'El romanticismo no es un estilo que se pueda
oponer a otro estilo, como
el clásico al barroco o el gótico al románico; sólo se lo puede oponer
simultáneamente a todos los estilos. Lo que en general se considera la lucha del romanticismo con el
clasicismo no es sino el conflicto de la estética romántica, de las ideas
románticas, con la estética y las ideas del
siglo XVIII. El romanticismo jamás ha impedido a un artista querer a la
antigüedad clásica o a la Italia clásica, no menos, sino más de lo que se las
ha querido antes, de él; sólo que le permite llevar, de un modo igualmente
libre, su amor al arte medieval, al drama isabelino, al gótico, al barroco, a
la India, a Egipto o a la China'. (Weidle. 33)
'Una vez disipado el entusiasmo producido por la Revolución y el Imperio,
aquellos perpetuos insatisfechos se desvían con disgusto de una época que no
ofrece ya ningún aliciente para la acción y para el sueño y cuya mezquindad
burguesa y falta de ideal deploran amargamente. Pero
scómo escapar de suambiente? Hay dos vías de evasión,
en el tiempo y en el espacio. El primer medio consiste en transportarse
con el pensamiento a una época en donde la vida parecía más conforme con aquel
ideal: por ejemplo, la Edad Media de las catedrales y de las cruzadas'
(Reau, 13)
'En literatura el romanticismo es la reacción del sentimiento
contra la razón, de lo natural contra lo artificial, de la simplicidad contra
la exhibición pomposa, de la fe contra el escepticismo. La poesía romántica
expresa un nuevo entusiasmo por la naturaleza y una
veneración incondicional por la vida unitaria y elemental de las civilizaciones
distantes o antiguas.
'Esta veneración llevó al descubrimiento del Noble Salvaje, del
Noble Griego, del
Virtuoso Romano y del Pío Caballero Medieval. Cualquiera sea su objeto la
actitud romántica es nostálgica, es decir, opuesta al presente; un presente que
algunos veían predominantemente como la ingeniosidad Rococó; otros como
racionalismo sin imaginación y otros como horrible industrialización y
comercio'. (Pevsner, 235)
Esta idealización del pasado o del no-aquí en general, permitió a los artistas
actuar sobre el presente mediante el uso de la ejemplaridad,
“Pudieron, así, oponer algunos rasgos positivos de aquel pasado a los
correspondientes rasgos negativos del capitalismo: por ejemplo, la estrecha
vinculación del productor, del artesano o del artista con el consumidor; el
carácter más directo de las relaciones sociales; el mayor sentido de colectividad;
la mayor unidad de la personalidad humana, debido a una división del trabajomás
estable y menos estrecha.' (Fischer, 67)
Aunque la asociación más frecuente es la de Romanticismo y Edad Media -y es a
través de esta asociación y por medio de Pugin, Ruskin y Morris, que el
romanticismo obtendrá sus mejores frutos teóricos y prácticos en el campo de la
arquitectura- no podemos olvidar la cantidad de admiradores románticos que tuvo
el pasado grecorromano. La muerte de Byron en Missolonghi se debió a su admiración
por la Grecia clásica, que para él era ejemplo de libertad y democracia.
La huída del presente
y la búsqueda de ejemplaridad impedían cualquier dogmatismo limitado a una sola
época del
pasado. El romanticismo sentó las bases con su antiestilismo y su prédica de
libertad individual para el escepticismo arquitectónico de fin de siglo el que,
curiosamente, también hundió sus raíces en el racionalismo.
La romanización de la cultura no va aliada con un
determinado historicismo. En pleno siglo XVIII, el Sturm und Drang se opuso al
predominio de la razón oponiéndole los poderes irracionales del corazón, al
mismo tiempo que se oponía, a la manera de Rousseau, al sistema
político-social. Sin embargo, Goethe y Schiller son líderes del clasicismo de Wiemar, lo que no impidió que
puedan ser considerados como alentadores del romanticismo.
'No hay romanticismo en estado puro o, para emplear la jerga de los
alemanes, no hay Nurromantik. Delacroix, el más grande de los pintores
románticos, se consideraba un clásico y no se
equivocaba, pues se mantenía fiel a la tradición de Poussin, por quien sentía
viva admiración. Lo mismo puededecirse de Gericault y, con mayor razón, de
Ingres. No hay un sólo romántico que no esté teñido en
cierta medida de clasicismo o de realismo. El clasicismo de los grandes
románticos es tan evidente como el romanticismo
de numerosos escritores o artistas del siglo
XVIII considerados como
clásico?” (Réau, 4)
'Si el romántico tiene libertad para elegir en el pasado cualquier estilo
por el cual siente afinidad personal, es porque no tiene estilo propio con el
que consustanciarse con él. Y esto es lo que lo separa radicalmente de un Rubens y de un Rafael, de Racine o de Shakespeare. El
romanticismo es una soledad,
orgullosa o resignada. El romanticismo es el fin del estilo.' (Wiedle, 133)
Delecluze, en cuyo salón se encontraban los artistas románticos y que vivió
cerca la experiencia, escribe en su diario: 'Todos los que se llaman
románticos difieren en tal modo en sus opiniones y
parten de principios tan diferentes que resulta verdaderamente imposible
extraer una idea matriz de todo ese caos. Por mi parte, renuncio a
comprenderlo”
A partir de una consideración emotiva de la realidad, el romanticismo ejercitó,
en arte una extrema libertad de elección de tema de
modos y maneras estéticas. Pero nunca los artistas románticos dejaron de
aspirar a lograr una unidad estilística que significara una coherencia total
entre las postulaciones ideológicas y la realidad social en la que vivían. El desapego estilístico fue una táctica, que muchos de los artistas
románticos consideraban pasajera, hasta que se volviera a crear esa unidad
cultura que ellos llamabanestilo y que admiraban en las épocas pasadas.
Nos encontramos ante una orientación artística, o mejor dicho ante una
desorientación artística, fruto de un fuerte cambio social: el ascenso de la
burguesía al poder.
'Clasicismo y romanticismo' (debe leerse medievalismo)
'significaron, en la gran época de transformación iniciada por la
Revolución Francesa una indagación, una búsqueda de nuevos puntos de partida
para, el arte, un retorno a épocas en las cuales pareció realizarse el arte
primitivo. Había en esto sin duda la concesión de que el siglo XIX, por de
pronto, no poseía un estilo propio. El
rococó había sido la última encarnación de una época absolutista y artesana.
Pero la burguesía ascendente no pudo llegar enseguida a una
expresión artística de su existencia. Como un advenedizo,
aspiraba a subordinarse a las viejas tradiciones y a elevarse por ellas.'
(Goetz, 564)
Arquitectura y romanticismo
Por su naturaleza marcadamente utilitaria, la arquitectura no fue un arte propicio para los desbordes románticos, como lo fueron la
literatura y la música. Sin embargo intentó responder a su
modo a los reclamos y a las tendencias románticas. El
principal modo de expresar la emotividad esperada de las obras de arte, fue, en
arquitectura, la asociación de ideas. Las formas arquitectónicas fueron
utilizadas como signos
evocativos de otras realidades culturales, distintas de la presente, cuyo
recuerdo podía despertar la emotividad del
espectador. La arquitectura vistió así diversos ropajes. Durante el
pintoresquismo inicial se construyeron falsas ruinasgóticas, fingidos templos
griegos y todo tipo de construcciones exóticas, preferentemente orientales,
continuando la predilección por la 'chinoisserie' del último rococó;
los jardines de Kent y el Pabellón Real de Brighton son un ejemplar claro.
Y así en alguna arquitectura de fines del siglo XVIII y comienzos del
XIX pareció cumplirse el propósito de Novalis de crear un 'mundo de
leyenda'.
La mayoría de los autores relacionan estrechamente al romanticismo con el
neomedievalismo, algunos de ellos hasta sostienen que esta relación es la única
posible. Brault, en su 'Les architectes par leurs oeuvres', aparecido
a fin de siglo, habla de clásicos y románticos y califica a éstos de tales por
perseguir el ideal 'que cada hombre lleva dentro de sí' y por
practicar arquitectura neogótica. En estudios más recientes
(Hautecoeur, Forneaux Jordan) la ecuación romanticismo-neogótico se sigue
sosteniendo. Sin embargo, Russel Hichtcock, luego de
asegurar que en 1750 “el último gran estilo europeo, el barroco, se había
desvanecido', denomina (del
mismo modo que Giedieon, Kimball y Collins) neoclasicismo romántico a la
reacción contra la arquitectura barroca que él ejemplifica con Piranesi.
De este modo el neoclasicismo también queda incluido
dentro del
gran caudal de la corriente romántica.
La obra de J. B. Piranesi es excelente para ejemplificar esta interpretación.
Durante el siglo XVIII los arquitectos clasicistas como Soufflot, o mejor aún, como Ledoux; buscaban en lo clásico el orden
racional y no las ideas morales asociadas. Aunque como veremos más adelante,
Ledouxhizo uso de un asociacionismo 'abstracto'; y menos aún,
despertar la emotividad del espectador; pero Piranesi, cuando realiza en 1740
los grabados de sus 'Carceri' recrea el pasado romano intentando
sobrecoger. Al igual que Macpherson que recreó el pasado medieval fraguando
poemas osiánicos, Piranesi inventa monumentos romanos
apabullantes. Si Rousseau quería 'paisajes que infundan miedo'' las
imágenes fantásticas e imponentes de Piranesi tienen como objetivo
aterrorizar al espectador, el motivo no importaba, lo que contaba era el modo. He aquí el modo romántico de emplear las formas clásicas.
Más adelante volveremos sobre las diferencias entre el clasicismo del siglo XVIII cuyos orígenes
están en el Renacimiento y cuyo principal mentor es Vitrubio y el neoclasicismo
romántico del
siglo XIX, historicista, arqueológico y sentimental. Ahora es importante
señalar el nivel distinto en que actúan el romanticismo y las corrientes
historicistas arquitectónicas. El primero, como hemos intentado señalar, es un
movimiento cultural que desborda el campo de las artes, para transformarse en
un modo general de enfrentar a la realidad; las segundas son preferencias de
diseño qué no pueden serle opuestas, dado que, como lo dijo Baudelaire:
'El, romanticismo no está ni en la elección de temas ni en la verdad
exacta, sino en la manera de sentir'.
Desde el punto de vista psicológico todos los historicismos
son igualmente una huída de la realidad en tanto que apelan a modelos
históricos para sustituir la realidad propia con la imagen de una realidad
ajena.
Otro tanto ocurriócon 'lo natural'. Ya desde el siglo XVIII muchas teorías arquitectónicas se basaron
en lo natural, que casi siempre se confundía con lo primitivo. Laugier y
Chambers desarrollan sus 'teorías arquitectónicas a partir del ejemplo de la choza primitiva, que aunque
era irremediablemente artificial, ellos consideraban como modelo de 'lo natural'. Todos
los tratadistas se sienten obligados a comenzar sus comentarios invocando ese
estado primigenio 'natural', espontáneo, irreflexivo, en el que encuentran
o del que deducen las guías más seguras para establecer los juicios de valor
arquitectónicos. Esta actitud fue compartida por todos y es
en definitiva romántica.
Puesto que implica que lo original, lo espontáneo, en última
instancia lo no civilizado, es el exponente de todas las virtudes que allí
aparecen impolutas, no contaminadas por la civilización. Significa en
fin, el rechazo de la acción de la razón, la que -como lo expuso
Rousseau en el Emilio- al terminar con la inocencia original- era la causa de
todos los males.