La revolución científica que produjo la obra de Galileo condujo a la fundación
de sociedades científicas en Italia y en Europa. La idea era muy antigua; en Atenas existió la Academia de Platón y el Liceo
de Aristóteles; en Alejandría el famoso Museo.
Las primeras sociedades científicas se fundaron en Italia y fueron la Academia
de Lincei (1600) y la del Cimento (1651) que tuvieron
corta vida. Más éxito alcanzaron la Royal Society de Londres
(1662) y la Académie Royal des Sciences de Francia (1666).
Los gobernantes de la época sintieron la necesidad de
rodearse de científicos o filósofos. Así, Descartes fue invitado a dar
clases a la reina Cristina de Suecia, ansiosa de contar con los servicios de un filósofo de renombre. El emperador de
Alemania, Fernando III, se interesaba por los experimentos de vacío emprendidos
por Guericke en Magdeburgo.
Huygens, cuya fama se extendió por toda Europa, fue nombrado
miembro de laRoyal Society de Londres en 1663, y en 1666 Luis XIV lo invitó a
Francia para que, junto con otros científicos, diera gloria a su gobierno.
Uno de los fundadores de la Royal Society de Londres, el físico Roberto Hooke,
al escribir los estatutos de la Sociedad apuntó: 'El objetivo de la Royal
Society es mejorar el conocimiento de las cosas naturales y de todas las artes
útiles, las manufacturas, las prácticas mecánicas, los artificios y las
invenciones a través del experimento.'
Newton fue
admitido en la Royal Society en 1672 por haber
inventado el telescopio de reflexión, que empleaba un espejo cóncavo y que
tenía grandes ventajas ópticas con respecto al anteojo de Galileo. El telescopio fue mostrado al rey Carlos II. El aparato se ha preservado hasta la fecha. En 1703 fue electo presidente de la Sociedad y se le reeligió
anualmente hasta su muerte.
Los grandes telescopios ópticos modernos, como el de San Pedro Mártir, Baja California
Norte, son de reflexión como el de Newton.