifica y se confunde. Si
llega al mando, la tropa sera la garantía de la perpetuación
y razón contundente por su ejercicio tiranico o liberal
Al debate político lo sustituye la querella de los hechos sangrientos;
los pretextos, siempre, renovados aunque siempre los mismos, sirven igual para
el cambio que para el no cambio; jamas el soldado humilde alcanza a ver
de cerca las banderas por las cuales da su vida; por no ser nunca resueltas,
sus aspiraciones son mantenidas siempre refrescadas pero lejanas en el
horizonte de las ilusiones populares. El caudillismo hace del jefe guerrero e
capataz o dueño de la República. Bien clara y contraria es la
enseñanza del Libertador:
'El soldado no es el arbitro de las leyes ni del: gobierno; es el defensor
de su libertad. Sus glorias deben confundirse con las de la República y
su ambición debe quedar satisfecha al hacer la felicidad de su
país. El soldado no debe deliberar y desgraciado el pueblo
cuando el hombre armado delibera'.
.. .'Paez, el mas típico, bosqueja la silueta
caudillesca describiéndose a sí mismo, dice de sus llaneros:
'Yo logré atraérmelos; conseguí que sufrieran,
contentos y sumisos,todas las miserias, molestias y escaseces de la
guerra. Me obedecían gustosos y me querían como a
padre'. Paez describe su milagro '¿Quién
creyó jamas que aquellos hombres, por algunos escritores
calificados de salvajes, acostumbrados a venerar el nombre del rey como el
de una divinidad, pudieran jamas decidirse a abandonar la
causa que llamaban santa para seguir la de la patria nombre que para ellos no
tenía significación alguna? ¿Quién
creyó, entonces, que fuera posible hacer comprender a hombres que
despreciaban a los que no podían competir con ellos en la tuerza bruta,
que había otra superior a ésta, a la cual era preciso
someterse?' El caudillo se atribuye haber inspirado a los llaneros,
'al mismo tiempo amor a la gloria, respeto a las vidas y propiedades y
veneración al nombre de la patria' 'No tenía mucha
fe en el patriotismo de aquellos hombres que sólo me acompañaban
y habían tomado servicio por simpatía hacia mí'. La
distorsión de las perspectivas, por exagerado despliegue de
sus tendencias autoafirmativas, es una característica caudillista; su
egocentrismo hace olvidar a Paez; en la adhesión de los
llaneros cuenta mucho la promesa de tierras y bienes que les hizo, punto tan
importante que, en su oportunidad, la ratificación de esa oferta es
la única condición que él pone a Bolívar para
acatar su autoridad.